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CAPÍTULO 39

Chris

—¿Para qué quería verme, señor Jones? —Miro su despacho con detenimiento. Tiene un montón de papeles diferentes distribuidos por todas partes, algunos grapados, metidos en carpetas medio salidos y otros simplemente sueltos—. No he hecho nada malo.

Se ríe.

—Yo no soy el que llama a los padres e impone castigos absurdos.

El señor Jones es el orientador del instituto. De hecho, entró nuevo este año. Es bastante joven, diría que tiene treinta y tantos. Y no es nada ordenado. Me pregunto qué haría Sam al entrar aquí. Él hace un gesto para que me siente frente a él. Su mesa es lo único que se interpone entre nosotros. Hay un ordenador entre todas sus cosas, además de la placa donde pone su nombre. Me ha hecho salir de clase solo para venir a verle, lo cual ha alertado a todos los presentes, que al parecer estaban muy interesados en lo que había hecho.

—¿Y entonces qué ocurre? —vuelvo a preguntar.

—Eres un alumno de último año, y como bien sabes, tienes que hacer papeleo. Pero no te he visto durante todo el curso, nunca has recurrido a mí como hacen todos. Eres uno de los pocos que a estas alturas no ha solicitado ninguna universidad. Sin embargo, tú destacas por tus notas altas. Por el momento, eres el segundo con mejores notas de todo tu curso. Y el tiempo se agota.

—Ya bueno... es que aún no lo tengo claro.

—¿No tienes claro a qué universidad ir?

—No, aún no tengo claro qué es lo que quiero hacer en el futuro. —Me reafirmo en la silla. No son muy cómodas, o quizás la situación no lo sea.

—Bueno, pero eso puedes pensarlo durante el transcurso. Lo mejor es tener opciones. Es posible que para cuando lo sepas, sea demasiado tarde.

—¿Y qué pasa si no quiero ir a la universidad? —He debido de sonar algo repentino, porque su expresión se ha paralizado—. No porque sea el segundo con mejores notas hace que quiera ir.

—Aunque no lo creas, te entiendo. Pero no está de más hacerlo por si acaso. Si decides no ir, no te preocupes, le darán la plaza al siguiente.

—Lo siento, yo no he pedido su ayuda. Es algo que decidiré yo mismo y sin presiones. Llevo tiempo dándole vueltas, pero no hay nada por lo que me imagine haciendo en el futuro. ¿Sabe? Hasta hace poco me planteé ser modelo. —Me echo a reír solo de pensarlo—. Me decía a mí mismo que sería un modelo famoso y haría sesiones de fotos para marcas de la élite. Era lo único que pensaba.

—Por cómo lo dices, parece que ya no está dentro de tus planes. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—Básicamente, alguien me abrió los ojos y dejé de ser tan narcisista. No estoy diciendo que los modelos lo sean, pero sí que era en parte la razón por la que llegué a pensarlo. Ya no me apetece ser el centro de atención de nadie, ni estar en portadas de revistas.

—¿Y qué es lo que te apetece ahora?

—Ese es el punto. No lo sé. Quizás deba tomarme un año, trabajar en cualquier sitio, aprender algún idioma y, entre tanto, cuestionármelo. Eso lo hace mucha gente.

—Es cierto que nunca es tarde para descubrir a lo que quieres aspirar. Pero estás en el mejor momento para solicitar universidades.

—No estoy muy seguro.

Me levanto de esa horrorosa silla, recojo mis cosas y me despido de él con un gesto para después salir directo por la puerta por la que hace unos minutos he entrado.

—Christopher, piénsatelo bien. No me gustaría tener que decirte que has perdido tu oportunidad.

Escucho sus últimas palabras y con las mismas salgo de su despacho.

