CAPÍTULO 32
Chris
El silencio de pronto inunda la habitación. Todos se giran bruscamente para mirar al que acaba de pronunciar esas palabras que parecen hacer eco en la gran mansión. La expresión de Sam es pura confusión y no es para menos, creo que todos hemos adoptado la misma. Es más que evidente que nadie sabe a qué se refiere, pero de lo que estoy seguro es de que eso no es cierto, no puede serlo.
Tyler agacha la cabeza y agarra la foto de la mujer con sus dos manos durante unos segundos. Tiene una expresión de pesadumbre y sus nervios se ven reflejados en sus movimientos. Jamás le había visto así, él es el pilar de nuestro grupo, es la voz de la razón, siempre tan seguro de sí mismo sabiendo resolver los problemas que nos surgen. No sabemos absolutamente todo de lo que le pasa en su vida, hay veces que prefiere reservarse y lo entiendo, pero a pesar de eso, no creo que se haya mostrado así muchas veces.
—Tengo que salir de aquí —dice finalmente, saliendo por la puerta tras dejar la foto en su sitio de nuevo.
Los demás nos quedamos inmóviles, supongo que intentamos analizar la situación, pero nos resulta imposible entender nada sin información alguna. ¿Cómo conoció Tyler a la madre de Sam? ¿Y cuándo?
—Chris —Sam rompe el silencio y la incertidumbre que nos rodea—, ¿es cierto lo que ha dicho Tyler?
—No lo sé con certeza, quiero decir, no creo que sea literalmente lo que ha dicho.
—Debe de referirse a otra cosa —añade David, quitándome las palabras de la boca.
—¿Por qué no vamos tras él y le preguntamos? —comenta Ada desde la puerta, parece que no somos los únicos que tenemos curiosidad.
No lo pensamos dos veces y salimos de aquella habitación que ha despertado algo en Tyler. No estoy seguro de que la mejor opción sea atiborrarle a preguntas cuando debe de estar sintiendo algo demasiado angustioso por la expresión que ha mostrado hace unos minutos. Aun así, no vamos a dejarle solo lidiando con lo que sea que sienta, por lo que nos dirigimos hacia la puerta de la gran casa encontrándonos con él sentado al final de las escaleras. Las bajamos sin hacer movimientos bruscos como si fuésemos a espantarlo y poco a poco lo rodeamos.
—Eh... —Me agacho a su altura, pero él sigue con la cabeza oculta bajo sus manos—. Sabes que puedes contarnos lo que sea y cuando quieras, pero estamos casi a bajo cero, no creo que sea bueno que estés aquí mucho tiempo.
—No voy a entrar en esa casa, Chris. —Cuando levanta la cabeza me doy cuenta de lo mal que se encuentra, peor de lo que imaginaba.
—¿Por qué has dicho que la muerte de mi madre fue por tu culpa? —escucho la voz de la pelirroja a mi espalda.
—Sam, cariño, no creo que sea un buen momen... —comienza a decir PJ.
—No, da igual. No puedo actuar así y no contaros el por qué, mucho menos a Sam.
—Si no te sientes preparado, no es necesario. —Coloco una mano sobre su hombro, pero él niega con la cabeza.
—Me tocaba trabajar aquella noche. No había demasiada gente y mi jefe decidió dejarme solo. Que un menor venda alcohol no es el mayor de sus problemas y tampoco lo fue para mí cuando una mujer entró sola en el pub pidiendo un par de copas. Alta, de pelo cobrizo y ondulado que le llegaba por los hombros, tenía la piel blanca y unos rasgos que me fascinaron solo con mirarla una vez. De hecho, tras servirle la primera copa, no dejé de mirarla. Cuando me pidió la segunda, no pude evitar hablarle. Hablamos toda la noche, era perfecta, congeniábamos en muchas cosas y sobre todo creo que ambos sentimos esa conexión. Al final, ocurrió lo que tenía que ocurrir...
—¿El qué? —pregunta Sam un poco perdida.
—Tuvieron sexo —contesta Chad sin pelos en la lengua.
—¿Eres imbécil? —se queja Ada, dándole un golpe en el brazo con el puño cerrado.
