Capítulo 4: Amo a mi hermana (Parte 2)
Previamente:
-No termino de entender, pero me alegra tener de vuelta ¡Al Kirito-chi que conozco!-Contestó sonriendo, muy alegre.
La respuesta a tanto sufrimiento, a pesar de no ser la esperada, era la mejor para Kirito. Él era una persona que siempre se había guiado por su instinto, y por lo que él creía correcto. Así algunas veces esto lo llevara a ser terco o demasiado confiado, pero siempre se guió y se dejaba llevar por aquellas cosas que él pensaba, creía, y sentía.
Si su corazón se acelera, sus mejillas se enrojecen y su mente solo piensa en Alice, él estaba convencido de qué era lo que quería y qué era lo que haría. Está seguro que está enamorado de su hermana mayor.
Después de todo, el amor es dolor o felicidad, dependiendo de lo que nosotros mismos queramos hacer con él. ¿Qué hará Kirito? Esa pregunta se contestará pronto.
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Pasaron los días desde que tuvo esa salida con Yuuki. El fin de semana había acabado y ya era momento de volver a clases.
Durante el resto del fin de semana, jamás le comentó a su mamá lo sucedido con Alice y su abuelo, mucho menos que lo habían expulsado de la escuela, porque eso sin dudas, aparte de meterlo en problemas con ella, también dañaría lo que planeaba hacer en la escuela.
Después de todo ese día animado que tuvo, logró darse cuenta de que no ha estado loco, sino que estaba enamorado de su hermanastra, cosa que cuando lo piensa suena de locos.
Pero no comparten algún tipo de lazo sanguíneo, solo tienen una conexión moral e indirectamente paternal y de hermandad, todo esto por el matrimonio legal de su papá y de su mamá.
Sobre los papeles son hermanos y por lo menos, por ahora, él la ve a ella de igual forma. Es cierto, está convencido de que inevitablemente se enamoró, y ni siquiera entiende cómo algo así llegó a pasar.
Durante la noche del día previo a ir a la escuela, se le hizo complicado dormir, ella estaba en su mente y no daba indicios de desaparecer jamás.
Antes eso era parecido a una tortura psicológica. El no poder dormir por tenerla a ella en todo momento en su cabeza, era algo angustiante, y el no saber por qué no podía dejar de pensarla y por qué se sentía tan extraño, era frustrante.
Ahora que sabe que está enamorado de Alice, el contexto es diferente y la cosa cambia. Lo que antes era una tortura ahora es más extraño, ya que no es muy normal que esté enamorado de su hermanastra y mucho menos de alguien como ella, que prácticamente representa lo opuesto a él.
Es cierto que desde siempre le llegó a parecer muy linda físicamente, pero su personalidad dejaba qué desear.
-¿Será... que siempre me gustó su forma de ser?- Pensó acostado en la, colchoneta viendo al techo -Tal vez la personalidad de Alice no era el problema, sino que más bien nunca llegaron a intentar conocerse correctamente. Todo por una primera mala impresión...-
Siempre se dejó llevar por la personalidad fría de ella, sin siquiera tratar de fijarse por qué le parecía mal. A la hora de la verdad, puede resultar que no es que le desagrade como es, sino que, por el contrario, le gustaba.
-Esto es tan confuso. Lo peor es que no puedo hablar de esto con nadie más que con Yuuki- Dijo algo angustiado.
La confusión es estresante, pero dependerá de sí mismo para más temprano que tarde, llegar a la conclusión de sus incógnitas.
Cuando voltea hacia un costado y no la ve allí, se sigue sintiendo vacío por dentro, como si algo faltara, y ese "Algo", era obvio, quería verla allí durmiendo tan tierna a su lado.
-Mañana le demostraré al señor Schuberg que no podrá deshacerse de mí tan fácil- Luego de lo que dijo, cerró los ojos, y se dispuso a dormir.
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Al otro día, a Kirito le dio completamente igual que el director de manera no oficial; lo hubiera expulsado de la escuela.
