CAPÍTULO 43
Chris
Parecía que nunca iba a llegar este día y creo que, a estas alturas, muchos deben desear volver cuatro años atrás donde todo comenzó. Saltar a la vida real asusta, demasiado diría yo, pero es parte del proceso.
El Easton High está completamente decorado con motivo de la graduación de la promoción que termina este año y dice adiós para siempre. Este año, la previsión del tiempo dicta que hará un día propio de verano a pesar de que aún quedan unos días para dar comienzo la estación del año, cosa que no pasó hace un año, recuerdo que fue una semana bastante lluviosa y tuvieron que construir todo en el gimnasio. Pero, debido al día que hace hoy, la graduación se llevará a cabo sobre el césped del campo de fútbol. Las sillas están colocadas para los estudiantes, mientras que los familiares lo harán en las gradas, justo donde estará la banda de música. Hay un escenario donde la directora hablará, donde iremos subiendo cuando seamos llamados y donde yo daré mi temido discurso.
He de admitir que estoy nervioso. Llevo escribiendo esta hoja durante toda la semana, he borrado y tirado a la papelera miles de versiones, lo he releído infinidad de veces para comprobar que está bien, aunque a causa de ello hiciera más cambios. Aun así, no estoy contento del todo, no sé si es un buen discurso y probablemente otra persona lo hubiera hecho mucho mejor que yo, pero al menos espero llegar a la altura.
He venido acompañado de mis padres quienes no dejan de sacar fotos a cada paso que doy, además de Kaden, que saluda a antiguos compañeros suyos y profesores. Las togas que llevamos tienen los colores del instituto, azul oscuro con banda amarilla además de la borla del gorro. Ya hay bastante gente esperando a que comience la ceremonia, pero aún no he visto a ninguno de mis amigos. No dejo de dar vueltas de un lado para otro, intentando calmar mis nervios. ¿Cuándo he estado así de nervioso antes? Ni siquiera para un examen.
—¿Quién me diría a mí que te vería con toga y birrete? —escucho la voz de Georgina, no esperaba que fuese a venir, pero por lo visto iba en serio—. ¡Estás genial, Chris!
—¡Gracias! —Sonrío a pesar de lo que estoy sintiendo, ella me da un abrazo que yo respondo con cariño.
—¿Cómo va lo del discurso?
—Va. Aunque creo que vomitaré en algún momento.
—Qué asco, no lo hagas —dice haciendo una mueca—. Lo vas a hacer bien, seguro que lo que has escrito será increíble.
—Permíteme que lo dude.
—¿Por qué crees que lo vas a hacer mal?
—Porque no acostumbro a hablar delante de tanta gente y porque pienso que quizás mi discurso es demasiado típico.
—¿Puedo echarle un vistazo al menos?
—No, creo que eso será peor. Si veo alguna mueca en tu rostro negativa, no sé qué haría. Sam lo habría hecho mil veces mejor que yo.
—Eres un cabezota. Relájate y disfruta.
—¡Por fin te encontramos! —irrumpe una voz lejana.
Me giro para ver a mis amigos venir hacia mí, visten igual que yo, a diferencia de Chad que aún no se ha colocado el birrete. Tyler choca mi puño para después abrazar a Georgina, todavía no me creo que uno de mis mejores amigos esté tan encariñado con mi amiga de la infancia. David y Chad también lo hacen, y me extraña no ver a PJ pululando al lado de su querido novio, aunque es cierto que todos han venido con sus familias. Y hablando de familias, la mía ha pasado de hacer infinidad de fotos, a pasar de mí para cotillear con otros padres, traidores.
—Ha llegado el día, y es increíble que los cuatro hayamos conseguido terminar con todas aprobadas. —David dirige su mirada a Chad, al igual que todos, pues era el que más papeletas tenía para repetir curso.
—Qué idiotas sois, no confiabais en mí, eso dice mucho de vosotros —contesta, molesto.
—Eso decía la realidad, tus notas eran mediocres tirando a malas —habla la voz de la razón, quien tiene un brazo por encima de los hombros de Georgina.
—Bueno, pues os he cerrado la boca a todos.
—Chad, no te molestes, es nuestra forma de decirte que estamos orgullosos de ti. —Coloco una mano sobre su espalda dándole unos golpes leves.
—¡Ah! —el grito de mi progenitora hace eco en la sala—. ¡Estáis todos juntos! ¡Necesito foto de este momento, chicos! Erais tan jovencitos cuando empezasteis.
Mi madre con cámara en mano, nos ordena a todos a movernos y obliga a Chad a ponerse el birrete, además de sacar a Georgina de nuestro lado. Nos saca unas doscientas fotos para después decirnos mil veces lo guapos que estábamos y lo orgullosa que se sentía. Minutos después, algunas personas encargadas del evento, indican a los familiares y amigos que vayan sentándose en los asientos asignados, dejando en la sala solo a los estudiantes.
—¿Nervioso? —cuestiona Tyler a mi lado, nos están intentando ordenar por filas y parece que va a llevar unos condenados minutos más.
—Mucho. ¿Se nota?
—Nah —ironiza—. Una vez bajes, todo habrá pasado, tampoco es para tanto si lo piensas, es leer un papel. De vez en cuando miras a los presentes y listo.
