Capítulo 2.-Crazy little thing called love.
En la entre clase, todos los chicos estaban platicando acerca de la nueva maestra. Que si era bonita, que si en verdad parecía tan joven como pensaban, que esto que aquello, cosas de adolescentes con hormonas de sobra.
Las chicas también platicaban de la nueva profesora, con la diferencia de que ellas lo hacían de otras cosas. Hablaban acerca del cabello de la profesora, de su ropa, de si podía llegar a ser buena profesora.
Yuuki estaba más que encantada con esta nueva profesora, ella siempre solía llevarse muy bien con todos los profesores, incluso con el profesor Klein que la verdad era un poco evitado por el alumnado debido a su curioso caso de sentirse "parte de los alumnos".
Podía llegar a ser molesto algunas veces, aunque nunca con mala intención. Otras veces sí que era un encanto con los chicos y las chicas, no dejando tarea los viernes o dejando pasar algunas cositas menores.
Se podría decir que Klein era el profesor sabio/idiota de la escuela, ya que no eran contadas las veces que cometía errores y todo le salía pesimamente mal. Nadie se explicaba (ni él mismo) como es que no había sido despedido.
Justamente el profesor Klein iba llegando poniendo su maletín en el escritorio del salón para que éste se abriera accidentalmente dejando caer todas sus cosas.
-¡Por una chingada! –Farfulló Klein, algo que dejó sin palabras a los chicos ya que él era una persona muy tranquila. –He, perdón, hagamos de cuenta que eso no pasó.
-Déjeme ayudarlo, profesor. –Se ofreció Kirito, a lo que también Yuuki se acercó para ayudar.
-Gracias muchachos. Ahora, ¿Qué les pareció la nueva profesora?
Los chicos no dejaron de lanzar halagos, cumplidos y buenos deseos a la profesora, quien deseaban se quedara durante los dos semestres que quedaban.
Las chicas también tuvieron sus buenas opiniones, sin el detalle de parecer perros rabiosos al ataque.
Klein también tenía sus buenos deseos a una colega, no por el hecho de que fuera un admirador de Asuna, sino porque ella parecía muy capaz de tomar las riendas de un grupo de vagos...empezando por Kirito.
Era curioso pensar que la profesora Asuna lo odiara a pesar de haber convivido con él menos de quince minutos. Y era más curioso aun pensar que él se había enamorado de la profesora en ese mismo periodo de tiempo.
-¿Cuántos años tiene la profesora? –Preguntó Yuuki.
-Me sorprende que no haya sido un hombre quien me lo preguntara. Hum, déjame recordar...si yo tengo veinticuatro y ella es dos años menor que yo...
-¿Veintidós?
-¡Si, exacto! Su profesora tiene veintidós años.
-Seis años de diferencia, Dios que martirio. –Se quejaron los más jóvenes.
-Cinco años, tal vez no sea lo más loco del mundo. –Dijeron los más viejos.
-Tranquilos muchachos, ya saben que las mujeres prefieren a los hombres maduros...ustedes están más verdes que el mismo pasto. –Al decir eso, el profesor Klein se tropezó con una mochila. -¡Diablos! Igual eso fue planeado.
-Si como no.
El profesor Klein daba clase de sociología. No era una clase muy interesante, pero él no la hacía la más aburrida. A pesar de lo torpe que pudiera parecer Klein, la verdad es que no era tan terrible explicando, hacía parecer todo tan sencillo aunque en los repasos era donde las cosas se complicaban.
Aun así tenía la flexibilidad de explicar temas ya vistos. En una sola ocasión lo habían hecho enfadar, esa clase simplemente dejó toda la tarea que pudo, tomó sus cosas y se retiró sin decir mayor palabra.
Curiosamente termino aceptando la tarea para los días posteriores de la fecha de entrega, aunque desde ahí nunca lo habían vuelto a hacer enfadar.
-Y eso podríamos entender por sociología, ¿alguna duda?... –Medio salón estaba confundido, unos cinco estaban dormidos y solo tres habían entendido. Entre ellos estaba Kirito, quien no necesitaba nunca que le repitieran algo.
A pesar de tener la duda, nadie levantó la mano. –Bien...ya estamos progresando, ¡sigamos con el temario! –Dijo, animadamente.
