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Capítulo 4: Amo a mi hermana

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-Por la noche... entro en una confusión y siento como si este sentimiento me quemara por dentro- Pensó Kirito, sintiendo algo de frustración en el pecho -¡Doy asco!-

Sus ojos se humedecieron un poco, se recostó en su colchoneta con la espalda plana, viendo al techo, teniendo en todo momento las sábanas de Alice abrazadas hacia su cuerpo. Cuando esperaba vivir algo fuera de lo común una vez se mudaran, jamás pensó en algo como esto, y por ahora, esta aventura para nada le estaba gustando.

-Ojalá jamás nos hubiéramos mudado...- Dijo cerrando los ojos, para poder dormir.

Después de todo, enamorarse por primera vez puede llegar a hacer que te sientas increíble, fantasioso y feliz, así como también puede ser una tortura psicológica y de las peores que hay. Pero sin dudas, es una experiencia inolvidable.

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Al paso de unos cuantos días, Kirito había quedado con Yuuki para poder dar un paseo por la ciudad. La idea era ir a distintos lugares y ver qué cosas podrían hacer, ya que la pelimorado últimamente nota a su amigo más triste de lo usual. La primera vez se le veía angustiado, pero ahora se le ve más pesimista y desanimado que nunca.

-Quedamos enfrente de la estación mañana a las nueve. ¡No llegues tarde, Kirito-chi!- Recordó las palabras de Yuuki, hablando con emoción para tratar de animarlo.

Kirito ya había llegado unos cuantos minutos antes de lo planeado. Como su amiga aún no llegaba, decidió esperar ahí parado a que pasara el tiempo, o esa era la idea, ya que vio algo que llamó toda su atención.

Alice, ella justo estaba caminando por esa zona de la ciudad, pero nunca se fijó en él, ni se dio cuenta que estaba por ahí. En cambio, el azabache sí la vio y sintió una pequeña necesidad de ir tras ella, al verla seguir su camino. Eso fue lo que hizo, Kirito se giró y sin más, decidió caminar detrás de su hermanastra.

Estuvo caminando unos pocos minutos atrás de Alice, manteniendo su distancia para no ser detectado, al mismo tiempo trataba de descifrar hacia dónde se dirigía, aunque se dio cuenta de algo que técnicamente era verdad...

-¡¿La estoy acosando?!- Pensó Kirito, en blanco, decepcionado de sí mismo -¿¡Qué estoy haciendo?!-

Luego de caminar un poco más, Alice terminó llegando a la mansión en la que vivía ella con su abuelo. Era como se esperaba, una casa bastante grande, de más de un piso, varias ventanas y muros altos.

-¡Es... Es enorme!- Kirito boquiabierto y asombrado, veía la gran casa donde vivía su hermana.

Se dio cuenta de que habló en un tono algo alto, así que inmediatamente se escondió del otro lado de la esquina donde se encontraba, recargando su espalda en el muro y nervioso de que ella hubiera llegado a escucharlo.

-¿Hasta cuándo pretendes seguirme?- Preguntó Alice mirando fijamente a la esquina.

-¡¿Ya sabía que la estaba siguiendo?!- Pensó sorprendido.

Kirito estando nervioso, planeaba irse una vez salió de su escondite, pero primero pretendía disculparse. Lo raro es que pasó otra cosa totalmente diferente...

-Alice, yo...- Lo interrumpen.

-Si quieres entrar, solo ven conmigo- Ofreció suavizando la mirada.

-¡¿Eeh!- Reaccionó sorprendido -B~Bueno, está bien. ¡Pero no creas que vengo porque eres nieta de alguien rico!- Respondió con firmeza.

Ella desvió la mirada, y junto con Kirito entraron a la casa del señor Schuberg. De por sí, la propuesta de Alice es extraña, mejor dicho, toda ella es algo extraña. A veces lo trata con hostilidad y otras veces es más o menos amable, cosa que confundía al pelinegro. 

