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Capítulo 40.-Un descanso muy merecido

Los dos jóvenes respiraban de forma agitada mientras gemían ligeramente por la emoción del momento, se encontraban en la cama de Yuuki. Acababan de hacer el amor, escuchaban música romántica para hacer de ese un encuentro especial y no solo como algo que pudiera ser cambiado por cualquier otra actividad.

Yuuki comenzó a soltar algunas risitas, Eugeo la observó, la risa se le contagió y terminaron dándose en un beso en los labios.

-Te amo. –Dijo ella.

-También yo. –El muchacho le dio un beso en la frente a su querida novia.

Al tener prácticamente todos los días la casa para ella misma, los tortolitos hacían el amor en esa cama cada que querían, incluso tres días seguidos ya que no se cansaban de amarse con locura el uno al otro.

En cuanto a Asuna, ella le daba de comer al canario que se encontraba volando en su jaula de buen tamaño.

Ella lo alimentaba cinco veces al día con semillas varias o un poco de fruta fresca para que no comiera grasas únicamente. La fruta siempre ha tenido la particularidad de ser cara en el país, así que se podía decir que el pequeño canario de curioso nombre Mussolini...comía mejor que su dueña.

El canario se colocó sobre una de las varas metálicas de la jaula, cerca de la mano de Asuna. Ella le acarició con lo más que pudo de su dedo la pequeña cabeza, por lo que el animalillo se soltó a cantar.

-Es igual a él... -Suspiró ella, con mucho cariño.

Los exámenes habían acabado, Alice no tenía más pretextos para pasar parte de los receso con Kirito, por lo que tenía que buscar una solución, y una de forma rápida.

-¿Desde cuándo?...

-Desde el día del incidente entre Eugeo y Yuuki. –Respondió Alice.

-Hum, esos dos ya se hicieron novios, ¿no te da coraje saber que una cualquiera como Yuuki te quitó al chico que te gustaba? Prácticamente son novios ya que ella fue una ofrecida con él.

-Te equivocas...ellos dos están enamorados de verdad. Y lo que pasó fue un incidente, por eso lo dije de esa manera, no deberías hablar mal de ellos, y menos de Yuuki, ella es una muy buena amiga. –Sonrió Alice para sí misma.

-¿Pero no le gritaste?...

-¡Sé lo que le grité! –Interrumpió. –Pero estaba tan enojada, frustrada, me sentía traicionada cuando en realidad no pasó nada entre ellos dos.

-Regresando a lo tu "príncipe azul", porque no le dices que quieres platicar con él únicamente y ya, no deberías tener razón alguna.

-Buen punto, ¿pero qué tal si sospecha de algo?

-¿Qué importa? Eres la chica más linda de esta academia, así que debería ser muy ciego para no fijarse en ti.

-Buen punto. ¡Gracias, chicas!

En la oficina del profesor Klein, él se encontraba dormido en su silla, con los pies arriba del escritorio y con una dona en su boca a medio comer. No había dormido bien la noche anterior por calificar exámenes y sacar calificaciones al dejarlo todo de último momento...como era su costumbre.

Yuna y Eiji discutían de un tema afuera de la oficina, pero no lo hacían de mala manera, en realidad estaban tratando de llegar a una solución.

No se sentían seguros de que fuera una buena idea lo que tuvieran en mente, pero no había modo de saberlo si es que no se lo preguntaban. De igual forma tenían que hacer lo mismo con la profesora Asuna.

Eiji tocó la puerta con discreción y cuidado, claramente no fue respondido. Tras unos segundos, Yuna empujó a Eiji para hacerlo a un lado, tocando la puerta con autoridad y fuerza...pero tampoco fue respondido.

Al pensar que no estaba, los dos jóvenes entraron, observando aquella tan deplorable escena: Klein durmiendo con la saliva saliéndosele de la boca por la dona que tenía en la misma. Yuna hizo un gesto de asco.

-Profesor Klein... -Secreteó Eiji estando cerca de él, picándole con el dedo índice uno de los hombros. –Profesor Klein....

-¡Profesor Klein! –Gritó Yuna.

-¡Dile a Jenny que su padre y su hermano no aprueban su relación! Ah, son ustedes. –Klein tomó el pedazo de dona que cayó en el escritorio para comérselo, limpiándose la saliva y levantándose de la silla.

