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Capítulo 39.-Flores de cerezo.

-¿Y volviste a soñar con él? –Preguntó Kirito, sentado en la mesa, comiendo con Asuna en la tarde al tiempo en que Eugeo y Yuuki hacían el amor en la casa de ésta.

-Sí... -Desde que soñó con aquel amor de secundaria por primera vez, ese sueño era más común según pasaban los días.

-Me alegra que me lo digas, eso me dice que me tienes la confianza suficiente, y te lo agradezco. Sin embargo, deberías dejar eso atrás, ya no eres una niña.

-¡No es porque no haya madurado lo suficiente!...quizá y simplemente son recuerdos que tengo enterrados y que quieren salir.

-Te diré lo mismo que te dije esa vez en el restaurante..."morir es fácil, instantáneo...vivir, eso es más difícil".

-¿Tu vivirías por mí?

-Ya lo estoy haciendo. –Ambos sonrieron.

Escuchaban Imagine, de John Lennon mientras comían, Asuna meneaba la cabeza y tarareaba partes de la canción, sacándole una risita a Kirito, quien trataba de comer el resto de lo que quedaba en su plato.

-Te amo...y aunque sea poco prudente y arriesgado, quiero que tengamos una cita. –El joven abrió los ojos ante la propuesta de su profesora, naturalmente, lo sorprendía mucho.

-No solo es poco prudente y arriesgado. También es tonto e ilógico...y aun con esas, acepto la propuesta.

-¿Te gusta el sábado para la cita?

-¿Después de desayunar?

-Está excelente. –Ella le dio un sorbo a su vaso de té helado. Hacía calor en la casa.

Al día siguiente, y muy para la sorpresa de todos, Eugeo y Yuuki llegaban tomados de la mano. Las miradas incrédulas se posaban en ambos, pero sí, ya eran novios de manera oficial.

Al verlos, Alice se sintió triste en un primer momento. No obstante, se alegró tras unos minutos de meditarlo: Eugeo podía ser feliz tras esa gran desilusión del amor, no enganchándose a algo que no podía ser.

Yuna y Kirito sonreían ampliamente a la llegada de los dos tortolitos, cada uno de ellos saludando a su respectivo amigo.

De no haber sido por la intervención de Yuna y Kirito, los dos nunca se hubieran hablado nuevamente, y jamás se hubieran confesado lo que sentían muy en el fondo de su corazón, por lo cual era excelente para el cuarteto.

El profesor Klein llegó con los dos pajaritos, soltando una pequeña risa al tiempo que sonreía abriendo la boca.

-Me doy cuenta que seguiste muy bien los consejos que te di, ¿no es así, Yuuki?

-Se lo agradecemos mucho, profesor Klein. –Dijo ella.

-Pues no los vayan a dejar botados ahí nada más. –Klein se acercó a Eugeo. –Y dime...¿seguiste los consejos que te di cuando estábamos en mi auto de camino al parque?

-¡Pro-profesor, ¿Qué clase de preguntas hace?! –Por el sonrojo de Eugeo, Klein y Yuuki se pusieron a reír. Era muy tierno verlo así, apenado.

La profesora Asuna de igual forma se sintió sorprendida por la relación de ambos...pero se molestó ligeramente con Yuuki por no haberle dicho ese secreto cuando ambas eran confidentes y hermanas de otra madre, pero prefirió dejar eso a la suerte. Seguramente era algo muy personal de ella.

Al toparse con Yuna, ésta le dio un enorme beso en la mejilla como solía hacerlo, dándole su típico abrazo "de sanguijuela".

-Muy bien Yuna, si me sueltas te propondré algo que seguramente te va a encantar. –Negoció Asuna al sentirse asfixiada.

-Está bien. –Respondió ella, con desanimo. -¿Y que es esa propuesta? ¡¿Es de matrimonio?!

-¡No! El punto es que tengo un evento muy importante el sábado en la mañana. –Asuna vio a Kirito de reojo, él simplemente le sonrió y se adelantó al salón. –Y quiero que el viernes saliendo de la academia me acompañes a comprarme ropa.