—Tú estás acostumbrado a dar discursos para los de tu equipo, yo no y mucho menos delante de tanta gente.
—En el baile saliste y hablaste sin ningún problema. ¿Qué hay de diferencia?
—Pues no sé, hay profesores, familiares y mucha más gente.
—Es lo mismo.
—Solo quiero que pase ya. —Suspiro mientras ojeo cuánto falta para poder salir, solo hay dos filas bien colocadas—. Oye, ¿cuándo piensas admitir que hay algo entre Georgina y tú?
—Somos amigos.
—Ya.
—Lo que ves es lo que hay.
—Pues yo lo que veo son muchos abrazos, besos en la mejilla, llamadas, mensajes, invitación al baile, probablemente también la invitaras aquí como hice yo y a saber qué más.
—Somos buenos amigos.
—Ya.
—Chris.
—No pasa nada si admites que, por una vez, te gusta una chica que es más o menos de tu edad.
—Me gusta, sí, pero no creo que de la forma en la que piensas. Cuando la conocí fue muy fácil hablar con ella y creo que era lo que necesitaba en parte. Sin ánimo de ofender, necesitaba alguien diferente a vosotros, a los del equipo, a mi abuela, a mis padres, a las chicas con las que suelo hablar.
—Y me parece estupendo, pero sigo pensando que hay algo más. No hay que ser muy listo para darse cuenta de que a ella le gustas.
—Ya sé que le gusto, y he sido un gilipollas. Estoy demasiado podrido por dentro, no soy lo que ella espera.
—Escucha, hay veces en las que pensamos que somos de una forma, que tenemos nuestros gustos y que el resto deben aceptarlos. Eso está bien, pero recuerda que siempre hay alguien que tiene el poder de romper todos nuestros esquemas.
Tyler queda pensativo y antes de que pudiera contestarme a eso con alguna respuesta contradictoria, los organizadores nos colocan en la fila indicándonos que saldremos todos en orden en cuanto se nos ordene. Y así lo hacemos, salimos acompañados de la música de la banda colocándonos en las sillas correspondientes frente al escenario, en el cual debo subirme en algún momento.
De acuerdo, ahora sí que estoy nervioso.
Localizo a mis padres junto a Kaden en las gradas, al parecer me estaban observando ya que saludan con efusividad. Georgina está sentada a su lado, supongo que son las únicas personas a las que conoce.
La directora es la primera en hablar, apenas presto atención a lo que está diciendo porque solo puedo pensar en que yo también tendré que hablar ahí delante de todos y con unos padres que se asegurarán de que todo quede inmortalizado con la cámara. Seguro que también querrán la versión teléfono móvil para pasárselo a todos nuestros familiares y entonces recibiré una cantidad inmensa de mensajes y llamadas. ¡Y cómo haga el ridículo, todos lo van a ver y acabaré en todas las redes sociales por el resto de la historia!
Juro por Dios, que me va a dar algo como sigan hablando en el escenario repitiendo que somos una promoción increíble, está claro que lo dicen año tras año, ¿a quién van a engañar? No sé qué hubiera pasado si Sam hubiese tenido que salir, en cualquier caso, seguro que saldría mucho más calmada de lo que lo estoy y lo haría mil veces mejor.
Todos aplauden dejando escuchar también algunos silbidos y gritos pronunciando mi apellido como muchos suelen hacer, esperando a que salga a darles un gran discurso, pero eso está lejos de suceder porque probablemente no sea lo que esperan de mí. De igual forma, me levanto de mi asiento y camino hasta el escenario subiendo por las escaleras mientras desdoblo el papel donde lo tengo escrito. Los profesores me aplauden como hace el resto, me miran con una amplia sonrisa, incluso algunos gesticulan la palabra "suerte", pero claro, para ellos es tan sencillo decirlo cuando no tienen esta obligación. Me posiciono tras el atril donde coloco el arrugado papel que he leído mil veces, incluso diría que me sé alguna frase de memoria.
Dedico una mirada a todos los presentes antes de comenzar, mis padres están en plena acción, y mis amigos me sonríen para darme ánimos. Supongo que debería empezar de una vez para que todo acabe.
Carraspeo para después suspirar, cogiendo todo el aire que necesito para afrontar esto.
—Hola a todos, soy Christopher Cooper para aquellos que no me conozcan. Aunque la gran mayoría habla de mí como el mayor rompecorazones del instituto, algo que me dio cierta fama. Siento que mi familia haya sabido de esto aquí, no estoy nada orgulloso de eso. No he sido una gran persona estos años con mucha gente, y por eso no entiendo muy bien por qué estoy dando un discurso el día de la graduación, pero por lo visto es tradición que la persona con mayor nota de la promoción lo dé. Y no, no soy yo quien la tiene, pero ella no ha podido venir, así que aquí estoy yo, el segundo de la lista. —Los nervios me juegan una mala pasada, las manos me tiemblan mientras aplano el papel para poder leer mejor, trago saliva y prosigo—. Supongo que esto es una forma de decir adiós, no solo a los profesores y compañeros, también a nuestra rutina, a los pasillos, la cafetería y demás zonas en las que pasábamos los días. Muchos de aquí estaban deseando que esto terminara, pero lo cierto es que resulta triste que se vaya a acabar. Han sido cuatro años en los que hemos compartido muchos momentos que probablemente recordemos siempre. Ha habido risas, bromas, competitividad y amor entre nosotros, como también tristeza, enfados y frustración. Hemos estado expectantes cada día por ver qué ropa traía la señora Miller o con qué tema personal nos sorprendía el de historia. —Escucho risas por parte del público—. Hemos animado a los equipos en sus partidos, los Titans del Easton High han tenido a grandes jugadores en nuestra promoción.