-¡¡¡No!!!
La clase pasó con varios repasos y dudas resueltas. Ya en receso, Yuuki platicaba con una amiga a quien acababa de conocer: Yuna.
Las dos estaban más que encantadas con la nueva profesora. Ellas eran de las que solían platicar con los profesores tras pasar las clases, las dos eran siempre muy amigables y nunca te cansarías de hablar con ellas, en especial con Yuna, quien siempre tenía cosas nuevas de que hablar.
Los muchachos estaban en la cafetería de la escuela, Kirito estaba odiándose a si mismo por arruinar las cosas en la primera clase del primer día de clases. Se notaba que la vida no lo quería.
Eugeo también le hacía burla. -¿Cómo es posible que seas tan idiota? Si yo mismo te lo advertí, si bien que sabías. –Eran algunas de las cosas que le decía.
-A ver marica, al menos ella sabe que existo, ¡no que tú! –Farfulló Kirito.
-No-no sé de qué estás hablando. –Susurró Eugeo mientras acariciaba su cabello.
-¿Ah no? ¿No es esa chica que te gusta desde que están en primaria y que seguramente no sabe ni tu nombre?
-¡Cállate! –Todos se le quedaron viendo al curioso par.
-¡Shh, baja la voz!
-¡Sabes perfectamente que no debes hablar de eso!
-Sigh, gallina. Solo deja de decir que no tengo remedio porque no es verdad.
Yuuki y Yuna estaban buscando algún lugar en la cafetería. Ninguna de ellas conocía a Eugeo o a Kirito, pero era eso o quedarse paradas durante el receso.
Por lo que, a pesar de la pena que sentía Yuna, Yuuki la animó a que las dos se sentaran con aquellos muchachos que solían ser tachados de "raritos".
-¿Podemos sentarnos? –Preguntó Yuuki. Detrás de ella estaba Yuna, como temerosa de lo que pudiera pasar.
-Sí. –Dijo Eugeo.
-No. –Respondió Kirito.
Los dos chicos se miraron.
-Bueno mejor sí. –Corrigió Kirito.
-Quizá sería mejor que no. –También corrigió Eugeo.
Ahora los cuatro chicos se miraron entre sí, ¿Por qué ambos habían cambiado de opinión? Kirito y Eugeo no solían llevarse la contraria. Solo que ahora cada uno buscaba cumplir el capricho del otro.
-¿Entonces?... –Masculló Yuuki.
-¡Solo siéntense! –Exclamó Kirito.
Yukki se había sentado al lado de Kirito, con unos pocos centímetros de distancia. Ella siempre era muy sociable, por lo que no tenía pena alguna en estar cerca de un desconocido.
La que estaba pasando un mal rato era Yuna. Ella se había sentado al lado de Yuuki aunque podía perfectamente sentarse con Eugeo.
-¿Y qué les pareció la profesora? –Preguntó Yuuki para abrir la conversación.
-Es linda, se ve que es carismática, vaya que tiene carácter y Kirito se enamoró de ella. –Cuando Eugeo termino de explicar, Kirito le lanzó un chorro de jugo de su botella.
-No tenías por qué contar eso, idiota. –Dijo, con las cejas fruncidas.
-Oh vamos, no debería darte pena, todos los chicos se han enamorado alguna vez de su profesora, y las chicas de algún profesor. –Alentó Yuuki.
-¿Lo dices por experiencia? –Preguntó Eugeo.
-Más o menos. –Rió ella.
Yuna seguía tratando de ocultarse con Yuuki, no fue hasta que Eugeo se percató que ella se notaba un poco temerosa, que le sonrió, a lo que ella echó humo de las orejas, sonrojándose.
-Y dígannos, ¿Por qué decidieron comer hoy con nosotros? –Cuestionó Eugeo.
-Por nada en particular, simplemente no había lugares disponibles. –Sonrió Yuuki, a lo que Eugeo agachó la cabeza, un poco decepcionado.
-Supongo entonces que solo comes y se vas. –Interrumpió Kirito.
-No amigo, no. Yuna y yo pensábamos quedarnos un rato más a platicar.
-¿Yuna? Pero si solo estas... -Yuna se asomó por el hombro de Yuuki, saludando tímidamente con la mano. –Ah, eso explica muchas cosas, pensé que ella se había ido.
