Capítulo 13.-El amor en los tiempos del cólera.
Yuna estaba revolcándose en su cama, empapada de sudor, balbuceando cosas que ni ella misma podría entender. Estaba teniendo la más horrible de las pesadillas.
Las gotas de sudor resbalaban desde su frente hasta su cuello, sudaba de una manera tal que parecía como si se estuviera cocinando en un horno, pero no. Yuna estaba acostada en su cama.
-No...no, dime que es mentira, Yuuki dime que es mentira. –Mascullaba, pero en el sueño estaba gritándolo.
Prontamente no solamente sudor estaba bajando de sus mejillas, también lágrimas se sumaban a su pesadilla.
-¡¡¡No!!! –Yuna se despertó gritando, llorando desconsoladamente.
Su padre, quien tenía la corbata puesta a medias, fue corriendo hasta su cuarto para ver que le pasaba. Al verla tomando fuertemente su almohadada y sollozando, se extrañó bastante.
Yuna no había despertado de esa manera desde que era una niña, en una ocasión que soñó como un monstruo se comía a sus peluches favoritos.
Kirito estaba caminando a la estación del tren, bostezando, Eugeo estaba en un poste de luz tomando café de un termo al tiempo que esperaba el arribo de su amigo.
-Se nota que derrochas energía, ¿Por qué ahora estas así? –Le preguntó Eugeo.
-Por qué no viene hoy la profesora Asuna. –Lloró él.
-Vamos, vamos. Me tienes a mí, ¿Qué eso no es suficiente? –Eugeo sonrió y abrió los brazos.
-No es como este enamorado de ti, amigo.
-Oye Kirito, no seas tan cortante. Di gracias que tienes amigos.
-Tch. Como sea, vamos a perder el tren.
En la escuela el profesor Klein platicaba con algunos alumnos de las teorías del cambio social y del materialismo histórico y como podría tener relación tras un comité centralista en el poder.
-Marx afirmaba que la lucha de clases es el motor de la historia. En el caso de la escuela, su motor serían las luchas de poder entre Radicales y conservadores, puede que ahora tengamos un comité centralista pero ahora la lucha se dará hacía que parte de la balanza se inclina más.
-Ohhh.
Kirito estaba cambiándose los zapatos de interior al tiempo que escuchaba las conversaciones de Eugeo y Alice. Seguía poniéndose nervioso pero ya no tanto como en las primeras ocasiones.
El viernes era el día que más odiaba ya que no veía a "su pequeña" algo que era irónico puesto que Asuna era más grande que Kirito, pero él le sacaba estatura.
Se podía escuchar que algo malo pasaba en el pasillo de al lado, varios golpes estaban sonando en los casilleros, como si los estuvieran golpeando violentamente.
Eiji estaba gritando incesantemente al igual que Yuuki, quien estaba corriendo hacía Kirito.
-¡Vete, tienes que huir, ella quiere matarte! –Farfulló Yuuki.
-¿Quién quiere matarme?
-¡¡¡Kirito!!!
-Ay mamá. Bueno aquí se rompió una taza y cada quien a su casa. –Simplemente cerró su casillero y se fue corriendo a refugiarse al primer salón que vio.
La voz no pudo ser distinguida por él. Era de una mujer, pero el grito había sido lanzando con tanta furia que no era humano, era de un demonio, un fantasma o lo que fuera menos de una chica de dieciséis años.
Kirito le había puesto el seguro a la puerta, golpes en ella empezaron a retumbar violentamente, asustándolo, casi sacándole el corazón.
¿Qué estaba sucediendo? Por qué de la nada alguien lo quería matar a golpes. No había hecho enojar a Asuna quien podía ser la única que pudiera enojarse de esa manera.
Como estaba pegado en la puerta, una mano golpeó la misma, quitándole el seguro. Yuna tenía los ojos encendidos en llamas al rojo vivo, además de que sus cabellos estaban erizados.
-Date...por muerto, son of the big dick.
-¿Qu-que quiere decir eso?...Yuna, mejor sentémonos a platicar, ¿Qué fue lo que sucedió?