No sabía si su hermana lo odiaba o le tenía así sea el más mínimo de los afectos. Por otro lado, cuando él entró, quedó impresionado viendo la parte interior de la casa.

Un jardín increíblemente grande y muy bien cuidado, el pasto cortado y regado, distintos tipos de flores de diversos colores, algunas rosadas, otras azules y otras más de color naranja. Un poco a lo lejos se podía ver una terraza bastante bonita, la casa en el jardín se veía mucho más grande que afuera, puertas de vidrio, sillas de madera y demás cosas.

Algo que le llamó la atención a Kirito, es que un poco a lo lejos, se podía ver lo que parecía ser un columpio para un niño. Entonces a la cabeza del azabache vinieron imágenes de Alice, de niña columpiándose en él, obviamente usando su imaginación, ya que nunca ha visto algo así. 

Pensamientos tiernos y adorables, que hicieron que el pelinegro, por un momento, se fuera de la realidad.

-Oye, no te quedes ahí parado. Ven detrás de mí-

-¡Ah! S~Sí. Muy bien...- Respondió bajando su cabeza de las nubes.

Dentro de la casa también había cosas llamativas. Se notaba mucho que era la casa de una persona rica, pero eso no es lo que nos importa acá, sino lo que pasa con ellos dos...

-S~Siento la intrusión- Dijo Kirito nervioso, viendo lo enorme que es la casa por dentro.

-El abuelo es realmente rico, ¿no?-

-Ya te lo dije, no vine por eso. Estoy aquí por otra cosa- Contestó frunciendo el ceño.

Después de subir al segundo piso, Kirito y Alice fueron directo hacia la habitación de la última mencionada. Era bastante simple, su cama, la cual era lo suficientemente grande como para que durmieran dos personas, su escritorio, su mesa de noche, su armario, una ventana algo grande a la altura del piso, sin ningún otro tipo de decoración o detalle que destacar.

-Entonces haz lo que vayas a hacer y vete a casa- Le pidió seriamente.

-¿De verdad no vas a volver con nosotros?- Preguntó Kirito suavizando el tono de voz.

-Así que sí era sobre eso. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo...? Me fui por...- La interrumpe.

-¿Entonces por qué me miraste así de dolida? Como cuando me besaste, o cuando dije que te estaban utilizando. ¿También miras así al resto de las personas? Una noche, estabas hablando en sueños. Incluso llorabas y llamabas a tu padre- Replicó con angustia.

La ojiazul abrió los ojos muy sorprendida, de que él haya llegado a ver tales cosas. Ella estaba de espaldas al azabache, así que Kirito no podría ver la impresión en su cara, aunque se preguntaba en su cabeza el porqué podría importarle a su hermano algo así.

Nunca han sido siquiera buenos compañeros, ni porque el destino los forzara a ser hermanastros, pero aun así, ella siempre terminaba cruzando su camino con el suyo.

Kirito desea ayudarla, ya que por alguna razón siente que debe hacerlo, y no podrá estar en paz hasta poder intentarlo al menos. 

¿Por qué? Tampoco él lo entiende aún, pero el saber que su hermana está mal y ella vive negándolo, el no saber qué es lo que puede tener, era algo que por alguna razón no le dejaba en paz.

-¡Déjame hacer algo para ayudarte! Quiero romper esas reglas que te oprimen ¡Para que puedas vivir con más libertad! Y si es duro hacerlo por ti misma, yo te ayudaré para que lo logres- Exclamó Kirito con determinación.

-¡Ya cállate!- Dijo Alice alzando el tono de voz.

En otra situación, el ojinegro se hubiera asustado, pero esta vez no, él estaba seguro de lo que venía a hacer. Él quería ser de ayuda, por más que se lleven bien o no, pero no puede hacerlo si ella no se lo permite, y lo intentará hasta que ceda, porque sabe que lo que ocurre alrededor de su hermanastra es demasiado.

Alice por un momento apretó los puños con fuerza, y empezó a respirar con un poco de pesadez, sentía presión dentro de sí y durante unos segundos sintió su corazón acelerarse. 