—¡Siempre Titans! —grita uno de los presentes, probablemente forme parte de algún equipo. Muchos le responden de la misma forma mostrando su apoyo y por alguna razón esto me tranquiliza para continuar.
—Por no hablar de la participación en cada uno de los clubes, desde obras de teatro hasta manifestaciones por salvar el planeta, estoy seguro de que os habéis esforzado por ser recordados. —Ada se da cuenta de la indirecta y sonríe colocándose una mano en el pecho—. Y cómo olvidar cada uno de los bailes, perfectamente organizados y de las fiestas que hemos pasado juntos, cada uno a su manera.
» Supongo que son demasiadas cosas a las que decir adiós. Pero el momento debía llegar y con él, llega el proceso en el que debemos ocuparnos de cosas realmente importantes. Muchos lo llaman crecer, otros madurar, a fin de cuentas, es lo mismo y he de decir que lo he estado pensando mucho en estos últimos meses. Crecer implica tener más peso en tu vida, porque cada vez tienes que ocuparte de más asuntos tú solo y ojalá eso me lo hubieran dejado claro antes. Nos enseñan a prepararnos para la verdadera vida para que no se nos haga cuesta arriba, porque lo que acabamos de vivir ha sido algo parecido a un sueño en comparación. Tengo que estar agradecido por haber tenido a personas que han estado a mi lado dándome sus consejos a pesar de que yo les infravalorara, lo siento por eso. Sé que hay gente que se ha visto obligada a dar este salto mucho antes de lo previsto por distintas razones y no supe trataros como os merecéis, pido disculpas por eso también. Por suerte, he sido capaz de darme cuenta de que estoy mejorando en eso de admitir mis errores, eso nos honra y aprendemos de ellos. Nos hacemos mayores, y esto de algún modo es como tener la oportunidad de empezar de cero, por eso es el momento de pedir disculpas por aquellas cosas de las que hicimos que no nos sentimos orgullosos y que teníamos miedo de decir.
» Nos damos cuenta de que hemos crecido cuando las decisiones que tomamos son algo más serias que dónde debemos celebrar la fiesta del sábado noche. Y es complicado, pero nadie dijo que no lo fuera, solo hay que dedicarle algo más de tiempo a cuestionar todas las posibilidades y, según qué casos, dejar de pensar en uno mismo por un momento. Sin embargo, estoy seguro de que podremos salir adelante en cualquier situación, y si cometemos algún error, no importa si aprendes de ello.
» Este último año ha sido una auténtica montaña rusa para mí, y supongo que sentiréis lo mismo que yo. Por algo dicen que el último curso es el más mágico, o eso nos han repetido hasta la saciedad. Yo he aprendido a conocer a las personas, a que no hay que dejarse llevar por las apariencias, a saber valorar las diferencias por muy raras que nos parezcan. Nadie es igual a nadie, eso tenedlo claro. No importa si alguien es más alto o más bajo, cuál sea su forma de vestir o si va descalza a todos lados, si dejas eso atrás puedes encontrar a tu mejor amigo o alma gemela, quién sabe. Pero, sobre todo, he aprendido a amar de verdad y por mucho que lo estuviera evitando para no sufrir, solo puedo deciros que es la mejor sensación del mundo.
» Creo que, además, durante este último año nuestras preocupaciones han cambiado y tenemos nuevas ambiciones. Hay quienes quieren llegar a entrar en un equipo de E-Sports y ganar con ellos todas las partidas. Otros tienen visión de negocio para innovar, además de explorar nuevos mundos, incluidos los del amor. —No puedo evitar soltar una pequeña risita al recordar a mi amigo, debe de tener ganas de pegarme—. También hay quienes serán el próximo Asher Jackson, o quizás el futuro presidente del país. Y luego estoy yo, quien ha encontrado una misión en esta vida y es hacer que todas las personas dentro del espectro autista consigan adaptarse a este complicado mundo de la mejor forma posible, por eso me esforzaré en estudiar psicología en la UCLA. Con esto os digo que no importa qué hagáis, no sois menos por no ir a la universidad, hay millones de cosas que hacer en la vida y estoy seguro de que, si creéis en vosotros mismos, encontraréis vuestro lugar. Hay que dar las gracias a todo el profesorado y personal del Easton High, quienes nos han ayudado a que podamos ser quienes queramos, que aportemos un granito de arena para dejar huella. Os habéis esforzado, habéis sido valientes y por eso estamos hoy aquí.
» Para terminar, me gustaría hablar sobre las mariposas, porque han sido muy importantes para mí últimamente y considero que debemos aprender de ellas. —Suspiro al recordar la imagen de Sam—. Una mariposa nace siendo un pequeño gusano sin gracia, sin embargo, hay un momento en el que pasa tiempo metido en una crisálida y termina por salir siendo totalmente diferente, con unas alas que le permiten volar por el inmenso mundo. La mariposa recuerda su pasado, pero no siente pena ni nostalgia, solo vuela. Enhorabuena a todos.