-¡Cuente conmigo, no la voy a decepcionar! –Por la cabeza de Yuna pasaban muchos atuendos; vestidos de noche, trajes de baño, ropa para el verano...tanto se metió en esos pensamientos que la nariz le empezó a sangrar.

-¡Dios mío, Yuna, te esta sangrando la nariz! –Farfulló Asuna con preocupación.

-No se preocupe, no es nada. –Se notaba que Yuna se había sonrojado y con una sonrisa boba, seguía imaginándose a la profesora Asuna con todos los estilos que pudiera tener.

Eiji la miraba con bastante molestia, llegando para darle un pellizco en el brazo y jalarla de las orejas al salón. Los dos estaban que echaban humo: una por amor y el otro por enojo.

-No quiero ni pensar en que cosas tan sucias estás pensando, Yuna. Seguramente la pobre de nuestra santa profesora está siendo profanada de quien sabe cuántas maneras. –Masculló Eiji, colérico.

-Es que es tan hermosa. –Balbuceó ella.

Kirito pasaba por el salón de Alice, ella ya lo estaba espiando desde unos segundos antes, tomándolo de la muñeca para detenerlo.

-¡Kirito! Perdón por ser tan sorpresiva pero...¿hoy si podremos estudiar? Ayer me dijiste que sí pero no apareciste en todo el receso.

-Respecto a eso...estaba un poco ocupado atendiendo asuntos de extraordinaria importancia, ¡claro que no te hago de menos o te hago a un lado, pero era una cuestión muy importante!

-Ya veo...espero hoy si puedas. –Alice soltó una sonrisa que ocultaba su dolor.

Al irse Kirito, ella se llevó las manos al corazón, teniendo una duda que azotaba el mismo. Ella nunca había sido del rogar, ¿Por qué ahora sí lo hacía con Kirito? Ni siquiera en su punto de mayor romance con Eugeo lo hizo, ¿Por qué con él sí?

¿Es que estaba tan enamorada de Kirito o algo en ella cambiaba tan de repente? ¿Eran sus ganas de estar con él la que la impulsaban a hacer eso?

Cual fuera la razón, ella quería saberla, pero ni siquiera buscando en sí misma lo sabía por lo complicado que era su corazón al ser igual de parco y cerrado que la actitud del muchacho hacía ella.

Era normal, eran amigos y nunca antes tuvieron un acercamiento romántico y, en caso de que Kirito lo pensara, claramente él era confidente e incluso ayudante de Eugeo en su relación con ella, por lo que quizá nunca se hizo a la idea de amarla.

Eso complicaba el juego para Alice, teniendo pocas opciones y pocas formas de atacar como lo podía hacer con Eugeo, quien estaba enamorada de ella...pero con Kirito no sería lo mismo.

Tenía que ser cuidadosa y no llegar al punto de acosar al muchacho, que poco no le faltaba para tal, espiándolo para encontrárselo "de casualidad".

Ya era el viernes y Asuna se encontraba en su auto afuera de la escuela, vaya que era una sorpresa para todos los alumnos encontrarla ahí, sobre todo en su día de descanso.

Yuna iba hecha un rayo completamente para llegar con su amada profesora, saltándole encima para darle ese abrazo que era tan querido por Yuna...pero tan incómodo para Asuna.

Antes de marcharse, y aprovechando que estaba ahí, le guiñó el ojo a Kirito y le mandó un beso, arrancándole un suspiro de amor.

Lo curioso del asunto, es que Yuna se asomaba por la ventana para sacarle la lengua a Kirito mientras le enseñaba un pulgar abajo, burlándose de él. Sorpresivamente, la ropa que iba a comprar Asuna...era para la cita que tendría con Kirito.

Antes de marcharse, Alice se despedía de beso de sus amigas, incluso de Eugeo y de Yuuki, deseándoles lo mejor y acariciándole los cabellos al muchacho: ahora iba por su pequeño amor que era perteneciente a otra mujer.

Para sorprenderlo, lo tomó del brazo, pegándole inocentemente los pechos, provocarle que abriera los ojos como platos.

