Capítulo 23.-Y en eso llegó navidad.
En la posada, los alumnos se encontraban arrogando serpentinas, arroz, lo que fuera que tuvieran en manos pero que pudiera ser utilizado para arrogarse a una buena distancia.
Se utilizaba verdaderamente para celebrar o sólo para joder la madre...en cualquiera de los casos, la respuesta no era muy difícil si se pensaba ligeramente.
Alice le arrogaba arroz a Eugeo y a Yuuki mientras los tres reían y se escondían tras las paredes para evitar ser golpeados por los granos. Klein tenía una escoba a su lado, esperando el momento para empezar a recoger todo el santo desastre que sucedía en aquel lugar, pero que de todas formas sería lindo como un recuerdo posterior.
Asuna repartía los regalos a sus colegas y los alumnos. Al encontrarse con Yuna, ella le dio de regalo un enorme abrazo y un enorme beso en la mejilla, de esos que solía dar Bugs Bunny a Elmer gruñón. Cuando la profesora le dio el regalo, otro enorme abrazo y beso fueron a parar en Asuna.
-Señorita, suélteme. –Pidió.
-No quiero. –Sonrió Yuna.
Entre Eugeo, Klein y Eiji tuvieron que quitarle a Yuna como si fuera una sanguijuela, que no faltaba mucho para parecer una de verdad. Cuando al fin se la quitaron, Asuna dio un fuerte suspiro, como si la hubieran estado asfixiando.
Al llegar con Kirito, ella se ruborizó ligeramente, entregándole la caja envuelta en papel navideño, sin muchas ganas de verlo a los ojos por miedo a que descubriera lo que sentía por él.
El chico recibió el regalo con bastante apreció, al abrirlo, se llevó la increíble sorpresa...de que era el mismo reloj de pulsera que ya tenía puesto. Su madre le había regalado uno igual de cumpleaños.
-Merde... -Susurró Asuna, llevándose un ligero golpe en la cabeza. -¡¿Qué demonios te pasa, pequeño malandro?!
-No está bien que los profesores digan groserías delante de sus alumnos, ¿o que dice usted?
En eso, y cuando Kirito se encontraba victorioso por lo sucedido, Klein pasó con un grupo de alumnos que le estaban dando regalos o que simplemente querían platicar con él antes de salir de vacaciones.
-Ah no mames, que chingón tu regalo. La verdad es que si esta con madre y todo, pero se me hace un poquito chingado el envoltorio que escogiste, parece que la persona que lo diseñó estaba bien pinche pacheco. –Fue lo poco que el profesor dijo, sacándole una cara de disgusto a Kirito y una pequeña risa de Asuna.
-Parece ser que estas acabado en tus "teorías" y esas cosas. –Sonrió ella al tiempo que daba una pequeña risita.
-Entonces no te daré tu regalo, por ser grosera.
-Igual no es justo que tú me des algo. –Asuna se sentó en una de las escaleras. –Tardé tanto para poder escoger tu regalo y resultó ser que alguien más ya lo había hecho.
-No importa...¿podría pasarme en letras? Si no es mucho pedir.
-Ni en tus más húmedos sueños, Kirito. Puedo regalarte cualquier cosa menos eso.
-¿Cómo una noche de pasión? –Kirito se tapó la boca al tiempo que se ruborizaba un poco. –Perdón, lo dije sin...
-¡Eres un...idiota! –La bofetada que Asuna le pegó, se alcanzó a escuchar hasta afuera de la escuela.
La mejilla de Kirito parecía haber sido marcada por una mano metálica que se encontraba al rojo vivo por lo roja y lo notorio que se veía el golpe.
Asuna tenía la mano y mejillas rojas, además de que miraba a Kirito con unos ojos de querer matarlo, como cuando se encontraron por primera vez en el restaurant cercano a su casa.
Seguramente ya nunca más se podría parar en la puerta de su casa sin que ella le arrogara un balde de agua fría con todas las de la ley, o incluso más que con esas.
-Aquí tienes tu regalo. –Susurró Kirito mientras se tallaba la mejilla.
-¡Cállate! Por mi puedes quedártelo por qué no lo aceptaré. –Asuna se sentía en verdad enojada y apenada, pero un poco más apenada.
Apretaba la entrepierna al pensar en esa "noche de pasión" que tendría con el joven muchacho. Su moralidad le dolía como nunca antes pero se cuestionaba en verdad, ¿Qué clase de experiencias tendría Kirito en cuanto al sexo se hablaba?
