Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4.-Las lluvias de agosto

Hay pocas cosas que muchas personas detestan de agosto: las lluvias torrenciales.

Algunas veces las calles quedan completamente inundadas que sin problemas podrías ir en una chalupa con dirección a la colonia X en cuestión de cinco minutos, comparados con los veinte que te tomaría ir en auto.

Esa era una de las ocasiones, muchos había llegado sumamente mojados a la escuela. Aunque entre ellos no estaban Kirito ni Eugeo, ellos tenían sus paraguas además de que se habían ido en tren, como siempre.

Los dos estaban puteando a los que estaban casi empapados, era su venganza de que los demás les tiraran durante los demás años.

-Voltea a tu izquierda. -Susurró Kirito.

-¿Qué cosa? -Preguntó Eugeo.

-¡A tu izquierda! -Kirito empujó a Eugeo, quien a su vez empujó un poco a una chica.

-Óyeme cabrón. Perdóname, fue culpa de mí...amigo. -Eugeo estaba frente a la chica que le gustaba.

-No te preocupes...¿Eugeo?

-S-sí, ese soy yo, jeje. ¿Te mojaste al venir a la escuela? -La chica estaba completamente empapada, daba la impresión de que se había metido a duchar con la ropa puesta.

-No. -Contestó ella con una risita. -Me mojé en mi casa, ¿no es raro?

-Quizá un poco, no debería serlo mucho, aunque claro, ¿Por qué no sería raro? No es como que mucha gente se meta a bañar con la ropa puesta, cualquiera diría que está mal de la cabeza.

Kirito, quien miraba desde atrás de una pared, solo se dio una palmada en la frente por la decepción.

-¿Espías a la chica que te gusta? -Preguntó la profesora Asuna, que estaba al lado de Kirito.

-¡Dios!, ¿Por qué a todos les ha dado por asustarme en estos días? -Cuestionó él.

-¿Qué estás viendo?

-Al torpe de mi amigo haciendo el ridículo frente a la chica que le gusta.

Eugeo estaba haciendo muchos ademanes de nerviosismo, además de que no dejaba de cantinflear haciendo reír a Alice pero haciéndola sentir incomoda de todos modos.

Yuna estaba empapada de igual forma por las lluvias, Yuuki había tomado una toalla prestada del salón de profesores para secarle el cabello.

-Te dije que vinieras en taxi. -Reprendió Yuuki.

-Es que no tenía dinero. -Yuna parecía gatita regañada.

-Te dije que te lo pagaba llegando a la escuela.

-Es que no me gusta tomar taxis...es viajar con gente que no conozco. -Yuna se percató que Kirito y Asuna estaban ocultos tras una pared. -¿A quién espiamos? -Preguntó ella.

-Eh, ¿a qué hora?

-Estamos viendo como el alumno Eugeo está haciendo el ridículo con la chica que le gusta. -Dijo Asuna.

-Hum, pensé que Eugeo no era un chico penoso. -Susurró Yuuki.

-Y eso, aunque como te dije, si a ti te gusta no tiene nada de malo, ¿o por qué lo tendría?

-No Eugeo, yo tampoco creo que tenga nada de malo. Aunque era sarcasmo, claro que me mojé al venir a la escuela sin paraguas.

-Ah, recuerdas mi nombre, ¿Quién lo diría?

-Ya lo sabía desde hace unos semestres. -Alice miró su reloj. -Nos vemos luego, Eugeo.

-Si, a mi también se me hace tarde, pe-pero, ¿Cuál es tu nombre? -Aunque Eugeo sabía el nombre dela chica perfectamente, quería escucharlo de los labios de ella.

-Me llamó Alice. Hasta luego. -Alice se fue corriendo a su salón.

Eugeo se recargó en una pared, sonriendo estúpidamente, suspirando de puro amor mientras corazones salían de su cabeza.

-Como amo a esa chica. -Sentenció, diciéndolo como si hubiera fumado todo un campo de hierba del amor y de la paz.

Al caminar por los pasillos, Eugeo pasó por la pared donde los cuatro curiosos estaban observándolo. Estaba silbando, caminando con los ojos cerrados como si fuera La Pantera Rosa. Al abrir los ojos, se giró viendo a los cuatro curiosos observándolo, para luego tratar de disimular que no estaban espiando su conversación con Alice.

