Capítulo 7.-Los dos músicos.
Era una de las cuantas veces que Yuna llevaba su guitarra a la academia ya que de allí se iría a sus lecciones de música, que no le eran tan necesarias ya que ella se las sabía de pies a cabeza.
Corrían, por aquel entonces, los primeros días del penúltimo semestre de Eiji, cuestionándose que nunca tuvo novia a pesar de que varias chicas le coqueteaban por ser bastante guapo.
Se podía decir que el amor no era precisamente algo que le interesara mucho a Eiji...pero en esas épocas, algo raro andaba en su ser.
Como por alguna extrañísima razón, Eiji se sentía medianamente enamorado ¿de quién? Ni el mismo lo sabía, quizá era un pequeño alboroto de su corazón y nada más.
Era la clase de sociología, de las primeras, de hecho. Como era costumbre, Eiji olvidaba su lapicero...nunca se compró uno en sus dos años de preparatoria. Y, como era costumbre, debía pedir uno.
-Yuna ¿me prestas un lapicero? –Cuestionó él.
-Claro, Eiji. Dame un segundo.
Mientras ella buscaba un lapicero en su mochila, fue que, por primera vez, Eiji se dio cuenta de cómo era Yuna. Sus ojos cafés eran grandes y hermosos al igual que su cabello mediano del mismo color, sus labios rosados, esa piel blanca tan de ella...algo era nuevo en ella.
-¿Te hiciste algo?...hoy te noto un poco diferente ¿Es tu cabello? ¿Tus cejas?
-No...siempre me he visto así, Eiji. –Sonrió Yuna con bastante cortesía.
Eso fue suficiente...para que el chispazo se diera y se prendiera el fuego.
-En verdad juraba que te habías hecho algo, Yuna.
-Hum...yo siempre te he visto igual, Eiji. –La sonrisa se hizo mayor, hasta que finalmente ella entregó el famoso lapicero. –Deberías anotarte en la mano en que debes comprarte un lapicero ¿No crees?
-No lo había pensado. –Respondió él casi como si le hubieran robado el aliento.
Esa sonrisa estuvo presente en el pensamiento de Eiji durante todo el día, incluso hasta la noche. Él sabía hacer muchas cosas con sus manos, así que, tomando un lápiz, Eiji comenzó a dibujar el rostro sonriente de Yuna en una hoja de libreta, teniendo todos los detalles memorizados perfectamente ya que nunca se le podría olvidar algo así.
Y, justamente, como si fuera una fotografía pero con un filtro de dibujo, La Mona Yuna se encontraba allí. Ese sería un tesoro que Eiji nunca le diría a nadie que tendría, ni siquiera a ella por temor a que se lo pidiera como recuerdo. Ese dibujo era para él y nada más para él...hasta el matrimonio con ella, en que, efectivamente, se lo arrebató a la fuerza.
Pero, por el momento, allí se posaba el dibujo, en un marco en la mesa de Eiji, aquella donde componía canciones, hacía tarea, o simplemente leía las partituras de las canciones de las cuales quería hacer un cover.
Algo ligeramente parecido era con Yuna, ya que ella también tenía un espacio exclusivamente para sí misma. Yuna era de familia adinerada e hija única, así que tenía un piano de cola en la sala de la casa, con el que practicaba casi todos los días al regresar de sus clases de música.
El oído le era tan fino que podía sacar canciones de piano sin ver las partituras, solo con escuchar la canción algunas veces y con un celoso detalle, ella ya tocaba esa melodía a la semana.
Apenas dejó su mochila en el suelo y se tiró en la cama, Yuna empezaba a recordar alguna canción, lo que fuera, pero que tuviera que ver con música, o de lo contrario no se sentía para nada a gusto.
Golpeaba con sus pies la colcha de la cama o con sus dedos la mesa de noche, cualquier cosa que hiciera ritmo. No es como que ella hubiera compuesto una canción antes, pero sí que le daban ganas de hacerlo...el problema recaía cuando trataba de decidir en qué instrumento lo haría.
Esos eran los detalles de su día a día. Y recordado que olvidó pedirle su lapicero a Eiji, las cosas se complicaban. Ese era su lapicero especial para componer alguna pequeña melodía, y no lo tenía.
-¿Qué tanto tendrá por la cabeza ese chico?... –Se preguntó ella, pensándolo.
