CAPÍTULO 29
Chris
Cuando estás en último curso, las cosas son diferentes a años anteriores. Tienes cierta presión por gustar a las universidades y sacar buenas notas se convierte en una prioridad más que nunca. Es por eso que me he pasado los últimos días preparándome para exámenes importantes sin apenas salir de casa. Por lo general, siempre me ha parecido algo de lo más sencillo, estudiar me refiero. Pero precisamente cuando más necesito de mis grandes dotes de memorización, más están fallando. Jamás me había tenido que esforzar tanto, pero debo decir que ha merecido totalmente la pena. Aunque más esfuerzo tuve que poner para intentar no pensar en Sam y así no distraerme.
Finalmente, he obtenido grandes resultados y mi media promete de momento. ¿Y para qué, te estarás preguntando? Porque si tanto estoy luchando por estar entre los tres con mejores notas, debe ser porque tengo un plan. Pero no. Aún no sé qué quiero hacer, por eso lo mejor es prevenir por si en algún momento se me enciende la bombilla con un gran plan de futuro.
Al término de la última clase antes de las vacaciones de Navidad, apenas puedo creerme que tenga un descanso por fin y hacer lo que me dé la gana. Puedo salir a la calle después de tantos días de clausura, a excepción de las películas románticas que Sam y yo vimos los viernes que, por cierto, están provocando que ella avance con rapidez en este tema. Y no puedo estar más orgulloso de mi idea, es la mejor que he tenido en años.
—¡Chris, que tengas unas felices fiestas!
Justo cuando estoy por cruzar el pasillo para salir del Easton High, una chica que me suena de alguna clase me interrumpe con una amplia sonrisa. A veces se me olvida lo influyente que puedo ser en este instituto.
—¡Igualmente! —Le devuelvo la amabilidad y sigo caminando.
—¡A liarla, Cooper! —grita un amigo de Tyler del equipo de fútbol, le hago un ademán con la mano como respuesta.
¿Alguien puede dejarme salir de una vez por la puerta? Ansío la libertad.
—¡Chris! —suena a mis espaldas.
Doy un giro brusco y quizás grosero, pero es que de verdad me gustaría irme ya a casa.
A punto estuve de disculparme con la persona que se dirigiera a mí y decirle que tengo prisa, hasta que vi que no era cualquier persona, sino ella. Estoy tan centrado en salir de aquí, que no me he dado cuenta de la voz celestial que me ha llamado.
—¡Hola, Sam! —Amplío los labios en una sonrisa honesta. Ella continúa caminando, entonces comprendo que solo quiere acompañarme hasta la salida—. ¿Qué harás estas vacaciones? ¿Viene tu familia?
—¿Para qué? —Arruga el entrecejo.
—Cielos, Sam, no me digas que no celebras la Navidad en tu casa.
—¡Sí! Ponemos decorados navideños, y cenamos un día todos juntos, incluido el servicio. Aunque los decorados solo los ponía mi madre, con lo que dudo que este año estén presentes.
—¿Y el árbol de Navidad? ¿Y los regalos? —cuestiono alarmado.
—Nunca nos regalamos nada. Solo en los cumpleaños. ¿Cómo lo haces tú?
—Pues el día de Navidad cenamos toda la familia y nos intercambiamos regalos. Durante Fin de Año, se reúnen familiares más lejanos y celebramos Año Nuevo a medianoche. Además, mis padres se encargan de decorar cada rincón de la casa con motivos navideños.
—¡Vaya! ¡Parece muy divertido!
—¿Te gustaría venir a cenar? —La pregunta ha salido solita de mi boca, y la verdad es que me encantaría que viniera.
—¿De verdad?
—¡Sí, claro! Solo estaremos mis padres, tú y yo, no creo que les importe.
—Bueno, supongo que es una buena idea.
Me despido de Sam y corro hasta la moto de Chad para volver a casa, me lamento por haber vuelto a dejar mi rutina con el skate, pero juro que lo utilizaré en otros momentos.