Asuna estaba escribiendo algo, echando madres, como si estuviera enojada con alguien.

Yuuki seguía secando el cabello de Yuna, regañándola por no tomar un taxi.

Y Kirito...estaba leyendo un libro al revés, haciendo gestos de curiosidad y de asombro, como si en verdad estuviera leyendo.

Luego de unos segundos, todos lo miraron-Hola Eugeo. -Dijeron los cuatro al mismo tiempo, luego siguieron disimulando que estaban haciendo algo.

-¿Qué paso Eugeo? ¿Te fue bien? -Preguntó Kirito.

-¿Estaban espiándome? -Preguntó.

-¡No! -Dijeron los cuatro sarcásticamente.

-Si ustedes lo dicen.

En la clase del profesor Klein, la lluvia no cesaba, incluso se tuvieron que prender las luces de lo nublado que estaba.

Parecía que el sol no existía, como si no hubiera nada más que nubes, agua y muchos rayos.

Yuuki le temía a los rayos al igual que Yuna, cada que caía uno muy cerca, ambas se asustaban bastante.

-Y este es el año en que se dio origen a la. -Un rayo cayó tan cerca que del susto que le provocó a Klein, se le cayó el plumón. -¡Me lleva la...!

Todos los alumnos se le quedaron viendo a Klein, ligeramente sorprendidos ya que él no solía decir groserías.

-Me lleva la...la...olvidemos eso. Retomemos la clase en que la sociología fue acuñada como termino en el año de. -Otro rayo volvió a caer, haciendo que el profesor Klein soltara de nuevo el plumón y Yuna y Yuuki soltaran un pequeño grito. -¡Ay que la chingada!

La clase fue, a grandes rasgos, metadas de madre del profesor Klein, gritos de Yuna y Yuuki, alumnos sorprendidos por el amplio conocimiento del idioma del profesor Klein.

Al finalizar, el pizarrón tenía varios rayones ya que no solamente el plumón había caído de las manos del profesor, si no también algunas veces se le iba un rayón por el susto que le pegaba.

-Siento que acabaré loco cuando se acabé la escuela. -Masculló Klein en su oficina.

Seguramente a la salida llovería peor aún, por lo que muchos alumnos, incluidos Kirito y Eugeo, se habían resignado a salir secos de ahí.

Kirito recordaba una ocasión en que él iba muy campante con su paraguas saliendo de la escuela hasta que el viento le arruinó el paraguas, mojándose todo de camino a la estación de tren.

La profesora Asuna había evadido el agua corriendo desde el estacionamiento hasta la escuela cubriéndose con su saco de vestir, no era lo mejor pero no se había mojado tanto.

-Oye Kirito, ¿puedes servirme un café en la sala de maestros? Aquí tienes la llave. -Pidió el profesor Klein.

-Profesor no le hago eso ni a mi madre, ¿Por qué se lo haría a usted? -Se quejó el chico.

-Número uno: porque soy tu profesor, ¡hombre!, favorito. Número dos: porque siempre te cubro cuando haces alguna estupidez y número tres: porque eres mi perra, ¡perra, así que ve y sírveme un café!

-No sabe cuánto lo odio, profesor Klein. -Masculló Kirito.

-Y no sabes cuánto te apreció. Ahora apúrate con mi café, ¡perra!

Kirito se fue echando madres y pateando el suelo. Al momento de poner la llave en la sala de maestros, se dio cuenta de algo anormal...alguien estaba roncando ahí adentro.

Al pasar con todo el cuidado del mundo, Kirito se percató que la persona que estaba durmiendo era la profesora Asuna.

Cuando ella volvió a roncar, sonó tan fuerte y tan gracioso, que Kirito salió de la sala de maestros a toda cautelosa prisa, cerrando cuidadosamente la puerta.

Al estar afuera, Kirito soltó una risotada gigantesca. La voz de Asuna no era muy gruesa, pero sus ronquidos sí que lo eran. Además roncaba como si fuera un buldog. Sonaba como el motor de auto descompuesto.

Cuando se reincorporó, Kirito volvió a pasar, mordiéndose la lengua para suprimir cualquier risa que le pudiera salir.

Sirvió rápidamente el café que ya estaba caliente en la cafetera, tratando de no hacer mucho ruido al servirlo.

Tomó unas servilletas y dos sobres de azúcar para que el profesor Klein no lo volviera a mandar de regreso, conociendo como era de desgraciado algunas veces.

