CAPÍTULO 12
Chris
"¿Querías besarme?"
Repite mi mente una y otra vez, como si estuviéramos en una cueva que ocasionara eco al hablar.
El trozo de filete que recién me había llevado a la boca, se ha quedado a mitad de su bajada queriendo salir de nuevo por donde ha entrado, provocándome una tos constante. Cojo la copa que contiene agua y bebo la suficiente cantidad como para que el trozo siga con su camino. Después de mi propio espectáculo, mi cara empieza a arder al recordar la pregunta de Sam.
—¡No! Solo... tenías algo en el pelo y quería quitártelo. Era solo eso. —Prosigo comiendo con más rapidez e intento buscar otro tema de conversación.
Parece quedarse conforme con mi respuesta y continuamos comiendo mientras hablamos de temas bastante triviales. Finalmente terminamos, con postre incluido. Ahora puedo entender un poco el por qué no había comido nunca hamburguesas o perritos calientes, por raro que suene, pero es que es como comer todos los días en un restaurante de los caros. Realmente la envidio por vivir en un lugar así y tener unos padres que no te llamen "angelito" cada vez que entras por la puerta.
Llega el momento de irme y ella me ofrece a su chófer para que me lleve a mi casa. No puedo evitar aceptarlo, no tengo dinero para un taxi y la parada de autobús más cercana se encuentra a kilómetros. Cada vez me alteran más aquellas palabras que mi madre siempre me dice cuando le pido tener un coche propio. No sé cuál será el maldito momento, hace un año que tengo el permiso y aún no he podido utilizarlo. Si esperan a que me lo compre yo, deberían de haberme insinuado lo de buscar un trabajo.
Sam y yo nos encontramos en la puerta esperando a que se acerque el coche negro que me llevará de vuelta a casa. La tensión no ha desaparecido de mi cuerpo desde el momento en el que casi vuelvo a ceder a sus encantos y su pregunta no ha resultado mucho más tranquilizadora. Y está claro que a ella no ha debido de parecerle importarle en absoluto, pues sigue actuando como de costumbre.
—Mañana es el baile —menciona ella rompiendo el silencio que comenzaba a ser incómodo.
—Sí... supongo que nos veremos allí, sobre las ocho. —Ella asiente junto a su adorable sonrisa y las manos entrelazadas—. Los años veinte, ¿recuerdas?
—Sí, Tamara me hizo un vestido, ella es mi modista.
—¡Oh! Ya, sí. Espero que disfrutes del baile.
Alan por fin se deja ver en el coche esperando a que entre en él para llevarme a casa. Me despido de Sam haciendo un ademán con la mano a lo que ella responde de igual forma, concluyendo una tarde un tanto peculiar.
—¡Mamá! ¿Quieres dejar de arreglarme el pelo? ¡Ya está bien! —protesto intentando quitar sus dedos de mi cabeza.
—¡Estás guapísimo! Deja que te haga una foto con tus amigos.
—Vale, pero rápido.
Mi madre va en busca de su móvil para hacernos una estúpida foto, debe de haber hecho cientos ya. Se encuentran en el salón de mi casa esperando a que baje. Todos decidimos llevar algo en común, por lo que nos vestimos como los auténticos Peaky Blinders. Nos hizo bastante gracia pues somos cuatro, como los hermanos de la serie, bromeamos con eso durante días.
Por fin asoma mi madre con su móvil en mano indicándonos cómo debemos colocarnos para su gusto, y entonces saca varias fotos que luego enseñará a todos los familiares, como si ellos lo estuvieran esperando durante todo el año.
Cuando ya salimos de mi casa, nos subimos al coche de Tyler, el cual es bastante amplio y en el que cabemos todos a la perfección. Paramos a recoger a su pareja, que resulta ser una universitaria con algunos años más que él, lo que me lleva siempre a cuestionarme cómo puede aceptar ir a un baile con adolescentes de hormonas en plena revolución. Además de que cada vez nos presenta a una chica distinta, porque él no busca nada serio, solo algo para pasar el rato y de algún modo lo consigue hasta para que lo acompañe a un baile del instituto. Según nos ha dicho muchas veces, él no está preparado para las chicas de nuestra edad, que su madurez va más allá de las de ellas. En fin, ¿quién soy yo para decirle lo contrario?
David había quedado con PJ en el instituto porque ella quería acompañar a sus amigas o algo así me había parecido escuchar. Chad dudo que tenga pareja este año y la mía espera también allí, así que vamos directos al destino.
Llegamos a un Easton High iluminado en la oscuridad de la noche que acaba de caer, la entrada se encuentra repleta de personas y cada uno de ellos llevando el tema del baile. Cuando pasamos entre ellos, es evidente que somos el centro de atención y probablemente el tema de conversación. Pero eso no es todo, porque la entrada que de verdad importa es la del baile que se celebra en el gimnasio del instituto, allí podrán observar y comentar con quién hemos asistido. Decidimos esperar a que PJ y Sam lleguen junto a las puertas decoradas con globos blancos, dorados y negros.
—¡Oh, dios mío! No me puedo creer que tenga a los Peaky Blinders delante de mí, soy tan afortunada —vocifera PJ al llegar, con ese tono de sarcasmo que me saca de mis casillas.
—¡Y qué suerte que tu novio sea uno de ellos! —grita David al verla acercándose para besarla delante de todos nosotros.
—Repugnante —les hago saber, a lo que PJ responde sacándome la lengua con burla.
— ¿Y dónde está tu pareja Chris? ¿Te ha dejado tirado antes de que se lo hagas tú a ella?
—¡Hola! ¿De qué habláis? —Como si la hubiésemos convocado, Sam aparece por detrás de PJ sorprendiéndola.
—¡Sam! Oh, por dios, ¡estas guapísima!
Y no puedo negar lo que PJ dice, Sam está deslumbrante, realmente no parece ella, si no alguien más elegante y digno de su situación económica. Lleva un abrigo completo de plumas, debajo un vestido corto y muy del estilo de la época, collares lujosos y pulseras, su pelo está recogido con un decorado dorado que le queda perfecto y su detalle único diferenciándola de las demás, lleva esas zapatillas que usa para ir por la calle. Además de que va algo maquillada, lo cual no suele hacer y le queda bastante bien. Realmente podría ser la reina de la fiesta, pero lamentablemente ese premio ya tiene nombre.
Me decido a acercarme a ella para saludarla permitiéndome volver a observarla de arriba abajo. La encuentro muy distinta a como acostumbro a verla y no puedo negar que está preciosa.
—¡Vaya! ¡Estás espectacular! —confesé con sinceridad.
—Gracias, Chris. Tú también —respondió con agrado para después centrarse en mis acompañantes.
—Son mis amigos, ¿los recuerdas, no? —me apresuro a comentarle—. Salvo a Stella, ella es la acompañante de Tyler.
—¡Hola, Stella! Encantada, soy Samantha Van der Walt, pero puedes llamarme Sam.
—Encantada, estás muy linda esta noche —responde la chica con simpatía.
—¡Tú también! ¿Asistes a este instituto también?
—Stella va a la universidad —explica Tyler.
—¡Oh, vaya! Por eso aparentas ser más mayor —escupe Sam en la cara de Stella sin ningún tipo de pudor y apuesto a que ella está pensando toda clase de insultos en este instante por su expresión.
—¡Vale! Creo que debemos ir entrando. Vamos, Sam. —Cojo su brazo para engancharlo al mío y así adentrarnos al gimnasio donde se encuentra todo el mundo.
Entramos con nuestras respectivas parejas mientras todo el mundo observa nuestra entrada. Algunos conocidos aprovechan para realizar saludos efusivos que tensan a Sam y otros se limitan a observar desde la lejanía.
Sé perfectamente que venir con Sam ha creado numerosos cotilleos puesto que ella nunca ha asistido a este tipo de fiestas, de hecho, no creo que haya ido a ninguna fiesta nunca. Nos sentamos en una mesa redonda los siete, a la espera de que comience el pequeño espectáculo de todos los años, además de los discursos y agradecimientos. Tomamos unos aperitivos y algo de bebida. Sam parece disfrutar pues no deja de aplaudir cada vez que alguien dice algo.