Comienzo a bajar por las escaleras recibiendo los rayos de sol de nuevo, los cuales me envuelven cálidamente y tras haberme quitado un peso de encima se siente realmente bien. En lo que camino a mi asiento, recibo varios cumplidos más, quizás deba empezar a creerme eso de que lo hice bien. Mis amigos me reciben con una sonrisa y varios golpes en los brazos y espalda, puros neandertales, pero así somos a veces. La ceremonia continúa con la entrega de premios, recibo uno por ser el segundo con mejores notas, seguido de escuchar el nombre de Sam quien se lleva el primero. Los tres primeros se llevan una beca en la que se le costea el primer año de universidad, lo cual viene estupendamente. Después procedemos a la entrega de diplomas donde tengo que volver a subir al dichoso escenario, pero por suerte no tengo que pronunciar palabra alguna, solo saludar a mi familia quienes esperan que lo haga y que quede inmortalizado en su cámara de vídeo.
Una vez termina, comenzamos a dispersarnos por el instituto, pero casi todos prefieren acudir a la zona de árboles donde al menos hay algo de sombra y corre brisa. Mi madre está loca de contenta por haberme visto en el escenario, tanto, que no deja de pellizcarme la mejilla. Mi padre está igual, solo que lo expresa a su manera y Kaden tiene esa sonrisa de orgullo en su cara. Tenemos reserva en un restaurante para celebrarlo, vamos a ser unos cuantos, ya que estarán mis amigos y sus padres, queríamos que fuese así. Mientras todos nos reunimos, espero junto a mi familia, dando las gracias a toda persona que me felicita por el discurso o quiere que le firme en el anuario.
—¡Chris, enhorabuena! —exclama PJ quien se acerca a mí junto a David—. Ha estado muy bien tu discurso, no digo que yo no fuese a hacerlo mejor, pero...
—Tú lo habrías hecho mucho mejor, tienes ese don.
—Me gustó la parte en la que me tienes en cuenta, no me lo esperaba. Como futura presidenta de los Estados Unidos, te trataré como un ciudadano más —bromea retirando lo que aquel día dijo.
—Gracias, eso me deja más tranquilo.
—Enseguida vuelvo con mi familia, me despediré de esta belleza —me informa David mirando a su querida PJ, debieron darle el premio a pareja más empalagosa.
En cuanto ambos se alejan, Chad se acerca solo, sé que su padre estará por algún lado cotilleando. Pero la verdadera sorpresa, es ver a Tyler acercarse con sus padres, parece que es cierto que han hecho un tratado de paz. Solo nos queda esperar a David para irnos.
—¡Cooper! —Casi muero del susto ante tal escándalo prácticamente en mi oído—. Has estado bien ahí arriba, has sido un buen sucesor.
—Gracias, Ada.
—¿Irás a ver a Sam?
—Sí, no tengo claro cuándo, pero lo haré. —Bajo la mirada junto a un largo suspiro—. ¿Tú has ido?
—Dos veces, mi madre me llevó. Es un buen lugar.
—¿Y cómo estaba?
—Si te soy sincera, creo que a pesar de que lleva allí un par de semanas, no se ha acostumbrado aún. No dejaba de preguntarme por ti, así que no tardes demasiado.
—¿De verdad? —Ella asiente apretando los labios—. Va a ser una de las cosas más duras que haga hasta el momento.
—Pero necesaria, por tu salud y la de ella. Ánimo. —Aprieta mi brazo para comenzar a irse, despidiéndose con la mirada.
Había pensado en si Sam se acostumbraría tan rápido a estar allí que se olvidaría de mí, pero ya veo que eso no ha sido posible y aunque me tranquiliza, me hubiese gustado que se olvidara un poquito. No quiero ser su impedimento, quiero que se centre en sí misma.
—¡Sparks! —De nuevo me sobresalto, pero esta vez se trata de Chad, llamando la atención de la rubia.
—¿Qué? —responde a la defensiva, como es de costumbre cuando intercambian palabra.
—Verás... Me preguntaba si querías cenar conmigo este sábado. —Chad se pasa la mano por la nuca siendo una señal de timidez, no me creo que esté siendo el único interesado en saber qué pasará con estos dos.
—¿Y por qué iba a pasar contigo mi sábado noche?
—Bueno, ¡si no quieres, no lo hagas!
A la mierda la timidez.
—¡No he dicho que no quiera! —responde la chica de la misma forma que él lo hizo con ella aquel día.
—¡Pues entonces no sé a qué viene tu pregunta de antes! ¿Quieres o no?
—Sí, puedes recogerme a las seis, y más te vale no hacerme esperar.
Con las mismas, se da media vuelta para volver con su familia o amigos. Chad se gira dándose cuenta de que he sido el único que ha presenciado la escena, se acerca a mí con las manos en los bolsillos de la toga.
—¿Crees que es una cita? —cuestiona con la mirada perdida en algún punto.
—¿Me lo preguntas a mí?
—No sé si ha quedado claro.
—Yo creo que sí, ¿y tú?
