Esposo mío, creo que lograré salir de aquí
Después de dejar ir a su hijo, y que un enorme vacío invadiera su interior, Zhiyin no pudo dormir de nuevo, ni siquiera cuando apenas tenía fuerzas y la herida de su vientre sangraba ligeramente, con tanto dolor que lo haría desfallecer, mas no era así. Tantos escenarios se le pasaban por la mente, era un mar de emociones que no podía controlar. Sus ojos estaban aguados de las lágrimas que no había podido derramar.
De alguna forma, confiaba que Fengxin pudiera sacar sano a su hijo de aquel peligro.
Y él... ahora no tenía nada. Aun amarrado a la cama, desangrándose, sin apenas fuerzas solo podía pensar que le quedaban cuánto... horas de vida. Ya ni siquiera podía sentir las piernas.
Había hecho el papel de hombre fuerte delante de Gaomei, pero había gastado todo lo que tenía de energía en intentar salvar a su hijo. Y aunque intentaba ser escéptico, la tela ensangrentada regresaba a su cabeza una y otra vez. La tela ensangrentada de la ropa de su esposo.
-Fengxiao- apenas jadeó y una lágrima corrió por el borde de su ojo.
Con lo fuerte que era su esposo a esta hora de seguro estaría allí sacándolo de aquel infierno, pero no... las horas habían transcurrido, y aunque afuera era un caos era más por las órdenes que había dado Gaomei de atrapar a su hijo. Entonces... ahogó un sollozo. La cruda realidad lo golpeó como un balde frío.
-¿Con quién... jugará mi ranita?- no aguantó esta vez llorar dejando que las lágrimas que había aguantado hasta el momento corrieran por su rostro- Estará... muy triste.
Sabía que Yanfeng estaba en la secta por lo que al menos tenía alguien que lo cuidara, pero no sabía nada de lo que había pasado con Yanhuan y si este había... muerto, su gemelo lo seguiría de seguro. Ellos dos no podrían vivir separados. Entonces... entonces... sin nadie a su lado, sin sus padres, qué pasaría con su hijo.
Zhiyin apretó los ojos con fuerza e intentó controlarse. No, no podía simplemente morir, por muy dura que fuera la situación. Tenía que vivir y buscar una forma de salir y encontrar a su hijo. Él sabía muy bien lo que era estar solo en el mundo, sin el calor de una familia, al menos una que lo quisiera. No quería lo mismo para su retoñó. Así que no importara lo que pasara, él saldría y se reencontraría con él.
De alguna forma sintió que su corazón moribundo palpitó fuerte en su pecho. Ya había muerto una vez, dos veces y sin apenas haber logrado todo lo que quería y dejando detrás los asuntos pendientes no era algo que lo caracterizaba a él. Además... no podía dejar que Gaomei siguiera por la vida como si nada hubiera pasado. Como si pudiera destruirlo como le viniera en gana y que el karma no le fuera en contra.
Si su esposo había abandonado este mundo por culpa de ese hombre, lo vengaría como una fiera y destruiría por completo a Gaomei. Una llama de rabia comenzó a latir con fuerza eliminado todo el dolor de su cuerpo. Su alma no sería aplacada.
Aunque era más fácil decirlo que hacerlo. Atado a una cama en su estado hacer un solo movimiento era toda una proeza. Al menos podía intentar oír que ocurría en el exterior y estar al tanto. Había muchas cosas pendientes aún, así que morir sería la última de ellas.
Al menos habían pasado tres horas más cuando escuchó un grito desde el exterior que le hizo abrir los ojos. No dormía, simplemente descansaba sus párpados que pesaban.
-Son unos inútiles- después de eso se escuchó un estruendo y Zhiyin presintió que el hombre había al menos matado dos hombres en el proceso.
La rabia de él, era la felicidad de Zhiyin en ese momento. Sus palabras solo indicaban una cosa. Fengxin había hecho muy bien su trabajo. Con esa noticia con más razón tenía que luchar por mantenerse con vida. Y no se extrañó de la reacción de Gaomei al entrar a la habitación donde Zhiyin estaba.
Uno con una expresión tal de rabia que parecía que los ojos se le querían salir de la cuenta, otro... con una sonrisa prepotente de victoria.
Y eso último hizo que Gaomei sacara la daga que tenía en la faja de la cintura y fuera directo hacia Zhiyin alzándola. Apretaba tanto el mango que las venas de sus manos se marcaban. Y la bajó con tanta fuerza que se enterró hasta la base. Zhiyin... apenas se inmutó. Esta se había enterrado justo al lado de su rostro hiriendo su mejilla en el proceso, pero la sonrisa en su rostro nunca desapareció.
-Perdiste Gaomei- le dijo.
La mano a su lado tembló con fuerza alrededor del cuchillo y lo volvió a sacar alzándolo en el aire nuevamente. Se echó para adelante presionando su rodilla justo sobre el vientre herido de Zhiyin amenazándolo con matarlo esta vez. El menor apretó los labios pero a pesar del dolor no hizo el menor ruido ni mostró alguna mueca a pesar que su cuerpo se estaba empapando de sudor.
Si había algo que Zhiyin había aprendido en todo este tiempo... era que Gaomei podría golpeado, humillarlo, intentar degradarlo y volverlo una marioneta, sin embargo, no lo mataría. La obsesión ciega de ese hombre con él era tan grande que había hecho toda aquella estrategia para lograr atraparlo y traerlo a su lado a como diera lugar.
