Capítulo tres 💜
La habitación es enorme, caben dos departamentos míos en ella. Tiene un pequeño sector con un sillón y televisión. Aunque si no te place sentarte en el sofá, a unos metros está una cama king donde también se tiene una vista perfecta de la tv. Junto a esta hay un pequeño balcón y del otro lado, existe un armario. Toda la habitación lleva ese aire tropical que debe tener unas vacaciones, aunque estamos a mitad de año.
Desempaco rápido—los botones me han subido las valijas—y me coloco a la misma velocidad un vestido con estampado de frutas que confeccioné yo misma.
Cuando me quiero dar cuenta estoy atravesando las enormes hectáreas que pertenecen al hotel. Efectivamente, hay un enorme campo de polo y a un lado, mesas blancas con sombrillas de estampado floreado y asientos. Se nota que es un evento de élite, las sillas son las típicas doradas con el respaldo de forma de corazón como las que usan en cafeterías parisinas. O eso suelen mostrar en las películas.
Hay un pequeño edificio blanco, arriba de él, un palco del mismo color, al cual se llega a través de unas escaleras de mármol que resplandecen bajo el sol del mediodía.
—¡Liz!—exclama Cel apenas entro en su campo de visión—. Ven, te presento a mis amigas.
Hoy lleva un vestido blanco con flores rosas apretado al cuerpo. Me gusta, no es pretencioso. La única desventaja es el hecho de que combina demasiado con los techos de las mesas individuales que he dejado atrás.
Por un segundo me inquieta notar que no hay ninguna libre, pero en cuanto me percato de la enorme mesa cubierta de un mantel blanco que ocupa gran parte del palco, me siento relajada porque la mayoría de los asientos no han sido ocupados.
—Ella es Jessica—Me informa cuando nos acercamos a la punta de esta. Luego, señala a la muchacha que está sentada enfrentada a ella—. y ella es Dove.
Como era de esperarse son dos muchachas sacadas de revista, es decir literalmente, porque son modelos como ella, o al menos eso me dice por lo bajo Celina luego de mencionar sus nombres.
—¿Tú eres amiga de Jake o...—pregunta Dove, se la ve un poco confundida.
Celina se apresura a aclarar:
—No no, ella es la mejor amiga de James, bueno es casi como otra hija más para los Foster.
Abre mucho los ojos.
—Oh bueno, es genial tener a otra mujer en la mesa—me dice cuando Cel me ofrece con un gesto para que me siente al lado de su amiga. Las sillas son muy comodas—. Habrá mucho que hacer para la boda.
—Bueno sí es que se hace—comenta Jessica, cruzandose de brazos.
Tiene una sonrisa burlona en la cara, no lo está diciendo en serio.
—¡Jessica!—la regaña Cel,mientras toma el asiento encabezando la mesa.
—Tú sabes que cuando quieras nos tomamos un bote en el muelle y nos vamos a las Vegas a vivir de solteronas—comenta.
La pelirroja pone los ojos en blanco con una sonrisa en la cara.
—Disculpala Liz, a veces tiene un humor pesado.
Si supiera que convivo con el humor de Raven...
Meneo la cabeza, restándole importancia.
Tampoco es como que le haya prestado atención porque vienen los meseros con unos aperitivos que se ven increíbles y no dudo en tomar uno para depositarlo en mi mesa. Cel hace lo mismo. Sin embargo, nuestras dos acompañantes no se avientan a la comida con tanto entusiasmo.
—Toda la comida es sana, no se preocupen—las tranquiliza ella.
Ahora sí, las dos toman uno.
Frunzo el ceño.
—Va a ser temporada de pasarelas en poco tiempo—me comenta Dove, seguro pensó que estaba desconcertada pero la verdad es que lo sé, solo que no estoy de acuerdo.
No entiendo por qué es necesario que las modelos deban seguir dietas tan estrictas, es una estupidez enorme. Así como el cannon de belleza, toda esa porquería que se crea en torno a la moda es lo que no me gusta. Como diseñadora me he prometido hacer ropa para todas las tallas, ninguna mujer debería cambiar su cuerpo para entrar en una prenda; es mucho más fácil que se cree ropa para su cuerpo. Es lo que debería pasar.
Y las pasarelas deberían permitir modelar a cualquier mujer que quisiera hacerlo. Después de todo, los modelos de belleza los crea la sociedad. En el renacimiento las mujeres más grandes eran consideradas las más hermosas. Por lo que, podemos notar que todo esto es una tontería que se crea solo para dañar a todo aquel que no siga el estándar.
Mientras tanto, hay millones sufriendo por tener esto o lo otro, por ser esto o lo otro. El mundo será mejor cuando nos aceptemos como somos.
—¡Cel!—exclamaron dos voces con tono infantil.
Un niño y una niña se acercaron a abrazar a Celina. Unos metros más atrás, una mujer viene subiendo las escaleras.
—Tomy y Sasha, que grandes que están—Se separan para inspeccionarlos a ambos.
