CAPÍTULO 14
Chris
El aire choca contra mi cara, es frío, pero bastante agradable en estos momentos. Chad y yo estamos peleados, por lo que no ha venido a por mí esta mañana en su estridente moto. Y como sigo perdido en mis pensamientos, olvidé que debía coger el autobús, así que no me queda otra que ir en skate. Hacía tiempo que no lo sacaba.
Es difícil pensar que al final he caído, me gusta Sam, una chica que es diferente, diferente en muchos sentidos, y que no está interesada en mí como lo estoy yo por ella. ¿Y ahora qué se supone que debo hacer? ¿Intentar enamorarla? —río mentalmente— Creo que es una opción que no dio mucho resultado. Quizás David sirva para algo además de para machacarnos en los videojuegos.
Finalmente llego al instituto más temprano de lo normal, puede que tome de nuevo la rutina de ir en skate a clase, aunque tenga que levantarme más temprano. Llevo mis auriculares puestos como cada mañana, pero no espero a mis amigos como siempre en el banco de la entrada porque no me apetece ver a Chad, así es que entro en el instituto. En el pasillo todos me observan, pero no como siempre, no después de la pelea pública de ayer y de saber lo que siento por Sam.
«Joder, cómo me cuesta decirlo.»
Camino hasta apoyarme en las taquillas a la espera de que suene el timbre para entrar a clase. Aun con la música puesta, observo mi Instagram para subir alguna de mis fotos cuando alguien se pone justo delante de mí, realmente no me esperaba encontrarla tan pronto por aquí. Me quito los auriculares y entonces le sonrío.
—¡Hola, Chris! —saluda mostrándome sus preciosos y perfectos dientes.
—¡Ho-hola, Sam!
«¿He tartamudeado?»
Mientras nos sonreímos, me fijo en su aspecto de hoy. No es muy diferente al de otros días, siempre tan dulce y deslumbrante. Amo cómo me mira, cómo me sonríe... Nunca había deseado tanto tener a alguien entre mis brazos, acariciar su cabello, su fina y delicada piel, besar sus labios rosas recientemente maltratados. Antes no permitía tener estos pensamientos porque no los admitía, aunque muy en el fondo existían.
—Uhm... ¿Chris? —intenta volver a llamar mi atención devolviéndome a la realidad—. Estás sobre mi taquilla.
—Oh... —Me giro para comprobarlo y me echo a un lado para que pueda coger sus cosas. ¿Cómo es posible que, entre todas, haya acabado en la suya? —. Ahora es la clase de ciencias, ¿no es así?
—Sí. —Continúa con la mirada en el interior de su taquilla mientras yo, como un idiota, la observo sin perder detalle e intentando decir una palabra.
—Entonces, te espero para ir juntos.
—Vale. Enseguida termino. —Sigue con lo suyo hasta que cierra la puerta y guarda los libros en su bolso—. Ya podemos ir a clase.
Camino junto a ella hacia la clase, sintiendo la mirada de todos clavada en mi espalda. ¿Por qué no se meten en sus asuntos? Oh, ya, llevo todo este tiempo llamando su atención y ahora la tengo encima más que nunca.
Llegamos la clase, y nada más llegar, Sam se posiciona al lado de la profesora la cual está sentada en su mesa mirando no sé qué en su ordenador.
—¡Buenos días señora Miller! —Su entusiasmo me asusta, no sé por qué tanto saludo, yo apenas la miro.
—¡Buenos días, Samantha!
Entonces procede a sentarse en su mesa como siempre, saca sus cosas y las coloca sobre la mesa ordenadamente. Admiro su perfección, recuerdo que su habitación estaba intacta, no había nada desordenado, todo estaba en su sitio y por no hablar de su planificación diaria. En cambio, yo, soy todo lo contrario, hay días que mi sudadera sirve de alfombra.
La clase comienza, y la señora Miller comienza a dar su rollo sobre los insectos, Sam explica mejor las cosas que ella. Creo que debería estudiar algo relacionado, porque realmente se le da bien, sobre todo las mariposas. Aunque de lo que no tiene ni idea, es sobre el amor, en eso tengo que decir que es pésima, aunque no soy el más indicado para hablar.
La observo de nuevo comprobando que ha sacado de nuevo sus cartas, se da cuenta de que la estoy observando y entonces hace un gesto de invitación.
—¿Quieres jugar conmigo? —susurra.
—Está bien. —Suelto una pequeña carcajada.