Ella era virgen, jamás tuvo tiempo de pensar en los hombres durante su adolescencia, ya fuera porque la molestaban por su posición de otaku o por que prefería no prestarle mucha importancia a ese detalle de adolescentes.
No obstante, podía estar segura de que el muchacho en su plena juventud "vigorosa" ya hubiera tenido alguna aventurilla por ahí. En un pequeñísimo cuadro que pasó por su mente, se imaginó a Kirito sobre ella, mientras le besaba el cuello.
Asuna le rasguñaba la desnuda espalda por aquella acción tan amorosa, tan romántica y tan...tan...tan incorrecta, ya que ¡ella y él eran profesora y alumno, algo moralmente muy mal visto!
Así que se sacudió la cabeza para que esas ideas raras se fueran de su cabeza.
-En verdad cuando lo veas no podrás decir que no, te lo juro. –Rogó Kirito, provocando que un nuevo cuadro apareciera en su mente en donde él le decía lo mismo...pero en otra circunstancia en donde la ropa abundaba menos.
-¡Esta bien, ya dámelo! –Ordenó ella con tal de dejar de tener esos malditos pensamientos que le dificultaban la existencia.
Era algo cuadrado, plano, chico y que parecía ser un portafotos o algo similar. Al escuchar el ruido inconfundible del plástico que las cajas de CD hacen, inmediatamente supo que se trataba de uno, ¿pero cuál?
Su curiosidad iba en aumento, tenía los ojos entrecerrados de la duda que tenía en aquel instante, hasta que...abrió el envoltorio y encontró lo que no estaba esperando.
Led Zeppelin IV autografiado por Robert Plant y Jimmy Page, algo que sin duda debía costar un ojo de la cara o uno de los dos riñones.
Al ver la expresión de Asuna, casi derramando lágrimas de la felicidad de tener algo así en sus manos, Kirito supo que había dado justo en el clavo.
Revisó un poco más, aparte de los autógrafos, tenía un pequeño folleto con imágenes inéditas de las grabaciones de Stairway to heaven y de Black Dog, que eran las canciones favoritas de Asuna, al menos de ese álbum.
Las lágrimas querían salir, pero se echaba aire con la mano para no llorar, no quería verse tan ridícula, hasta que Kirito la abrazó, sacudiéndola y provocando que las dichosas lágrimas al final si salieran.
Se controló al instante para dejar de llorar, regresando también el abrazó que había recibido.
-En verdad...muchas gracias por esto, ¿Así que sí prestabas atención cuando te contaba la música que me gusta? –Preguntó ella, incrédula.
-Por supuesto que sí, Asuna, ¿Por qué no te pondría atención cuando soy yo quien te pide ir a desayunar juntos?
-Touché.
Yuna estaba viendo a Kirito con un recelo increíble, por lo que le dio sus regalos a Eiji, quien dio un paso atrás por el golpe que ella le había dado.
-Sostén mis regalos, ¿Oye que te pasa? ¿Crees que puedes hacer llorar a la profesora así como si nada?
-Yuna, estoy llorando de la felicidad. –Asuna se soltó a reír. –Nunca antes me había pasado algo así. Hum, para todo existe una primera vez.
La profesora se limpió las lágrimas evitando arruinar el maquillaje que tenía en los ojos. Si hubiera llorado en la parte de afuera se le congelarían las lágrimas seguramente, estaba haciendo un frío considerable.
Ella se acercó ligeramente a Kirito, ya no estaba tan molesta con él pero aprovecharía para seguir las bromas... eso es lo que ella esperaba en como el joven se iba a tomar lo que estaba por decirle.
-Sabes, al final si que quiero la noche de pasión. Voy a pagarte muy bien lo que me diste hoy. –Al final, ella le guiñó un ojo.
Kirito se sonrojó de abajo hacia arriba, viendo como Asuna trataba de contener una risa.
-¡Ja, no te creas, deberías ver tu cara!
-Ay Diosito Santo...
Eugeo entraba a un salón, no sin antes verificar que nadie lo descubriera. Cerró la puerta y pasados unos segundos la volvió a abrir, sacando la enorme caja con el aún más enorme oso de peluche que ahí residía.
Al pasear la caja por los pasillos, muchos se le quedaban viendo, ¿Y cómo no? Era el regalo más grande que alguien tenía en sus manos.
