CAPÍTULO 27
Chris
Nadie me dijo que esto iba a ser fácil, me han estado enviando indirectas todo el tiempo de que alguna vez iba a ocurrir. ¿Creéis en el karma? Porque yo ahora mismo creo que es tan real como que mi nombre es Chris. No queda otra, esto es alguna especie de venganza por haber herido tantos corazones en mi vida. Porque que esa chica pelirroja no sepa lo que significa la palabra amor y todo lo que conlleva, es un gran problema para mí y realmente me está volviendo loco.
Me abrazó, Sam me abrazó. Y yo la estreché entre mis brazos. Está bien, quizás estuviera un poco tensa, pero me pareció que poco a poco se fue relajando y disfrutó del abrazo. O quizás solo fueron imaginaciones mías porque tengo demasiadas ganas de saber que estamos avanzando en algo. Que ella me abrazara, según Ada, fue un gran avance en nuestra relación, de hecho, no me creyó cuando le dije que lo hizo. Aun así, eso no me garantiza nada, según ella no había forma de agradecerme lo que hice salvo con un abrazo. ¿Para ella fue solo un gesto de agradecimiento?
Estoy hecho un auténtico lío.
Y allí está, en una mesa a solas con sus cosas. No puedo dejar de pensar en aquel momento en el que la tuve pegada a mí por un minuto entero, en silencio, con el suave sonido del aleteo de las mariposas. Toda una escena romántica en puro estado y ojalá repetirla cuanto antes. Sería tan gratificante que lo hiciera cada día, una vez, solo pido que lo haga una vez al día durante cinco segundos. No es mucho pedir, ¿no?
—Chris, si quieres ve con ella, serás un traidor, pero ya estamos acostumbrados —bromea David despertándome del trance.
—Quizás no nos ha visto. —Todos miramos a Chad con una arruga en la frente, entonces se da cuenta de quién estamos hablando—. Oh, ya, se me olvidaba su pequeño detalle.
—Ojalá fuera pequeño. —Agacho la cabeza con desgana por unos segundos, hasta que decido poner al tanto a mi amigo sobre las costumbres de la chica que me gusta—. A veces quiere estar sola y, dadas las circunstancias, es mejor no forzarla, ella es así.
—Llevas casi dos meses a su lado, y quizás un mes siendo Chris el enamorado. Puede que sea hora de que le expliques qué es el amor y luego decirle que te gusta, solo que esta vez procura que lo entienda. —Quizás antes me hubiese molestado la burla de David haciendo referencia a cuando seguía los pasos de la lista, sin embargo, respondo ensanchando una sonrisa.
—Tengo un plan, pero no tengo la menor idea si le ayudará o no. Y por mucho que me cueste decirlo, PJ, necesito que me ayudes. —Desvío la vista para centrarme en la rubia, suplicándole con la mirada.
Ella deja de masticar en cuanto me escucha asimilando lo que acabo de pedirle, después se traga lentamente lo que fuese que tuviese en la boca, bebe agua con tranquilidad y entonces se dirige a mí con una ceja levantada.
—¿He oído bien?
Resoplo.
—Sí, has oído bien. Necesito tu ayuda.
—"Por favor, necesito que me ayudes, majestuosa PJ."
—¿Qué? —respondo confundido.
—Dilo. —Se cruza de brazos tan seria que podría dar bastante miedo en mitad de un pasillo en una casa abandonada durante la noche.
—¿Por qué iba a decir eso?
—Porque si no, no pienso mover un dedo. —Mantiene su posición mientras que los demás se lo pasan de lo lindo carcajeándose de mí. Sí, ya, quién iba a decírmelo, suplicándole a PJ.
—Vale... —Trago todo el orgullo que llevo derrochando toda mi vida y puede que hasta me atragante con él—. Por favor, quiero que me ayudes, majestuosa PJ —pronuncio entre dientes.
—Vaya, vaya, ¿tan desesperado estás? En ese caso lo haré.
Pongo los ojos en blanco. Vale, confieso que yo también habría hecho lo mismo si hubiese sido al revés.
—Bien, gracias. Solo quiero que me des una lista de las películas más románticas y empalagosas que existan. Me da igual cuáles sean, pero por Dios, que dejen claro cómo es el dichoso amor entre dos personas.
—¿Me ves con cara de ver películas románticas? —Entrecierra los ojos inclinándose en mi dirección.
—Pues la verdad es que sí —me atrevo a decir.
—Eres listo, Christopher Cooper... Está bien, mañana haré entrega de esa lista, puedes estar tranquilo.
—Genial. —Sonrío—. Supongo que te debo una.
Comenzamos a recoger cuando la hora del almuerzo acaba y nos aseguramos de tirar los desperdicios en la basura y así evitarnos un castigo innecesario. Tyler es el último en hacerlo, entonces recuerdo la conversación con Georgina y no puedo evitar la tentación de indagar un poco en el tema:
—Oye, Tyler, ¿qué tienes con Georgina? —Ahí, directo, sin tapujos.