—Un día decidí salir antes de clases y, para mi sorpresa, me la encontré en la puerta. Me contó que tenía una hija estudiando allí, pero nunca imaginé que sería Sam. Aunque lo verdaderamente extraño era verme por allí, así que tuve que inventarme un hermano pequeño porque era evidente que decirle mi edad no iba a favorecerme. Ese día nos intercambiamos los teléfonos y quedamos en una cafetería para conocernos mejor, y aunque me costase admitirlo, realmente me gustaba esa mujer. Después de eso, nos vimos en otras ocasiones más y siempre acabábamos en mi casa. —Saca una leve sonrisa sobre las lágrimas que comienzan a salir de sus ojos—. Uno de esos días, la llamé para que se acercara; en un principio se negó, pero le supliqué y al final cedió. Sin embargo, estando allí recibió una llamada de su marido, creo que él sospechaba que lo estaba engañando porque no estaban pasando por un buen momento. Ella se puso muy nerviosa, no sabía qué estaba diciendo, solo repetía mil veces que era una idiota y que se lo merecía, entonces cogió las llaves del coche y salió por la puerta. A pesar de que ese día llovía, yo la dejé marchar. La acompañé hasta su coche y allí me dijo con lágrimas en los ojos que lo mejor era no vernos más, lo comprendí perfectamente. Con mi corazón hecho pedazos, observé cómo se alejó con su coche avenida abajo, y justo cuando me dispuse a volver, escuché un gran estruendo. Enseguida me volví corriendo deseando que no fuera aquello que estaba pensando. Pero lamentablemente, mi imaginación fue más allá viendo cómo su coche estaba totalmente destrozado justo debajo de un camión. Me quedé parado mirando todo lo que ocurría en una especie de estado de shock, no sé, solo sé que no fui capaz de hacer nada. Vi cómo sacaron su cuerpo, cómo la intentaron reanimar varias veces sin éxito y cómo finalmente colocaron una sábana sobre ella. No hice nada, solo pude darme la vuelta y volver a casa con ganas de vomitar.
—Tyler, aquello fue un accidente. ¿Por qué piensas que tú tuviste la culpa de su muerte? —pregunta Sam con total tranquilidad.
—Porque ella seguiría bajo este mismo techo si no fuera porque yo, un chico de diecisiete años, se metió en su vida. Yo la llamé aquel día, le supliqué que fuera a verme, y tampoco la detuve antes de que se subiera a ese coche para que condujera en un día de lluvia, además del estado en el que se encontraba. ¡Fue mi culpa! ¡Yo provoqué su muerte! ¡Y por mi culpa, ahora tú tienes que vivir sin ella!
—Tú no tienes nada que ver. Tendría sentido si el conductor de aquel camión lo dijera. Pero lo que tú hiciste no tiene nada que ver, fue algo que podría haber pasado con cualquier otra persona o incluso podría suceder si ella fuese a hacer la compra. A veces estamos en el peor momento por casualidad, y no podemos hacer nada ante eso, tampoco es culpa de nadie que ocurra —intento explicarme y todos asienten.
—Por una vez en esta vida, Chris tiene razón —comienza a decir PJ—. Estás siendo demasiado duro contigo mismo, y no es justo. Nada de esto es culpa tuya, solo fue un golpe de mala suerte que terminó bastante mal y creo que todos estamos de acuerdo.
—Lo siento, Sam, pero no me siento bien estando ahí dentro.
Tyler agacha la cabeza apoyando sus brazos sobre sus rodillas. Todos nos miramos sin saber bien qué decirle para subirle el ánimo, hasta que Sam decide hablar.
— Bueno, pues en ese caso nos quedaremos aquí fuera si te sientes más a gusto —termina de decir sentándose a su lado.
El sorprendente acto de Sam nos ha asombrado a todos. Puede que ella no sepa muy bien diferenciar los estados de ánimo, pero ha dado en el clavo. De repente ha empezado a hablar sobre su tema favorito, las mariposas. Y aunque Tyler no está de humor, le presta atención porque probablemente así pueda olvidarse de los recuerdos encontrados de esta noche. Todos nos sentamos a su alrededor y comenzamos a escuchar las cosas que Sam tiene para decir, hasta que Chad decidió cambiar de tema y eso derivó a una pelea con Ada.
Sabemos que Tyler es esa clase de persona que no hace nada sin pensarlo antes dos veces, pero con todo esto ha dejado claro que cuando se enamora, no es consciente de sus actos. Y por mucho que se convenza de que lo ocurrido fue por culpa suya, no es así. Si tuviésemos que echarle las culpas por algo, sería por enamorarse de la persona equivocada.