-Qué asco... -Se quejó Yuna.

-Queríamos hacerle una propuesta de viaje...algo así como cuando fuimos al parque Asukayama.

-Ah, ¿y qué sugerencia tienen?

-Pues ya hace calor y Yuna tuvo la idea de ir a la playa.

-Déjame adivinar ¿quieres ver a la profesora Asuna en traje de baño? –Klein señaló a Yuna.

-¡¿Soy muy obvia?! –Se martirizó la chica.

-¡Oye, al menos ten la decencia de negarlo! –Exclamó Eiji con notorio enojo.

-Cuenten conmigo, hace mucho que no voy a la playa. –Dijo Klein con un bostezo. –Ahora regresaré al trabajo. –Nuevamente, se echó a dormir en su silla de escritorio.

-¿Cómo es que no lo han despedido? –Cuestionó Eiji.

-No lo sé...yo mismo me he hecho esa pregunta.

Ya estaba confirmado de que todos iban a ir...solo faltaban Kirito y Asuna. El primero de ellos no era muy aficionado a la playa ya que no soportaba demasiado el calor, prefería un clima ligeramente frío, algo que fuera así como en una casa de campo en plena montaña, con los leños quemándose en las frías noches del invierno.

Y en cuanto a la segunda se trataba...pues no le habían preguntado, pero sin duda alguna le iba a venir muy bien el salir a la playa tras tres semanas de estar encerrada en su casa sin que los rayos del sol apenas le pegaran en la piel.

Asuna estaba en su auto tomándose sus suplementos, le hartaron muy rápido, pero tenía que hacerlo o de lo contrario Kirito la regañaba. Era un suplemento en la mañana y en la noche, por lo que no era de genios saber que en una semana se debía acabar un bote de dieciséis pastillas, así que Kirito, siempre que podía, tenía las cuentas de las pastillas en el bote, y si eran más de las debidas...vaya que Asuna se tenía que preparar para una plática aburrida y fastidiosa.

No era tanto así porque ella fuera irresponsable, simplemente olvidaba hacerlo, pero no le gustaba recibir el regaño del chico ya que le recordaba a su odioso padre.

Cuando las "Dos Y" se presentaron con ella al verla en los pasillos...se puede decir que no fueron precisamente discretas.

-¡¿Quiere ir a la playa con nosotras?! –Dijeron y sonrieron al tiempo...hubo un silencio incomodo en todo el pasillo además de una tos forzada.

-Lo pensaré... -Asuna se fue haciendo sonar sus tacones con bastante prisa.

-Creo que exageramos un poco. –Afirmó Yuna.

En la sala de profesores, que era donde se resguardaba Asuna al prácticamente no poder pasar ni uno sólo de los alumnos. Klein se encontraba fumando un cigarro, sonriendo de forma maliciosa cuando vio que ella entró.

-Y dígame, profesora, ¿Qué la trae por aquí? –Klein soltó el humo lo más cerca de Asuna para molestarla.

-¡No sea un bastar...! –Ella tuvo una ahorcada. –Dejé de fumar, si no es mucho pedir.

-Tch. Está bien.

El cuarteto de amigos se encontraban juntos en una de las entre clases mientras llegaba el profesor, organizaban lo de la salida a la playa.

-¿Quién llevará las bebidas? –Cuestionó Eugeo.

-Kirito lo hará. –Respondió Yuna.

-¡¿Y yo por qué?!

-Por qué vas a ir con nosotros, ¿no es obvio? –Sonrió Eiji, metiéndose en la conversación.

-Idiota. ¿Cuándo les dije que sí?

-La profesora Asuna ira. –Ante la afirmación de Yuuki, Kirito se la imaginó en traje de baño, corriendo por la playa mientras reía, causándole un pequeño sangrado por la nariz.

-Está bien, ya me convenciste.

-¡¿En qué estás pensando, pervertido?! –Yuna comenzó a ahorcar a Kirito, agitándolo salvajemente. -¡Sólo yo puedo tener esas fantasías con ella porque es mi chica!

-¡Maldita loca! –Entre Eugeo y Eiji tuvieron que separar a Yuna del cuello de Kirito.