La música comienza a sonar de un momento a otro y poco a poco se van animando a reunirse en la pista de baile en el centro del gimnasio y lucir sus atuendos típicos de la época. La música se adapta a lo que en los años veinte se escuchaba. Los del club de teatro y baile han preparado algunos bailes dirigidos además de la selección de la música, como ocurre siempre. Sin embargo, de nuestra mesa, solo han salido a bailar David con PJ, y Tyler junto a Stella. Por lo que quedamos en la mesa, Chad, Sam y yo. Nunca me ha gustado demasiado bailar, durante los últimos años siempre suelo beber con Chad mientras mi pareja se va a bailar con sus amigos y una vez me encuentro lo suficientemente embriagado, es cuando me uno al resto en la pista. A Sam no parece disgustarle la idea de quedarse en la mesa, está observando cómo todos bailan con admiración.
—Vayamos a por algo para beber —me sugiere Chad tras un silencio incómodo. Asiento enseguida agradeciendo que me lo haya propuesto porque la situación comenzaba a ser extraña y aburrida.
—Sam, quédate aquí, ahora volvemos —aviso mientras nos ponemos en marcha. Ella asiente y vuelve su vista de nuevo a los bailarines de la pista.
Caminamos hasta las mesas donde están las bebidas, todas libres de cualquier tipo de alcohol. Cogemos un refresco, lo echamos en un vaso y seguidamente, Chad saca su famosa petaca de todos estos años, donde guarda el alcohol, entonces lo echa en nuestras bebidas con sumo cuidado evitando que algún profesor lo pille en el acto.
—Me sorprende que no vayas a bailar con ella como todos esos —reprocha Chad refiriéndose a las parejas que se contonean al ritmo de la balada.
—La he invitado a venir porque nunca ha estado en un baile, eso no implica que deba bailar y estar con ella.
—Haces bien, imagina si te ven con ella bailando. —Escupe con una sonrisa ladeada, le sigo el rollo, aunque en realidad no me ha causado ninguna gracia, su desprecio hacia Sam comienza a cansarme—. Oye, todos estos bailes son iguales y acaban aburriéndome. ¿Por qué no nos vamos? He oído que han montado una fiesta unos universitarios en una fraternidad. Habrá chicas y más alcohol.
—No sé si será buena idea, Chad.
—Vamos, ¿te vas a quedar aquí plantado toda la noche? Será más divertido que esto sin duda.
—Bueno, después de elegir a los reyes del baile, ponen música con más marcha y siempre estamos lo suficientemente borrachos para pasarlo bien. Cuando termine seguiremos en la casa de David.
—¡Oh, venga, Chris! ¡El año que viene estaremos en la universidad! —habla alzando sus brazos con cuidado de no tirar la bebida que contiene el vaso de plástico—. Estos bailes son para críos. Y tú y yo no lo somos. La última fiesta a la que fuimos estuvo bien, ¿no te gustaría repetir?
—Casi nos encarcelan por ser menores y falsificar los carnets. Si mis padres se llegan a enterar de eso, estaría en un internado ahora mismo.
—Pero estuvimos en la fiesta, nos lo pasamos bien bailando con las chicas y luego corrimos como nunca. Una noche emocionante.
—No me apetece correr hoy, si tantas ganas tienes, ve tú.
—No voy a ir solo, no es lo mismo.
—Chad, es nuestro último baile de bienvenida, no vamos a tener otro más. Tengo a cargo a mi pareja y tú deberías invitar a bailar a alguna. —Le empujo con mi dedo índice.
—Si de verdad estás a cargo de tu pareja, mira, alguien te hace la competencia. —Señala con el vaso hacia donde está Sam. Un chico alto y de pelo rubio está justo delante de ella. Supongo que él la está invitando a bailar y ella, al ver que yo no tengo intenciones, aceptará.
Sin embargo, tras hablar unos segundos más, con una sonrisa, Sam le dice algo más al chico y este acaba por irse. ¿Se conocían? ¿O simplemente lo ha rechazado?
—Esa chica cada día me sorprende más —comenta Chad al ver lo mismo que yo.
—¿Qué le ha dicho? —Arrugo las cejas.
—¿Crees que tengo el oído de un licántropo? Qué voy a saber yo.
Un chico del equipo de fútbol se acerca a la mesa de las bebidas donde nos encontramos nosotros dos, es un amigo de Tyler. Tengo cierta tentación por saber si Sam bailaría con un chico que se lo pidiera, por lo que me acerco a él para ofrecerle ser mi conejo de indias.
—¡Ey! —El muchacho se gira y choca su mano con la mía en un saludo—. Necesito que hagas algo.
—¿De qué se trata? —cuestiona ladeando su cabeza.