Muchos pensaron que se lo habían obsequiado a él. Pero eso no venía ni al caso, ese regalo ya tenía dueño...o dueña, mejor dicho.
Alice platicaba con sus amigas del otro salón, no con Yuna o Yuuki, lo que le complicaba la misión a Eugeo. ¿Con que cara se iba a parar frente a ellas para darle el regalo más voluminoso de todos a la chica que le gustaba? Tendría que hacerlo, pero prefería en una ocasión más "privada".
-¿Quién te lo dio? –Preguntó Yuuki, quien se encontraba detrás de Eugeo.
-¡Santo Cristo Redentor! Vaya susto me sacaste, pensé que me habían descubierto.
-Pues sí que te descubrí...¿pero para quien es ese regalo? –Eugeo miró para otro lado sin decir nada. –Ya se para quien, no hace falta que me lo digas. ¡Alice, Eugeo quiere darte su regalo, ven por favor! -Al final, Yuuki sonrió melancólicamente.
-¡Esta bien! –Gritó ella desde donde estaba para empezar a caminar hacia los dos amigos.
-¡¿Pe-pe-pero qué demonios te pasa, acaso enloqueciste?! –Farfulló Eugeo, quien se ponía a sudar a pesar del frío.
(Este Eugeo chibi me derrite el corazón de la ternura 😂😂 <3)
-Me lo agradecerás después. –Yuuki se fue guiñando un ojo, sacando la lengua y levantando el pulgar.
-Hija de La Malinche... -Alice se paró en frente de Eugeo, sonriéndole con las manos en la espalda. –Ho-hola, Qué lindo está el día ¿no?
-¿Se te hizo costumbre decirme eso desde que nos vimos por primera vez?
-Su-supongo que si... ¿en verdad te acuerdas de eso?
-¿Cómo no acordarme? Fue uno de los momentos más incomodos de toda mi vida. Aun así lo recuerdo con bastante cariño.
-Eso me alegra, y espero que recuerdes con aun más cariño este momento. –Eugeo movió la caja en frente de Alice, la misma le llegaba casi hasta las costillas, por lo que se sorprendió bastante.
El envoltorio: perfectamente bien hecho. Daba la impresión de que una persona muy profesional lo hizo. Pero no, solo había sido un chico de 18 años muy enamorado y que daría el tiempo que fuera necesario para poder impresionar a la chica que le gustaba.
El moño era de color rojo y tenía algunos detalles en un tono del mismo color solo que más pálido, se veía muy hermoso, ya que se enrollaba sobre sí mismo, y eso que apenas era el envoltorio.
-N-no te preocupes de arruinar el envoltorio, de todas formas iba a hacer esto. –Eugeo chasqueó los dedos, con lo que el regalo se abrió desplegándose sus cuatro lados, dejando ver al enorme oso de peluche con un gorro navideño y en sus brazos: una bolsa de bombones.
Alice miró muy curiosa el oso para quitarle el gorrito y ponérselo ella misma. Después de eso, tomó la bolsa de bombones para abrirla y comerse uno, ofreciéndole también a Eugeo; tomó el oso en sus brazos y le dio abrazo, cerrando los ojos, viéndose como un angelito a los de Eugeo.
-Es un lindo regalo, debo de admitirlo. Y de hecho yo también tengo uno para ti. –Alice empezó a revisar su mochila, con lo que sacó una caja de un tamaño un poco más grande que dos palmos. –Es muy pequeño en comparación del que tú me das pero...la intención es lo que vale, ¿o no?
-Bien dicho. –Eugeo tomó la cajita en sus manos para empezar a abrirla: era el mismo oso, los mismos detalles y todo perfectamente idéntico salvo el tamaño, por supuesto.
No obstante, el muchacho se sintió muy alegre por lo que tenía en sus manos, ya que ese osito de peluche era un símbolo de la amistad que ambos jóvenes se tenían. Naturalmente, uno quería más al otro.
Yuuki le dio la dichosa ovejita a Yuna, la cual se veía tan chistosa y linda que el día en que Eugeo y Eiji casi se agarran a golpes por ese torpe pedazo de dulces y bombones...aun así todas las chicas, incluida Alice, estaban encantadas con ella.
-¡Que linda se ve!
-¡Es hermosa, ¿Dónde la compraste, Yuuki?!
-En un supermercado de por aquí. –Sonrió ella, jugando con su cabello.
