Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

💖Capitulo 10 - Perdón rubio, pero ese ego tiene que bajar.💖

Tatiana

La conversación fluye de manera natural, como si nos conociéramos de toda la vida. Río con sus malos chistes, y él parece disfrutar de mi sentido del humor. Solo hacemos chistes, nada más, hasta que empezamos a hablar del sexo. Ambos coincidimos en que el sexo es delicioso y que es lo que nos interesa, claro, yo no muestro interés alguno por él, tengo que hacerme del rogar un poco.

Él no pierde el tiempo lanzándome indirectas bastante directas y de vez en cuando acariciando mi pierna con descaro. En cambio, yo solo sonrío de manera tímida, como si fuera la chica más pura del mundo. La verdad me la estoy pasando genial. Mis ojos no dejan de ver su boca, que me muero por besar. Podría lanzarme y devorármelo aquí mismo, pero soy una mujer que puede aguantar por más deseosa que esté.

En un momento, nuestras miradas se cruzan y hay una chispa, una conexión que no puedo ignorar. Creo que eso no debería pasar; solo estoy pasando un rato con un guapo y ardiente desconocido, no tan desconocido. Pero que me calienta con locura y que quiero ser devorada por él. No, tengo que ser más resistente. «Vagina mía por favor contrólate, debes ser fuerte, no caigas tan rápido» pienso. Para ser sincera no sabía que esto sería tan complicado.

—Tati, ¿quieres bailar? —me pregunta, y no puedo evitar notar la perversión en su mirada.

—Claro, Oscar, me encantaría. —respondo, y nos dirigimos a la pista de baile.

La música está animada, y Oscar no duda en tomarme de la mano y atraerme hacia él. Bailamos cerca, sintiendo el calor del cuerpo del otro. Las manos de Oscar exploran mi espalda baja, y no puedo negar que me gusta. Cierro los ojos por un momento, dejándome llevar por la música y la sensualidad del momento.

Me volteo quedando de espaldas a él. Pego mi trasero en su abultada entrepierna y bailo con más descaro, muy sensual. Sus grandes manos recorren mi cuerpo, a la vez que su boca está en mi cuello y siento si respiración pesada. Estamos bailando de una manera que no es apta para todo público. Creo que, si no hubiera personas alrededor, me quitaría el vestido y dejaría que me cogiera duro.

—Qué sensual te mueves, muñeca. —susurra.

Su voz ronca y sensual me calienta más de lo que ya estoy. Volteo para verlo y me asusto un poco por su rostro. Está serio y me da una mirada llena de perversión y lujuria. No digo nada y sigo moviéndome. Acaricio su anatomía y luego lo abrazo, quedando nuestros rostros a centímetros de rozarse. Llevo mi mano a su trasero y lo aprieto. Él abre los ojos más de lo normal ante lo que hago.

—Me gusta tu trasero, guapo. —susurro en su oído.

Al mirarlo él me sonrie. Me volteo, volviendo a bailarle de espaldas. No sé cómo fui capaz de hacer eso. Creo que los tragos y la lujuria en mi cuerpo me están haciendo cometer cosas impuras. Pero no me arrepiento; sentir esas dos nalgas se sintió excitante.

Él me aprieta más a su cuerpo y roza con fuerza su miembro duro en mi trasero. Por cómo se siente, es grande. No puedo evitar morderme el labio, solo de imaginármelo desnudo. Ambos nos rozamos de manera descarada, lo que me hace olvidar por un momento que estamos en la pista de baile y que seguramente nos están viendo.

Reacciono ante lo que estamos haciendo y dejo de bailar. Vuelvo a verlo; sus ojos se han oscurecido y su respiración agitada indica lo excitado que está, y yo estoy igual. Necesito ir al baño, refrescarme, quitarme esta calentura y pensar. Él me agarra de la cintura, pegándome a él, y sigue restregándose en mí. Acerco mi rostro al suyo y hago el gesto de que lo voy a besar, pero me voy a su oído.

—Necesito ir al baño y me encantaría que me soltaras. —susurro. Mi voz suena más tímida de lo normal. Es que estoy excitada y no puedo evitarlo.

Él hace lo que le pido y, con una sonrisa, me suelta. Guiño un ojo, empezando a alejarme, caminando de manera sensual y provocativa. Al llegar al baño, ventilo mi rostro con la mano. Estoy que ardo, carajo, mi coño palpita descontroladamente. ¿Qué hago? ¿Regreso a él y me lo devoro o solo nos ponemos a hablar? Estoy en una encrucijada. Mi lado normal que de normal no tiene nada, dice que no haga nada, pero mi lado pervertido me dice que sí, que le dé con todo, lo devore, y deje que toda su verga se introduzca en mi coño, que palpita por su maldita culpa.

Bailar de esa manera me ha calentado mucho más. Me miro al espejo y mi mejilla se ha sonrojado. Pero casi me da algo al verlo parado detrás de mí, cerca de la puerta.

—No lo pienses, muñeca, ambos queremos lo mismo. —expresa con una sonrisa perversa.

Coloca el seguro a la puerta y se empieza acercar a mí. Su caminar es tan sensual y él sabe que lo es, porque lo luce de maravilla. Mis ojos no se apartan de él, tampoco me muevo. Cuando se pega a mí y siento su duro miembro, no puedo evitar gemir. Me rodea con sus brazo que empieza a recorrer mis pechos y mueve su cadera rozándose en mi trasero. Todo en mí tiembla. Su boca besa mi cuello, a la vez que aprieta mis pechos y pellizca mis pezones que ya están duros.

