Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo dieciocho 💜

Kaitlyn.

Ese era el nombre de su madre. Trabajaba para las empresas Foster, era secretaria de Russell y su gran amiga. Una noche de confusión, bastó para traer a James a la vida. Nunca la conocí, porque cuando los Foster se mudaron, la razón era que la familia se agrandaba. Ya no eran tres, sino cuatro, porque James viviría con ellos.

La primera vez que vi a ese revoltoso hombre de veinticinco años que ayer me besó y dejó un terremoto dentro de mí, fue en el período de duelo por la muerte de su madre.

Lo único que sé de ella es la poca información que él me brindaba en momentos donde entraba en crisis. Sé que vivió junto a su madre hasta los siete años y que la quería mucho. También entiendo que guardaron sus cosas en el ático, y que Mandy, cada tanto, lo encontraba revolviendo.

Mucho tiempo después, me enteré que ella se había ahogado en la bañera de su departamento, James fue quién la encontró. Se supone que se quedó dormida mientras tomaba un baño, debido al cansancio que llevaba en el cuerpo. Luego de lo sucedido, por obvias razones, renunció a la empresa, comenzó a trabajar en un bar y tomaba todos los turnos que podía. Además, cuidaba de James.

El señor Foster le pasaba el dinero que correspondía porque de hecho, no tenían mala relación. Eran una familia ensamblada, Mandy sí emitió queja al respecto cuando la engañó—lo cual todo ser humano comprendería— pero no cuando Kaitlyn apareció embarazada. Ella simplemente lo aceptó porque sabía que se trataba del medio hermano de su hijo. Eso hizo las cosas más fáciles. Incluso, muchas tardes, James se quedaba en casa de su padre para que Kaitlyn pudiera descansar un poco.

Pero a pesar de la ayuda, las consecuencias llegaron. Y James se mudó con el señor Foster. Las cosas fueron distintas para él desde entonces.

Lo observo, inquieta. Sigo sobre él, tengo la cabeza apoyada sobre las manos. Cuando abre los ojos, doy un pequeño respingo pero al instante regreso a mi posición.

—Buen día—Me saluda, alza un poco la cabeza para verme y achina los ojos—. ¿Me estabas viendo dormir?

Las mejillas se me calientan.

—N—no—susurro.

No hicimos más que acariciarnos, ayer llegamos a un punto en el que él se negó a seguir y me susurró con esa voz tan cálida que tiene «Liz, me gustaría que la primera vez que estemos juntos no fuera en este motel». Y aunque tenía el cuerpo prendido fuego, me pareció correcto. «Además, no tenemos protección», agregó. Tenía razón.

Coloca un brazo detrás de su cabeza.

—¿Qué fue lo que me dijiste ayer sobre montar?—se hace el desentendido.

Abro los ojos con espanto.

—Ay, no—escondo el rostro entre mis manos.

Se ríe.

—Lamento haber detenido lo de anoche—se disculpa—. Es solo que creí que lo mejor sería que tuvieras un buen recuerdo de tu primera vez. No quiero ser el hombre que te quitó algo tan preciado en un motel que caía a pedazos. Sería una buena historia, pero bastante deprimente.

—¿Tú sabes que yo...

—Está bien, no hay que hablar de eso—me tranquiliza.

Lo habrá notado en lo inexpertos que fueron mis movimientos, era más que obvio, tenía las manos temblorosas y cada tanto me faltaba el aire. El miedo me brotaba por los poros.

—Debes pensar que soy una tonta—digo, avergonzada—. ¿Qué mujer llega a mi edad así?

Frunce el ceño.

—No pienso eso, en absoluto—contesta—. Tampoco soy quién para juzgarte, cada uno tiene sus tiempos. A veces cuando nos apresuramos, las cosas salen mal.

Suelto un suspiro.

—Creo que fue lo mejor—determino—. Después de todo, resultó...una bonita noche.

—«Bonita»—repite—. Estamos en un cuento de hadas, ¿Eh?

Me río.

—Dime una cosa—comenta divertido—. En tu historia, ¿Soy el príncipe o el villano?

Aplasto los labios, pensativa.

—Creo que el príncipe.

Exhala con fuerza, cansado.

—No pareces conforme—le digo con una sonrisa.

—No quiero mentirte, Liz—me mira, fingiendo estar exasperado ante el tema—. Siento que el amor que tengo hacia ti se acerca más al que el villano tiene de la princesa.

Me incorporo, sin dejar de cubrirme con las sábanas. Él hace lo mismo, aunque deja su pecho al descubierto.

—¿De qué hablas?—le pregunto, confundida.

Lo veo acercarse lentamente, hasta que su respiración golpea mis labios y humedece mi oreja al susurrar:

—Quemaría el mundo por ti—confiesa—. Dañaría a quién sea que intente lastimarte.