-¿Quién te dio permiso?
-¿Permiso?, ¡¿de qué rayos hablas?!
-¡¿Quién te dio permiso para casarte con la profesora Asuna?!
-¡¿Qué?!
Yuna había soñado que Kirito y Asuna se casaban en una gran iglesia. Ella se veía soberbiamente hermosa con su vestido de novia.
Los dos iban a irse de luna de miel a Francia y después a una isla del Caribe por lo menos dos años.
A ella se le había quedado el corazón tan destrozado que pensó que el sueño había sido real...de ahí las ganas de matar a Kirito.
En la clase de sociología, Kirito tenía el ojo morado y Yuna los nudillos de la mano derecha mallugados.
-Odio mi vida. –Masculló él.
-Al menos no te dio una patada en los...bueno ya sabes. –Alentó Eugeo.
Yuuki estaba profundamente apenada al igual que Eiji. Yuna estaba todavía con ganas de golpear a Kirito a pesar de que sabía que todo fue un sueño.
Eugeo ahora pensaba en chantajear a Kirito, amenazándolo de que si no le hacía tales favores o le prestaba x cantidad de dinero, le mostraría a Yuna las fotos donde él y Asuna estaban desayunando juntos. Esa chica había demostrado ser una asesina en potencia.
-Creo que debería enseñarte a pelear. Hasta una niña te da una paliza. –Suspiró Klein.
-En verdad, odio mi vida.
-Tú apenas estás viviendo, ¿de qué te preocupas? Malo cuando te des cuenta que tu vida es un fracaso...que tu vida amorosa se fue al carajo...que nadie de tus alumnos te toma enserio...Dios creo que estoy empezando a tener una crisis existencial.
Kirito sólo se tocó un poco el ojo para soltar un quejido del dolor que le provocaba. La hinchazón iba en aumento y sus esperanzas de quedar bien con Yuna iban a la baja.
Ella lo evitaba con todos los esfuerzos del mundo, él no había hecho nada malo...y aun así pagaba los platos rotos. Eiji se esforzaba bastante por tratar de hacer entrar en razón a Yuna de que sólo había sido un sueño tonto y que no debía de estar molesta con Kirito por algo que ni siquiera había hecho.
Pero ella también se molestó con Eiji pensando que estaba defendiendo a Kirito.
-Ok, esta es la parte en la que te pregunto por qué te molesta tanto ese sueño. –Cuestionó Eiji, tratando de comprender a su novia.
-Te vas a enojar si te lo digo, así que quedas advertido.
La verdad que Yuna, a pesar de ser mujer y de tener novio, sentía un atractivo por la profesora Asuna. Todo de ella se le hacía hermoso, incluso si ella no le correspondía, le molestaba el hecho de que ella tuviera pareja.
Eiji le explicó eso a Kirito...y vaya que ambos se quedaron confusos.
-¿Enserio? Eso es lo más estúpido que haya escuchado jamás.
-Pues ya vez, las chicas como Yuna están un poco locas. No me importa que a ella sienta atracción por la profesora, es de lo más normal. Lo que si me molesta es que actué como si yo no existiera.
-Y no olvides decir que la trata como si fuera su novia.
-Bien dicho.
Eugeo estaba sentado con Kirito en la cafetería, puesto que era receso. Yuuki estaba jalando de la mano a Yuna para que se sentara junto con ella.
Ese era el día en que ambas comían con los muchachos, y ese era un acuerdo que la misma Yuna había decretado como "Inviolable".
Pero su enojo la impedía cumplir esa obligación que se había echado al hombro.
-¡Tienes que venir, un trato es un trato! –Farfulló Yuuki.
-¡No pienso comer en la misma mesa que él, comamos en otra! –Exigió Yuna.
-¡Vamos a comer en esa maldita mesa como siempre solemos hacerlo, así que te callas y lo haces!
Yuuki sentó a la fuerza a Yuna a un lado de Eugeo, sabía que si lo ponía a un lado de Kirito seguramente lo terminaría golpeando.
