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01; Te conozco sin conocerte.

Las personas son difíciles de entender, o por lo menos, eso es lo que Hoseok piensa. Puede que tenga la razón acerca de que el pensamiento humano carece de lógica; o quizás, a él le cuesta entender a los demás.

Sea lo que sea, ¡da igual!, ya que la verdadera pregunta aquí es: ¿por qué el profesor Choi esperó hasta el final de la clase para explicar el proyecto final de la materia?

Luego de un mes de haber iniciado el semestre, los alumnos de último año de la ingeniería en sonido y acústica darán inicio a la planeación y la construcción de un mecanismo de sonido innovador y con impacto social.

—Además de entregar el informe de investigación, también deberán presentar un prototipo funcional del aparato. El valor total del proyecto es el 40% de la calificación final —comentó el profesor Choi, mientras se colgaba el maletín de la computadora sobre el hombro; preparándose para irse tan rápido como pueda.

Las palabras de Choi causan diferentes reacciones entre los estudiantes: algunos alivianan su creciente ansiedad con bromas absurdas y risas nerviosas; otros, se dejan caer sobre sus asientos, junto a un largo suspiro de derrota.

Mientras tanto, Hoseok regresó su mirada a la pantalla del celular y continuó eligiendo las canciones que sonaría durante su transcurso de vuelta a casa. Contrario a los demás, el anuncio del proyecto no le arrebata la tranquilidad.

En realidad, su mayor preocupación en estos momentos era encontrar aquella melodía que suena en su cabeza y es ideal para la playlist que está haciendo.

Hoseok hace el esfuerzo de recordar el título o el nombre del artista; sin embargo, le resulta complicado concentrarse con tanto ruido de por medio. Oye a sus compañeros quejarse y rueda los ojos; no comprende la necesidad de hacer tanto escándalo, sobre todo cuando ya han hecho trabajos de investigación y construido diversos aparatos a lo largo de la carrera. ¡El proyecto era pan comido!

O eso suponía.

Choi se detuvo antes de cruzar la puerta; faltaba dar un último aviso.

—El proyecto se realizará en equipos. En la plataforma encontrarán un listado con los nombres de los integrantes de cada equipo.

Y entonces, el rostro de Hoseok se volvió tan pálido como los de aquellos que juzgó de exagerados.

El bullicio se hizo más fuerte. Hoseok luchaba por aclarar sus ideas en medio de las voces que se alzaban con entusiasmo. Anticipó la avalancha de mensajes provenientes de un nuevo grupo de chat y las constantes discusiones que van a girar alrededor de quién hizo todo y de quién no hizo nada.

Hoseok prefería ahorrarse estos problemas. Apenas tuvo el impulso de hacerlo, se levantó de su asiento y se puso en marcha. A sus espaldas oyó la voz profunda y rasposa de Yoongi, su único amigo en la universidad; pero, no supo lo que este le dijo, ni tampoco se detuvo para averiguarlo. Debía alcanzar al profesor Choi.

Avanzó deprisa por el pasillo, bajó las escaleras y salió del edificio hacia la explanada del campus. Siguió trotando, a la par que esquivaba a uno que otro transeúnte que lo miraba con extrañeza, hasta que llegó a la oficina destinada a los profesores. Sin importarle el cartel que decía «Solo personal autorizado», Hoseok entró a la habitación y caminó hacia Choi.

Los presentes pasaron su mirada de Hoseok a Choi; algunos estaban curiosos por la escena, otros eran profesores que ya le habían dado clase a Hoseok, por lo cual suponían a que se debía tan inapropiada interrupción. Estos últimos se fueron sin más, ya que aquel quisquilloso alumnos no era su problema durante este semestre.

En cambio, Choi tuvo que oír la petición de Hoseok para que lo dejara hacer el proyecto solo. En el discurso del menor no había desesperación ni arrogante persuasión, únicamente el convencimiento de que no necesitaba un equipo para hacer el trabajo. Y ciertamente, así era.

