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Día cinco

Jyugo sintió los rayos del caer en su rostro.

Abrió los ojos con dificultad y vio lo mejor del mundo: frente a él estaba su amado, dormido pero muy cerca de él. Quiso alejarse por el hecho de no caer en la tentación pero al tratar de hacerlo le impidió la acción los dos brazos del mayor que le rodeaban la cintura. No podía estar más rojo y feliz en esos momentos. Tenía cara a cara a su amado, más cerca de lo normal

Tenía frente a él a la perfección, perfección de la que se enamoró. No solo su bien cuidado rostro, sino también de su modo tan amigable de ser, tan protector, esa aura tan brillante fue de la que se enamoró...

La tentación le gritaba que le robara un beso, que nunca se daría cuenta, pero su sentido común le avisaba que aún no era el momento. No sabía a que voz obedecer, ambas hablaban fuerte. A caer en la tentación iba cuando la puerta de la celda se abrió de forma escandalosa.

- ¡Es hora de levantarse! -gritó aquel hombre de tez morena.

Los reclusos se incorporaron de golpe, la mayoría aun adormilados y uno de ellos estaba sonrojado a más no poder

- Mitsuru -bostezó el mayor de los cuatro- ¿qué haces tan temprano?

- de hecho, ¿Qué haces aquí?

- dos razones me han de traer. Una, mi proyector -dijo caminado por el lugar hasta llegar donde aquel dispositivo y tomarlo- y dos, agarren sus trajes de baño.

- ¿por qué? -preguntaron al unísono los reclusos.

- los del ala cinco les invitan junto a sus guardias a sus aguas termales -anunció.

Aunque parte de aquello era mentira. Solo habían pedido la presencia de los reclusos 25 y 69, más un guardia. Pero dos más no harían daño ¿o sí?

Jyugo sonrió ampliamente. Ahora tenía otra actividad para enamorar a Uno.

~ [...] ~

Los reclusos del ala cinco se sorprendieron al ver a los dos reclusos colados, aun así no dijeron nada, no tenían nada contra ellos. Y junto a ellos venían Seitarou y el locutor. Samon no dijo nada, solo suspiró y les guió a los vestidores. Los cuatro escapistas estaban emocionados al ver lo enorme que era el lugar. Se sentía un vapor relajante por todo el lugar

Al ya tener colocados sus trajes, el locutor y los guardias se metieron, no, se zambulleron a las cálidas aguas termales, cosa de la que se arrepintieron por la temperatura.

Mientras ellos se relajaban en el agua, el guardia de azules cabellos se mantenía en la orilla junto al guardia superior de aquella ala y el recluso 15. Ambos guardias comenzaron a conversar de cosas de la prisión mientras Jyugo miraba a su amado en el agua. Ese cuerpo tan bien formado, esos tatuajes que poseía... ¡maldición, tenía el cuerpo de un dios!
Se veía muy feliz con los demás reclusos, se le notaba que la estaba pasando muy bien... sin él. Su amado era muy extrovertido y él era... tan cerrado. Era de esas personas que el convivir con demás personas que no fuesen sus amigos le incomodaba bastante, nunca fue muy sociable. En cambio su amigo le encantaba conocer a más personas

- tal vez encuentre a alguien mejor... -susurró con desanimo y llamó la atención de los guardias.

Esa seguridad de poder enamorar al británico desaparecieron al ver como reía junto al recluso farmacéutico. Parecía que se llevaban muy bien.

- número quince ¿qué le sucede? -preguntó el guardia de celestinos cabellos con preocupación.

- no es nada, solo no dormí bien. -mintió con una sonrisa.

- deberías ir con ellos. -habló Samon con calma.- estas aguas ayudan bastante reducir el estrés de los problemas.

- no grac-

- ¡MONO ASQUEROSO! -escuchó la voz de su guardia entrando escandalosamente al área

Se veía muy furioso. Se acercó al de anaranjados cabellos, lo tomó del brazo con fuerzas y lo arrastro lejos del otro guardia. Los demás guardaron silencio y se dedicaron a observar la acalorada discusión entre ambos supervisores. Luego de unos minutos, el de cicatriz se acercó a la orilla.

- tomen sus cosas, nos vamos. -ordenó.