-Si quieres puedo... -Kirito sería interrumpido.
-Cállate, fucking asshole bastard. –Todos abrieron los ojos ante el comentario de Yuna.
-No bueno, ella dijo que era penosa cuando conocía a nuevas personas...creo que ya nos tiene mucha confianza, ¿no crees amigo? –Preguntó Eugeo.
-¿Qué quiere decir eso?
-Algo me dice que no te va a gustar saberlo...es una grosería muy fuerte.
-Yuna entiende que sólo fue un sueño. No pasó en la vida real, ¡simplemente no pasó!
Ella le aventó agua a la cara directamente de su botella, frunciendo el ceño. Se le notaba en todos los músculos de la cara que estaba enojadísima.
Prácticamente Kirito estaba enamorado en los tiempos del cólera. Ya que si, el enojo, rabia y furia de Yuna sólo podía resumirse en una palabra: cólera.
A cada segundo que pasaba del día, ella lo observaba furiosamente, con ganas de matarlo y de golpearlo, por aquella "traición" que le había hecho. Dicen que los amigos no se roban a la chica que les gusta, por eso es que Yuna se sentía tan enojada y hasta cierto punto humillada.
Eugeo aprovechó para cobrarse de las que Kirito le había hecho en los peores momentos, como lo podría ser cuando lo empujaba contra Alice o cuando lo dejaba en situaciones muy incomodas con ella.
Una carta apareció pegada en el casillero de Yuna al momento de la salida.
Algún "anónimo" la había citado en la parte de atrás de la escuela, en una de las esquinas de la misma ya que era un lugar muy discreto y en donde nadie iba.
-¿Para que querías verme? –Preguntó ella. –¿Y quién eres tú?
-Tengo cierta información que ha de interesarte. Mi nombre no importa, sólo quiero que tomes esto. –Aquel "anónimo" le dio un sobre. –No lo abras hasta cuando estés en tu casa, cierra la puerta y ten varios pañuelos a la mano.
-¿Pañuelos?...
El sobre contenía las fotos que Eugeo había tomado aquel día, estaban todas muy comprometedoras. No había nada que no pudiera resultar sospechoso.
Eso, al sí ser real, el corazón se le rompió en muchos pedazos a Yuna, quien juró cobrársela muy caro y con intereses.
Sábado por la mañana, todo estaba perfectamente reluciente, el aire frío corría como Dios manda y no hacía tanto calor. Al haber pasado ya el tiempo de lluvias y de haber llegado el otoño, las cosas sólo podía mejorar.
Kirito caminaba hacia el restaurant donde se iba a encontrar con Asuna. Decidió pasar por ella una media hora más temprano para platicar algo en lo que llegaba el momento de partir.
Al estar frente a su casa, Asuna estaba sacando la basura. Tenía el cabello desalineado, estaba en sandalias, con short, en mandil y sin maquillar. Estaba como toda mujer al despertar un fin de semana.
-Buenos días Asuna. –Saludó él. Ella se sonrojó con tan solo verlo, dejó la bolsa de basura a medio camino y se fue corriendo a su casa para encerrarse con llave. -¿Qué?
Kirito acomodó la basura en el lugar donde era debió y tocó el timbre de la casa. Hasta para él eso era extraño.
Asuna se asomó por la ventana, había escrito en una libreta: "lárgate." Para comunicarse con ella, Kirito puso en su celular: "No lo haré, hoy es el día en que vamos a desayunar."
"Estoy molesta contigo, ¡¿Cómo demonios se te ocurre venir sin avisarme?!"
"Quería platicar contigo solamente, ¿Qué eso te molesta?"
"Eres un idiota, estoy toda desarreglada y me pides que te abra la puerta vestida así."
"Yo no le veo nada de malo, la esperaré aquí afuera."
"Si no te largas te echaré una cubeta de agua."
"Hágalo, ya dije que no voy."
Y así como había sido en aquellos mensajes, Kirito se sentó en la puerta de Asuna, quien lo vio por la ventana llena de indignación y enojo.
