CAPÍTULO 25
Georgina
Bria está la mar de orgullosa con su gran idea. Después de saber que esa chica iba a celebrar una fiesta, quiso pisársela y convertirla en una suya. Por esa razón ha invitado a todo el instituto y, por supuesto, los ha animado a que llevasen a más amigos. Ella disfruta haciendo esto y a veces pienso que no está nada bien de la cabeza. Pero todas sabemos que lo único que busca es superar a Camille, la imita en absolutamente todo y ahora que no está, se está luciendo. Y aunque me sorprenda a mí misma, me da pena la tal Cailin, la anfitriona de la fiesta. Es claramente primeriza en esto y supongo que solo buscaba algo más tranquilo para su cumpleaños. Pues resulta que va a ser todo lo contrario.
La gente llega cada vez en más cantidad llenando cada rincón de la casa, tanto, que dudo que tarde mucho en llenarse por completo. Por suerte es una zona amplia y la gente puede dispersarse por los alrededores. Porque menuda mansión. Una lástima que todo vaya a quedarse hecho un asco.
Las chicas no dejan de reírse mientras beben sin parar, su objetivo es llegar a vomitar en alfombras o sofás como regalo de cumpleaños. Pero no soy nada partidaria de hacer algo tan asqueroso, eso a ellas se les da bastante bien. En cambio, por mi parte me encuentro moviendo los ojos de un lado para el otro, buscando a una persona en especial que aún no ha llegado o no he sido capaz de ver. Estoy nerviosa y no puedo esperar a tenerlo delante de mí otra vez.
—¡Cailin! —grita Bria a la dueña de la casa. Esta ya va algo bebida como el resto, aun así, se acerca con una sonrisa pensando quizás que es alucinante que sepamos su nombre—. ¡Felicidades! Una gran fiesta, pero va a faltar comida.
—¡Gracias! Qué bien que estés aquí, Bria. No sé qué diría mi prima si te viese en una fiesta mía. —Claramente tiene el alcohol por las nubes—. Y... ¡la comida! Sí. Vale. Llamaré para que traigan más.
La chica se va dando tumbos mientras que más gente entra por la puerta, pero ninguno de ellos es a quien busco.
—Esto es increíble —comenta Bria—. Ni siquiera tengo que hacer nada para que mi fiesta siga adelante. —Suki la acompaña con su risa, deleitándose de la inocencia de la cumpleañera.
—Georgina. ¿Quién es el chico al que esperas? —cuestiona Mallory dando un sorbo a su vaso.
—Sí, ¡queremos verlo! —grita Suki al escucharlo.
—Aún no ha venido —comento con mucha menos efusividad que ellas, están ya demasiado borrachas cuando yo apenas voy por la primera.
Una hora más tarde, me encuentro sentada en uno de los sillones que hay fuera junto a la piscina. Ha venido un DJ, y la gente está como loca bailando. Mis amigas se unieron hace un rato, pero yo aún me encuentro inquieta. No acepté venir por la fiesta en realidad, y no es que me esté divirtiendo precisamente.
Puede que después de todo, no vaya a venir y haya pasado de mí por completo.
Decido levantarme e ir a por algo más fuerte para beber, si no va a aparecer, qué menos que estar a la altura de mis amigas. Me adentro de nuevo en la casa apartando a la gente y llego a la cocina donde están todas las bebidas que han ido trayendo, las de las anfitrionas desaparecieron hace bastante. Cojo un vaso sirviéndome de una botella de algo con alcohol y culmino con refresco. Con el vaso en la mano, me giro para volver de nuevo donde está todo el mundo bailando. Sin embargo, lo primero que ven mis ojos en el camino de vuelta, es a una pelirroja entre la gente.
«Si Sam y Chris están aquí...»
Elevo el cuello e intento ver con quiénes están hablando, pero solo logro ver a uno de sus amigos junto a la chica rubia. Miro a mi alrededor intentando detectar las caras de cada uno de ellos, de tal forma que podrían salírseme los ojos de mis órbitas, pero nada.
—¿Buscas a alguien? —dice una voz detrás de mí, pegada a mi oído para que pueda escucharla con claridad. Los vellos se ponen como escarpias solo de sentir su aliento sobre mi piel.
Me giro rápidamente, aun con el sobresalto en el cuerpo, y mis ojos se topan con los suyos. Él me observa con una sonrisa torcida mientras sujeta un vaso con cerveza. Está realmente guapo, lleva una camisa de manga corta con rayas blancas y negras, dejando ver sus asombrosos brazos musculosos de deportista, y gracias a un par de botones desabrochados, puedo ver también levemente su pecho.