Inmediatamente después se volteó y empujó a Kirito, poniendo sus dos manos en su pecho, haciendo que el pelinegro cayera de espaldas a su cama.

Luego de eso, Alice se subió a horcajadas encima de él, empezó a halar su camisa para hacer que los botones se quitaran por la fuerza, cosa que consiguió, cada vez más el pecho de Kirito quedaba al descubierto.

-¡Espera! ¡P~Para!- Dijo nervioso forcejeando con ella -¡R~Relájate, Alice...!-

Pero el forcejeo acabó una vez que él se dio cuenta, que ella estaba llorando. Por sus ojos caían unas pocas lágrimas, una de esas gotas fue a parar en su pecho. Ahí él quedó mínimamente boquiabierto y sorprendido.

De repente actuaba fría, otras veces lloraba, en otras ocurrían estas cosas, Alice teniendo acercamientos sexuales a su hermano. Definitivamente, ella no está bien, por eso él desea ser de utilidad.

Estaba tensa y trataba de contener sus pequeños sollozos, temblaba un poco y seguía lagrimeando, cosa que hizo que Kirito se confundiera bastante, pero también que se sintiera muy mal por ella.

-¡Todo va a ir bien!- Exclamó tomando los brazos de su hermana, para echarlos para atrás -¡¡Porque estoy aquí para ti!!-

Kirito tomó los brazos de Alice por sus muñecas, y los llevó hacia el pecho de la rubia, al mismo tiempo juntó su frente con la de ella, por lo que sus rostros estaban bastante cerca. Ambos estaban sonrojados, la ojiazul por un momento dejó de llorar, aunque tenía sus ojos húmedos, mientras observaba fija y mansamente a su hermanastro.

-Alice, ¿qué es todo ese ruido?- Dijo Bercouli abriendo la puerta del cuarto -¿Pasa algo?

Bercouli lógicamente no entró al cuarto de su nieta, pero si echó una pequeña mirada para ver qué es lo que estaba ocurriendo, y alcanzó a ver a Kirito con la camisa desabotonada enseñándole el pecho a su nieta, y a ella sentada a horcajadas sobre las piernas del pelinegro.

Cuando Kirito y Alice escucharon la puerta abrirse, ninguno de los dos tuvo la velocidad para separarse del otro, ya que los dos estaban muy metidos en la escena sentimental y algo brusca que estaban teniendo.

-¡ALICE!- Gritó el señor, sumamente furioso.

La paciencia de todos en este mundo tiene un límite, Bercouli había llegado al suyo. El ver a Kirito mostrándose de esa forma con Alice y ver cómo la tenía tomada de los brazos, fue el colmo para el director de la academia.

Por otro lado, los hermanos Schuberg inmediatamente se separaron, quedando la rubia sentada en su cama, y el ojinegro de pie sumamente nervioso y asustado, abotonando de vuelta su camisa, sintiendo y viendo sus manos temblar.

Bercouli después de gritar tomó un poco de aire, trató de relajarse, no era un hombre que para su edad deba estar gritando, ni mucho menos sintiendo emociones sumamente potentes, como lo es la ira.

-Puedo pasarte la forma en la que vistes. Incluso el espectáculo que hiciste hace unos días en la asamblea. Pero hacer algo tan indecente con mi nieta... Muchacho, ¡a partir de hoy, estás expulsado de la escuela!- Exclamó Bercouli en voz alta.

-¡¿Eh?! Abuelo, ¡por favor, espera!- Kirito se asustó.

-No te preocupes por las formalidades. Personalmente, yo me haré cargo de todo. Por favor, vete a casa. Este no es lugar para alguien como tú-

Dándole la espalda a Kirito, y azotando un poco la puerta al momento de salir, el director Bercouli se marchó molesto de ese lugar, no llegó al punto de golpear a Kirito simplemente porque es un señor mayor, y hacer algo tan bajo no le convendría para nada.

Alice y su hermanastro ni siquiera tuvieron chance de decir una palabra, ya que al momento de que el señor se fue, llegó un guardia de seguridad a la habitación.