-Es el mejor regalo que me han dado este año, ¡y solo podía ser de mi mejor amiga por siempre y para siempre! –Las "dos Y" se abrazaron mientras sonreían.
Eiji y Eugeo se miraban con mucho enojo y frustración aquella escena les dejaba: Alice estaba enamorada de la ovejita y Yuna había dicho que era el mejor regalo de esa navidad.
-Esto es todo por tu puta culpa. –Acusó Eiji.
-Con eso ella hubiera podido ser mi novia... ¡Voy a matarte, Eiji! –Eugeo lo tomó del cuello para que ambos se empezaran a golpear con los casilleros hasta terminar en el suelo, donde siguieron peleando.
-Vamos dejen de hacer tonterías. -Yuuki fue y los separó a ambos.
-¡Agh, maldito imbécil! -Farfulló Eiji.
Tomando a Eugeo de la mano, Yuuki se lo llevó a otro pasillo debido a que él quería seguir peleando.
-¿Te calmarás si te doy tu regalo de navidad? -Preguntó Yuuki.
-Era mi oportunidad de oro...y me arrebataron. -En los ojos de Eugeo se notaba el enojo, esfumandose cuando ella llevó una de sus manos al pecho del muchacho.
Sacando una pequeña caja de su mochila, Yuuki le tendió la mano para que Eugeo la recibiera. -Tah dah, espero sea de tu agrado.
La pequeña caja fue abierta, en ella se encontraba un portafotos con una fotografía en donde Eugeo y Yuuki posaban para la cámara vestidos de León Trotsky y de Frida Kahlo, donde ella recargaba su cabeza en el hombro del muchacho.
-Que no la vea Alice o se pondrá celosa. -Yuuki le sonrió una vez más.
-Vaya que es un lindo detalle. Muchas gracias. -Los dos amigos se abrazaron cerrando los ojos.
Ya era veinticuatro de diciembre, faltaban cerca de nueve horas para noche buena. Todos estaban alegres ya que era la época del año que se esperaba con más ganas, y eso se notaba mucho en el ambiente que se respiraba lleno de alegría y felicidad.
O eso al menos en dos personas que recién se levantaban. El primero de ellos era Kirito, quien recibía una carta de su padre, que era algo así como una "contra-mentada de madre".
"Tú no eres mi hijo, eres un bastardo, ni quien te quiera, por eso mismo me fui; malagradecido, todavía que te soporté ocho años...y también feliz navidad." Eso era lo que la carta decía, muy a grandes rasgos.
Él se encontraba muy molesto por aquella respuesta, aunque había roto y quemado la carta con mucho coraje, el cual en cierta parte de había extinguido junto con el fuego cuando solo quedaron las cenizas del papel.
Estaba escribiendo una respuesta a la contra-mentada de madre para volverle a mentar la madre a su padre...seguía siendo muy irónica aquella situación.
No obstante, Suguha le quitó la carta. Ella no le veía sentido a que Kirito y su padre discutieran por cartas después de casi diez años de no verse ni hablarse.
-Sé que lo odias por lo que pasó, pero eso ya no importa, ¿Qué no eres feliz? –Preguntó Suguha.
-Si lo soy...pero le tengo tanto coraje por lo que nos hizo pasar a nosotros dos y a mamá...si me lo ponen en frente yo lo mato. –Masculló Kirito mientras apretaba las manos y los dientes.
-No serías capaz y lo sabes. Ya mejor vayamos a desayunar, creo que queda recalentado de ayer.
-Además de eso tendremos que hacer la cena de navidad, ¿volveremos a comer romeritos?
-¡Sip, solo que esta vez mamá quiere hacerlos de forma diferente!
-Hum, eso suena bien.
La otra persona que estaba infeliz en la mañana de noche buena era Asuna. Ella no había recibido una mentada de madre de alguno de sus padres...todo lo contrario: no había recibido nada de ellos, y seguramente no recibiría nada el día de mañana.
Para poner un ejemplo, Klein también vivía solo, pero él si había recibido algunos regalos de su familia desde hace dos días. Eran libros de sociología e historia, muchos de ellos hablaban de la historia y contextos sociales en América Latina y en Europa antes de las guerras mundiales.
Además de recibir los regalos de sus familiares, él iría a festejar la navidad con sus amigos de universidad, algo que ni Asuna podía hacer, puesto que sus amigos estaban en Francia.