Comienza a repartir las cartas y me explica un poco el juego, lo pillé al primer intento así que pude jugar con normalidad. Tras unas cuantas jugadas con sumo cuidado para que la señora Miller no nos viese —o al menos a mí—, Sam me gana en todas, dejándome con la boca abierta. Realmente es buena con esto.
Acaba la clase, todos recogemos mientras la señora Miller insiste en seguir hablando, por lo visto de hacer un examen sorpresa en algún momento. Voy a salir por la puerta cuando escucho a Sam de nuevo.
—¡Adiós señora Miller, que tenga un buen día! —Ella le hace un gesto con la cabeza y Sam sale satisfecha—. ¡Nos vemos luego, Chris! —se despide justo al pasar por mi lado, a ella le toca una clase distinta a la mía por lo que la veré a la hora de la comida. O eso espero.
Georgina
—Espero no ver a Chris, todo se iría a la porra —murmuro para mí misma.
Entro en el mugriento instituto cual ninja para encontrar a la peli-naranja con un objetivo en mente: si a Chris le gusta Sam, voy a hacer que ella lo odie. La gente de aquí no deja de mirarme, quizás estoy destacando demasiado con el uniforme del St. Joseph.
Logro ver su cabellera al final del pasillo, es demasiado fácil de localizar y no hay muchos en este instituto con ese color. Me acerco con cuidado, comprobando que Chris no ande por ningún sitio porque sé que me echaría de aquí nada más verme. Me acerco a la chica, quien se encuentra de espaldas, por lo que toco con mi dedo su hombro provocando que se gire.
—¿Sam?
—¡Hola! No recuerdo tu nombre —dice abiertamente y sin escrúpulos, pero con una amable sonrisa.
—Georgina —contesto de igual forma.
—¡Ah, sí! La vieja pero joven amiga de Chris. ¿Estudias aquí? Nunca te había visto.
—¡No, no! He venido a invitarte a mi fiesta de pijamas. Solo estaremos unas cuantas amigas y yo. Me gustaría que nos conociéramos, por lo que me gustaría que vinieras. —Le ofrezco un papel con la dirección, el día y la hora.
—¡Gracias! No había ido nunca a una. —Sonríe más ampliamente abrazando la invitación.
—Me alegro de ser la primera, te espero allí. —Saco mi más falsa sonrisa—. Tengo que irme a clase, ¡nos vemos, Sam!
Me doy media vuelta mientras ella se despide de mí con la mano. Y con la mirada puesta en todos los rincones, salgo de este instituto cuanto antes.
Chris
Las miradas son intensas en la mesa hoy, tanto las mías como las de Chad. Nadie habla, aumenta la tensión y no saben qué decir para cortarla. Tampoco estoy interesado en hacer las paces, todo es por su culpa.
—¿Vais a estar así todo el curso? ¡Es nuestro último año, tenemos que disfrutarlo todos juntos! —dice PJ alzando las manos como si fuera lo más importante de nuestras vidas.
—Cuando él se disculpe conmigo y con Sam —demando.
—No tengo por qué disculparme con nadie —responde Chad de mala gana.
—Bien —digo cruzándome de brazos.
—¡Bien! —repite él aún más alto.
Llega Sam sentándose al lado de Tyler mientras se hace un silencio en la mesa. Seguidamente Chad se levanta para irse hacia otro lado.
—¡Hola! ¿Qué ocurre?
—Nada que vaya contigo, Sam —contesta PJ con una amabilidad que desconocía.
—Vale. Por cierto, Chris, ha venido al instituto tu amiga Georgina.
—¿¡Cómo!? ¿Dónde está ahora? —Miro hacia todos lados intentando encontrarla y sacarla de aquí.
—Se fue. Vino a invitarme a su fiesta. —Me entrega un papel de un color rosado.
—¿Te ha invitado a una fiesta? —pregunta David extrañado—. Si apenas os conocéis.
—Dijo que quería conocerme y que me iba a divertir. Es muy amable.
—Sam, no vayas a la fiesta —le pido con seriedad.
—Me han invitado y debo ir. Nunca he ido a una, me gustaría ver cómo son.
—Es posible que otras personas te inviten a una, pero no vayas a la de Georgina, ella no es de fiar ahora mismo.
—Parece una buena persona.
—Exacto, parece.
—Chris, ¿qué le puede hacer a Sam? Deja que vaya. —Como siempre PJ tiene que estar en mi contra y Sam me mira suplicante, no me queda otra que dar mi visto bueno, aunque me parezca una mala idea. No soy quién para mandar sobre ella.