—Quiero que invites a bailar a esa chica. —Señalo a Sam, él le echa un ojo desde su posición.
—No sé... Esa chica es un poco rara, no me interesa.
—Está bien, te daré diez pavos.
—Eso cambia las cosas —expresa con una amplia sonrisa—. Bien, iré.
El jugador se acerca a Sam. Comienza saludándola con la mano y ella se gira sorprendida y le contesta o eso parece desde aquí. Chad y yo observamos la escena, esperando que esta vez ella se deje llevar y acepte. Pero todo se aclara al ver que el chico se vuelve hacia nosotros.
—No ha aceptado mi invitación —informa elevando los hombros.
—¿Cómo? Pero, ¿qué es lo que te ha dicho? —cuestiono con curiosidad.
—Ha dicho que sólo bailará si se lo pide su pareja. Le he insistido, pero, se ha negado. Ahora dame. —Abre la palma de su mano y yo pongo el dinero sobre ella a regañadientes.
Tercera persona
La chica pelirroja se encuentra sentada en una mesa redonda en su sola compañía. No parece importarle, ella observa con detalle cómo bailan las parejas que están en la pista y le está gustando por la sonrisa que tiene en su rostro. Todas apegadas, bailando canciones lentas, las que ella había estado ensayando todo este tiempo, no por gusto, más bien por obligación. Ir a un baile era algo que ella deseaba pues siempre se preguntó para qué tanto decorado y tanto alboroto para que llegara el día. Realmente le parecía una hermosa escena.
Ya había rechazado a un chico que amablemente la había invitado a bailar, era alto y guapo, pero eso no le importa en absoluto. Y hasta se presenta de nuevo otro chico aún más guapo y popular, jugador de fútbol y que tiene intención de hablarle.
—¡Hola! —pronuncia posicionándose justo a su lado, Sam lo observa y saca su sonrisa.
—¡Hola!
—Te he visto aquí sola y no he podido evitar venir a preguntar, ¿te gustaría bailar conmigo? —Le ofrece el chico su mano a Sam.
—Lo siento, pero solo quiero bailar con mi pareja, si me lo pide claro —comenta sabiendo que se ha ido con su amigo y quizás no vuelva hasta terminar el baile, pero no le importa, está bien viendo cómo los demás bailan.
—¡Vamos! —Se queja el jugador—. Solo un baile, no creo que a tu pareja le importe.
—Estoy bien así. Gracias por la invitación —responde Sam reincorporándose a su posición anterior.
El chico se da por vencido y termina por alejarse. Sam por su lado, se vuelve para continuar disfrutando del espectáculo que era ver a las parejas bailar, le encanta ver cómo realizan con total facilidad esos movimientos. Se pregunta por qué a ella le cuesta tanto hacerlos, y no solo en el baile, sino en toda actividad física, los deportes no son lo suyo. Comienza a mirar al suelo pensando qué es lo que la diferencia de los demás. Luego piensa en Chris, y en que ha sido muy amable invitándola a venir, aunque no esté a su lado, pero no es de extrañar para ella.
Cuando menos se lo espera, una mano aparece en su campo de visión. Busca a quien pertenece esperando que sea otro chico proponiéndole un baile. Sin embargo, se sorprende al ver que Chris está ofreciéndole su mano.
—¿Quieres bailar conmigo? —pronuncia el chico aun con su mano tendida. Sam lo observa incrédula, pero no tarda en cambiar su expresión en una sonrisa y asiente tomando su mano levantándose.
Ambos de la mano se adentran en la pista de baile, donde todos danzan agarrados. Se colocan uno frente al otro una vez llegan al centro uniéndose al resto de bailarines. Ninguno sabe quién debería dar el paso para comenzar a moverse, pero tras unos segundos Chris decide coger las manos de Sam para colocárselas sobre sus hombros mientras se apega a ella situando las suyas sobre su cintura. Se mueven al ritmo de la balada que suena a través de los altavoces, y aunque los pasos sean lentos, ella se encuentra nerviosa y muy pendiente de no cometer un solo error.
Chris
Siento que mi corazón no para, esta situación me provoca un sentimiento extraño dentro de mí. Ella no deja de mirar a sus pies, no está segura de hacerlo bien, aunque sea el baile más sencillo de todos los que existen.