Se encontraba sola en las vísperas de navidad, algo que si por lo menos no es triste, si melancólico.
Despertó y desayunó llorando, sin apenas poder contenerse. Había preparado una cena para varias personas...sin embargo le sobraría mucha comida para el resto de la semana, ya no iba a tener esa preocupación, por lo menos.
Eso no era consuelo en lo más mínimo, pero era eso o simplemente ponerse a llorar en su cama durante todo el día para tratar de quedarse sin lágrimas durante la cena, así que sólo era cuestión de esperar a que eso sucediera.
Ya eran vacaciones para Suguha, por lo que ella no iba a sus clases extra. Ella y Kirito veían televisión, películas navideñas para ser más precisos.
Al estar pasando en los canales, uno de ellos transmitía "El expreso polar" que era la película navideña favorita de ambos hermanos.
-¡Oye, déjale ahí! –Ordenó Suguha.
-No. Quiero ver los resultados del Super Bowl, así que ni modo.
Ella hizo una cara de inconformidad, jalando la mejilla de Kirito hasta hacerlo soltar el control, cambiando el canal a donde se trasmitía la película animada.
Él ahora veía a Suguha con una cara de inconformidad a la vez que ella sonreía, moviendo los pies adelante hacía atrás, como si le hubieran quitado diez años de vida y ahora fuera una niña de seis años.
-¿No te acuerdas que esta era nuestra película favorita cuando éramos niños? –Preguntó Suguha.
-Más bien, ¿Cómo no acordarme? Lo único malo es que olvide como iba la canción del Chocolate, y esa escena ya pasó.
-Ni modo, seguramente la repetirán mañana en otro canal.
Nuevamente ambos se acostaron en el sillón para disfrutar de la película, aunque Kirito, de vez en cuando, revisaba su celular para revisar los resultados del Futbol americano.
Para olvidar su soledad, Asuna se había puesto a leer algunos libros de literatura japonesa romántica, haciendo caso omiso a lo que Klein le había recomendado que no hiciera bajo ninguna causa, motivo, razón o circunstancia, aunque ya le daba bastante igual.
Decidió poner, además, el disco que Kirito le había regalado, esperando con muchas ansias el minuto seis de Stairway to heaven, que era su parte favorita de todo el álbum.
-¿Y si acepto que en verdad lo amo y ya dejó este asunto de una maldita vez?...no sería tan fácil, no puede serlo tratándose de algo tan complicado.
Hablando del diablo, Kirito caminaba por la calle para desearle una feliz navidad a Asuna, ya había acabado la película. Caminaba por la nieve con su abrigo y suéter de lana para protegerse del frío, viendo la nieve en el jardín de la casa de su profesora.
Tocó la puerta sin recibir respuesta alguna, después de tocó el timbre con el mismo resultado. Pasados algunos minutos, volvió a tocar el timbre pero nada pasaba.
Asuna no estaba para nadie que tratara de molestarla en su maldita soledad, algo que a cualquiera le sucedería.
Al cansarse de esperar, Kirito la llamó por teléfono para preguntarle si estaba fuera de su casa. Al vibrar el celular, ella lo miró en su mesa de noche, contestando con algo de lentitud.
-Diga... -Contestó, sin muchas ganas.
-Asuna, ¿estás en casa? –Preguntó el muchacho, a lo que un silencio de unos cinco segundos apareció.
-No...no estoy, salí algo temprano por algunos asuntos. –Mintió ella.
-Ah, está bien. ¿Me puedes llamar cuando regreses?
-Segura... -Asuna colgó la llamada al instante, recostándose en su cama y poniendo el celular a un lado.
Si estaba destinada a estar sola en navidad...que así fuera, ella no interrumpiría el curso "natural" de las cosas o de su destino, aunque ella no era muy creyente de esas tonterías.
-¿Hola? ¿Sigues ahí?...rayos. –Cuando Kirito estaba por irse, escuchó el inconfundible minuto siete de Stairway to heaven, que dejaba escuchar la guitarra y la batería en sus tonos más altos.
No por nada esa canción era la mejor en toda la historia del Rock, sino es que de la historia de toda la música.
Se quedó quieto un segundo, tratando de pensar que sucedía y por qué Asuna le había mentido. Ella se asomó ligeramente en su ventana, tratando de no ser vista bajo ninguna causa, motivo, razón o circunstancia. Ahí observó por unos segundos al muchacho, quien simplemente se agachó ligeramente para tomar una bola de nieve y apuntar contra la ventana del cuarto de Asuna, aunque no se había percatado de que lo estaba viendo.