-Diablos Yuna, ¿Por qué eres tan tímida cuando conoces a personas nuevas? –Pregunto Yuuki, irritada.
-Es natural, es bueno desconfiar de los desconocidos...
-Su padre le mete ideas raras en la cabeza solo porque ella es de una familia "acomodada". ¡No deberías temerle a la gente nueva, debería darte gusto conocerla, ser amigable y cordial! –Yuuki tomó de los hombros a Yuna y comenzó a agitarla, haciendo que su agua se cayera al suelo.
-¡No me agites, ya sabes que me mareo mucho!
Eugeo estaba conteniendo una risa mordiéndose la lengua para lograrlo. Yuna se veía muy graciosa ya que parecía una niña pequeña. Kirito era bastante indiferente a lo que pasaba hasta que...
El ruido inequívoco de los tacones de la profesora Asuna se escuchó en todo la cafetería, hasta el rincón más profundo de éste. A Yuna y a Kirito se les iluminaron los ojos con tan solo ver a la profesora caminar.
Los cabellos de Asuna se movían con cada paso que daba, su falda negra se estiraba al movimiento de sus piernas y con su sonrisa esbozándose en su rostro.
Al pasar por la mesa donde estaban los cuatro chicos, sonrió a Yuuki y a Yuna, ésta última le devolvió un saludo tímido y una pequeña sonrisa sin abrir la boca. Pero cuando la profesora Asuna vio a Kirito, toda sonrisa se borró de su rostro y solo lo vio con bastante desprecio.
Ya cuando estaba por pasar la mesa de los cuatro chicos, la profesora Asuna se resbaló con el agua que Yuna había tirado cuando Yuuki la agitó salvajemente.
-¡Profesora! –Aunque Eugeo trató de no cayera, solo logró evitar que Asuna no se golpeara en la cabeza, de ahí en fuera sí que se había dado un buen golpe.
Entre todos ayudaron a que ella se levantara, preguntando si estaba bien, si estaba muy lastimada o si era necesario que la llevaran cargando a la enfermería...aunque esto último no eran muy necesario salvo para los chicos.
-¿En verdad se encuentra bien? –Preguntó Yuna.
-Sí, sí, gracias por eso... ¡tú! –Asuna apuntó a Kirito, quien estaba distraído viendo las lámparas del techo. -¡Tú, pequeño malandro!
-¿Yo? –Preguntó Kirito apuntándose a sí mismo.
-¡A dirección, estoy convencida de que tu tiraste el agua para que me resbalara!
-Profesora yo estaba del lado contrario a donde estaba el agua, ¡no pude ser yo!
-¡A dirección!
Kirito estaba nuevamente sentado en la oficina del profesor Klein en espera de su nuevo regaño. Él y Asuna estaban discutiendo el comportamiento del muchacho.
Asuna gritaba bastante molesta en que debían suspenderlo, que debían expulsarlo. En fin, todo lo malo del universo era dirigido para el pobre chico.
-Tranquilícese por favor, ¡usted es una profesora y su comportamiento debe ser menos infantil! –Regañó Klein.
-¡De no ser por ese muchacho no me estaría comportando así, pero solo mírelo, me jugó una broma con el marcador, luego provoca que me caiga, ¿en verdad es como usted me dijo?!
-Estoy convencido de ello, él no puede estar armando un complot contra usted, esto debe ser un mal entendido. Sigh, hablaré con él y vere que puedo hacer.
-Gracias, profesor. –Asuna abrió la puerta de la oficina y miró a Kirito. –Hum. –Sus tacones sonaron un poco más fuerte de lo normal por lo pesado que caminaba.
Kirito estaba sentado en la silla del escritorio mientras el profesor Klein lo miraba con una cara de cuestionamiento y un poco de decepción mientras jugaba con un lápiz en sus manos.
-¿De verdad? –Cuestionó Klein.
-¡No fui yo, ni siquiera tuve que ver con ello! –Se defendió Kirito.
-Pues esto solo me da a pensar que lo del plumón fue algo a posta. La profesora Asuna está sumamente encabronada, digo, enojada contigo. Al menos trata de evitar razones para que te ahorque en la próxima clase que tengas con ella, ¿de acuerdo?