Cuando pasó cerca de la profesora Asuna, se le quedó viendo un segundo...que se hicieron dos, tres, cuatro.

Ella había dejado de roncar gracias a Dios, de lo contrario Kirito no hubiera soportado la risa...aunque Asuna había quedado con la boca entreabierta, por lo que Kirito no podía darle un beso dormida, como si ella fuera la Bella Durmiente.

Tras verla unos segundos, simplemente dio un suspiro, saliendo de la sala de maestros, cerrándola con la llave.

-Aquí tiene su café, profesor Klein. -Anunció Kirito con mucho enojo.

-Gracias, por eso eres mi alumno favorito. -Sonrió Klein, quien echaba los dos sobres de azúcar a su café. -¿Solo dos?

-Si...¿Por qué pregunta?

-A mí el café me gusta bastante dulce, ¿podrías traerme otro sobre, de favor?

-Por supuesto. -Kirito salió casi corriendo a la sala de maestros. Quería ver nuevamente a la profesora Asuna dormir.

Al volver a entrar, tomó el famoso sobre de azúcar que restaba, viendo desde la mesa a su profesora dormir.

Aunque el corazón se le aceleró bastante ya que la alarma de la cafetera sonó, haciendo el ruido suficiente para que Asuna se despertara.

Kirito se dio la vuelta e hizo su voz un poco más rasposa, tratando de imitar al profesor Klein.

-Veo que ya despertó, profesora Asuna. Vine a servirme un café, espero no haberla molestado.

-¿Profesor Klein? ¿Está enfermo de la garganta o algo así?

-Sí, ya sabe cómo ha estado el clima. Mi garganta se inflamó un poco, por eso la voz.

-Hum, que mala suerte.

-Siga durmiendo, mandaré a Kirito a despertarla cuando sea hora de su clase, ¿le agrada la idea?

-Sí, mándelo a él...¿a usted no le da problemas?

-No, ¿a usted si?

-El sábado me lo encontré en un restaurant, le dije que se fuera aunque insistió en quedarse...al final fue bastante divertido charlar con él.

-Si yo fuera usted...le daría una oportunidad para charlar. -Si Kirito iba a sacar ventaja de su posición...no lo pensaría dos veces para hacerlo. -Él casi no tiene amigos, si lo rechaza se va a entristecer.

-Si me lo dijo...pero no pensé que eso le afectara tanto. Supongo que hablaré con él cuando le regrese el dinero que dejó en el restaurant.

-Hágalo, me dijo que había olvidado el dinero del almuerzo. Seguramente ese dinero le vendrá bien. -Kirito salió rápidamente de la sala de maestros, llevando corriendo con el sobre de azúcar en sus manos. -Casi me cago...

Al llegar a la sala del profesor Klein, él ya tenía la taza de café hasta la mitad. Kirito hizo un gesto de pregunta.

-Pues...probé el café y me gustó así de dulce, de todas formas gracias por ir por la azúcar. Espero no te moleste.

-No profesor Klein...no me molesta en lo absoluto. -Dijo Kirito en un tono melancólico.

Al ser receso, lógicamente nadie podría salir a jugar. Por suerte la cafetería estaba en el mismo edificio que los demás salones, aunque el calor se acumulaba bastante. Era como estar en los hornos de la escuela.

-¿Y desde cuando iniciaste la dieta, compañero? -Preguntó Eugeo.

-Je. Olvidé mi maldito dinero del almuerzo...se puede decir que estoy en una dieta "obligada". -Contestó Kirito, burlándose de sí mismo.

-Hum, que mala suerte. Si quieres puedo darte algo de lo que tengo.

-No. Siento que mi suerte cambiara pronto.

A lo lejos se veía que Yuuki y Yuna se dirigían a la misma mesa en donde estaban los dos muchachos. Esta vez Yuna no estaba escondida detrás de su amiga como solía hacerlo. Ella solamente era tímida con las personas desconocidas, pero una vez que les tomaba confianza lo mejor era tener unos grandes oídos, ya que ella tendría mucho, mucho que contar, sobre todo si se trataba de música.

-Hola chicos. -Saludó Yuuki. -¿Qué tal les va?

Kirito miró a varios lados, luego se señaló a sí mismo y a Eugeo, confirmando se les estaba hablando a ellos.

-¿Te refieres a nosotros? -Preguntó.

