Hermano, aguanta
Yanhuan necesitaba medicina y urgente. La condición de su hermano cada vez era peor y ya comenzaba a desesperarse. Haría cualquier cosa, lo que fuera por tal de poder curarlo o al menos que su salud fuera mejor. Incluso si tenía que vender cualquier parte de su cuerpo. Yanfeng era lo más importante para él, por encima de su propia vida.
Esa tarde había terminado de trabajar y con las monedas que le habían dado apenas le alcanzó para comprar un bollo de carne que tenía guardado dentro de su túnica para su hermano. El trabajo estaba complicado, sobre todo en aquella parte del pueblo. Aquel pueblo era demasiado grande y la secta no podía encargarse de todo, ni de todo.
Había escuchado que el actual líder estaba mejorando la situación por zonas. Y sí era evidente, la calidad de vida de algunas personas había mejorado, pero no la de todos. Como en toda sociedad siempre estaba los ricos, los pobres y los muy pobres. Y a unos niños como él y su gemelo no había muchos que le interesara cuidar.
Pero como en todos los lugares siempre había problemas con el poder. La zona donde él vivía era la prefectura que estaba a cargo de la segunda rama de la familia Li, que estaba en el poder. Y aunque el líder hacía muchos esfuerzos sino le notificaban la verdadera situación como que nada cambiaba.
Se detuvo en una esquina de la tienda de hierbas medicinales y se arrodilló analizando la situación. Como otros días, al parecer sería fácil infiltrarse y robar un poco. El boticario era un hombre mayor y algo entretenido.
Ese día conseguiría otras hierbas que había oído hablar en el pueblo que funcionaban contra la tos. No sabía si sería efectiva con Yanfeng pero no tenía nada que perder. Esperó a que fuera el momento preciso en que el boticario se diera vuelta para escribir algunas recetas y se adentró sigilosamente. Ya estaba anocheciendo por lo que había pocas personas por los alrededores.
Se emocionó al encontrar lo que buscaba a la vista y se detuvo en seco segundos después. ¿Por qué demonios estaba eso precisamente en el mostrador?
-Te atrapé- algo lo agarró del cuello de su túnica y lo levantó en peso. Sus manos fueron apretadas en su espalda por una más gruesa y aunque pataleó y se removió con fuerza no fue soltado.
-Déjame ir- gritó intentando morder a quien lo había agarrado.
-Bien hecho- el boticario se giró hacia él con una sonrisa en sus labios- Me has causado bastante problemas niñato mugriento-
-Fue una buena idea el plan que usted ideó. Nunca pensé que se creería lo del medicamento para la tos- el hombre fornido que lo sujetaba se burló golpeado con fuerza el estómago de Yanhuan haciendo que este se doblara del dolor y cayera en el suelo jadeando.
-Me di cuenta que siempre desaparecían plantas que sirven para aliviar problemas con los pulmones y la respiración por lo que me imaginé que algo tan simple para quitar la tos funcionaría. Y como toda la rata que es cayó en la trampa. Me pagarás por todo lo que me has hecho perder-
Yanhuan miró al boticario maldiciéndolo en su mente sin poder articular palabra pues apenas si podía respirar por sus músculos retorciéndose en su abdomen. Pero lo que más le preocupaba era que iba a pasar con Yanfeng ahora que lo habían atrapado.
¿Quién cuidaría de él por la noche? ¿Tendría algo para comer? Solo de pensar en eso le entró el pánico. No le importaba lo que le ocurriera, su mente estaba llena de su gemelo en ese momento.
Gotas de sudor corrían por su cuerpo así como de sangre. Cuantos golpes había recibido esa noche. Su cuerpo dolía de arriba abajo y ni siquiera podía mover un solo músculo, había sido usado como saco de boxeo. Sus manos estaban duramente amarradas a su espalda, con los dedos entumecidos. Apenas podía abrir uno de los ojos de lo hinchado que estaba.
Ahora mismo se encontraba atrapado en el almacén de la tienda. Después de la paliza lo habían dejado allí sin nada, a pasar frío durante toda la noche. La única luz que entraba en aquel lugar con un olor a hierbas demasiado abrumador, era la de la luna llena en lo alto y se preocupó. En esos días era que su hermano se ponía peor y su fiebre era más severa.
Se removió intentando soltarse soltando un sollozo inconscientemente. Necesitaba salir de allí.
-Yanfeng, Yanfeng- sollozó ya sin contenerlo, las lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas- por favor hermano, aguanta-
Temblaba de la impotencia. La sola idea de que su hermano estuviera solo en aquellas condiciones, sin él al lado para cuidarlo, lo volvía loco.
Y así llegó la mañana. Yanhuan no había podido dormir apenas y su rostro era un desastre. Escuchó como la puerta se abrió y la misma persona que lo había golpeado la noche anterior había vuelto.
-¿Estás preparado para una segunda ronda?- se traqueó los dedos con una sonrisa- Los niños malos tienen que conocer su lugar y yo orgullosamente estoy dispuesto a enseñárselo-
Yanhuan apretó los dientes y miró al hombre con rabia contenida en sus ojos. Y otra vez llegó un nuevo golpe en su estómago al ser levantado por su sucio cabello. Después fue tirado hacia el patio trasero cayendo con un sonido sordo. Se sintió sumamente mareado. Su cabeza latía dolorosamente al igual que el resto de su cuerpo.
El hombre se acercó hacia él carcajeándose. Aquello ya no era un castigo. Era una tortura y el tipo lo estaba disfrutando. Yanhuan apretó los dedos en sus manos con impotencia total. El hombre se detuvo delante de él y con la punta de su pie giró el cuerpo de Yanhuan boca arriba por la mejilla.
