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CAPÍTULO 16


Georgina

Uno de los peores castigos que puede tener el ser humano, a mi parecer, es la humillación, y era algo que se practicaba antaño. Hacer que alguien se sintiera como una auténtica mierda delante de personas allegadas es una de las prácticas más famosas. Y él jamás me había hablado así.

Mi corazón estuvo a punto de estallar aquella noche. Millones de emociones y sentimientos se manifestaron en mí y eso, a su vez, generó una angustia que no se la desearía a nadie. Horas estuve llorando. No había forma de quitarme de mi cabeza esa mirada de decepción que tenía en sus ojos. No era así como planeé la noche. En realidad, yo no quería hacerlo, no quería tratarla mal. Mi intención no era otra que demostrarle a Sam que Chris no es como ella se imagina. Una estrategia que iba a mantenerla lejos y que quizás, con el tiempo, él volvería a mí.

Pero lo hecho, hecho está y carezco de poder sobrenatural para poder borrar lo pasado y hacer las cosas bien. Intenté hacerlo todo como tenía previsto, pero ella... tuvo que creer en lo que el maldito engaña bobas le decía, confía realmente en él y es una chica con la que es difícil hablar las cosas claras. Luego vi todo lo que él veía en ella y no aguanté más. Porque sé que es todo lo contrario a lo que soy yo, sé que no me ve nada más que como una amiga, una más con la que se divertía en la cama, y ella es con la que quiere tener momentos bonitos.

Estoy tan cansada de sentirme inferior.

Las lágrimas vuelven a salir, empañando y dificultando mi visión. Rápidamente me las limpio con mi mano antes de que alguien desconocido comience a preguntarme si estoy bien. Apoyo mi frente sobre la ventana del autobús de camino al Easton High. Porque sí, voy con la intención de pedirle disculpas a Chris. Lo último que quería era distanciarlo aún más de mí y quiero solucionarlo.

Salí de clase con la excusa de que me dolía el estómago y que iría a la enfermería. Gracias a mis buenas dotes de interpretación, mi apariencia y mi situación de becada, nunca desconfiarían de mí. Por lo que puedo salir cuando me plazca sin preocuparme.

Llego al instituto encontrándome con los pasillos vacíos. No me queda otra que esperar a la hora de la comida, todos saldrán y buscaré a Chris. Solucionaré las cosas y todo volverá a como estaba antes, ese es mi objetivo y espero que esta vez se cumpla.

Al salir a las pistas deportivas, observo que hay un grupo de jugadores de fútbol entrenando. Decido sentarme en la parte más baja de las gradas a observarlos. Tras unos minutos, uno de los balones cae justo a mis pies y ellos, como animales, me gritan para que les pase el balón. Podría no hacerlo, no tengo por qué, pero tampoco tengo nada que hacer, por lo que decido levantarme de las gradas y con sutileza recogerlo del suelo para después lanzárselo. Al no tener demasiada fuerza, no llega muy lejos, pero al menos ahora lo tienen más cerca. Uno de ellos se acerca a recogerlo, agradeciéndomelo después con una sonrisa y no voy a engañaros, me ha asombrado.

Se acerca la hora de comer, y los jugadores dejan de entrenar. Se dirigen en masa en mi dirección, pero yo no soy la causa, obviamente, sino que se dirigen a sus banquillos con la intención de descansar y beber agua. Reconozco al chico que recogió el balón antes, él está bebiendo agua de una botella y quiero creer que tiene la vista puesta en mí, pero puede que mis ojos ahora me estén fallando y solo me lo estoy imaginando. Miro rápidamente hacia el suelo, no quiero que piense que soy una acosadora o algo por el estilo. Sin embargo, alguien se sienta a mi lado y no sé por qué, pensé en Chris, pero él nunca accedería a acercarse a mí por las buenas, sino más bien a echarme de aquí.

—¿Saltándote las clases? —La voz no es la de Chris, así que no me queda otra que levantar la cabeza en su dirección y comprobar de quién se trata.

Me sorprendo al ver al chico de antes, confirmándome mis sospechas anteriores, me estaba mirando a mí. Lo primero que me llama la atención son sus ojos claros, los cuales me examinan esperando una respuesta por mi parte.

—Sí... —Apenas puedo pronunciar la afirmación, por lo que muevo también la cabeza.

—¿De dónde te has escapado? ¿De un convento? —dice con una sonrisa burlona refiriéndose a mi uniforme. Yo también río y no sé exactamente de qué. El uniforme es algo que me distingue de todos los de este instituto y, por lo tanto, esa será la razón por la que se ha acercado a hablarme.

—A-algo así. Bueno, no hay monjas, pero sí son algo religiosos y estrictos. —Por fin consigo decir una frase algo más larga, no sé qué me pasa hoy, o quizás sea él.

—A ver si adivino, ¿coros en la iglesia? ¿Rezar todos los días por la mañana?

—Acertaste, aunque solo los viernes.

—Vaya, no lo había pensado. —Hace una mueca que me hace reír y que finalmente termina contagiándole—. ¿Y puedo saber qué hace una devota en un instituto como este?

—Creo que no debería decir esa información a desconocidos.

—¡Oh! Por supuesto que no, ¿dónde fueron a parar mis modales? Soy Tyler Gray, encantado. —Me ofrece su mano.

—Georgina Parker —digo estrechándosela.

—No puedo creerlo. ¿Puede ser que por fin esté conociendo a la famosa Georgina, amiga de Chris?

—Sí... —Nunca llegué a pensar que él era amigo de Chris y menos que les hablara de mí, nunca quiso presentármelos—. La misma.