En perspectiva de Eiji, él ya había acabado el dibujo. Por lo que, buscando algún pretexto para hablar con Yuna, le escribió lo del lapicero...algo que no fue accidental. Aquello fue algo planeado.
La respuesta de Yuna tardó unos dos minutos, debido a que ella pensaba seriamente en que contestarle, fue justamente cuando bromeó diciendo que Eiji debía de pegarse un lapicero en la mano para que no se le olvidara.
Esa broma le causó una sonrisa a Eiji, algo que él casi no hacía estando solo o mensajeando con alguien.
-Algo me dice que esto terminará en muy buenos términos... -La suposición de Eiji no pudo resultar más verdadera...salvo algunos tropiezos.
El asunto del lápiz duró unos quince minutos, pero la conversación de verdad terminó hasta pasadas la una de la mañana. Empezaron a las diez de la noche, incluso Yuna no practicó el piano esa vez, algo que incluso sorprendió a su padre.
-¿Te lastimaste un dedo o por que no has practicado el día de hoy? –Le preguntó. Y justamente así era, cuando Yuna se lastimaba un dedo o una mano, el viejo piano podía estar sin tocar.
-Menos mal, no. Estoy hablando con alguien acerca de música...siento que incluso sabe más que yo...me da envidia.
-Ah, la envidia. Dicen que los grandes músicos son grandes envidiosos. Trata de que eso no te consuma, solo así lograras la grandeza.
Finalizando la conversación en una retadora invitación a tocar en un club de música...Yuna simplemente dejó las cosas en un "lo veremos...".
Justamente era el día de mañana, Eiji regresaba el lapicero únicamente para pedirlo una vez más. Puso "de forma accidental" un lapicero que no tenía tinta, así que Yuna se lo prestó una vez más.
Yuuki miró a esos dos de forma tan misteriosa, enchinando los ojos. Kirito se le quedó viendo raro a ella, soltando una risa burlona.
-¿Celosa?
-No...todavía no...
Durante algunas entre clases, Yuna y Eiji trataban de llegar a un acuerdo. Este club de música era un grupo bohemio que tocaba en una cafetería/restaurant en el centro de la ciudad.
En realidad era un espacio para los llamados "intelectuales" ya que iba gente que conocía un grueso de música, pintura, literatura, física, etc.
Eso era lo que en cierta parte le daba pena a Yuna (sumando su desconfianza en las personas), no gustándole la idea de quedar en ridículo frente a un grupo de ñoños. Pero quien sabe, la idea le era muy agradable, sobre todo por el café fino gratis que le darían por tocar allí.
Ya con eso en mente, Yuna finalmente aceptó la propuesta de Eiji. Era jueves, y las veces que él iba a tocar eran los sábados y domingos durante tres horas. De hecho, ya se había hecho amigo de varios intelectuales a los que les pedía ayuda para los asuntos académicos.
Eso le sacó una buena risotada a Yuna, ya que, según Eiji, él era un genio natural...pero eso quedaba desvelado como un pequeño fraude. Más bien tenía influencias de genios naturales.
-Hum, ya descubrí que en verdad eres un tramposo. –Dijo Yuna, burlonamente.
-Sólo no le digas a Eugeo, sé que te juntas con él y le encantaría saber esa información para desacreditarme en nuestra "guerra".
-Los hombres a veces son tan torpes. Eres una mezcla de ambos, ¿sabías eso? Eres inteligente pero bárbaro a la vez.
-¿Y tú serías tranquila y salvaje a la vez? Ya he visto cómo te pones cuando estas cerca de la profesora Asuna.
-¡Oye, a ella no la metas en esto!
-A eso me refiero. Te encantaste con ella, hay veces en las que me recuerdas a un cachorro que se emociona al ver a su amo.
-Independiente de ello, mi padre aún tiene que darme permiso para ir a tocar allá. ¿Tienes alguna idea de que canción tocaremos?
-Esperaba que tú la propusieras, Yuna.
-Siendo así... -Con una sonrisa en sus labios, Yuna le entregó unas partituras a Eiji. Tocarían dos canciones antiguas, allá de los años del reino de castilla.
Si en algo eran buenos los españoles, era en hacer música en guitarra, además de los árabes, por supuesto.
Aquellas canciones tenían su dificultad, por lo que Eiji se las vería negras para aprendérselas en cosa de dos días y medio...
Eso era lo que le gustaba de Yuna, en su muy naciente enamoramiento, él notaba que Yuna tenía ciertas características que no cualquier chica tenía. La belleza era superficial para Eiji, viendo más allá de la misma.
