Capítulo 30: No rendirse en el amor
Previamente:
-Alice... lo siento, yo...- Dijo con voz quebradiza.
Recostó su cabeza en el pecho de su novia, y fue incapaz de poder completar su oración, pues empezó a sollozar afligido.
Ella estaba confundida, pero ahora se preocupaba al verlo así. Él no decía nada, simplemente cayó de rodillas frente a ella y empezó llorar en su vientre, abrazándola por la cintura.
Nunca llegó a pensar que la forma en cómo podrían llegar a ser vistos podría llegar afectarle tanto, y cuando se lo pensaba, muchas más ganas de seguir llorando le daban. Podrían superar cualquier obstáculo como vienen haciendo, pero crítica social es algo que puede desanimar mucho a una persona.
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Después de estar sollozando unos segundos en el vientre de Alice, él se levantó de nuevo. La tomó del hombro, pero no le dijo nada, ni le dirigió la mirada. Simplemente cabizbajo, se limpió las lágrimas y se fue hacia su habitación, rodeado por un aura de melancolía.
Eso fue completamente extraño para ella. Estaba sorprendida aún de haberlo visto así, y también notó que consigo traía una pequeña bolsa, pero él la tomó y la escondió entre sus brazos. Sentía que debía buscar decir o hacer algo, pero realmente no tenía palabras para ello, y si él quería estar solo y no hablar por ahora, ella respetaría eso.
La hora de dormir se volvió a sentir incómoda tras bastante tiempo. Alice quería hablar con él, pero Kirito no parecía estar de humor para eso. Le daba la espalda y para cuando la rubia lo notó, él ya dormía pesadamente. No se le veía muy cómodo, pero lo mejor será que descanse por ahora a ver si puede calmarse.
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"¿¡Estás saliendo con un chico, Kirito?!"
"¿O acaso tienes una hermana linda? ¿¡Es en serio?!"
A la mañana siguiente, Kazuto despertó frenéticamente, jadeando conmocionado. Cuando pudo calmarse y concentrarse, se dio cuenta de que ya había amanecido, y solo estaba soñando.
Había tenido una especie de pesadilla, donde era molestado y humillado por todo tipo de siluetas, que le hablaban con las voces de sus "Amigos", resonando por toda su cabeza. Cuando volteó para sus costados, notó que su hermana ya no estaba en la habitación, y también consiguió ver su mochila en el escritorio de Alice.
-Un sueño... Solo un sueño- Pensó decaído.
Se levantó de la cama y se dirigió hacia el escritorio de su hermana, donde pudo ver una nota al lado de su mochila. Al tomarla y leerla decía:
"Los exámenes comienzan hoy. Trata de no llegar tarde esta vez, por favor. Ten cuidado camino aquí".
-Alice.
Buscando dentro de su mochila, sacó la bolsita de regalo donde traía consigo los anillos, pero... Ahora tenía demasiada inseguridad sobre si dárselos o no. Esas palabras y sentirse burlado por sus amigos eran cosas que no salían de él en este momento. Sentirse rebajado y tratado con desdén eran emociones que lo hacían estar muy decaído.
No duda para nada que ama a su hermanastra, pero el pensar que lo tratarían tanto a ella como a él de manera cuestionable o burlesca, eran cosas que le generaban un gran fastidio y desánimos tremendos. Le puede gustar mucho Alice, pero las injurias recibidas alteraban sus sentimientos.
-Me pregunto... ¿por qué habré comprado estos anillos?- Pensó abatido -No es posible darle algo como esto...-
Caminar solo hacia la escuela fue desagradable, pero por lo menos representaría un beneficio en el sentido de que podría calmarse. Aliviar esa pesadez que lleva dentro de sí, y llegar más relajado y no tan deprimido a clases.
Esta vez también decidió usar unos lentes para tapar sus ojos rojos y ojeras. Hundido en sus pensamientos, no sentía las vibraciones de su teléfono en su bolsillo, quien le estaba llamando era Yuuki, pues ya venía bastante tarde para la escuela.