Lo detesto. Y no me refiero al señor Jones, él al fin y al cabo solo hace su trabajo. No creo que le importe demasiado si yo llego tarde para enviar mis solicitudes. Detesto la forma en la que todos me miran cuando me planteo la posibilidad de no asistir a la universidad. ¿Acaso es que, si no lo hago, no seré capaz de salir adelante? Hay más cosas en las que quizás podría destacar, como ser un skater profesional, aunque sin skate mal vamos.

Aún no sé a qué es a lo que aspiro, no sé si verdaderamente sirvo para algo. ¿Qué es lo que yo podría aportarle al mundo? Está claro que sonreír a todos con el fin de hacerle el día algo más llevadero no es una opción, no te pagan por ser amable. Me refiero a que me gustaría ayudar en algo, quiero sentirme realizado, ¿pero en qué?

Camino a casa pensando en todo. Le dije a Chad que se fuera, que prefería andar un rato y lo aceptó sin apenas rechistar. Sabe cuándo necesito mi espacio. Y no dejo de darle vueltas, pero no solo hoy. Desde que empecé el curso tenía el miedo de que cuando llegara el momento seguiría sin saber qué es lo que debería hacer. Estamos a punto de graduarnos y me encuentro justo donde me temía.

Al llegar a casa, saco las llaves y las inserto en la cerradura de forma silenciosa ya que hoy es un día especial, y sé de alguien que me atacará a besos y la verdad es que no estoy de humor.

Cuando entro, todo está demasiado silencioso, y eso no es muy usual en esta casa. Si hubieran salido, me lo habrían dicho antes. Mi madre me diría que tengo la cena en la nevera o algo por el estilo. Y tampoco tiene que ser algún accidente de algún miembro de la familia porque sé que me llamarían de inmediato.

Todo está oscuro, es una clara evidencia de que no hay nadie y la verdad es que por más que me pregunte a dónde han ido todos, no le doy importancia y subo a mi habitación. En un día como hoy, esperaba que hubiera más jaleo, pero la verdad es que dadas las circunstancias, prefiero que sea justo como está siendo.

Mientras reviso los mensajes de mi móvil en completo silencio, escucho voces abajo y algo moverse. Supongo que alguien ha llegado. Me asomo por la puerta de mi habitación, pero no se ve ninguna luz abajo y las voces han cesado.

Deben de ser los vecinos.

Pero cuando me dispongo a volver a entrar, escucho algo, pero no son voces, más bien algo moverse y estoy seguro de que eso ha sonado abajo.

Ladrones, es una opción. ¿Cómo debo actuar? ¿Llamo a la policía? ¿Pero y si son solo cosas mías y les hago venir para nada? La mejor opción es bajar y comprobar que todo está bien y si veo signo alguno de alguien cogiendo mis pertenencias, será un buen momento para llamar.

Bajo lentamente por las escaleras, atento a cada sonido que pueda volver a ocasionarse y ser totalmente responsable de mis actos. Sin embargo, no hay nada más, y todo está demasiado oscuro como para ver si hay alguien. Supongo que, si quisieran robar, necesitarían una linterna o algo.

Me decido por encender las luces, todas y cada una de ellas, comenzando por la del pasillo, luego la de la cocina, pero nada, todo normal. La última que me queda en el piso de abajo es la del salón, quizás la más importante y por ello la dejo para el final.

Dentro de la habitación, tanteo la pared con mis dedos buscando el interruptor de la luz y cuando doy con él, la luz se prende dejando ver todo al descubierto y sinceramente sucede lo que menos me esperaba ver allí.

—¡¡SORPRESA!! —gritan todos al unísono—. ¡Feliz cumpleaños, Chris!