—También, pero ella no lo sé.
—Pagaría por ver esa cita desde las sombras —bromeo.
—No te burles.
Poco tiempo después, el padre de Chad aparece y tras él, David con su familia. Pasamos el día todos juntos comiendo en un restaurante para después continuar en la casa de David, al final siempre es el lugar indicado para reuniones puesto que tiene la casa más grande de los cuatro. Disfruté al máximo cada momento con ellos porque sabía que después de ese día todo iba a acabar demasiado rápido. No me puedo creer que vayamos a separarnos, el mejor cuarteto del instituto si se me permite ser un poco engreído. Hemos hecho demasiadas cosas juntos, hemos estado en las malas y en las buenas, nos hemos dado consejos y nos hemos peleado para después reconciliarnos. Considero que después de todo, no creo que la distancia mate del todo nuestra amistad, siempre estaremos en contacto a nuestra manera y cuando coincidamos en un mismo lugar, no dudaremos en reunirnos. Porque al final ellos son parte de mi familia, son como mis hermanos y eso no se puede olvidar ni dejar atrás, es para siempre.
Una semana después, me encuentro sentado de copiloto en el coche de mi madre, junto a Kaden que finalmente conducirá en el camino. Estoy muy nervioso, más que cuando tuve que decir todo ese texto delante de tanta gente. Esta vez es distinto, solo tendré a una espectadora y un texto improvisado.
—Te noto tenso —irrumpe el silencio Kaden, llevamos algo más de media hora de viaje en el que solo he estado hablando con mis pensamientos, es normal que sienta que el silencio no es solo eso.
—Estoy nervioso. No sé bien qué debo decirle, ni siquiera sé si tendré el valor suficiente para hacerlo. Sé que cuando la tenga delante va a ser todo diferente a como lo pienso ahora. La he echado mucho de menos y sé que ella a mí.
—¿Cómo pasó?
—¿El qué?
—¿Cuándo supiste que estabas enamorado?
—Ah, bueno... —Pienso en el momento exacto en el que ocurrió, rememorando cada palabra—. No lo supe, quiero decir, lo sabía, pero no fui capaz de admitirlo. Mis amigos sí lo notaron, y no dejaban de decirme que me gustaba, algo que a mí me cabreaba bastante. Un día ella estaba presente, vio cómo me enfadaba y me alejaba, entonces fue a buscarme pensando que era por su culpa. —Sonrío—. Como sabes, a ella le encanta hablar sobre las mariposas y ese día ninguno le hicimos caso. Estando a solas, le pregunté cómo se creaban los colores de las mariposas, y fue justo en ese momento. Solo con ver la expresión de emoción al ver que le había preguntado por eso, todo en mí se sintió diferente a niveles inimaginables.
—Guao. —Emite una risa nasal—. Mira, yo no sé cómo saldrá lo vuestro, pero sería una lástima que hoy terminara todo porque se nota que congeniáis muy bien. Así que, déjale claro que la quieres y que volveréis a veros.
El trayecto se me ha pasado volando, y cuando me quiero dar cuenta, estamos en Westbury buscando el lugar donde se encuentra Sam. Le indico a Kaden mientras observo el GPS de mi móvil, hasta que, después de algunas vueltas de más, aparcamos frente al edificio que conforma Dandelion. Hemos salido temprano por la mañana para llegar justo en el horario de visita. Apenas dormí anoche solo de pensar en el lugar que visitaría hoy y a quién vería al fin, pero mi antiguo yo no quería hacerlo por el dolor que va a suponer.
—¿Listo?
—En realidad, no —respondo cabizbajo.
—Eh, venga, tú puedes hacerlo. —Me empuja levemente en la espalda al ver que no movía un músculo—. Te esperaré aquí, no tengas prisa.
—Gracias.
Entro en el interior del edificio recibiéndome una brisa fresca con un olor agradable. Hay personas que caminan de un lado a otro, algunas de ellas me observan pues soy un extraño en el lugar, solo es la segunda vez que vengo. Me acerco al chico que está en la recepción ocupado con su ordenador, a pesar de ello, levanta la cabeza y saca una sonrisa.
—¡Buenas tardes! ¿Te puedo ayudar en algo?
—Sí... Tengo una visita reservada a mi nombre.
—¿Y a quién visitarás?
—Samantha Van der Walt.
—De acuerdo, déjame un momento... —Teclea durante unos segundos hasta que me devuelve la mirada—. Bien, acompáñeme a la sala de visita.
El chico sale de detrás del mostrador y comienza a andar a lo que yo le sigo por detrás. Mi cuerpo comienza a temblar, y lo que es aún peor, la sala está completamente vacía, estaremos solos. La habitación está bastante bien, incluso hay comida y bebida para hacer más amena la visita.
—Espera aquí, iré a avisar a Samantha.
Ni siquiera digo nada, solo asiento con la cabeza y una vez sale, suelto el aire que tenía retenido. Con las manos en los bolsillos, comienzo a caminar por la sala observando todos los decorados, incluso lo que se ve a través de la ventana. Hay muchas personas paseando en el interior del edificio, algunos van solos y otros van en grupo, pero se les ve felices disfrutando del paseo. Cada vez me reafirmo más sobre mi decisión, creo que no había otra opción.