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-¡¡Kirito-chi!! ¡¿Qué sucedió?!- Preguntó desesperada -¿Por qué no contestabas?-
Al llegar a la escuela, llegó igual de decaído como venía desde que salió de casa, aunque por lo menos la humedad de sus ojos ya se había quitado. Del salón salió corriendo la pelimorado a verlo, preocupada y alarmada, pues él tendría la desdicha de haber perdido los primeros exámenes.
-¡¿Fue un resfriado?! ¡¿Te rompieron el corazón?!- Insistió, aún nerviosa -¡Ya pasó el primer período de exámenes!-
-¿Un corazón roto?- Pensaba confundido -¡Ah! Ahora que lo pienso, ¿no dije que estaba enamorado frente a todos?-
A su cabeza le venían los recuerdos de lo que ocurrió con Asuna, durante esos días y el discurso que dio frente a toda la escuela. Momentos en los que dio a entender a todos de que estaba enamorado de una chica de la escuela.
-Gracias, Yuuki, estoy bien y lo siento. Tengo que ir a estudiar para el examen- Respondió apático.
-¡Claro! ¡Claro! Ve y prepárate o lo que sea para el segundo período- Le dijo un poco extrañada.
Para condicionar más las cosas, este día la clase de Kirito y la de Alice compartirían aula durante los exámenes, lo cual simplemente hacía más intranquilas e incómodas las cosas. La ojiazul no dejaba de voltear a ver a su pareja. Lo miraba seria y confundida. Desde anoche viene actuando extraño, y aún no le dice nada. Al igual que con la cita, sabe que algo se trae entre manos, aunque esta vez no parece ser nada bueno.
-Alice, por favor... no me mires así- Pensó afligido y nervioso.
(...)
-Lo siento querido, no puedo hacer nada si te sientes mal. Tendrás una calificación reprobatoria en el examen- Respondió apenada, la señora Quinella -Deberías asegurarte para el extraordinario de las vacaciones de verano, joven Schuberg-
-Muy bien, sensei. Entendido-
Para seguir empeorando las cosas, todo examen que perdió en la mañana quedará reprobado por su inasistencia. Entonces, en parte no solo trabajo para nada, sino que también estudió para nada.
En eso, por los pasillos de la escuela pasan un grupo de chicas y chicos. Ellos se andaban riendo de alguna cosa, y Kirito pasa cruzando caminos con ellos. Por un momento, sus risas cesaron, hasta que después de que el pelinegro les dio la espalda, volvieron a seguir riéndose.
Ese simple acto lo hizo sentir fatalmente incómodo, sintiendo un fuerte golpe de ansiedad social. Sentía que se burlaban de él. Sentía que las personas se reían de él, y su cerebro rápidamente conectaba esto con que se estaban burlando por ser el amante de su hermanastra.
-No... ¿Qué es esto?- Pensó temblando.
Nada que ver realmente, pero ahora estaba bastante paranoico, estando bastante incómodo. Un comportamiento muy maníaco de sentirse rechazado y recriminado, por algo completamente mal visto.
-Se siente como si todos hablaran mal de mí...- Dijo tenso y abrumado -No puedo respirar...-
En su ataque maniático y de pánico salió corriendo, lejos de ese lugar, lejos de las personas para no sentirse así, alejarse de un ambiente que se sentía tóxico hacia él para buscar algo de comodidad.
Realmente había sido un duro golpe psicológico, lo que ocurrió con sus amigos. Ser burlado por estar en una relación con su hermanastra y creer ser visto como si fuese un error, le daba mucha angustia.
-Es inútil... No quiero ver a nadie hoy-
Corriendo hasta la azotea de la escuela, la puerta la abrió estrellándose de una tacleada contra ella, y luego se dejó caer adelante del marco de la puerta. Su cuerpo estuvo plano en el piso y su espalda hacia el cielo, usando sus brazos como almohada y apretando los puños de la impotencia.