Los conocimientos que tenía Yuna sobre la música, su forma de tocar guitarra, su carisma y alegría por encima de todas las cosas. Esa era una chica ideal...y Eiji quería que fuera para él.
Ya que sí, Yuna era una chica sin par...más que nada por su curiosa forma de ser y por sus reacciones tan auténticas.
Usando las guitarras de la academia, y con permiso del profesor Klein, los dos empezaron a practicar en la oficina de éste...a Yuna le daba un poco de pena tener que hacerlo en público, por lo que prefirió que fuera en privado.
Teniendo en mente que prácticamente Eiji seguía a Yuna durante la canción, ella se dio cuenta que su contrario tenía un don muy parecido al suyo.
Con tres veces de escuchar el primer minuto de la canción, Eiji fue capaz de lograr imitarlo, algo que sorprendió a Yuna, lo que aumentó un poco esa envidia que le tenía.
-¿Lo estoy haciendo bien? –Preguntó él, inocente de esa ligera envidia.
-Te falta practicar, pero no eres terrible. Quizá seas un digno compañero con quien yo pueda hacer un dueto.
-Lo seré...
Esa afirmación no era algo hueco nada más, sin duda alguna Eiji trataría de ser el mejor compañero posible para Yuna...y no solamente hablando de cuestiones de la música, quizá y en cualquiera que él quisiera.
Para esa misma tarde, Eiji siguió practicando con un audio de la canción que le mandó Yuna. Ella interpretaba la canción, por lo cual le sonaba diez veces más hermosa de lo que ya era la condenada canción.
Como últimamente se había interesado en cierto tipo de música muy especial, que eran las serenatas, Eiji decidió que podía componer la suya...si Mozart lo hizo cuando tenía como doce años, ¿Por qué él no?
Claro que la diferencia entre Mozart y Eiji era que uno de ellos era un genio natural y estudiosísimo de la música...el otro era un bohemio que tocaba para pasar sus tardes.
No obstante, Eiji tenía un poco de genio, pudiendo mensajear con Yuna, hacer la tarea y practicar la canción de la guitarra al mismo tiempo y sin descanso alguno.
Eso lo dejaría bastante fatigado al finalizar el día, aunque no le importaba, quería hacer todo a la vez, y si lo estaba logrando ¿Por qué no continuar hasta caer dormido o desmayado? Lo que sucediera primero.
Yuna le pidió un audio donde le mostrara sus avances para juzgar sus errores y sus logros. Cuando el audio fue escuchado, ella se llevó una almohada a la cabeza, pataleando y girando en su cama por la envidia que le daba ese pedazo de perfección.
-Ya está bien, en realidad lo hiciste bastante lindo. –Ahora usando psicología inversa, Yuna trataría de hacer que Eiji se confiara, para que dejara de practicar tan seguido, y si ella se esforzaba, lo alcanzaría pronto.
Quizá la pieza estuviera muy bien, pero Eiji quería más, quería impresionar a Yuna tanto como fuera posible...irónicamente, lo lograba pero no con el efecto que deseaba.
Si bien no era odio lo que ella le tenía por ser mejor músico, sí que era una sensación de desagrado. Ella también se encontraba en la situación de Eiji...tocaba, hacia tarea y mensajeaba con él.
Era otra competición no declara y además en secreto ¿Qué podía ser peor? Pues que al final en esa sí que habría un ganador y no como en la de Eiji y Eugeo.
Para el día siguiente, Yuna se sentía un poco triste ya que ese día no iba la profesora Asuna. Quería que ella la escuchara tocar para recibir algún elogio...y tener pretexto para abrazarla.
El profesor Klein se notaba ligeramente preocupado...hablaba por celular en un idioma que no era japonés...ni tampoco francés, así que era complicado saber más o menos que era.
Al no ser francés, Kirito no entendía mucho, pero si podía diferenciar algunas palabras que eran más o menos parecidas.
-Certo, ci incontreremo all'Accademia in cui insegno, il posto è relativamente vicino ma senza dubbio il tour varrà il mondo intero...grazie per la tua comprensione, compagno, il posto che ho scelto per un incontro è meraviglioso.
Tras colgar, Yuuki, Yuna, Kirito y Eugeo se le quedaron viendo raro al profesor Klein. No se explicaban como es que hablaba otro idioma si apenas se daba a entender en japonés...