Mis padres están a un lado con absurdos gorros de fiesta sobre sus cabezas y lanzando confeti como si les fuera la vida en ello. Kaden está justo debajo sentado en el suelo con los brazos levantados y una amplia sonrisa en su cara. Tyler, Chad y David están en el centro, los tres se rodean el cuello con sus respectivos brazos como si fueran uno. Al otro lado están PJ, Ada, Georgina y, por último, ella. Y con esta última persona, paso de mi aspecto de sorpresa a una sonrisa amplia. Está aplaudiendo mientras canta junto a todos el cumpleaños. Lleva uno de sus vestidos al vuelo como los que suele llevar y sin olvidar sus pies descalzos a los que ya me acostumbro a ver como si fuera un calzado más y su ondulado pelo suelto que cae por su espalda y hombros. Está preciosa, como siempre.

Por suerte, me doy cuenta a tiempo de que únicamente la estoy mirando a ella y miro a todos los demás con más detenimiento, dedicándoles una sonrisa en agradecimiento. Son dieciocho años los que cumplo, se supone que es algo especial, voy dejando atrás etapas y siento que poco a poco voy madurando. ¿Quién lo diría?

Hace cuestión de meses pretendía seguir con esa estúpida lista, creía demostrar que es siempre el mismo proceso y eso de alguna manera me divertía. Pero Sam me enseñó que, en realidad, todos somos distintos de una forma u otra. Si hubiera seguido siendo el mismo, jamás habría podido conquistar verdaderamente a nadie. Esa lista lo único que hacía era crear ilusiones, pero no estaba enamorando a nadie, porque eso son palabras mayores. Ahora lo sé. Y por eso me alegro de que ella apareciese. El hecho de tener fuertes sentimientos me hizo ver que la vida no se rige por unos pasos en una lista, hay que dejarse llevar, estar preparado y tomar las mejores decisiones porque no sabes lo que se te puede presentar. En parte, gracias a eso, mantengo lo que ven mis ojos ahora, todos los que están junto a mí en mi vida. Si no hubiese cambiado, lo más probable es que estuviera celebrando mi mayoría de edad en mi soledad y sería un día cualquiera.

—¡Vaya! —Me echo las manos a la cabeza—. ¡No me lo esperaba, de verdad!

—Dieciocho, tío, ¿te creías que no íbamos a hacerte nada especial? —David se separa del resto llevándose un ganchito a la boca.

—La verdad es que no me he prestado mucha atención a mí mismo hoy.

—¡Mi angelito se hace mayor! —Mi madre se acerca en cuanto puede y me da los besos que tanto temía, pero siento que de algún modo los necesitaba y esto antes jamás se me pasaría por la mente.

—Mamá... —Continúa—. Ya... es suficiente... me doy por felicitado y querido. —Finalmente se despega de mí con una sonrisa orgullosa.

—Felicidades, hijo —dice mi padre envolviéndome en sus brazos en un abrazo cálido.

—El enano ya no lo es tanto, aunque voy a seguir llamándote así porque es mi forma de apreciarte.

—Gracias, Kaden, qué considerado.

—Para eso estamos los hermanos. Aunque hablando en serio, sabes que estoy aquí para lo que necesites.

—No lo pongo en duda.

Ambos nos abrazamos, creo que es de las pocas veces que lo hemos hecho. A los demás les doy las gracias debidamente, con más abrazos y sonrisas. Los chicos confiesan que ellos lo organizaron todo porque este año no dije de celebrar nada, y eso les extrañó, pensaron que algo debía de ocurrirme. Y es cierto, los últimos años he estado celebrando mi cumpleaños con una fiesta en casa con comida y mucho alcohol. Sin embargo, este año no estaba de humor y por eso decidí no mencionar nada.

Los regalos están colocados sobre una mesa y me entra curiosidad nada más verlos. Esta fiesta recuerda a una de las que se celebran cuando eres pequeño y me gusta que sea así. Me han sorprendido de lo lindo.

Desvío mi atención hacia Sam, de alguna forma quería dejarla para el final. No es por nada, solo quiero que ella tenga más tiempo mi atención.

—Feliz cumpleaños —me dice con su bella sonrisa, lo que me anima a acercarme más.