Ahí viene el detalle, es una expulsión no oficial, Kirito sigue siendo estudiante de esa escuela, y como Bercouli dijo que él mismo se encargaría del papeleo para retirarlo, nadie en la escuela, aparte de Alice, lo sabía.
Así que el azabache resolvió por primera vez colocarse todo el uniforme de la escuela, colocándose el saco, la camisa blanca, la corbata roja, los pantalones y zapatos correspondientes, sin añadir o excluir nada, para así camuflarse entre los demás alumnos.
De esta manera el director no podrá reconocerlo fácilmente, al tener una apariencia física rotundamente normal, como lo son su cabello negro al igual que sus ojos, no es como que fuera a resaltar entre los demás alumnos.
La idea era sencilla y poco planeada, lo único que Kirito iba a hacer era ir con el director para poder hablar sobre Alice, decirle acerca de los sentimientos y condición emocional de la que para él sigue siendo su hermana.
-Me la estoy jugando, según su reacción y criterio podría obtener algo muy bueno, o por el contrario, todo acabaría aquí- Pensó mientras entraba a la escuela.
Estaba lógicamente nervioso, temía que alguien pudiera reconocer que él no debería estar ahí, o que Bercouli pudiera verlo, incluso tenía miedo de ver a Alice, pero no tenía intenciones de detenerse hasta llegar al final, y si eso significaba el fin de su corta relación de hermanos, no tendría de otra que aceptarlo.
Este día, Kirito y Yuuki se vieron menos de lo usual, ya que sus clases serían diferentes y sus horarios de estudio chocaban entre sí. Solo pudieron verse en los tiempos de receso, y una que otra vez que cruzaban camino por los pasillos de la escuela.
Durante todo el día solo pudo ver a Alice de lejos, pero nunca se acercó a ella, por temor a que algo inoportuno pudiera pasar. Por otro lado, la rubia nunca notó su presencia, para su suerte.
El pelinegro también se había fijado que el director Bercouli estaba presente, así que esperaría el momento oportuno para poder ir a hablar con él.
Durante todo el día, el director jamás logró darse cuenta que Kazuto estaba presente en su escuela. Él con la vista buscaba un muchacho que fuera vestido diferente al resto, pero nunca llegó a verlo.
En la hora de receso, estuvo vigilando cada lugar de la escuela a ver si se encontraba con él, acompañado de su secretaria, Quinella, pero jamás lo vieron.
Todo debido a que Kirito, con ayuda de Yuuki, buscaba estar en lugares donde no estuvieran presentes, para así mantenerse escondido hasta el final del día.
-Señor Bercouli, ¿no cree que está exagerando? Llevamos toda la mañana en esto- Dijo Quinella fastidiada.
-Para nada, señorita Quinella. Quiero asegurarme que él no está por aquí- Respondió seriamente.
Estuvieron caminando por la cafetería de la escuela, por ahí no vieron nada sospechoso, ni mucho menos a Kirito. En un momento llegaron a caminar frente a Yuuki, quien les saludó amablemente.
-Buenos días, director Schuberg y Quinella-sensei- Dijo la ojirojos, con una sonrisa encantadora.
-Buenos días, señorita- Respondió Bercouli antipático, siguiendo su camino.
-Buenos días, Yuuki. Que tengas un buen día, querida- Contestó Quinella, sonriendo de forma simpática.
Ella vio cómo el director y la secretaria se fueron, manteniendo su linda sonrisa en todo momento. Luego de eso, soltó pequeñas risas al oír una voz venir del basurero que estaba a su lado.
-¿¡De que te ríes, Yuuki?! ¿Y no tenías un peor escondite en mente?- Dijo Kirito molesto, en voz baja.
-Era el basurero o que el director te sacara de la escuela de una patada. Soy tu mejor amiga, no una maga- Respondió sonriendo -Pero mejor vamos al baño, hueles a desperdicios de una semana-
-¿Por qué será?- Replicó enojado, sarcásticamente.
