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capítulo 9.-Las elecciones, parte 2

Al pasar por la vergüenza de quedar como alguien incapaz de ser un buen precandidato, nadie firmó para el mismo puesto en el ala de Los Radicales.

Estaban todos muy desmotivados, aquella derrota de todos los años se volvía a ver a pesar de que faltaba aun una semana para que empezaran las elecciones de verdad.

El profesor Klein estaba sentado junto con Eugeo, quien era ya el candidato definitivo, y Kirito, quien sería su asesor de campaña.

-Muy bien muchachos...puede que no hayamos creado la mejor primera impresión para nuestros militantes, pero esa no es razón para desanimarnos, ¿o sí?

-Maldita sea, mi nombre estará en el muro de los perdedores. –Lloró Eugeo, quien tenía su rostro escondido entre sus brazos. Estaba agachado mirando a la mesa donde estaba sentado.

"El muro de los perdedores" era un muro donde justamente se ponían los nombres de los candidatos de Los Radicales que habían perdido las elecciones del comité desde hacía veinticuatro años, prácticamente los que tenía el profesor Klein. Era como si al nacer Klein, al instante Los Radicales estuvieran condenados a perder para siempre.

-¡No te atrevas a decir eso, muchacho, ¿Dónde queda tu orgullo de samurái?! –Cuestionó Klein, tomando los hombros de Eugeo.

-Creo que se quedó en casa, profesor. –Contestó él.

-¡No permitiré que mi nombre sea anotado por tercera ocasión en ese maldito muro de mierda, así que tú! –Klein apuntó con su dedo a Kirito. -¡Sera mejor que des alguna buena idea o te llevaré al extra ahora mismo!

-¡Oiga, se está tomando demasiado enserio este asunto, profesor Klein, deme unos minutos para pensar!

-¡Entonces tienes diez minutos para pensar, hijo de perra, o date por reprobado lo que queda del año!

Ahora Kirito se encontraba en aprietos...por más que pensaba no se le venía alguna buena idea. Estaba revisando los libros de política subrayados de los años pasados para encontrar alguna idea. Klein estaba contando con las manecillas del reloj el tiempo que faltaba y Eugeo...él seguía lamentándose en su lugar.

-¡Tienes treinta segundos! –Klein tomó su lapicero y lo destapó para ponerlo en el nombre de Kirito.

-¡Esto es ridículo, yo no tengo la culpa de que usted este frustrado con las elecciones porque siempre pierde!

-¡Ahora tienes diez segundos!

-¡Ay Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?!

-¡Diez, nueve, ocho, siete...!

-¡Pro-propaganda! –Gritó Kirito. -¡La propaganda servirá!

-Bien pensado...eres un genio. Muy bien Eugeo, será mejor que te levantes, tienes un discurso que dar el día de hoy.

-No quiero...me siento inútil.

-Ya lo eres, así que por ello no te quejes.

La persona que hacía los discursos era Yuuki debido a su buena capacidad de redacción. Había escrito el que ella consideraba el mejor discurso radical en los veinticuatro años que este se había fundado.

Klein lo leyó con cierta ansiedad. Hacia algunas caras de aceptación, otras de asco y algunas de sorpresa para mal.

Al final le devolvió el discurso a Yuuki, pero se había modificado más del ochenta por ciento del mismo. Había muchas partes malas.

-Muy bien Yuuki, no es terrible, pero repites mucho que el radicalismo es lo mejor, que somos la mejor opción, eso es algo que ya se sabe, ¿de acuerdo? Debes destruir a tu enemigo en nueve de diez páginas de discurso. Tu eres mujer así que puedes inventar rumores de que los precandidatos conservadores son...no aptos para el puesto.

-Entiendo...creo que puedo hacer algo para ello. Usted déjemelo todo a mí. –Yuuki guiño un ojo, sacó la lengua e hizo el pulgar arriba.

Daba la casualidad de que el candidato conservador más fuerte era Eiji, quien se encontraba en primer lugar de las elecciones del ala conservadora. Detrás de él estaba Alice, quien tenía mucha capacidad de labia, además de que era bonita.

-Y es por eso, que yo como fiel precandidato de Los Conservadores ¡prometo acabar con Los Radicales, manteniendo la paz y la tranquilidad en nuestra sagrada institución! –Declamaba Eiji al tiempo que los aplausos sonaban en el patio de la escuela, lugar donde eran los discursos.

Él tenía muchos seguidores, puesto que era bastante guapo y tenía mucha fuerza en sus promesas. Aseguraba que tras su victoria, Los Radicales ya no tendrían el valor de postularse otra vez, por lo que se disolverían al instante.

