Capítulo 9.- Como Rocky y Adrian.
Tras pasar la selección de los deportes, Yuna y Eiji quedaban en los equipos femeninos y masculinos, respectivamente. Ya tenían el boleto para ir a los juegos, solo faltaba dar lo mejor de sí.
Ambos caminaban en los pasillos de la academia para ir a sus casilleros. Faltaban unos minutos para la finalización del receso, aunque ambos tenían las cosas de matemáticas en su pequeño santuario personal.
Eran muchos deportes para los que debían practicar, así que no quedaba de otra más que hacerlo. Eiji ya iba con Eugeo a un gimnasio cercano a la academia, y debido a su condición física, él tenía menos trabajo que hacer.
Y en cuanto a Yuna...ni hablar. No era casi de hacer deporte, lo suyo era tocar música, ver películas en la televisión y mensajear con su novio...quien en ese instante casi la tenía contra las cuerdas.
Era un pequeño milagro que ella no se fuera a desmayar al jugar futbol, debiéndose a que había tomado esa condición de tanto perseguir a Kirito cuando se amaba en los tiempos del cólera...cólera de Yuna, más precisamente.
Su velocidad al correr era de forma moderada, puesto que Kirito no era precisamente rápido, siendo dejado atrás por cualquiera, si eso no lo sabían sus ojos al ser golpeados.
-No se te olvide que mañana entrenamos ¿De acuerdo? –Cuestionó Eiji. Ese día era viernes.
-Sólo si vienes a mi casa a pasar por mí sí me da flojera venir. –Rió Yuna con bastante alegría. Él no le encontró nada de gracia.
-No debería ir a recogerte. Entrenar es sinónimo de llenar de orgullo a la profesora Asuna. –El chantaje de Eiji era excelente...y efectivamente, Yuna cayó en el juego.
-Está bien, llegaré de forma puntual.
En el parque Higashi-ayase, ubicado cerca de la academia, ambos podían practicar de forma continua y sin problemas. Los dos tenían que estar bastante fuertes para sus competiciones.
Los dos vestían ropas deportivas...pero la de Yuna era muy ajustada, por lo que sus curvas se remarcaban, viéndose bastante sensual. Y, de forma exacta, Eiji abrió los ojos y la nariz le sangró al ver a su novia vestida tan bonita.
Ella se rió de forma ligera. –No sé por qué algo me dijo que ibas a reaccionar así...
-Carajo...
Con los por menores resueltos, sólo quedaba lo más sencillo: entrenar.
Las formas eran variadas, ya que el mismo parque tenía algunas facilidades. Correr entre las nacientes sakuras y la brisa fresca de la mañana era algo sin igual, eran las ocho.
Si Eiji quisiera, podría dejar atrás a Yuna al momento de trotar, pero lo mejor era seguir un ritmo igual, mirándose de vez en cuando y sonriéndose amablemente.
Para ser una primera carrera no hubo mayores problemas, aunque Yuna si acabó un poco desgastada de los pulmones tras unas vueltas al parque, siguiendo el cauce del pequeño río que pasaba por un segmento del parque.
El lunes próximo pedirían permiso al director de la academia para usar la alberca a pesar de no ser miembros del club de natación. Kirito aprovechaba el aula de boxeo para sus propias necesidades, no obstante no se podía practicar esquí o bajada de montaña en toda la ciudad...no había donde.
Lo que sí es que ambos hacían barras, siendo Yuna ayudada por Eiji. Él la sujetaba de las piernas para tal cosa, siendo el objetivo que al final ella pudiera hacerlo sola.
-¿Traes la cuerda de saltar? Preguntó Eiji.
-¿Pensaste que la olvidaría? –Yuna sacó la cuerda y guiñó el ojo. Ambos tenían que estar fuertes de sus piernas para correr y para el patinaje de velocidad.
Para saltar la cuerda, los dos se turnaban. Uno apoyaba al otro en lo que estuviera haciendo. Terminando con la sesión de ejercicios, además de un pequeño dolor, la ligereza de las extremidades era muy notoria.
Yuna sentía que el cuerpo no le pesaba...aunque para mañana el dolor sería bastante notorio en gran parte de su cuerpo. Lo que más les gusto a ambos era cuando Eiji cargaba a Yuna en su espalda mientras subía las escaleras, eso le daría fuerza en casi todo el cuerpo.
Siendo bastante chistoso, ella no podía cargar a Eiji, le faltaba fuerza. Y, en caso de que lo hiciera, Eiji no quedaba volando...sus pies tocaban el suelo.