-De acuerdo, profesor Klein. –Suspiró.
-Ahora fuera de mi oficina, esta es mi hora de descanso. –Klein tomó su taza de café y le dio un enorme sorbo mientras subía sus pies a su escritorio. Kirito solo se levantó de la silla y se fue a la puerta. –Oye muchacho, esta vez te la pasaré, pero otra ya no.
-Supongo que debo agradecerle por ello.
-No deberías porque te castigué con limpiar las ventanas durante una semana.
-¡¿Qué?!
-Oye la nueva profesora me tiene con las manos en la pared, no pude hacer nada. –Klein le dio un nuevo trago a su taza de café mientras Kirito se retiraba dándose un manotazo en la frente.
La profesora Asuna estaba recorriendo los pasillos del segundo piso de la escuela en busca del salón al que tenía que acudir a dar clases, pero fue emboscada por Yuuki y por Yuna.
Ellas le dijeron lo que había pasado realmente, de que ellas, en especial Yuuki, habían sido las que tiraron el agua al suelo por accidente.
También Eugeo fue en ayuda de su viejo amigo, diciendo que Kirito había preguntado "¿Qué tiene?" cuando él ofreció el plumón nuevo, cosa que significaba que en verdad Kirito no recordaba que el plumón era permanente.
Asuna reflexionó que se había pasado un poquito con el chico y que no lo había dejado explicarse. Ahora ella sería la que se tendría que disculpar, aunque eso le apenaría bastante.
-Como lo dije antes, "mi primera clase y ya estoy cometiendo un error" creo que me pasé con el muchacho. –Dijo la profesora Asuna.
-No se preocupe, él entenderá. Kirito nunca ha sido rencoroso. –Alentó Eugeo.
-Sí, ¡y en verdad perdónenos, profesora, no fue intencional! –Pidió Yuuki.
-No se preocupen, los accidentes son normales. –Dijo Asuna.
-No. Los accidentes no existen, ya las cosas están predestinadas por alguna razón. –Dijo Eugeo.
-Y porque esas dos ocasiones estarían "predestinadas", alumno.
-Hum...no puedo responder esa pregunta aunque busque como hacerlo.
-Qué remedio, ¡ahora vamos a clase!
Kirito tenía los audífonos puestos, estaba escuchando Crazy little thing called love, que era una canción que le gustaba bastante. Había escuchado tanto el cover de Queen como la versión original de Elvis Presley, pero le gustaba un poco más la primera.
Eugeo, al llegar a su lugar, estaba preparando su libreta para los apuntes de la clase de historia. Solo tenía una libreta en toda su mochila. Había llevado una más pequeña ya que no llevaba más que esa libreta y un lapicero negro.
Los tacones de la profesora Asuna estaban sonando afuera del pasillo, inmediatamente Kirito se enderezó en su banca para que ella no lo regañara. Era lo mejor para él si no quiera ganarse un poco más de odio un poco inmerecido.
Ella simplemente pasó por su banca mirándolo de reojo, buscando alguna razón para regañarlo y así no tener que disculparse con Kirito.
Aunque él no le iba a dar ese gusto. Estaba todo perfectamente.
-Pues bien muchachos, como les mencione al término de la primera clase, yo voy a ser también su profesora de historia.
-¡¡¡Sí!!! –Exclamaron todos, aunque un poco más emocionadas las "dos Y": Yuna y Yuuki, quienes entraron después de Asuna.
-Partiremos de lo que viene siendo la revolución industrial en Europa.
Al acabar la clase, la profesora Asuna suspiró muy pesadamente, como aceptando algo que ella no quería aceptar. Justamente tenía que admitir que debía que disculparse con Kirito por regañarlo tan injustamente.
Se paró delante de Kirito, mirando fijamente a los ojos. Él simplemente sonrió tontamente para tranquilizar a su furiosa profesora.
-¿Qué tal le va? –Preguntó el muchacho.
-Te espero en el estacionamiento a la hora de la salida...ve solo. –Dijo ella con el ceño fruncido y un aura de enojo a su alrededor.
-Co-con gusto iré, profesora Asuna.
Cuando la profesora Asuna se fue, ésta cerró la puerta de golpe. Todos voltearon a ver a Kirito. Sin duda esa era la crónica de una muerte anunciada: la de Kirito.