Con la organización lista y hecha, ya quedaban los por menores...y los no tan por menores. ¿Qué pasaría si Asuna no podía ir con ellos? No iban a caber en el auto de Klein aunque a uno de ellos lo amarraran en la azotea del auto y a otro lo dejaran en el maletero, era un imposible. Pero aún le estaban echando carbón al fuego.

-¿Ir a la playa? –Cuestionó Alice. –Si les digo a mis padres que irán profesores... ¡creo que está bien! –Sonrió.

-¡Sí! –Exclamó Yuna, Eiji le dio un zape. –Ouchi...

-¡¿No te das cuenta que eso sólo empeoraría las cosas si la profesora Asuna nos manda por un tubo?!

Yuuki se encontraba en la salida de la escuela en el salón donde la profesora Asuna había dado clases, acercándose con cierta timidez y recelo, tocando con cuidado la puerta.

-Pasa Yuuki, ¿se te ofrece algo?

-Es lo de hace rato...oye hermanita, ¿querrías ir conmigo, el profesor Klein y los demás a la playa? –Preguntó ella como si fuera una niña pequeña, derritiéndole el corazón a Asuna.

-¡Que tierna! ¡Claro que me gustaría ir con ustedes!

-Éxito. –Pensó Yuuki mientras sonreía detrás de abrazó que le daba Asuna.

-Me hubiera gustado tener una hermana menor...mi hermano siempre fue un tarado, se la pasaba molestándome a cada segundo.

-Ya la tienes. Tú eres como mi hermana mayor, ¿pero te gustaría tener dos hermanas menores?

-¿Por qué lo dices?...

-Es que tengo una hermana también. –Sonrió Yuuki, tallándose la parte trasera de la cabeza.

-Hum...

Eran las ocho de la mañana, los dos autos se ubicaban ya en la academia de Adachi que ese día no impartiría clase por algunos asuntos externos, no asistiendo la mayoría de profesores a la misma.

Todos llegaban con sus cosas listas y sus trajes de baño bajo la ropa, sonriendo de forma grande y entusiasta.

-¡Hoy será un gran día, espero que no tuvieran planes para hoy ya que no regresaremos hasta el anochecer! –Farfulló Klein al tiempo en que subía a su auto.

Lo que eran las chicas, ellas reían y saltaban en el auto, incluso Asuna se la pasaba de maravilla a pesar de no ser complemente parte de lo que sucedía en los asientos traseros.

Pero los chicos estaban aburridos, escuchando música setentera a la vez en que Klein fumaba un cigarro para no hacer tan largo el camino, que no era mucho, en realidad.

-Gran días mis polainas...esto es muy aburrido. –Se quejó Kirito. -¿Para esto me sacaron de mi cuarto?

-No seas amargado, Kirito. Al final del día nos lo vas a terminar agradeciendo. –Alentó Eugeo.

-Sólo les pido, muchachos, que no vayan a estar como perros hambreados detrás de las chicas ¿de acuerdo? Está bien que sean pareja, ¡pero no es como para que se den muestras de amor en plena playa!

-De acuerdo, de acuerdo. –Finalizó Eiji.

Al llegar a la playa, eran pasadas de las nueve de la mañana, así que el sol no pegaba muy fuerte, pero el agua sí que estaría considerablemente fría.

La blanca arena curía toda la playa, siendo azul claro el color de sus aguas que creaban espuma apenas llegaban a la orilla, danzando una y otra vez en aquel intervalo infinito.

-¡Que hermoso! –Exclamó Asuna. -¡Las playas de Francia siempre eran muy frías, por lo que no era muy normal ir a ellas!

-Veo que se la pasa de maravilla, profesora. –Klein tenía una tabla de surf en sus manos, una camisa playera y unos shorts.

Cuando Eiji y Eugeo se quitaron la playera, ambos se analizaron mutuamente, advirtiendo quien era más musculoso de los dos, naturalmente a las "Dos Y" les sangraba la nariz de ver a sus novios mostrando todo lo que tenían para ofrecer, siendo sobre todo probado por Yuuki. Yuna aún era virgen.

Las bocas de todos cayeron directamente al suelo cuando Asuna y Alice se destaparon. Tenían cinco años de diferencia...pero sus cuerpos eran muy parecidos.