—No tengo nada, ¿por qué? —contesta una vez empezamos a andar.
—No te preocupes por mí, ya sabes que no siento nada por ella, solo somos amigos de la infancia y compañeros de experiencias íntimas que ya se han terminado para siempre.
—Es que no tenemos nada.
—Ty, sé que has estado hablando con ella, lo mismo que sé que fuimos a esa fiesta porque ella te dijo que fueras.
—Sí, bueno, ella me informó de la fiesta. ¿Y?
—Pues que te perdiste toda la noche, de hecho, no estuviste con nosotros ni medio segundo y sé que estuvisteis hablando... —insisto.
—Chris, ¿a dónde quieres ir a parar? —deja de caminar para mirarme de frente.
—Georgina y yo nos conocemos desde pequeños, y tú eres uno de mis mejores amigos. Comprende que sienta curiosidad. Además, no te vendría nada mal que salieras con alguien de tu edad para variar. Entiendo que tus gustos son tus gustos, pero aun así... —Arruga sus cejas a la vez que deja la boca entreabierta como si quisiera decir algo, pero las palabras no llegasen—. Considéralo. Bueno, una pelirroja me espera en la biblioteca para poner punto y final al dichoso trabajo de ciencias, así que... —Hago un ademán con la mano a modo de despedida y continúo caminando.
Abro la puerta de la biblioteca en cuanto me encuentro frente a ella, asegurándome de ser lo más silencioso posible y aun así obtengo una mirada de odio por parte del viejo bibliotecario. Busco por encima a Sam, por suerte es fácil de distinguir. Se encuentra justo delante del ordenador que usamos la última vez, ya lo tenía encendido y con el trabajo en la pantalla.
—¡Sam! —susurro—. Siento el retraso.
—Descuida, adelanté algunas cosas.
Al sentarme a su lado, no puedo evitar ver que lleva puesto el colgante que le regalé y eso provoca aún más cosquillas en mi estómago.
—¿De verdad? Me va a parecer mentira que lo terminemos.
—¿Por qué? Si no es mentira, es la verdad, mira. —Me señala la pantalla intentando convencerme.
—Es una forma de hablar —aclaro.
—¡Ah! Entiendo.
Aprovechamos la hora que teníamos para arreglar algunos detalles y revisarlo. En la clase de ciencias de ayer, la señora Miller nos avisó de que la exposición de trabajos sería dentro de dos semanas, justo antes de las vacaciones. Así que decidimos apresurarnos en acabarlo por completo lo antes posible y ponernos cuanto antes a practicar el discurso para la presentación. Aunque, bueno, más bien yo debo practicar, ella es una enciclopedia andante.
—Lo último que falta es poner nuestros nombres, ¿en qué orden convendría ponerlos? —cuestiona mi compañera de trabajo como si fuese algo verdaderamente importante.
—¿Samantha Van der Walt y Christopher Cooper? —Levanto los hombros para restarle importancia.
—Pienso que lo justo sería ponerlo en orden alfabético. Por lo tanto, el tuyo primero.
—¿Qué más da? Tú has puesto más información, pon el tuyo primero.
—Si insistes, lo pondré así.
—Bien, y con esto damos por terminado el trabajo, podemos mandarlo por correo ahora.
Con todo hecho, recogemos nuestras cosas y salimos del silencioso lugar permitiéndonos hablar en un tono normal al fin.
—Sam, quería proponerte algo —me adelanto a decir algo nervioso, ojalá acepte.
—¿De qué se trata?
—Tú dijiste que no has visto muchas películas, y sé que te has perdido muchas cosas que me gustaría enseñarte solo si me dejas. Por eso, se me ha ocurrido que un día a la semana hagamos algo como ver una película por la noche en mi casa o en la tuya. ¿Qué me dices?
—Creo que no es buena idea —dice no muy segura arrugando sus cejas y a mí se me cae el mundo encima.
—¿Es que no confías en mí?
—No es eso, confío en ti, Chris, pero no sé si debería hacerlo.
—¿Por qué no probamos y si luego no te gusta, lo dejamos?
—Está bien, me gusta esa idea. —Suspiro de alivio—. Pero aún no has dicho el día.
—¿Qué tal los viernes? —Ella muestra una expresión preocupante y comienza a pasar sus dedos por su brazo repetitivamente—. Sam, recuerda que nunca te propondría algo que fuese malo. Una película es solo ficción con el único fin de entretener. Pero también puede enseñar muchas cosas que me gustaría que supieras.
Me posiciono justo delante de ella parándole el paso y mirándola a los ojos, pero no la mantiene, algo que según leí es normal. Así espero pacientemente a una respuesta antes de que se vaya a su clase.