—Oye. —La busco con la mirada hasta que vuelve del suelo a mis ojos—. Relájate y déjate llevar, lo estás haciendo bien —intento tranquilizarla, está tensa y nerviosa. Pero entonces respira hondo e intenta hacer lo que le digo.
Seguimos apegados, moviendo los pies al ritmo de la música y no seremos perfectos bailarines, pero al menos estamos dando el pego. Siento que ella comienza a relajarse poco a poco hasta que la veo disfrutar. Chad debe de estar atravesándome con la mirada por haberlo dejado solo, pero realmente no es mi problema que no se busque una pareja, aunque solo sea para bailar. Al terminar las canciones lentas, todos comienzan a dispersarse para beber algo, por lo que intuyo que pronto anunciarán al rey y reina del baile.
—Chris, debo ir al baño, ¿me esperas aquí? —se excusa Sam, a lo que asiento varias veces antes de que la vea alejarse sin quitarle la mirada de encima.
—Creí decirte que te alejaras de ella —escucho a mi espalda una voz que no reconozco. Me giro sobre mis pies para encontrarme con la chica ruda que me estampó contra las taquillas y la que me ordenó que dejara en paz a Sam—. Y tú vas y la invitas al baile.
—Ada Sparks, ¿no es así? —cuestiono mientras ella se cruza de brazos otorgándome una mirada desafiante.
—No sabes dónde te estás metiendo.
—Estamos haciendo un trabajo de ciencias juntos, ¿cómo quieres que me aleje?
—Eso no es excusa.
—Oye, ahora mismo no tengo intenciones de hacerle daño, cuando terminemos el trabajo me alejaré —explico con seriedad. Ella comienza a acercarse a mí, volviendo a agarrar el cuello de mi camisa arrugándolo en su puño, justo como la primera vez que nos vimos.
—No toques ni un pelo de Sam, ¿me oyes? No voy a permitir que juegues con ella, no es como las demás. —Comienzo a alzar las manos con intención de volver a repetirle mis intenciones con ella.
—¡Eh! —Chad entra en escena quitándome de encima a una enfadada Ada—. ¿Qué se supone que haces?
—¡Oh! Vaya, ¿el niño engreído tiene guardaespaldas? —se mofa de nosotros.
—No es mi guardaespaldas, puedo defenderme solo —espeto para después dirigirme a mi amigo alejándolo de ella—. Chad, no es nada.
—¿Qué es lo que quiere esta jirafa? —se burla de la chica, y lo cierto es que es bastante alta, incluso puede que nos sobrepase unos centímetros.
—¿A quién llamas tú jirafa? Métete en tus asuntos, estúpida rata de cloaca —suelta en su cara y es evidente que a Chad no le ha hecho ni pizca de gracia.
—Es que resulta que lo que les ocurra a mis amigos, también son mis asuntos, cuellilarga.
—Dice la pulga parlante.
—¿Ada? —ahora es Sam la que habla irrumpiendo en su disputa con Chad. Ada se vuelve hacia ella sorprendida y cambia su expresión radicalmente a una más dulce.
—¡Sam! Cielos, estás divina. —Se acerca a ella para abrazarla.
—¡Gracias! Tú también. Por cierto, ¿conoces a Chris? ¡Somos amigos! Y sus amigos son también muy simpáticos.
—Sam, no creo que puedas llamarlo amigo, no es una buena persona.
—¿Por qué dices eso? Él me ha invitado a venir aquí porque nunca había venido. —Ada me observa tras la contestación de Sam y quizás eso no se lo esperaba.
Justo en ese momento, los presentadores vuelven a subir al escenario y cogen ambos un micrófono. Comienzan a dar otro discurso sobre lo que significa ser rey y reina del baile. Todos prestamos atención en el momento en el que se disponen a decir a los ganadores de tan prestigioso puesto, aunque no es una sorpresa. Ada desaparece y Sam se coloca a mi lado para ver mejor.
—¡Bien! Comencemos con el momento más preciado de la noche. Las chicas primero. —Con una sonrisa altamente falsa, saca de un sobre un papel con el resultado de a quien le han votado más para ser la reina—. La reina del baile de bienvenida es... ¡Becca Jones! Enhorabuena Becca. —La animadora rubia de bote, se acerca al escenario con una mala actuación de emoción soltando algunas lágrimas, fingiendo sorpresa. Ser capitana de las animadoras conlleva ser también la reina de todos los bailes. A veces pienso que la gente la vota por no tener que pensarlo demasiado.