Ella también iba a cumplir su palabra, por lo que desde el patio de su casa hasta la puerta llevó cargando una cubeta con agua. Al abrir la puerta, Kirito no se volteó, así que cuando el agua fue descargada en su espalda, soltó un gritó que se escuchó en toda la manzana.
-¡Y lárgate de una maldita vez! –Sentenció ella, cerrándole la puerta para recargarse en la misma.
-¡Dios, ¿Qué te pasa, acaso enloqueciste?, yo solo quería platicar un poco en lo que nos íbamos, ¿y me recibes así?!
-Eres hombre y no lo entenderías. Para las mujeres es un monstruoso crimen que nos vean sin arreglar.
-Eso es lo más. –Una corriente de aire frío golpeó la espalda de Kirito, haciéndolo estornudar. -¡Asuna ábreme la puerta por favor!
-¿Qué pasa? –Preguntó ella, preocupada.
-¡Hace-frío-aquí!
-Sigh. Dios, está bien te dejaré entrar. –Al poner la puerta en el picaporte, Asuna se lo pensó dos veces. Al estar completamente convencida, le abrió la puerta a Kirito, sonrojándose.
-Gracias por ello, pero. –Asuna le arrojó su mandil en la cabeza.
-No me mires. Te llevaré al baño para que te seques.
Ambos, alumno y profesora, subieron las escaleras que los llevarían al baño que tenía la regadera. Ella lo tomaba de la mano y le indicaba en donde estaban los escalones para que Kirito no tropezara.
Sentir la mano de él era complicado para ella. Estaba fría, mojada y reseca de los nudillos, muy a diferencia de la suya, que estaba tersa y suave incluso hasta en las uñas.
-¿Ya llegamos? –Preguntó él.
-Cállate. –Ordenó ella.
Ya en el baño, Asuna le dio una toalla a Kirito para salirse de inmediato. Él se quitó la playera, exprimiéndola en la regadera para luego secarse con la toalla, que tenía un olor agradable a gardenias.
Kirito la olió ligeramente, detectando aquel olor tan maravilloso, oliéndola más y más hasta aspirarla casi como si fuera una droga.
Su sorpresa llegó, cuando se dio cuenta que no era la toalla lo que estaba oliendo...si no la bata de baño de Asuna. Kirito no pudo suprimir un grito que nuevamente se escuchó hasta la torre Sakura.
Asuna corrió directamente al baño para ver qué pasaba, abriendo la puerta de golpe. Kirito estaba arrinconado en una de las paredes, sonrojado de la cara y sudando frío. Ella también se ruborizó cuando vio al muchacho sin playera.
-¿Qu-que te pasó? –Le dijo.
-¡Nada, no pasó nada simplemente me llevé una sorpresa algo agradable!
-Gritaste como si te estuvieran matando, ¿exactamente qué hiciste?
-¡Nada, le juro que no hice nada malo o estúpido!
Asuna empezó a revisar el cuarto, aventándole su bata a Kirito para no verle el pecho al descubierto. Él se sonrojó más.
-Ponte eso. ¿Qué rayos hiciste?
-Es que es que...es que vi una cucaracha al lado del inodoro. –Asuna se puso pálida y tiesa como un cadáver. -¿Le pasa algo?
Ella no respondía nada, estaba en la misma posición que al escuchar eso. Kirito se puso la bata para luego tomar la mano de Asuna. Estaba fría como la mano de la muerte.
Chasqueó los dedos frente a ella para ver si reaccionaba...pero nada, Asuna ni siquiera pestañeaba.
-Se encuentra bien. –Ella apretó la mano de Kirito hasta el punto de lastimársela.
-Sácame de aquí... -Susurró ella, siendo apenas audible. –Cárgame por favor pero sácame ya.
Kirito hizo lo que su profesora le pedía, tomando a Asuna en brazos y cargándola fuera del baño. Ella no era muy pesada, Kirito era muy débil y por ello es que apenas si con todos sus esfuerzos, logró sacarla del baño.