-Claramente, cabeza hueca. -Dijo Yuuki entre risas, dejando su charola en la mesa, sentándose a un lado de Kirito.

Esta vez Yuna se quedó pensando unos segundos, al final decidió sentarse a un lado de Eugeo, pero con una enorme distancia que los separaba. Cada uno estaba a los extremos de la banca.

-Esperen un segundo, algo me dice que se ha alterado el orden natural de las cosas. -Observó Kirito.

-¿Por qué lo dices? -Preguntó Yuna, tomando de su jugo de naranja.

-Puesto que, hay varias bancas desocupadas...y ustedes prefirieron sentarse con nosotros.

-Concuerdo con él. -Eugeo se llevó un bocado de sus espárragos a la boca.

La profesora Asuna estaba buscando a alguien con la mirada. Muchos curiosos estaban al pendiente de quien era. Se notaba un poco desesperada.

-¿A quién estará buscando la profesora? -Observó Eugeo, que era el más alto de los cuatro.

-Ojala que a mí, siempre me gusta verla porque es muy hermosa. -Yuna se llevó las manos a la cara mientras se sonrojaba.

Eugeo y Kirito se le quedaron viendo raro a Yuna, Yuuki sonrió apenada, mientras que Yuna también sonreía pero un poco de la felicidad.

-No le hagan caso. -Rió Yuuki, apenada.

Cuando Asuna localizó a Kirito, naturalmente fue hacia su mesa, Yuna trató de contener su emoción.

-¡Si, les dije que me estaba buscando a mí! -Susurró ella, victoriosa.

-Kirito, muchacho, que bueno que te encuentro. Olvidaste esto el otro día. -Asuna le dio un billete y un par de monedas a Kirito directamente en la mano. -Te fuiste como si nada.

-No se preocupe, la verdad es que tenía un poco de prisa solamente. -Sonrió él.

-¿En dónde lo olvido? -Preguntó Eugeo a propósito.

-Ah...tal vez...tal vez...¿en el salón? -La profesora Asuna no sabía que responder.

-Sí, sí. ¿En verdad no recuerda, profesora? Fue el otro día, cuando olvidé mi dinero en el salón.

-Exactamente. Ahora tengo que irme, tengo unos asuntos que atender. -La profesora Asuna emprendió la retirada rápidamente, haciendo sonar sus tacones por toda la cafetería.

-Jeje, soy el mejor. -Pensó Eugeo para sí mismo.

-¿Olvidaste tu dinero en el salón? -Cuestionó Yuuki.

-Son cosas que pasan, nada del otro mundo. -Se excusó Kirito.

-Yo creo que ustedes dos se encontraron en algún lugar y se te olvido el dinero, algo así como en una cafetería...o tal vez un restaurant de por tu casa. -Cuando Eugeo terminó, Kirito le piso el pie.

-Oye buen amigo, ¿te parece si me acompañas a comprar mis cosas? -Kirito jalo de la camisa a Eugeo, llevándolo a rastras hasta la barra de comida.

-Oye, ¿Por qué la agresión?

Yuuki y Yuna se quedaron viendo confundidas, pero seguramente no era nada extraño.

-¿Me pasas la ensalada de huevo? -Preguntó Yuna.

Kirito estampó contra la pared a Eugeo varias veces, dejándolo mareado.

-Oye, oye, ¿Por qué tan agresivo el día de hoy? -Cuestionó Eugeo.

-¡Muy bien idiota, si sabes algo mejor dímelo ya antes de que te lo saque a golpes!

-Si...los vi...tal vez les tomé fotos. -Confesó Eugeo.

-¡¿Por qué putas nos tomaste fotos?! -Kirito volvió a estampar contra la pared a Eugeo en repetidas ocasiones.

-Para chantajearte, ¿Qué no es obvio?

-¡Hijo de!... -Alice iba pasando con sus amigas, platicando animadamente. -Me la voy a cobrar antes de lo que piensas, ¡maldito perro!

Kirito empujó a Eugeo haciéndolo chocar con Alice, él fue el único que cayó de lleno al suelo por la fuerza con la que había sido empujado. Alice solo cayó sobre sus rodillas.

Sin más que decir, Kirito fue a comprar lo que quedara de comer. Quedaban diez minutos para receso.