Mientras Yuuki se tapaba la nariz con sus dedos, dejando salir pequeñas risas, Kirito salió con cuidado del contenedor de basura, para así irse los dos lo más rápido posible a los baños, a quitarse el mal olor.
Varios alumnos se quedaban viendo raro a Kazuto, y no era para menos, olía realmente mal, pero cuando llegaron a los baños el problema fue otro. Es que el director Bercouli se acercaba a paso apresurado al tocador de varones, mientras que con la mano se tapaba la boca, sintiendo náuseas y ganas de vomitar. Kirito no se había fijado en que él venía, y Yuuki no tuvo mejor reacción que meterlo al baño de las chicas.
-¡¿Qué rayos, Yuuki!? ¿Y ahora qué te pasa?- Dijo molesto.
-Me lo agradecerás después. Te ibas a conseguir una sorpresa en el baño, y no me refiero en el inodoro- Contestó sonriendo con nervios.
-Me siento sucio aquí dentro...- Se quejó el azabache, mientras miraba sus alrededores, sintiéndose incómodo.
-De por sí ya estás sucio, así que la cosa no cambia- Rio la ojirojos.
Harían a lo que vinieron en primer lugar. Usar los productos del baño para asearse en corto y rápido.
El detalle viene en que al estar en el baño de las chicas, los productos son lógicamente para chicas, y no sería muy bien visto que Kirito de repente de oler a basura, esté oliendo a fresas o cerezas, ya que sería muy obvio para todos cómo obtuvo esa fragancia, además él tampoco quería oler así
-Fresa, cereza, vainilla... Yuuki, todo es para chicas...- Dijo Kirito, mirando incrédulo.
-Estás en el baño de las mujeres, ¿qué esperabas? Ahora quítate ese olor para irnos rápido, alguien podría entrar-
-Pero yo no quiero oler así, sería muy raro- Replicó indignado.
-¡Ay! ¡No tenemos tiempo!- Respondió Yuuki, poniéndose nerviosa y perdiendo la paciencia.
Lo que ella haría sería tomar cualquier loción y echarle un poco encima a Kirito, pero el azabache seguía negándose a eso, así que empezó a forcejear con Yuuki para evitar que lo hiciera, y tratar de quitarle el frasco, lo que daría lugar a que ambos resbalaran y cayeran, Kazuto en el suelo de espaldas, y ella sobre él.
Ambos quedaron viéndose a los ojos luego del incidente, apenados mientras sentían sus mejillas colorarse por la vergüenza.
El problema es que justo cuando la pelimorado estaba encima de su amigo, de una forma comprometedora, alguien abrió la puerta del baño, y como cereza del pastel, ese "Alguien", era justamente la secretaria Quinella, quien al ver tal escena cerró la puerta rápidamente. No se le veía nada feliz, había perdido por completo esa característica sonrisa placentera y soberbia.
-Explicación rápida... Ahora- Exigió la secretaria, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos.
Tanto Yuuki como Kirito se asustaron, se separaron velozmente uno del otro, mientras procesaban cómo explicar la situación.
-¡Fue un accidente! No es lo que usted cree, Quinella-sensei. Solo resbalamos y caímos uno encima del otro- Respondió el ojinegro, nervioso. Cuando la secretaria no sonreía; daba miedo.
-Imagino que sabes que el director lleva todo el día asegurándose que no estés aquí, ¿verdad?- Preguntó aún molesta.
-Pues no está haciendo un buen trabajo- Respondió Yuuki con una burlona sonrisa.
Pero dejó de sonreír cuando Quinella le clavó esa mirada asesina, que la hizo sentir como si estuviera en la mira de un águila y ella fuera un gusano.
-Sí, ya lo sé, Quinella-sensei. Por eso estoy aquí, escondiéndome-
-Por favor no nos delate- Rogó Yuuki de rodillas.