El parecido entre los niños es evidente: ambos son castaños de ojos marrones y sus facciones son prácticamente iguales. Son mellizos sin duda.
—¿Qué les dije sobre subir las escaleras corriendo?—los regaña la mujer.
—Que no lo hagamos porque es peligroso—responde Sasha, mirando sus zapatos.
La mujer suspira y se acerca a abrazar a la novia de Jake.
—¡Meghan!—exclama emocionada. Sus ojos brillan como perlas—. ¡Gracias por venir!
—Mirate, ya te vas a casar y luego, tendrás hijos—alega con tono nostálgico.
La mujer no parece sacada de la élite, de hecho, es bastante sencilla. Lleva puesto un blazer rosa con jeans azules. Me pregunto su parentesco con Cel, porque tampoco se parecen. Y no recuerdo haberla visto antes, ni siquiera cuando la misma vivía en frente.
Cuando se separan, la mujer viene a depositarnos un beso en la mejilla a cada una.
—Chicas ella es mi ex niñera, Meghan—nos presenta—. Prácticamente como mi segunda madre.
Por eso no la conocía, es su niñera. Seguramente cuando ya estaba en la facultad, la dejó de cuidar.
»Meghan, ellas son mis amigas Jessica y Dove, las conocí en París—continúa—. Y ella es Lizzie, prácticamente la hermana de James.
Me corro a un costado para que Meghan pueda sentarse a mi lado. Le dice a los niños que vayan a jugar por ahí y sus hombros se destensan un poco.
—Tener hijos es muy difícil—suspira.
Me habla a mí.
—Lo imagino.
—Pero no cambiaría a esos dos por nada en todo el mundo.
Sonrío.
—¿Son mellizos, verdad?—le pregunto.
—Sí, y son putos terremotos.
—Quisiera tener mellizos algún día—Suelto.
—Pues creo que no te lo recomiendo mucho—Su expresión refleja cansancio—. En especial cuando son bebés, cuando uno llora, el otro también. Recuerdo que una vez...
Termino conversando con ella más de lo que imaginé. Debo decir que me agrada Meghan. No pronuncia las palabras con elegancia ni cuida lo que dice, las conversaciones con ella se sienten naturales.
Entre más pasa el tiempo, el palco se va llenando. Hay muchísima gente. Las copas van de aquí para allá, el sol está refulgente y el partido comienza.
—¡Ya salieron!—exclama Celina, asomándose por el balcón.
Nos acercamos a su lugar. Toda le gente está amontonada viendo el juego, así que encuentro lugar justo al lado de Mandy.
La veo bastante nerviosa e inquieta, está esperando impaciente la entrada de sus hijos. Hay dos equipos; unos tienen remeras rojas y otros azules. Son cuatro en cada lado. James pertenece al segundo grupo, me alivia saber que Jake también. Sino ya sabemos cómo podría terminar esto. Raven también está en ese equipo. Luego, hay un muchacho rubio que nunca había visto en mi vida, pero Dove exclama eúforica apenas lo ve salir:
—¡Ahí está Matt!—Me mira con los ojos llenos de alegría—. ¡Es mi novio!
Asiento, confundida. Celina ríe a mi lado.
Vuelvo la vista a la cancha, mis ojos irremediablemente caen en él. Se ve increíble, el viento le mueve unos mechones largos que tiene mientras cabalga sobre su corcel negro que tiene desde los ocho años. Se llama Refulgente, y no le gusta que otras personas se acerquen a él porque lo admitiré, a veces es un rico caprichoso niño de mami.
Los jugadores se colocan en el centro de la cancha y comienzan a disputar la bola. Sonó raro.
Los minutos pasan y parece que todo va bien.
El juego está en calma hasta que no lo está, Jake lleva la bola en línea recta y entonces, sin razón aparente, James se le atraviesa. Lo infraccionan. El hermano mayor comienza a protestar, mi amigo se encoge de hombros como si no tuviera idea de lo que sucedió.
Ocurre no solo una, sino dos veces. Jake acerca su caballo al de James y por la forma en que se mueven sus bocas, noto que han llegado las protestas. Raven los mira con el ceño fruncido y Matt está realmente confundido con el hecho de que su propio jugador saboteó el juego.
—¿Qué pasa? ¿Se están peleando?—pregunta Jessica, achinando los ojos.
—No entiendo realmente—expresa Cel con una mueca de incredulidad en el rostro.
Yo, sí.
—Ay, no—expresa su madre, a mi lado.
—¿Qué pasa, Mandy?—le pregunto.
Pienso "De seguro está preocupada porque sus hijos comiencen una pelea a mitad de partido". Pero su vista no está en el juego, sino en un lado del juego.
—Esos niños están muy cerca de la cancha—me responde, inquieta. Se pone de puntas de pie para ver mejor—. Tengo miedo de que una pelota le haga daño.
Miro en la misma dirección que ella; son los hijos de Meghan. Están jugando muy cerca de allí.
—¡Sasha! ¡Tomy! ¡Salgan de ahí!—grita, atrayendo las miradas de algunas personas.