—Vale, podemos empezar solo viendo una película —responde por fin con algo de inseguridad.
—No hay problema, en mi casa este viernes por la noche.
PJ me dio una larga lista de películas, más de las que yo había imaginado y todas parecen ser buenas para este caso. Mi objetivo es ponerle cada viernes una de esas a Sam para hacerle ver lo que se vive por parte de ambas personas, el sufrimiento que se tiene a veces, lo felices que son cuando están juntos, lo tristes que llegan a estar por estar separados o lo que se llega a hacer para enamorar a otro —mi caso—. Tengo una lista de más de cincuenta películas de amor las cuales actualmente estoy buscando para verlas todas online. Esto en el anterior Chris sería impensable. Aunque viendo el lado bueno de las cosas —película también añadida a la lista—, pienso que yo también puedo aprender algo de ellas, siendo totalmente consciente de que muchas no son muy realistas y que la mayoría tienen más cliché que mi vida previa a la aparición de Sam.
El viernes noche llega más pronto que tarde y vuelvo a estar nervioso, no sé cómo saldrá. Lo primero que hice fue pedirles a mis padres que me dejaran libre el salón, que se fueran a cenar fuera o que fuesen a su habitación a ver la tele. Yo qué sé, pero que nos dejaran solos.
—¿Por qué quieres que nos metamos en nuestra habitación? —insiste en saber mi madre con una leve sonrisa, algo me dice que sabe la respuesta.
—Porque quiero el salón libre de padres que interrumpan.
—¿Interrumpir, qué? —interfiere mi padre ahora.
—¿Por qué sois tan cotillas? —suspiro y entonces procedo a rendirme o no terminaremos hasta mañana—. Va a venir Sam. Vamos a ver una película, y si a ella le parece bien, lo haremos todos los viernes por la noche. En principio será aquí y a no ser que queráis comprar una tele para mi habitación, la veremos en el salón. No quiero que interrumpáis con vuestras preguntas, así que, por favor, id a vuestra habitación, vosotros sí tenéis una tele allí.
—¡Ay, por favor! ¿Es tu novia? ¿Es oficial?
—No, mamá, no hay nada que hacer oficial. Solo quiero que vea unas cuantas películas.
—A mí no me importa que me digas que es tu novia, me gusta esa chica para ti. Pero, angelito, tienes que cuidar de ella y tratarla bien. Ella lo hace contigo, se ve cuando ha venido por aquí que te tiene aprecio.
—Ya, puedes estar tranquila, pero no es mi novia.
—De acuerdo, lo que tú digas. —Por esa leve sonrisa sé que no termina de creérselo—. Tu padre y yo nos iremos a nuestra habitación toda la noche, puedes estar tranquilo.
—Gracias.
Comienzo con los preparativos de la noche en cuanto la hora de quedada se acerca. Preparo palomitas en el microondas y las sirvo en un bol que dejo en la mesita frente al televisor, también sirvo unos refrescos y dejo una lamparita encendida para que no sea solo la luz de la tele, puede resultarle molesta. Minutos después, el timbre de la casa suena y acudo a abrir la puerta. Sam está preciosa con un mono vaquero y lleva su pelo recogido en una coleta baja. Rara vez se la veía con el pelo enteramente recogido y debo decir que así me gusta un poquito más.
—¡Hola, Chris! —saluda con la mano y ojalá hubiese sido un abrazo de los suyos.
—¡Hola! Pasa, la veremos en el salón. —Me hago a un lado para dejar que entre en el interior.
Entonces observo cómo se quita sus mugrientas zapatillas dejándolas en la entrada junto a otros zapatos de la familia. Avanzamos hasta el salón y observo su reacción al ver cómo está montado todo, es una imagen acogedora o eso me parece a mí. Se toma un momento para después sentarse en un lado del sofá, lo cual es buena señal, le gusta el ambiente.
—He hecho palomitas para que comamos los dos mientras vemos la película, es lo que se suele hacer. ¿Las has probado?
—Sí, a Ada le gustan mucho las palomitas, siempre que iba a su casa, preparaba dos boles. Yo apenas comía, ella come demasiado.
—Buena historia. —Tal vez venga bien para algún comentario que otro—. Bien, pues bienvenida al "Cine de Chris", donde ponemos películas de buena calidad para las mejores personas. Y es broma, evidentemente no es un cine, es el salón de mi casa.
Sam suelta una dulce carcajada ante mi actuación y eso me relaja enormemente.
—Eres muy gracioso, Chris. ¿Cuál veremos?
—"El diario de Noa."
Me siento al otro lado del sofá donde ella está sentada, dándole algo de espacio. Cojo el bol con las palomitas y lo coloco entre nosotros para que podamos coger mejor. Entonces cuando todo está preparado, le doy al play y la película comienza a reproducirse.