Tras suspirar pesadamente, el vapor que salió de su boca se disipó, tirando la bola de nieve al suelo. No encontraba sentido a llamar su atención una vez más.
Solamente el hecho de que ella estuviera con alguien más era lo que le daba un poco de pendiente, incluso unos ligeros celos; pero nada más.
Regresando a su casa, Kirito se encontraba en un estado neutro. Ni feliz ni triste, no tenía expresión alguna en su rostro.
Mientras preparaba las cosas para la cena con su hermana y su madre, la primera se dio cuenta de su estado neutro, cuando curiosamente las mujeres tenían bastante más alegría por derrochar.
-¿Qué te comió la lengua el gato o que tienes, Onii-chan? –Preguntó Suguha.
-Nada. Mi equipo favorito fue eliminado del Super Bowl.
Suguha y su madre no pudieron evitar reír ante el comentario, les hacía gracia ver a Kirito triste por algo tan tonto y sin apenas importancia.
-Solo no te vayas a poner a llorar, ¿de acuerdo? –Preguntó su madre.
-Sí...de acuerdo.
Para las dos de la tarde ya las cosas estaban listas para cocinar, que por lo menos ese proceso duraría unas buenas tres horas. Se iba a refrigerar todo para la comida estuviera lista en cosa de diez o quince minutos antes de servirla para dejarla enfriar un rato.
Él no podía dejar de pensar en que pasaba dentro de esa casa, si Asuna estaba sola o estaba con alguien que le hiciera compañía.
No estaba muerto de celos, sólo muerto de duda. ¿Quién sería la persona que la acompañaba en todo caso? ¿Su familia? ¿Sus amigas? ¿Un novio?...era como echar una moneda al aire: no se podía saber la respuesta hasta que ésta cayera.
Así que, con toda la decisión del mundo, y a pesar de que estaba nevando, Kirito tomó su chaqueta para ir a casa de Asuna.
Al bajar por las escaleras, su madre lo retuvo casi al llegar a la puerta.
-¿A dónde vas? Falta poco para que sea la cena. –Dijo ella.
-Es un asunto muy importante, regresaré antes de que te des cuenta. –Contestó Kirito.
-No vas a salir ahora, está nevando y la cena casi esta lista.
-Perdón...pero esta vez no pretendo escucharte. Si me vas a regañar llegando a casa, hazlo. Si me vas a castigar por esto, también hazlo...pero déjame salir.
-Mamá... -Suguha tomó de la mano a su madre. No sabía por qué, pero ella tenía la sensación de saber que pasaba.
-Date por muerto cuando regreses...aun así, cuídate.
-Perdóname por esto...pero no puedo dejarlo pasar.
Kirito salió caminando, cubriéndose la garganta del aire y la nieve, caminando con dificultad, pero estaba decidido a no dar un paso atrás.
Si estaba con algún familiar no importaba mucho, al menos podría mentarle la madre a otro padre, a uno que no fuera suyo. Planeaba gritarle "Eres peor que mi padre, ¿Cómo demonios mandas a tu hija al exilio olvidándote de ella? Me das asco, eres un hijo de La Malinche" algo así e incluso con más enojo y furia.
Al divisar la casa de la profesora, él tomó una bola de nieve entre sus manos para lanzarla contra la ventana, despertando a Asuna de su letargo. Había llorado en su soledad hasta quedarse dormida.
Otra bola de nieve llegó a su ventana, luego una tercera y una cuarta, pero ella sería reacia a revisar quien era...o ese era el plan.
-¡¡¡Asuna!!! –Kirito lanzó una última bola de nieve a la ventana. -¡Sé que estás ahí! ¡¿Por qué te escondes de los demás en esta fecha?!
-Pequeño malandro. –Asuna bajó hacía la puerta, estaba sumamente molesta con Kirito por molestarla en su soledad "predeterminada".
Al abrir la puerta, Kirito iba decir algo, pero ella le pegó una cachetada bastante fuerte. No obstante, luego se derrumbó a llorar en sus brazos.
-¿Pero qué?...
-Vete, no quiero que me acompañes. Tu si tienes a alguien que quiere estar contigo, tu familia, tus amigos; yo...yo que sé.