En la caída tiró su bolso hacia cualquier lado, y de este salió la caja donde decidió traer los anillos. Realmente no sabía que hacer ahora con ellos, pero ha trabajado bastante en esto que siente que simplemente no puede botarlos así como así.
Estiró su mano, tomó la caja de los anillos y la abrió. Se les quedó viendo un momento, recordando como lo que antes era un gesto de amor y cariño real, por culpa de terceros ahora se sentían como un ademán indigno, tonto e inmaduro.
-Realmente... he admirado el amor desde hace mucho tiempo. Cuando veía a mis amigos hablar sobre él, sentía un poco de envidia de que no pudiera tenerlo- Pensó decaído -A pesar de que actuara como que no me importara, me emocionaba imaginar el día en el que pudiera experimentarlo yo también-
Esos dos amigos que se burlaron, siempre hablaban con él sobre lo genial que se sentía querer a otra persona. Jamás lo hicieron con la intención de ser unos presumidos, sino más bien para hacerle crecer a Kirito un interés por esto.
Aparte de ellos, él no tenía demás amigos, sí algunos compañeros con los que jamás había llegado a tener problemas, pero amigos no. Exceptuando a Hosaka, no se juntaba con ninguna otra chica, a no ser que hubiera una razón externa de por medio, como hacer un trabajo escolar o cosas así.
A pesar de que siempre se mostró indiferente ante el tema, casi siempre fue algo que añoró en secreto, pero simplemente jamás había sentido una verdadera emoción de amor hacia alguien, o viceversa. Por lo mismo, se mostraba indiferente, para no parecer un perdedor, o simplemente alguien patético para las relaciones amorosas.
-Pero, todo lo que obtuve fue esto... Me obsesioné tanto con Alice que incluso me olvidé de mí mismo- Pensaba entristecido.
Obvio todo había sido así antes de Alice, con ella por fin pudo apreciar ese sentimiento de cariño y de amor, pero terminó siendo más de lo que alguna vez pudo haber imaginado. Su añoro por este sentimiento le llevó a obsesionarse demasiado con la persona que lo provocó. A estas alturas no se arrepentía, ni nada por el estilo, pero se preguntaba cuando esto por fin tendría un freno.
-Nunca creí que un amor no correspondido... fuera tan doloroso. ¿Por cuánto tiempo la seguiré amando de esta manera? Tal vez un día Alice sea capaz de verme con los mismos ojos que yo- Dijo decaído -Pero... es demasiado tarde para dejar ir este amor... ¿Qué debería hacer?-
Él sabía cómo es su hermana y sabe lo duro que es amarla. Cuando eso que quieres no puede consolarte por el hate de la sociedad hacia tu amor, el camino se vuelve mucho más infernal.
Alejarse de ella y dejar de amarla no eran opciones. Esto se había convertido como escalar una montaña superpeligrosa, al inicio parece imposible y causa muerta total, pero igual hizo el intento y empezó a subir zafando de cada obstáculo que aparecía.
Actualmente, la asfixiante acumulación de todos esos obstáculos pasados y el clima que no ayuda, hace que el camino sea demasiado tormentoso, pero ya ha subido tanto que volver es imposible. Solo le quedaba llegar a la cima o morir en el intento.
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-No quiero molestar más a Yuuki con esto, así que estudiaré aquí- Pensó, ya más calmado.
Una vez pudo sentirse ya más tranquilo y sereno, decidió que debía ir a estudiar. Para no seguir preocupando o fastidiando a su amiga, prefirió ir a la biblioteca de la escuela, y ahí dedicarse a sus horas de estudios.
-Pronto será la hora de salir, pero si voy a la parte de atrás y no me atrapan, podré pasar la noche en la escuela, o algo así...-
Ya Hosaka en el pasado había demostrado que se puede esquivar las revisiones finales del consejo, así que su idea no era tan descabellada.
-¿A~Alice...?- Pensó sorprendido.