-¿Y qué es lo que hará, joven Schuberg?-
-Solo necesito hablar con él en privado. Eso es todo- Respondió angustiado.
Quinella se quedó callada un rato, pensando su respuesta. Ella claramente sabía de la expulsión de Kirito, y tendría que elegir entre obedecer a su jefe o ayudar a un pobre alumno, pero por algo ella es conocida por tener una muy buena relación con todos los alumnos de la academia.
-Muy bien, joven Schuberg. Le ayudaré para que el director no lo encuentre, al final del día en su oficina podrán hablar a solas con él, ¿le parece bien?- Dijo Quinella con una pequeña sonrisa.
-¡Sí! Muchas gracias, sensei- Respondió Kirito sonriente.
Luego de eso, la señora se fue del baño, se encontró con Bercouli afuera y los dos siguieron su camino, para seguir inspeccionando la escuela.
Por otro lado, la ojirojos aprovecharía la distracción y le echaría el perfume de fresas encima a su amigo, logrando opacar su olor a basura.
Kirito gruñó, pero ya no había nada que hacer. Salieron los dos del baño antes de que alguien más entrara, siendo el pelinegro mal visto por salir del baño de las chicas, y Yuuki también al estar con un chico en el baño.
(...)
Durante el resto del día, Quinella logró asegurarse de que el director no pudiera dar con la ubicación de Kazuto, tanto así que el hombre ya había dado por hecho que ese chico no había asistido.
En la hora de salida, el señor Schuberg estaba en el jardín de la entrada, donde los demás alumnos se reunían a esperar que sus representantes vinieran por ellos. Él con la vista buscaba al pelinegro, sin éxito de poder encontrarlo.
-Parece que no está por aquí...- Después de decir eso, el director Bercouli sintió un leve aturdimiento dentro sí.
El caballero peliazul se llevó su mano izquierda a la cabeza, mientras cerraba los ojos, sintiendo como su sien empezaba a doler, también comenzaría a sudar innecesariamente, ya que en el jardín de la escuela no hace tanto calor.
-Señor Bercouli, ¿se encuentra bien?- Preguntó la secretaria Quinella viendo con extrañeza a su jefe.
-S~Sí, sí, estoy bien, no es nada. Estaré en mi oficina, señorita- Respondió con un tono de voz cansino.
El señor sentía cómo el dolor de cabeza se iba, pero en cambio, sentía como su estómago se revolvía y empezaba a tener náuseas. Estaba sintiendo ligeras ganas de vomitar, así que se iría de ese lugar directo al baño que había en su oficina, para hacer uso de él.
Por otro lado, Kirito apenas iba saliendo de su salón, inmediatamente fijó camino hacia la oficina de Bercouli, ya que el pelinegro no podría estar tranquilo hasta hablar seriamente de Alice, justamente con el encargado de cuidarla.
Él mismo se preguntaba, si su abuelo sabía cosas como que en la noche Alice a veces lloraba llamando a su padre, si alguna vez siquiera había tenido en cuenta que ella casi siempre tenía una mirada fría y dolida, o si incluso ignora estos hechos y simplemente le dice qué hacer a su nieta. Pero Kirito de ninguna manera estaría tranquilo hasta tener una respuesta.
-¡No me importa lo que diga la gente! ¡No me importa la clase social!- Pensaba decidido y convencido -No voy a parar hasta que sepa lo que siento...-
Caminaba por el pasillo que daba hacia la oficina del director. Una vez estuvo parado frente a la puerta, dio un largo suspiro, trató de mantenerse en calma y no dejar que el miedo o nervios se apoderaran de él.
-No voy a estar escondido por más tiempo...- Pensó antes de abrir la puerta.
Una vez se sintió listo para las reacciones y consecuencias de sus actos, abrió la puerta esperando lo mejor y arriesgándose a lo peor.
-¡Siento molestarle director!- Dijo Kirito abriendo la puerta de golpe, y hablando en un tono alto y claro.