Eugeo no encontró palabras para excusarse con Alice. Ella solo miraba con confusión y gracia al chico que se trataba y cantinfleaba buscando alguna explicación que sonara mediamente lógica...no lo logró.

Simplemente Eugeo se fue echando humo de la cabeza por la vergüenza de haber quedado como un idiota.

Al momento del toque, la lluvia no había parado. No estaba rompiéndose el cielo pero tampoco era como pasear por el campo sin preocupaciones.

La profesora Asuna estaba refugiada bajo un árbol, viendo su auto a lo lejos en el estacionamiento... mientras esperaba que la lluvia cesara.

Miraba su reloj y miraba al cielo. Ni el tiempo ni el clima estaban de su lado, para su muy mala suerte.

Tras unos segundos más de espera, ella escuchó unos pasos detrás de sí, que se detuvieron de súbito.

Al voltear a ver, encontró a Kirito con su paraguas, observándola seriamente, como si estuviera buscando algo que decir.

-No le gusta mojarse, ¿verdad profesora? -Preguntó Kirito.

-¿A quién le gustaría? -Contrarió ella.

-A su alumna Yuna, la del cabello castaño y ojos color miel, ¿sabía que ella toca la guitarra?

-No...no lo sabía. -Kirito se acercó a la profesora Asuna, tomándola del brazo, a lo que ella se puso un poco nerviosa e incómoda.

¿Sería que Kirito le estaba coqueteando? ¿O simplemente era servicial y caballeroso?

-Quizá debí preguntarle antes de tomarla del brazo pero...¿le gustaría que la lleve a su auto?

-Pues ya estamos aquí, ¿Por qué no? -Respondió serenamente.

Asuna quería caminar rápidamente, pero al ir del brazo de Kirito estaba encadenada a un caminar lento, muy lento. Como si ambos fueran dos mitades de una hoja de árbol que va cayendo, rompiendo las capas de aire que encuentra como obstáculo.

Kirito caminaba un poco en zigzag, sorteando los charcos de agua más grandes para que Asuna no se mojara sus tacones.

-Escogí un pésimo día para usar tacones sin calcetines, se me están congelando los pies. -Expresó la profesora Asuna.

-Le sugiero que ponga el aire acondicionado caliente en sus pies, cuando hace mucho calor yo suelo quitarme los zapatos y poner el frío, aunque se apeste ligeramente el auto.

-Deberías cuidar un poco más de tu higiene, Kirito. -Rió Asuna, sonriendo de una forma hogareña.

La sensación que Kirito tenía en su pecho era de calor, sentía como si le estuvieran apretando un poco el corazón. Sus manos no temblaban, todo lo contrario: estaban muy relajadas.

Lo mismo pasaba con sus piernas, sentía como si le pellizcaran los muslos de una forma suave.

-¿Entonces...entonces esta es la sensación del amor? -Cuestionó Kirito en su mente, viendo a Asuna sonreírle.

Al llegar al auto, ambos se soltaron, Kirito abrió la puerta del mismo, alzando el paraguas para que la profesora Asuna no se mojara al entrar, mucho menos los pies.

-Que caballeroso. -Observó ella. -Muchas gracias, Kirito. Nos vemos mañana.

-Hasta mañana...profesora Asuna. -Kirito cerró suavemente la puerta, mirando como Asuna se ponía el cinturón de seguridad, encendía el auto y finalmente le dedicaba un gesto de despedida además de esa misma sonrisa hogareña.

Ambos, peatón y auto, salieron por el estacionamiento. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, Kirito le mandó un beso a Asuna, sonrió sin abrir la boca, cerrando los ojos y sintió solo una cosa: paz, mucha paz.

-¿Verdad que es hermosa? -Yuna estaba detrás de Kirito, sacándole un susto de ultratumba.

-¡Dios, Dios, por el amor de Dios, casi haces que me dé un infarto! -Farfulló Kirito.

-Ups. -Yuna se cubrió la boca para esconder una sonrisa de oreja a oreja.

-Uff. -Kirito se arregló la cortaba. -Pero tienes razón...ella es hermosa.
____________________________________
La verdad es que esa escena se me hizo bastante romántica, por lo cual la coloco en mi top 10 de escenas románticas de mis libros (y tengo varias) nos vemos en una semana y espero les este gustando la historia, compartanla para llegar a una mayor audiencia y así podamos tener el dominio total del mundo :v hasta el miércoles.
Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro