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💖Capitulo 12 - ¿Katloca?💖

Oscar.

—Hey, amigo, ¿qué te pasa? ¿Por qué estás tan de malas hoy?

La voz de Liam me saca de mis pensamientos. Lo observo con enojo. Tengo ganas de arrancarle la cabeza. Él me mira con burla, y sé muy bien por qué me mira de esa manera. Cometí el estúpido error de comentarle lo que pasó con la rubia loca esa. Tengo un problema, no puedo guardarme nada y menos a uno de mis mejores amigos. Ese es mi único defecto, porque otro no tengo.

—¿Acaso aún estás de malas por lo de esa chica que te dejó duro? —pregunta tratando de reprimir la risa.

—Liam, que ni se te ocurra comentarle nada a Alonzo o a mi primo, porque te juro que te arranco la cabeza.

—Tranquilo, hermano, eso no pasará, ¿acaso no confías en mí? ¿Crees que soy un chismoso que cuenta las cosas a todo el mundo? Me siento indignado. Me ofendes. —asegura con dramatismo.

Lo observo entornando los ojos, mirándolo con duda. Cuando actúa así, es que se le fue la lengua y estoy seguro de que se lo dijo a alguien más. Eso es tan vergonzoso, pero no más que lo que me intentaron hacer esas mujeres viejas. Juro que no pude dormir, me sentía abusado, violado, yo, Oscar, un hombre que le encanta que lo toquen, pero el recuerdo de lo que pasó anoche me desagrada. No sé qué hubiera sido de mí si esa chica no entra.

Pero eso es culpa de esa rubia loca; es la única culpable de lo que me pasó. Deja que me la encuentre, porque estoy seguro de que la volveré a ver. No sé por qué, pero lo presiento de que será así; además, ya han sido demasiadas coincidencias de que me la encontrara varias veces y por algo es.

Me la cobraré por haberme dejado duro después de darle un gran orgasmo. Quizás le pague con la misma moneda. Esa Tatiana no sabe con quién se metió. Ya verá. Escucho la tos de Liam, al verlo, me sonríe con burla.

—Veo que esa chica te tiene en las nubes. Estás todo pensativo, y tú no eres así. —la sonrisa que me da provoca golpearlo. Respiro profundo para no hacerlo.

—Liam, amigo, ¿a quién le dijiste lo que pasó? Te conozco muy bien, así que habla.

—Y sigues con que yo dije algo, ¿qué te pasa?, ¿por qué no confías en mí? De verdad me siento indignado contigo, y dices ser mi amigo, pero con un amigo como tú, ¿para qué enemigo?

—Ya deja el drama, que mucho drama tuve anoche con esas tres viejas que casi me violan. —hablo sin pensar. Cuando me percato de lo que he dicho, lo miro y él abre mucho los ojos.

Cuando él va a hablar, el sonido de mi teléfono interrumpe el momento, agradeciendo al del cielo por eso. Al verificar quién es, me doy cuenta de que es mi prima Karla. ¿Por qué me estará llamando? Contesto.

—Prima, qué milagro de que llames a tu adorado y hermoso primo, ¿qué se te ofrece? —contexto con una sonrisa.

—No seas payaso, Oscar. Seré breve. ¿Es verdad lo que me contaron de ti? —pregunta y puedo escuchar su risa.

—No comprendo de qué hablas, ¿qué te contaron? —respondo confundido. Miro a Liam y este se está levantando de la silla.

—Primo, no te hagas el tonto. Ya me dijeron que ya no eres tan irresistible ni un encanto como tú mismo dices ser. Sé que te dejaron duro en un bar. —responde mientras se carcajea.

Abro mucho los ojos al escucharla. Fulmino con la mirada a mi amigo y este solo me da una sonrisa.

—Perdón. —murmura el idiota.

—Liam, te mato. —ni bien termino de decir esas palabras, él sale corriendo de mi oficina.

—¿Liam está contigo? —Karla susurra.

—No, ya no está, prima, se ha ido el muy cobarde. Pero escúchame muy bien, ni se te ocurra comentar eso, o mi reputación se irá al caño. ¿Entendiste? —exijo con drama y preocupación.

—Eres peor que mi madre con el drama. Tranquilo, somos familia, mi tía Abigail no se enterará. —contesta riéndose y cierra la llamada.

Creo que terminare matando a mi prima, estoy seguro de que no se quedará callada, se lo dirá a mi madre, y tendré a mi señora burlándose de mí. Pero Liam es el culpable, le pedí que no dijera nada, pero va y le cuenta todo a Karla.

¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿Acaso es un castigo? ¿Tan mal me he portado? Claro que no, no he hecho nada malo, soy un chico bueno, y no creo que tener sexo sea un delito. Al contrario, es una delicia, y cuando se presenta la oportunidad de tener placer, no se puede perder; hay que aprovechar cada momento.

El aviso de mi secretaria recordándome la reunión me hace cambiar el humor y me recuerda que veré a la nueva abogada y a mi primo juntos. Sin pensarlo, salgo de la oficina con una gran sonrisa. Le guiño un ojo a mi secretaria, y esta agacha la cabeza con timidez; ella siempre hace eso, no es capaz de verme.

Al entrar a la sala de juntas, están todos, menos Palmer. Cuando pienso en preguntar por ella, justo entra. El rostro de mi primo cambia radicalmente. No aparta su mirada de ella y menos cuando ambos empezamos a hablar. Yo le coqueteo descaradamente para molestar a mi primo, trato de contener una carcajada para no delatarme.