-Joven, le voy a tener que pedir por favor que se vaya de aquí. Si se niega, tendré que obligarlo a salir-

-Alice...- Kirito volteó a verla, ella tenía la cabeza abajo mirando al suelo, sin dirigirle la mirada.

Con eso, se convenció de que ya no tenía algo que hacer ahí. Con la mirada baja, al igual que sus ánimos, salió de la habitación de su hermana mayor, sin decir más nada. 

El guardia lo custodió hasta la salida y una vez fuera, se quedó viendo la ventana que llevaba hacia la habitación de su hermana, sintiendo sus ojos humedecerse y su corazón débil, sin nada más que hacer, se fue de allí de vuelta al lugar donde debería estar esperando a Yuuki.

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-¡Kirito-chi! ¿Pero qué te pasó en los ojos?, están rojos- Dijo Yuuki ladeando la cabeza.

-¿Eh? ¿Mis ojos? De seguro debe ser porque me dormí tarde anoche- Mintió. No tenía ganas en ese momento de decirle que estaba por llorar.

-¡Oh! Entiendo. Entonces usa estos lentes, te verás mejor así- Sonrió, para luego darle los anteojos que llevaba con ella.

-Gracias, Yuuki, pero, ¿por qué traes lentes puestos? Jamás te había visto usarlos-

-Creí que me veía linda con ellos, pero veo que tú los necesitas más que yo- Respondió sonriendo.

Kirito los tomó y se los puso sin ningún problema, inmediatamente después de eso, Yuuki le sonrió y dejó salir unas pequeñas risitas, así como también puso su pulgar derecho arriba en muestra de que se veía bien.

A él después de eso se le formó una tenue sonrisa, luego de lo sucedido minutos atrás con Alice y su abuelo, aún tenía bajos los ánimos, pero tal vez despejar su mente y entretenerse un rato sería lo mejor. Nadie era más adecuada para eso que su mejor amiga.

Así que junto con la pelimorado, se aventuró por toda la ciudad a hacer cualquier cosa que se les viniera a la mente.

Así empezaron a pasear por toda la ciudad, caminando de aquí para allá bajo la luz del sol. Entraron a un gran parque, el cual resaltaba bastante a simple vista por sus árboles de cerezo, había cantidades masivas de estos y hacía que el ambiente fuera bastante hermoso, y brillante ante sus ojos.

En este parque había distintos modos de entretenimiento turístico para los chicos, como tenían el día libre, no había ningún tipo de apuro e irían a la mayor cantidad de estos lugares posibles, con la presencia del otro esto sería más entretenido para ambos.

Obviamente, Yuuki no sabía que habían expulsado a su amigo de la escuela, puesto que Kirito aún no se lo dice, tampoco tiene ganas de hacerlo ahora, ya que la idea de esta salida es poder entretenerse y estar alegres un rato, no quería dañar eso.

Caminaron por los distintos senderos del parque, viendo los árboles de cerezo mucho más de cerca. Ella aprovecharía esto para tomar un puñado de estas flores y echárselas en el cabello a Kirito.

-Ja ja... Qué graciosa, Yuuki- Dijo riendo sarcásticamente, mientras se limpiaba la cabeza.

-Aww. Esta va para el álbum- Diría, viendo la foto de Kirito con las flores rosadas en su cabeza.

Ella, inmediatamente después de echarle las flores en la cabeza, le tomó una foto sorprendido. Su cara salía bien y junto con las flores en la cabeza para el gusto de Yuuki, se veía adorable.

-Tienes que borrar eso- Dijo él, apenado viendo la foto.

-Ni porque me pagues borraré la foto, Kirito-chi- Entre risas, respondió.

Kirito gruñó y como venganza hizo lo mismo que le hizo Yuuki, lanzó un puñado de flores de cerezo a su cabello, las cuales al igual que con él, se quedaron en su cabeza, pero ella lejos de molestarse, más bien se alegró.

-Awww, me veo linda con las flores en mi cabello- Sonrió la ojirojos, viendo su cabello con ayuda de su celular.

