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3.13

Isla Jurong. Singapur

Mientras los hombres de Jeon Jungkook, tratan de encontrar el paradero de Yuan y Revìch.
Los antes mencionados se refugian en una de las islas de Singapur, intentando mantenerse lo más lejos posibles de los hombres de Jeon, ya que saben que corren riesgo.
Por lo tanto, decidieron escapar juntos cuando se percataron que Jungkook, había sido liberado de prisión y que todos sus cargos habían sido absueltos.

Su único plan fue convencer al cabecilla de una de las pandillas más peligrosas de Corea de Sur para impedir que Jeon salga con vida de prisión, pero al parecer su plan no resultó como esperaban ya que los hombres de Jeon habían acabado con casi la mitad de la pandilla que habían contratado.

Ambos hombres se encuentran en uno de los hoteles más ostentosos de la isla Jurong, tratando de idear un buen plan para poder quitar del camino a Jeon.

El ruso y taiwaneses están en la sala de una de las habitaciones que han alquilado, siendo observados y cuidados por hombres de sus mismas nacionalidades con armas largas y cortas, esperando escuchar lo que sus jefes tienen que decirles.

—¿Qué hay del cargamento? —pregunta el ruso a uno de sus hombres.

—Está a salvo —responde con seguridad y certeza uno de los tantos hombres que se encuentra en la sala.

—Distribúyelo y haz que el dinero se multiplique con ese cargamento —esta vez quien hablo es Yuan.

—No podemos darnos el lujo de comprar por nuestra cuenta cargamento. Al parecer, Jeon, ha comprado a la mayoría de distribuidores —habla un taiwanés dejando en claro a sus jefes que sus posibilidades de poder comprar drogas para que ellos las vendan son totalmente nulas.

—Eso significa que no podemos comprar nuestro propio cargamento —dice Yuan, colocando una de sus manos en su mentón, con un poco de preocupación.

—Las putas no nos darán el dinero que las drogas nos dan —Revìch se pone de pie y camina en círculos por unos segundos, mientras todos los hombres lo observan.

Por su parte, Yuan, trata de pensar en algo que los pueda sacar del embrollo en el cual se han metido y en el que Jeon no los planea dejar salir.

—¿Y que tienes en mente? —cuestiona desesperado Revìch al taiwanés, que se detiene al escuchar la pregunta.

—Lo que tengo en mente seguramente no sea de tu agrado.

Revìch lo observa y una parte de él, sabe a lo que se refiere el taiwanes, pero trata de no tomarlo en serio.

—Debemos robar el mayor cargamento de Jeon, y los sabes —se acerca a pasos lentos, pero seguros hasta donde Revìch, se encuentra sentado.

—Eso es casi imposible —susurra Revìch, poniéndose de pie caminando hacia la terraza de la habitación.

—Claro que no lo es, tengo todo listo y, aunque te niegues lo hare —el taiwanés llega al lado de Revìch el cual lo observa furioso al escuchar que robará el cargamento de Jeon, aunque él se oponga.

—Es riesgoso —dice Revìch.

—Robar sus lingotes también lo fue y accediste.

El taiwanés introduce su mano derecha al bolsillo de su pantalón de vestir, toma la pequeña caja que contiene cigarrillos, coge uno con sus dedos, lo lleva a su boca y luego lo enciende con el encendedor que tiene en una de las bolsas de su saco.

Guarda la cajetilla de cigarros de nuevo en el bolsillo de su pantalón y su encendedor lo guarda en la bolsa izquierda de su saco. Toma el cigarrillo entre su dedo anular y el índice retirándolo lentamente de su boca por unos segundos, para luego expulsar el humo del cigarrillo por su boca y nariz, observando el pequeño paisaje desde la terraza.

—Si no accedes, Revìch. Caerás y Jeon te encontrara, no tenemos otra opción —agrega el taiwanés, mientras lleva el cigarrillo de nuevo a su boca. —Moriremos, aunque no robemos ese cargamento. Sabes que si Jeon nos encuentra estamos perdidos, tú y yo sabemos de lo que es capaz él y todos sus hombres —le recuerda.

El taiwanés no para de dar enormes caladas a su cigarrillo, no sabe si es por ansiedad, preocupación o porque simplemente tiene una enorme necesidad de acabar la nicotina que el cigarrillo contiene.

—¿Qué más tienes en mente? —inquiere Revìch, bajando un poco su guardia, para acceder a los posibles planes que el taiwanés tiene en mente y que él no sabe.

—Tengo un plan que estoy casi seguro y no fallara. Daré justo en el punto de Jeon, solo hay dos posibilidades si resulta o no —el taiwanés da la última calada de nicotina y luego lanza la pequeña cabuya de cigarrillo al aire.