—Hola, Tyler —saludo junto a una tímida sonrisa.
—Chris está allí. —Señala con su vaso a donde estaba mirando anteriormente mientras que su otra mano descansa en el interior del bolsillo de su pantalón.
—¡Oh! No buscaba a Chris...
Cuando termino de hablar, Tyler da un paso hacia mí estrechando las distancias. Inclina la cabeza posicionándola cerca de mi oído y susurra.
—Lo sé.
Me quedo completamente muda y sin aliento.
Sobrevivo como puedo mientras le miro con timidez sin saber qué contestarle. Sabe de sobra que lo estaba buscando a él. ¿Me estaría buscando a mí? Después de todo, yo le invité a venir, o bueno, yo le sugerí que podría venir con sus amigos y aceptó, dejándome con una alegría inmensa al saber que volvería a verlo.
Antes de que pudiera intervenir, me coge de la mano para arrastrarme con él a través de la sala, esquivando a todas las personas en ella y llevándome a alguna parte. Mi corazón late a mil por hora, sentir el tacto cálido de su mano provoca demasiadas sensaciones que ni yo misma sé explicar. No quiero que me suelte, pero lo hace cuando llegamos a una zona tranquila de los alrededores de la mansión.
—Perdona, tenía que haber preguntado si querías venir conmigo —dice una vez se da cuenta de mi asombro.
—No pasa nada —respondo tras recuperarme y tragar saliva—, es mejor estar aquí, me iba a explotar la cabeza con tanta gente.
—Sí, no esperaba que fuese a haber tanta. Por eso necesitaba respirar un poco. Suelo estar en estos ambientes más de lo que a mí me gustaría y no siempre son divertidos.
Busca asiento en el césped justo al lado de una de las paredes de la casa, apoyando su espalda en ella y creando una imagen demasiado tentadora.
—¿Vas mucho a fiestas? —pregunto acercándome a él.
—No, bueno sí, de vez en cuando. —Sonríe mostrándome su dentadura—. Trabajo en una discoteca los fines de semana, o eso se supone. Últimamente también lo hago algunos días entre semana. Pero, en fin, tampoco puedo quejarme.
—¿Una discoteca? ¿No es ilegal que un menor trabaje ahí?
—No, si nadie lo sabe. Dime, si no me conocieras y no supieras que asisto al instituto, ¿qué edad pensarías que tengo?
Me permito el gusto de repasarlo al completo con los ojos, intentando pensar en una edad aparente y es imposible no pensar en lo guapo que es entre tanto.
—Supongo que... ¿veinte? —me atrevo a decir con el temor a que le resulte ofensivo.
—Todo el mundo dice lo mismo, no te preocupes. Hago bastante deporte y supongo que mi cuerpo ha cambiado mucho. No sé, puede que sea la razón por la que aparento ser mayor de edad. Para muchos, llevo unos años en la universidad, así que imagínate.
—Vaya... —Me tomo la libertad de sentarme a su lado, colocando las piernas de tal forma que no enseñe lo que llevo bajo la falda del vestido—. ¿Y por qué la necesidad de trabajar en un sitio así? Quiero decir, hay más tipos de trabajo que no son ilegales.
—Necesito ahorrar para cuando vaya a la universidad, me darán una beca por el deporte que practico, pero mi abuela solo tiene para mantenernos a los dos y no estaría mal tener algo para poder permitirme una residencia. Trabajar de noche, me permite ir al instituto por el día y tener tiempo por la tarde para estudiar o entrenar. Además, pagan bastante bien así que, no me gustaría perderlo.
—Eres muy valiente, Tyler. Debe de ser complicado estudiar y trabajar a la vez.
—Te acostumbras. —Levanta los hombros para después desplazarse hacia mí, consiguiendo así que nuestros brazos se rocen y que toda la temperatura de mi cuerpo se desajuste—. ¿Qué es lo que te ha pasado con Chris?
Vale, eso me ha pillado por sorpresa. ¿Es que no se cuentan las cosas entre ellos? No sé, lo típico que le cuentas a tus amigos lo que te ha hecho otra persona e inmediatamente la odian. Pensé que después de lo que hice, todos me calificarían como una mala persona y me tratarían como lo hace Chris ahora.
—¿Es que no os lo ha contado? —decido preguntar directamente mirándole de reojo.