Al otro lado de la puerta y recargada en la pared, estaba la profesora Asuna, respirando agitadamente y cubriéndose la parte inferior del rostro con su carpeta color paja.
-Espero no haberlo asustado demasiado como para que no vaya. –Pensó.
Todos los alumnos, incluido el mismo Kirito, estaban convencidos de que él ya había chupado faros. La hora de la sentencia se hizo eterna, cada segundo pasaba de una manera lenta para Kirito...y para los demás pasaba como normalmente sería un primer día de clases.
Miraba y miraba el reloj que estaba en la parte trasera del salón. Cuando el juraba había pasado una media hora, las manecillas del reloj indicaban la cruda realidad de tan solo diez minutos trascurridos.
La espera era una tortura. Kirito pensaba en todas las cosas que la profesora Asuna le podía decir. "De mi cuenta corre que te expulsen" "No pasarás ningún parcial en mis materias" "te vigilaré incluso en el baño". Eran muchas, muchas preguntas, y pocas, pocas respuestas.
-¿Oye que clase nos toca después? –Le preguntó a Eugeo.
-Ninguna, ya esta es la última clase. –Respondió el chico de cabellos rubios.
-¡La última!
-Kirito, guarda silencio. –Pidió la profesora de ecología.
-Perdón. –Pidió el muchacho. –¿En verdad es la última? –Susurró.
-Sí, ¿no ves la hora que es? –Eugeo señaló al reloj, faltaban tres minutos para que dieran las 2:00.
-Puta madre, soy muy joven para morir.
Eugeo tomó del hombro a Kirito para acercarlo a él, santiguándolo, cosa que al último no le hizo ni la menor gracia.
-Rezare tres Padres nuestros y dos Aves marías por ti. Fue todo un placer conocerte, mi buen amigo. –El timbre tocó indicando que era hora de salir a dar la cara a la profesora Asuna.
-Dios mío, me quiero morir. –Kirito se llevó las manos a la cara.
-No te preocupes, no falta mucho para que eso pasé.
-Agh, con estos amigos para que quiero enemigos, desgraciado.
-Si sobrevives...llámame para saber que tal te fue. –Eugeo llevó su mano a la oreja derecha haciendo su mano como si fuera un celular. Se fue riendo.
Kirito dio algunas vueltas por el pasillo ante la indecisión de si ir al estacionamiento o irse corriendo a su casa. Cualquiera de las dos opciones no era mejor que la otra. Solo quedaba ser un "hombre" y afrontar las consecuencias de sus actos.
-¡Ser hombre mis balones, yo prefiero vivir! –Cuando Kirito se dirigió a la salida, chocó con el profesor Klein.
-¿Te vas tan pronto, vaquero? –Preguntó Klein.
-Usted sabe de eso, ¿verdad?
-Sí, la profesora Asuna me dijo que no trataras de huir...no te va a matar a golpes ni nada por el estilo.
-Uff, eso me tranquiliza un poco.
-Ahora ve y escucha lo que tenga que decirte. Algo me dice que serán cosas buenas. –Klein le dio dos palmadas en la espalda a Kirito para luego retirarse empujando un poco a los chicos que estaban aglomerados en la espalda, haciendo bromas como si fuera en auto y estuviera insultando.
Kirito iba caminando escuchado la misma canción de siempre: Crazy little thing called love. Rezando todo lo que sabía para evitar irse al infierno por no ser la mejor persona, ya que no le creía mucho al profesor Klein.
Si iba a morir, quería que esa fuera la última canción que escuchara. Al entrar al estacionamiento, Kirito vio unas cajas de cartón apiladas. Eran tres en total, eso se le hizo bastante raro ya que nadie solía dejar cajas en cualquier lado de la escuela.
Ahí estaba ella: la profesora Asuna se encontraba sentada en su auto, mirando su reloj. Cuando vio caminar al muchacho, le sonrió alegremente, dio un pequeño salto de tranquilidad y lo saludó con la mano.
Eso, en vez de tranquilizarlo, lo asustó un poco más de lo que ya estaba. Seguramente ese era alguna clase de juego macabro hecho para que Kirito se confiara, y por ende bajara la guardia, recibiendo un muy buen golpe.
-Pensé...pensé que no ibas a venir, Kirito. –Dijo la profesora Asuna.