Asuna le tenía pavor a las cucarachas, por lo que al escuchar que una estaba en su baño, se puso como si hubiera visto a la muerte misma en persona.
De pasar al amor en los tiempos del cólera...Kirito ahora estaba en los tiempos del miedo a las cucarachas.
Él comprendió el terrible miedo de Asuna a las cucharas tratando de no reírse para que ella no lo odiara algo así.
Suguha también les tenía un enorme pavor, por lo que no se le hacía nada raro.
-Se supone que todos los miedos vienen de algún lugar, ¿Por qué le tienes miedo a las cucarachas?
-Cuando me hacían burla por mis gustos...una vez unos desgraciados se pasaron de verdad. –Asuna apretó las manos. –Y me pusieron una cucaracha en la cabeza.
-Vaya...eso es ser desgraciado.
-Por eso mi temor, ¿tú no le tienes miedo a algo?
-A cierta chica lunática que trata de matarme desde que soñó que tú y yo nos casábamos, ¿crees?
-¡¿Qué nos casábamos?! –Asuna se ruborizó.
-Si...¿ves mi ojo morado? Esto me lo hizo Yuna por que soñó que nos casábamos.
-Pensé que te lo había hecho Eugene o algo así, ¿no te has peleado?
-Para nada.
-Siendo así, iré por un poco de té para que no te resfríes. –Asuna se acercó a Kirito, tomándolo del mentón para verle el ojo morado. -¿Te pusiste hielo?
-No, no me pusieron nada.
-Entonces tendré que jugar a la doctora contigo... ¡no vayas a malpensar eso! Así que quédate así.
Asuna se fue abriendo la puerta de su cuarto, el cual era muy curioso.
Tenía bastantes más estantes con sus cosas de otaku. Las cortinas eran de color rosa, dejando ver el suelo de madera que crujía ligeramente con los pies de Asuna. Su cama tenía colchas de terciopelo café, con galería del mismo color y cortinas que cubrían a la misma galería.
Se notaba que ella era de dinero, además de que en otro cuarto de baño que tenía una tina de baño que Asuna solía usar para sus momentos de estrés.
Últimamente la estaba usando más que de costumbre.
Había un pequeño conejo y oso de peluches en la cama, Kirito tuvo curiosidad de verlos. Cada uno tenía el mismo olor a gardenias que la bata que estaba en el baño, llegando a la conclusión de que ese era el olor de su perfume.
Pero no, en realidad ese olor era el de las sales de baño que estaban a un lado de la tina en el baño que se situaba tras una puerta en el cuarto de Asuna.
Al entrar al cuarto, ella miró a Kirito con su conejo de peluche.
-Es muy lindo, ¿verdad? –Preguntó ella.
-Me gustó más el oso pero éste también tiene su encanto, ¿te los obsequiaron?
-Mi maestra de Francia. Mi padre quemó todos los recuerdos que tenía de él...quería obligarme a olvidarlo.
-Claramente no lo logró. Hiciste bien en no dejarte de tu padre...lamentablemente no contabas con que te mandaría al extranjero.
El té era de menta, estaba bastante caliente y aún asó ambos podían beberlo sin muchos problemas. Solamente cuidaban de no quemarse mucho los labios y la lengua.
Kirito seguía con la bata de baño, a Asuna incluso le causaba algo de gracia verlo con esa seda roja en el cuerpo, casi como ya fuera suya de antaño.
Tenía las iniciales de su nombre con bordes de hilo dorado: AY.
-Perdóname por tirarte agua en la espalda...creo que me exalté demasiado. –Pidió ella.
-No. La verdad es que vivo con mujeres así que comprendo que no te gusta que te haya visto sin arreglar. Pero hay un detalle: te ves igual de linda con o sin maquillaje, con o sin estar peinada. Yo soy minimalista, no necesito arreglarme demasiado, ni siquiera estoy peinado.
-Pero tú eres hombres...es diferente. Aun así gracias por el cumplido.
