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[06]


06; Heridas que alivian el dolor.


El aire es espeso, carga con una sensación incómoda que se aferra a la piel, no como humedad, sino más bien como algo "cortante". Hoseok no logra encontrar las palabras exactas para describirlo, y tampoco se molesta en intentarlo; ¿para qué? En cambio, se concentraba en desgarrar la piel alrededor de sus uñas, buscando un alivio a la sensación opresiva; y tan solo por el modesto precio de un ardor punzante y un par de gotas de sangre que caen sobre el pupitre.

Con el paso del tiempo y la exposición al oxígeno, las brillantes manchas rojizas se oscurecen hasta adquirir un tono marrón opaco, similar al que se veía en la hoja que el profesor Choi mantiene bajo su mano. En los bordes de la hoja, justo encima del título del proyecto de investigación, reluce una singular mancha de sangre caduca. ¿Sería esa gota de sangre la chispa que encendió la discusión?

Hoseok intenta adivinar por qué las voces comenzaron a elevarse en medio de la revisión del proyecto. Él simplemente se había levantado de su asiento, había caminado junto con el resto de los integrantes de su equipo y se había vuelto a sentar en la banca frente al escritorio del profesor.Yoongi, Hyejin y el otro chico del que había olvidado el nombre también estaban allí, sumidos en un sepulcral silencio, al igual que él.

En cambio, Hwan señalaba la hoja con gestos histéricos. La actitud que mantenía y lo enfático de sus acciones lo hacían parecer un abogado acusando a su adversario en el tribunal. En este caso, el acusado es una hoja de cuaderno con una gota de sangre. A Hoseok no le gustan los juicios; los detesta con toda su alma y se arrincona en el asiento como la última vez que estuvo en uno.

—Le aseguro, profesor, que hemos trabajado arduamente en este proyecto —parlotea Hwan, vertiendo un torrente de palabras. Hoseok deseaba decirle que se callara, pero sabía que no podía hacerlo: sería incorrecto, socialmente inadecuado; así que se rehúsa a soportar su verborrea interminable—. El micrófono llegó a funcionar: ¡tenemos videos que lo prueban! Sin embargo, la nitidez no era la deseada, así que volvimos a trabajar en la estructura. Puede que ahora no funcione, pero ningún gran invento ha surgido sin pasar por varios prototipos inservibles.

—Inservible —murmura Hoseok en voz baja. ¿Quién había sido el primero en usar aquel adjetivo? ¿Él, al referirse a la idea del micrófono, o Hwan, al referirse a él mismo? Da la posibilidad de que ambos tengan razón, pero ¿quién lo había dicho primero?

Hoseok recuerda varios detalles de aquel día: los diez minutos de retraso del autobús, la discusión con Yoongi, las disculpas de Jungkook por su ausencia en el taller de teatro, e incluso lo que Taehyung llevaba puesto el primer día que lo vio en el escenario. Sin embargo, no puede recordar quién fue el primero en recabar en la inutilidad de su existencia: ¿el micrófono o él?

Un suspiro repentino lo saca de sus pensamientos y lo hace volver al mundo exterior. Fue un suspiro lo que lo alertó; no las quejas ni las miradas hostiles dirigidas hacia él, ¡ni siquiera la posibilidad de reprobar! Fue el sonido de un suspiro cansado y cargado de decepción proveniente del profesor Choi.

—Me gustaría ayudarlos, pero ustedes lo complican: el micrófono no funciona y entregaron un adelanto del informe en una hoja de cuaderno… —el profesor alza la mano para detener a Hwan antes de que pueda protestar—. No me interesa señalar culpables, ustedes decidieron cómo abordar el trabajo y recibirán la calificación en conjunto.

Hoseok baja la cabeza mientras las miradas molestas se posan sobre él. Es más fascinante observar el minúsculo rastro de sangre que brota de su piel con cierta fascinación. Entonces, un largo suspiro escapa de sus labios, tembloroso y aliviante; como si el brillante color rojo tuviera un efecto calmante en él.

Pero la tranquilidad se desvanece con la pronunciación de un número: “cinco”

El profesor Choi los calificó con 5 sobre los 15 puntos destinados al trabajo práctico del parcial.

—Necesitarán esforzarse más en los exámenes y mejorar el proyecto en la próxima entrega —sugiere el profesor Choi, con un tono desgastado y apagado.