-Eres lindo después de todo. Es una lástima que tenga que destruir ese bonito rostro- levantó el pie poniéndolo sobre la cara del gemelo, doblando la rodilla- No te preocupes, solo dolerá mucho- se rió y bajó el pie con fuerza.
Yanhuan solo pudo cerrar los ojos esperando sentir el dolor de su rostro siendo destruido pero este nunca llegó. Con su corazón latiendo en sus oídos abrió los ojos para quedarse completamente mudo. Ahora no había solo un pie, sino otro por debajo del más grande.
-¿Oye, qué demonios crees que estás haciendo?- el hombre le gritó a quien le hubiera interrumpido su diversión solo para ser pateado. Su culo se estrelló con fuerza a varios metros de donde estaba.
Yanhuan estaba impresionado por lo que estaba ocurriendo siendo reemplazado el dolor por una impresión que lo entumeció.
-¿Estás bien?- escuchó al recién llevado y su supuesto salvador preguntarle.
Yanhuan no pudo asentir, en primera porque no podía hacerlo, su cuerpo no le respondía. Y en segundo se había quedado sumido tanto en el hermoso y joven rostro sobre él y sobre todo en su inusual color de ojos, de un azul tan claro que se fundía con el cielo sobre sus cabezas.
-¿Qué demonios está ocurriendo aquí?- el boticario hizo acto de presencia después de que su cliente hubiera corrido hacia el interior de su tienda y montado todo aquel espectáculo.
-Desátalo y déjalo libre- ordenó aquel joven.
El boticario se puso nervioso y se rascó la nuca.
-Lo siento pero no puedo hacer eso. Él lleva robando hace mucho en mi tienda, debe recibir un merecido-
El rostro del joven se desfiguró levemente por el ceño fruncido.
-Un castigo hubiera sido suficiente o llamar a los de seguridad pero lo que veo aquí es algo más allá de eso- alzó la mano y con un movimiento de sus dedos las cuerdas sobre el cuerpo de Yanhuan se rompieron dejándolo libre.
-¿Puedes caminar?- le preguntó sin romper el contacto visual con el boticario.
Yanhuan quería decir que no, pero utilizó toda su fuerza de voluntad para ponerse de pie. Fue entonces que supo lo débil que estaba. No tenía ningún hueso roto por suerte pero de seguro los golpes recibidos darían problemas.
-Espere, y quien me paga todos mis gastos. Este chico mugriento me ha causado demasiadas perdidas. No puedo dejar que todo termine así- le hizo seña al hombre que ya se había parado para que atacara al joven por la espalda.
Pero antes de que pudiera hacer algo el cuerpo de ambos se precipitó al suelo, como si fueran aplastados por una fuerza superior. Yanhuan se impresionó aún más. Nunca había visto poder espiritual en persona, pero tuvo la oportunidad en ese momento y el de aquel chico no era para nada débil y no debía ser muy mayor. Quizás dos o tres años mayor que él.
-Vamos- este le indicó y el gemelo lo siguió arrastrado los pies. Al pasar por al lado del boticario le tiró una pieza de oro- Esto debe cubrir todo lo que robó. Y recuerde que somos humanos, no animales-
Yanhuan, por primera vez en su vida pudo admirar a alguien. Aquel chico era impresionante. Hermoso, bien vestido, con un largo cabello a mitad de la espalda que brillaba y se ondeaba con el viento y además, sumamente fuerte.
-Tú- se giró hacia él una vez que salieron- No vuelvas a robar. No siempre habrá alguien para sacarte de problemas-
Yanhuan no supo que responder ante eso. No robaba porque quería, no tenía otra alternativa, era lo que tenía que hacer porque el dinero no alcanzaba. Bajó su cabeza avergonzado por primera vez por su aspecto. Su ropa vieja que ahora estaba sucia y vieja a diferencia de las elegantes y lustrosas de aquel chico.
-Toma- el mayor le agarró la mano y depositó sobre ella una pequeña bolsa pero que estaba pesada- Es lo que tengo encima, pero creo que puede ayudarte un tiempo-
Yanhuan lo miró con los ojos lo más abiertos que podía a pesar de la hinchazón. Parecía que había bastante dinero en la bolsa pues esta pesaba considerablemente. Con eso podría comprarle comida a su hermano y alguna muda de ropa limpia y quizás un par de zapatos para que sus pies no se volvieran bloques de hielo en el invierno.
-¿Por qué me ayudas?- cuestionó algo brusco inconscientemente ¿Qué querría a cambio?
-Acaso no pedo ayudarte solo porque quiero- el chico no sonreía pero sus ojos le indicaba que no tenía segundas intenciones por lo que el gemelo se permitió relajarse.
-Gracias- dijo casi murmurando. A la única persona a la que le decía esa palabra era a su hermano.
Su hermano. Tenía que volver rápido. La preocupación volvió a envolverlo y se puso ansioso.
-Espera- lo detuvo el chico antes de que se fuera corriendo- Toma, si estás robando medicina es porque la necesitas en alguien- le extendió una pequeña botellita blanca- Cómete una píldora, te ayudará con tus heridas y hay más para esa persona, no curara su enfermedad pero aliviará su dolencia-
Yanhuan vaciló pero al final la tomó rápidamente no fuera a ser que el chico cambiara de opinión. Le asintió con la cabeza y salió corriendo pero antes de separarse mucho se giró y lo miró por encima de su hombro.
-Te pagaré tu gratitud. ¿Cuál es tu nombre?-
El chico esta vez fue el que pareció impresionado ante esto y su rostro se suavizó cuando respondió.
-Fengxiao-
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