Una película que en un principio me vi totalmente identificado, aunque mi historia sea diferente. Un chico que se gana la vida honradamente se enamora de una chica con una apariencia económica bastante más elevada que la de él y la cual evita todo intento de enamoramiento por parte del chico.
—Si le ha rechazado, ¿por qué insiste en seguir intentándolo? —cuestiona Sam girando su rostro hacia mí.
—Verás, él padece de esas mariposas de las que te hablé, las que salen en el estómago cuando quieres estar con una persona especial. Él solo quiere estar con ella, hacer cosas con ella.
No sé si con mis explicaciones logra entender algo, pero es que es más difícil de lo que pensaba. Además, tuve que explicar distintas fases emocionales que ella es incapaz de entender actualmente. Para mi sorpresa, a Sam le agradó la noche y aceptó mi propuesta de los viernes por la noche.
La semana siguiente, Sam volvió a venir a mi casa para ver la segunda película de la lista de PJ. Le comenté que la primera noche fue un éxito y casi hizo que le besara los pies, lo que provocó otra de nuestras peleas.
En la lista, la segunda película era "10 razones para odiarte". Una película ambientada en un instituto americano y con cliché garantizado, pero con un toque de humor que, siendo sincero, no me esperaba. Dos hermanas totalmente distintas, un tipo duro, populares con nerds, bailes y mentiras... Despertó un interés en Sam inesperado, no dejó de hacer preguntas.
Cuando estaba dando un sorbo a mi refresco de cola, Sam comenzó a preguntarme algo.
—Chris, ¿tú tienes novia?
Como veis, una pregunta bastante comprometida para mí, y para nada esperada. Al no esperarla, casi vuelvo a ahogarme con la bebida —algo que me sucede a menudo últimamente—. Cuando vuelvo a respirar con normalidad, dejo el vaso sobre la mesa y miro a Sam.
—No, no tengo. La verdad es que nunca he tenido.
—¿Y tú quieres tener una? —vuelve a cuestionar.
—Cuando alguien quiere tener novio o novia, como estarás viendo, no es algo tan sencillo como elegir una al azar y preguntarle si quiere ser tu novia. Respondiéndote, no quiero tener una novia, quiero que alguien en concreto sea mi novia.
—¿Y por qué quieres que ese alguien en concreto sea tu novia? ¿Qué tiene de especial?
—¿Qué tiene ella de especial? Esa pregunta tiene múltiples respuestas —contesto con una sonrisa. Pauso la película para poder explicarme mejor—. Ella fue alguien que me llamó la atención desde el primer momento. Tiene la sonrisa más bonita de todas, que fue lo que más me impresionó sin duda alguna. Toda ella en su totalidad es especial para mí y consiguió que mi vida cambiase en menos de una semana.
—¡Vaya! ¿Cómo?
—Pues para empezar cambió todas mis expectativas sobre las chicas de nuestra edad. A ella no le importa cómo soy físicamente, o cuál es mi reputación en el instituto. Y le da igual si cometo algún fallo, es tan positiva que a veces me siento mal por ser como soy. Me gusta su forma de ser, que para algunos es un problema, pero para mí es lo más adorable que he visto nunca.
—¿Y es guapa?
—Es más que eso, es preciosa. Ella me gusta de verdad.
—¿Y por qué no sois novios?
—Porque yo solo no puedo decidir eso. Puede que yo sienta esas mariposas, pero si ella no las tiene, no puedo pedirle eso.
—Ah, entiendo... —Por su expresión, diría que su cabeza aún está intentando entenderlo.
Siento como si me hubiera declarado, pero ha sido indirectamente y no es como yo me imaginé que sería. Al menos ahora sabe que en la sociedad, lo normal es tener una pareja, lo cual antes no lo podía justificar y eso es otro paso. Quizás así, pueda al menos imaginarnos en una relación.
Continuamos viendo la película hasta terminarla. Le hice unas preguntas a Sam para comprobar si la había entendido, aún no entiende muchas acciones por parte de los protagonistas y da explicaciones de qué haría ella y por qué. En estos casos, se recomienda tener mucha paciencia, y no sé de dónde la saco, ciertamente.
Al llegar su coche a recogerla, la acompaño hasta la salida donde me suelo despedir de ella. Sam lo hace con una sonrisa mientras que yo lo hago con la mano, no muy animado. Se dispone a ir hacia el coche y yo comienzo a entrar en casa. Pero algo me dice que no he terminado de hablar y no pienso estar toda la noche pensando qué hubiera ocurrido si le hubiera explicado que ella es la chica que me gusta. Me precipite o no, es algo que debo hacer tarde o temprano.
— Sam —la llamo desde el porche de mi casa, ella se gira a mitad de camino para verme de frente—. La chica especial que me gusta, de la que estoy enamorado... eres tú.
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