Ay, mierda.

—No hace falta que lo hagas— me niego—. Me gusta cuando eres bueno.

—Eres un ángel— me sonríe.

Y de pronto, me da otro beso de esos que me hacen perder la razón por completo. Aprieto la tela contra mi pecho y parece que él lo nota porque se detiene, mira la mano que impide que pueda ver mi desnudez y vuelve a mirarme con la ceja alzada.

Se ríe.

—¿Qué?—le sonrío.

—Debo confesar que estoy obsesionado contigo, me divierte ver cómo intentas cubrirte, ignorando el hecho de que ayer te vi desnuda.

Me atrae hacia él y entonces, cierro los ojos, esperando un beso. No obstante, nunca llega. Cuando los abro, noto que se ha puesto de pie para comenzar a vestirse.

¿Está huyendo?

—¿James?—sale de mi boca.

—No avisamos que pasaríamos la noche aquí, deben estar preocupados—Suspira—. Voy a pedirle a esa mujer algún teléfono, ya vuelvo.

Comienza a caminar hacia la puerta.

—James—lo llamo.

Se detiene y me da una mirada con el ceño fruncido.

Me levanto rápidamente y le doy el beso que me corresponde. Él acepta sin mucho problema. Es la primera vez que tengo la libertad de besarlo sin temerle al rechazo.

Siento sus manos recorrer mi cuerpo desnudo hasta que me aleja unos centímetros.

—Liz, no soy tan fuerte—me ruega y se nota que está haciendo un gran esfuerzo porque traga con fuerza e intenta desviar la mirada hacia otra parte—. Mientras llamo, ve a ponerte ese lindo vestido que traías ayer, ¿Quieres?

Pasan unos segundos en los que no me muevo, es que no quiero separarme de él.

—Por favor, por el bien de mi salud cardíaca—agrega.

Asiento. Deposita un casto beso en mis labios y acto seguido, abre la puerta de la habitación. Por un momento, el lugar se tiñe con la luz del sol antes de volver a ser consumida por la oscuridad cuando cierra la puerta.

De inmediato, comienzo a buscar mi ropa por la habitación. En cuanto tomo mi ropa interior, las imágenes de anoche vuelven a reproducirse en mi mente.

No puedo creerlo, él se confesó. Bueno, a medias. Y ahora somos...¿Novios? ¿Amigos con derecho? No lo sé, quizás deberíamos hablarlo. Aún no se me olvida que Celina está en la ecuación y ahora me preocupa que lo de ayer solo haya sido un arrebato como el día en que se emborrachó y se introdujo a mi habitación. Espero que esto no sea la segunda parte.

Pienso, ¿Será muy pronto para pedirle un título? Es que necesito una certeza, algo que pueda asegurarme que es mío. Bueno, en realidad no quise decir eso, sé que nadie es pertenencia de nadie pero me refiero a que necesito entender si somos exclusivos, ¿Estoy siendo muy pesada? ¿Me estoy precipitando? Las personas a veces tienen sexo casual, a veces solo quieren saciar sus deseos.

Pero ayer no fue así, no fue solo un encuentro. ¿Cómo pudo serlo? Si le abrí mi alma, la extraje de mi cuerpo y se la entregué sin pensarlo. Él me dijo que me amaba, bueno, me dijo que no me odiaba. Oh, ¿Habrá sido buena idea? La verdad es que estoy confundida.

Me coloco el vestido. Sí, ese «lindo vestido» que mencionó James y me acerco al espejo para ver los restos de ayer. Arreglo mi cabello que está hecho una maraña y lavo mi cara. Intento cubrir las marcas en el cuello con mechones de mi cabellera.

Arreglo la cama con rapidez. Es curioso pero, al final solo necesitábamos una. Cuando me aseguro de que todo está en orden, salgo de la habitación.

Al bajar las escaleras, no encuentro a James pero mis ojos dan con la presencia de Mildred en administración. Me acerco a ella sin pensarlo.

—Buenos días—me sonríe.

—Buenos días—correspondo.

—¿Cómo durmieron ayer?—pregunta mientras toma café en una taza roja.

Me toma unos segundos pensar una respuesta adecuada:

—De maravilla, tiene usted un muy bonito sitio—Ella asiente con el rosto iluminado—. Por casualidad, ¿Ha visto a mi...compañero?

Señala una de las columnas donde James está recostado mientras se encuentra en llamada con alguno de los chicos. Me alivia saber que aún sigue aquí y no salió huyendo. No negaré que por un segundo lo pensé, creí que se había ido al hotel corriendo.

Cuando nuestras miradas se conectan, guiña un ojo en mi dirección mientras sonríe. Desvío mi vista, porque todavía no me acostumbro a esos movimientos con intenciones de coquetería pero me acerco a él nerviosa, sin una razón por la cual estarlo. Ya ha visto todo de mí, no hay nada que pueda ocultar.