-Ahora cuando Kirito me haga enojar lo podré alcanzar más fácil. –Se burló Yuna.
-Oye, hacemos esto para llenar de orgullo a la profesora Asuna ¡No para hacerla enojar! Ya sabes que no le gusta que tú y Kirito se peleen.
-¡Es culpa suya!...quien le dice que puede coquetearle a la profesora...eso sólo lo puedo hacer yo.
-Y ya empezamos con problemas. –Eiji se llevó la mano a la frente, sintiéndose impotente.
A Eiji aún le faltaba un poco de la sesión de ese día. Yuna se despidió de él ya que tenía que ir al gimnasio junto con Eugeo, quien ya lo esperaba en la puerta.
Como, simplemente, llevaba una toalla de mano, se fue trotando hasta aquel gimnasio, llegando en cosa de diez minutos. Eugeo lo visualizó desde lejos, moviendo su cabeza de izquierda a derecha.
-Desgraciado... -Murmuró, aun negando con la cabeza.
-¿Me tarde mucho? –Preguntó Eiji, chocando los cinco con Eugeo.
-Ligeramente ¿Por qué te tardaste tanto?
-Entrenaba con Yuna. Es una ternura cuando trata de parecer fuerte y ruda. Puede que me saque de quicio casi todos los días, pero la quiero con locura.
-Hum, pues sí que tienes tus razones. ¿Crees que Alice se sienta impresionada si ganó alguna medalla de oro? –Preguntó Eugeo, sonrojado.
-Algo me dice que ella te desea lo mejor ¿Pero tanto así como impresionarse por una medalla? Algo me dice que Alice no se fijará tanto en eso, sino más bien en cómo eres con ella y no de una forma superficial.
-¿Eso de ser caballeroso, amable, lindo y cosas ñoñas de mujeres? Quizá no tenga hermanas...pero Yuuki me ha ilustrado bastante en ese aspecto.
Mientras ambos seguían charlando, entraban al gimnasio, subiendo las escaleras del mismo hasta finalmente entrar al casi vacío lugar. Al ser sábado, casi nadie iba, siendo mejor para ellos.
-Quizá no tenga mucho o nada que ver...pero algo me dice que le gustas a Yuuki. –Eugeo se sonrojó de escuchar las palabras de Eiji.
-¡E-estás loco! ¡Claramente no le gusto, simplemente somos mejores amigos! Quizá últimamente seamos más unidos, ¡pero esos rumores tontos de que ella es mi pretendiente no son verdad!
-Lo digo simplemente a modo de observación...pero siempre puedo equivocarme.
Al levantar las piernas con un peso amarrado a las mismas, Eiji aumentaba la masa muscular de las mismas, aumentaba su velocidad y cada vez sentía un paso más ligero.
Ahora ya sabía que ejercicio recomendarle a Yuna...aunque para lograrlo tendría que amarrarse cualquier cosa que tuviera en casa, algo que no era muy práctico en lo más mínimo.
Llegando a su casa, Yuna simplemente se limpió el sudor del cuerpo. Aquella ropa era tan cómoda que se aventó a su cama para acurrucarse en la misma, abrazando el panda que Eiji le había regalado de aniversario.
No pensaba en él precisamente, si no en la profesora Asuna. Tanto tiempo sin verla, sin abrazarla, sin darle un beso. Esa situación la iba a llevar al borde de la locura de forma segura.
No obstante, también algunos destellos de Eiji sí que le venían a la cabeza. Al final de todo, ambos eran compañeros de entrenamiento...y novios, que eso era lo más importante del asunto.
Ahora que los dos pasaban más tiempo juntos, era momento de reconsiderar que tanto de verdad existían en los reclamos de Eiji cada que ella le coqueteaba a Asuna. Siempre supo que al verlo en retrospectiva se daría cuenta que ella estaba mal ¿pero ese era el momento para hacerlo?
Aprovechando la tarde del lunes, ya varios de los seleccionados usarían la alberca de la academia debido a que ese día los del club de nado no tenían clase de tal cosa.
Claramente, Eiji tenía mucho que presumir, cosa que hacía que a Yuna le sangrara la nariz de verlo sin camisa.
A Eugeo le sucedía algo muy gracioso. Él había olvidado su short de baño en su casa...teniendo únicamente una trusa para usar.
-¡N-ni crean que me pondré esa cosa! ¡E-es tan vergonzoso! –Se quejó él.
-Vamos, vamos. Úsalo.
-Por favor, Eugeo. Se te verá bien, te lo aseguro.