Yuna había dejado de hablar con él por sus exacerbadas consideraciones conservadoras, que estaban sobre pasando el límite de lo ridículo.

-¡¿Qué ya no te acuerdas que soy tu novia?, tu fuiste quien empezó con lo nuestro! –Farfulló Yuna, nuevamente estaba discutiendo con Eiji.

-¡Si, pero eso no quita que no te cueste ningún trabajo pasarte a Los Conservadores, además no quiero que seas parte de la humillación que su derrota traerá!

-¡Cretino! –Yuna le cerró la puerta en la cara a Eiji.

-Esos dos llevan peleando toda la semana, de verdad están empezando a hartarme. –Mencionó Kirito, quien como de costumbre estaba desparramado en su lugar.

-Sigh, la política divide a todo el mundo, es como un clásico de futbol.

Los Conservadores y radicales tenían tanta competencia que incluso se separaban en grupos en la cafetería.

A la derecha estaban Los Conservadores y la izquierda Los Radicales, había una hilera de mesas donde no se sentaba nadie, era conocida como "La cortina de hierro".

Solo faltaba que unos se pusieran gorros rusos y pintaran sus bancas de rojo mientras que el resto se pusiera sombreros de bombín y pintaran sus bancas de azul. Era pues, algo así como una guerra fría.

Asuna y Klein estaban en sus respectivos lugares de la cortina de hierro, cada uno representando a su bando con una banda en su brazo derecho. Una de color azul turquesa y rojo, respectivamente representando el color de cada comité.

-Esto está empezando a hartarme, yo solía sentarme en donde están Los Conservadores. –Se quejó Kirito.

-¡Shh! –Lo callaron todos.

-Tch, pura tontería. –Susurró.

El profesor Klein había organizado una junta provisional en el receso, se habían puesto en círculo y discutían en voz muy baja para que Los Conservadores no pudieran escucharlos.

-Muy bien chicos, el discurso de Eugeo será después del receso, así que quiero que se evite algún complot de esos desgraciados, ¿quedo claro? –Preguntó Klein.

-Si profesor. –Contestaron todos.

-Profesor, tenemos un problema. –Interrumpió uno de los alumnos. –Un precandidato de Los Conservadores también dará un discurso después de receso.

-Mierda, esos desgraciados pensaron igual que nosotros. De todas formas su discurso será constructivo, ¡nosotros los haremos pedazos con el discurso que dará Eugeo!

-¡Hurra!

Cada que los recesos acababan, la cortina de hierro se abría nuevamente. Todos salían por la misma puerta con un recelo increíble, vigilando que nadie se pasara algún papelito entre las manos, o que una mochila no pasara de una mano a otra.

-Pasé usted profesora Asuna, la guerra puede ser la guerra, pero eso no me impide ser caballeroso. –Mencionó Kirito al encontrarse con ella en la salida de la cafetería.

-Muchas gracias, alumno. Tú eres mejor que todos nosotros. –Asuna acarició el cabello de Kirito para luego sonreírle.

Dos chicos llegaron por detrás y lo tomaron de los brazos al instante en que Asuna se había retirado.

-Muy bien pero qué tenemos aquí, ¿fraternizando con el enemigo?

-¿Acaso eres un espía de Los Conservadores?

-¡No, si yo soy el asesor de campaña y vicepresidente del comité radical!

-¡A otro perro con ese hueso!...hoy te toca darte...una ducha.

-Ay no...

La "ducha" era prácticamente ser desnudado y arrogado a las duchas masculinas para ser rociado con agua fría directo de la manguera hasta que se confesaran los crímenes de traición. Era una técnica muy rastrera pero utilizada por ambos bandos para cuando se linchaba a un espía.

Y justamente eso era lo que le esperaba a Kirito, de no ser porque tuvo la suerte de que se debía entrevistar primero con el presidente del comité radical.

-Esa acusación es falsa. Yo sé porque nuestro vicepresidente familiariza con la jefa de Los Conservadores, pueden soltarlo. –Ordenó Eugeo.

-Tuviste suerte esta vez. –Los dos gorilas soltaron a Kirito.

-Gracias viejo, la vi cerca.

-No me des las gracias...entiendo que te gusta la profesora Asuna, pero debes evitar todo contacto con Los Conservadores, así como hace Yuna.

-Merde, pensé que esto no me iba a afectar también.

-A todos nos llega la hora tarde o temprano. Ahora quiero que mi asesor de campaña este a mi lado mientras doy mi discurso.

Todos estaban reunidos en el patio, conservadores y radicales medio juntos...la cortina de hierro era una separación de dos metros de cada tarima.