—Un placer por fin conocerte en persona. Voy a volver a adivinar, has venido a verlo, ¿no?

—Así es. Metí la pata y quiero hablar con él.

—En ese caso, espérame aquí, voy a cambiarme y te llevo con él.

—Gracias, Tyler. —Me dedica una sonrisa que me cala hasta los huesos y con las mismas se marcha a los vestidores.

Mientras lo espero sentada en el mismo lugar, el timbre suena y todos comienzan a salir de sus clases llenando cada rincón de los exteriores. Tyler no tarda en llegar, haciéndome unas señas para que lo siga. Me levanto y lo sigo todo el camino. Atravesamos el área deportiva hasta llegar a la zona de las mesas donde obtengo la mirada de todos.

Llegamos a la mesa donde se encuentra Chris con la cabeza agachada mirando su comida. Al lado tiene a otro chico con una chaqueta de cuero, justo en la misma posición y con una tensión que se siente desde lejos. Delante de ellos, hay una chica de cabello rubio que se encuentra besando a un chico de cabello castaño.

—Chicos, mirad a quién me he encontrado —habla Tyler al grupo, señalando con su dedo pulgar hacia mí—. Por fin vemos a Georgina en persona.

Todos los de la mesa posan la mirada en mí, pero el único que me interesa es Chris, quien no está para nada contento de verme, algo que ya sabía que iba a ocurrir.

—¡Wow! Pensé que eras un mito —dice la chica rubia.

—Creí que nunca llegaría este día —añade el chico a su lado con el que se estaba besando—. Soy David y ell...

Antes de que pudiera decir algo más, Chris se levanta armando un escándalo, asustando a los de su alrededor que miran con más interés la escena. Camina hasta agarrarme de la manga de mi americana y me arrastra con él a no sé dónde. Finalmente, acabo en la salida del instituto, pero antes de que me haga atravesar la puerta, freno en seco provocándole aún más.

—¡No! Escúchame, por favor —alzo la voz quedándonos cara a cara. Sé que me va a dar su charla si no me apresuro en hablar.

—¿Cómo se te ocurre...? —Pone las manos en su cadera, como hace siempre que está cabreado y quiere tranquilizarse, respira profundamente y da unas cuantas vueltas por el lugar—. Ya puedes estar hablando si no quieres que avise a tus padres de que te estás saltando las clases.

—Quiero disculparme.

—Ah, ¿sí? —cuestiona incrédulo.

—Sé que lo hice mal. No era mi intención hacerlo, no fui yo la que realmente actuó. Es cierto que invitarla a la fiesta era por un fin en concreto y se me fue de las manos. Supongo que mis celos pudieron conmigo.

—Bien, pero no es conmigo con quien te tienes que disculpar. De hecho, no estoy cabreado contigo por eso realmente, lo estoy porque te has aprovechado de ella, una chica que no tiene la culpa de que yo te rechazara, ¡y la utilizas para ponerla en mi contra!

—Chris, ¡lo siento! —Vuelvo a soltar lágrimas sin remedio, debo parecer una chica débil ahora mismo y sé que no lo soy, pero él consigue debilitarme—. Después de que me hablaras como la otra noche, tenía miedo de perderte. Nunca lo habías hecho y jamás pensé que lo harías.

—¿Y pretendes no perderme poniendo a la chica que me gusta en mi contra?

—Tampoco fuiste un santo con ella, ¿te tengo que recordar tus intenciones originales?

—Eso era asunto mío. Y solo yo tenía el derecho a contárselo, sino aquella noche, habría sido cualquier otro día, pero tú no tenías nada que ver con eso. Aun así, no te preocupes, ya se lo aclaré todo y no, no va a enfadarse conmigo ni a dejarme de hablar.

—Chris, si prometo disculparme con ella, ¿lo olvidarás?

—Ya has actuado, Georgina, y no puedes pedirme que olvide porque eso es imposible. ¿De verdad pensabas que con tu estupendo plan yo iba a acceder a estar contigo? Lo único que has conseguido con tus caprichos es que no confíe en ti. Quítate esa idea de tu cabeza, jamás voy a querer estar con una persona tan manipuladora como tú. Y espero por tu bien no volver a verte cerca de ella.

Cada palabra que Chris suelta de esa forma es como si estuviera clavándome una estaca en mi interior. Y con cada estocada, más aumenta mi orgullo. No pienso dejar que me destroce y me siga humillando de esta forma. No merece la pena seguir derramando lágrimas por él.

Me limpio las lágrimas con brusquedad y me obligo a dejar de llorar.

—Muy bien... tú lo has querido. Si no confías en mí, supongo que no merece la pena sufrir más. —Me acerco hasta la puerta, pero antes me giro para pronunciar mis últimas palabras—. Chris, acuérdate de esto: Si yo no puedo tenerte para mí, a ella tampoco la tendrás para ti.

Y con esa última declaración salgo del estúpido instituto. Ya no siento ni pena ni lástima, siento rabia. No puedo creerme lo fácil que ha desechado a su amiga de la infancia y que ni si quiera piense darme una segunda oportunidad. No le ha temblado el pulso al decirme que no confía en mí y que soy una manipuladora. Es injusto. No se ha parado a pensar en que puede que me arrepienta, en que sí es posible que los celos lleguen lo suficientemente lejos como para tirar un refresco en la cabeza a alguien. Pero no, no voy a quedarme de brazos cruzados viendo como él es feliz con su estúpida pelirroja. 






Capítulo cortito :(

Por eso creo que publicaré otro el finde :D

No olviden dejar la estrellita :DDDDDDDDDDD

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