—Quiero escuchar esas posibilidades —le pide Revìch al taiwanés antes de que este lo deje completamente solo en la terraza.

—Doblegarlo o hacer que su ira aumente hacia ti y hacia mí —contesta socarronamente.

Yuan toma su celular, marca un número que Revìch desconoce, coloca su celular en su oreja y lo único que dice es; manos a la obra.

—Todo está listo, si todo sale como lo planee, para el día de mañana tendremos todo el cargamento en nuestras manos y a Jeon suplicándonos —luego de esas palabras el taiwanés no dice más nada, sale de la habitación con sus hombres detrás de él.

Por su parte, Revìch, se queda en la terraza, sabe que los planes que Yuan, tiene ya estan en marcha y que no hay marcha atrás, debe acceder para que sus ingresos no decaigan y para no ser encontrado por Jeon y sus hombres.

Su celular suena, lo saca del bolsillo de su pantalón observa la pantalla del aparato electrónico que no deja de sonar. Es un número que no tiene registrado, pero que sabe que si le marcan es porque él se lo ha dado a la persona que trata de tener contacto con él.

—Diga —atiende, cambiando un poco su tono de voz.

—Soy Jov —dice la voz del otro lado de la línea.



Seúl. Corea del Sur


Todos los hombres de Jeon se encuentran en la mansión que viven todos, a excepción de él y su familia.

El ruso ha intentado de comunicarse con Revìch por mucho tiempo, buscando por todos los bolsillos que su traje de Valentino es capaz de tener, hasta que lo encuentra.
Por su parte, Jeon, trata de calmar a los mellizos junto a Yoongi, mientras Jin regresa del banco.

—Soy Jov —escucha Jeon, junto a todos sus hombres, haciendo que deje de perseguir a Injae, para hacer que beba su medicina.

—Continúa hablando —susurra Jungkook, mientras toma desprevenida a su hija entre sus fuertes brazos.—D.O, intenta conseguirme la maldita ubicación —le ordena al chico de inteligencia, mientras sienta a su hija en sus piernas y con un pequeño gotero, trata de hacer que la pequeña logre beber su medicamento.

—Cancelo la llamada —informa Jov, observando a todos.

Jeon bufa, toma las mejillas regordetas de su hija con la mano que no sostiene el gotero con el medicamento, abre su boca mientras Injae, lanza patadas al aire.

—Vas a calmarte o no te comprare el castillo de tus barbies —habla Jungkook, seriamente, obteniendo toda la atención de su hija.

Pequeñas lágrimas de rebeldía salen por los hermosos ojos de su hija, haciendo que su corazón duela un poco.

—Quiero que lo bebas todo. ¿Entendido?

La pequeña como puede asiente.

Mientras Jeon le da el medicamento para el resfriado a Injae, el celular del ruso suena.

—Es él —les confirma a todos, pero en especial a Jeon y D.O.

—Jae, ven conmigo —susurra Jin, con una mirada para nada amigable sobre Jungkook.

Luego que la pequeña se marcha de la sala con su tío Jin.
Jeon, se acerca hasta D.O, se coloca unos audífonos y escucha lo que Jov habla con Revìch, mientras que Bobby, espera escuchar todo para darle el equipo necesario al ruso.

—Escuche que todo va mal —habla Jov, empezando una conversación.

—Las malas noticias vuelan rápido —responde dolido, Revìch.

—Puedo ayudarte —le propone Jov, lanzando el anzuelo que espera que el hombre que mató a su padre atrape, para que el plan que tiene junto a Jeon y sus hombres empiece.

—Jungkook, alguien nos sigue —se escucha la voz de Mark, por un intercomunicador.

—¡Mierda! —exclama, frustrado Jeon, retirándose un articular de su oreja.—Mark y Namjoon, ¿hay alguien que los sigue? —indaga Jungkook, a sus otros dos hombres que se encuentran al mando de otros dos furgones con droga.

—Sí —afirma Mark.

—Quisiera decir que no, pero sí —dice Nam.

Jeon ve a Kenji, el cual, se pone de pie al instante que escucha que los tres furgones con droga de Jeon son perseguidos.

—Déjame encargarme de esto —le quita el radio a Jeon y le sonríe.—Soy Kenji, chicos —habla el japonés.

—¿Qué hacemos? —pregunta Mino.

—Acabar con ellos y poner el cargamento a salvo —acota Kenji.

Los tres hombres que conducen los furgones repletos de droga, observan a su copiloto cambiando al instante de posición. Todos toman armas pesadas y alertando a los hombres que viajan dentro del furgón junto al cargamento, los que los persiguen no quedarán para contar que perseguían a los hombres de Jeon y que intentaban robar su cargamento.

Jungkook continúa escuchando la conversación de Jov junto a Revìch, mientras Kenji se encarga de poner a salvo su cargamento.

—¿Cómo pretendes ayudarme? —pregunta Revìch.

—Puedo comprar cualquier cargamento por ti. Sé que Jeon bloqueó a todos los distribuidores de droga para que no te vendan absolutamente nada —contesta Jov, sin titubear.

—Eres un mocoso entrometido —espeta en tono desagradable, Revìch.

—¿Aceptas o no? —lo reta Jov. —Soy tu única salida —le recalca, haciendo que el ruso mayor dude.

—Maldita sea —escucha Jov por medio del aparato electrónico.—Dame un segundo —le pide Revìch.
—¿Qué sucedió? —se escucha a lo lejos.

Jeon, esta atento a todo lo que puede escuchar.

—¡Todos los autos explotaron, con mis hombres dentro! —grita el taiwanés.

—Es Yuan —dice alerta, Jungkook.

—Tengo una llamada en espera —le comunica Revìch, alejándose de Yuan.

Cuando Jov escucha un enorme suspiro por medio del celular sabe que está en la línea de nuevo.

—Fracasando de nuevo —se burla Jov, presionando la llaga de Revìch.

—Acepto, pero envíame dinero —accede.

Jov al escuchar eso, observa a Jeon el cual asiente, dándole la aprobación.

—Envíame el número de cuenta y te depositare lo necesario para que trates de sobrevivir —suelta con fluidez, Jov.

—No vas a saber mi paradero —dice Revìch, molesto.

—No pienso cerrar trato contigo sino nos reunimos frente a frente, es lo único que diré —aclara Jov, colocando entre la espada y la pared a Revìch.

—Bien, está bien —responde desesperado.

—Iras donde te diga, sin titubear —demanda Jov.

—¡Ve por el chico! —se escucha un fuerte grito en forma de orden por parte de Yuan.

—Hare lo que digas, pero envíame el maldito dinero —ruega Revìch.

—Lo quiero vivo —se escucha de nuevo la voz desesperada y furiosa de Yuan.

Jeon se retira los auriculares de sus oídos y observa los alrededores de la casa, mientras piensa en los gritos y ordenes que Yuan, ha dado.
Su corazón comienza a palpitar de manera rápida sin saber el porqué, recuerda que tiene a los mellizos con  él, pero que Jimin y el pequeño Sang no estan en casa.

En ese momento se arrepiente de haberle permitido a su ángel ir de compras con Taehyung y el pequeño Sang, siendo solo custodiados por JB.

—Jimin —musita, para luego caminar hasta uno de los sillones y tomar su celular mientras que Yoongi, se encuentra tratando de contactar a Taehyung.

—Taehyung, no contesta —dice Yoongi, provocando que el miedo se haga presente en Jeon.

—Depositare el dinero —anuncia Jov, cuando termina la llamada para luego salir de la mansión.

—No pude conseguir la ubicación, el celular es desechable —informa D.O a Jeon, el cual trata de poder contactar a Jimin.

—Vamos, cariño, atiende —verbaliza Jungkook, mientras el celular suena una y otra vez, hasta que la voz de la contestadora se hace escuchar.

—Trata de comunicarte con JB —le ordena Yoongi a D.O.

—Mierda, Jimin. Atiende —espeta Jeon, desesperado.

—No tengo señal con el radio de JB —alerta D.O a Yoongi y a Jeon, los cuales se miran al instante.

Y justo como en su mente el mismo se reprendía, su corazón también lo hacía. Sabe que no era buena idea dejar que, Jimin, salga, se volvería loco si algo le llega a pasar a su ángel.

—Rastrea el celular de Jimin, ¡ahora! —grita Jungkook, furioso y con su corazón a mil por hora.

D.O busca la forma de rastrear a Jimin, mientras que Kenji busca la forma de tener contacto con JB, para saber que se están bien y que solo es la mente de Jeon que le está jugando una mala pasada.

El radio que Kenji sostiene en sus manos emite un sonido haciendo que la esperanza de tener comunicación con JB, sea posible.
Un segundo sonido se hace presente acompañado de fuertes respiraciones agitadas.

—¡Corre, Jimin! —se escucha la voz de Taehyung.

—Corran y no paren —esta vez es JB, alertando a ambos chicos.

Jungkook y Yoongi, se observan y sin decir nada entran al cuarto de armas y comienzan a prepararse para ir por sus chicos y el pequeño Sang.



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