A la espera del precandidato conservador, Eugeo ya se encontraba preparando las hojas para empezar su discurso, a su lado se encontraban Kirito y Yuuki. Yuna estaba oculta, viendo a Eiji de manera culposa.

-Yo diría que empieces de que llueva. –Aconsejó Yuuki.

-Sigh, entiendo.

El silencio era total, apenas si se escuchaba el viento soplar. Klein estaba esperando el discurso. Eugeo se acomodó la corbata, aclarándose la garganta para empezar.

-Compañeros, heme aquí humildemente parado frente a ustedes, apunta a los presentes. –Todos comenzaron a murmurar por el comentario. –Estamos aquí reunidos para hacer el llamamiento de las masas para que se termine de una vez por todas con el régimen conservador, ¡siendo ellos quienes han hecho de la escuela una cárcel!, apunta a Los Conservadores, que seguramente estarán al lado.

-¡Idiota, lo que está entre paréntesis no se lee! –Masculló Kirito en la oreja de Eugeo.

-¡Ah, perdóname! Jejeje. –Eugeo se puso la mano tras la nuca...todos Los Radicales, incluido Klein, se golpearon la frente por que estaban empezando... empezando mal.

-¡Solo termina de leer, ¿quieres?!

-Sí, perdón. Como estaba diciendo, ¡esos conservadores son unos dictadores, personas que se niegan a la libertad de decisión, rechazando todo cambio positivo que pueda existir, Los Conservadores son...! –Asuna estaba corriendo hacia el patio, tomando la mano de Alice quien se encontraba bien peinadita, bien arregladita y bien maquilladita. –Son hermosos...con pestañas largas, de cabello rubio y unos ojos azules tan profundos como el mar.

Los Radicales de inmediato comenzaron a escuchar las burlas de Los Conservadores. Estaban acabados puesto que Eugeo solo miraba a Alice con ojos de enamorado, expulsando muchos corazoncitos de la cabeza.

No es que Asuna hubiera planeado sacar del juego a Eugeo maquillando a Alice, había sido pura casualidad.

-¡Muy bien, nuestro candidato se encuentra un poco indispuesto, nuestra secretaria de comunicaciones será la que diga el discurso! –Rió Kirito, dejando en la tarima a Yuuki.

-Hem...hola, ¿Cómo están hoy? –Preguntó ella, incomoda.

Al final del día, Los Conservadores habían ganado un tres por ciento más de votantes mientras que Los Radicales perdieron un abrumador veinte por ciento de militantes. Un diecisiete por ciento estaba en la zona no alineada.

-Eugeo...eres el peor candidato que yo haya representado, ¡el peor, ¿me escuchaste?, el peor! –Gritó Klein.

-Es que ella es simplemente hermosa. –Suspiró Eugeo, quien aún sacaba corazones de su cabeza.

-¿Tenemos alguna contramedida?

-Acabamos de contratar a Yuna como ministra de propaganda. –Lamentó Yuuki.

-¿Sabes cómo hacer propaganda, chica? –Cuestionó Klein.

-Se tomar fotos, ¿eso cuenta?

-¡¡¡NO!!! ¡Tercera derrota consecutiva en las elecciones del comité! Si me necesitan estaré escribiendo mi carta de suicidio. –Klein se tumbó al suelo siendo iluminado por un reflector.

-Vamos profesor, no sea dramático. ¿Usted dijo que necesitábamos un rumor que pudiera acabar con la reputación de los candidatos de Los Conservadores? Tengo una idea perfecta. –Dijo Kirito.

Al día siguiente, Eiji estaba caminando a su casillero como era la costumbre de todos los días. Cada que pasaba por los corredores, la gente le aplaudía, le estrechaba la mano o le deseaba lo mejor para obtener el puesto de candidato...pero ahora las cosas eran diferentes.

Por donde quiera que Eiji pasara, la gente murmuraba, mirándolo culposamente, juzgándolo con la mirada.

Pero "El nuevo rostro del conservadurismo" no contaba con las tácticas de guerra sucia de Los Radicales.

Se había corrido de forma exitosa el rumor (y realidad en parte), de que Eiji era novio de la ministra de propaganda de Los Radicales.

-Oye, señor candidato, ¿podemos hablar un segundo? –Preguntó uno de sus allegados.

-Claro, ¿es acerca de las elecciones para la candidatura?

-Así es Eiji, así es...

Al entrar a un salón vacío, entre varios conservadores rivales, lo maniataron, le pusieron una cinta canela en la boca y una bolsa de tela en la cabeza, llevándolo a las duchas.