Jung Hoseok podría considerarse un genio; profesores y compañeros quedaban impresionados por su vasto repertorio de conocimientos teóricos y la facilidad con la que materializan sus ideas. Él no necesitaba del apoyo de nadie más, e incluso, un equipo de trabajo podría significar un obstáculo para su proceso creativo y de realización, y ni mencionar que su paciencia estaría al borde del colapso en cada momento.

Por un momento, el profesor Choi se lo pensó realmente.

El silencio le otorgó cierta confianza a Hoseok, misma que lo hizo apostar que el profesor iba a ceder; al final y al cabo, era un hombre sensato.

—Trabajar en equipo es parte del aprendizaje.

Pero de nuevo, Hoseok se había equivocado. Y el profesor Choi respondió con el mismo discurso que otros profesores ya le había dado.

—¿Qué harás cuando el día de mañana te integres en el campo laboral y debas trabajar con otros productores para sacar adelante un proyecto?

El profesor Choi sabe que el objetivo de Hoseok es dedicarse a la producción musical, por lo que enfocó su pregunta en aquel escenario para llamar su atención y hacerlo reflexionar.

Hoseok torció la boca y desvío la mirada. No tenía una respuesta para aquella pregunta, pero tampoco le parece necesario tenerla, ya que él tiene en claro que va a trabajar de forma independiente.

En realidad, Hoseok ya trabaja en la producción de medios desde hace 3 años, componiendo canciones para comerciales y pequeñas producciones, de manera independiente. Él no pertenece a ninguna empresa, ni busca hacerlo, se ha abierto camino buscando convocatorias en línea y mandado su propuesta a la que más llame su atención

En el último año, ha sido aceptado en la mayoría de los trabajos al que envió solicitud. Las empresas lo han halagado por saber proyectar el concepto que solicitan en melodía simple y pegajosa.

Pero los productores, que posteriormente graban y editan la canción, ¡arruinan su idea por completo!

Hoseok detesta que las cosas no salgan como las planea, y esta desilusión con los productores le confirmó lo que su madre ya le dijo: «si quería que las cosas se hicieran bien, tenía que hacerlas él».

Y por esta razón decidió estudiar ingeniería en sonido, para convertirse en productor.

Así que no, no es necesario saber trabajar en equipo, ya que su plan a futuro es no depender de nadie más.

—Yo puedo hacer el proyecto solo.

Al profesor Choi no le gustó su respuesta. Fastidiado por haber mantenido aquella conversación hasta el estacionamiento y el interior de su auto, el mayor dio un ultimátum.

—Joven Jung, si no realiza el proyecto junto a tu equipo, reprueba la materia. —Y dicho esto, arrancó el auto.

Lamentablemente, y sin más remedio, Hoseok tuvo que asumir la condición que el profesor le imponía. Para su desgracia, ese mismo día comenzó la avalancha de mensajes que tanto le desagrada de trabajar en equipo.

Mientras abordaba el autobús para dirigirse a su casa, recibió la notificación de que acababa de ser agregado a un nuevo grupo de chat, que incluía tres números desconocidos y a Yoongi.

Saber que haría el proyecto junto a su amigo debió de haberlo hecho sentir aliviado, pero no fue así

En el grupo hablaban acerca de ir a beber cervezas esa noche, a la vez qué bromeaban entre ellos y mandaban stickers morbosos; lo más sorprendente es que Yoongi participaba en aquella conversación, aunque él no actuaría de esa forma si no estuviera ahí.

Hoseok conocía a Yoongi desde la preparatoria, en ese tiempo el pálido era alguien callado, reservado y un tanto buscapleitos. No obstante, en algún punto de la universidad, Yoongi se propuso cambiar: volverse alguien más amigable, llevarse bien con sus compañeros y hacer nuevos amigos.