El detalle es que en su camino hacia el final de la biblioteca, se consiguió con su hermana en uno de los pasillos. Ella no volteó a verlo, ni nada. Se mantenía leyendo su libro con su típica seriedad, así que él preferiría no decir nada y pasar de ella.
-Alto ahí... Respóndeme una cosa- Dijo la pelidorado -¿Por qué estabas llorando a anoche?-
Él se encogió un poco después de tal pregunta, principalmente porque no sabía que responder ante la pregunta.
-Quizá podría contarle adecuadamente lo que pasó... No lo sé, tampoco quiero hacerla sentir mal por lo que digo...- Pensó dubitativo.
-Ya veo, es algo que no me quieres decir-
-¡No es eso! Es que...-
-No te preocupes, no pasa nada. Yo misma lo averiguaré por mi cuenta- Dijo seria y decidida.
De su bolso, Alice sacó una copia de la libreta de amor de Kirito. La original se volvió inútil, así que decidió ella misma hacer una copia lo más exacta posible. El escrito original del plan para hacerla feliz pudo ser recuperado, ya que una vez la libreta se secó con un poco de esfuerzo, podía ser leída.
Lo único que cambiaron fueron los dibujos, los cuales eran un poco más detallados y más elaborados. Lo que a Kirito llegó a sorprenderle es que los pocos dibujos chibis que había en la portada de ese cuaderno, eran de Alice, siendo juguetona, cariñosa y amorosa con él. Dibujos adorables donde le daba abrazos, o se acurrucaban.
-No me digas que... está tratando de encontrar la respuesta en esa libreta. De ninguna manera pude haber escrito ahí lo que hice...- Pensó algo extrañado.
Aun así, Alice empezaba a leer cada página en las que Kirito era analizado, y al ser él mismo quien se plasmó ahí, podría ser más útil. No era tan audaz o astuta como él. Ella era más analítica y hacía las cosas en el momento preciso, y de manera más fría. Por lo que aunque sus métodos son casi opuestos, las intenciones son las mismas.
-¿No puedes ver... que trato de protegernos? ¿Por qué me miras de esa manera?- Pensó afligido -Está bien, te lo explicaré todo...-
Realmente él no quería tocar esos temas con ella, por miedo a que Alice también se angustiara como le pasa a él. Quería encontrar una manera si es posible de cómo sobreponerse a esto él mismo, pero al parecer su novia no le dejará encargarse solo de todo.
(...)
Una explicación después...
-Ya veo... ¿Eso era todo?- Preguntó mansa -Pensaba que sería algo más serio. Me da un poco de alivio saber que solo es eso-
Realmente esto si le sorprendía muchísimo. Su hermana, quien era una persona muy pesimista, fría, sensible y gris, se tomaba todo esto de lo más calmada y como si el problema no existiera, o fuera una total tontería.
-¡¿Qué?! ¡Pero Alice, yo...!-
-Ven, siéntate a mi lado un momento-
Ella le interrumpió y con su mano le indició donde quería que se sentara. Él arrugó la cara un poco, realmente no esperaba una reacción como esta. Así que le haría caso a ver qué tenía para decir.
-El abuelo me ha confiado la escuela, por ello tengo que estar frente a las personas más de lo que te imaginas. Cuando las cosas se ponen así, es natural que la sociedad diga muchas cosas- Dijo tranquilamente -Si hay personas en este mundo que estén de acuerdo con algo, siempre habrá otros que no lo estarán-
Ella dejó de hablar por un momento, y se puso a escribir en una hoja vacía del cuaderno, mientras él se ponía a pensar. Claro que lo que ella decía era algo cierto, pero aun así, el sentirse menos como persona al ser alguien minoritario en el mundo, provocaba que las cosas no fluyeran bien.
En eso, Alice le enseña lo que había escrito en el cuaderno. Decidió escribir este mensaje, pues ya anteriores veces habían tenido el infortunio de ser escuchados por terceros, que más tarde les traerían problemas.
