Día tres
- Rock -llamó el chico de grilletes, deteniendo el comer de su amigo- ¿Qué sabes de chocolates? Es decir... ¿Cuál es el mejor?
Vio como en los dorados ojos ajenos se creaba un brillo en especial. Tragó lo que quedaba de comida en su boca y sonrió ampliamente. Su momento, había llegado.
- el chocolate negro es muy bueno, dependiendo de la marca y procedencia, obviamente. El suizo es muy bueno, te lo recomiendo personalmente ¡o los japoneses! Tienen mejor sabor en galletas, pockys y demás. O el chocolate negro con jalea dentro. Van desde jalea de fresa a kiwi, y no saben mal, sinceramente. O el chocolate blanco, el mejor de todos ¡y mejor con chispas de chocolate negro! ¡o chocolate negro con maní! -hablaba y hablaba sin parar por aquello a lo que tanto le gustaba.- espera... ¿para qué quieres saber?
- oh... Nada en particular...
- ¿Es para Uno? -preguntó con una sonrisa.
Jyugo se sonrojo y asintió con la cabeza. Rock rió ante la reacción para después lanzar un grito, llamando al chef quien no tardó en llegar a atender a su recluso favorito.
- ¡Amigo! -saludó al hombre vestido de blanco.- oye, necesitamos un favor ¿podrías cocinar unos chocolates para nosotros? -el hombre no mostró expresión alguna, pero Rock ya sabía lo que aquello significaba- ¡Muchas gracias, grandulón! ¡Haz lo mejor que puedas!
El chef asintió y dio media vuelta para comenzar a caminar a su cocina y hacer arte. Pero la voz del menor le detuvo.
- ¡Espera!
-¿Sucede algo? -preguntó Rock confundido
- bueno... en verdad qui-isiera...
~●~
- oh... Jyugo... -susurró al ver a su amigo sentado frente suyo con un plato lleno de chocolates, tanto negros y blancos, con distintas formas
Era un momento incómodo. ¿Cómo le diría aquello?
- lo siento... pero no como chocolate, aumentan la grasa de mi piel y se pone algo grasosa y-
- oh, comprendo, está bien. -interrumpió el de cabellos negros con una sonrisa, un tanto decepcionada y eso lo notó el mayor- no te preocupes, tranquilo. -se levantó aún con aquel plato y se marchó de la celda.
Al cerrar la puerta tras suyo, Uno sintió un trozo de carne impactar en su rostro. Lo apartó y volvió a ver al recluso 69 quien estaba comiendo carne.
- ¡¿Qué te sucede?! -preguntó irritado el británico.
- idiota... para ser un mujeriego nos sabes que unos chocolates especiales no se niegan -volvió a morder un trozo de carne- ¿acaso a ti te negaron unos chocolates?
- me han rechazado varios regalos, y no las culpo, pero... mi piel-
- no jodas, Uno. Las mujeres, al igual que tú, han cuidado de su piel y te han aceptado unos malditos chocolates comprados. -habló molesto.
- primero, no estoy obligado a aceptar nada, y segundo, ¡Ellas tienen la libertad de comprar cosméticos! -se defendió Uno.
- serás idiota... -murmuró Rock antes de darle la espalda.
- solo eran unos chocolates... -murmuró Uno, aunque su amigo lo llegó a escuchar y volvió a lanzarle un trozo de carne- ¿¡Y ahora qué!?
- ¡Él hizo esos chocolates! ¡Hizo un completo desorden en la cocina por hacerlos perfectos para ti!
~ [ ... ] ~
Jyugo estaba en la cocina, limpiando toda mancha de chocolate, que por cierto habían muchas, tanto oscura como blanca por el hecho de que no se decidió cual chocolate cocinar.
El chef lo había dejado limpiando el lugar mientras él iba por ingredientes y amenazó con hacerle "ensalda de sobras" solo para él en la cena si es que no acababa de limpiar cuando el volviese a las cuatro de la tarde. Claro, lo amenazó en silencio y con su mirada.