—Gracias, bichito.

—¿Bichito? —se ríe.

—Es solo un apodo por tu gran admiración hacia los insectos y creo que te hace aún más mona de lo que eres. —Vuelve a sonreír, estoy seguro de que le ha gustado—. Necesito un beso tuyo como regalo de cumpleaños —susurro.

—Oh, vaya, ya te había comprado un regalo —comenta con cierta rabia y yo exhalo una risa.

—Puedes regalarme las dos cosas.

Lo piensa mejor y se queda conforme. La cojo de ambas manos y la acerco a mí. Se ríe de forma nerviosa y termina por contagiarme a mí hasta que finalmente la beso. Un beso sencillo, aunque para mí significa mucho más que eso, es como estar en una nube. Me sabe a poco cuando tenemos que separarnos al notar que los demás nos están mirando mientras cuchichean.

Tras cantarme el cumpleaños otra vez, pero con la tarta delante y con el típico gorro de fiesta en la cabeza, mis padres se van a su habitación para dejarnos la casa a nosotros. Comienzo a abrir los regalos, hay unos cuantos y tengo que decir que todos son acertados.

—Supongo que este debe de ser el de Sam, es el único que queda —dice David mientras carga una caja algo grande y alargada, tiene forrado el típico papel de regalo y un gran lazo encima.

—Sí, es el mío —afirma.

En cuanto lo pone sobre mis manos, admiro la forma en la que está empapelado, pero sé que no ha sido ella, probablemente haya sido Gretta. Comienzo a abrirlo con cuidado, me da pena destrozarlo.

—No me lo puedo creer. —En cuanto abro una parte y veo la foto impresa sobre el cartón, me imagino lo que es—. Esto es demasiado. —Termino de abrirlo escuchando cómo mis amigos tampoco se lo creen.

—¿Ese es el skate que miramos el otro día? —dice Tyler detrás de mi oreja.

—Te odio —ahora es la voz de David, pero en la otra oreja.

—Sam, ni siendo el mejor novio del mundo me merezco esto.

—¿No te gusta? —pregunta preocupada, no entiende bien qué está ocurriendo.

—Me encanta, me fascina, más que eso...

—¡Ah! Entonces me alegro, qué alivio.

—¿Qué alivio? Todos sabemos cuánto cuestan estos skates, obvio que le va a gustar.

—¡David! —le regaña PJ—. Eso a nadie nos interesa.

Dejo la caja sobre la mesa y me levanto situándome delante de ella.

—Te mereces todos los besos del mundo y más.

Y lo hago, vuelvo a besarla y esta vez delante de todos sin importarme en absoluto. Está claro que yo no soy el mismo desde hace unos días: el curso se acaba, me despediré de una etapa de mi vida, no sé qué voy a hacer después del verano, alguien importante se ha marchado de la vida, mi skate roto, exámenes, notas, etc. Es normal que no esté en mi mejor momento y que no tuviese ilusión por celebrar mi cumpleaños. Esto ha sido un pequeño empujón, estar aquí con todos haciendo algo por mí, pasarlo bien con ellos celebrando que soy mayor de edad y teniendo un maldito skate de los buenos en mis manos... Por no hablar de que tengo a la chica más preciosa de todo el país a mi lado. Tengo bastante suerte y nunca pienso en ello. Debo disfrutar del presente mientras pienso en mi futuro.

Después de todo, lo pasamos bien. Me encargo de poner música y los chicos han traído comida y bebida. Disfrutamos hablando y bailando durante el resto de la noche y me doy cuenta de que este ambiente supera con creces a las fiestas con el equipo de fútbol y de animadores haciendo de las suyas. Hasta estoy catalogando a PJ de amiga, fíjate si he cambiado. Chad pelea con Ada sobre temas absurdos pero que nos hacen reír a todos por el dúo cómico que forman, PJ baila atada a David, yo estoy con Sam y Tyler no hace otra cosa que pegarse a Georgina susurrándole al oído cosas que estoy seguro que todos queremos saber. En un momento, ella se levanta del asiento para reponer su bebida y entonces aprovecho para sonsacarle el tema.