—Está bien... Ve, pero ten. —Cojo una servilleta y un boli que PJ tenía sobre la mesa, comienzo a escribir para luego entregárselo a Sam—. Quiero que te lleves tu móvil, registres mi número, te lo lleves a la fiesta y que me llames si algo malo te ocurre, iré a por ti. —Sam coge la servilleta para guardarla en su mochila sin poner reparos, lo que me tranquiliza de algún modo.
—Bien, aunque no creo que sea necesario, pero te prometo que lo haré. —Me sonríe de nuevo, creo que a este paso se me va a salir el corazón por la boca.
Georgina
Todo está en su punto, algunas de mis amigas ya han llegado con sus pijamas puestos, aunque aún falta la que realmente me interesa.
Las chicas y yo nos servimos algunos aperitivos y ponemos música de fondo mientras hablamos. Entonces, suena el timbre de casa al que debo acudir para abrir, mostrándome a una pelirroja sonriente que porta una mochila de color turquesa con lo que supongo que será el saco de dormir, además de un bolso.
—¡Hola! Pasa, Sam, bienvenida, qué bien que viniste. —Me muestro lo más amable posible mientras la invito tirando de su mano hacia el interior de la casa.
—Un placer. ¿Dónde puedo dejar esto? —cuestiona refiriéndose a sus cosas.
—¡Oh! Yo lo dejaré en el salón. —Lo cojo todo dejándolo sobre un sofá—. Ven, te presentaré a mis amigas. —La tomo de la mano para llevarla junto a ellas, quienes forman un corro encima de sus sacos en el salón.
Todas se presentan ante ella conociendo el plan, en el que les pedí que colaboraran. Saben que llevo enamorada de Chris desde hace mucho y quieren ayudarme a conseguirlo como sea. Nos sentamos junto a ellas, entrando en la conversación que mantenían antes de que llegáramos, además le preguntan un par de cosas a Sam mostrándonos interesadas por ella. En un momento dado, me excuso un momento para traerle una bebida a Sam y rellenar la mía. Cuando vuelvo, ella continúa resplandeciente mientras conversa con mis amigas, tanto que me molesta. Pero debo comportarme si quiero que todo salga bien.
—Chicas, ¿sabéis que Sam conoce a Chris? —cuestiono a conciencia.
—¡Sí, somos amigos! —exclama ella con entusiasmo. Sin embargo, nosotras no coincidimos con su reacción y nos miramos las unas a las otras.
—¿Amiga de Chris? ¿Pero eso es posible? —ríe Mallory, una de ellas.
—¿Por qué no iba a ser posible? —Sam arruga las cejas.
—Creo que está en proceso... —digo para mis amigas quienes entienden a lo que me refiero.
—¿En proceso de qué? —vuelve a preguntar.
—¿Se lo decimos? —propongo para las demás, mientras ellas asienten.
—Es mejor que lo sepa antes de que caiga como todas las demás. Nos caes bien Sam, no queremos que te suceda —continua Bria quien cumple bien con lo planeado. Contarle a Sam las intenciones de Chris hará que ella lo odie y se sienta engañada. De esa forma la calmaré y la uniré a mí para que jamás se deje engañar por él.
—Vale, podéis contármelo.
—Verás... —comienzo a hablar— Chris, desde hace unos años, comenzó un juego donde solo él se divierte. Conoce a chicas, les dice cosas bonitas hasta que ellas estén enamoradas de él. Entonces es cuando Chris les dice que todo era una mentira para romperles el corazón a esas chicas. Y siento decirte que tú ahora mismo eres una de ellas. —Aprieto los labios esperando una respuesta negativa hacia Chris, pero parece que la está procesando en este momento.
—Él no me va a hacer daño.
Todas nos miramos con el ceño fruncido, quizás no esperábamos esto de primeras, pero hay que pensar que no nos conoce apenas y quizás no se fíe de nuestras palabras. Le hago una señal a Suki para que comience con el plan B.
—Sam, sé que parece que es buena persona y que es muy amable contigo, pero no es así, solo está actuando. Quiere verte llorar y sufrir por él. Yo pasé por eso, nos conocimos y al poco tiempo me enamoré, pensé que él también lo estaba de mí hasta que me dijo que no me quería para nada. Él y sus amigos tienen mucho carisma y saben cómo hacer que una persona se sienta especial para luego ser rechazada. —Su historia no es cierta, claro, pero formaba parte del plan si la primera parte salía mal.
—Me dijo que somos amigos. No creo que quiera que llore y sufra. ¿Por qué queréis decirme esto?
—Estamos diciendo la verdad, te estamos advirtiendo y deberías agradecérnoslo —concluyo comenzando a perder los papeles.