Lo que Kirito pensó pero no dijo por obvias razones fue:
-Lo único que si deseo es que tenga ese lápiz labial que hace que sus labios se vean tan lindos que me den ganas de besarlos.
Cuando la playera de Kirito estuvo más o menos seca y se había acabado el té, la pareja se decidió por ir al restaurant.
Ella siempre pedía algo diferente para cada sábado que iba a desayunar a aquel lugar. Él, por su parte, siempre pedía lo mismo: Una taza grande de café y un sándwich de jamón.
Las pláticas eran acerca del golpe en el ojo de Kirito y de cómo Yuna casi lo había tratado de matar al tiempo que Yuuki y Eiji trataban de evitarlo.
Asuna había sacado su celular para tomarle una foto a Kirito mientras hacia una pose de boxeo. Al verla, ambos rieron ya que parecía como si en verdad el muchacho hubiera boxeado.
-¿Y al menos la ganaste? –Preguntó Asuna para seguir el juego.
-Por supuesto que lo hice, le di una verdadera paliza a mi rival aunque al final los jueces me robaron la pelea.
-Ay si tú. De seguro no diste ni un solo golpe. –Rió ella.
-Sí, sí. No por nada mi apodo es: el guerrero de las espadas duales, ya que en vez de golpear yo los corto con mis golpes.
Ambos regresaron a la casa de Asuna al tiempo que platicaban más acerca de lo que había pasado el viernes y de que nuevos eventos pasarían el lunes.
Se había anunciado una obra de teatro por parte del comité para "culturalizar a la escuela con alguna obra que retratara la historia".
Eugeo y Alice iban a participar seguro al igual que Yuuki. La que no estaba muy segura de participar era Yuna, puesto que no era muy buena para memorizar más que canciones. Ella podría componer la banda sonora de la obra de teatro junto con Eiji.
-Nos vemos el lunes, Asuna. –Dijo Kirito.
-Hasta entonces. –Devolvió ella, despidiéndose de beso. -¿Mañana puedes venir a comer?
-El día que no pueda comer contigo es por que verdaderamente estoy imposibilitado, cuenta con mi presencia.
Tras una sonrisa, ambos se giraron hacia sus casas. Asuna entraba en su casa arrogando su bolso para ir a la sala de donde un cajón sacaba una cajetilla de cigarros para luego encenderlo, dándole un golpe bastante profundo.
Ella se había enseñado a fumar con sus compañeras de universidad, incluso también aprendió a como no dejar el más mínimo rastro del olor del mismo.
El cigarro lo puso en un lujoso cenicero de cristal, para luego llevárselo al baño en donde estaba la tina, poniéndolo en el cajón donde estaba una planta y las sales de baño en un jarro de cristal.
Encendió las llaves para que al agua quedara tibia al tiempo en que ella se quitaba la ropa, desvistiéndose y poniendo música para tranquilizarse, siguiendo fumando su cigarro, que luego se convirtió en dos y luego en tres.
Su ducha había durado cerca de media hora, en ese tiempo se había fumado cinco cigarros hasta casi quemarse los dedos con el filtro.
Se le había hecho vicio para calmar el estrés que le causaba su trabajo como profesora.
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Estoy seguro que a más de uno le desagrada completamente la idea de que Asuna fume ya que pues bueno...eso es maloooo, no es buenoooo, pero será parte imporantísima de la trama ya que dará lugar a eventos futuros en la historia, no lo puse por capricho o por que si :v
También me doy cuenta que la mitad de los personajes de la historia se encuentran canónicamente fallecidos...eso es un poco perturbador pero da un igual ya que Asuna es como 5 años mayor que Kirito cuando canónicamente es un año
Subo el capítulo hoy debido a que en unas horas saldré de vacaciones y regresaré en eso de una semana. Voy a Toluca y CDMX, sería muy gracioso encontrarme con alguien de ustedes, no les de pena saludarme si es así (hay como 10 posibilidades en más de 8 millones, es prácticamente imposible que suceda x'D) así que nos vemos en un día una semana.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes
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