—Parece que está cediendo —le digo en cuanto me pongo a su lado aprovechando para comer algo. Ella se gira sorprendida ante mi presencia y luego cae en cuenta de a qué me refiero.

—Más quisiera yo. Tuve oportunidad, ¿sabes? Pero me he prometido a mí misma quererme como merezco. No quiero enamorarme para después sufrir por no ser correspondida.

—Supongo que también me incluye a mí... lo siento si te hice daño. ¿Vas a tirar la toalla?

—No mientras exista una posibilidad. Es solo que voy a hacer las cosas correctamente.

—Siempre vas a tener mi lista, quién sabe si con ella podrás enamorarlo —bromeo subiendo y bajando las cejas.

Recibo un golpe en el brazo que veía venir.

—Tu lista era estúpida.

—Lo sé, pero algo causaba —vuelvo a bromear—. Ahora en serio, después de ver ciertas cosas, estoy seguro de que no te ve solo como una amiga.

—Ojalá fuese cierto.

Demasiadas cosas han cambiado en cuestión de meses, ¿quién me lo iba a decir? Hace un año, si me dijeran mi situación actual, no me lo creería ni en un millón de años, ni siquiera que Tyler esté levemente interesado en alguien un año menor que él.

Después de la fiesta, siento que soy yo de nuevo, que vuelvo a sentirme pleno y me digo que no hay que anclarse en los problemas del futuro. Estoy viviendo el presente y sé que lograré dar pasos cuando llegue el momento.



Sam tiene cita con su psicóloga, y ya es costumbre que la acompañe. Desde que vine con ella hace un mes, he estado acompañándola desde entonces. No obstante, no he estado entrando a las sesiones, como es lógico. La costumbre es esperarla en la sala de espera hasta que concluya y entonces nos vamos a tomar algo.

Al entrar, nos sentamos en la sala de espera. Veo algunas personas que requieren ayuda en este campo y no puedo evitar sentir impotencia. Me apena pensar que ellos no pueden vivir la vida como lo estoy haciendo yo o la gran mayoría. Por desgracia, Sam es una de esas personas.

—Bien, Sam, ya puedes pasar —escucho decir a Grace.

—Sí, voy —responde ella levantándose de su silla a mi lado.

—¡Hola, Chris! He pensado que hoy estaría bien que también pasaras con nosotras.

Acepto su ofrecimiento levantándome del asiento y entrando por la puerta que tiene sujeta. Si hay algo en lo que pueda ayudar, lo haré encantado. Grace se sienta en su asiento mientras que nosotros lo hacemos en el sofá frente a ella.

—¿Qué tal, Sam? —comienza preguntando mientras apunta algo en una libreta.

—Muy bien.

—¿Qué tal en el instituto? Ya mismo lo finalizas para comenzar una nueva etapa.

—Creo que seré matrícula de honor, me dijeron que dijera el discurso en la ceremonia de graduación.

Así que era ella la que estaba por encima de mí. Sam es la primera en sacar las mejores notas del curso. No me lo había comentado.

—¡Eso es genial! ¿Irás a la universidad? —Ella asiente—. Genial. ¿Qué estudiarás?

—Creo que, tras pensarlo varias veces, lo más acertado para mí es biología. Me gustaría especializarme en el estudio de los insectos.

Eso sí que me lo había dicho. Estuvimos hablando sobre ello porque le comenté que aún no me había decidido. La carrera de biología es justo lo que le conviene y con lo que más disfruta.

—Es perfecto, Sam, me alegro de que lo hayas decidido.