Pero cambió tanto... o mejor dicho: cambia tanto y tan seguido que en ocasiones Hoseok no sabía con quién hablaba. Y a juzgar por el comportamiento que Yoongi mostró en el grupo de chat, esta versión de él no lo hará sentir cómodo.

Para peores, los integrantes de su equipo resultaron tan incompetentes que ni siquiera podían ponerse de acuerdo para ir a embriagarse; mucho menos pudieron organizarse para hacer proyecto.

«Lo mejor será que nos reunamos en el campus», escribió Hyojin, luego de que nadie respondiera a su pregunta acerca de qué iban a hacer para el trabajo de la materia de Choi.

Intentaron reunirse el jueves, pero surgió un inconveniente que los hizo posponer la reunión hasta el lunes a las 2 de la tarde. Ese día, Hoseok programó su horario para asistir al encuentro después de sus clases; sin embargo, uno de los sujetos sugirió que la reunión se postergue hasta las 6 y 30 de la tarde. Los demás apoyaron la noción y Hoseok no tuvo más remedio que volver a planificar su agenda del día.

Incapaz de poder permanecer en el campus de la universidad por 4 horas y media, Hoseok se fue a su casa. Y al estar ahí, trató de concentrarse en alguna otra de sus responsabilidades. Mas, no pudo concentrarse por estar al pendiente de la hora.

Y aun así, iba tarde al encuentro con sus compañeros de equipo debido a que el autobús se retrasó.

Sus compañeros exigían su presencia a través del grupo de chat. Mensaje tras mensaje llegaba a su bandeja de notificaciones, una breve vibración que interrumpe la melodía que sonaba a través de sus audífonos.

Pero a pesar de la presión sobre él, Hoseok daba pasos cortos y desganados, similares a la frecuencia que oía: una melodía sin letras, de aquellas que le ayudan a relajarse.

Se concentra en la música, en su respiración y en sus pasos. Se arma de paciencia y una pizca de positivismo: «todo saldrá bien», se dice a sí mismo. Su tranquilidad es tan frágil que es capaz de romperse apenas oye la notificación de un nuevo mensaje.

Hoseok se detuvo en el borde de las escaleras y tomó su celular. Ante sus ojos apareció un largo hilo de mensajes que repiten su nombre y exigen su presencia, e incluso le reclama sus valores.

—Vaya hipócritas —murmuró entre dientes, a la vez que silenció el grupo.

Un largo suspiro salió entre sus labios. No le quedaba de otra más que aferrarse a la poca paciencia que mantiene, solo espera que sea suficiente para no explotar contra el siguiente que diga o haga alguna tontería.

Permanece de pie, atento a la música y sin intenciones de avanzar. Ahora, menos quería llegar a la reunión con su equipo.

Durante el cambio de canción percibe un sonido que llama su atención: una melodía suave junto a una voz áspera que arrastra las palabras al cantar. Música jazz, un género poco experimentado dentro de su repertorio y que duda que sea popular entre las personas de su generación.

Seguro que algún profesor de antaño quiso «cultivar la cultura» y no encontró mejor manera que al compartir la música que lo hace sentir «superior». Al voltear, esperó cruzar miradas con algún viejecito, vaya sorpresa la que se llevó al notar a un chico de facciones todavía aniñadas debido a la edad.

En una de las mesas exteriores de la cafetería, tres chicos se reunían a oír música. O mejor dicho, uno de ellos disfrutaba de las canciones que se oían desde el celular en su mano y los otros dos permanece ahí como sus rehenes: vencidos y aburridos.

El que sostenía el celular, un chico de cabello castaño y apariencia pícara, que cantaba y se movía con entusiasmo; de pronto se quedó quieto. Y Hoseok pudo contemplar la manera en que la expresión de aquel chico pasaba de estar tensa a relajarse y formar una leve sonrisa en su dirección

Hoseok dio un vistazo sobre su hombro, y no vio a nadie detrás de él que respondiera al gesto del castaño. Regresó al frente, severamente confundido.