—¡Y ahora los chicos! —dice el otro presentador—. El rey del baile de bienvenida es... ¡Tyler Gray! Enhorabuena Tyler. —Todos aplauden a sus reyes, a quienes les colocan una corona en sus cabezas. Becca intenta besar a Tyler, pero él se zafa de ella como puede. Pobre.
Tras felicitar al rey —por décima vez, ya que sale ganador todos los años—, comienza a sonar la música con más ritmo, todos vuelven a la pista para bailar y dejarse la piel luciéndose. Sam y yo no nos quedamos atrás, al principio los nervios pudieron con ella, pero la animé haciendo bailes absurdos y comenzó a reírse bastante para disfrutar como es debido.
La noche no ha sido tan mala como me la imaginé en un principio, y puedo decir que me lo he pasado bastante bien con mis amigos y con Sam. Que ella esté feliz me ha hecho feliz a mí de algún modo. Un baile es un cliché muy visto, muy gastado y en cierto modo termina aburriendo. Pero yo no puedo cambiar esto y lo importante es que pases una buena noche con tus amigos, todos bailando juntos y disfrutando. Fue divertido ver cómo el director gritaba a un Chad ebrio que estaba castigado de por vida. Sam hizo buenas migas con PJ y creo que esta le ha cogido cariño.
—¿Lo has pasado bien? —La luna llena nos ilumina mientras espero junto a Sam a que Alan venga a recogerla.
—Sí, ha sido muy divertido —confiesa con sinceridad.
—Supongo que nos veremos por el instituto. Además, tenemos que continuar con lo de las mariposas.
—Sí, ya nos queda poco... ¡Oh! Allí está Alan. —Señala al coche negro que aparca justo a unos pasos de distancia. Espero algún tipo de despedida cariñosa por parte de Sam, pero no parece tener intenciones, por lo que me despido con la mano y con una tímida sonrisa. Ella se aleja con sus pies ahora calzados caminando hacia el coche. Sin embargo, se detiene a mitad del camino—. Chris.
—¿Sí?
—Gracias por invitarme. —Su sonrisa me ciega a pesar de la lejanía. Y sé que soy repetitivo, pero es que de verdad me gusta, consigue que yo saque otra y es algo que no me había ocurrido antes.
Entonces continúa caminando hasta subirse al coche y este comienza a moverse. Aun con la sonrisa en la cara, introduzco las manos en los bolsillos de mi pantalón y me acerco a mis amigos.
—¿Y esa sonrisa? —comenta David, el maldito se fija en todos los detalles.
—Me lo he pasado bien, ha sido una buena noche —admito.
—Sam estaba muy contenta. Es una buena chica, quizás se ha perdido demasiadas cosas, pobre. —Y por una vez estoy de acuerdo con PJ.
— Sí, lo es. Por eso he decidido que no voy a romperle el corazón como a las demás. A ella no.
—Chris, creemos, a excepción de Chad, que es realmente buena para ti. Quizás es una señal para que te dejes de juegos. Puede que no te interese eso de los sentimientos y puede que no te guste Sam, pero debes pensar en dejar esa lista que tienes y también dejar a las chicas de una vez —comenta Tyler en un tono serio, sacando su lado más maduro.
—¿Todos pensáis eso? —Asienten los presentes, excepto Chad que está dentro del coche consumido por el alcohol—. Supongo que va siendo hora de cambiar. —Levanto una mano en promesa—. Prometo dejar de utilizar mis pasos para romper corazones. Aunque me va a costar... —bromeo a lo que Tyler responde con un golpe en la nuca.
Quizás este haya sido un primer paso hacia el Chris maduro. Y en realidad no les falta razón, después de lo de Sam, mis pasos ya estaban resultándome absurdos. Tengo suerte de tener amigos que me consienten demasiado, al igual que dan consejos que me mantienen los pies sobre la tierra.
Uyuyuyuyuyyyyyy😏
Ha pasado algo aquí, ¿no?😏😏😏
Bueno, ya veréis el siguiente...😏😏😏😏😏😏
Por cierto. ¿Os gusta la nueva portada? Yo la amoooo, por fin me gusta una portada para esta novela🥰😍
Adioooooooo🙋🏻♀️
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