-"Tú y yo somos hermanos, hermanos que estamos en una relación. ¿Quién va a aceptar eso? Es algo sobre lo cual no tenemos control"- Leyó algo sorprendido -No hay respuesta correcta. Solo hacemos lo que queremos"-
-Algo así fueron las palabras que hace bastante me habías dicho, ¿no?- Dijo la rubia, pasiva y mansa.
-Alice, ¿tú desde el principio sabías que estos sentimientos de dolor y tristeza iban a ocurrir?- Preguntó tímidamente.
-De cómo tomamos las cosas... todo depende. Además, esta es la posibilidad de que aparezcan más problemas aparte de este. Pero independientemente de ello, pienso que lo más importante es seguir siendo tú mismo, y sentirte orgulloso. Aun si tu confianza no es suficiente-
Justo lo que quería escuchar...
-Todas las veces, jamás pensé como seríamos vistos... Me preguntaba si Alice me vería de la forma en la que lo hago yo, ella era miserable y es por eso que yo estaba ahí. Ahora yo tengo miedo y estoy confundido... Es por eso que Alice... está junto a mí- Pensó sintiéndose muy emocionado.
-¿Kirito...?-
De un momento a otro, él se abalanza hacia ella y recuesta su cabeza sobre su pecho, para dejar salir unas pocas lágrimas y tapar unos sollozos que traía dentro de sí. Eso la sorprendió por lo repentino que fue, y la ligereza de su rubor llegaba cuando él no parecía estar cerca de separarse de su pecho.
-Estudiantes que aún estén en las instalaciones: por favor apagar las luces y cerrar las ventanas. Tengan cuidado de camino a casa, y que tengan unas buenas noches- Anunció Quinella, tranquila por los altavoces.
-Oye, alguien va a venir...- Aun así, él no se separaba -¿Por cuánto tiempo planeas quedarte así?-
-Por siempre...-Dijo calmándose un poco -¿Puedo estar a tu lado siempre...?-
Una pregunta que la sacó un poco de lugar, principalmente porque se estaba sonrojando y avergonzando mucho más. Pero decidiría hacer todo lo posible por ser amable y pasiva con él.
-Sí... Claro que puedes, Kirito-
-¿En las citas también? ¿Y poder tomar tu mano? Y de aquí en adelante... ¿está bien amarte?- Preguntó suspensivo.
-A mí me gusta que ames... Así que sí, está muy bien- Respondió con las mejillas coloradas, aunque sin perder la mirada seria.
Cuando se percató, lo vio al pelinegro subiendo la mirada para verla a los ojos. La sonrisa, sus mejillas ruborizadas y su mirada húmeda, aunque totalmente feliz, eran intachables en él. Con ver su cara empezó a sentir cómo el corazón se le desbocaba.
El beso no tardaría en llegar, siendo tierno y en cierta parte para mimar a Kirito. El mismo no duró demasiado, pues pronto oyeron pasos de personas acercándose. Entonces huyeron sigilosamente, ya mucho mejor que antes.
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De vuelta en casa...
-¿Alice... tienes un minuto?- Preguntó tímido.
-Claro, pero que sea rápido, por favor. Quiero dormir para despertar temprano y estudiar-
Ambos se sentaron de rodillas uno frente al otro en su cama, mientras Kirito detrás de su espalda escondía sus manos, donde tenía los anillos que un principio compró para ella.
-Yo... te agradezco lo de hoy... Gracias a ti ya no mentiré más sobre lo que siento. Así que de ahora en adelante para que no pierdas de vista mis sentimientos... me gustaría darte algo- Dijo bastante nervioso -¡¡Por favor, acepta esto!!-
Y así, con todos los nervios del mundo, abrió la caja y le mostró los anillos. Él tenía la mirada baja mientras ponía las joyas frente a su mirada. Ella se sorprendió bastante al verlos ,y aunque no lo expresara, le había parecido un detalle realmente hermoso. Lo único fue que se quedó un tiempo sin decir nada, segundos que fueron eternos para Kirito.