La hoja de cuaderno es entregada a Hwan, y el equipo recoge las partes del proyecto para retirarse. Hoseok se adelanta, decidido a regresar a su asiento. Hoseok toma la delantera, dispuesto a llegar a su asiento; en ese momento, siente un impacto en la cabeza y su cuerpo queda paralizado en su sitio.

—Pudrete, Jung. Esto es tu maldita culpa —gruñe Hwan, histérico.

Un jadeo tembloroso escapa de los labios de Hoseok mientras sus uñas se clavan aún más profundamente, haciendo que caigan más gotitas de sangre al suelo. Tiene la sensación de haber vivido esto antes; o mejor dicho, lo ha hecho.

Se da la vuelta, enfrentando a su adversario, siguiendo el consejo que una vez le dio Yoongi en la preparatoria. “Algunos solo necesitan ser confrontados para quedar indefensos”, y ahora se demuestra cierto, ya que Hoseok se encuentra con un Hwan acobardado y arrepentido por su arrebato.

Pero no es por la intervención de Hoseok, sino por la de Choi. El profesor se ha levantado, mostrando un aire solemne y dominante.

—Hoseok, acompáñame, por favor —solicitó el profesor Choi, rompiendo el silencio tenso que dominaba el salón.

El ceño de Yoongi se frunció, al igual que el de la mayoría de los presentes que se mostraban consternados por los hechos.

—Pero ¿por qué? Si Hwan fue el que ocasionó esto —intervino Yoongi, con una apariencia desafiante mientras se acercaba al profesor.

—Joven Min, vaya a su lugar antes de que levante un reporte en su contra —respondió Choi con un tono firme, dirigiendo su mirada hacia el otro chico—. Después hablaré con usted, Hwan.

Con estas palabras, el profesor se puso en marcha y Hoseok lo siguió de cerca, atravesando la puerta hasta chocar con la espalda de Choi, quien se había detenido a mitad del pasillo.

El profesor comenzó a hablar:

—Es bastante decepcionante que un alumno con tu trayectoria haya participado en un trabajo tan mediocre como el que me acaban de entregar. Tuvieron un mes y medio para realizarlo, tiempo más que suficiente para organizarse mejor.

A Hoseok no le interesaba realmente lo que decía Choi, pero permaneció allí porque se lo había pedido. Prefería una conversación aburrida a tener que compartir espacio con Hwan, quien podía escucharse maldiciendo desde el interior del aula.

Hoseok suspiró pesadamente y finalmente habló:

—Fue mi culpa —sus palabras fluían a medida que recordaba la discusión en la biblioteca—. Era mi responsabilidad entregar el informe.

Tres semanas atrás, Hoseok había sido asignado como el responsable del trabajo de investigación, incluyendo la tarea de justificar la relevancia social de una biblioteca de sonidos ambientales y un micrófono de mayor resolución. Sabía que sería un desastre, ya que consideraba la pregunta y el tema en general como un sinsentido.

Como todo lo que le disgusta o no le interesa, Hoseok había olvidado por completo el proyecto. Fue hasta esa mañana, después de leer el mensaje de Yoongi, que recordó hacerlo. Entonces, apresuradamente y de manera descuidada, respondió en una hoja de cuaderno siguiendo las indicaciones que Yoongi le había señalado para el informe.

El informe no solo era visualmente desagradable, sino también deficiente en contenido. La justificación estaba mal planteada, evidenciando que había sido elaborada por alguien que no valoraba ni entendía el tema.

—Podría haber hecho que el micrófono funcionara, pero no lo hice —continuó Hoseok, frunciendo el ceño mientras repasaba los acontecimientos de ese día—. Bueno, en realidad sí lo mencioné, pero Woong aseguró que ellos también podían hacerlo.

Sus palabras eran más un pensamiento fugaz que pasaba por su mente y que no tenía la intención de compartir con Choi. Sin embargo, el profesor interpretó lo contrario y detuvo su discurso con un movimiento de cabeza.

—Lo reitero, no me interesa quién haya hecho qué. Como equipo, debieron estar presentes en cada parte del trabajo —declaró Choi, con un dejo de agotamiento en su voz.

Un gesto automático lo llevó a palpar el bolsillo de su camiseta en busca de un cigarrillo, pero la conciencia del lugar donde se encontraba lo hizo retractarse y esconder el tabaco de nuevo en su ropa.

—Lo que me preocupa es la actitud que noto de tus compañeros hacia ti —La mirada de Choi se posó directamente en Hoseok, buscando una respuesta sincera—. ¿Tienes algún problema con Hwan?