-¡Déjenlo en paz! ¡¿No ven que el pobrecito quiere mantener su dignidad?! –Farfulló Yuuki, tomando a Eugeo de la mano para llevárselo lejos de sus compañeras que parecían lobos hambrientos de ver un poco de carne fresca.
-Sigh. Debo darte las gracias...no sé qué piensan esas locas por querer ver mi cuerpecito.
-Ni te emociones. Podrás ser atlético y lo que tú quieras, pero al final pareces un brote de frijol. –Rió Yuuki, haciendo sonrojar a Eugeo.
-N-no tenías por qué reírte de mí...
Eiji se les quedó viendo detalladamente a ese curioso par. No parecían precisamente mejores amigos... parecía algo más que eso, pero quien sabe.
Ignorando ese detalle, él se dio cuenta que Yuna nadaba bastante rápido. El agua de la alberca tenía la temperatura perfecta, aunque seguramente al salir sería una joda.
Lo que se enfocaba a alumno y mentor, Kirito y Klein practicaban en una parte un poco lejana de la alberca. Ellos no iban a practicar únicamente piernas, si no todo el cuerpo, cada músculo del mismo, por lo que hacían varios entrenamientos.
Haciendo algo parecido a Muhammad Ali, Kirito se hundía en el agua, lanzando varios golpes dentro de la misma para mejorar en su velocidad de golpe.
En cuanto las discrepancias con las chicas y con Yuuki pasaron, Eiji llegó dándole una palmada en la espalda a Eugeo, sacándole un pequeño quejido.
-¿Una carrera de nado para ver quien le patea el trasero a quién?
-¿Quieres que te humille como siempre lo hago, perro? –Eugeo sonrió retadoramente.
-¿Humillarme a mí? ¡Ja! Eso es tan gracioso como una ventana abierta en un submarino.
Justamente cuando ambos iban a arrojarse al agua para comenzar su competición de hombría, Yuna llegó y jaló de la oreja a Eiji, quien se quejaba de dolor.
-Primero entrenamos juntos y después haces lo que quieres. Además, pensé que ya no tenían ese jueguito tonto que no sirve de nada.
-¡Oh vamos, no seas tan recta! ¡Si primero entreno contigo, voy a hacer la competencia ya cansado!
-De igual forma vas a terminar cansado, y yo debería ser tu prioridad, no tus competencias estúpidas.
-¡Ya quisiera yo ser tu prioridad, Yuna!
-Mientras no esté la profesora Asuna, lo eres. –Rió ella de forma dulce y tierna...aunque su comentario no lo era en lo más mínimo.
Siguiendo algunas instrucciones de profesor de educación física, los entrenamientos para ayudar en cuanto a velocidad y fuerza en las piernas eran la prioridad para los jóvenes competidores.
Tenían dos semanas para lograr lo que era prácticamente imposible, impulsados por la presión que Klein les ejercía al poner tierra de por medio. En este caso, la tierra de por medio sería la profesora Asuna.
Mientras Yuna calentaba antes de entrar a nadar, Eiji no dejaba de observar cómo es que lo hacía Eugeo... algo que la empezaba a sacar de quicio.
-Si no dejas de verlo y calientas tu también, empezaré a creer que estás enamorado de él.
-Podría coquetearle a Eugeo para desquitarme contigo cada que me hagas a un lado...pero seguramente él se enojaría muchísimo y eso le quitaría la oportunidad con Alice, así que soy consciente de ello.
-Pero como fuera, Eiji ¿No piensas calentar antes de empezar?
-Tch. Calentar es para perdedores, a mí no me hace falta.
-Si te da un calambre a media alberca, te dejaré ahogándote en tu propio egocentrismo deportivo...literalmente.
-Sigh. A veces eres un poco cruel, Yuna. Y siendo sincero, ni así dejas de gustarme. –Ante la afirmación, ella le aventó agua de la alberca a la cara. -¿Y eso?
-¿Gustarte? Pensé que me darías un mejor lugar en tu corazón. –Dijo ella fingiendo falsa molestia. Molestaría a Eiji como solía hacerlo.
La primera atracción, si podemos plantearlo de esa forma tan literal, es una primera etapa, la etapa de decir "me gusta ella". Luego vendría la segunda, que ya es la del enamoramiento "estoy enamorado de ella". La tercera ya sería el casamiento, la boda. Y la cuarta...es cuando te das cuenta que ya no estás para arrepentirte, ya tienes hijos, el amor se acabó, pero la estima queda.
El amor acaba rápido...las obligaciones, nunca.