—Es muy gracioso y amable. Me gusta que esté conmigo. —Le da un sorbo a su bebida como si no le importara nada de lo que le estamos contando—. ¿Queréis que os cuente cosas interesantes sobre las mariposas?
Nos miramos entre todas y noto cómo comienza a calentarse la sangre de mis venas, no estoy nada contenta. Odio que diga que le gusta estar a su lado. Yo soy la única que debe estar a su lado, como siempre, y nadie más.
Me levanto de mi sitio e intento dar vueltas para ver cómo puedo decírselo más claro. Me pongo detrás de ella y observo su largo y perfecto cabello. Seguro que a Chris le encanta, como esa sonrisa que no es capaz de quitar. No necesita maquillajes para deslumbrar porque lo hace por sí sola. Además, es gentil, amable y no haría daño a una mosca. Es perfecta.
Y está claro que yo no lo soy.
En mi mano tengo el vaso con el refresco que me serví anteriormente, lo miro un instante para después volver a deslumbrarme con su perfección inmaculada. Sin pensarlo demasiado, alargo mi brazo con el vaso por encima de su cabeza. Bria, Mallory y Suki me dedican una sonrisa de medio lado, motivándome a hacerlo con sus ojos. No espero más y vierto el contenido sobre la chica.
La observo con seriedad, no me arrepiento de nada, no me da lástima. Solo puedo sonreír con malicia. Ya no es tan perfecta.
Sam se encoje de hombros y se observa las manos manchadas del líquido del refresco, después su pijama. Comienza a levantarse con cautela hasta estar de pie y girarse sobre sí misma. No esperaba encontrarme a su espalda.
—Escúchame bien, cara bonita, quiero que te quede clara una cosa: Chris es mío y de nadie más. Yo soy la que ha estado ahí para escuchar todo lo que quería contarme, para satisfacerlo cuando me lo pedía y soy mucho más amiga de lo que lo eres tú. Así que quítate de la cabeza eso de estar con él porque no va a suceder —solté lo más rápido que pude.
Todo se queda en silencio, mis amigas observan mientras se divierten y ella apenas se inmuta. Mantiene la mirada en un punto fijo en el suelo y casi parece no respirar. De pronto comienza a respirar con insistencia y rapidez, cogiendo aire y soltándolo sin parar. Con una mano, empieza a rascarse la muñeca de su otro brazo bastante fuerte. Mallory es la primera en reaccionar y preocuparse acercándose a ella. Quiere preguntarle si está bien, pero nada más tocarla recibe un empujón de la pelirroja, coge sus cosas y corre hasta encerrarse en el aseo.
—Qué chica más rara —comenta Bria con una mueca de asco.
—¿Y esa le gusta a Chris? —añade Suki cogiendo un palito de zanahoria.
—Deberías ir a ver qué le pasa —murmura Mallory, es la más sensible de las cuatro.
Asiento y me introduzco en el pasillo para después dar unos toquecitos en la puerta cerrada del aseo.
—¡Sam! ¿Qué te pasa? Sal, podemos hablarlo.
No responde.
Mallory se coloca a mi lado y yo solo puedo levantar los hombros. Al menos lo intenté.
—Georgi, deberías decirle que llame a sus padres y que se marche —dice con lástima.
—¿Crees que me he pasado? —pregunto con un pinchazo de arrepentimiento—. No ha sido una reacción muy normal, quiero decir... ha sido extraño.
Mallory y yo decidimos sentarnos en el sofá junto a las demás tras intentarlo un par de veces más. Alrededor de cuarenta minutos después, empiezo a perder la paciencia y no puedo concentrarme en las conversaciones sabiendo que ella está ahí.
—Vale, ¿cuánto tiempo más va a pasar ahí dentro? Tendrá que salir y hablar con nosotras, ¿no? —estallo interrumpiendo la conversación.
—Ya saldrá, si no, que duerma en el baño —comenta Bria—. ¿Ponemos la peli?
Todas asienten y comienzan a movilizarse para ello. Cojo el mando para encender la tele y abro Netflix en busca de la película, pero entonces alguien llama a la puerta a golpes y con el timbre de forma insistente e intercalada. Las tres nos sobresaltamos ante tremendo escándalo.
—¿Esperas a alguien más, Georgina? —cuestiona Mallory asustada.
—No... puede que sean sus padres.
Me levanto del sofá y me acerco a la puerta con intención de abrirla.
—¡Georgina, como no abras la puerta la voy a tirar abajo yo mismo!
Esa voz provoca que mi cara pierda el color de inmediato. Abro los ojos todo lo que puedo asustada y arrepintiéndome por completo de lo que he hecho.
OMG😰
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