Y entonces, el rostro del chico castaño se tensó como quien está a punto de estallar en carcajadas. ¡Qué rareza! Su sonrisa, en vez de crecer como una media luna, se estira hacia los costados y adquiere la peculiar forma de un cuadrado.

Más extraño todavía: su sonrisa iba dirigida a él. ¿Por qué? ¿Acaso lo conoce? Hoseok no podría estar más desconcertado. Detalló las facciones del castaño y buscó entre sus recuerdos alguien que se le asemejara: tez apiñonada, rostro redondo, ojos grandes y profundos... ¿A quién quiere engañar? Hoseok olvida el rostro y el nombre de la mayoría de las personas.

Tal vez podría concentrarse mejor si ese mismo chico no lo estuviera mirando de aquella forma tan extraña.

En ese momento, se sobresaltó por la vibración de su celular que permanecía en su mano. Dio un vistazo al aparato y en la pantalla leyó el nombre de su amigo, junto a la opción de aceptar o rechazar la llamada. Sin dudarlo, colgó la llamada.

La pantalla se reinició y enseguida aparecieron notificaciones de los mensajes sin leer. Por lo que alcanza a leer, uno de los sujetos lo culpa a él de ser el responsable de que el equipo se siga retrasando en el proyecto.

Y puede que tengan razón.

Resignado, Hoseok guardó su celular. Será mejor que se ponga en marcha de una vez.

Da unos cuantos pasos, y volvió a quedarse parado al oír unas risas burlonas detrás de su espalda. Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza. Poco a poco volteó hacia la mesa donde se mezclan la música suave y las bromas pesadas.

Hoseok estaba aliviado de que no se estuviera burlando de él. No obstante, sintió pena por el chico de sonrisa cuadrada, que se encogía sobre su asiento y era víctima de las burlas de los otros que lo acompañaban.

Uno de los fanfarrones, de cabello rubio y mejillas abultadas, notó que Hoseok miraba hacia ellos. Su expresión se volvió sería y eso llamó la atención de los otros dos, quienes voltearon hacia donde se dirigía su mirada. Sin embargo, Hoseok solo se concentró en el castaño y en el rubor que se expandía por el rostro de este.

El castaño sonrió y agachó la mirada, sin permitir que Hoseok pudiera contemplar el gesto tan peculiar que formaban sus labios.

Esto era extraño. Hoseok buscá una explicación de lo que sucedía. Luego de pensarlo por un momento, llegó a la conclusión de que su encuentro con aquel chico no era más que un evento al azar. Y la sonrisa que recibió por parte de este, únicamente era un gesto amable que provenía de un chico carismático.

Eso es todo, asunto terminado. Se dio la vuelta y se puso en marcha hacia la biblioteca. Durante las siguientes dos horas luchó para que sus ideas fueran consideradas por el resto de su equipo, ¿y para qué? si al final de la reunión fueron incapaces de llegar a un acuerdo.

El agobio fue tanto, que pronto reemplazó y deshecho por completo el recuerdo de aquel chico de sonrisa cuadrada.

El siguiente fue como cualquier otro, y el siguiente a este, también. Su agenda estaba tan rigurosamente planeada para poder tanto en la escuela, como en el taller de danza, en las tareas y en los trabajo.

El miércoles, Hoseok se dirigió hacia el taller de danza contemporánea que impartía la universidad como actividad extracurricular, iba con los audífonos puestos y la mirada fija al frente como de costumbre.

De repente sintió una extraña tensión en su cuerpo, un escalofrío que lo recorría de pies a cabeza; era aquella señal de sus instintos que advertía que alguien lo vigilaba.

Giró en dirección a donde provenía aquella sensación, y lo que se encontró, hizo sobresaltar su corazón. ¿De nuevo el chico de sonrisa peculiar? Piel apiñonada y rostro redondo, junto a un par de ojos grandes y profundos.