Lo normal fue que el director efectivamente estaba ahí, la sorpresa era que el hombre estaba tirado en el piso, boca abajo. El detalle es que se encontraba completamente inconsciente, parecía no estar respirando, cosa que con solo verlo alarmó a Kirito, sintiendo cómo su mente quedaba en blanco al igual que él.
-¡¡Señor Bercouli...!!-
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Horas después de lo sucedido, el señor Bercouli Schuberg ya había llegado al hospital, había sido atendido por los médicos del lugar, que lograron confirmar que el anciano sufrió un ataque de miocardio, o sea, empezó a tener problemas de cardio hasta que se desmayó cuando su corazón casi se detuvo.
Estuvo en peligro de muerte al momento que se desmayó, pero una vez logró volver a estar consciente, estaba fuera de peligro, lo único es que estaría demasiado débil y teniendo en cuenta que es un hombre mayor, el efecto es más fuerte.
-¡¡Abuelo!!- Exclamó Alice, entrando a la habitación de hospital.
Ella entró hablando en voz alta, estando nerviosa y preocupada de la condición de su abuelo. Al ingresar, una enfermera le pidió que hiciera silencio, ya que el paciente estaba dormido, tratando de recuperar energías después de casi morir.
-¡Ah! ¿Eres la nieta?- Preguntó la enfermera sonriendo.
-¿Uhm? Sí, así es- Respondió mansa.
-Gracias a Dios. Verás, estuvo aquí un chico de tu escuela de pelo oscuro. Él manejó realmente bien las cosas, llamó inmediatamente a la ambulancia e informó de la situación. Parecía que fuera la cosa más importante del mundo para él-
Kirito al momento de ver al director tirado en el piso, su primera reacción fue sacar su celular para llamar a una ambulancia, ir a buscar al profesor más cercano, así como también a la señorita Quinella, para pedirle ayuda con el asunto.
Una vez la ambulancia se llevó al peliazul, el mismo Kazuto a pie se fue corriendo hacia el hospital, llegando sudado, cansado y casi que se desmayaba él de tanto correr, pero tenía que asegurarse que su abuelo, por más que el señor Schuberg lo quiera o no, estaba bien y que seguía vivo.
-Nos dijo que nos comunicáramos con la nieta del paciente. Fue muy insistente con ello, así que nos alegra que estés aquí- Dijo la enfermera sonriendo.
Por los pasillos del hospital, estaba el ojinegro acostado en las bancas, durante este tiempo se quedó dormido de tanto esperar, hasta que por un estornudo proveniente de él, se despertó.
-Upss, me he dormido. Ya se hizo de noche- Dijo somnoliento, viendo a las afueras del hospital.
Kirito se levantó y se fue caminando hacia la habitación de su abuelo, se encontraba algo cansado, ya que dormir en esa banca fue incómodo; le había venido mal. En su cara se notaba que estaba agotado, pero aún no quería irse hasta asegurarse que todo iba a estar bien.
-Abuelo, ¿estás despierto ya?- Kirito entró a la habitación, pasándose las manos por los ojos.
Al pasar, vio a Alice a un lado de la cama de su abuelo, viéndolo fijamente con la mirada un poco decaída. Se sentía mal por su estado, siendo una de las pocas personas que siempre estuvieron con ella desde niña, cosa que el pelinegro notó y estaba por irse para dejarlos a solas.
-Perdóname. Ya me voy- Dijo Kirito apenado.
-Espera. Ven conmigo...- Pidió Alice, hablando mansa.
Los dos salieron de la habitación, subieron hasta la azotea del hospital para estar a solas, y hablar en privado. Él estaba con la espalda recostada sobre el barandal, estando un poquito ruborizado, mientras que su hermana tenía su vista hacia la ciudad, sin verse a la cara ninguno de los dos.
-Rayos... No puedo mirarla a la cara...- Pensó avergonzado.