Para molestar un poco, Yuna trataría de reivindicarse en la segunda etapa del amor...a sabiendas de que ya lo estaba, incluso se podría situar en el tercer escañó en el corazón de Eiji. Pero como se puede subir, también se puede descender.
-Es que sí. Me gustas mucho, Yuna.
-Pues yo estoy enamorada de ti. Y deberías saber que gustar y amar no es lo mismo, ni de lejos. –Ella se cruzó de brazos, haciendo un pequeño puchero. Eiji se acercó, al instante.
-Ay vamos, simplemente no escogí bien las palabras, pero sabes que lo que siento por ti es lo que tú también sientes.
-Claro que lo sabía, torpe. –Yuna aventó a Eiji a la alberca, arrojándose ella después. Ella lo miraba a la vez que soltaba una risita. Él la veía con cara de enojado.
-¿Por qué te gusta molestarme con cosas de nuestra relación?
-Hum...quizá y eso hace menos monótono nuestro día a día. –Yuna le dio un beso a Eiji, uno bastante mojado y con un ligero sabor a cloro por culpa del agua de la alberca. -¡Ahora vamos, holgazán!
-¿Discúlpame? –Los novios empezaron a nadar en la alberca siguiendo con la rutina que les impuso el profesor de educación física.
A la media hora de comenzar, quizá fuera por el enojo de momentos antes o por alguna mala pasada del destino (en realidad por el calambre, más que por otra cosa), Eiji no pudo seguir nadando. Pasaban en una zona bastante profunda de la alberca, así que los problemas no iban a faltar.
Dándose cuenta que Eiji se quedaba muy atrás, y escuchando sus plegarias y ahogos, Yuna simplemente sonrió y fue por él, ayudándolo a llegar a la orilla.
Había tragado agua, haciendo un gesto por el dolor del calambre y por el asqueroso sabor del agua. Pensar que, seguramente, la misma tenía orina...le era muy, muy incómodo y repugnante.
Viendo ese gesto como algo digno de tesoros imposibles de encontrar, Yuna se soltó a reír, echándole un poco más de agua en el rostro a Eiji.
-¡Te dije que debías calentar, pero el señor prefirió no escuchar!
-Ok...debo reconocer que tuviste razón en eso. ¡Ay, me siento tan estúpido!... –La sensación de asco no desaparecía por más que pasaran los segundos.
De forma muy tranquila, Eugeo descansaba en una de las orillas de la alberca, viendo todo a su alredor como si nada sucediera. Ni siquiera él era consciente de sus pensamientos, la sensación del viento pegándole en la piel mientras le secaba ligeramente las gotas de agua que pudiera llegar a tener, era agradable.
Sorpresiva y traicioneramente, Yuuki llegó y le aventó agua en la espalda. Eso ya no le era molesto, puesto que su cuerpo ya tenía la temperatura del agua, así que no le afectó mucho.
-¿Estás viendo a Alice en traje de baño? –Sonrió Yuuki de forma traviesa. –Pervertido.
Las mejillas y orejas de Eugeo se tornaban del color de una manzana, percatándose de que, efectivamente, Alice estaba a varios metros delante de él, jugando con sus amigas en su traje de baño escolar.
-¡¡¡N-no es lo que parece!!! ¡E-en verdad no había dado cuenta de que ella estaba frente a mí!
-A otro perro con ese hueso. Pero, como fuera el caso ¿Qué tal me veo con el traje de baño de la academia? –Preguntó Yuuki, posando ante los ojos de Eugeo de una forma coqueta, pero lo hacía con una risa.
-Wow... -No pudo decir más ya que se avergonzó de nuevo. –T-te ves muy linda...en verdad.
-Gracias. Tú también te ves muy guapo en ese traje de baño tan simplón. No dejas "nada a la imaginación".
Allí fue cuando Eugeo se sintió desnudo, por lo que se cubrió el torso del cuerpo con las manos.
Para Yuuki, aquel "Wow" era una victoria completa y absoluta. Y, aunque su enamorado no hubiera dicho palabra alguna, su rostro era algo con lo que le era suficiente para conocer que pensaba y sentía el muchacho.
-Y dime...¿Cuánto amas a Alice?
-Hum...esa pregunta sería muy difícil de responder. Es que yo a ella no la amo, lo que siento por ella es algo más fuerte que el amor, algo que trasciende mares y fronteras. Lo que yo siento por ella, no es perteneciente a estas tierras. No estoy enamorado de ella, mi amor es por su alma.
-No sabía que eras poeta. –Se burló Yuuki, Eugeo se sonrojó ya que se puso a divagar sin pensar que decía.