-Gracias por el estudio hoy también, espero no te moleste que te pida ayuda muy a menudo. –Agradeció ella con una leve caricia en el antebrazo.

-No hay de que Alice, pero tengo un poco de prisa ya que mi madre me va a matar si no llegó temprano. Estaría bien que algún día vengas a venir a estudiar a mi casa.

En la lógica de Kirito, si ambos estudiaban en su casa, Alice no podría estar con cosas románticas por simple respeto a la familia del muchacho y respeto a estar en una casa ajena.

-¡Me encantaría! No pensé que me lo fueras a pedir alguna vez, aunque no sé cómo reaccione mi padre cuando le diga, seguro le da un infarto.

-Ah, tu padre, tu padre. Bien, nos vemos luego, Alice. –Kirito se trató de separar, pero ella lo agarró un poco más fuerte para darle un beso en la mejilla, uno muy comprometedor y que podía ser más que un simple "beso de despedida".

-Hasta entonces, Kirito. –Alice se fue con su caminar de venada con un leve sonrojo en sus mejillas.

-Merde...

El centro comercial donde las dos chicas se encontraban paradas era uno de los más caros y lujosos de todo Japón...por lo que Yuna se sentía pequeña como hormiguita.

Incluso el agua embotellada costaba el doble de una comprada en una tienda o en un supermercado...por lo que Yuna, además de sentirse como hormiguita, se sentía como una hormiguita esclava.

-Profesora Asuna, tengo una duda: ¿Está todo muy caro o es que yo soy pobre?

-Está todo muy caro. –Se rió Asuna. –Estos son productos franceses, aquí es donde compro mis perfumes.

-Ay que bonito...yo no sabía que usted era francesa.

-Por qué no lo soy, Yuna. –Sonrió ella. –Viví ahí diez años, pero no soy francesa.

Al llegar a la tienda de ropa favorita de la profesora Asuna, un hombre de ojos azules y de cabello rubio vestido de traje recibió a las dos señoritas, se notaba bastante emocionado de ver a Asuna.

-¡Asuna, quelle surprise de te voir ici, quelle joie de revenir!

-Remy, la surprise est à moi, tu es devenu plus attrayant ces mois-ci.

-Vous me flattez, mais rappelez-vous que je suis engagé.

-Heureusement de ta petite amie, maintenant dis-moi ce qui est à la mode dans la ville de l'amour.

Yuna miraba impresionada el cómo Asuna hablaba francés de una forma tan fluida y natural, casi como si fuera su lengua natal. Claramente, estar exiliada en ese país por diez años le había dado mucho tiempo para aprender el idioma...más a la fuerza que por su voluntad propia.

El joven encargado se acercó a Yuna, sonriéndole y poniendo su mano en la cabeza de la chica.

-Bonjour, belle demoiselle, ¿la nièce de Miss Asuna? –Yuna no había entendido nada, simplemente miraba un poco asustada, con una sonrisita tonta y negando con la cabeza.

-Elle ne parle pas français, Remy. mais elle n'est pas ma nièce, elle est mon élève, de quoi ne vous souvenez. ¿Vous pas que je suis enseignante?

-Comme je suis maladroit, j'ai complètement oublié. être comme ça...Buenas tardes, señorita.

-Bu-buenas tardes. –Al recibir un beso en la mano por parte del chico, Yuna fue corriendo para refugiarse tras Asuna.

-¿Por qué tan tímida de repente? Si nunca has sido así desde que te conozco.

-Es que soy tímida con las personas que recién conozco...me dan algo de desconfianza.

-Ay que linda eres cuando estás así, pareces una gatita.

-¡Me avergüenza!...pero gracias de todos modos. –Susurró Yuna con cierto aire de victoria.

Al momento de la pasarela, que era como ambas chicas decidieron llamar a probarse la ropa, a Yuna le ofrecieron una copa de vino al ser mayor de edad.

En general la ropa era algo diferente a la vestida en Japón, se notaba que era del otro lado del mundo. Asuna salía modelando un top de blusa verde con encaje en los hombros que estaban al descubierto, a media manga y con un pantalón en color blanco.