La doctora le hace unas cuantas preguntas más sobre los amigos, cómo se comporta con ellos, sobre su familia, cómo lleva lo de su madre y sobre sus "accidentes", refiriéndose a sus ataques. Participo en algunas dinámicas que ella propone y que resultan ser bastante acertadas y divertidas.

—Parece que todo está estable, con lo cual, vamos a centrarnos más en el tema de los sentimientos. ¿Preparada?

—Sí.

—¿Podrías explicarme qué es el amor?

Sam se queda pensativa ante esa pregunta que tantas veces le han formulado y que nunca ha sabido explicar bien qué es. Ni siquiera con una frase, una metáfora o una palabra. Es como si fuese algo que se escapa de su alcance y por esa razón llega a ponerse tan nerviosa que se hiere a sí misma.

—Pues... supongo que... El amor es... —Comienza a frotarse los brazos repetitivamente, es más que una señal de que está empezando a ponerse nerviosa—. Él.

Me señala con la mirada y con una leve sonrisa en los labios, no sabe si es una respuesta correcta y por ello aún no está segura.

—¿Quieres decir que Chris significa amor?

—Así es.

—¿Podrías explicarlo mejor?

— Bueno... él siempre me hace reír, me cuida, se ha preocupado por mí y me ha ayudado. Él me ha enseñado un montón de cosas que nunca antes había vivido. Él me dice que soy la chica más guapa que ha visto nunca y que me quiere a pesar de todos mis desperfectos que yo siempre le enumero, porque tengo muchos. Además, aun no se ha ido de mi lado como ha hecho mucha gente, y sé que no lo va a hacer porque nos lo hemos prometido. Yo le quiero, me gusta mucho y también es el más guapo del mundo —hace una pausa mirando al suelo, reafirmándose sobre el asiento y recuperando algo de aire—. Por eso pienso que él es el amor, no sé si es la forma correcta de explicarlo, pero es lo que yo siento.

Con mi mirada puesta en ella, en su rostro, observando cada movimiento con detalle, saco una enorme sonrisa de felicidad. Entonces río, es una risa nerviosa, no puedo creer que todo eso haya salido de ella y casi sin pensarlo.

—Es una bonita forma de explicarlo, y eso es suficiente por hoy, Sam. Lo has hecho muy bien.

Ambos salimos de la clínica, por mi parte con una tonta sonrisa de enamorado y ella lo más normal que se puede estar, como si jamás hubiera dicho nada que trastocase todo mi ser. Si supiera todo lo que causa en mí, encontraría todas las palabras para explicar qué es el amor.

—Sam. —La cojo de la mano atrayéndola a mí—. Lo que has dicho antes, sobre el amor, me ha gustado mucho. Creo que me he enamorado un poco más de ti.

—¿Crees que lo he explicado bien? —Su expresión muestra preocupación, se nota lo mucho que se ha esforzado.

—Para mí eso es más que suficiente.

Sus ojos se mantienen fijos cada vez más segundos sobre los míos, lo cual resulta ser un gran logro. Con ambas manos, cubro su rostro y lo atraigo hasta el mío hasta que la beso con todo lo que siento por ella.

Me reconforta toda esta situación, ver lo mucho que hemos cambiado en poco tiempo. Sam ha avanzado y no puedo estar más orgulloso de ella. Y me siento bien y realizado porque de algún modo la he ayudado durante todo este tiempo hasta tal punto que ha conseguido entender un sentimiento y ha sabido diferenciarlo de los demás.

Quiero seguir causando esto en ella, seguir ayudándola a comprender lo que le rodea porque aún le quedan muchos sentimientos por delante de los que estoy seguro que sabrá diferenciar dentro de poco.

Ahora todo está más claro, y estoy seguro de quién soy y de cuál es mi función en esta vida. Ya no me cabe duda.



Se vienen capítulos más seguidos hasta el final, porque sí, se acerca🥺🥺

Espero veros por aquí 🥰

Oz quiero un mundo🧡🧡🧡🦋🦋

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