-¡Po-por favor no le vayas a decir!
-Quizá si me das algo a cambio...me lo pensaré.
-¡Yuuki, no seas así! –Mientras Yuuki se iba caminando campantemente, Eugeo la siguió, rogándole.
Ese sentimiento brotaba en el corazón de Eugeo una vez más. Se estaba enamorando de Yuuki sin saberlo a pesar de tratar de negarlo. Incluso se enamoraba de ella sin apenas darse cuenta, haciéndolo sin querer.
A pesar de ello, sin darse cuenta o sin querer, eso era lo que definiría su relación futura con aquella chica que era tan similar a él en su martirio por el amor. Inclusive, eso definiría su muerte.
Siendo algo complicado por el tema del calambre, Yuna ayudaba a Eiji a caminar en las cercanías de la alberca. Tendría que llevarlo lo más cerca que pudiera del vestidor de hombres. En verdad le costaba mucho trabajo caminar al pobre hombre.
-Pero no me hagas caso. Ya sabes, tu ego siempre va a tener la razón ¿Qué tal si no te detenía antes de que hicieras esa carrera con Eugeo? –Mascullaba Yuna mientras Eiji iba apoyado en su espalda.
-Suenas como mi madre...ya no me regañes, por favor.
-Iré lo más lento posible para que podamos hablar de este tema por un largo rato ¿Qué dices?
-Que eso sería una mierda. –De forma inesperada, Yuna le dio un beso a Eiji.
-¿Y eso sería una mierda?
-No. Claro que no. –Él regresó el gesto.
Ya dos semanas de trabajo habían rendido sus frutos...más o menos. Ahora Yuna corría más rápido, si eso no lo sabía el ojo derecho de Kirito cuando recibió un buen golpe tras descubrir que él iría a casa de Asuna...solo.
Lo mejor de todo es que ya no se cansaba tanto como al principio. En una pequeña carrera a la que Eiji retó, Yuna simplemente sonrió de forma amable.
Yuna, la de los pies ligeros, se adelantó a Eiji por casi dos metros en gran parte del trayecto. Eso hizo que él sonriera y, al alcanzarla, la alzara en sus brazos para darle un beso.
Todo había salido a la perfección. En las barras, Yuna podía hacer diez sin ayuda de Eiji, descansando unos segundos entre cada serie.
De hecho, y de forma accidental, Eiji se posicionó detrás de Yuna, así que cuando ella saltó y empezó a hacer las barras...él le miró su retaguardia, sangrando de la nariz.
Esos ejercicios hicieron que el cuerpo de Yuna se hiciera un poco más esbelto, algo que se notaba en esas ropas deportivas.
Lo mismo se podía decir de Eiji, quien ya era alguien atlético y fuerte desde antes de ponerse a practicar enserio. Ahora ambos eran, aparte de los dos músicos, los dos atletas de la academia.
Entrenar lo veían algo así como tocar música, ya que no podían ser The Masters of the Universe de la noche a la mañana, pero con algo de perseverancia, sí que podrían ser algo parecido.
Como Eiji hacía lagartijas con una mano usando un balón de basquetbol, siempre que caía, Yuna lo ayudaba a levantarse, animándolo a continuar.
Y siempre que Yuna trataba de hacer las diez barras sin ayuda de nadie y caía, Eiji le daba un beso y le daba esos alientos, continuando desde el mismo número donde se había quedado.
En más de una ocasión, Yuna se dejó caer a propósito para recibir ese beso, algo que sí que le parecía algo revitalizante.
Así que, más que un entrenamiento, esos dos tenían una cita y nada más. Sin embargo, a pesar de que se dieron cuenta de ello, nunca les molestó. Curiosamente, Yuna, que era a la que le daba flojera levantarse en las mañanas, iba con muchas ansias al tratarse de ese aspecto.
Siempre llegó primero, sin falta, recibiendo a Eiji con un beso en los labios para ponerse a trotar de forma inmediata...y siempre que Yuna lo dejaba atrás, a Eiji le sangraba la nariz.
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Buenoooo aquí ya se daban los primeros vestigios del yuukieugeo ❤ esos dos tortolitos
Me dio especial gracia la parte de la alberca, Eiji casi se ahoga de no ser por yuna :v
Aunque esos dos siempre estén discutiendo, se aman mucho :3 y eso es lo que hace bonita su relación
El capítulo de la siguiente semana ya será yuukieugeo cuando son novios, de va a poner ufff bien caliente por varias razones 😂😂
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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