—A Chris a veces hay que sacarle las cosas, de lo contrario, nunca cuenta nada. De todas formas, tampoco íbamos a esforzarnos para que nos lo contara, no te ofendas —ríe.
—No, no. Es solo que no me esperaba que no os haya puesto a todos en mi contra.
—No somos así, si necesitara ayuda la pediría y lo haríamos con gusto, pero de no ser así, es su problema. También está enfadado con Chad y eso no quiere decir que el resto del grupo debamos elegir de qué bando estar. Entonces, ¿qué pasó?
Suspiro, buscando las mejores palabras para expresar mi punto de vista.
—Intenté hacer que Sam odiara a Chris. Le conté lo que él solía hacer con las chicas, pero no le importó en absoluto. Cielos, a esa chica hay que explicarle todo. Y puede que también le tirara refresco en la cabeza por un ataque de celos.
—¿Y por qué lo hiciste?
—Porque estoy...
Freno un instante para pensar qué es lo que siento actualmente por él. Y es que lo cierto es que no quiero nada de Chris, nada más allá que la amistad. Me gustaría recuperar a mi amigo y nunca haberme encaprichado con él. Porque eso solo trajo problemas.
—Estaba enamorada de él —prosigo—. Dios, no dejaba de hablarme de Sam y supe que estaba perdiendo mi oportunidad, así que se lo hice saber. Me rechazó. Y no hizo nada malo en realidad, de hecho, lo pilló de improvisto porque al parecer nunca vio las señales que le lanzaba. Estuve bastante depresiva cuando se lo conté a mis amigas y me dijeron que lo mejor era hacer que esa chica descubriera las intenciones de Chris con ella. Y lo vi una buena idea.
—Pero se te fue de las manos.
—Eso es. A Chris eso le cabreó bastante, intenté solucionarlo, pero me dejó claro que no quería tener nada que ver conmigo y me rompió el corazón por segunda vez, así que yo y mi orgullo le declaramos la guerra. Ni siquiera sabía cómo, pero a mis amigas les pareció una gran idea buscar el contacto del padre de Sam y decirle que Chris iba a hacerle daño a su hija.
—Ah. Fuiste tú.
—Sí... Soy horrible, lo sé. Ni siquiera deberías estar hablando conmigo.
—¿Quieres mi opinión? —Asiento no muy segura, pero escuchar la verdad no me vendría mal—. No actuaste bien en ningún momento. La venganza te poseyó y fuiste egoísta. Pero, aunque no te quito parte de culpa, creo que el origen de todo está en tus amigas. ¿Qué clase de personas son si aconsejan de esa forma? No sé, quizás deberías escucharlas menos.
—Bueno, ellas me aceptaron en su grupo, son algo así como las reinas de St. Joseph. No sé dónde estaría si no llega a ser por ellas. Soy una becada en un instituto de millonarios.
Bufa.
—Peor me lo pones. Mira, por lo poco que me cuentas, podría deducir que les has seguido el rollo todo este tiempo para obtener su aceptación. Y si piensas que estás en deuda con ellas no es cierto, seguramente habría otras personas que te habrían acogido mejor y dado mejores consejos. Ahora mismo estás siendo solo tú, ninguna de tus amigas te ha dicho que seas así conmigo, me lo dijiste el otro día. Pues mi consejo es que sigas siendo tú, pero con todo el mundo. Y aún estás a tiempo de rectificar y demostrar, seguro que Chris termina perdonándote.
No puedo desviar la vista de sus ojos. Adoro escucharlo y ver sus expresiones. Me hace sentir tan bien. Hace parecer que todo es más fácil de lo que parece. Y es que tiene toda la maldita razón. ¿Por qué no puedo ser yo misma con el resto de personas? ¿Por qué tengo que ponerme una máscara para ser aceptada? Si no dejo de ser lo que ellas esperan de mí, no seré capaz de ser aceptada por el resto de personas que sí merecen la pena. Como él.
—Me gusta hablar contigo —confieso.
—Lo mismo digo.
Estoy llena de sensaciones y pensamientos. Además de una calidez bonita y agradable. No quiero que nunca termine este momento, quiero mirarle más tiempo.
Todo es tan... diferente.
Continuamos allí hablando de mí, de él y de muchas cosas en realidad. Y habría estado toda la noche si no hubiera sido porque la policía apareció para disolver la fiesta. Sentí un cosquilleo cuando me pidió que anotara su número de teléfono y le hablase, pero sobre todo cuando se aseguró de que había llegado bien a casa.
Tyler es... especial.
¿Sería eso el famoso amor a primera vista? Porque no puedo ponerle nombre a lo que siento. Es tan grande que no creo que se deba solo a haber conocido a un buen chico.
Necesito a alguien a quien contarle esto, a quien preguntárselo. Pero sé que no cuento con la persona con la que lo habría hablado. Podría contárselo a Mallory, es la única con una mente menos malvada, pero terminaría contándoselo al resto y no quiero que sepan sobre Tyler.
Podría hacer como él dijo: "rectificar y demostrar".
Y por eso ahora estoy aquí, a la mañana siguiente, llamando en la puerta de su casa con una caja del Dunkin' llena de donuts con distintos glaseados. Puede que me los tire a la cara, pero no pierdo nada por intentarlo.
—¡Georgina! —exclama la madre de Chris con una enorme sonrisa al abrirme la puerta—. ¡Cuánto tiempo!
—Supongo que Chris y yo hemos estado algo alejados últimamente —admito, porque ni siquiera me presenté en las últimas quedadas de nuestros padres.
—Le alegrará tu visita. Está en su habitación —responde con emoción.
—Gracias.
Subo las escaleras que tantas veces he recorrido, rememorando todos los momentos que él y yo hemos compartido, todas esas experiencias que ya son imposibles de olvidar. Puede que ahora todo sea distinto, pero eso no quita que me alegre por haberlos vivido con él porque sé que fue la persona indicada. Y jamás los cambiaría por nada ni nadie, aunque ambos tiremos por caminos distintos.
No puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo todo se ha ido a la mierda. Quiero intentarlo y espero de verdad que funcione.
—Hola, Chris... —hablo retraída tras llamar a su puerta comenzando a entrar en su habitación.
No sé si su habitación ha sufrido un cambio, o quizás sea él. Pero todo lo encuentro muy distinto a como estaba cuando la frecuentaba. Chris está sentado en su escritorio frente a su ordenador portátil. Se gira al escuchar mi voz y por cómo me ha mirado sé que no le hace absolutamente ninguna gracia mi visita, lo cual es normal a estas alturas.
—¿Qué haces aquí? ¡Mamá! —se queja con el ceño fruncido y levantándose para echarme de aquí.
—¡No, por favor! Quiero hablar contigo —suplico levantando la caja de donuts para ponerla en su visión. Quizás no tenga nada que ver, pero se detiene y suaviza un poquito la expresión.
—¿Sobre qué? —espeta.
—Sobre nosotros, sobre mí... y quiero disculparme, aunque no quieras perdonarme. Pero merezco dar mi punto de vista y explicarte que me he dado cuenta de que he sido una persona horrible que ha actuado de la peor manera posible contigo, con Sam y con muchas personas más.
—No quiero escucharlo. —Vuelve a girar su silla para devolver la vista al ordenador—. Vete.
—Chris, por favor. Solo déjame hablar unos minutos y ya no volveré a molestarte jamás en la vida. Hazlo solo por todos los años que hemos pasado juntos. Por favor...
Suspira.
—Está bien. Te daré cinco minutos. —Su silla se gira y él presta atención a su reloj para después levantar la cabeza y pronunciar:— Empieza.
—Vale. Tienes razón, soy una estúpida niñata malcriada. Y me odio por haber actuado así, por haberme dejado influenciar por mis amigas... por todo en general. Me odio. Y me gustaría hablar con Sam y disculparme también con ella porque la metí en esto sin que tuviera culpa alguna. Ella nunca estuvo en mi contra, confió en mí y yo la traté horriblemente mal. Y lo mismo hice con tu confianza, tirando la de toda una vida a la basura. Siento mi reacción al saber que no sentías nada por mí, debí entenderlo y no planear una venganza. Así que, lo siento, de verdad. Ojalá me perdones y volvamos a estar como antes porque me gustaba sentir que podía contar contigo y te echo de menos... —Apenas puedo decir mucho más porque las lágrimas han comenzado a salir y me cuesta continuar con mi discurso. Solo me queda esperar en silencio una respuesta por su parte, pero no obtengo nada salvo su dura mirada—. Di algo.
—Está bien que sepas y conozcas tus errores. Sabía que eras retorcida cuando no conseguías lo que querías, y te pasaste mucho. Pero yo no soy nadie para juzgarte, porque también me he portado como un gilipollas con mucha gente que no lo merecía y contigo también. Lo siento. A mí me gustaría que todos ellos me diesen una segunda oportunidad para demostrarles que he cambiado y creo que tú también la mereces... así que, estamos en paz.
Suelto un suspiro de alivio junto a una sonrisa cuando escucho sus palabras. Las lágrimas continúan cayendo sin remedio, pero estoy infinitamente feliz. Inmediatamente dejo la caja de donuts sobre su escritorio y me lanzo a él a envolverlo en un apretujado abrazo.
—Echaba de menos a mi amigo —comento en cuanto me separo un poco—. Gracias por dejarme hablar.
—Yo también te echaba de menos —contesta con una sonrisa—. Y en realidad iba a dejar que hablases, pero quería que sufrieras un poquito.
—Está bien. Me lo merezco. —Le devuelvo la sonrisa y procedo a acomodarme sobre su cama—. Y ahora que todo está hablado y solucionado, me gustaría contarte algo.
Chris gira su silla en mi dirección dispuesto a escucharme.
—Vale, pues dispara.
—¿Tú crees en el amor a primera vista?
—Georgina, ya hablamos de esto, tú y yo somos amigos —bromea, a lo que me permito golpearle en el brazo rogándole seriedad.
—Deja ya su cinismo, no eres tú —me permito darle un poco de comedia al asunto, porque lo necesito.
—Ah, ¿no?
—No —río con él—. Es que he conocido a alguien recientemente y he desarrollado sentimientos muy reales en muy poco tiempo que hasta yo misma me he sorprendido.
—¿Y puedo saber quién es? —comenta con una sonrisa curiosa.
Doy un largo suspiro, es la primera vez que lo voy a admitir en voz alta y necesito prepararme.
—Me gusta Tyler, mucho —expreso sin darle muchas vueltas.
—¿Qué Tyler?
—¿Cuántos Tylers conoces? Tu amigo Tyler —digo sonando obvia.
—No puede ser...
—Sé que quizás me esté haciendo demasiadas ilusiones muy rápido, sé que no hemos coincidido mucho, como también sé que es demasiado pronto para afirmar tal cosa. Pero me gusta cómo me trata, cuando hablamos siento que podríamos hacerlo por horas porque conectamos a la perfección y el corazón se me acelera al estar a su lado. Ha conseguido que me sienta yo misma sin pensar en el qué dirán o qué debo aparentar. ¡Y solo con un par de conversaciones! Estoy hecha un lío y no quiero que mis amigas sepan sobre Tyler porque podrían meterme ideas equivocadas en la cabeza y destrozarlo todo de nuevo. Por eso te necesitaba, quiero que me des tu opinión. ¿Crees que esto ha sido un flechazo?
—Mierda... —Se lleva el dedo pulgar junto al índice a los ojos restregándose con ellos mientras parece intentar buscar las palabras adecuadas—. Mira, yo no quiero que pienses que quiero entrometerme, pero creo que es mejor que sea yo el que te lo diga a que luego te enteres por él mismo y termine rompiéndote el corazón alguien de nuevo. —Su seriedad realmente me asusta y más cuando se levanta de su silla para hablar más cerca—. A ver, creo que es posible que alguien pueda gustarte con solo un par de encuentros. Así que sí, estás en lo cierto, estás comenzando a sentir algo por él, pero quizás debas replanteártelo porque siento decirte que no tienes ninguna posibilidad con él.
—¿Por qué dices eso?
—Porque a Tyler solo le gustan las mujeres más mayores que él, y tú eres un año menor así que, dudo mucho que llegue a algo más que amigos contigo.
—¿Qué? —Arrugo ahora yo mis cejas—. ¿Es una broma? O quizás es que no quieres que esté con uno de tus amigos.
—No es eso, Georgina. Me encantaría que comenzarais a tener algo si ambos lo decidís, de verdad que no me importaría. Pero conozco a Tyler desde hace mucho tiempo y cuando nos conocimos en primer curso, mientras que David, Chad y yo nos fijábamos en las chicas de nuestra clase él solo hacía comentarios sobre las profesoras treintañeras.
—No te creo. —Me cruzo de brazos.
—Está bien, ¿por qué no le preguntas tú misma? Pregúntale cual fue la última mujer con la que se ha acostado y cuántos años tenía. —Desvío la mirada hacia el suelo algo molesta—. No te estoy contando esto por gusto, no quiero que vuelvas a sufrir. Te entiendo, sé lo que estás sintiendo y sé que quieres volver a verle lo antes posible. Joder, es lo mismo que he estado sintiendo por Sam y creo que ambos estamos igual de jodidos, Georgina.
😯😯😯
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