Asuna tenía un traje de baño de dos piezas, siendo de contorno rojo con el resto de color blanco crema, cubriéndose con una manta de flores que era bastante transparente, no cubriendo mucho, en realidad.

Alice se vestía con un traje de baño de una sola pieza color azul con flores blancas, siendo su escote sujetado por unas agujetas que dejaban un curioso listón.

Naturalmente, y viendo que sus novios no les quitaban la vista de encima, las "Dos Y" llegaron y le jalaron las orejas y mejillas a Eugeo y a Eiji, quienes ni con esas dejaban de ver a su compañera y a su profesora.

-Creo que la sangre dejo de subirme a la cabeza. –Balbuceó Klein.

-¡Oiga, para usted eso es ilegal! –Farfulló Kirito.

-No porque Alice ya tiene dieciocho.

-Pero ha de ser cabrón...

Kirito usaba un simplón short de color negro que ni siquiera era para playa...era para deportes. Aun así le funcionaba bastante.

Yuna vestía un short pequeño y un brasier de playa color morado, viéndose bastante coqueta con el pelo sujetado a su clásica trenza que se dejaba en el hombro, siendo todo lo demás una enorme melena.

Lo que era Yuuki, vestía algo muy similar a su mejor amiga, siendo igual de color morado, salvo que su brasier tenía puntos blancos y ella llevaba una falda de playa, bastante corta, de hecho, pero una falda al fin y al cabo.

Para no perder la costumbre, Eugeo tomó un poco de arena mojada para formar una bola con ella, arrojándosela en la espalda a Kirito, quien pegaba el grito en el cielo...la arena era más dura que la nieve.

-¡Eres un grandísimo estúpido!

-Ups...no era mi intención, jeje.

-Hum, que torpes. –Dijo Alice con cierto desdén, sentándose bajo una sombrilla junto con Asuna. Mientras se deleitaba con el etéreo sonido de las olas de la playa, relajándola bastante a la vez que se ponía un poco de bloqueador en los brazos.

-Por lo que veo no quieres broncearte, yo tampoco, en realidad. –Comentó Asuna al ver a su alumna protegiéndose del sol.

-Detesto las quemaduras solares, siempre me pasaba de niña.

-No dejaré que estos perros sarnosos te pongan un dedo encima, voltéate para que te eche bloqueador en la espalda.

Y como lo sugirió la profesora, Alice se acostó boca abajo en la arena, cerrando los ojos al tiempo en que Asuna le desabrochaba el traje de baño, poniendo un poco de bloqueador.

-Está un poco frío. –Advirtió Alice al sentir la crema en su piel.

-Tengo que reconocer que tienes una piel muy bonita, es muy blanca y suave.

Los hombres jugaban palas con varias raquetas pequeñas y pelotas que Yuna les había prestado para que se entretuvieran en algo, se la pasaban divirtiéndose.

Como la pelota se había ido de la "cancha" improvisada, que solo eran líneas en la arena, a Eiji le tocó ir por la bola, observando como Asuna le ponía bloqueador en la espalda a Alice, observando las curvas de aquellas dos frutas tan maduras.

Al tener la pelota y regresando al juego, los demás se percataron de algo...que no fue muy cómodo para ellos, saltando un pequeño grito de sorpresa.

-¿Tengo algo en la cara? –Preguntó Eiji.

-No precisamente en la cara... -Klein señaló a la entrepierna del chico, observando que algo se había levantado además que la marea del mar.

Eiji abrió los ojos, sentándose de inmediato en el suelo para tratar de disimular su problema.

-Ay... -Como era de esperarse, Eiji se sonrojó, tratando de despejar de su cabeza lo que vio apenas unos instantes atrás.

Tras un largo rato de jugar palas, los muchachos estaban sedientos, por lo que regresaron con las chicas para poder tomar algo de beber. Asuna se encontraba acostada en el suelo, relajándose bajo su sombrilla.

El chico se sentó a su lado, picándole la espalda con su dedo, por lo que ella abrió los ojos.

-Ahora te diría lo clásico de "ponme bloqueador en la espalda"...pero ni en un millón de años te lo diría. Te conozco y se que muy seguramente lo vas a disfrutar más que yo.

-¿Entonces quién te lo va a poner?

-Yuuki. En un primer momento pensé en Yuna, pero seguramente ella lo va a disfrutar muchísimo más que tú y yo juntos.