Yuna simplemente hizo un gesto de desaprobación, por lo que Asuna fue y se cambió de ropa.

El siguiente conjunto que se probó era una blusa también a media manga, con botones hasta la comisura de los pechos y era de color blanco con una raya gruesa rodeada de dos estrechas de color rojo. Para las piernas, una mini falda de mezclilla con las líneas centrales con un pequeño corte para más movilidad.

Yuna estaba sangrando de la nariz y le tomaba varias fotos a Asuna, quien se sonrojaba ligeramente por ser el espectáculo carnal de su alumna. Simplemente se encerró de nuevo en el probador.

Al salir, llevaba puesto algo muy minimalista pero no malo: blusa blanca a media manga y con diminutos puntos en color negro y el pantalón era también de color negro.

Una vez más, Yuna negó con la cabeza.

En cuanto a Remy, él estaba empezando a desesperarse ya que no quedaban muchos conjuntos nuevos que pudieran venirle bien a Asuna, pero el último de ellos se podía decir era el mejor.

Era una blusa que le dejaba los hombros al descubierto, con la manga abultada y un botón que lo unía siendo bastante lindo. En los brazos y donde acababa la blusa, un moño de color azul adornaba esa parte, además de que la blusa era a rayas azules delgadas, resaltándole el pecho.

El resto del conjunto era una falda blanca poco más arriba de las rodillas, siendo reveladora pero no muy atrevida. La falda se amarraba como si fuera un corsé, teniendo una pieza de cuero marrón claro que resaltaba la cintura de Asuna, amarrándose finalmente con un cordón del mismo material.

Al salir del probador, Yuna abrió los ojos de la sorpresa, abalanzándose sobre Asuna para darle un abrazo "de sanguijuela".

-¡Se le ve hermosamente hermoso, preciosamente precioso, y todo lo que termine en "oso"! –Farfulló la chica al tiempo en que Remy y los de seguridad trataban de separar a Yuna del regazo de Asuna.

-Yuna suéltame, por favor.

-No quiero. –Sonrió la chica.

Y salían de ahí con la ropa ideal para la primera cita que tendría con Kirito...claramente Yuna no sabía de ello o de lo contrario le tronaría el cuello al muchacho usando sus propias manos.

Todo estaba listo para la primera cita secreta, aunque a ciencia cierta no era una muy buena idea.

Kirito estaba en la noche tratando de elegir que ropa ponerse para el día de mañana, que era su primera cita de toda la vida.

También era la primera cita de Asuna, ya que "él" nunca la veía más que en la escuela más que nada porque los padres de ella nunca le daban permiso para salir, siendo algo como el Zarévich Alekséi, estando bajo protección casi las veinticuatro horas del día.

No obstante, Asuna ya se mandaba sola por ser una mujer medianamente independiente. La casa era de sus padres, pero al no ocuparla, se la dieron a su hija menor, el detalle era que Asuna ya trabaja y tenía todas sus cuentas en orden.

Regresando con el muchacho, Kirito estaba desesperado ya que buscaba una camisa que lo hiciera ver como un hombre y no como un adolecente, quería verse lo más maduro posible.

Suguha pasaba por el cuarto de su hermano para avisarle que la cena estaba lista, por lo que ella se dio cuenta que ahí el susodicho se notaba totalmente estresado al no decidir que ponerse, por lo que ella soltó una buena carcajada.

-¡¿Qué?! –Farfulló Kirito al tiempo en que se sonrojaba y trataba de ocultar todo lo que hacía.

-¡Te atrape! ¿Qué se supone que estás haciendo? –Cuestionó Suguha con una risita, acercándose a la mesa de noche de Kirito, la cual tenía un florero con una rosa. -¿Para quién esta bella flor? ¿Es para otra florecita?

-¡No es tu incumbencia, Suguha! ¡Mamá, mi hermana me está fastidiando! –Se quejó Kirito con notoria molestia en su voz pero a la vez con ese tono infantil.

-Sólo dime para quien es, además yo siempre te cuento mis secretos.

-Suguha ¡carajo! ¡Por qué no vas y le cuentas secretos a tu chin...!