Después de aquel día, el resto de las navidades —como cada año—, las pasamos en la casa de campo de la tía Diane, la hermana de mi padre. Es una casa en mitad de la montaña, hecha de madera y en la que en invierno siempre nieva. En los últimos años, tuve que ir obligado y de mala gana, pero esta vez todo va a ser distinto porque Kaden va a tener que asistir después de tanto tiempo escapándose y es reconfortante ver cómo este año no va a poder librarse de todos esos besos sonoros.
Pero antes de partir, me queda un último viernes destinado a Sam como teníamos planeado. Le expliqué detenidamente que el viernes siguiente no íbamos a poder vernos y lo comprendió perfectamente. Ella vino a mi casa y yo preparé algunas palomitas para comer mientras veíamos la siguiente peli de la lista de PJ, la cual se llamaba "Un paseo para recordar". Me siento al lado de Sam y le doy a reproducir. Pero entonces alguien aparece justo en medio de la pantalla.— ¿Qué estáis viendo?
—¿Ahora mismo? Tu trasero —contesto molesto—. Kaden, ¿qué quieres? Vamos a ver una película.
—Nada en especial, ¿puedo acompañaros?
—No.
—¡Sí, claro! —dice Sam a la misma vez que yo.
—Las señoritas mandan. Gracias, preciosa —guiña un ojo.
Y por si no era suficiente que mi hermano interrumpiera nuestro momento íntimo semanal, decide sentarse entre los dos, arrebatándome de las manos el bol con palomitas. Está más que claro que lo hace a propósito y cuando se propone incordiarme, no le soporto. Supongo que es lo que tienen los hermanos, a veces se quieren y a veces se odian.
No voy a poder ver a la chica que me gusta en algo más de una semana y mi plan era pasar el día con ella a solas disfrutando de su compañía. Pero como siempre, él tiene que estropearlo todo. Y antes de que me diese cuenta, llegó la hora de que se tuviese que marchar.
La acompaño a la salida como de costumbre, le abro la puerta y ella traspasa el marco de esta. Justo en ese ángulo, una luz externa la deslumbra dejando que brillen los mechones anaranjados de su pelo, dejándome completamente perplejo, parece una diosa. ¿Cómo voy a estar tantos días sin verla? Ni siquiera voy a poder mandarle un mensaje o llamarla porque aquel lugar está completamente incomunicado. Salgo detrás de ella sin quitarle el ojo de encima y cuando se gira, sus ojos me miran unos segundos hasta que comienza a decir algo.
—¿Por qué me miras así? —pregunta extrañada.
—No he tenido oportunidad de decirte que estás preciosa —Lo he intentado en numerosas ocasiones, pero mi voz no quería salir, tal vez sea por la maldita vergüenza y que Kaden estuviera pegado a nosotros toda la noche.
—Gracias, eres muy amable —contesta con naturalidad—. ¡Pásatelo bien con tu familia!
—Y otra cosa más. —Se vuelve a girar hacia mí, a la espera de mi respuesta que tarda algo más de lo que imaginaba—. Que me dejes darte un beso en tu mejilla, a modo de despedida.
—Vale —dijo finalmente, dejándome totalmente descolocado.
No pensé que su respuesta fuera a ser tan rápida. Eso quiere decir que he dado otro paso adelante, ella confía en mí para estas cosas y no solo eso, puede que también lo desease.
Me inclino con torpeza lo suficiente para estar a su altura. No imaginé que fuese a estar tan nervioso. Sin demorarme demasiado, coloco mis labios sobre su mejilla derecha. Su piel está tan suave y bien cuidada que estaría acariciándola todo el tiempo, dándole besos uno detrás de otro.
Después de permanecer allí unos segundos, me separo de ella con tristeza. Nos miramos a los ojos el tiempo suficiente para notar aquellas mariposas revolotear sin freno.
—Chris, estás...
—Lo sé, estoy rojo —digo mirando hacia el frente, apartando mi mirada de la suya—. Venga, sube al coche, Alan debe estar cansado.
Meto las manos en los bolsillos de mis pantalones y hago un ademán cuando el coche comienza a andar.
Es una pena que no vaya a poder verla durante una larga semana.
😳😳😳
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro