3.26
Jungkook
Una semana ha pasado desde del incidente en mi pecho, todos los días de esa semana intenté ponerme al corriente de todo.
Nam llegaba a mi habitación mientras Jimin salía con los niños y planeaba junto a sus amigos los detalles de la boda.
Todas las mañanas de esa semana intentaba levantarme, y encontrarme con la hermosa mirada y sonrisa de Jimin, pero todo era lo contrario, cuando abría mis ojos la habitación estaba vacía, para unos minutos después ver a mi ángel atravesar la puerta de nuestra habitación, agitado con una carretilla que contenía en el piso de arriba mi desayuno y en la parte de abajo una bandeja con lo que utilizaría para curar mi herida de bala.
Flashback
El dormir junto a Jimin me había relajado por completo, sentir como la palma de su mano se adaptaba a mi antebrazo, me hacía sentir aliviado de manera extraordinaria, era como si él aliviará mi dolor con el simple hecho de tenerlo a mi lado.
Dormí demasiado bien, no sabría explicar si fue porque aún tenía resto de sedante en mi cuerpo, o porque simplemente el estar en mi hogar junto a mi ángel lo facilitaba todo y me hacía dormir en paz.
Esperaba poder amanecer y ver a Jimin a mi lado ese día, pero no fue así, amanecí solo en la enorme cama con su aroma sobre las sábanas y parte de mi camisa.
La puerta se abrió y yo trato de acomodarme en ella mientras Jimin entra empujando la carretilla hasta la orilla de la cama, unos cuantos pasos se escucharon y luego observo a los mellizos correr hacia la cama y luchar para subirse en esta y luego lanzarse a mí.
—Cuidado con la herida de su padre —decía Jimin, mientras esparcía miel sobre los panqueques y nos observaba de reojo.
Acaricio a mis hijos y me divierto con ambos, mientras Jimin solo nos observa y de vez en cuando, toma un trozo de fruta o de panqueque.
—Ven acá, déjame verte —tomo la mano de Injae y la acerco mí. —¿Te duele algo? —tomo los mofletes de mi hija con ambas manos, provocando que un poco de dolor me embriague, formando una mueca de dolor en mi rostro.
—No fuerces tu mano derecha —me recuerda Jimin, preocupado.
—No —responde mi hija, negando con su cabeza de un lado hacia otro, haciendo que su cabello castaño se agite con cada movimiento.
—¿Alguien te tocó?
Jimin se acerca más a la cama.
—No —responde de nuevo, Injae.
—Eres tan hermosa como tú appa, mi princesa —beso la mejilla de mi hija, mientras ella sonríe tímidamente.
—Papá —se queja, intentando liberarse de mi agarre.—¡Dae, ayula! —grita mi hija, pidiendo ayuda a su hermano, el cual sin dudarlo se pone de pie en la cama con sus pequeños pies descalzos, lanzándose hacia mí para que liberare a su hermana.
—No podrán contra su papá —bromeo, haciendo cosquillas en el estómago de Dae.
—Jungkook —me llama Jimin, recordándome la herida de mi pecho.
Continúo jugando con mis hijos, Jimin se pone de pie al momento en que Kenji lo llama, sale de la habitación sin decir nada luego de unos segundos se acerca a la puerta de nuevo junto a Kenji, observo atentamente a ambos descuidándome de mi herida y de que me encuentro en una lucha contra mis dos terremotos.
—Mierda, eso dolió —me quejo, luego de que Dae me golpeara con uno de sus autos.
Jimin deja de hablar con Kenji y gira su rostro hacia dentro de la habitación, mirando a nuestros hijos seriamente.
—Fue Dae —verbaliza Injae, bajando de la cama.
—Largo —le ordena Jimin a Injae, quien sale de la habitación sonriendo—. No escucho tus disculpas, Daewan
Jimin se acerca a la cama, mientras yo intento canalizar el dolor.
—Peldon —susurra Dae con temor.
—Fuera —señala Jimin, con su dedo índice la puerta a nuestro hijo el cual sin dudarlo sale de la habitación.
Jimin limpia mi herida, coloca la pomada para que esta sanara más rápido, luego la cubre, me alimenta y me acompaña a la ducha, mientras yo me duchaba él alistaba mi ropa para estar en la casa.
Me coloco el cabestrillo luego de haberme vestido se alistaba, y luego salía de la casa a sus clases de yoga o a sus visitas al médico.
Fin del flashback.
Es de mañana, escucho los gritos de Injae discutiendo con Daewan para que él la deje en paz.
Me pongo de pie y camino hacia el baño, enciendo el grifo del lavado y dejo que el agua corra por unos segundos por la tubería, introduzco mis manos al agua para luego tratar de formar un huacal con ambas manos.
Bajo un poco mi rostro, y luego arrojo agua en este, cierro mis ojos por unos segundos dejándome llevar por la hermosa voz de Jimin.
—Daewan, deja a tu hermana en paz.
Una sonrisa se forma en mi rostro.
—¡Jin, ve por Daewan, ahora! —grita exasperado, mientras le ordena a su amigo que hacer.
Abro mis ojos al escuchar la carretilla, eso me alerta que Jimin ve hacia nuestra habitación, me veo en el pequeño espejo que está frente a mí, tomo una de las toallas y seco mi rostro, alboroto mi cabello y salgo del baño, me muevo sigilosamente hacia uno de los roperos de Jimin, me escondo y espero a que mi ángel entre a la habitación mientras lo veo por la ranura del ropero.
—¿Jungkook? —habla, cuando se percata que no me encuentro en la cama.
Deja la carretilla en medio de la habitación, abre mi armario y al no observarme lo cierra, entra al baño y sale de este dejando salir un enorme suspiro.
—Jungkook —dice de nuevo, colocando sus manos en forma de jarra en su aún notable cintura.
Abre una de las puertas de su armario, y al observar solo sus camisas sale de la habitación.
—¿Alguien ha visto salir a Jungkook? —pregunta, esperando que alguien responda.
Cuando no recibe respuesta, entra de nuevo a la habitación quedando al centro al lado de la carretilla, aún con sus manos en su cintura.
Con mucho cuidado salgo del armario y rodeó con mis manos su cintura, pasando mis brazos por el orificio que dejan sus brazos.
—¿Me buscabas? —susurro en su cuello, provocando que un sonoro suspiro salga de su boca.
—Eres un idiota —espeta en tono ascendente, golpeando mis brazos con las palmas de sus manos.
—Tu idiota —dejo un casto beso en su cuello, para luego girarlo lentamente.
—¿Aun me amas? —pregunto.
Tiene su rostro hacia bajo, pero cuando escucha mi pregunta lo alza al instante.
—Como te atreves a preguntarme algo así —dice indignado, mientras mis manos recorren lentamente su estómago.
—¿Aun me amas? —pregunto de nuevo, observando fijamente sus hermosos ojos.
Jimin no dice nada solo me observa, alza su mano derecha para tomar mi mano izquierda y colocarla en su pecho. En el lado izquierdo, siento como su corazón palpita una y otra vez de manera rápida, justo como palpita el mío cada vez que estamos juntos.
—Contesta —le pido, subiendo mi mano derecha hasta su espalda.
—Siempre —susurra, su dedo pulgar recorre mi rostro suavemente.—Te ame antes, te amo ahora y te amaré hasta el día que tú decidas no amarme más —pronuncia Jimin, mientras acorta nuestra distancia.
—Nunca podría dejar de amarte, cariño —beso sus labios tiernamente.
—Si vuelves a preguntar si te amo, voy a molestarme —me adivierte alejándose de mí.
Jala la carretilla hacia la cama, se sienta a la orilla y luego palmea la cama para que yo me acomodé en ella.
—Come —me ordena.
—¿Tú y el bebé ya se alimentaron? —indago, mientras llevo un bocado a mi boca con un tenedor.
—Sí —responde, con una fresa en su boca, mientras alista todo para luego curar mi herida que ya casi no se nota mucho.
Lo tom6ó de sus mofletes y lo beso, sus ojos se abren en asombro, sonrío mediante el beso mientras él cierra sus ojos.
—Sabes a fresa —ronroneo coquetamente, pasando mi lengua por mis labios sin dejar de observarlo.
—Deja de provocarme —me pide Jimin, recorriendo con sus lindos ojos el recorrido de mi lengua sobre mis labios.
Termino de comer y dejo el plato vacío sobre la carretilla junto al bote de miel, Jimin, toma la bandeja con todo lo necesario para curarme.
—Fuera camisa —me ordena, mientras corta pequeños trozos de gaza.
Alza su rostro y se percata que aún tengo mi camisa puesta.
—Jungkook —se queja.
Suelta la tijera y la gaza, coloca sus manos sobre el borde de la camisa y me observa.
—Dame un beso —le pido.
Sin negarse para sus hermosos y apetecibles labios, para luego juntarlos con los míos.
—Sabes a piña —susurra entre medio del beso, lentamente sube mi camisa mientras su mano acaricia los extremos de mi cuerpo mediante sube mi camisa.—No me provoques —digo remedándolo, besando sus labios de nuevo.
Retira mi camisa y la deja caer al suelo, observa mi cuello, luego su mirada baja a mi pecho bajando lentamente hasta mi abdomen.
—¿Te gusta lo que ves? —interrumpo el recorrido de su mirada, toma los guantes de látex y se los calza mientras lo observo con una sonrisa ladina y burlona en mi rostro.
Me retira el esparadrapo que cubre mi herida, dejándola al descubierto.
—Se ve muy bien —haba Jimin, entre dientes, tomando un trozo de gaza empapado con un poco de agua destilada.
—¿La herida, mi cuello, o mi abdomen? —cuestiono seductoramente, acercando mucho más mi rostro a él.
—Quieto —me detiene con la mano que no sostiene la gaza.
—Todo en ti se ve bien, Jeon. Ahora déjame limpiar tu herida —me lanza un beso, causando que mi corazón palpite aún más rápido, y que mis ganas de hacerle el amor aumenten gradualmente.
Dejo que prosiga curándome, mientras lo hace Jimin no deja de hablar, dice cosas como que ya no cubrirá más mi herida debido a que está casi sanada, pero que debo mover mi brazo para que no duela demasiado en el futuro, es lo único que puedo retener a lo lejos, ya que en lo único que pienso es en detener sus hermosos y regordetes labios, con los míos succionando, mordiendo y saboreando a mi antojo.
—¿Terminaste? —pregunto, al observar que se retira los guantes y los coloca en la bandeja de curación.
—La pomada —alza un pequeño bote, toma un hisopo mientras yo le quito la pomada de su mano.
—Es lo único que falta, ¿no es así? —mientras Jimin asiente, me pongo de pie.
Dejo la pomada cicatrizante en la cómoda, coloco la bandeja de curación en la parte de abajo de la carretilla, la dirijo hacia la puerta la saco fuera de la habitación, cierro la puerta y luego le coloco el pestillo. Me giro y observo como mi ángel me mira buscando respuestas, que sé que ya las tiene, pero que le demostraré dentro de poco.
—¿Estás loco? —bromea.
Mientras me acerco a pasos rápidos hacia él, tomo el hisopo y lo colocó a un costado de la pomada.
—Estoy loco por ti, y no creo aguantar más.
Jimin coloca sus manos en mi abdomen dejando pequeñas caricias, que recorren y encienden más cualquier parte de mi cuerpo.
Lentamente se pone de pie regalándome una hermosa sonrisa, tomo los costados de su camisa la alzo rapidamente y cuando la retiro la lanzó al suelo en alguna parte de nuestra habitación.
Me coloco de rodillas para poder hablar un poco con nuestro bebé, Jimin no deja de sonreír con sus mejillas sonrojadas.
—Hola bebé, soy tú papá —acerco más mi rostro al estómago de Jimin, mientras sus caricias en mi cabello me vuelven loco.—Aún no has nacido, pero desde ya te amo al igual que a tus tres hermanos, y que a tú hermoso appa —acaricio el estómago de Jimin, para luego repartir pequeños besos sobre este.—Debo amar a tú appa, debo recordarle lo mucho que lo deseo, y lo mucho que amo todo de él —alzo mi vista y observo a Jimin para luego guiñarle mi ojo izquierdo—. Siento mucho que debas escuchar sus lindos y excitantes gemidos.
Siento como Jimin jalonea mi cabello por lo que he dicho.
—Pero esto te ayudará mucho a ti —dejo un último beso en su estómago.
Me pongo de pie, coloco mi mano sobre su cuello y no dejo mirarlo.
—Me ayudará a mí —beso los labios de Jimin. —Y le ayudará a tú appa —agrego sobre los labios de mi ángel.
—Bésame de una puta vez —me acerca más a él, jaloneando mi pantalón de pijama.
Tal y como lo ordenó, coloco mis labios sobre los suyos aún sin moverlos, siento como las manos de Jimin presionan mi abdomen rogando que mueva mis labios.
Muevo mis labios sobre los suyos lentamente estos se adaptan rápidamente y a la perfección, bajo mis manos hasta su lindo culo apretándolo un poco, provocando que unos cuantos gemidos salgan de la boca de Jimin, los cuales se silencian por nuestros besos.
Lo alzo un poco y sin pensarlo mucho, enrolla sus brazos sobre mi cuello y sus piernas sobre mi cintura.
—Mierda, te extrañe tanto —confiesa Jimin, cuando separamos nuestros labios en busca de un poco de aire.
Ahora entiendo el motivo de su alejamiento dentro de toda la semana que había pasado.
—Voy a volverme loco —susurro.
Llevo mi boca hasta su cuello y paso mi lengua, bajando hasta su clavícula.
—Cama —pronuncia entre jadeos, Jimin.
Dejo de besarlo y lo observo, al sentir que me detengo me mira y deja un casto beso en mi frente sudorosa.
—Tengo miedo que tu herida... —comenta con un poco de temor.
Sin decir nada, doy dos pasos y lo colocó en la cama, retiro su cinturón, desabrocho su pantalón, retiro sus pantuflas para luego retirar su pantalón.
—¿Por qué no traes ropa interior? —lanzo su pantalón lejos.
Está por responder, pero unos toques en la puerta lo interrumpen.
—¡¿Quién?! —alzo mi voz.
—Soy Taehyung, necesito a Jimin —habla el chico.
—Jimin, no puede atenderte, perosi estás dispuesto a esperar por él, pasa a la sala
Me coloco sobre él con mucho cuidado para no lastimar a nuestro bebé.
—Sigo esperando tú respuesta.
Beso sus labios, coloco una de mis manos sobre su pezón y lo estimulo.
—No lo sé —gime.
—¿Sabías que esto pasaría?
Bajo mi boca, recorriendo desde sus labios hasta sus pezones.
—No —articula con un poco de dificultad. —Pero deseaba que esto pasara —añade en un suspiro.
Amo la forma en la que todo el cuerpo de Jimin reacciona a mí, amo como expresa lo bien que se siente con mis caricias, ya sea gimiendo o arqueando su cuerpo mientras cierra sus ojos y un sinfín de suspiros lo acompañan.
—Sabes que te amo, ¿verdad? —dejo de besarlo y lo veo asintiendo.—Te amo tanto, mi ángel —lo acomodo mejor en la cama, me pongo de pie y me retiro mi pantalón de pijama junto con mi ropa interior.
Coloco mis manos en sus pantorrillas, subo lentamente hasta sus muslos.
—Jungkook —jadea.
Reparto pequeños besos desde su rodilla hasta sus muslos, las manos de Jimin se aferran a la sábana fuertemente, dejo de besar sus muslos, encojo una de sus piernas para observar su entrada, introduzco tres dedos a mi boca bajo la atenta mirada de Jimin, los saco y acaricio lentamente su entrada con mis dedos, beso sus muslos mientras lentamente dos de mis dedos se abren paso en su entrada.
Succiono parte de sus muslos, mientras introduzco un tercer dedo en Jimin.
Saco mis dedos de su entrada y devoro sus labios y él los míos, el sonido de placer que nuestras bocas hacen, simplemente me hace perderme cada vez más en nuestro hermoso mundo.
Siento como la mano de Jimin toma mi pene erecto y goteando pre-semen, me acerco un poco más a él, mientras busco dejar mi miembro en su entrada, cuando consigo lo que quiero introduzco un poco la punta.
—¿Es lo que quieres? —pregunto, colocando mis brazos aún costado de su cuello para no dejar caer todo mi peso sobre él.
Enrolla sus piernas en mi cintura y me atre hacia él, provocando que hunda más miembro en su entrada.
—Mierda, sí —cierra sus ojos por el placer que empieza a sentir.
Me muevo lentamente con un poco de temor, sé que no lastimo al bebé, pero aun así siento un poco de temor.
—Jungkook, no lastimaras al bebé, quiero todo de ti —se aferra a mis antebrazos.
Salgo del interior de Jimin y entro de nuevo, alzo una de sus piernas solo un poco para permitirme entrar un poco más.
Las embestidas empiezan a aumentar con el tiempo de que mi clímax se siente cada vez más cerca, lo único que se escucha en nuestra habitación son nuestras agitadas respiraciones, un poco de nuestras maldiciones, los chasquidos de nuestros besos, y el sonido obsceno que se escucha cada vez que entro y salgo de la apretada entrada de mi ángel.
La cama se moldea al cuerpo de Jimin y se mueve a nuestro ritmo, cuando estamos juntos es como si todo se amoldara a nosotros.
—Jungkook —gime, cuando siente estar cerca.
Me detengo solo con una de mis manos para con la otra darle atención a su miembro, Jimin arquea su espalda dejando a mi merced su cuello blanquecino con unos cuantos chupones rojizos.
—Aaah —suelta, lleva sus manos a mi cuello para acercar su rostro al mío, para luego besar mis labios.
Jimin se ha corrido, yo continúo embistiéndolo fuerte, rápido y certero, mi orgasmo está cerca y lo siento, una embestida más y eso basta para que mi semen llene toda su entrada.
—Uum —emito, clavándome de nuevo en la entrada de Jimin.
—Te amo, maldito loco —dice con su cabello revuelto, su frente llena de pequeñas gotas de sudor acompañado de pequeños mechones de su cabello pegados a su frente.
—Eres tan delicioso —beso sus labios y lentamente salgo de su interior.
Jimin nos cubre a ambos con una sábana limpia, lo atraigo hacia mi envolviéndolo en mis brazos, con la yema de sus dedos hace pequeños círculos en mi pecho.
—Jeon —escuchamos por el intercomunicador.
Alzo una de mis manos y lo tomo de la cómoda.
—¿Sí? —digo de mala gana.
—El amigo de Jimin no deja de llorar —informa Kenji.
Jimin intenta levantarse, pero se lo impido, solo necesito un poco de paz, estoy por salir, ire a la bodega y me encargaré de acabar con los dos malditos que tanto he deseado matar.
—Solo dame unos momentos —le pido, lanzo el intercomunicador a la cómoda y luego conecto mi mirada con la de Jimin.
—Debo ir con él.
Jimin sin previo aviso besa mis labios para luego rodear mi abdomen con su mano, unos segundos más y olvida que su amigo llora y que yo debo ir a la bodega.
Cuando estamos juntos todo es distinto, y eso es lo único que importa.
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