La Navidad es la festividad que más me gusta, y fechas de buenos recuerdos. Cuando era niño, mis padres nos llevaban a mi hermano y a mí a Manhattan para que viéramos las calles llenas de luces. Con el tiempo, terminaron yendo ellos solos. En cambio, no soporto la hora de ver a los tíos y primos durante el momento de los saludos, todo lleno de besos y abrazos, horroroso. Y, sin embargo, al final lo pasamos bien entre todos.
El día de Navidad es este viernes noche, con lo que Sam y yo no podremos ver una película como cada semana, y en cuanto mi madre se entere de la nueva comensal, se pondrá como loca volviendo a elegir un menú para impresionar, algo más allá del pastel de carne que prepara cada año para mí y para mi padre. Le he explicado a Sam la razón por la que nuestra noche de películas debe ser cancelada y parece entenderlo, no me gustaría que un cambio tan drástico la agobie.
Cuando Chad me deja en mi casa, me preparo mental y físicamente para los recibimientos por parte de mi madre de los que nunca me libro y hoy no es para menos.
—¡Chris! —Se acerca a mí en cuanto cierro la puerta de la entrada—. ¿Qué tal el último día?
—Bien, como siempre —respondo mientras me quito el abrigo.
—Me alegro, cariño. Por cierto, tengo una buena noticia. —Me enseña la dentadura en una amplia sonrisa que más que agradarme, me provoca escalofríos.
—¿Cuál? —Desconfío de esta gran alegría, pero aun así siento curiosidad.
—Kaden está aquí.
Ah. Ah. Ya. Ahora lo entiendo todo.
La alegría rezuma de sus poros mientras que sus ojos brillan mucho más que de costumbre y todo porque su hijo favorito ha vuelto a casa.
—Mierda... —me lamento en voz baja. Para mí la noticia no es tan buena, más bien todo lo contrario.
—¿Qué pasa, hermanito? —Aparece este al final del pasillo, apoyado en el marco de la puerta de la cocina comiendo algo que mi madre le esté cocinando y desde aquí veo su sonrisa socarrona de medio lado.
Quizás recordéis que he mencionado en ocasiones que tengo un hermano bastante insoportable y que se ha estado librando de todas estas situaciones sociales durante años. Kaden Cooper es el primer hijo que tuvieron mis padres hace veinticuatro años y, por lo tanto, mi hermano mayor. Alto, pelo castaño y bien cuidado, rostro bien definido, cuerpo bastante ejercitado... Cuando terminó el instituto, decidió irse a estudiar a Europa y viajar por numerosos lugares. No lo veía desde hacía dos años, esa fue la última vez que vino a visitarnos.
Desde que tengo uso de razón, Kaden siempre ha sido el mejor en todo lo que hacía, y mis padres lo idolatran. Pero lo que no saben es que, lejos de ellos, suele ser todo lo contrario a lo que aparenta ser. Cuando estaba en el instituto, fumaba, iba a fiestas casi todos los días, se liaba con cualquiera, salía a escondidas de mi casa chantajeándome para que no se lo contara a mis padres y vete a saber qué más que desconozca. Además, solía dedicarse a molestarme a tiempo completo y de distintas formas. Fue el rey de baile numerosas veces a pesar de no ser el capitán de fútbol, y, además, el que mejores notas sacó en su generación.
Está bien, sí, puede que otra razón por la que quiero sacar las mejores notas sea por superar su media.
—¿No piensas darme un abrazo? Han pasado casi dos años. —Comienza a caminar hasta mí con los brazos abiertos y yo, por mi parte, me mantengo en mi lugar mirándole repulsivamente.
Sus brazos me rodean y me entierra en su cuerpo bastante más definido que la vez anterior, aunque no obtiene respuesta por mi parte. Cuando por fin se separa, intenta ponerme la mano sobre la cabeza para revolverme el cabello, pero lo evito pasando por su lado para caminar hasta la cocina y reencontrarme con mi madre para darle mi noticia.
