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Recordando a un viejo amigo.

Atención: probablemente llorarás al final del manuscrito a pesar de que sólo es de 700 palabras

Kirito, Asuna, Klein, Eiji, Yuna y Alice se habían reunido en el panteón.

La última de ellos tenía en compañía a su hijo, Yuji. Era aniversario luctuoso de Eugeo, dos días antes era el de Yuuki, pero decidieron conmemorarlos el día del último de los dos suicidios para no caer mucho en la melancolía.

Cada uno de ellos tenía dos cartas, una para cada uno de sus amigos, respectivamente. Quien tenía una sola carta era Yuji.

Yuji se acercó a la tumba de su padre, dándole un beso a la lápida y dejando la carta en la misma.

-Hola, papá. –Saludó el chico, quien tendría unos quince años.

Klein no soportó más y se soltó a llorar. Yuna y Alice lo abrazaron.

-Dieciséis años sin ellos...como los extraño. –Lamentó Alice.

-Dieciséis años viviendo juntos en un ligar más allá de los cielos. Nuestros dos angelitos deben ser felices. –Consoló Asuna.

-Ojala. –Pidió Klein, tratando de secarse las lágrimas.

Tras hacer una oración breve, besar las lápidas, dejar las cartas y un ramo de rosas para Yuuki que fue comprado entre todos, los vivos se retiraron. De Eugeo no se olvidaron, dejándole un ramo de claveles blancos.

La carta de Kirito para Eugeo era la más larga. Tenía tanto que decirle tras casi dieciséis años de no verse. Le contaba de sus años en la mierda cuando Asuna lo dejó, su accidente, su recuperación, el hecho de que dejó la bebida y la silla de ruedas. Ahora era más feliz...pero él faltaba en su vida para que la misma fuera completamente alegre.

Llegando a casa, Kirito fue hasta su mesa de noche, sacando la foto que el sexteto se tomó con Asuna y Klein en aquel paseo al parque Asukayama durante las vacaciones de invierno para pasar a sexto semestre.

Salían Eugeo y Yuuki. Abrazando la foto, Kirito se rompió, llorando de forma desconsolada.

A pesar de estar en la planta de abajo, Asuna lo escuchó por lo fuertes que eran sus llantos, por lo que fue a auxiliarlo.

Entrando en la habitación, ella se percató que tenía su marido en manos, por lo que también soltó algunas lágrimas.

En sí, Kirito recordaba sus tres años en compañía de su buen amigo. La primera vez que se vieron, siendo por esa billetera.

Siempre tan unidos, cómo hermanos. La muerte fue lo único que quebrantó su amistad. Kirito siguió llorando.

Asuna lo abrazó por la espalda, siendo cuidadosa al hacerlo.

-Lo extraño muchísimo, Asuna. Eugeo era muy importante para mí.

-Yo pienso lo mismo de Yuuki. Ella me llamó "hermana".

-Quisiera que él hubiera sabido de su hijo. Me gustaría que, por lo menos, me diera su consentimiento de que Yugi me dijera "tío".

Alice le decía a Yugi que a sus buenos amigos y a sus dos profesores de la academia de Adachi les llamara "tíos", ya que eran una familia, justo como Kirito se lo dijo a Asuna aquella navidad.

-Me gustaría ver de nuevo a ambos para decirles lo importantes que son para mí.

-Yo quisiera lo mismo, Kirito. Si nuestro primer hijo es hombre, hay que llamarle Eugeo.

-Y si en vez de Yui, a nuestra primera hija la llamamos Yuuki.

-Hay que pensarlo...Kirito.

Los dos angelitos se encontraban en un cielo morado, sentados en un pequeño tronco, tomados de la mano y mirando hacia abajo a la vez que una fogata los iluminaba.

Ambos sonrieron. Ella tenía un ramo de rosas y seis cartas. Eran de ellos.

Él tenía siete cartas, una de su hijo, que no conocía, además de un ramo de claveles blancos.

Yuuki recostó su cabeza en el hombro de Eugeo, quien la imitó, salvo que él reposaba su mejilla en la cabeza de su contraria.

-También los extrañamos, amigos. –Dijeron, abriendo los sobres para leer las cartas. La fogata se avivó más...

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JAJAJAJA me dolió bien horrible escribir esto, río para no llorar jejejeje. Ahora iré a un rincón a tener una depresión y una crisis existencial :c -llora-
perdonen si los hice llorar con este manuscrito.

Siempre tuyo: Arturo Reyes.

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