Entonces escucho que la puerta se abre, y me cuesta darme la vuelta para ver quién entra por ella. Suspiro y decido encarar la situación, porque no puedo alargar más este momento.
Al girar mi cuerpo, mis ojos se topan con los suyos. Su larga melena anaranjada resalta gracias a la luz natural que entra por los grandes ventanales, lleva un vestido al vuelo decorado con flores y por supuesto, su sonrisa se hace cada vez más grande a medida que me he ido girando. Está igual que la última vez que la vi, salvo por un pequeño detalle, lleva los zapatos puestos.
—¡Chris! —grita para después correr hacia mí y abrazarme con fuerza, su cabeza termina apoyada sobre mi pecho sintiendo el calor de su cuerpo.
A mis brazos le cuestan reaccionar, pero pongo todo de mí para devolverle el abrazo lo más fuerte que puedo, porque necesito disfrutar de este momento antes de que todo resulte agrio.
—Chris, tu corazón late muy rápido —comenta, lo que es normal ya que su oído está sobre la zona inquieta.
—Supongo que está feliz de verte —logro decir, aunque ni siquiera sé si lo que digo tiene algún tipo de coherencia.
—¿Dónde estabas? ¿Porqué has tardado tanto en venir a por mí?
Mi corazón ha pasado de latir rápido a estar completamente roto. Puede que eso no lo note, pero me duele demasiado. Sam espera que haya venido para llevarla de vuelta, esa era su esperanza y ni si quiera sé por qué.
— Me dijiste que no te ibas a ir de mi lado y yo lo he hecho otra vez. Pero ahora podemos volver.
—Sam...
— No sé por qué estoy aquí. No he podido ir al baile contigo, lo siento Chris.
—No pasa nada, no te preocupes por eso. Pero, Sam, tenemos que hablar.
—¿Sobre qué? —Despega su cabeza de mi pecho y se separa levemente de mí.
¿Por qué tiene que ser tan difícil? No quiero hacerle daño, no quiero que esté triste y es lo que estoy a punto de hacer.
—No estoy aquí para llevarte de vuelta a casa —suelto de una vez.
Su rostro reluciente, feliz por verme de nuevo, se va apagando poco a poco. Está confusa y nerviosa, el gesto de sus manos comienza a funcionar y su mirada ya no es estable.
—¿Me vas a dejar aquí? ¿Te vas a ir?
Si ya estaba roto, ahora estoy completamente destrozado. Me duele absolutamente todo, y un nudo comienza a hacerse en mi garganta. Necesito no llorar, no puedo hacerlo delante de ella porque no quiero que tenga esa imagen de mí como la última que vio, no es lo que quiero.
—Solo por un tiempo más. Pero, Sam —agarro sus manos impidiendo el roce de su mano sobre su brazo, algo que le ha causado daño en el pasado—, te prometo que voy a volver a por ti y entonces podrás venir conmigo.
—No te creo.
—Sam...
— No vas a cumplir la promesa que me hiciste, ¿por qué vas a cumplir esta? Te vas a ir lejos de mí —noto su voz quebrada, incluso sus ojos comienzan a cristalizarse. Se deshace de mi agarre y vuelve a arañar su brazo con un poco más de rapidez evitando mirarme a los ojos.
—Créeme que me encantaría que te vinieras conmigo ahora, pero no puede ser. Tienes que estar aquí, lo necesitas.
—¿Por qué lo necesito? Yo no sé qué hago aquí. Todos me dicen lo mismo, dicen que soy especial y por eso tengo que estar aquí. —Está completamente confundida y su primera lágrima aparece arrastrándose por su mejilla.
No lo entiendo, no entiendo por qué no le dicen nada claro. No puedo verla así, quiero que sonría como siempre, quiero que esté feliz y odio que yo sea la razón por la que está llorando. Quizás no sea lo correcto, pero creo que merece saberlo porque de otra forma no va a aceptar jamás el tener que quedarse aquí.
«A la mierda.»
—Sam. Escúchame. Estás aquí porque tienes un trastorno mental llamado Trastorno del Espectro Autista. Esto afecta a tu cerebro, digamos que es diferente al mío, pero eso no es malo del todo. Tienes problemas con la comunicación y las relaciones sociales, hay cosas que te afectan más de lo que deberían o no lo hacen, y tienes ciertas acciones que causan que te hagas daño a ti misma, algo que no me gusta nada porque no quiero que eso ocurra. No me gusta cuando tienes que ir al hospital porque te has hecho heridas graves, o cuando algo no va bien y sufres. Yo quiero verte feliz, y que, si algo sale mal, lo resolvamos juntos, por eso estás aquí. Por eso tenías que visitar a Grace, porque estaba ayudándote a que todo fuese más fácil, pero necesitas más ayuda.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque es algo que por desgracia existe en este mundo, hay muchas personas como tú, Sam. Muchas están aquí por eso.
—Yo... Yo no... No sé nada sobre eso que dices, no tengo información.
—Es normal, pero lo irás descubriendo con el tiempo, solo necesitas estar aquí y aprender de lo que te digan.
—Pero yo no quiero estar aquí.