En la cena, Suguha reía con bastante alegría al tiempo en que Kirito tenía su semblante totalmente molesto. Su madre trataba de contener a ambos para no iniciar una infantil pelea de hermanos.

-¿Entonces vas a tener una cita? –Preguntó su madre.

-Sí. –Masculló el muchacho, mirando con más enojo a su hermana.

-Que bien. Sólo te pido que no llegues muy tarde, ¿estarás fuera todo el día entonces?

-Por decirlo de alguna manera.

-Trata de no ponerte muy nervioso...mi niño ya es todo un jovencito. –Sonrió ella.

-Mamá dejé de ser niño desde que tengo ocho años, ¿Por qué te das cuenta hasta ahora?

-Es difícil para los padres darse cuenta el que un hijo ya no es niño y ya puede empezar a tomar sus propias decisiones.

-En todo caso...te tardaste mucho tiempo en darte cuenta.

Para la mañana siguiente, Kirito esperaba a Asuna afuera de la cafetería en donde siempre se veían esos días. Ella iba con un leve retraso de dos minutos, pero el chico no entraría en desesperación. Fingiría molestia para sacarse unas buenas risas de Asuna, pero ese deseo desapareció apenas vio caminar a Asuna hacía el.

Sus cabellos se movían con cada paso que daban, usaba zapatos de tacón rosado que sonaban con bastante fuerza en la acera, pero su falda era la que mecía con el viento de una forma tan espectacular que hizo que el muchacho se quedara boquiabierto.

Asuna llegó, le acarició la mejilla y le dio un beso en la nariz. –Es de mala educación ver a las chicas de esa forma. –Rió ella al tiempo en que cerraba la boca del muchacho suavemente con su mano al pasar el dorso de su mano por el mentón.

-Cásate conmigo. –Fue lo primero que pensó el muchacho.

-¡¿Eh?! ¡¿Qué?! –Asuna se puso roja hasta las orejas por aquella propuesta tan sorpresiva en todos sus aspectos.

-Te lo dije de manera indirecta esa vez, ¡cásate conmigo y déjame ser el hombre más feliz del mundo.

-¡No! ¡Qué vergüenza! ¡Primero sal de la preparatoria, consigue una carrera universitaria y un trabajo decente y entonces lo pensaré!

-Por ti lo haré, haré todo lo que me pidas para que te cases conmigo. –Kirito tomó la mano de Asuna y le dio un beso. –No se te olvide que te amo.

-¡Nunca lo hago, idiota, pero se supone que eso me lo tendrías que decir al final de nuestra última cita como novios y no en la primera!

-Soy muy impaciente, eso es todo.

El desayuno entre ambos fue un poco de lo mismo, vergüenza por aquí, pena por allá. En fin, la elocuencia de Kirito le daba para avergonzar a Asuna de muchas maneras siempre que le hablaba de cositas tontas de amor, el amor que sentía por ella.

Él tenía la mala costumbre de pedir siempre lo mismo todos los fines de semana sin excepción alguna. Incluso, y como era muy temprano, casi no había gente en el restaurante, por lo que se sentaban en la misma mesa que lo hicieron aquella vez en que ella lo ahorcó por sacarla de quicio.

Eso último no le molestaba a Asuna, pero siempre le insistía a Kirito en que probara algo más que no fuera una taza grande de café y un sándwich de jamón.

-Te recuerdo que no todos somos adinerados como tú, Asuna. Yo tengo el dinero más contado...por no decir que tengo que ahorrar todas las semanas para poder comprar un sándwich de trecientos yenes y un café de cien, tengo los recursos algo contados.

-Si me lo decías así entonces no te seguiría insistiendo...me pregunto cómo reaccionaran mis padres cuando sepan que soy novia de un chico cinco años menor que yo y que además no es de familia acomodada.

-El problema no es como reaccionen ellos, el problema es como reaccionaré yo con la reacción de tus padres...¿te enojarías si dejo en silla de ruedas a tu padre si lo golpeo con un paraguas?

-¡¿Que tonterías estas diciendo?! ¡Mi familia te va a meter a la cárcel de forma segura!...odio ser parte de la burguesía. –Asuna se desparramó en su asiento.