-Afff... Cielos...- Supiró -Sé que cuando se te mete una idea en la cabeza, no cambias de opinión. Así que mejor sigamos- Dijo un poco molesto.

-¡Oye! No es como que ande preguntando tonterías a cada momento- Replicó, haciéndose la ofendida.

-Yuuki... Un día me llamaste a medianoche, para preguntarme si los pingüinos tienen hombros y codos- Dijo Kirito mirándola incrédulo.

Después de escuchar eso, se rió y siguió su ruta por el sendero, para seguir viendo el parque. Kirito sin más, la siguió.

Una visita bastante entretenida al parque y al zoológico del mismo, pero ya habían estado un buen tiempo ahí. Por más que quedaran mucho más lugares que visitar, decidieron salir de ahí y seguir caminando por la ciudad, a ver qué más podían hacer. Aunque Kirito ya estaba algo exhausto, seguirle el ritmo a Yuuki era complicado, era demasiado anímica y él no era una persona que le gustara estar demasiado tiempo por las calles.

-¿A dónde vamos ahora?- Preguntó la pelimorado, sonriendo y con bastantes ánimos.

-Estoy exhausto. No entiendo cómo Yuuki aún sigue con las mismas energías desde que entramos al parque. Además, fui forzado por mi hermana mayor y expulsado de la escuela. Si no fuera por los lentes, mi cara se vería horrible de seguro... Creo que la cosa no se puede poner peor- Pensó Kirito agotado.

¿Qué pasa contigo hoy, Kirito-chi? ¿No te sientes liberado? ¿Te duelen ya las piernas?- Preguntaba Yuuki jugando con él.

Ella enredó su brazo con el de su amigo y lo acercó a su cuerpo, al mismo tiempo estiraba sus labios como si deseara besarlo. A la vez, Kirito solo desviaba la mirada y sonreía con sus mejillas levemente rojas, ya que él sabe que solo hace esto para fastidiar y ponerlo incómodo, para reírse de las maldades que le hace.

-Bueno... ¿Liberarme? Es más bien como si me hubieran liberado a la fuerza-

-Demasiado enigmático, pero no importa. ¡Vamos por un helado!- Exclamó Yuuki para tomar a Kirito de la mano, y caminar a paso apresurado.

Una vez llegaron a la heladería, cada quien hizo su pedido. La pelimorado ordenó helado de vainilla con chispas de chocolate, y Kirito se quedaría con su simple elección de helado de chocolate. Fueron hacia su mesa, ahí empezarían hablar de cualquier cosa mientras el tiempo pasaba.

El detalle viene en que, a Kirito le volvieron a la cabeza los recuerdos de lo que había pasado con su hermana, esta mañana y los días anteriores a ese. 

Recuerdos que por más que intentara que no, de una u otra manera, llegaban a él. Cosa normal, ya que lo que ha pasado los últimos días no son cosas comunes, es necesario más que una salida anímica y divertida con su mejor amiga para sentirse bien. Se sentía muy ansioso y eso no lo dejaba en paz.

-Kirito-chi, ¿qué te ocurre? ¿Por qué te desanimaste así de repente?- Preguntó Yuuki en un tono suave.

Había dejado los lentes sobre la mesa, tenía la mejilla derecha acostada ahí mismo, allí estaba con la mirada decaída, en parte por estar cansado, también por no poder sentirse tranquilo. Sentía como si hubiera un sentimiento malo en su pecho, que no le deja en paz, y le recuerda lo ocurrido con Alice cada vez que puede.

-Es una historia un poco larga, Yuuki- Respondió soltando un suspiro antes de hablar, en su tono se le escuchaba que algo tenía.

-Tenemos todo el día libre, Kirito-chi, no hay apuros para nada. Así que puedes contarme- Sonrió Yuuki.

Una historia muy larga más tarde...

-¡¿La presidenta del consejo estudiantil es tu hermana ahora?! ¡¿Y te han echado por intentar protegerla?! ¡Qué suerte tan mala!- Diría exclamando, boquiabierta y sorprendida.