-¿En qué idioma hablaba?... –Cuestionó Kirito.
-Italiano. En realidad soy multi idiomas.
-Se le llama "Monolingüe", profesor Klein. –Corrigió Yuuki.
-Lo que sea. El punto es que sé hablar japonés, italiano, español, ruso, francés y un poco de alemán.
El cuarteto tenía los ojos abiertos con bastante incredulidad...¿en verdad el profesor sabía todos esos idiomas siendo tan torpe?
Al tener que viajar por todo el mundo por cuestiones de su otro trabajo que tenía fuera de la academia, Klein se tuvo que aprender los idiomas de los países que más visitaba, los cuales eran Francia, Rusia, Alemania, España y algunos lugares de américa latina. El italiano era por capricho propio, de hecho ese fue su primer idioma extranjero.
El misterio de su "otro trabajo" era algo que él prefería no decir de forma muy abierta, algunos de sus compañeros profesores lo sabían, incluso Asuna...pero nada más porque el tema salía de pura casualidad.
Ese "otro trabajo" era bastante sorpresivo a pesar de la obviedad debido a lo que Klein representaba. Seguramente, esa era una de las razones de su torpeza en su trabajo académico, ya que, en perspectiva, sí que era un trabajo un poco inferior.
Cual fuera el caso, Klein hablaba varios idiomas, y durante todo ese día, esos cuatro diablillos lo molestaron en que les hablara en tal idioma o que les dijera tal cosa.
Hablar con acento no era el fuerte de Klein...pero igual se podía dar a entender, cosa que sorprendió bastante.
-Bueno, bueno, tengo que hacer otra llamada ¡así que dejen de molestarme! Hay cosas que no se pueden redistribuir y ésas serían el tiempo de una persona.
-No huyas, cobarde. –Le farfulló Kirito. Quería afinar su francés para hablar más fluidamente con Asuna en aquella lengua.
Para el día siguiente, Yuna y Eiji iban en las calles de la ciudad con sus guitarras. Ella se notaba bastante nerviosa ya que no conocía el lugar ni que tan de mala muerte podría ser a pesar de que era casi exclusivo para intelectuales.
Era en lo alto de un edificio de unos cinco pisos, pero todos y cada uno de esos pisos eran cosas que no se verían en cualquier lugar. El primero de ellos era una librería de los "clásicos" no se vendía cualquier novela ligera, no. Allí reposaba lo mejor de lo mejor.
El segundo era una pequeña galería de arte francés y japonés de más o menos la misma época. También había muchas pinturas y esculturas surrealistas.
Para el tercer piso, ese le fascinó a Yuna ya que era dedicado a la música clásica y algunas vertientes del mismo. El romanticismo habitaba en su máximo esplendor...por lo que los diez minutos del tiempo de reserva se agotaron ahí.
El cuarto piso era dedicado al cine, ya fuera japonés, norteamericano, francés, alemán, italiano, etc. El punto es que se vendían películas de todas partes del mundo, algo impresionante por sí mismo.
Quizá una visita a todo el edificio no sería tan mala idea después de todo, pero ya sería otro día.
Y, finalmente, ambos entraron a la dichosa cafetería, se notaba un olor a café tan exquisito que Yuna se sintió embriagada del mismo. Ella era una ligera amante del café. Se notaba que las personas ahí platicaban de un selecto grupo de temas que no cualquiera lograría discutir, siendo cosas de política, de danza, de literatura o del cine de arte.
En cuanto Eiji se mostró, muchos de ellos le sonrieron. Ya lo conocían por ser clientes regulares.
-Eiji, muchacho, que alegría verte por aquí. –Uno de ellos se levantó y le dio la mano. Viendo a Yuna, le tomó el dorso de la mano y le plantó un pequeño beso...eso hizo que ella echara humo de la cabeza. -¿Quién es tu bella acompañante? ¿Una novia?
-No. –Respondió. –Todavía no... -Pensó.
-Somos compañeros de clase...
-Ya veo. Si nuestro muchacho te trajo para tocar es por algo, seguramente vio en ti algo sumamente especial.
Esas palabras hicieron que Yuna se sintiera apenada, halagada y contenta. "Algo especial en ella" vaya que eso era algo que no le decían todos los días.
-Es muy buena tocando la guitarra, por eso me acompaña.
-De nuestro muchacho no se podría tener otra explicación. Bueno, los dejaremos practicando.