Sí, era él. Solo le bastó verlo sonríe para comprobarlo. Curiosamente, aquel encuentro que considero un hecho azar, acababa de convertirse en una coincidencia.

El chico formaba parte de un grupo de personas que se detenían a mitad del pasillo para conversar; pero al castaño no le interesaba lo que decían ahí, él mantenía sus ojos sobre Hoseok.

Hoseok está desconcertado, tanto así que no pudo reaccionar. Avanzó de manera automática y sin percatarse de que había acelerado la marcha. Al llegar al aula, el maestro de danza, Lee Bonhwa, le preguntó por qué parecía asustado.

«¿Asustado?», se preguntó Hoseok, y al percatarse de la opresión en su pecho, consideró que podía estarlo. Aquel chico le había dado un susto con su inesperada aparición.

Durante la clase, el maestro Lee regañó a Hoseok por estar distraído.

—Si quieres irte, puedes hacerlo —sugirió Bonhwan, sarcástico.

Hoseok negó; quería quedarse durante el resto de la clase por si el chico de sonrisa cuadrada aparecía. Su ausencia durante dos horas confirmó que el castaño no era uno de sus compañeros de danza.

Hizo lo mismo en sus clases, por primera vez en 3 años miró a cada uno de sus compañeros: ninguno era a quien buscaba.

Así que no era un compañero del taller de danza, ni tampoco de la carrera. En sus anuarios y en los blogs de sus antiguas escuelas busco a alguien que se le parezca, y de su ardua labor, únicamente desenterró recuerdos antes olvidados.

Entre sueños volvió a verse a él mismo en los pasillos de su preparatoria, pasado de largo de una muchedumbre que se burlaba de él. Revivió lo que era sentirse como una presa, acechado por su depredador. Sus peculiares conductas lo marcaron como un fenómeno entre sus compañeros de preparatoria, incluso algunos de estos se tomaron el papel de corregirlo a base de insultos y bromas pesadas.

Hoseok recordó que ser notado era peligroso, y desde ese día empezó a preocuparse por ser observado otra vez. «Ese chico podría estar burlándose de él, podría lastimarlo».

Deseó no volver a ver otra vez. Pero, siguió cruzándose con él. Una y otra vez, ese chico aparecía en su camino. En pocas semanas, Hoseok descubrió el patrón de sus apariciones, las horas y los lugares en que se lo cruzaba; en ocasiones sus grandes ojos se mantenían sobre él todo el camino, otra veces, ni siquiera lo notaba. No poder predecir su acciones era lo que más asustaba a Hoseok.

Eso sí, la sonrisa sobre sus labios cada vez era menos perceptible.

Por otro lado, a Hoseok se le acelera el corazón cada vez que anticipa la aparición de aquel chico. Y al encontrarlo, está tan nervioso que solo puede seguir caminando. Después de asegurarse de que está a salvo, sigue como de costumbre.

No podía detenerse en aquel chico, ya que tenía cosas más importantes en las que concentrarse. El cierre de parcial está a la vuelta de la esquina, y para esto debe de hacer malabares para finalizar los trabajos de evaluación y estudiar para los próximos exámenes. Además, está estancado en sus composiciones y con dificultades en sus clases de danza.

Sumado a esto, ha tenido problemas para conciliar el sueño desde que recordó el acoso que vivió en la preparatoria a través de pesadillas.

Hoseok se siente derrotado después de su clase del día de hoy; ya quiere llegar a su casa y acostarse sobre su cama. Puede que se dé un baño antes de eso, debido a que tiene la impresión de estar sucio.

Levantó el rostro y la sorpresa lo golpeó tan fuerte que todo su organismo dio un brinco. Quien menos le hubiera gustado que lo viera en estos momentos, venía hacia él.