-Si...yo también pensé que no iba a venir.
-¡¿Qué estas tratando de decir con...?! Perdón, me exalté un poco, nada más.
-¿Nada más? –Preguntó Kirito sarcásticamente. –Escuche, si va a matarme hágalo rápido y sin dolor.
-Bueno, si tú lo pides. –Asuna alzó su mano, Kirito cerró los ojos ya que esperaba un puñetazo en la cara...pero luego sintió una mano en su hombro. –Abre los ojos, pequeño malandro.
-¿Eh?
-Tu amigo Eugeo me dijo que no fue intencional lo del plumón permanente y Yuuki y Yuna me contaron lo que en verdad pasó en receso, que ellas habían sido las culpables del agua que se había caído...perdóname por ser muy injusta contigo, estaba frustrada ya que no esperaba algo así en mi primera clase de toda mi carrera.
-Gr-gracias. Nunca sería así con usted, profesora Asuna, no sería capaz. –Susurró Kirito con algo de pena.
-¿Por qué lo dices? –Cuestionó Asuna con una cara de duda.
-Es por que no me cae mal ni la conocía de antes, solo por eso.
-Hum pensé que era por algo más personal, no importa. Y ya que estas aquí, ¿podrías ayudarme a llevar esas cajas de ahí a mi auto? –Asuna señaló las cajas que Kirito había visto al llegar al estacionamiento.
-Ah, claro. Debí suponer que eran suyas.
Kirito tomó en sus brazos dos de las cajas. Eran bastante pesadas pero sí que podía sostenerlas lo suficiente como para llegar al auto.
Parecía ser que la profesora Asuna llevaba la caja más pesada, porque su rostro estaba un poco enrojecido por la fuerza que estaba haciendo.
-¿Quiere que cambiemos de cajas? –Preguntó el muchacho.
-No gracias, así estoy bien. De todas formas no es mucha distancia. –Al dar unos pasos, la caja que la profesora Asuna tenía en brazos, se rompió de la parte de abajo, dejando caer todo su contenido.
-¡Rayos, déjeme ayudarle, profesora! –Kirito dejó las cajas en el suelo y se apuró a ayudar a su profesora.
-¡No, no te molestes, yo lo recojo!
-Si no es molestia, déjeme ayudarle.
-¡No, no lo hagas, solo no mires!
Los objetos que se habían caído eran cosas muy poco comunes entre los profesores. Cualquiera diría que era para un chico de unos catorce años, máximo de veinte, pero no de una mujer de veintidós años.
Esos objetos "poco comunes" eran algunos libros japoneses en su idioma original. Se notaba que eran de anime. Lo mismo había de mangas.
Cuando Kirito se detuvo a examinar un manga, Asuna se lo arrebató de inmediato. Estaba molesta y sonrojada de la vergüenza, no tanto de la ira.
-¿A usted le gustan estas cosas? –Cuestionó Kirito.
-¡N-no, ¿Cómo crees?! Eso es sumamente estúpido, una mujer de mi edad no está interesada en estas cosas.
-Una vez unas chicas me preguntaron si yo era gay y les respondí de la forma más natural y sin vergüenza: no, no lo soy.
-¡Esta bien, si me gustan, ¿Qué tiene de malo?!
-Hoy un amigo le confesó uno de mis secretos a una chica que recién conocimos en receso. ¿Sabe que me dijo ella? "Oh vamos, no debería darte pena".
Unas chicas iban pasando por el estacionamiento. Era más rápido salir por ahí que por la puerta convencional. Cuando vieron al alumno y a la profesora recogiendo algunas cosas, inmediatamente fueron a ayudarles. Algo que Asuna no deseaba.
-Permítanos ayudarle...profesora. –Al ver los mangas y libros japoneses, las chicas se le quedaron viendo extrañadas a Asuna.
-¿Son de usted?
-Respecto a eso, no sé cómo...
-No, son míos. La profesora y yo vivimos cerca, le pedí que me ayudara a llevar esto a mi casa, ¿algún problema? –Preguntó Kirito con la voz que le pertenecía a alguien más muerto que vivo.
-N-no, nosotras ya nos íbamos. Cuídese mucho, profesora. –Las chicas se fueron bastante más rápido de lo que habían llegado.