—Mamá.
—¿Sí, angelito? —responde con su tono dulce de siempre mientras continúa haciendo la cena.
—Quería decirte que he invitado a Sam a cenar el viernes. No te importa, ¿verdad?
—¡Oh, no, en absoluto! También van a venir los Parker. Este año vamos a ser muchos más que el año pasado, al parecer.
—¿Por qué van a venir? —Vale, no esperaba este añadido y si a eso le sumamos a Kaden... Quizás no haya sido buena idea invitar a Sam.
—No digas nada, pero me parece que este año no han ido muy bien de dinero. Es evidente que no me lo han dicho, sabes cómo son en esa familia, pero una lo detecta al instante. Dijeron que no harían nada especial este año y eso resulta sospechoso, más cuando al parecer le han recortado el sueldo a él, pero yo amablemente les invité.
—Pues qué bien.
Dicho eso último, subo a mi habitación, pero antes, al pasar por la de mi hermano me doy cuenta de que se encuentra diferente. Durante el tiempo que él ha estado ausente, acostumbraba a verla ordenada de igual forma en que la dejó, ahora hay una maleta sin deshacer en el suelo, cajas y cosas sobre los muebles. ¿Acaso piensa quedarse por más tiempo?
En cuanto me tumbo sobre mi cama me quedo dormido al instante. La noche anterior me quedé hasta tarde estudiando y el cansancio me pesa a estas horas del día.
Despierto con el sonido de llamada de mi móvil no sé cuánto tiempo después. Con los ojos medio cerrados me dispongo a ver quién es el causante de interrumpir mi pequeña siesta, hasta que veo la foto de Georgina en la pantalla.
—Hola —respondo sonando algo ronco.
—¡Hola, Chris! ¿Qué tal?
—Estaba bien hace unos segundos, hasta que me has despertado.
—Ay... perdón —murmura a través del aparato.
—No importa. ¿Qué pasa?
—Verás... me preguntaba si podrías hacerme un favor.
—Depende —respondo sin tapujos, aunque hayamos retomado la amistad, aún no sé del todo qué se le pasa por la cabeza.
—Vale, pues como ya sabrás, este viernes noche iremos a cenar a tu casa porque...
—Sí, lo sé, al grano. —Sean cuales sean las razones, no creo que a nadie de su familia le reconforte la idea de que su hija vaya contándole sus problemas.
—Me gustaría que invitases a Tyler.
—¿Qué? ¿Y por qué lo iba a invitar?
—Porque quiero verle, y ya no sé qué más cosas inventarme para sugerirle que podríamos vernos de nuevo sin parecer una desesperada. Además, me comentó que desde que se fue de casa de sus padres no celebra la Navidad. Por eso he pensado que podrías invitarle tú.
—¿Estás segura? El otro día juro que intenté ayudarte, pero no sabría decirte cuáles son sus intenciones, no parece entusiasmado.
—Hablamos todos los días, de cualquier cosa, y no suele tardar en responder. ¿No crees que eso puede significar algo? De algún modo debo interesarle.
—Bueno, sí, es raro que no me lo admitiera, pero aun así...
—Si tú puedes enamorar a una chica con TEA, yo puedo interesarle a alguien como Tyler.
—No he enamorado a Sam, yo soy el enamorado y... espera, ¿cómo sabes lo de Sam?
—Me lo contó Tyler, pensó que ya me lo habías dicho. Me quedé completamente helada y luego él se sintió mal por irse de la lengua. No le regañes.
—Vaya, pues sí que habláis.
—Chris, solo te estoy pidiendo que invites a tu amigo para que así pueda volver a verle. Sabes lo que se siente y piensa que tú puedes ver a Sam de manera casual cada día, pero yo no puedo verle a no ser que coincidamos en algo.
—¿Y por qué no le dices de quedar y ya está?
—No me atrevo. No sé si él querrá por eso estoy esperando a que me lo pida, pero a este paso no lo va a hacer nunca.