Cuando le quitaron la bolsa de tela de la cabeza, estaba casi desnudo a excepción del bóxer blanco que llevaba puesto.

-Con que pasándole información a Los Radicales, ¿no es así, traidor? –Le preguntaron.

-¡Hum, jum, hum!

-¡Quítenle la cinta! –Al quitarle la cinta canela, todo rastro de vello facial se fue con ella.

-¡¡¡Au!!!, ¡de que carajos están hablado, trio de babosos, yo soy cien por ciento conservador!

-¿Ah sí? –Preguntó Yuna, quien apareció detrás de los tres secuestradores.

-Ay no...

-Ella nos lo dijo todo...y ya sabes que es lo que le pasa a los espías, maldito desgraciado.

-Esos bóxers blancos...van a terminar cafés ¡porque vas a cagar, Eiji!

-¡No, no esperen, por favor, esto es una conspiración de Los Radicales para debilitar a Los Conservadores! –Los cuatro chorros de agua helada golpearon el cuerpo de Eiji, quien no dejó de suplicar durante el minuto que duró la sesión de "purgación".

Toda el ala conservadora estaba consternada, incluso los mismos rivales de Eiji estaban sorprendidos.

El precandidato más fuerte, quien pintaba como presidente del comité estudiantil...había sido descubierto como un espía radical. Además de que la humillación, aunque fuera privada, nada ni nadie se la quitaba.

Su honor no estaba por los suelos, estaba enterrado tres metros bajo tierra.

Eugeo y su gabinete estaban celebrando el acontecimiento: Los Conservadores habían perdido un diez por ciento de sus votantes y militantes. Cinco por ciento se había añadido al ala radical.

Asuna estaba consciente de que ese duro golpe no podía ser casualidad. Ella sabía que todo había sido orquestado por Los Radicales en un plan maestro para dejarlos sin un candidato fuerte.

Eiji tenía el cuarenta por ciento de los votos precandidatos de Los Conservadores, Alice era la segunda con un treinta por ciento, los otros ocho candidatos oscilaban entre cinco y máximo diez por ciento.

Los Conservadores estaban en extremo peligro...al igual que los dos meses de sueldo de Asuna.

Ella se encontraba en una crisis pensando que podía hacer para superar ese tremendo golpe a sus filas. Alice era su "protegida", pero aun había muchos problemas que enfrentar si es que querían ganar las elecciones.

Toda el ala conservadora se reducía a un conflicto interno: discusiones entre los precandidatos, indecisión por cuál de los nueve precandidatos restantes era el mejor para el que se pudiera votar.

Eugeo había tenido muchísima suerte en su caso, puesto que era ya prácticamente el candidato de Los Radicales.

Alguien tocó la puerta del salón donde ella estaba estresándose, viendo como su dinero se le iba a ir de las manos mientras Klein se burlaba de ella.

-¿Se puede pasar? –Preguntó Kirito del otro lado de la puerta.

-Sí, pasa... -Contestó ella.

-Puede que ahora esté molesta con todo lo que sucede en su comité...por ello le traje un pequeño regalo. –Kirito le ofreció a Asuna una pequeña caja envuelta en papel de regalo.

-Gracias, aunque no sé si pueda estar de... -Al arrancar el papel de regalo, Asuna se dio cuenta que el obsequio era un tupper de plástico con uvas adentro. –Humor...para recibir un regalo.

-¿Y qué tal? –Ante la pregunta, el estómago de Asuna dio un fuerte rugido, que no parecía el estómago de una humana...si no el de una leona.

-¡Bendito seas, no he comido nada en todo el día y me estoy muriendo de hambre! –A pesar de la pena de que su estómago sonara como el de un animal hambriento, Asuna comenzó a engullirse las uvas sin cuidado alguno.

-¡Espere, espere, se puede...!

Asuna abrió los ojos de sorpresa, su rostro empezó a sonrojarse poco a poco, luego empezó a toser salvajemente.

Kirito dio un grito de espanto al tiempo que ella se ponía ambas manos en la garganta sin dejar de toser.

-¡Ay no, se está ahogando, solo tengo que hacerle RCP y todo estará perfecto!... ¡oh si, ese es el deseo erótico de cualquier hombre, podre tocar el cuerpo de la profesora con el pretexto de estarla salvando, pero si lo hago mal puedo matarla y no quiero hacer eso!, tengo que llamar alguien, a los bomberos, a la ambulancia, al ejército, ¡no, ya se, llamaré a Oprah!