-Lo nuestro es como la relación que Friederich Engels y Mary Burns...claro que a la inversa. –De igual forma que Asuna, Kirito se desparramó en su asiento.

-Se nota que prestas atención a la clase del profesor Klein.

-No ha dejado de fastidiarme con eso desde que sabe que ambos estamos enamorados.

Con el desayuno hecho, los dos partieron a Roppongi, donde al caminar por las calles podían ver la torre Sakura y los enormes edificios que caracterizaban a la zona, siendo bastante lindo.

Las sukuras adornaban todo su recorrido, dejando caer algunas florecillas en el proceso. Una de esas fue tomada por Kirito, quien la puso arriba de la oreja de Asuna, para que se viera más hermosa todavía.

Al final de la calle estaba el Roppongi hill, que era hermoso. Había un corazón hecho de flores de sakura, ambos amantes se miraron de forma picara, atravesando el corazón, lo cual suponía una unión eterna e irrompible, por más que las cosas indicaran lo contrario.

Los pequeños lagos artificiales adornados con fuentes de lo más curiosas, como si fueran una regadera cuadrada, tirando agua desde arriba hacia abajo y no a la inversa.

Los árboles se reflejaban en el agua, lo mismo pasaba con ellos dos, quienes iban tomados de la mano...salvo que Kirito tenía unos lentes negros y una gorra blanca. Asuna usaba un tapabocas para no ser descubiertos por nadie de la academia si es que los llegaban a ver de pura casualidad.

Así que eso los tranquilizaba, pero Kirito deseaba darle un beso en los labios a Asuna ya que el momento lo ameritaba, pero ella siempre lo evadía poniendo la mejilla o agachándose ligeramente para que se lo diera en la frente.

Para descansar, los dos fueron a un café que tenía un jardín en la azotea, así que ahí el muchacho se quitó la gorra y los lentes, de igual forma Asuna se quitó el tapabocas del rostro, pidiendo algo frío para el calor de primavera.

Como muchas flores recién nacían, los pequeños retoños del jardín del edificio apenas brotaban, siendo tiernos y lindos por ambas partes.

El edificio donde se encontraban estaba situado justo en el centro de Roppongi, así que se lograba ver todo lo que el barrio tenía para ofrecer, siendo cada una de esas cosas algo maravilloso.

Al acabar de beber y descansar, los enamorados se pusieron de nuevo sus disfraces, bajando para ir a alguno de los varios cines que rondaban el barrio, escogiendo una película romántica, de esas donde la miel es exagerada.

A mitad de la película, Kirito lloraba, limpiándose las lágrimas con el pañuelo de Asuna, quien lo veía con cara de "enserio". No eran unas pocas lagrimitas, no. De vez en cuando a Kirito le daba por sollozar, haciendo reír a Asuna.

Lo bueno es que la sala no estaba muy llena o de lo contrario los dos estarían en serios problemas con seguridad sacándolos del cine de forma segura, pero no era molestia.

Al salir de la película, ella se la pasaba riéndose de su compañero, quien tenía los ojos ligeramente hinchados por tanto llorar por aquellas escenas de los amores contrariados.

-Eres un llorón, se supone que yo debía de llorar para que tú me consolaras con un abrazo. –Se burló Asuna.

-Vamos...tuve muchos sentimientos encontrados, ¿Por qué ella se fue sin decirle nada? Pobre chico, no merecía eso. Lo peor es que regresó como si nada...

-No quisiera decir que me das lastima ya que me das risa y ternura a la vez. –Asuna se adelantó al muchacho para ponerse frente a él, sonriéndole detrás de ese tapabocas y acariciándole le mejilla.

-¿Qué tal si tú eres la que me consuela con un abrazo?

-Que así sea. –Asuna abrazó muy fuertemente a Kirito, estando así unos segundos. Se separaron un poco, quedando a diez centímetros una nariz de la otra, se veían reflejados en los ojos del otro.

De repente, se notaba que detrás de ese tapabocas, Asuna respiraba rápidamente y aunque no se viera gran parte de sus mejillas, se notaba ligeramente sonrojada.