Dejando eso de lado, estaba algo triste, no lo iba a negar, por haber fallado en el objetivo se ese día.
No culpaba a Uno, él debió verlo venir y Uno no tenía porqué aceptarlo, nunca tuvo. Sólo estaba frustrado.
Fustrado por haber hecho tanto y no recibir nada. Se preocupó en cada ingrediente que colocaba en la mezcla. Sabía que su amado se preocupaba de ello, por ello supo mezclar bien los ingredientes y conseguir una mezcla dulce y no tan grasosa.
El sonido de la puerta abriéndose lo llegó a sacar de sus pensamientos depresivos. Levantó la mirada y se encontró con su amado de rubios cabellos entrar a la cocina.
- hola. -saludó Uno con un tanto nervioso.
- hola. -le sonrió el menor.
- vaya... es un total desorden aquí. -rió al ver las grandes manchas de chocolate negro y blanco.
- sí... -murmuró el menor.
- ¿Sabes? Te ayudaré. -dijo el mayor acercándose a la mesa, tomar un trapo y comenzaba a ayudarle a limpiar.
- ¿Ah? No es necesario-
- es lo menos que puedo hacer por ti.
Los siguientes minutos eran largos y silenciosos. Solo se dedicaban a limpiar sin tener que dirigirse la mirada. De vez en cuando, Uno miraba de reojo a su compañero.
Le admiraba, el hacer chocolate no debía ser fácil, lo sabía por aquel desastre en la cocina. Jamás se imaginó a Jyugo cocinando, pero sabía que lo hacía por él. Él era la razón de su esfuerzo en sus últimos días. Jamás le habían dado a él, jamás le dedicaron el tiempo para hacerle algo especial. Al reflexionar sobre ello, sintió una sensación cálida en su corazón, que lo hizo latir con más fuerzas.
Finalmente llegaron terminar la limpieza de aquel lugar varios minutos antes de la hora en que el chef volviese. Ambos estaban exhaustos, fue por ello que se sentaron en unas banquetas del lugar.
- oye, Jyugo. -llamó el mayor.
- ¿sí?
- lamento haberte rechazado los chocolates-
- no estabas obligado a aceptar, tranquilo.
- aún así, fue descortés, ni siquiera los probé... y sé que es descarado, pero... ¿Puedo probar uno? -habló nervioso
- ¿y tu piel? -preguntó preocupado.
- me joderé, pero ¿Y qué? Nadie me verá, así que no importa... y, si tu hiciste el dulce, no importará. -sonrió con un leve sonrojo adornando sus mejillas.
Jyugo no respondió. Solo se levantó y se acercó al refrigerador. Lo abrió y de este sacó aquel plato lleno de chocolates negros y blancos. Se volvió a sentar en la banqueta, quedando frente a él.
- abre la boca -ordenó el azabache mientras tomaba un chocolate.
Uno hizo caso y como le pidió el menor abrió la boca, para que el menor acercara el trozo de chocolate a sus labios y lo colocara cuidadosamente en su lengua.
El rubio comenzó a saborear aquel trozo de dulce que atravezaba su cavidad bucal
- ¿qué te parece? -preguntó con timidez el azabache.
Uno no respondía, aún digeria aquel sabor. Tragó y luego miró con una enorme sonrisa a su compañero .
- ¡¡sabe genial!! -exclamó- ¡¡gracias!! -exclamó mientras lo abrazaba con fuerza y un leve sonrojo en su rostro.
~●~
- ¿chocolate?
- Sí, está comprobado que el ingerir chocolate produce una sustancia que te hace sentir enamorado.
- ¿Creen que le guste?
- no jodas con tus inseguridades y ve a comprarle el chocolate.
- ¿Comprar? No no no, haz tú el chocolate, será más especial.
Continuará
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