—Lo sé, tampoco me gusta que tengas que quedarte. —Me acerco de nuevo a ella, esperando su aprobación, pero al no decir nada me tomo la libertad de colocar mis manos sobre su rostro y mis pulgares se encargan de limpiar sus lágrimas—. Te voy a echar mucho de menos.
—¿Vendrás a visitarme?
—Yo... —Echo aire por la nariz—. Voy a ir a la universidad de California. De hecho, me voy en tres días.
—¿Qué?
—Siento no habértelo dicho, tampoco lo tenía claro y yo quería que tú...
—Te vas a ir. Voy a estar sola. Te vas a ir, nadie va a venir. —Comienza a decir dando vueltas por la habitación, lo repite una y otra vez como si estuviese en un bucle.
—Sam. —La paro agarrándola de los hombros, su brazo ya está completamente rojo, dejando señas de sus uñas.
—¡No me toques! —grita dejando toda su voz resonando en la habitación, nunca la había visto de esa manera y menos conmigo.
—Voy a volver a por ti, Sam. Te lo prometo.
—¡No! ¡No lo vas a hacer! —Lleva sus manos a sus oídos para así evitar escucharme.
—Sam. —Ni siquiera puedo pronunciar bien su nombre porque mis lágrimas ya han comenzado a salir sin remedio.
Intento cogerla del brazo, pero no me deja hacerlo, quiere alejarse de mí cerrando los ojos con fuerza. Comienza a gritar cosas que no puedo descifrar y termina cayendo de rodillas aun con las manos sobre su cabeza. Me arrodillo frente a ella, intentando hacer que me mire. Quiero tranquilizarla y decirle que todo estará bien, que solo será un año.
—Sam, escúchame —ruego.
—¡Déjame en paz!
Separa sus manos de su cabeza para empujarme hacia atrás con violencia. En ese instante en el que creo que no tengo nada que hacer, que no puedo despedirme de ella como pensé que lo haría, entran dos personas que sujetan a Sam por los brazos.
—Me temo que la visita debe terminarse aquí.
Escucho decir al mismo chico que me trajo aquí, ha aparecido por la puerta de repente dirigiéndose exclusivamente a mí. Las dos personas se llevan a Sam prácticamente arrastrándola de la sala entre gritos. Quisiera correr hacia ella y hacerle ver que de verdad todo estará bien, que volveré y nos iremos juntos de aquí, pero es imposible que quiera escucharme. Me parte el alma verla en ese estado por mi culpa, no quiero que sufra. Tal vez no debería de haber venido, pero ella me estaba esperando y no podía abandonarla de esa forma.
Cuando los gritos cesan, consigo dar un paso en la sala y aceptar el ofrecimiento del chico de recepción que va a acompañarme a la salida. Seco mis lágrimas en el camino a pesar de que quieran seguir saliendo. No era como quería que fuese, iba a explicarle bien para que lo entendiera y ha sido un desastre. Ni siquiera he podido despedirme.
Kaden estaba apoyado en el coche y se incorpora nada más verme, sabe que las cosas no han ido bien porque no dice nada, solo se sube en el asiento del piloto, mientras yo lo hago en el de su lado. El viaje de vuelta comienza en silencio, me alegra que respete mi tiempo para asimilar y ordenar mis sentimientos porque de otra forma habría pagado mi frustración con él. Antes de volver a casa, paramos a comer en un restaurante de carretera de aspecto agradable y recién reformado. No tengo demasiada hambre por lo que apenas toco la hamburguesa. Kaden sigue respetando mi silencio, se entretiene mirando el alrededor pensativo. Por mi parte, tengo el codo izquierdo sobre la mesa, dejando mi cabeza reposar sobre el puño.
—No ha ido como yo quería —decido hablar mientras juego con las patatas, capto su atención enseguida—. Ha sido un desastre.
—¿Qué ha pasado?
—Ella pensaba que iba a llevármela de allí porque una vez le prometí que no me alejaría de su lado.
—Ya veo. ¿Y le dijiste que en unos días irás a Los Ángeles a buscar trabajo antes de comenzar las clases?
—No, bueno, solo que me voy y eso no le ha sentado muy bien.
—Puedes quedarte un poco más e intentar visitarla de nuevo.
—No creo que sea bueno. No has visto cómo se ha puesto cuando se lo he dicho, incluso me ha empujado, no quería que la tocara. He visto sus ataques un par de veces, pero nunca así y me ha dolido.
—Piensa que por eso está ahí.
—Lo sé. Solo espero que le haga bien. Lo que temo es que no quiera verme nunca más.
—Ya sabes lo que dicen, el tiempo lo cura todo.
Puede ser cierto para bien o para mal, puede que me perdone y quiera volver conmigo o puede que lo haga, pero quiera alejarse de mí. Me gustaría poder pasar el tiempo rápido en estos casos.
Al día siguiente decidí comenzar a hacer las maletas, debía mandar mis cosas antes de que llegue a la residencia. Ha sido genial poder escoger una en la que se permite alojamiento durante todo el año, pensé que era lo mejor para poder comenzar a buscar algo con lo que ganar dinero. Mi propósito es vivir en la residencia lo menos posible, quiero tener una casa o un piso en vez de compartir baños con miles de desconocidos. Mis padres pagarán la residencia y la comida este año. Gracias a mis notas no deberán hacerse cargo de la matrícula durante el primer curso, así que quiero ahorrar lo máximo posible para que el próximo año pueda mantenerme solo.