Suspiro hondo. Su voz suena suplicante y realmente está desesperada. Lo peor es que sé perfectamente cómo se siente.
—Está bien, se lo propondré, pero no te prometo que quiera venir.
—¡Gracias, Chris, gracias! —Grita y aparto el móvil de mi oído por un momento—. ¡Te debo una!
Y antes de que pueda decir nada, ella ya ha colgado. Me preocupa hasta qué nivel pueda llegar con todo esto, no conoce bien a Tyler aún y entiendo que le guste. Pero no me gustaría que se ilusionase demasiado porque todos sabemos cómo va a terminar esto, él es como es y no creo que vaya a cambiar sus gustos nunca.
Más tarde decidí mandarle un mensaje a Tyler. Comencé preguntando si haría algo especial, no quiero obligarle a venir a una cena con mi familia y sus amigos, no suena muy divertido la verdad. Sin embargo, me contó que sus tíos iban a llevarse a su abuela para una reunión familiar a la que él se niega a asistir puesto que sus padres se encontrarán allí. Así que será una buena noticia para Georgina saber que él ha confirmado acudir a la cena. También le ha hecho ilusión saber que Kaden está de vuelta y creo que eso le ha animado un poco. Para mi madre, —aunque le hace ilusión— no fue tan buena, puesto que ya había comprado todo y al final, tuve que ir a comprar más comida con la condición de que me dejara conducir y para mi sorpresa, así fue.
Es veinticinco de diciembre y todos estarán en sus casas como locos preparando la cena y adecentando algunos decorados. Mi casa —como ya mencioné— está decorada tanto por fuera con luces llamativas y figuras de Santa Claus con sus renos, como por dentro, donde está el árbol de Navidad con un montón de decorativos distribuidos por toda la casa. Además de la pila de regalos que ha ido en aumento con el paso de los días.
Me miro al espejo de nuevo sin poder evitarlo, arreglándome el cabello y adecentándome la ropa, no muy seguro de si me veo como me gustaría para ella. Entonces veo la cara de Kaden mirándome desde la puerta de mi habitación a través del espejo.
—Mamá me ha dicho que va a venir tu novia —suelta con un tono burlesco y con esa sonrisa tan odiosa—. ¿Por eso te estás arreglando tanto?
—No es mi novia. —Ojalá—. Se llama Sam y es solo una amiga. Ella me dijo que no celebraba nada en especial y decidí invitarla.
—¿Y es guapa?
Ya estamos, ¿por qué tiene que meter las narices en todo? Le ha faltado tiempo para volver a incordiarme, es insoportable.
—Eso a ti no te importa. Y ahora vete.
—Vaya, pues sí que te gusta —Entra en mi habitación y empieza a tocar todas mis cosas—. Y mucho por lo que veo.
—¿A qué has venido, Kaden? ¿Vas a pedirle dinero a mamá otra vez para después irte de nuevo fuera del país? —le echo en cara con una ceja levantada.
—Bueno... estaba pensando quedarme por aquí un tiempo. Estar fuera ha hecho que me sienta nostálgico, ¿sabes? —Vuelve a mirarme dejando en paz mis pertenencias.
—Ya pues tú decidiste irte fuera, no es nuestro problema.
—¿Qué te pasa ahora, Chris? —Su expresión se vuelve seria y da un paso hacia mí, acercándose con cautela—. Siempre estás cabreado conmigo, ni siquiera has hablado conmigo cuando he hecho videollamada y tampoco respondes a la mayoría de mis mensajes.
—¡Tú me cabreas! —estallo—. Tienes todo lo que quieres sin esforzarte demasiado. Tienes a papá y a mamá encantados, dándote toda la libertad del mundo para hacer lo que te apetezca. Si buscas atención, tienes la de todo el mundo en cuanto abres la boca. Y seguro que tienes millones de chicas que se enamoran de ti cada día, por no hablar de la de amigos que estarán pendientes de ti y a la de fiestas que te invitarán por toda Europa. Me alegro por ti, Kaden. Pero este año yo voy a terminar el instituto, yo me voy a graduar, y yo soy el que quiero ir a la universidad, no tú. Así que olvídate de pedirles más dinero, porque por una vez, Kaden, por una vez quiero que lo empleen en mí, en algo que yo quiero porque también soy su hijo, ¿sabes?