-Tú- el brazo de Gaomei temblaba y estuvo así por unos segundos. Zhiyin tampoco rompió contacto visual con él. Era una batalla psicológica. Ahora no tenía con qué chantajearlo así que estaban en bandos iguales y Zhiyin no le mostraría ninguna abertura para que pudiera utilizarlo como una debilidad. Que hiciera con él que le viniera en gana. Él solo se lo devolvería con el doble. No... con el tiple, porque su esposo no podría descansar en paz.
Enterró sus sentimientos dentro de él pues sabía que el dolor de asimilar que su esposo estaba muerto no sería superable, y en ese momento tenía que ser fuerte por su hijo, el legado de su esposo.
Después de ese tiempo Gaomei cerró los ojos y dejó caer la daga, pero en vez levantarse lo miró con los ojos encendidos.
-Ya veo cuál es tu juego- comenzó a reírse como si estuviese loco, el retumbar de sus carcajadas hacían vibración sobre la herida de Zhiyin que para esa altura había dejado una mancha en su ropa- Bueno... tú mismo lo dijiste- bajó la mirada y lo enfocó- dices que ese hijo no es mío- la sonrisa desapareció de su rostro- en ese caso solo tengo que ponerte otro dentro. Como ya no estoy seguro que sea mi hijo que me traigan un cadáver no me retumbará en la conciencia.
Zhiyin tragó en seco, pero se mantuvo fuerte.
-Puedes violarme cuantas veces quieras, nunca seré tuyo- sonrió de lado- Y si llego a caer embarazado de ti solo tengo que abortarlo- soltaba aquellas frías palabras de forma natural. Lo odiaba, odiaba tanto a ese hombre como ninguno.
Gaomei esta vez apretó los dientes y agarrando la parte delantera de la túnica de Zhiyin rasgó la tela con fuerza dejando al descubierto todo su torso junto con la herida de su vientre que para ese momento se había abierto tanto que la piel sería complicada cocerla y que quedara una cicatriz decente. Una marca horrorosa.
Y Gaomei pareció ver esto porque su expresión de asco fue enigmática. Se levantó y se alejó como si mirara algo totalmente asqueroso. Y Zhiyin no podía hacer nada. El estado de su cuerpo estaba así por culpa de ellos mismos. Incluso podía sentir que se estaba infestando, solo le preocupa que en ese tiempo y con la poca accesibilidad a antibióticos se volviera peor.
-¿Qué?- Zhiyin lo provocó- Acaso no ibas a hacer algo- se burló a pesar que sabía que no resistiría tener un acto sexual.
-Tú- Gaomei apretó las manos a cada lado de su cuerpo y alzó la mano para golpearlo cuando una voz se escuchó desde la puerta.
-Acaso no has terminado de hacer lo que tenías pendiente con tu puta-
Ambos miraron al recién llegado que estaba recostado en el marco de la puerta y tenía una mirada de fastidio, con los párpados entrecerrados.
-Dijiste que te encargarías de él rápido que estabas cansado de soportar sus cosas, pero al parecer estabas atendiendo otros asuntos más importantes- su mirada recorrió la forma en que la túnica había sido desgarrada que a pesar de la sangre se notaba que era para algo más. Celos
-No te metas en esto Suchao- le gruñó Gaomei y el rostro del nombrado se ensombreció.
-Acaso lo trajiste solo para esto. Prometiste que ya no lo tocarías y que después de cumplir con tu objetivo te desharías de él y te quedarías con su hijo que es lo único que necesitas- el más joven decía con los dientes apretados mostrando sus verdaderos colores y el odio y celo que le tenía a Zhiyin desde que era Fujie y eran niños- ¿Por qué te sigues aferrando a alguien que incluso se vendió tan fácilmente a otros hombres? ¿Qué tiene de interesante esta puta? No es nadie. No vale de nada. Hay muchos mejores que él. Tú mismo lo dijiste. Me lo dijiste.
-Cállate de una vez Suchao- el hombre le gritó a modo de amenaza- No me cuestiones mis decisiones. Yo hago con él lo que quiera. Es mío y lo sabes muy bien.
-Yo soy quien ha estado a tu maldito lado todo este tiempo, en todos tus planes, incluso fui quien curó tus heridas esa noche que pasamos juntos, y ahora simplemente lo ves y corres por él. Te traicionó, fue capaz de atacarte, te dejó de lado y tú como un perro vas detrás de ...- no pudo continuar con sus palabras cuando su rostro fue golpeado y se giró hacia un lado del dolor.
Suchao se tocó la mejilla herida. Sus sentimientos estaban como en una bola de fuego. Había curado a Gaomei después de que volviera vencido de la secta Tongli cuando la invadió. Él era el que había estado a su lado, el que lo había consolado en medio de su frustración, el que nunca lo había traicionado, el que había calentado su cama en aquel momento de euforia en medio de su rabia por el ataque de Fujie para que simplemente lo hubiera despachado al amanecer. Y aunque tenía como objetivo fama, dinero y el poder de una secta, él quería algo más. Algo que nunca lo había visto como algo más que una herramienta para lograr sus objetivos.
Ahí Zhiyin no tenía que ser tan inteligente para saber que Suchao lo quería fuera del camino y a pesar de sus discursos en sus encuentros pasados donde lo incluía en el trío, su verdadero objetivo era deshacerse de él y ocupar su lugar a lado de Gaomei. Por él se lo regalaba en bandeja, no quería a ese hombre ni en pintura. Lástima que cierta persona no parecía muy interesada en eso.
El bombillo en la mente de Zhiyin se alumbró. Quizás lo podría utilizar para poder salir de allí de alguna forma. Era momento de usar métodos de manipulación, solo debía esperar el momento indicado.
«Esposo mío, creo que lograré salir de aquí» pensó con dolor en su corazón.
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