Hoseok reflexionó por un momento. ¿Un problema con Hwan? A él realmente le resultaba indiferente Hwan, pero parecía que las cosas no eran recíprocas. Sin embargo, esa no era la pregunta exacta que Choi le planteaba.

—No, no tengo ningún problema con él —responde Hoseok, manteniendo un tono neutral.

La respuesta de Hoseok desconcierta a Choi, quién supuso que el chico mentía y se resistía a mostrarse vulnerable. En ese caso, tendría que ser más directo.

—Te he estado observando. Te lastimas al clavarse las uñas los dedos, eso no está bien. Se considera autolesión y está prohibido por la escuela —explica Choi, batallando con las palabras.

El tema  ponía incómodo al profesor Choi. El hombre, cuyo mundo se regía por la razón y la lógica, se encontraba ahora en un terreno desconocido.

—Lo lamento, no volveré a hacerlo —responde Hoseok, inclinándose ligeramente como gesto de disculpa.

Choi se sintió intranquilo, atormentado por la culpa. Sabía que reprender al chico no era suficiente, pero ¿qué más podía hacer?

—¿Por qué lo haces? —preguntó Choi, dejando escapar sus pensamientos sin pensar demasiado en las consecuencias.

Hoseok encogió los hombros y bajó la cabeza. Choi creyó que el más joven se había avergonzado, cuando en realidad se había enfrascado en la labor de volver a abrir la piel alrededor de su uña.

—Porque me ayuda a lidiar con la ansiedad —confesó Hoseok, conciso y sin tapujos.

Choi, severamente desconcertado, se preguntaba qué llevaba a alguien como Hoseok —aparentemente centrado e inteligente— a recurrir a la autolesión como mecanismo de afrontamiento.

—No deberías hacer eso. Mejor mastica chicle o fuma un cigarrillo —murmuró Choi, con un deje de desesperación en su voz. Sin embargo, se detuvo en seco al recabar en sus palabras—. No, eso tampoco es bueno.

La cabeza le va a explotar. Está por entrar en un dilema acerca del cigarro, cuando recuerda algo que lleva en su bolsillo. Finalmente sacó una simple goma de migajón. Hoseok observó con cierta decepción el objeto, esperando encontrar pastillas como las que recibió en su adolescencia; aunque no le gustaba el efecto que tenían en él, prefería eso a sufrir un ataque de ansiedad mientras cuidaba de su sobrina.

—Toma esto —dijo Choi, extendiendo el borrador hacia Hoseok—. Mejor clava las uñas en esto cuando vuelvas a sentir ansiedad, o lo que sea que sientas.

Hoseok acepta el obsequio con ambas manos, mostrándose agradecido por más insignificante que fuera. Era lo que tenía que hacer.

—Pronto se acabará la clase. Ve al baño y lávate la cara o las manos. Haz algo para despejarte y luego regresa —aconseja Choi.

Hoseok se dispuso a irse cuando el profesor lo llamó de vuelta, visiblemente afectado por algún pensamiento que cruzó por su mente.

—Mejor regresa al aula. Cuando se acabe la clase, pide a alguno de tus amigos que te acompañe al baño a lavarte el rostro —añade Choi, con una expresión inusualmente seria en su rostro.

La mirada curiosa de Hoseok se encontró con la del profesor, tratando de descifrar qué había sido aquello que lo hizo cambiar de opinión. Aunque no entendía del todo, accedió al pedido y regresó al aula, sintiendo que cada paso era una carga. Las experiencias recientes, desde las acusaciones hasta las miradas inquisitivas, lo transportaban a un estado de angustia.

Al llegar al aula, Hoseok se encogió en su asiento y apoyó la frente en sus antebrazos. Las heridas en sus dedos ardían y su respiración se volvía más pesada, como si estuviera a punto de perder el control. Casi podía oír en la sala la voz del abogado de su madre acusando a su padre de deudor alimentario.

La voz de Yoongi lo sacó de la película que se proyectaba en su mente, devolviéndole al presente.

—Hoseok, la clase ya terminó, vámonos.

Hoseok reacciona con sorpresa ante las palabras de su amigo. Mira a su alrededor y comprueba que ya solo quedaban unos pocos compañeros en el salón, incluidos Namjoon y Jin que esperaban en la puerta.

—Tu cabello parece un nido de pájaros. —Yoongi se acerca con la intención de acomodar el cabello de Hoseok.

—No, no me toques —murmuraba Hoseok, casi sin articular; a la vez que cubría su cabeza con los brazos.

Molesto, Yoongi se quita el gorro de tela y se lo coloca a Hoseok. Su actitud es una broma, la risilla que estaba de sus labios es una muestra de esto y, queriendo fastidiar más, casi cubre la cabeza de Hoseok con el gorro.

Hoseok reacciona sorprendido por la intervención inesperada, aferrándose a los bordes de lana. Sorpresivamente, la sensación de que el gorro presiona su cabeza le brinda un destello de orden al caos de su mente.

—No le des importancia a Hwan. El trabajo era responsabilidad de todos —comentó Yoongi, con un suspiro entrecortado—. También me siento decepcionado, pero eso ya pasó. Ahora toca estudiar para el examen y hacerlo mejor en la próxima revisión.

La actitud burlona de Yoongi le arrancó una sonrisa a Hoseok, aliviando la tensión en el ambiente. Tras darle una palmada en el hombro, Yoongi se alejó. En silencio, Hoseok se levantó y ajustó su mochila para irse a encontrar con Yoongi, Namjoon y Jin.

Namjoon se adelanta, golpeando el hombro de Hoseok con una palmada despreocupada. Este se tensó y se alejó de inmediato, a lo que Namjoon fingió no sentirse rechazado.

—Tremendo azote que nos dio a todos el maestro Choi. Qué tipo más insoportable.

—Ustedes obtuvieron cinco décimas más que nosotros —añade Jin, quien no lucía del todo bien—. Y el promedio más alto ni siquiera alcanzó la nota aprobatoria. A todos nos va llevar el demonio.

Hoseok, con el ceño fruncido, se dirige a Jin.

—¿Cómo es que te acostumbras a sacar malas notas?

La pregunta desconcierta a los oyentes, pero la risa de Yoongi rompe la tensión.

—No te hagas el cerebrito, ¿o acaso debo recordarte que en la preparatoria debías rogar por puntos extras para pasar las materias?

Inesperadamente, Hoseok se une a las risas de Yoongi.

—Sí, pero eso fue hace tiempo; ya perdí la costumbre.

Ya más relajado, Jin contesta, dejando en claro que no guardan ningún resentimiento.

—Nunca fui un alumno ejemplar, pero desde que entré a la universidad tuve que conformarme con la nota mínima —un largo suspiro se llevó la proyección de su voz y la firmeza de su postura—. Aunque esta vez no estoy seguro de poder aprobar.

En ese momento, Namjoon rodea a Hoseok y a Yoongi para llegar a Jin y caminar a su lado. Ignoró las protestas de Yoongi de que lo había pisado y con una voz suave hizo una propuesta al grupo.

—Hay que estudiar juntos. Nos repartimos las preguntas de la guía y repasamos entre todos.

Lo que parecía una buena idea resultó ser terrible para Hoseok.

—No me gusta estudiar con otros.

Namjoon y Jin intercambiaron miradas, notando la negativa de Hoseok. Yoongi, sin embargo, permaneció imperturbable, ya acostumbrado a la brutal honestidad de su amigo.

—No tengo problemas con eso, yo voy —confirma Yoongi, queriendo hacerse el desinteresado. La verdad es que estaba preocupado por su nota, pero no quería mencionarlo para evitar que Hoseok se sintiera culpable.

—Yo también —menciona Jin. Poco después, la duda atravesó su semblante—, pero podríamos hacerlo más tarde. Tengo que asistir al taller de teatro. Podría faltar, pero muchos lo han hecho últimamente por los exámenes, y me apena que la maestra Soo no vaya a tener participantes, ni siquiera ha podido dar los papeles por lo mismo—. La desesperación se notaba en cada palabra y su pronunciación se volvía cada vez más rápida—. Ugh, pero si es muy complicado para ustedes, iniciamos de una vez.

Hoseok se distancia de la conversación. Le gustaría decir que no le importara, pero no era así. Desearía que le importara menos para ignorarlo con más fácil. Ya ha pasado una semana y media desde que dejó de ir al taller, le ha costado esfuerzo volver a adaptarse a una rutina sin aquellas horas de clases, pero espera que la inquietud pase pronto.

Un ligero golpe en su brazo atrajo su atención; Yoongi señalaba a Jin, quien le había estado hablando. Al mirarlo, Jin le entregó una memoria.

—La maestra Soo me pidió que te la devolviera; te agradece por haberla ayudado a grabar las audiciones —dice Jin, y Namjoon lo empuja levemente con el codo para motivarlo a seguir hablando—. También me pidió que te preguntara si ibas a regresar al taller de teatro. No es presión, simplemente pregunta porque le habías dicho que le ayudarías con la fotografía y algunas cosas del sonido.

Hoseok respira profundamente, encogiéndose de hombros.

—No.

Es un monosílabo cargado de aire. Por un momento, eso es todo lo que se dice, pero después de un instante, Hoseok vuelve a hablar.

—Me uní al taller de teatro para mejorar mi interpretación de danza, pero ya no me interesa eso —afirmó en un susurro distante e impersonal, como si solo hubiera expresado sus pensamientos en voz alta.

La decepción que Hoseok refleja en sus palabras se extiende a las expresiones de Namjoon, Jin y Yoongi, quienes luchan contra la sorpresa y la preocupación. Antes de que alguno de ellos pueda ofrecer un discurso optimista, Hoseok se hace oír nuevamente.

—Yoongi, acompáñame al baño.

Aunque la sugerencia le parece extraña, Yoongi accede. "Es algo que el profesor Choi le pidió que hiciera", le explica su amigo. No tiene idea de por qué el maestro haría algo así, pero antes de que pueda cuestionar, leves quejidos lo alertan sobre las heridas que Hoseok resguarda alrededor de sus dedos.

—¿Qué te hiciste? —preguntó Yoongi en voz baja, manteniendo la misma distancia que su cuerpo.

Hoseok no responde. Verdaderamente no lo oyó por estar demasiado concentrado en las grietas que se abrían sobre su piel.

—Arde como si me hubiera cortado con papel.

Hoseok sufre una leve sacudida y, de manera automática, lleva sus manos al gorro sobre su cabeza; aferrándose a los costados de este sin importar que la tela, su cabello o sus hombros se salpicaran del agua que escurría por sus manos.

Yoongi suspiró, aunque no se deshizo de la angustia que sofocaba su pecho, pudo mantener la compostura. Ya ha pasado por esto antes, a niveles muchísimo más alarmantes, y si en esos momentos la discreción fue la mejor herramienta, en estos también lo será.

—¿Por qué dijiste que ya no te interesa el baile?

Hoseok desvía sus pupilas de su propio reflejo al del Yoongi.  Niega con la cabeza, no quiere hablar; de nuevo esa sensación sofocante que lo asfixia.

En ese instante, recordó la última vez que se cruzó con Taehyung. Las palabras del castaño resuenan en su cabeza como un eco al que no puede escapar.

—Taehyung dijo que si hablaba con alguien podría sentirme mejor, así que hablaré contigo.

A Yoongi no le agrada oír el nombre del castaño, mucho menos que sea una referencia para su amigo. Pero si eso haría que Hoseok se comunicara con él, podría pasarlo por alto por esta ocasión.

—Entonces dime, te escucho.

Hoseok agacha la cabeza, cohibido por la fija mirada de Yoongi. Exhala profundo y el agarre de sus manos se suaviza, soltando el gorro.

—Estoy confundido. El maestro Doyun me dijo que no hacía lo suficiente, así que empecé a esforzarme más, pero a pesar de eso, sigue sin darme el reconocimiento —su voz se va tornando firme y dinámica, como pocas veces lo es—. Conservó la posición en el centro al principio de la coreografía, y después voy yendo así atrás y más al fondo.

»Hace una pausa, en la que su ceño se frunce—. Hay un sujeto frente a mí que me cubre por completo, y eso me ha lleva
a darme cuenta de que debo mejorar mi salto, porque no importa cuánto tome impulso, sigo sin llegar tan alto como me gustaría.

La respiración pesada, la tensión en el cuello y los brazos despegándose del torso. Hoseok se muestra enfadado, lo expresa por completo, y esto es tan peculiar que resulta un espectáculo para quien lo conoce desde hace un par de años atrás.

Hoseok iba a continuar cuando la puerta del baño se abre, permitiendo el paso a Namjoon y Jin. Namjoon se disculpa por la interrupción; realmente quiere entrar al baño y los otros están limpiando. En cambio, Jin se niega a quedarse solo en el pasillo, aunque lo hubiera preferido al percatarse de la tensión del momento.

La expresión de Hoseok se enfría, pero él sigue hablando como si no hubiera sido interrumpido. Todavía tenía asuntos que desahogar.

—Esperaba recibir un solo como los semestres pasados, pero el único que se montará se lo llevará Jungkook. Estoy molesto, y luego siento culpa por sentirme celoso de alguien más joven que yo. Y después caigo en cuenta de que alguien más joven y con menor experiencia en el baile me supera con creces.