-¿Es por lo de tu familia? Asuna te voy a ser claro como el agua porque creo que es hora de que alguien te lo diga. –Kirito tomó de las manos a Asuna, a ella le empezó a latir fuerte el corazón, esperaba que el muchacho se le declararía ahí mismo, en vísperas de navidad. -¡Tú ya tienes una familia, no me refiero al Malinchista de tu padre; me refiero a Yuuki, a Yuna, Eiji, Eugeo, Alice, el profesor Klein!...y a mí, ahora somos una gran familia.
-Eres un idiota... -Asuna se abrazó al muchacho mientras lloraba en su hombro. Ella en verdad esperaba que ahí mismo le confesara que la amaba, sin que ella estuviera segura de que esa fuera la verdad.
-Lo soy. Ahora pasemos, me estoy congelado.
Ambos se sentaron en el comedor donde siempre comían, Kirito le limpiaba las lágrimas del rostro a Asuna, quien no paraba de llorar, ahora porque su soledad se veía interrumpida contra sus deseos.
-Iré a preparar la cena, ¿cocinaste algo? –Preguntó él.
-Sí...
El muchacho camino rápidamente hacía la cocina, en donde sacó las cosas del frigorífico, las puso en el microondas a la vez que ponía la mesa y descorchaba el vino.
Bajó las luces del comedor hasta poco más de la mitad, prendió unas velas y puso la radio, en donde seguramente pasarían canciones navideñas.
Aunque la casualidad estaba siempre de sus lados, poniendo algo más o menos conocido para Kirito, pero perfectamente para Asuna.
Era una canción que hizo que el pecho le doliera, por lo que apretó el suéter que tenía puesto de manera brusca, a la altura del corazón.
Las ganas de llorar la invadieron, pero al ver a Kirito dedicarle una sonrisa de comprensión y de apoyo, ese sentimiento fue superado.
-Vamos a cenar, ¿te parece bien?
-Eso creo...pero igual estoy muy molesta contigo...
-Supongo que es por lo que hice, aunque no podía dejarte sola en un día tan especial. Mi familia esta "junta" por decirlo de alguna manera, así que comprenderán cuando les diga que sucedió.
Kirito comenzó a servir la mesa y el vino, además de acomodar las guarniciones y el pan.
-No hacía falta nada de esto, no tenías que hacerlo. Yo estaba bien. –Masculló Asuna.
-¿Comiste algo en todo el día? ¿En verdad estabas bien? De ser así no estarías llorando por no tener a nadie que te acompañe en este día tan especial. Por cierto, ¿Qué estamos comiendo?
-Foie gras, faisán, puré de papas gratinadas; carne de res al vapor con judías verdes y gratin dauphinois. –Explicó Asuna al tiempo que miraba la comida.
-Suena muy francés...seguramente estará muy rico. –Kirito comenzó a comer dando los primeros bocados, pero se detuvo al ver que Asuna se quedaba en blanco. –Adelante, come tú también.
Casi como si ella fuera una autómata, Asuna comenzó a comer sin alguna expresión en la cara, ni una sonrisa, ni nada. Estaba apagada por la melancolía, en vez de alegrarse por que el muchacho había llegado a hacerle compañía.
Kirito notó esto pasados uno o dos minutos, por qué decidió jugar una buena carta: el vino. Invitó a Asuna a tomar una pequeña copa, que ella probó con rapidez, pidiendo más.
-No te la daré si lo que planeas es emborracharte para "ahogar" tus penas. Tienes veintitrés años, ¡deberías dejar de comportarte así! Ya eso no importa, lo que importa es que estamos los dos aquí reunidos.
-Sigh...eso es lo que creo.
-No es tanto que lo creas, está pasando ahora mismo.
-Oye Kirito, respóndeme una cosa y quiero que lo hagas con la verdad...¿Por qué viniste a acompañarme?
-Pues...no podía estar tranquilo si tú estabas sufriendo, y además sufriendo sola en vísperas de navidad, no tengo el corazón para hacerlo.
-¿Por qué no lo tienes?
-No lo sé...hubo algo que me impulsó a hacerlo, no sabría explicártelo, pero simplemente no pude decirle que no a ese impulso, tenía que venir para acá a como diera lugar.
-Seguiré insistiendo en que eres un tonto...nada te obliga a venir conmigo.
-Claro que sí. El impulsó me obligó a venir, ¿en verdad me estas poniendo atención? Ahora ya se lo que has de sentir cuando me duermo en clase de letras.