El castaño ignoraba a quienes venían a su lado para verlo a él. A medida que se acercaba, Hoseok sentía su corazón cada vez más inquieto. Y si le mantuvo la mirada, fue porque estaba en shock.

Caminaron uno al lado del otro, lo suficientemente cerca para que Hoseok pudiera notar los pequeños lunares sobre la piel apiñonada. Entonces lo supo, no había olvidado su nombre, sino que jamás lo había conocido. Y aunque quisiera saberlo, Hoseok se negó a acercarse con el aspecto tan deplorable que tenía en ese momento. Siguió de largo, rápido y torpe.

A sus adentros se pregunta si el castaño que en ocasiones lo miraba con devoción, se habrá sentido decepcionado luego de verlo desaliñado y sucio.

Por supuesto que alguna vez pensó en la posibilidad de que el chico le estaba coqueteando -tampoco era tan despistado-, pero guardaba ciertas dudas al respecto. Sin tener pruebas suficientes para confirmarlo, le preocupaba inventarse que alguien pudiera tener una atracción hacia él, ¡eso ya sería la cúspide de la locura!

Mejor no darle vueltas al asunto.

(...)

Silencioso y reservado.

—Pero él siempre es así, ¿no?

Yoongi dejó de ver a Hoseok para mirar a Jin.

—En ocasiones lo es, y otras veces no para de hablar.

Y aunque este fuera uno de esos momentos en que permanece callado e inmóvil, Yoongi conocía a Hoseok lo suficiente para saber que algo lo molestaba.

—Si quieres irse, al rato los alcanzo.

Namjoon y Jin asistieron. Lo iban a esperar para almorzar en la cafetería como acostumbran hacerlo esos días. Después de que los otros dos tomarán rumbo hacia la puerta, Yoongi se puso de pie y se dirigió al otro extremo del salón.

A pesar del ruido y la conmoción que provocaba, Hoseok ni siquiera se percató de su llegada; o mejor dicho, no le importo y se mantuvo mirado por la ventana.

Yoongi saludó, alegre y risueño, a la vez que tomaba asiento. No hubo respuesta, ni siquiera un gesto.

En un día normal, Hoseok sería el primero en salir del aula para irse a su casa. En cambio, parecía que hoy ni siquiera se percató de que la clase ya había terminado.

Hoseok siguió sin contestar. Su mutismo ya era exagerado, casi un berrinche infantil.

«Paciencia», se repitió Yoongi, respiro hondo y se asomó por la ventana. El campus de la universidad y la gente que pasaba: nada interesante.

Pronto se aburrió y regresó su atención al rostro pálido y decaído frente a él. Ojalá fuera bueno para leer expresiones, así sabría decir si Hoseok estaba triste, confundido o aterrado; solo sabe que algo le ocurría a su amigo, y él quería saber qué era eso.

Bajó la mirada hacia la mesa, Hoseok ni siquiera había guardado sus cosas. Tomó el cuaderno y lo cerró. De repente se le ocurrió una idea y volvió a abrirlo, a la vez que tomaba un bolígrafo.

Y en una hoja en blanco, comenzó a dibujar. Hizo una casa y tres personajes de «bolitas y palitos», dos de estos tenían el cabello largo y un triángulo en forma de vestido, el otro era más pequeño y estaba envuelto en una manta.

Tocó su hombro y puso el dibujo frente a su rostro. Hoseok lo miró de vuelta, con el entrecejo fruncido y los labios tensos. No entendí a lo que se refería, así que Yoongi puso el cuaderno sobre la mesa y agregó un signo de interrogación.

—¿Pasó algo con tu familia?

Hoseok estaba atento al dibujo, sus facciones se habían relajado. Sin mirarlo, negó con la cabeza.

Yoongi tomó de nuevo el cuaderno y pasó la página. Empezó a tirar líneas bajo la expectativa de Hoseok. Luego de algunos borrones, le mostró el dibujo.