-Gracias por ayudar al abuelo...- Dijo Alice, destruyendo el silencio e incomodidad entre ellos.
-Es lo que había que hacer. Cualquiera hubiera hecho lo mismo-
-Cierto. Tienes razón...-
Hablar entre los dos estaba siendo complicado, principalmente ya que nunca habían sostenido una conversación larga, siempre se decían las cosas de golpe y se iban dejando al otro atrás. Teniendo en cuenta todo lo que han pasado anteriormente, la incomodidad solo era más grande, estando ambos callados sin saber cómo decir lo que querían.
-¡Yo tengo algo que decir!- Pensaba Kirito ansioso -Estoy seguro de que cuando la mire a los ojos me pondré nervioso y no seré capaz de hablar... ¡Pero decidí no esconderme más!-
-Mi nombre... Mi nombre es Alice...- Dijo ella volviendo a romper el hielo -Creo que nunca me he presentado como es debido, ni te he dicho mi nombre desde que nos conocimos. Estamos en el mismo grado, así que llamarte "Nii-san", o algo por el estilo está fuera de lugar. Si pudiéramos llamarnos por los nombres, simplemente estaría bien-
La ojiazul se estaba empezando a poner nerviosa, ni siquiera ella misma entendía por qué, pero por alguna razón estar en presencia de Kirito la hacía sentir extraña, le costaba concentrarse, aunque trataba de ignorar todo eso.
-Es~Esto es lo que significa ser familia, ¿no?- Dijo Alice volteando a verlo, dejando ver sus mejillas ligeramente sonrojadas.
-Está avanzando... por su cuenta...- Pensó el azabache, sorprendido, viendo a su hermana ruborizada.
-Y... ¿Podrías decirle a mamá que no se preocupe por mí? Dile que estoy bien-
-¡Está bien!- Contestó Kirito sonriendo -Bueno. Entonces mejor me voy a casa ya. Vendré mañana a ver cómo está el abuelo. ¡Buenas Noches, Alice!-
Se despidió de Alice y se fue del lugar sonriendo alegremente. Estaba tan contento de ver que ella ya era capaz de expresarse un poco por sí misma, tanto así que sacó su celular para llamar a su mamá y contarle la noticia, así también alegrarla.
Por otro lado, cuando Kirito se fue, la pelidorado se llevó la mano al pecho, específicamente a la zona del corazón, sintiendo cómo este latía más rápido y dentro de ella sentía un calor extraño, hechos que quedaron en su cabeza por un rato.
-¡Kazuto! ¿Dónde estás?- Preguntó Midori nerviosa por teléfono.
-¡Lo siento, mamá! ¡Voy ya de camino a casa! Pero Alice me ha dicho algo importante- Decía Kirito sonriendo feliz.
-¿Y qué te dijo? ¿Se encuentra bien?- Dijo preocupada.
-Me dijo qué somos familia. ¡Y que no tienes que preocuparte, mamá! Nosotros dos vamos a ser como hermanos también- Respondía bastante alegre.
Midori, por el otro lado, se había alegrado de escuchar esas palabras, le animaba saber que su hija la seguía viendo como su madre y que ella se encontraba bien. Aunque, ella no fue la única que escuchó eso, sino el propio Kirito, escuchó sus mismas palabras que salieron de su boca.
-Hermanos...- Susurró pensativo.
-¿Hm? ¿Kazuto?- Dijo su madre confundida.
Ahora había un detalle que, a primera vista, Kirito no había caído en cuenta. ¿En realidad quería ser el hermano de Alice? No se sentía mal con ello y le alegraba bastante, pero no estaba seguro de que eso era lo que él realmente deseaba. Sabía que estaba enamorado de ella; de su hermanastra.
Si ella lo mira como un hermano y nada más, no sería del todo el resultado que más quisiera. Él quería a su hermana, pero también la deseaba mucho más que eso. Allí, se crea un dilema.
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Continuará.
Publicado: 31 de agosto, 2021.
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