Asuna se quedó observando con una cara de "Wtf" por unos tres segundos, pero luego comenzó a reír muy animadamente, contagiando a su compañero; quien reía de manera exagerada, casi como Michael Fassbender durante la escena del bar de Bastardos sin gloria, que provocó una mayor risa en ella.
-Siempre pensé que lo de "la risa es la mejor medicina" era una de las frases más tontas de la historia...pero creo que no es tanto para enfermedades fisiológicas o patológicas...más bien es una medicina para las locuras de la mente. –Confesó Asuna, ligeramente avergonzada.
-Yo creo que en ambos casos sirve, así que no hay problema con ello.
Al acabar la cena, ambos estaban cansados y con sueño. Por lo que al subir las escaleras y llegar al cuarto de Asuna, Kirito la acostó en la cama como si fuera una niña pequeña para luego cubrirla con las colchas, emprendiendo la retirada hacía el piso de abajo...pero, pero, ella lo tomó de la muñeca, impidiendo que el muchacho se fuera.
-Quédate esta noche...no me quiero quedar sola. –Pidió ella, haciendo que el joven sonriera sin mostrar los dientes.
Él fue al closet y bajó una colcha para sí mismo, acomodándose en el sillón que se encontraba a un lado de la cama. Al acomodarse, volvió a sonreír a Asuna sin mostrar los dientes, además le levantó el pulgar.
Ella meneó la cabeza de izquierda a derecha varias veces, miró a Kirito con ojos que indicaban inconformidad y con la mano le señaló que fuera con ella.
El muchacho se asustó un poco, moviendo la cabeza a los lados mientras se cubría el rostro con la colcha que tenía en brazos. Asuna, sin rendirse, movió la cabeza arriba y abajo para volver a hacer la seña de que Kirito tenía que ir con ella.
-Y yo que quería mantenerme virgen hasta casarme. –Susurró, pero ella lo escuchó, sonrojada.
-¡No seas animal, en las noches siempre paso frío!...¿qué tal si contigo la cama se calienta un poco más?
-Por favor no me vayas a dar una cachetada...
-No dejas de darme razones para querer darte una, pequeño malandro. –Contestó ella con tranquilidad y sin estar enojada.
Ambos se recostaron en la cama el uno en frente del otro. Cada quien tenía su colcha para no compartirla, ya que eso les apenaba por igual.
Quedaron profundamente dormidos con el corazón tranquilizado de todo lo que había pasado en aquel agotador día...aunque a la mañana siguiente algo inexplicable sucedió: ambos compartían colcha, además de que Asuna se abrazaba de Kirito, quien al verla tan pegada a él, se sonrojó. Eran algo así como las siete de la mañana, pero Kirito despertó sin explicarse la razón. Simplemente dio un pesado suspiro, besó la cabeza de Asuna y le dijo:
-Feliz navidad...mi pequeña
Con ello, volvió a dormir, esperaba una pequeña sonrisa en el rostro de su compañera...pero un pequeño ronquido fue lo que apareció, provocando la risa del chico, quien luchaba a toda fuerza para evitar reírse.
Al final ambos sonrieron: una estaba pasando una noche sin frío desde iniciado el otoño y el otro porque sencillamente...no había podido superar el roncar de su profesora de letras e historia desde que la vio dormir en la sala de maestros.
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No sé que música pudiera llegar a ser la favorita de Asuna, y eso generaría un debate muy caluroso, personalmente coloqué stairway to heaven de Led zeppelin por que la escuchaba muchísimo mientras escribía esta parte de la historia, y oye, es la mejor canción en la historia del Rock y muy probablemente de la música moderna y contemporanea.
Dejando de lado a Led Zeppelin, el yuiyio siempre de princeso con las mujeres :v pobrecito muchacho, pero es lo que hay, esa actitud nos conquistó el corazón a todos, la verdad <3
Como dije, el capítulo si que fue muy romántico durante el final. Sin embargo, me atrevo a decir que aun no se ha visto lo más, más romántico de esta vaira que nos gusta tanto.
Ya el viernes será el último capítulo...pero de este segundo cuarto :v Vamos ya a la mitad de la historia :0 si todo marcha bien, terminaremos la vaira esta en tres meses, finalizaríamos en enero/febrero, aproximadamente.
Ya me enrolle mucho, así me voy, espero les haya gustado mucho este capítulo por lo que representa. Nos vemos el viernes.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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