Le grito no muy alto para no armar un escándalo, pero me siento como si acabase de vomitar. Y he huido. Sí, he salido de mi habitación para encerrarme en el baño a esperar a que todo el cabreo salga de mí porque entonces no voy a ser consciente de mis actos. No puedo estar con Sam y estar cabreado a la vez, podría decirle algo de lo que me arrepentiría el resto de mi vida. Así que procuro respirar hondo, muy hondo. Es un tema que siempre me ha parecido injusto y lo he tenido que soportar durante años sintiéndome inferior, inseguro y apartado. No es nada agradable.
Aunque no sé si debería preocuparme por mí realmente. Antes, cuando ambos peleábamos y yo terminaba por insultarle u ofenderle, se vengaba, y sabía hacerlo perfectamente como para que me afectara. Y a pesar de que todo lo que le he dicho es la verdad, su orgullo lo verá como una ofensa. Así es que, lo más probable es que esté pensando cómo devolverme todo lo que le acabo de decir.
Media hora más tarde, suena el timbre de casa. Entonces he deducido —por la hora que es— que debe tratarse de Sam, siempre es muy puntual. Aún sigo metido en el baño, intentando pensar en otras cosas para calmarme, y finalmente parece que todo ha pasado. Doy un largo suspiro para después volver a mi habitación y darme algunos retoques más además de ordenarla un poco, últimamente me preocupo más por el orden, algo que a mis padres les ha parecido estupendo. Con todo eso, tardo unos quince minutos de más en bajar, pero no creo que importe, mi madre se las habrá apañado para acomodarla.
Con todo listo, me dispongo a bajar al piso inferior. Al bajar, obtengo una imagen directa de la cocina donde veo a mis padres cocinar. Si ellos están en la cocina, eso quiere decir que...
—No... —me digo a mí mismo. No había caído en ese detalle.
Entonces cuando me giro hasta entrar al salón, está la imagen que temía ver. Sabía que lo iba a hacer de una forma u otra, pero jamás habría pensado que sería esto.
Mi madre no le había abierto la puerta a Sam, ni la había acomodado ella, así que no podía haber sido otro que Kaden. Ambos están sentados en el sofá, él está justo a su lado y demasiado cerca para lo que a mí me permite. Y no solo eso, él tiene agarrada la mano de Sam entre las suyas, haciéndole círculos en el dorso con el dedo.
—¡Hola, Chris! —saluda Sam al verme con una de sus dulces sonrisas—. He conocido a Kaden, no me habías dicho que tenías un hermano.
Entonces Kaden se gira para mirarme, y ahí está, la maldita sonrisa de medio lado que me pone de los nervios.
—Sí, Chris, ¿cómo no le has hablado de mí a esta chica tan guapa? —dice mientras coloca su brazo por encima de los hombros de la pelirroja, lo que provoca que mi enfado aumente a un nivel exuberante.
Repito, está pasando un brazo por sus hombros y ella no parece incómoda, de hecho, se está riendo como siempre.
Holiiis😇😇
Llegó Kaden para hacerle la vida imposible a Chris. ¿Os ha caído bien esta primera aparición?
Por cierto, siempre he visto a Kaden como Jon Kortajarena pero a sus veintitantos años.
Una cena de Navidad curiosa sí, va a estar interesante, a ver qué ocurre ejejejeje
¿Os está gustando? Cuentenmeeee🥸
¿Que cuando beso de Chris y Sam? Bueno, igual no ocurre oye, quien sabe🌚🌚🌚🌚🌚🌚🌚🌚🌚
Un besazo enorme para todxs, cuídense y coman croquetas🌝🧡🧡🧡
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