-Bien pensando.

-¡Oigan, hace hambre ¿Qué tal si vamos al restaurante?! –Farfulló Klein.

-Yo puedo esperar, pero como diga la señorita. –Contestó Kirito.

-Vayamos...

Varios restaurantes se ubicaban en la misma playa, donde las mesas se encontraban al aire libre, siendo cubiertas por tejas de color amarillo pálido, combinando con la arena de la playa.

En general casi todo era pescado y mariscos, pero lo que pidieron la mayoría del crew, fue la gran fruta del mar: el camarón.

Todo estaba perfectamente hasta que...Klein se quedó con el semblante inexpresivo, apaliándose ligeramente. Los demás se asustaron ya que pensaban que algo se le había atorado en la garganta.

-Pro-profesor Klein, ¿está bien? –Cuestionó Yuuki.

-No...yo tenía un amigo en Vietnam...

-Aquí vamos de nuevo. –Se quejó Kirito al tiempo en que le daba un sorbo a su limonada.

-Lo recuerdo perfectamente, tres de diciembre de mil novecientos sesenta y nueve, mi pelotón y yo nos encontrábamos en Nha Trang, cruzábamos el río para flanquear a los vietnamitas, ¡pero un maldito francotirador le dio a mi amigo Bubba, ese desgraciado murió en mis brazos!...él quería ser capitán de un bote camaronero, ¡le encantaban los camarones, siempre me decía como se podían preparar los camarones, nuestros favoritos eran los camarones al mojo de ajo!

Varias personas se le quedaban viendo raro a Klein, quien estaba tumbado en el suelo, llorando y tomando con fuerza la arena en sus manos.

-¡Tranquilícese, profesor! Eso pasó en una película. –Calmó Asuna.

-¿Película? Hum, pues yo lo sentí muy real. Como sea, mis camarones favoritos son al mojo de ajo.

-Oh vaya, al profesor Klein le gusta el camarón. –Se burló Eiji, llevándose un zape por parte de Asuna.

-Más respeto a tu profesor, jovencito.

Tras la comida, el crew regreso a la playa para descansar un poco, viendo las nubes y el cielo danzar al tiempo en que el aire les pegaba suavemente en la piel, siendo algo completamente inefable.

Con mucho por delante, un nuevo juego sería implementado por todos, siendo voleibol de playa, aunque Kirito, en el equipo de los hombres, era más un peso muerto que una ayuda.

Al ser cuatro chicas y cuatro chicos, los equipos quedaban bien formados. No obstante, las chicas ganaron por tres puntos debido a que Kirito no pudo parar una bola a tiempo.

Como Yuuki y Alice eran las que habían anotado el punto, las dos se abrazaron, sonriendo mientras todos los hombres que le quedaban viendo feo a Kirito.

-Yo no les pedí que me juntaran para jugar. –Se defendió él, siendo golpeado por bolas de arena que eran duras como rocas.

-¡Vamos, ya déjenlo tranquilo! –Farfulló Asuna, tomando del ante brazo a Eiji, antes de que él arrojara una nueva bola de arena.

-No debería por qué ser tan obvia. –Se burló Eugeo, terminando con el balón de voleibol en el pecho, cayendo al suelo.

-Payaso...

Lo curioso de pensar el cómo se llevaba el crew, es que lo hacían como amigos de la edad, cuando los muchachos debían de tenerle respeto a los profesores por ser sus profesores, y ellos debían de tenerle respeto a los alumnos por ser sus alumnos.

Pero como dijo Kirito una vez "alumno y profesora dentro de la academia, amigos fuera de ella" así que eso lo justificaba en cierta parte, si no por completo.

-Kirito, ¿puedes ayudarme con las sombrillas para llevarlas al auto? –Preguntó Alice ante la inevitable puesta de sol.

-Claro. –Los dos jóvenes estaban muy cerca del otro, Alice se preguntaba que pensaba Kirito de su traje de baño, ¿le gustaría? Lo más seguro era que sí.

Ella no entendía la broma que Eugeo lanzó "No debería ser tan obvia" ¿Qué quería decir con eso? ¿Obvia de qué forma o en qué sentido?

Pero despejando esas dudas de su mente, prefirió ponerle la leña al fuego, al fin y al cabo los dos estaban solos.