Asuna dejó de toser, escupiendo la uva que se le había atorado en la garganta. Tras respirar pesado por algunos segundos, se reincorporo temblorosa, pero aun sonrojada por el enojo y la vergüenza, tapándose los pechos con ambas manos.

-¡Tú!

-¿Yo? –Él se apuntó a sí mismo.

-¡Puede que me estuviera ahogando, pero pude escuchar perfectamente la estupidez que dijiste de mí!

-Merde...

-Como líder suprema de Los Conservadores, tengo un poder e influencia impresionante. –Asuna chasqueó los dedos. –Como la capacidad de mandarte al infierno.

-Señorita Asuna, no me...siento bien, ¡no me quiero ir, no me quiero ir, no me quiero ir!

-¡No esa clase de capacidad de mandarte al infierno, idiota!, llévenselo, chicos.

Cuatro chicos tomaron de los brazos y del cuerpo a Kirito, dejándolo completamente inmovilizado. A él no lo maniataron, pero sí que le pusieron cinta canela en la boca y la bolsa de tela en la cara, para que al quitársela apareciera en el sillón donde encontró a Asuna dormida una vez.

Estaba tapado con una cobija amarilla, la cual le impedía por completo el moverse.

-Desde que se dio el golpe en Los Conservadores hemos redoblado y recrudecido los métodos para detectar espías...con nuevas tácticas para interrogarlos. –Asuna metió una barra de jabón en un calcetín. -¿Has visto Full Metal Jacket?

Kirito pestañeó dos veces, en señal de que no la había visto.

-Hay cierta escena de la cual tomé un poco de inspiración. Ser golpeado por una barra de jabón en una calceta es como ser golpeado por una piedra, aunque les dije a los chicos que no te golpearan en tu... –Asuna tiró una barra de jabón suelta en la entrepierna a Kirito, sacándole un gemido de dolor, puesto que no podía gritar. –Diviértanse.

-¿Con que tratando de pasarte con la líder de Los Conservadores?

-Hoy te vamos a enseñar a como ser un verdadero radical: uno humillado.

Entre diez chicos con barras de jabón en un calcetín golpearon al desprotegido e indefenso Kirito, en quien fue descargada toda la furia y frustración de Asuna en aquel día de espanto para ella.

Trataron de sacarle información de las estrategias de campaña de Eugeo y de quien había planeado el golpe contra Eiji. Al ser el vicepresidente de Los Radicales y el asesor de campaña, debía de tener información sumamente jugosa.

Pero ni aunque le quemaran los pies iba a decir palabra alguna de lo que estaban planeando Los Radicales.

Cuando sus secuestradores se cansaron de torturarlo, lo dejaron libre, sacando a Kirito a patadas del salón de profesores, quedándose tumbado en el suelo.

Tuvo que pasar un rato para que Yuuki lo viera tirando en el suelo, para auxiliarlo de inmediato.

Nuevamente en la enfermería, nuevamente con un dolor en el cuerpo que superaba lo soportable. Los golpes del jabón le habían dejado algunos moretones serios en el cuerpo, incluso mover un dedo era una tortura.

Una vez femenina estaba cantando para él una canción de cuna, arropándolo de todo peligro. Por alguna razón, Kirito recordó a su hermana, quien solía cuidarlo las veces que estaba enfermo.

Al abrir los ojos, pues estos no le dolían, vio a Yuna y a la profesora Asuna sentadas a su lado. Asuna lo tomaba de la mano, mirándolo muy preocupada. Yuna paró de cantar.

-Continua, por favor. –Pidió Kirito, soltando con amargura la mano de Asuna.

La hubiera quitado en un arrebato de molestia, pero no tenía fuerzas para hacerlo, por lo que lo hizo lentamente.

Asuna trató de tomar su mano nuevamente, pero él la puso en su pecho para que ella no pudiera hacerlo.

-Déjeme sólo con Yuna...al fin y al cabo somos de comités diferentes, no debemos compaginar entre enemigos.

-Kirito... -Yuna se acercó al hombro de la profesora Asuna para poder susurrarle:

-Déjeme con él, arreglaré lo que paso, ¿de acuerdo?

-Si no es mucho pedir.

Asuna se fue de la enfermería meditando lo ocurrido. Ella no quería que los muchachos se pasaran con él, sólo un golpe cada uno para desquitarse por lo que había dicho acerca de tocarla.

Pero Kirito había contado todos y cada uno de los golpes, siendo casi setenta en total, por lo que estaba sumamente enfadado con ella.

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Pues bueno, ya por estos capítulos empiezan momentos románticos además de que Eugeo y Alice adquieren más protagonismo (teniendo algunos momentos bastante juntos 7u7) así que nos vemos en una semana.

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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