Durante estos tres días no he dejado de pensar en cómo fue mi último momento junto a Sam, mi humor no era el de un chico a punto de volar de su nido para vivir otras experiencias al otro lado del país. Pero necesito irme, necesito entretenerme de alguna forma porque de lo contrario me pasaré el verano metido en mi habitación pensando en ella. Sé que a mis padres no les ha gustado demasiado la idea, incluso estuvieron a punto de llorar cuando les conté mi decisión.
Y bueno, ya estoy en el aeropuerto con destino a Los Ángeles y sin billete de vuelta por el momento. No lo voy a negar, quiero llorar, pero tampoco creo que sea necesario que tantas personas reunidas me vean a moco tendido ir a coger el avión.
—No olvides que iremos en julio para los fuegos —advierte David con su dedo índice.
—Deben ser geniales allí, en la orilla de la playa —añade PJ imaginándoselo.
—O en la feria, serán diferentes a las de aquí —Chad coloca una mano sobre el hombro de la chica para unirse a sus fantaseos.
—No os preocupéis, os voy a estar esperando con un montón de sitios a los que podremos ir.
—De todas formas, nos comunicaremos contigo a menudo —dice Tyler formando una sonrisa complaciente.
—Espero que te lleves la PlayStation para poder jugar contigo.
—Sí, David, no te preocupes por eso. Y sí, no os vais a librar de mí tan fácil.
Me acerco a ellos abriendo mis brazos todo lo que puedo envolviéndolos en un cálido abrazo de despedida. Después me acerco a PJ y le ofrezco otro abrazo al que le cuesta responder pero que finalmente lo hace, incluso a ella la voy a echar de menos, es la mejor novia que David pueda tener y le hago saber que debe cuidar de él, a lo que asiente con una sonrisa. Georgina se lleva otro gran abrazo de mi parte, hemos tenido nuestras complicaciones, pero al final hemos conseguido perdonarnos como dos personas maduras.
—Ten paciencia con Tyler y si te hace daño, no dudes en decírmelo. ¿Vale? —Asiente a lo que yo le sonrío—. Te veré en julio.
—Y tú ten cuidado por allí, no te metas en líos raros.
—No te preocupes.
Me centro en mi familia para finalizar, porque la hora de salida del avión se está acercando.
—Come bien, duerme las horas necesarias, dúchate, llámanos todos los días...
—Lo sé, mamá, no te preocupes.
—No te fíes de nadie, ten cuidado a la hora de buscar trabajo y que no te engañen con el sueldo —añade mi padre.
—Lo tendré todo en cuenta y os llamaré para cualquier cosa.
—No sé qué vamos a hacer sin ti en casa —se queja mi madre colocándose una mano sobre el pecho.
—No os preocupéis, os visitaré en cuanto pueda y vosotros vendréis en verano.
—Si necesitas más dinero, no te preocupes y pídelo.
—Lo haré. Debo irme. —Les abrazo a ambos individualmente con fuerza, los voy a echar de menos a los dos, son demasiado únicos. Por último, me giro hacia Kaden a quien le doy otro abrazo.
—Pórtate bien, y no pienses demasiado.
—Va a estar complicado. —Me separo para que pueda ver mi sonrisa—. Fíjate incluso te voy a echar de menos y todo.
—Eso ya lo sabía. Ahora te toca a ti, así que disfruta.
—Gracias.
Por la megafonía puedo escuchar que los pasajeros del vuelo al que debo subir, deben acudir a la puerta de embarque. Vuelvo a despedirme de todos colocando mi mochila sobre mis hombros y alejándome de ellos a cada paso que doy.
Irme tan pronto no entraba en mis planes, pretendía pasar el tiempo con todos antes de dividirnos, pero pensé que necesitaba esto ya, quise acelerar el proceso para poder salir de la burbuja. No tengo ni idea de qué debo hacer una vez llegue, y eso es lo más emocionante.
Entrego mi billete y una vez paso, me giro para volver a decirles adiós a todos, mis padres ya se encuentran llorando, mientras que mis amigos mueven el brazo agitadamente. Todos están felices, están orgullosos de mí y yo de ellos. Entonces no me queda otra que seguir con mi camino, uno totalmente nuevo.
He comprendido que la vida está siempre en constante cambio, nunca nada será igual para siempre. Pasamos por etapas, tenemos experiencias, cometemos errores de los que aprendemos y de eso sé bastante. No he tratado muy bien a algunas personas, he sido un hijo, hermano y amigo horrible en ocasiones, hice una lista sobre cómo enamorar a alguien creyéndome Dios mientras la realizaba, haciéndole daño a muchas chicas.
En cierto modo, esto va a ser como comenzar de nuevo, una nueva oportunidad para hacer las cosas bien. Y aunque me gustaría pasar esta etapa con alguien más, sé que no es el momento. No me necesita a mí. No soy yo quien puede hacer algo por ella esta vez.
Durante años he hecho muchas estupideces y he cometido muchos errores de los que me arrepiento. Sin embargo, hay algo de lo que nunca me arrepentiría, porque si por mí fuera, estaría toda la vida enamorando a Sam.
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