Sin embargo, aunque todo el palco haya escuchado, sus hijos no lo han hecho.
—Hay mucho ruido en este lugar—comenta Mandy, meneando la cabeza y frunciendo el ceño—. Habrá que bajar.
—No se preocupen, yo voy—aviso.
—¿Estás segura, Liz?—pregunta Meg—. Yo puedo ir por ellos.
Solo tengo que darle un vistazo para saber que está bastante cansada. Sus ojeras son profundas y adquirieron un color negro. Lo que esta mujer necesita es tomarse un respiro por un segundo. Además, ¿Qué tan difícil puede ser? Les digo que vayan a jugar a otro lado y ya.
Asiento.
—Ya vuelvo.
Bajo las escaleras con rapidez. A pesar de que hay muchas mesas con asientos, la mayoría de los invitados han abandonado sus asientos. Noto a muchos emocionados por este evento deportivo.
«¿Qué le pasa a James? Está jugando jodidamente mal.
Oigo que le dice un hombre a otro cuando paso por su lado.
Camino alrededor de la cancha atrayendo algunas miradas, sé que no es normal lo que hago. Por lo general, las personas que miran el polo se quedan en el margen, no es como que rodean el área irrumpiendo en todo. Es decir, no la estoy atravesando, eso sería demasiado pero es obvio que no estoy donde debería.
—¡Liz!—Me llama Raven desde en medio de la cancha, está montando su caballo.
Ningún otro jugador está concentrado en lo que hago, de hecho, el polo está ardiendo pero parece que él paró para poder hacerme una expresión de confusión en el lenguaje de Rav es como ¿Qué carajos creés que haces?. Me encojo de hombros, inhibida pero sigo caminando.
Dios, estoy tan cerca que veo las llamas en los ojos de Jake cuando pasa por mi lado furiosamente con el caballo para alcanzar a los demás jugadores.
Al final, llego con éxito.
Los nenes están jugando con una pelota de polo, lanzándose como si fuera una pelota de playa. ¿De donde la sacaron? Da igual.
—Oigan, niños—me acerco con aires de maestra de jardín de niños.
—¿Qué?—responde la niña.
Sus ojos brillan con fuerza. Es tan tierna.
—¿Les molestaría jugar un poco más allá?—señalo un lugar más lejos y seguro.
No puedo evitar alternar la mirada entre ellos y el juego porque realmente tengo miedo de que un caballo se vuelva loco, arremeta contra mí.
Si pasa eso, uso de escudo a los niños.
Es broma.
Ambos voltean la vista hacia el lugar indicado y la vuelven a posar en mí.
—¿Por qué?—pregunta el niño.
—Es que aquí está peligroso, ¿Saben? Están jugando por allá—señalo la cancha.
Ellos miran hacia el juego y vuelven a mí.
Comparten una mirada y suspiran un "ahhh". Bien, lo comprendieron, todo bien.
—Sí, así que movamos la fiesta hacia otro lado—Estoy usando un tono demasiado animado, me pregunto si por fuera parezco una loca.
El hecho de que los dos sigan jugando como si no acabase de decir nada, me desconcierta.
Levanto la mirada hacia el palco, veo a Meghan con cara de pregunta. Levanto un pulgar en el aire.
—Oigan—Me encorvo para estar a su altura—. Aquí podrían salir lastimados y...
—Nos gusta jugar aquí—contesta la niña.
—Sí—apoya el hermano—. Nos gusta mucho.
—Pero...
—No vamos a movernos, señora—me interrumpe Sasha.
¿Qué carajos? No son tiernos, sino que todo lo contrario. ¿Qué? Me acaba de decir señora. No te alteres lizy, para ellos todas las mujeres son señoras no tiene que ver con la edad.
Miro de reojo el balcón, Meghan está realmente preocupada.
—¿Cuántos?
—¿Qué?—pregunta la nena.
Sí sí, hagamos los inocentes.
—¿Cuántos billetes quieres?—refuto.
Dejan de jugar y se colocan ambos frente a mí, es como si lo hubiesen planeado.
—Veinte, diez para cada uno—dice.
Miro por un segundo la cancha, siguen enfurecidos. El público está gritando y exclamando.
—Diez, cinco para cada uno—comento.
Ella lleva una mano a su mentón, meditando.
—Mmh trato...—extiende su manita pequeña. Cuando estoy a punto de tomarla, dice:—. y queremos montarnos en ese caballo.
Sigo la punta de su dedo.
Es el caballo de James. ¿Quieren tocar a Refulgente? Oh no, a él no le gustara eso.
Pero le prometí a Meghan que podía hacer esto, además es un estúpido caballo. Puedo llevarlos a los establos cuando James no esté, nunca lo sabrá. Mejor terminar esto antes de que salgamos heridos.
—Trato...—respondo, pero antes de poder terminar la veo.
Viene hacia aquí a una velocidad impresionante; como un proyectil y justo en dirección a mi rostro.
Cuando la pelota impacta contra mí, pierdo inestabilidad. Caigo al suelo y antes de ver todo negro, detecto el rostro de varios jugadores.
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