La reunión culmina, y yo, como todo un caballero, un hombre que sabe lo que quiere, invito a salir a Gabriela. Con esta salida le mostraré a mi primo que se muere por ella, aunque él lo niegue. Brandon pide hablar conmigo y por su rostro debe estar furioso. Por un momento, temo por mi vida. La mirada de Brandon quiere traspasarme el alma, y creo que, si fuera posible, me mataría en este momento.

—¿Qué pasa, primo? ¿De qué quieres hablar? —pregunto sonriéndole.

Con una agilidad sorprendente se me acerca, me agarra de la camisa, pero yo no hago nada, no me altero, solo le sonrío, disfrutando esta escena.

—No vas a salir con ella, vas a cancelar todo, me entendiste. —espeta con rabia.

—Pero ¿por qué haría algo así? Lo siento, primo, ella aceptó, y soy un hombre de palabra, no dejo a chicas guapas plantadas. —respondo sin dejar de sonreír, él aún me tiene agarrándome la camisa.

Él sigue empeñado en que no saldré con Gaby, amenazándome con que lo lamentaré. Yo simplemente me río, ver a mi primo en ese estado es como ver a un gato celoso que no puede alcanzar un juguete. Está claro que esos celos lo están matando. Presiento que esa cita va a ser bastante entretenida. Y solo será por un propósito, porque nunca me involucraría con alguna chica de mi primo o mis amigos. Sé que no soy fácil, ni un santo, y que las mujeres me gustan para el sexo, pero yo respeto. Hacer enojar a mi primo es otra historia.

Cuando estoy listo para salir de mi apartamento, preparado para esa cita con Gaby, la llegada de un ser desagradable que no pensé que volvería a ver, evita que llegue al carro y el buen humor que tenía se esfuma. ¿Cómo supo que vivo en este lugar? La observo con rabia y ella solo me devuelve una sonrisa.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías que estoy aquí? ¿Qué quieres? —pregunto con mi mejor expresión de furia, mirándola con desagrado.

—Tenemos que hablar. Y no evitarás que eso pase. —asegura con una sonrisa maliciosa.

—Claro que no. Deberías estar en un sanatorio, a doscientos metros lejos de mí. Te pediré que te largues o llamaré a la policía. —exclamo con más rabia.

—Veo que vas a salir, ¿tendrás una cita? Me imagino que sí, siempre fuiste un patán mujeriego. ¿Cuál será tu víctima esta vez? —dice con enojo y esa sonrisa de loca.

—Cállate y lárgate. Regresa por donde viniste. No quiero escucharte y no te importa lo que haga. Nunca debió importarte. Mejor dicho, nunca debiste entrar en mi vida. Eres la persona más desquiciada que he conocido y no quiero que te me acerques.

Su semblante cambia a uno de felicidad. Pero se supone que debería ponerse más molesta. Volvemos a lo mismo de hace año atrás; ese cambio de humor.

—Pero si la pasábamos tan bien. Siempre me diste un gran sexo. ¿Cuál es el problema ahora? Aun nos podemos seguir divirtiendo. —habla con voz chillona y una gran sonrisa.

Ella se acerca a mí con pasos lentos y yo retrocedo.

—No, Kattty, solo estás demente. Eso no pasará nunca. ¿Entiendes? ¿O acaso la locura que está en tu diminuto cerebro de pollo no te deja pensar con claridad? ¿O en vez de cerebro tienes mierda? —pregunto con una sonrisa burlona.

Su semblante cambia otra vez, ahora está furiosa. Creo que no fue buena idea decirle esas cosas, está tan furiosa que parece que echa humo por las orejas.

—No estoy loca, Oscar, solo que tú eres mío. Es todo. —asegura con una sonrisa maliciosa y mirada obsesiva.

Está completamente demente. No soy de nadie y menos de ella. Cuando pienso en responderle, no me da chance y se abalanza sobre mí, provocando que caigamos al suelo. Forcejeo para quitármela de encima, pero ella no coopera y yo no quiero golpearla, aunque es lo que provoca. Ella comienza a golpearme, intenta hacerlo en la cara, pero no la dejo sosteniéndole los brazos, no dejaré que mi bello rostro sea maltratado.

Grito pidiendo ayuda al de seguridad. Este llega al instante y me quita a la loca de encima. Al levantarme, la miro con rabia. Ella forcejea con los dos hombres de seguridad.

—Llévensela y no vuelvan a dejarla entrar, o haré que lo despidan. —expreso con rabia viendo a los de seguridad.

—Discúlpenos señor, no sabíamos que esto pasaría. —intentan excusarse.

—Me importa mierda, sáquenla y antes de dejar pasar a alguien, tienen que comunicármelo. Entendido. —espeto con enojo. Ellos asienten.

—¡No te librarás de mí, Oscar, eso te lo aseguro! —vocifera ella mientras se la llevan arrastras.

Lo que me faltaba, maldita loca viene a aparecer ahora. ¿Por qué me tiene que pasar estas cosas? Mañana a primera hora llamare a mi abogado necesito que me investigue porque la Katloca está cerca de mí. Rio al recordar el apodo que le puse, se lo gano a pulso. Subo al apartamento a cambiarme la ropa, por suerte es temprano y no quiero faltar a la cita.

Mientras manejo, trato de pensar en otra cosa. Tengo que quitarme este mal humor que me provocó la loca esa, no puedo llegar así. Como un espejismo, aparece en mi mente ella, Tatiana. El recuerdo de anoche con ella de piernas abiertas y yo devorándome ese coño hace que el mal humor desaparezca, y algo me dice que la volveré a ver y voy a cobrarme haberme dejado duro.


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