Kirito siguió recogiendo los libros, la profesora Asuna lo miraba con intriga. El chico se dio cuenta que estaba siendo observado, levantó su rostro quedando a pocos centímetros del de su profesora.
Estaban tan cerca...que si a uno de los dos le apestara el aliento, el otro se daría cuenta.
-¿Por qué lo haces? –Preguntó la profesora Asuna.
-Eso mismo le pregunto, ¿Por qué lo hace?
La profesora Asuna era fanática de ese tipo de literatura desde que iba en secundaria. Ella antes usaba lentes, algo que no le gustaba mucho porque detestaba usarlos.
Sus contemporáneos siempre se burlaron de ella por leer cosas muy otakus. Lo ocultó muy bien en la universidad, teniendo incluso esas pertenencias en su armario, justamente en cajas de cartón, en lo más oculto para que ni ella misma las pudiera ver, a pesar de que sabía que estaban ahí.
-No debería darle vergüenza, yo suelo leer poemas, antes me hacían burla por eso. Cuando me preguntaban por qué lo hacía, yo respondía "para ampliar mis conocimientos del idioma y para aprender a escribir un poco más" –Contó Kirito con ternura en su voz.
-Pero esto es diferente, dejé de usar lentes porque me daba pena usarlos...ahora uso de contacto aunque después de un rato es incómodo.
-Úselos el día de mañana, le aseguro que le lloverán más cumplidos.
-Gracias por tus palabras, ahora vamos a mi auto. –Asuna levantó los libros, los puso de nuevo en la caja solo que ahora del lado contrario y los puso en el maletero. -¿Estas esperando una invitación? Al fin y al cabo vivimos por el rumbo.
-No, creo que no. –Kirito tomó nuevamente las cajas y las puso de igual manera en el maletero, para luego recargarse en la puerta del auto.
-Supongo que debo pagarte el favor de alguna manera. –Asuna bajó su mano, iba con dirección a la entrepierna de Kirito.
-¡Profesora Asuna! –Kirito se tapó la entrepierna de inmediato. -Vaya, a usted le gusta ir rápido, aunque no me quejo.
-¿De qué hablas? –Asuna había puesto la llave del auto en la puerta, para así abrirla. –Sube, te pagaré llevándote a tu casa y dándote una décima en secreto.
-Ah. Gracias, eso creo... -Kirito puso una cara de tristeza al tiempo que Asuna subía al auto.
El auto de la profesora Asuna era de color blanco, un modelo relativamente nuevo. Kirito se sentía medianamente incomodo en esa situación. Pensar que la profesora Asuna pondría la mano en su entrepierna para agradecerle las palabras de apoyo era una idea estúpida, aunque la verdad el momento daba la impresión de que algo así pasaría.
-¿Y dónde vives?
-Algo lejos, tengo que tomar el tren para venir, en realidad.
Tras indicarle las calles que normalmente usaba para ir a su casa caminando cuando le quitaban el dinero, el auto de la profesora llegó a la casa de Kirito.
-Hum...esto es algo loco pero no me creerías si te lo dijera. –Sonrió la profesora.
-¿Por qué no le creería?
-Vivo a una calle de aquí, ¡aunque ni creas que te diré en donde vivo exactamente! Podrías hacerle algo a mi casa si llegó a regañarte.
-No soy esa clase de vándalo, profesora Asuna. –Kirito abrió la puerta y bajó del auto. –Gracias por llevarme.
-Gracias a ti... -Kirito caminó hasta entrar a su casa, Asuna se recargó en el volante y lagrimeando dijo con voz muy suave, casi inaudible incluso para ella. –Gracias a ti por darme la confianza que necesitaba.
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Ok, muchos pensaran "oye wey no mames, si es japón, allá todos son otakus" pues no :v, tengo entendido, (por varios animes que he visto) que en japón ser otaku es una especie de tabú, ya que los japoneses se sorprenden cuando alguien es otaku, (lo chistoso es que ese país es la cuna del anime y sus derivados), pero así son las cosas. Así que no me vengan a decir "¿he pero por que Asuna no quiere que sepan que ella es otaku si es lo más normal del mundo en Japón?" Ahora ya lo saben. Solo espero les este gustando la historia, así que nos vemos en una semana.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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