-¡Su~Supongo que después de todo estás sorprendida de verlos!- Dijo aún nervioso -Verás... después de nuestra cita los vi en una revista, ¡además! pronto será nuestro aniversario de hermanos, ¡pensé buscar algo que hiciera juego! ¡A~Así que no lo pienses mucho!-
En eso, Alice estira sus dos manos hacia él y abre sus dedos para separarlos. Kirito se sorprende por este gesto.
-¿En qué dedo lo vas a poner?- Preguntó tranquila.
Él se sonrojó bastante después de la pregunta, pero estaría dispuesto totalmente a acceder a la petición. Así que eligió cualquiera de ambos anillos, ya que los dos eran iguales, y procedió a ponérselo en el dedo índice de su mano izquierda.
Ella sintió su piel erizarse un poco cuando Kirito la acarició de la mano antes de ponerle el anillo. Cerró los ojos y por dentro se sentía muy feliz. Al abrirlos, vio al azabache sonriendo supercontento, ya que aunque no fuera muy expresivo, su felicidad era reflejada en pequeños gestos en su rostro.
-¡Alice...!-
No sabía; ni entendía por qué, pero de repente un sentimiento cálido en su pecho provocó que empezara a llorar. No eran lágrimas de tristeza, ni de nada parecido. Todo lo contrario, eran gotas de emoción y de amor, solo que no expresaba bien los gestos con su rostro, y eso alarmó al ojinegro.
-Lo siento. No debería estar haciendo esto. No sé por qué estoy llorando...- Dijo mansamente, algo avergonzada.
-¡Espera un momento!-
En eso, Alice estaba por limpiarse las lágrimas, cuando de un momento a otro, Kirito la detuvo tomándola del brazo.
-¡Oye! No...- Chilló bastante tierna.
Luego de ello, él acercó sus labios hacia sus mejillas y besó sus lágrimas, para luego empezar a lamer sus cachetes.
Ella se emocionó bastante por eso, aunque luego con sus manos lo empujaba un poco para separarse. No es que no le gustara, pero se sentía muy avergonzada de que le hiciera esas cosas de repente.
-Te pedí que me pusieras el anillo, no que hicieras eso- Chillo sin intención, con voz adorable.
-Lo~Lo siento, Alice...- Tartamudeó encantado de verla así.
Él disimulaba estar nervioso, pero por dentro estallaba de felicidad. Jamás había visto algo tan adorable y lindo como su carita sonrojada y tímida. Aunque él también se sentía algo vacilante, pues la situación había subido de tono.
-Oye... ¿Qué deberíamos hacer ahora?- Dijo pasiva y sonrojada.
-¿Ahora?... ¡Eh! ¡Con ahora se refiere a eso! ¿¡Cierto?!- Pensó desconcertado.
Al ver cómo Alice se abrazaba a sí misma y le miraba con ojitos de perrito, mientras sus mejillas se coloraban cada vez más, intuía lo que tenía en mente. Si eso es así, también lo querría.
-¡Tú eres la mayor, pero yo soy el chico aquí!- Farfulló nervioso -¡Soy yo quien tiene que cortejarte!-
Ya se estaba quitando la camisa, esta vez no pensaba echarse para atrás, por muy extremo que fuera lo pensaban hacer, aunque...
-No importa. Al parecer te tomará tiempo para que puedas ponerte tu anillo- Respondió seria y tranquila.
En eso, Alice se acuesta y se arropa en la cama, lista para dormir. Allí él quedó en blanco, ya entendiendo mejor a lo que realmente se refería.
-Ella se... refería a eso...- Pensó avergonzado e incómodo.
Ciertamente, Alice se acostó fue para no ver la parte superior de su cuerpo desnudo. No por ser cruel. Aunque por lo menos obtuvo ser malita con él, y tener una buena vista y una imagen que no saldrá de su cabeza en mucho tiempo.
-¡Espera, Alice! ¡Despierta! ¡¡También ponme mi anillo!!- Exclamó Kirito, desconcertado.
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Continuará.
Publicado: 28 de diciembre, 2021.
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