Hoseok se echó a reír.

—Eres pésimo dibujando.

—Hago el intento -Yoongi se encogió de hombros, satisfecho de finalmente tener su voz—. Ya me dirás qué te tiene tan pensativo.

Hoseok se revolvió en el asiento, tensó los labios y tomó su cuaderno para hacer un dibujo. Su mano temblaba mientras trazaba la silueta de una persona y varios ojos a su alrededor.

Yoongi tardó unos segundos en armar una interpretación de su dibujo, pero cuándo lo hizo, terribles recuerdos llegaron a su cabeza y lo hicieron cerrar sus puños con fuerza. Supuso que aquella silueta era Hoseok, y que los ojos alrededor significaban que alguien lo estaba hostigando.

Él fue testigo del acoso y las humillaciones que Hoseok recibió durante la preparatoria. No podía entender cómo la gente podía ser tan cruel, ni tampoco cómo otros permitían que lo fueran, por esa razón, se acercó a Hoseok y atacó a quien lo tratara mal.

¿Era posible que las burlas y el acoso volvieran a repetir?

«No», la respuesta llegó ante él como una verdad irrefutable. Estaba en la universidad, tenían otra edad: las bromas crueles y el acoso solía terminar en la preparatoria, ¿no? Yoongi quería creer que era así, por eso se empeñaba tanto en olvidar aquellos tiempos y la gente que lo obligó a aislarse.

—¿Qué tipo de mirada? —preguntó Yoongi, para salir de la duda.

Hoseok describió un tipo de mirada que seguía cada uno de sus pasos: atenta y un tanto arrogante; junto a una sonrisa pequeña y ladeada, que poco a poco adquiere una forma peculiar, como un cuadrado

Esta vez, fue el turno de Yoongi para echarse a reír.

—¿De qué te burlas? —cuestionó Hoseok, a la defensiva.

—¡De ti! Por lo que me acabas de decir, podría jurar que ese niño está clavadito por ti.

Por más que deseara dejar de reírse, no podía hacerlo. Sus anteriores preocupaciones ahora le parecían absurdas.

—¿Estás seguro de eso? —Pero a Hoseok no le hacía ninguna gracias.

De acuerdo, esto comenzaba a parecerle extraño. Tenía que ser una broma, ¿cierto?

—¿Por qué lo dudas?

Hoseok luchó contra las palabras, se frustró y terminó por regresar su vista a la ventana.

—Ya no te rompas la cabeza. Solo es un chico que se ha interesado por tí, es todo. Háblale, pídele su número -se detuvo un momento, y volteó a ver a Hoseok con una ceja en alto—. ¿Te gustaría salir con ese chico?

—¿Salir...? —cuestiono Hoseok, confundido.

Yoongi estuvo a nada de darse una palmada en el rostro, a veces se pregunta si Hoseok finge ignorancia para molestar, o realmente está tan alejado del lenguaje coloquial.

—Ser pareja, ya sabes —aclaró, un tanto confundido.

Hoseok se lo pensó y negó con la cabeza. No podía verse a sí mismo en una relación romántica en este momento, ya que tenía varias cosas en las que enfocarse: la escuela, el trabajo, sus pasatiempos, él mismo. Iniciar una relación arruinaría la rutina con la que se siente tan cómodo.

—Entonces, ignóralo. Él verá que no estás interesado y dejará de intentarlo.

Dicho esto, Yoongi se apresuró a irse, con la esperanza de que la cafetería no se hubiera llenado aún.

Hoseok se quedó en el salón, reflexionando acerca de lo último que le dijo su amigo. No estaba interesado en salir con alguien, ni siquiera conocer más personas, pero aquel chico se había metido tanto en su día a día, que ahora formaba parte de su rutina.

Y puede que, en una agenda tan rígidamente establecida como la suya, puede que aquellos intercambios de miradas y reacciones diferentes dieran un poco de variedad en su día.

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