Scott.

Un espejo, un maldito espejo.

No es verdad, he visto a Vincent por allí, incluso hablamos a través de él.

-Es imposible. -Dije, pero antes de continuar con una explicación para ellos y para mí, me detuve.

Los miré a ellos, luego al espejo.

-Con permiso. -Abrí la puerta y salí de ese lugar, corriendo hacia los únicos que, sabía, me darían una explicación.

Todo estaba dando vueltas en mi mente, dolores de cabeza infernales me invadían de la nada.

Veía imágenes de personas sufriendo, por mi culpa. Me veía riendo, pero...no era yo quien reía. No me sentía yo.

Golpeé la puerta, al momento abrió mi madre, quien me miró confusa, normalmente yo les visito los fines de semana.

-Scotty, cariño, ¿qué ocurre?

-¡¿Quién es Vincent?! -Pregunté alterado, sin siquiera responder sus saludos.

Mi madre me miró seria, y mi padre, quien veía televisión, volteó a verme. Ambos se miraron mutuamente.

-Vincent... -murmuró mi padre- Scott, ¿por qué quieres saber eso? -Habló, con un rostro algo enojado y serio.

-No han respondido mi pregunta... -Murmuré con cierto enfado y apuro. Necesitaba saber la verdad de esto.

-Cariño...Debes estar cansado y...

-¡¿Quién es?! ¡Yo sé que ustedes saben!-Exigí.

Las miradas serias regresaron a mí, mamá se hizo a un lado, dejándome pasar.

Entré, tomando asiento en la mesa, junto a mis padres, ambos se miraban, esperando quien hablaría primero.

-¿Y bien?

-Cariño...Vincent...-ella no sabía las palabras que articular, papá suspiro, y posó su mano en la mía, brindando apoyo.

-Eres tú.

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