-No tengo idea de qué haré ahora- Respondió somnoliento.

-No aguanto al director. ¡Ojalá le dé algo!- Bufó Yuuki, enfadada -¿Qué ha dicho tu madre, Kirito-chi?-

-No se lo he dicho todavía. Ni siquiera sé cómo decírselo-

-Ya veo. De seguro es complicado- Diría con angustia.

-Todo esto lo he hecho por ella... Porque no tenía ni idea de cómo se sentía realmente, se le veía tan herida. Creo que al final le he fallado como hermano- Respondió decaído.

-Bueno, en realidad Kirito-chi, suena como si hubieras hecho lo mejor que has podido. Es muy afortunada de tener un hermano como tú que la cuide tanto. Estoy segura de que se dará cuenta de tus buenos sentimientos hacia ella- Dijo Yuuki con convicción.

-¿Mis sentimientos?... ¿Qué sentimientos quiero que descubra?- Pensó sintiéndose raro.

A su cabeza vinieron todas esas veces que se había sentido extraño, por estar en presencia o pensando en su hermana mayor. Todas esas veces que sin saber por qué, terminaba haciendo cosas que en otros contextos jamás haría, siempre involucraban a su hermana, y cada vez la cosa era más obvia para él.

Cuando sus mejillas se enrojecían, cuando su corazón se aceleraba, cada momento que no podía pensar en otra cosa que no fuera ella, las veces que se sintió frustrado, angustiado, o desanimado por eso, aun así no hayan llegado a llevarse bien jamás. Todas esas incógnitas llevaban a una sola respuesta.

-¿Esto es lo que creo que es...?- Pensó Kirito, llevando su mano hacia donde está su corazón.

Evidentemente, su corazón estaba acelerado y sentía un poco de presión en el pecho. Ese mal sentimiento que le recordaba a su hermanastra, cada momento ahora tenía sentido. Yuuki con solo escuchar su historia con ella, supo entender que había mucho sentimiento allí. Kirito sin saberlo nunca, se había enamorado de Alice.

-Me enamoré de mi hermana...- Pensó, mientras que por sus mejillas ardientes bajaban unas lágrimas.

-Kirito-chi, ¡¿estás bien?!- Preguntó Yuuki nerviosa al verlo llorar -Sabes que puedes contarme cualquier cosa que te preocupe-

Él en realidad sí estaba llorando, pero no se sentía mal, se sentía feliz, estaba sonriendo entre lágrimas. Saber la razón de ese extraño sentimiento que lo llevaba angustiado, entender que era algo tan único y dulce como el amor, era la conclusión más satisfactoria, grata y acertada, que podía haber para él.

-Gracias por darme fuerzas, Yuuki- Dijo sonriendo y limpiando sus lágrimas -Todavía me queda algo por hacer-

Su amiga se sorprendió al ver esa sonrisa confiada en su semblante. Todo eso entre lágrimas y su rubor, pero se sintió bien, ya que se había dado cuenta de que su amigo se encontraba pleno.

-No termino de entender, pero me alegra tener de vuelta ¡Al Kirito-chi que conozco!-Contestó sonriendo, muy alegre.

La respuesta a tanto sufrimiento, a pesar de no ser la esperada, era la mejor para Kirito. Él era una persona que siempre se había guiado por su instinto, y por lo que él creía correcto. Así algunas veces esto lo llevara a ser terco o demasiado confiado, pero siempre se guió y se dejaba llevar por aquellas cosas que él pensaba, creía, y sentía.

Si su corazón se acelera, sus mejillas se enrojecen y su mente solo piensa en Alice, él estaba convencido de qué era lo que quería y qué era lo que haría. Está seguro que está enamorado de su hermana mayor.

Después de todo, el amor es dolor o felicidad, dependiendo de lo que nosotros mismos queramos hacer con él. ¿Qué hará Kirito? Esa pregunta se contestará pronto.

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Continuará.

Publicado: 28 de agosto, 2021.

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