-¿Te encuentras bi...? –Los labios de Kirito fueron acallados cuando Asuna le dio un beso por encima del tapabocas, cerrando los ojos al tiempo en que él los abría más por la sorpresa, pero rápidamente sonrió para sus adentros y también cerró los ojos.

-Y-ya lo hice...ya te di el beso que tanto querías. ¡Así que no molestes otra vez!

-Tan propio de ti. –Sonrió el muchacho.

No se podría contar eso como un "primer beso" ya que estaba esa barrera de por medio...pero para Kirito, eso bastó para hacerlo volar por las nubes y los cielos.

El resto de la tarde fue para ellos una larga caminata por la ciudad, visitando algunos museos de forma rápida y viendo exhibiciones callejeras de música o de teatro, siendo maravilloso para los dos por igual.

Eran cerca de las ocho de la noche, el sol apenas estaba cayendo, abriendo paso a las maravillas de la noche.

Por pasársela tan distraídos con las cosas de la calle, ninguno de los dos se dio cuenta que no habían comido, pero tampoco sintieron hambre al estar tan enamorados el uno del otro en su primera cita, que fue sin duda todo un éxito.

La flor de cerezo ya estaba marchita en la oreja de Asuna, por lo que ella se la quitó, dándole un pequeño beso de agradecimiento para luego tirarla en una maseta de las varias que tenía.

El canarito que Kirito le compró aquella vez se la pasaba volando en su jaula, cantando unas pequeñas y cortas melodías. Se notaba que estaba muy feliz.

-¿Te hizo buena compañía? De hecho, engordó bastante desde que te lo compré.

-Es igual de glotón que tú. –Asuna soltó una risita. –Salió igual a su padre. Pero sí, ese pequeñín me hizo muy buena compañía, sus cantos eran muy lindos para despertarme.

-Jaja. Es tu despertador natural.

-Algo así...pero se enoja cuando como pollo o algún ave.

-Por que será. –Kirito metía el dedo en la jaula para que el pequeño canario se lo mordiera, siendo suave y apenas haciéndole sentir dolor. -¿Y cuál era su nombre?

-Lo llamé Mussolini. –Kirito se le quedó viendo raro a Asuna por aquella respuesta aún más rara. -¡No me preguntes por que!...pero de cariño le dijo "Mussi".

-Ok...escuché de peces llamados Mussolini...¿pero canarios?

-¡De ahí saque la idea, ya déjame tranquila! -Asuna infló las mejillas y Kirito se soltó a carcajear.

Ya en casa, Kirito estaba más que feliz, se echó a su cama sin ganas de dormir por lo emocionado que se sentía ya por sí solo. Ese día tuvo su primera cita con Asuna, (aunque fuera a escondidas, eso a él no le importaba), y había dado su primer beso, ese que nunca iba a olvidar al pasar tantos y tantos años.

Un ente misterioso y extraño entraba en su habitación de forma discreta, una pisada se escuchaban en el mismo, así que Kirito miró a su puerta de inmediato.

-¡¿Por qué estás tan feliz, Onii-chan?! –Cuestionó Suguha con la intención de molestar.

-¡Oye, fuera, no me molestes!

-¿Qué tanto hiciste mientras no estaban en la casa? ¿Visitaste un hotel del amor o algo así? ¿Te dieron muchos besitos?

Al recordar el beso con Asuna, Kirito se sonrojó. -¡No fastidies, Sugu! –Terminó por aventar una de sus almohadas a la puerta mientras Suguha salía corriendo muerta de risa. –Tal vez no me dieron muchos besos...pero el que tuve fue más que suficiente para mí. –Pensó Kirito, poniéndose otra de sus almohadas en el rostro ya que se estaba sonrojando más.
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Amorsh, Yuuki y Eugeo están bien enamorados <3

Ay con Yuna, siempre acosando a Asuna :v ahora Hasta la profanó a la pobrecita xd

Y sí, sé que muchos no están satisfechos con este "beso" y comprendo que no lo estén...Ya que este no es el beso bueno 7u7 ya verán que quiero decir con eso.

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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