El pasar por la cafetería era una odisea ya que Eiji conocía a casi todos los presentes. El lugar no se encontraba muy lleno, serían unas veinte personas en el mejor de los casos, pero no era tarea fácil saludar a todos y cada uno de ellos, explicando que era Yuna de Eiji.
Para ella era un poco penoso que los confundieran de novios...para él, era un reto a cumplir.
-¿Ya tienes afinada tu guitarra? –Preguntó Yuna tras bambalinas. Faltaban unos minutos para que empezara el horario de música en vivo, siendo la apertura de ellos dos.
-Claro que sí. Lo hice antes de venir, pero lo volví a hacer, por si acaso.
-Es bueno que seas prevenido.
-A veces sí, a veces no tanto. –Expresó Eiji.
Tras asomarse para ver al público antes del espectáculo, Yuna se percató que el profesor Klein iba entrando con un grupo de personas que se notaban eran extranjeros...algo andaba mal.
Eiji también pensó lo mismo ¿El profesor Klein en una cafetería exclusiva para intelectuales? El mundo seguramente se acabaría al suceder algo así.
Cuando Klein se percató que esos dos se encontraban en el mismo lugar, vaya que se sorprendió.
-Ya regreso, camaradas...tengo un ligero asunto que atender. –Klein se fue casi corriendo hacia donde se ubicaban sus dos alumnos. -¡¿Qué demonios hacen aquí?! ¡¿Cómo supieron donde tendría mi reunión?! ¡¿Se los dijo la profesora Asuna?! –Masculló él.
-Ham...en realidad yo trabajo aquí, jeje. –Eiji rió nerviosamente.
-Yo sólo lo acompaño por hoy. –Sonrió Yuna.
-Ok, les encargo que no le digan absolutamente nada a nadie, no me gustaría que se supiera.
-¿Qué se supiera que? –Preguntaron Yuna y Eiji al mismo tiempo.
-¡Mierda! ¡Yo mismo me delaté!
-¿Cómo es que le permitieron el paso? Aquí es reservado para intelectuales. –Eiji se llevó un zape por parte de Klein.
-¡Claro que soy intelectual, mocoso!
-¿Seguro?...porque al menos y no lo estaría. –Intervino Yuna.
-Tch. Quizá no sea el profesor más inteligente o el más responsable, pero me consideran "intelectual" debido a que tengo bastantes conocimientos en idiomas y en política.
-¿Lo consideran un intelectual político? Hum ¿Quién lo diría? –Ironizó Eiji.
-Silencio o te repruebo. Ahora regresaré a mis asuntos de extrema importancia ¿les importaría no molestarme?
-No sea egocéntrico, profesor Klein. –Pidió Yuna. -¡Además! ¡¿Cuál es su famoso trabajo para que sea tan importante?!
-Sigh...no le digan a nadie ¿de acuerdo? Soy Comisario Político del Partido Comunista Japonés, es un puesto de relativa importancia, por eso es que he visitado tantos lugares.
-Wow... -Los dos jóvenes estaban sorprendidos, aunque no entendían muy bien de que iba la cosa.
Klein regresó a la mesa con sus acompañantes. Todos le llamaban, justamente, "Camarada Comisario", denotando su cierta autoridad sobre los demás.
-Y yo le dije "no es que es que seas puta, pero eres más fácil que deportar a un trotskista" -Todos, incluido el mismo Klein, se soltaron a reír a carcajadas. La conversación de los comunistas llegó al punto donde contaban chistes sobre trotskistas.
Cuando llegó el momento en que Yuna y Eiji tocarían ambos se miraron. Yuna se sentía nerviosa, naturalmente era la primera vez que tocaría frente a un grupo de conocedores de la música, así que se sentía bastante insegura.
Pero ese nerviosismo se fue cuando Eiji le sonrió. –Estoy contigo, no estás sola. –Quizá la chispa del amor no despertó en el corazón de Yuna...pero si algo que le llenaba de calidez su corazón, siendo esa la razón por la cual aceptó ser novia de Eiji en un tiempo de tan sólo días.
Abriéndose la cortina de tela rojo vino, los dos jóvenes fueron recibidos por varios aplausos, en especial de Klein.
-Muchos de aquí ya me conocen, pero en cuanto a quien es mi acompañante de aquí...ella es Yuna, una compañera de mi academia.