—No deberías estar aquí, es el baño de mujeres. —mi voz apenas es audible. Lo que me provoca este idiota es maravilloso.

—Lo sé, pero tengo ganas de cogerte duro, claro, si me lo permites. —susurra a mi oído. —Aunque creo que tú también lo deseas, mira cómo tiemblas. Muñeca. Además, me calentaste con tu baile. ¿No ves lo duro que estoy? —dice sin dejar de recorrer mi cuello con su boca.

Vaya, nos salió bien educado, porque pide permiso. Pero me encanta que sea así, así no soy yo la que se vea necesitada. Porque no lo niego, me siento así; tengo unas semanas que no tengo sexo, y cuando lo iba a tener, el bombón de chocolate se tuvo que ir. Sus manos siguen recorriendo mi cuerpo. Todo en mí palpita ante sus caricias y las ganas de besarlo se apoderan de mí.

Me volteo y nuestras miradas se conectan, puedo ver lujuria reflejada en él. Mis ojos se desvían a su boca que me muero por besar. No pierdo tiempo y me lanzo para besarlo, pero él me detiene en el momento que mis labios apenas se rozan con los suyos y me aleja. Lo miro confundida ante lo que acaba de hacer.

—Lo siento, muñeca, pero sin besos. Puedes hacerme lo que quieras, pero nada de besos. —me dice con seriedad.

Eso me deja confundida. ¿Por qué un hombre no quiere que le bese? Eso me decepciona. ¿Cómo voy a tener sexo sin besar? Los besos son una conexión primitiva, donde se siente mucha pasión, y este idiota no quiere besar. Creo que no será tan interesante si es así. Y por más necesitada y caliente que esté, decido que no lo haré. Lo pondré más caliente y lo dejaré así con las ganas; sería una manera de vengarme por haberme metido presa y llamarme loca, aunque se haya disculpado, me la cobraré de todas formas.

No digo nada y al parecer cree que acepté, porque se lanza a mi cuello y empieza a besarme con ansias. Sus manos recorren mi anatomía con mucha sensualidad y de manera posesiva, algo que me enciende más y siento mis bragas más húmedas. Al llegar a mi culo, lo aprieta haciéndome gemir más fuerte, olvidándome de que estamos en el baño y cualquiera puede entrar. En un solo movimiento baja la parte de arriba de mi vestido y se apodera de mis pezones, comenzando a succionar y morder con mucha agilidad.

Me olvido de todo y gimo con desesperación; soy algo sensible cuando devoran mis pezones, se siente tan bien. Mi mente se nubla ante tanto placer, dejo que haga lo que quiera.

Con una agilidad impresionante, me sube en el lavabo, que no me da tiempo a reaccionar para evitar lo que sea que vaya a hacerme. Cuando me quita las bragas y me abre las piernas, intento alejarlo, pero al sentir la primera lamida en mis labios, no me puedo resistir; ese acto hace estremecer todo mi cuerpo.

—Maldición, sabes deliciosa, estás tan rica y húmeda. Me encanta. —su voz sale ronca.

Su lengua es ágil, Dios, se mueve con intensidad, pero a la vez se siente suave; es todo un experto haciendo sexo oral. Me encanta porque él se toma su tiempo lamiendo y succionando mis labios sin llegar al clítoris, aunque me desespera. Muevo mis caderas al compás de sus lamidas, sin dejar de gemir.

—¡Oh! ¡qué rico lo haces! —exclamo agarrando su cabeza, presionándola más a mi coño.

Este idiota está a poco de hacerme llegar a un orgasmo increíble; siento que me llevará a ver las estrellas. Cuando empieza a succionarme el clítoris y le da una pequeña mordida, no resisto y estallo en un intenso y maravilloso orgasmo, provocando que tire un grito de placer, mis piernas tiemblan con intensidad, y que estas se cierren aprisionando su cabeza en mi vagina que chorrea.

Mi respiración está agitada junto a mi corazón, mientras que él no deja de saborear todo de mí. Mierda, no puedo negar que lo hizo maravillosamente; creo que ha sido el mejor sexo oral de toda mi vida, pero cuando me propongo algo, lo cumplo y este se quedará con las ganas.

«Perdón rubio, pero ese ego tiene que bajar» pienso.

Cuando ya mi cuerpo se ha calmado y los estragos del orgasmo se han ido de mi cabeza, me bajo del lavabo con las piernas aún temblorosas. Él me mira con intensidad mientras se está masturbando. Carajo, tiene una verga enorme, bastante apetitosa. No, tengo que resistir por más tentadora que se vea. Dios, ¿por qué me pones estas tentaciones? ¿No podías hacerlo de pene pequeño? Es hermosa, tiene el glande gordo y rosadito, el tronco con venas sobresalientes, que lo único que provoca es darle una buena mamada.

Me muerdo el labio tratando de controlar las ganas, resistir para no lanzarme hacia el, pero estoy decidida, lo dejaré así, duro y deseoso. Antes de que me arrepienta y caiga ante esa hermosa verga, localizo mi braga, me arreglo el vestido, acción que lo hace mirarme confundido, y antes de que él reaccione y diga algo, salgo corriendo del baño.

Mientras avanzo sin mirar a nadie, mi corazón late muy rápido. Al llegar al carro, entro y me empiezo a reír como una desquiciada, aun sin poder creer que haya dejado al que podría haberme dado una buena acogida.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro