CAPÍTULO 20
Chris
Confusión, eso es lo que siento. Y frustración porque no sé muy bien qué debería hacer. ¿Debería comportarme distinto? ¿Tendrá razón su padre y debería alejarme? Pero yo no quiero eso.
Si lo pienso, las cosas no han cambiado realmente, solo conozco algo que antes ni me planteaba. ¿Pero y si yo soy malo para ella? ¿Y si la perjudico? No puedo creer que nadie de su alrededor me haya dicho nada, ¿es que nadie lo sabía? Me siento un imbécil al no haberme dado cuenta en todo este tiempo. No me fijé en su forma de ser, no la cuestioné porque me parecía de lo más natural y me encanta que sea así. Pero ni por asomo me planteé que fuese un problema mental.
Y ahora que lo pienso, ese ataque en la clase, eso sí que no fue algo normal, pero yo pensé que sí, que cada uno tenemos nuestros problemas y algo en ella se vino abajo. Yo qué sé. Normal que no haya conseguido nada, ¡mierda, es una persona que no entiende sobre sentimientos!
«¿Qué diablos hago ahora?»
Siento que alguien me lo ha estado ocultando, que no quería que supiera sobre esto y eso me cabrea, porque igual podría haber sido de otra forma, igual la he estado tratando de forma incorrecta solo porque no lo sabía. Yo no quiero ser alguien malo para ella, quiero tratarla como se merece y aunque aún no sé cómo, algo podré hacer.
Y como un rayo de luz que me ciega, se me viene el rostro de una persona.
Pues claro que hay alguien que lo sabía.
A mi cabeza se me viene la imagen de una persona que se habrá reído de mí hasta la saciedad. Ada Sparks. Si lo pienso, ella no quería que me acercara a Sam al principio, y de la noche a la mañana cambió de opinión cuando le dije que sentía algo por ella. Es probable que pensara que, si iba con estas intenciones, al final acabaría alejándome de Sam y finalmente conseguir lo que quería por otros medios. ¿Cómo iba a confiar en una persona como esa chica? Sus risas del otro día, ahora sé por qué eran. Me dio consejos, que puede que fuesen solo para empeorar las cosas, y en ningún momento me dijo sobre su trastorno.
Paso toda la noche reflexionando. Tengo en la mente un cúmulo de cosas que no sé muy bien cómo clasificar. Estoy asumiendo el impacto que me ha causado saber esto, se me ha abierto una puerta llena de posibilidades que desconocía que pudieran llegar a ocurrir y eso me deja prácticamente sin pegar ojo. Mis padres han notado mi seriedad, preguntaron durante la cena más veces de las que me gustaría si estaba bien y yo solo asentía sin más. Podría habérselo contado y que ellos me dieran su punto de vista, pero me sentiría extraño con ellos hablando de mis problemas a los que probablemente le cuenten a los Parker.
Durante la mañana siguiente, me despierto antes de lo normal debido a mi falta de sueño, y me preparo para salir con mi skate de nuevo hacia el Easton High. Una vez allí, siento nervios, y sé que es por encontrarme con Sam una vez sé esto. No quiero paralizarme, no quiero alejarme solo porque no sé cómo debería actuar. Quiero estar preparado para estar con ella, ser alguien bueno con el que pueda contar.
Aun así, no me lo pienso dos veces y camino en busca de Ada con los puños cerrados y con un humor de perros, mayormente por la falta de sueño. Aconsejo que, si me ves en esta situación, ni intentes abrir la boca y eso la gente aquí lo sabe muy bien debido a varios incidentes que me han llevado al despacho del director.
En el pasillo, puedo ver a Ada Sparks desde lejos, riendo con sus estúpidos amigos ecologistas o de lo que sea que vayan. Una vez el objetivo localizado, solo me falta disparar, y a ahí me estoy dirigiendo en este momento. Me meto entre el corro de amigos, apartándolos de mi camino, cojo a Ada del cuello de su camiseta —tal y como me lo hace a mí o a Chad— y la empujo con fuerza contra las taquillas. Ella se muestra sorprendida y desconcertada al verse en esa posición y no al revés, como de costumbre.
—¿Te has divertido ya bastante? Ese era tu plan, no ibas a decírmelo nunca, ¿verdad? Querías que yo mismo me frustrara y me alejara. —Sus gruesas cejas se arrugan aún más con cada palabra que formulo.
—¿De qué mierda me hablas, Cooper? ¡Suéltame! —Intenta zafarse de mí, pero le es imposible. No conocía al Chris cabreado.
—¡No intentes hacerte la tonta porque sé que lo sabías! ¡Sabías que no me iba a alejar por mi propio pie, querías causarlo porque era tu única opción! —La agarro con más fuerza para evitar que se vaya sin admitir lo que le estoy diciendo.
—Chris, ¿qué estás haciendo?
Una voz a mis espaldas consigue que olvide todo lo que tenía en mente, aliviando mi cabreo en cuestión de segundos. Se siente como si mi madre me hubiera pillado de niño cogiendo galletas recién horneadas. Tras unos instantes me permito girar medio cuerpo comprobando que no solo los amigos de Ada me observan, sino que todo el pasillo parece preocupado. Pero la única que me importa es Sam. La pelirroja está parada justo detrás de mí con los libros aferrados a su pecho, un vestido al vuelo y sus pies descalzos. Me observa confundida y preocupada, ¿o quizás decepcionada? ¿Puede sentir todo eso? Mierda, yo qué sé.
En cualquier caso, me siento diferente al verla ahí después de la charla que tuve con su padre. Y detesto saber que la veo con otros ojos, la percibo más débil e inocente que antes, o no sé, de cualquier forma, la entiendo mejor que antes. Sus acciones son más comprensibles una vez sabes cuál es la causa, antes me parecían algo distinto, e incluso puedo decir que extraño. Y me sentía culpable por pensar que ella era rara, y comprendí que ella era así porque cada uno es de una forma distinta a los demás. Luego me empezó a gustar su forma de ser, su forma de ilusionarse por todo lo que a mí me parece algo de lo más normal. Y es que su sonrisa, la cual no borra, tiene algo que estabiliza mis días. Si todo eso es el espectro, no debe de ser algo malo, o eso creo.
Mi respiración se va calmando y suelto a Ada lentamente. No soy capaz de excusarme ante Sam, no puedo mentirle, pero decir la verdad no es correcto tampoco, no hasta que aclare todas las preguntas que tengo en mi mente. Vuelvo a mirar a Ada quien parece tranquila ante mi ataque, su única preocupación es entender qué es lo que me sucede, como todos los de mi alrededor.
—Sígueme, por favor. Tenemos que hablar y a solas —hablo con mucha más calma. Ella se limita a asentir.
Comienzo a caminar entre las personas que estaban contemplando mi espectáculo, incluida Sam, y más tarde Ada me sigue como le dije que hiciera. Entro a una sala vacía y ella cierra la puerta detrás de mí. Antes de hablar doy unas cuantas vueltas para intentar tranquilizarme, ella mientras se sube sobre una de las mesas a la espera de que comience a hablar.
—Bien, dime qué rayos te pasa. ¿Qué es lo que se supone que no te he dicho? —Se cruza de brazos y sube una de sus gruesas cejas.
—Tú sabías que Sam tiene un trastorno mental y no me lo dijiste. —Voy directamente al grano señalándola con mi dedo índice—. ¡Sabías que no se iba a enamorar de mí tal y como lo estaba haciendo! ¡Solo querías que me alejara costara lo que costara!
—¿Cómo? —Me muestra una sonrisa confusa—. Chris, cuando decía que Sam es una persona especial y diferente, me estaba refiriendo a eso exactamente. ¡Pensé que lo entendiste, te vi bastante seguro!
—¿Cómo iba a pensar en que se trataba de una enfermedad? Jamás pensé en esa posibilidad.
—Eres más corto de lo que pensaba. Y por favor, di trastorno, espectro o TEA, pero no digas enfermedad porque no lo es. ¿Por qué crees, si no, que dije que nadie ha conseguido enamorarla? Porque no le interesan los chicos. Tampoco las chicas o lo que sea que le vaya. ¿Acaso no ves cómo se comporta? —Me mantengo en silencio unos segundos, intentando asimilar de nuevo lo que ocurre—. Lo sabía, finalmente vas a actuar como todos.
—¿Qué quieres decir?
—No eres el primer chico que se interesa por ella, ¿sabes? Ni vas a ser el último. La historia se repite. —Chasquea la lengua—. Pensé que ibas a ser diferente, que de verdad te gustaba su forma de ser. Sam es perfecta para vosotros, y no puedo decir menos, tiene un hermoso pelo largo, ondulado con un precioso color naranja natural; una piel lisa y blanquita, unos ojos de un color extraño, y un cuerpo de diez. Muchos chicos han suspirado por ella alguna vez. Otros se atreven a hablarle. Quienes se dan cuenta de que va descalza a todos lados, se echan atrás, pero hay otros que siguen a pesar de ello. Sin embargo, cuando se dan cuenta de que algo raro sucede en la cabeza de Sam, la dejan de lado sin importar lo que pudiera pensar ella o no. Lo cierto es que, hasta ahora, no ha tenido problemas, a veces preguntaba por qué se iban y no volvían a hablarle. Chris, sé lo que estás pensando ahora mismo, ya no la ves con los mismos ojos, ni sientes lo mismo, y todo por su trastorno. Si vas a dejarla de lado, hazlo lo antes posible, sufrirá menos, aunque tendré que explicárselo más veces porque eres el que más ha durado, enhorabuena.
—No pienso dejarla de lado. No se me ha pasado por la cabeza y créeme que se me han pasado cosas durante toda la maldita noche.
—Vamos, piensa bien las cosas, si lo vas a hacer en un futuro, por favor no andes con rodeos, hazlo ya.
—Espera, estás deseando que lo haga, ¿no? Eso es lo que quieres —acuso con una sonrisa torcida.
—¿Qué? No digas estupideces. —Se pone de pie de un salto para acercarse a mí, está claro que no le ha gustado mi acusación—. Llevo años ocupándome de Sam, soy su mejor amiga y la única que le queda después de lo de su madre. Su padre está trastornado y no tiene ni idea de lo que hacer con su hija, no es la mejor opción ahora mismo. Así que, perdona si intento protegerla de todos los que quieren acercarse para después irse. Porque Sam no entiende por qué se alejan, por qué se acercan para después volver a dejarla sola y yo soy la que sufre al verla en ese estado porque pienso en que nunca podrá encontrar a alguien que se quede con ella que no sea solo yo. La he visto estas últimas semanas, y joder, tengo que admitir que se siente realmente bien contigo. ¡Hasta come con tus amigos! Por eso, no quiero que llegue a depender de ti como lo hace conmigo porque puede acabar afectándole si decides un día alejarte de ella porque ya no te interesa.
Hay un silencio en la sala tras su discurso. Me ha cerrado la boca por completo, no era consciente del pasado de Sam con otras personas y tampoco sé qué ocurre cuando alguien se va de su lado, y debe de ser duro ver cómo esos ojos están confundidos porque no quieren estar con ella.
—Sigo sintiendo lo mismo —rompo el silencio con un murmullo—. Es cierto que ahora sé algo que no sabía antes, pero sigue siendo la misma de la que me interesé y de la que estoy enamorado. Y es probable que esto sea una ayuda, solo necesito saber cosas sobre ese trastorno. —La miro a los ojos, quiero que vea que hablo totalmente en serio—. Ella es la única que está conmigo por cómo soy y no por mi físico o popularidad, y ella me gusta porque su forma de ser me llama la atención, no por su trastorno, sino porque vive de otra forma su vida. Sonríe y hace mil preguntas, te cuenta todo lo que sabe sobre cualquier cosa que se presente, sobre todo de las mariposas. —Sonrío al recordar esas explicaciones—. Ni tú, ni su padre, vais a hacer que me separe de ella, ¿está bien?
—Vale, Cooper, pero te recuerdo que ella no sabe lo que es el amor. Pregúntale, se pondrá nerviosa e intentará cambiar de tema.
—Se lo enseñaré.
—¿Cómo? —Comienza a reírse—. Es imposible. Ni siquiera sabes si pueden llegar a enamorarse.
—¡Ya pensaré en algo! Ahora tengo que informarme a fondo sobre esto.
—Chris, me halaga que quieras hacer esto, de verdad, pero por favor, no la confundas más. Si lo vas a hacer, hazlo bien y siempre con cabeza. Está siendo tratada por una psicóloga. —Recuerdo cuando me dijo que fue a ver al doctor y que ni ella sabía por qué iba—. Y ella es la que debe ayudarla porque sabe cómo debe de hacerlo.
—Lo sé, lo sé... solo quiero que tenga vivencias, cosas que todos hacemos y que ella no ha podido disfrutar. Haré lo que pueda y deba.
Salgo de aquella aula con Ada pegada a mis pies, la gente del pasillo se había dispersado y sus amigos habían desaparecido del pasillo. Observo mi alrededor con el deseo de no encontrarme a Sam. No me gustaría hablar con ella hasta saber qué debo hacer o no, su padre tiene razón, no la conozco lo suficiente y tengo miedo de decir algo que no le convenga.
¿Y si meto la pata? ¿Y si consigo separarla de mí?
Porque puede ser que mis métodos no sean buenos para su transcurso, y hay posibilidades de que empeore. A los temas mentales les tengo mucho respeto, es el motor que conduce nuestro cuerpo y si algo falla ahí, todos caen con él. Y más con algo como esto, aunque tengo bastante interés en saber qué tiene Sam y cómo puedo ayudarla.
—Chris... ¿Me estás escuchando? —dice Tyler tocando uno de mis hombros para hacerme volver en sí.
Ni siquiera he prestado atención en clases, y tampoco sé en qué momento ha llegado la hora de la comida. Sam no ha aparecido por aquí tampoco, puede que Ada la haya recluido o sea un día que necesite estar sola. En cualquier caso, lo agradezco. Solo estamos Tyler y yo, no tengo ni la menor idea de dónde está el resto, pero tampoco me importa ahora mismo.
—Perdona... No he escuchado lo último, ¿qué decías?
—Decía que le dije a Margaret que habías caído en los encantos de una pelirroja, se puso muy contenta y quiere conocerla.
—No puedo llevarle a Sam y presentarla como solo mi amiga. Cuando se la presente quiero que sea algo más, porque es lo que ella siempre ha esperado. —Sonrío al recordar cada una de sus palabras, las cuales tachaba de tonterías que no iban conmigo—. Al final tenía razón, siempre la tiene.
Entonces caigo en que quizás no pueda presentársela nunca como tal y eso arrebata cualquier atisbo de alegría que me queda.
—Margaret no tiene todo el tiempo del mundo y lo único que desea es verme felizmente casado con una chica de mi edad y a ti con algo parecido a una relación seria, y por ahora creo que está más cerca lo tuyo.
—Ojalá cumplir con sus deseos, pero no va a ser fácil —respondo algo decaído.
—¿Por qué no le dices las cosas claras? —Intenta animarme, mientras moja la patata en la salsa deteriorada de la cafetería—. No sé, ya que las indirectas no las capta...
—Sam tiene el trastorno del espectro autista —suelto sin más.
—¿Qué? —Su patata termina cayendo sobre la salsa empapándose por completo, menudo desperdicio.
—Su padre me lo dijo ayer, no quiere que esté con ella. Por lo visto se ha enterado de lo que les hacía a las chicas y no quiere que se lo haga a Sam. ¿Cómo se habrá enterado?
—Pero, ¿qué es eso? —cuestiona mi amigo que aún está alucinando con la noticia.
—No lo tengo muy claro, ella es eso, andar descalza, las mariposas, los sarcasmos, sinceridad... aun no sé muy bien cómo explicarlo. Tengo pensado investigar un poco en internet luego. Lo único que sé, es que no tiene ni idea de lo que son los sentimientos, por consiguiente, no sabe qué es el amor.
—Nuevamente Margaret tenía razón, después de lo que les hacías a esas chicas, el destino te lo ha devuelto poniéndotelo todo más difícil.
—No es algo malo, al menos eso creo, pero sí me está costando mucho. ¿Crees que se pueda enamorar?
—Es cierto que había escuchado sobre ese trastorno, pero no tengo ni idea de lo que trata y de cuáles son sus posibilidades. Pero tienes que tener en mente que existe la posibilidad de que no lo haga.
—Ya lo tengo en cuenta, pero ojalá que no se trate de eso. —Me recuesto sobre la silla y me paso la mano por la nuca con frustración. Necesito con urgencia pensar en otra cosa por unos minutos, distraerme. Entonces, al mirar a Tyler, recuerdo una conversación que tenía pendiente con él—. Oye, ¿qué tenías con Georgina?
—¿A qué te refieres?
—¿Por qué la trajiste tú a la mesa si no sabías quién era?
—Estaba entrenando y vi a una chica con el uniforme de un colegio privado, sentada en las gradas sola, como comprenderás, es raro. Y entonces quise preguntarle.
—La próxima vez, haz el favor de no ayudarla a encontrarme. —Sonrío y él asiente sin entender muy bien el por qué—. Ahora en serio, cuidado con ella, parece una chica dulce, pero no es un ángel.
—Pues lo cierto es que me dio buena impresión, y estaba bastante preocupada.
—Son solo apariencias. En fin, sé que no voy a estar enfadado con ella eternamente porque nuestra amistad es especial... supongo. Pero tampoco quiero que piense que por poner ojitos voy a perdonarla.
—¿La vas a perdonar?
—Es posible, dejaré pasar unos días y luego hablaré con ella. Por cierto, todo está muy tranquilo, ¿y David y la pesada de su novia?
—David está entre aquel corro de personas retando a alguien en un videojuego. —Señala con sus ojos claros hacia, efectivamente, un corro que hay a mi derecha—, y supongo que PJ estará o a su lado o con sus amigos.
Tras la charla con Tyler y presenciar las clases siguientes, vuelvo a casa montado en mi skate, sintiendo cómo la brisa tira de algunos mechones de mi pelo hacia atrás y que estoy preparado para lo que se venga. Ha llegado la hora de saber la verdad, de conocer de nuevo a Sam, de saber qué es lo que le ocurre y cómo puedo hacerle entender qué es sentir.
Toca ponerse a investigar🧐
¿Podrá Sam enamorarse?
Decid croqueta si queréis otro capítulo mañana o pasado, sino, pueh el jueves🤓
Muchos besos mi vidas, cuidense y beban agua😘😘🧡🧡
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