Yuna ahora recibió aplausos de forma individual, por lo que su confianza aumento bastante.
La tocada era Torero, una buena canción de España, que era justamente un dueto, solo faltaría el pandero y los tambores. Quien llevaba el sonido mayor de los dos, era Yuna, puesto que conocía mejor la canción.
Los intelectuales se miraban entre sí con gestos de aprobación y de que les gustaba mucho aquella tocada. Incluso el mismo Klein se sorprendía conforme pasaba la melodía.
-Vaya que escogió un perfecto lugar para venir, Camarada Comisario. –Le secretó uno de sus compañeros.
-Ellos dos son alumnos de la academia donde trabajo, soy su profesor y por eso mismo los traje aquí para que los camaradas pudieran deleitarse con su talento. –La mentira era algo blanca...ya que no dejaría sin recompensa a esos dos.
-Es usted un genio, Camarada Comisario.
Estando casi por acabar, Yuna y Eiji se sonrieron mutuamente. Su espectáculo salió bastante mejor de lo que esperaban en un primer momento, así que ya todo era un éxito total.
Finalizando la primera de las canciones, ya que faltaban algunas más por tocar, el público los ovacionó con muchos aplausos, dirigidos especialmente para Yuna, el mismo Eiji lo hacía, incluso.
Nada mal para ser la primera vez que Yuna tocaba en aquella cafetería, deseando que no fuera la última ya que su show era para aquellos que apreciaban los sonidos que ella era capaz de crear.
Fueron otras tres canciones lo que duró ese pequeño concierto, pero los espectadores querían una última pieza tocada únicamente por Yuna.
-¿Se te ocurre algo? –Cuestionó Eiji, pensativo.
-No lo sé...quizá sea para la próxima ocasión, me gustaría tener tiempo para pensarlo.
-Ah, ni modo. Lo poco que duró fue bastante excelente, señorita. Por favor vuelva a venir. Además del pago que es merecido por dar el concierto, puede tomar el café que quiera.
-Está bien, vendré cuando me lo pida. –Sonrió ella, había olvidado el detalle del café fino gratis.
La taza era una cosita, pero el sabor fuerte lo compensaba. Incluso le habían dado a Yuna un vaso de leche para que se quitara el amargor del café fuerte...pero el sabor era bastante, bastante bueno.
Ella se veía muy graciosa sosteniendo la tacita en sus manos y con una sonrisa de victoria. Eiji la fotografió sin darse cuenta, guardando ese recuerdo para sí.
-A veces no me pagan, pero por el café no me puedo quejar. Creo que tres tazas de esto valen más que mi salario...
-Vale mucho la pena, solo espero que no me termine doliendo la cabeza por el sabor. A veces disfrutar mucho de las cosas que más nos gustan es contraproducente.
-No lo puedo poner en duda...
Klein pasó a donde sus dos alumnos se encontraban, les sonrió muy amablemente.
-Mis camaradas los quieren conocer, en especial a ti, Yuna. Les dije que yo los traje, síganme el juego y les pondré puntos extra en sociología.
-Bueno, vale la pena. –Suspiró Eiji quien tomó de la mano a Yuna...la cual estaba tiesa como un muerto.
-Pe-pero no los conozco...y me da nervios.
-Oh rayos...
Que Yuna no se apenara estando frente a mujeres y hombres provenientes de una parte de Europa fue complicado...pero se logró ¿Cómo? Quien sabe, pero se logró.
Eiji no podía estar más feliz, si la chica que le gustaba se la pasó bien en aquel pequeño concierto, él se lo había pasado de maravilla.
Ya en la noche, y mensajeando con ella, Eiji le pasó la foto en donde Yuna tomaba café de una forma muy graciosa, tanto que a él le parecía tierno.
A la chica le gustó la foto, bastante, así que ese fue el tema de conversación durante aquella noche del sábado. A partir de entonces, esa foto era el fondo de pantalla de Eiji, esa era su fotografía favorita.
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Una relación un poco tóxica por las "infidelidades" de Yuna, pero linda después de todo :D
Cuando Eiji era tan joven, tan lleno de esperanza :'v
Me acuerdo que una vez fui a un coloquio del Partido Comunista Mexicano y, al salir, estaban haciendo chistes de trotskistas y los maoistas y estalinistas ya se andaban madreando :v
La próxima semana el capitulo también será de ellos, va a ser muy lindo y romántico en algunas partes. Nos vemos en una semana
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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