-Oye Kirito, te haré una pregunta pero no te vayas a burlar de mí. –Sonrió Alice.

-Adelante, ¿de qué se trata?

-¿Cómo me veo en traje de baño? ¿Se me ve bien? Es que creo que me veo un poco gorda. –Ella se sonrojó, seguidamente lo hizo el muchacho.

-Pu-pues... -Al mirar a Alice de pies a cabeza, con ese escote que no dejaba nada a la imaginación y con esa cintura tan perfecta de ella...Kirito se tuvo que cubrir la entre pierna con las sombrillas para que Alice no descubriera que empezaba a tener una erección. –No te vez gorda, te vez muy linda.

-No sabes el peso que me has quitado de encima. –Con ese comentario y con el sonrojo de Kirito, Alice resultó convencida de que al muchacho se le despertaban ciertos sentimientos de deseo.

-¡Oigan, dense prisa para encender la fogata! –Los apuró Klein, por lo que ambos se voltearon. Al girar su cuello nuevamente, hubo un pequeño instante en que se vieron a los ojos.

Los ojos de Alice eran los mismos que él había visto en una sola mujer: en Asuna. Esa era la mirada del enamoramiento, cosa que lo hizo tragar saliva.

-Hay que darnos prisa, Kirito. –Alice lo tomó del brazo, apurándolo ligeramente.

Como lo dijo Asuna, la piel de la chica era muy bonita, muy blanca y suave, siendo incluso sedosa ante el tacto que hacían ambos brazos al estar tan cerca el uno del otro.

Una vez más, Kirito se sentía incómodo, teniendo que resistir a los coqueteos de Alice. Él no la podía ver de otra forma que no fuera como una amiga, su corazón le sería fiel a Asuna hasta el día de su muerte, y eso es mucho decir.

Con la puesta de sol en la playa y las nubes causando un arrebol, muy bello de apreciar sin duda. Como ya el frío empezaba a notarse, casi todos tenían una chamarra, menos Alice, quien estaba abrazada de Kirito para calentarse en espera de que la fogata iniciara.

No es como que eso pusiera celosa a Asuna, ella ya sabía de antemano que pasaba, pero confiaba en Kirito al decirle los sentimientos que le causaban los coqueteos discretos e indiscretos de Alice, fue por lo que ella no sufría al verlos así a ambos.

Otra parejita que estaba abrazada eran Eugeo y Yuuki. Ella apoyaba su cabeza en el hombro de él, sintiendo sus suaves respiros.

-Hay algo que quiero preguntarte. –Afirmó Eugeo.

-¿Qué podría ser? –Cuestionó Yuuki.

-Se supone que comencé a gustarte desde la obra de teatro, ¿pero por qué me ayudabas en mi relación con Alice después de eso?

-No quería levantar sospechas. Me di cuenta de mis sentimientos al instante, pero no quería que nuestra relación se viera afectada si yo provocaba interrupciones en tus demás relaciones, por eso lo hacía.

-Tiene sentido para mi... -La fogata al fin prendía.

-¡Booh yah! Menos mal aprendí a usar el pedernal y hierro, al final no fui tan inútil.

-Felicitaciones, profesor. –Kirito se levantó con cuidado para no alarmar a Alice, dirigiéndose por la bolsa de malvaviscos y las brochetas de madera.

El cielo esa noche era estrellado, la luna era media, observándose un poco de ella de forma muy ligera. Apenas si brillaba esa noche, pero era linda, de igual forma.

Con todos riendo y tomando bombones, las cosas no podían ser mejor, aunque la situación para más de uno fuera un poco apretada, hablando por el nuevo triángulo amoroso: Kirito, Asuna y Alice.

Si Klein tuviera que decir algo al respecto, y con su sentido del humor tan exquisito, diría algo como "Dales fierro a las dos", soltándose a reír a carcajadas de forma segura.

Pero esa no era la solución, Kirito únicamente podía amar a una de las dos mujeres, sabiendo perfectamente a quien amar.

La velada terminaba con las risas, los mordiscos a los malvaviscos y el tronar de los leños al quemarse poco a poco.
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Etzithate
Oh vaya que Alice hace Hasta Lo imposible por llamar la atención de Kirito 😂😂 Ay, la que le espera :vez

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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