A Yoongi le llega toda la información de golpe, lo procesa un tanto aturdido.

—El maestro es un patán, es injusto que valore más la ilusión de una nueva estrella que la lealtad de quien ha estado ahí desde el primer día. Pero bueno, ¿qué se le va a hacer? —se encoge de hombros.

Jin, que había estado observando la escena con atención disimulada, no pudo evitar intervenir.

—¿Cómo puedes decir eso, Yoongi? —susurró, con una mezcla de sorpresa y decepción en su voz—. Eso no ayuda en absoluto.

Yoongi se rascó la cabeza con gesto despreocupado mientras hablaba, como si estuviera echando una mirada casual al asunto.

—Piensa en algo que se te dé bien, seguro que hay algún chico por ahí que lo hace mejor. Pero, ¿qué importa? Ni siquiera tienes intención de dedicarte a eso, ¿verdad? —Hoseok negó con la cabeza, y Yoongi continuó. —Entonces, ¿para qué darle tantas vueltas? Relájate.

Jin, sintiendo la necesidad de intervenir, se frotó el puente de la nariz con gesto cansado. No podía creer lo insensibles que era ese par, pero parecía que así se entendían ellos.

—Permíteme decir algo —comenzó Jin con calma, dirigiéndose hacia Hoseok. —Yo considero que has tenido un gran avance en la clase de teatro. No sé cómo será en el baile, pero estoy seguro de que ese mismo proceso de mejora se verá reflejado ahí. Respecto a lo de Jungkook, es normal sentir emociones negativas hacia los amigos en situaciones así, pero lo importante es darse cuenta de ello y no dejar que eso perjudique la relación.

Yoongi asintió, de acuerdo con las palabras de Jin y añadió su propia opinión.

—Deberías desarrollar tus habilidades para poder competir de manera justa. Jungkook sigue asistiendo y mejorando, así que tú también deberías esforzarte.

Hoseok levantó una ceja, reflexionando sobre lo que acababa de escuchar. —¿Crees que debería volver al taller de teatro? —preguntó con incertidumbre.

Yoongi se encogió de hombros con indiferencia. —Haz lo que quieras. Yo voy a la clase como participante, al menos así no estaré aburrido por  dos horas esperando a Jin para poder estudiar.

La confusión en el rostro de Hoseok era evidente. —¿De verdad lo harás? —preguntó incrédulo.

Yoongi asintió con una leve sonrisa en los labios, sin revelar completamente sus intenciones.

En ese momento, Namjoon salió del baño y se dirigió al lavamanos, atrayendo las miradas de los demás. Jin y Yoongi intercambiaron una mirada cómplice, mientras Hoseok miraba con curiosidad.

—Namjoon también se unirá a la clase de hoy —anunció Jin con una sonrisa burlona, mientras continuaban provocando a su amigo.

Hoseok se encontraba en una encrucijada, indeciso sobre si quería volver al taller de teatro.

—No te vamos a presionar, pero tendrás que pagarnos la cena a los tres si decides no venir —bromeó Jin.

Hoseok agitó la cabeza con gesto desesperado. —No, ustedes comen demasiado —respondió entre risas.

Jin celebró la respuesta con entusiasmo. —Entonces, supongo que irás. Perfecto —afirmó, mientras Hoseok no ponía objeciones.

Sin embargo, a pesar de la aparente resolución del asunto, había una cuestión pendiente que Yoongi no quería dejar sin abordar.

—¿Y qué vas a hacer cuando te encuentres con Taehyung? —preguntó Yoongi, arqueando ligeramente una ceja mientras miraba a Hoseok.

Hoseok, con el rostro ligeramente inclinado hacia un lado, respondió con cierto aire de indiferencia: —¿Qué se supone que debo hacer?

Las palabras de Hoseok hicieron que Yoongi soltara una risa ligera.

—No tienes que hacer nada en especial. Vamos, ya tengo hambre —añadió, dando un ligero golpe en la espalda de Hoseok antes de ponerse en marcha—. Te prometo que hay muchos chicos y chicas que estarían encantados de salir contigo y son mejores que él.

Mientras Yoongi avanzaba, tratando de convencer a Hoseok de superar al castaño, Namjoon y Jin intercambiaron miradas en silencio, compartiendo un mal presentimiento sombrío. Quizás no fue buena idea el empujar a Hoseok al taller de teatro, sabiendo que Taehyung estaría ahí.

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