Los reclusos no quisieron oponerse ante su mal humor y obedecieron en silencio. Se vistieron y fueron esposados por el mayor, quien amenazo al locutor y regañó a Seitarou por haber llevado sus reclusos sin permiso. Luego de otras pequeñas discusiones, Hajime los escolto, junto a Seitarou a su celda.

En el camino, nadie habló, ni el mayor se atrevía a sermonearlos por su comportamiento, solo se dedicaba a estar frente aquellos y hasta atrás se encontraba el guardia de cabellos naranjas.

- diablos... -murmuró Uno junto a sus amigos amigo- esas aguas son tan buenas... como quisiera volver...

- hablaré con Samon, tal vez él logré conseguir un permiso sin que Hajime intervenga. -les dice Seitarou.

- ¡Por favor! ¡Sería lo mejor! -exclama Rock.

Pero Jyugo solo tenía una palabra en su mente:

- volver...

~ [ ... ] ~

- Uno... -escuchó aquella lejana voz al tiempo que sentía como movían su hombro.

Con dificultad abrió sus ojos y se vio rodeado por una oscuridad casi absoluta a excepción de un rayo de luz lunar que iluminaba a aquel chico con raros ojos. Aquella mágica luz hacia brillar de un modo único sus ojos, que los hacia ver más bellos, brillaban con más intensidad.

- ¿Jyugo...? -preguntó confundido- ¿qué sucede? ¿qué hora es?

- es medianoche... lamento despertarte ahora, pero... necesito que me acompañes.

- no es momento de escapar. -habló para volver a cerrar los ojos.

- no es eso... es a-algo más... -habló nervioso.

Uno volvió a abrir los ojos y miro por unos segundos a su amigo antes de levantarse conpesadez y susurrar.

- bien, vamos. -al mencionar aquella palabras, vio una enorme sonrisa plasmarse en el rostro ajeno.

~ [ ... ] ~

Jyugo lo llevaba por el antebrazo, corriendo por aquellos largos y confusos pasillos.

Uno se sorprendió al ver que no se dirigía a la salida del ala 13, sino en dirección opuesta. El camino era más largo de lo normal. Varios minutos después llegaron a unas enormes puertas rojas

- ¿Qué es este lugar? -preguntó Uno.

- sólo mira... -sonrió el menor desbloqueando el código de la puerta y abriéndola de par en par, dejando ver un bello paisaje húmedo y nocturno.

La luz nocturna se reflejaba en el aquellas calmadas y cálidas aguas termales, dando un toque tan mágico a aquellas fuentes en las que estuvieron hace tan solo unas horas.

- ¿gustas... bañarte? -preguntó Jyugo alzando el traje de baño del mayor.

Uno sonrió para después tomar el traje y tomar de la mano al menor y llevarlo arrastrándolo hasta los vestidores para que ambos se colocasen sus prendas. Jyugo fue el primero en vestirse y salir. Se acercó a la orilla y se sentó allí para admirar aquellas aguas

- Jyugo, ya estoy. -se giró para poder mirar el atractivo cuerpo del mayor.

Al azabache se le comenzaba a caer la baba con tan solo verlo de ese modo frente a él, con sus largos cabellos sueltos lo hacía ver tan bello, más de lo que ya era.
Uno se agachó a su altura y lo abrazó por atrás. Jyugo no se movió, solo disfrutaba aquel lindo acto de cariño... hasta que el mayor lo levantó y se arrojó al agua con el menor en brazos.

Luego de volver a la superficie, comenzó a jugar con su amado y a relajarse de gran manera en aquellas aguas. En todo aquel rato en el que estuvieron juntos, Jyugo veía aquella amplia sonrisa en el rostro del mayor por mucho tiempo. Uno sí se divertía con él, sí lo quería.

Era un momenro muy especial para el menor, no, para el mayor también. Eso hasta que se escuchó la alarma de la prisión sonar seguida de la voz del guardia calvo alertando la fuga de ambos prisioneros

- es hora de volver. -anunció Jyugo saliendo rápidamente del agua seguido de su amado para luego salir corriendo a su celda

~ [ ... ] ~

- bien, este es el plano del lugar. Solo debes ir recto por cuatro bloques, girar a la izquierda y seguir recto para llegar a las fuentes

- muchas gracias, Liang, te debo una muy grande.

Continuará

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