—De acuerdo, te esperaremos aquí—le responde—. Ah, y trae mi billetera.

Parece que la otra persona dice algo odioso porque al instante pasa una mano por su rostro, exasperado.

—No, no le debo dinero a un vago—suspira. Se oye a la otra persona del otro lado del auricular decirle un par de palabras que lo hacen fruncir el ceño—. Voy a colgar ahora mismo.

Y sin mucho más, cuelga. Me mira, alzando el celular.

—Raven—decimos al mismo tiempo y sonreímos.

Se me van a caer los labios de tanto sonreír, pero no puedo evitarlo. Es reconfortante ver que hay una conexión real entre nosotros.

—Va a tardar un rato, habrá que esperar—Hace un gesto con la cabeza hacia las escaleras para que tome asiento.

Me acomodo en el escalón mientras veo que le entrega el teléfono a Mildred. Luego, vuelvo la vista a mis alrededores.

Es un buen lugar, en el que se puede ver la entrada y además, entrega un gran paisaje del bosque. Al final, la naturaleza no es algo externo como muchos pintan; creo que el problema del ser humano surge cuando se olvida que es parte del ecosistema. Cuando se ve a sí mismo como un caso aparte.

La vuelta de James me extrae de mis pensamientos. Lo veo sentarse en el escalón de abajo, dado que la escalera es pequeña y no entraríamos los dos en uno.

—Liz—me llama—. Ayer, antes de lo que pasó, todas esas cosas que dijiste...

—No te preocupes, es que estaba muy cansada—lo interrumpo.

Pero no es eso, no estaba cansada. No entiendo desde cuando mi mente se convirtió en un caos. Aquello que antes era una habitación en blanco, ahora la imagino llena de escaleras de caracol sin salida y pasillos que se entrelazan entre sí. Sin embargo, no tengo necesidad de hablar de esto con él, ¿Para qué? Ya pasará.

Me mira con recelo y no puedo evitar inquietarme. Espero que no sepa lo de mis deudas, si Jake le dijo algo puedo llegar a morir aquí mismo.

—De acuerdo—cede.

Casi al instante, se queda ensimismado mirando los árboles con admiración, como si encontrara paz en el paisaje.

Mi cuerpo se relaja y termino soltando el aire que contuve.

Luego, muerdo el labio inferior, pensativa. Quizás sea buen momento para aclarar los hechos, pues estamos aquí solos. De otra forma, con Celina, Jake y los demás, será muy difícil lograr una charla en el futuro.

Me lleno de valor y lo llamo:

—James.

—Mmh...—Voltea con lentitud hacia mí.

—No quiero sonar pesada pero...—Por un segundo los nervios me detienen pero luego, doy fin a la tortura:—. ¿Qué somos?

Frunce el ceño.

Uh.

—¿Qué somos?—repite.

—Sí, tu sabes, quisiera entender si somos amigos o novios—divago, intentando explicarle—. O quizás...¿Entiendes?

O quizás nada, eso es lo que quiero decir pero siento que darle esa opción es como si la estuviera avalando.

—No lo sé, no me gustaría ir de prisa—duda—. No es fácil.

No puedo evitar decepcionarme, no es para nada la respuesta que esperaba. El corazón se me hunde en el pecho.

—¿Qué no es fácil?

—Tienes que entenderme, dieciocho años siendo amigos y la noche de ayer fue...—se toma unos segundos para meditarlo.

Espero un adjetivo bueno y enumero en mi mente todas las posibilidades que se me ocurren: ¿Buena? ¿Maravillosa? ¿Increíble? ¿Excelente? ¿Magnífica? ¿Estupenda? ¿Colosal? ¿La mejor en mucho tiempo? O quizás podría decir «bonita«, como yo lo hice. Me conformo con «cálida«, pero que diga algo que no me rompa en dos, por favor.

—Reveladora, de alguna forma—concluye.

—Entonces, ¿Solo tuvimos sexo?— sollozo. Oh, estoy llorando otra vez.

Acuna mi rostro con ambas manos mientras niega con fervor.

—No dije eso—determina—. Quiero tiempo, para pensar, eso es todo.

Meneo la cabeza, rechazando su tacto.

—Eso es un no—me recuesto en la baranda, desilusionada—. Me rechazas.

Apoya la mano sobre mi pierna. Ese condenado movimiento siempre pudo calmar la bestia en mí, hasta en mis peores días, pero no hoy. Me aparto.

Me juzgaran por adoptar una actitud infantil pero, ¿Quién puede reaccionar con madurez cuando se está enamorado? La gente hace locuras por amor, como si estuvieran en un estado que los vuelve tontos. En mis tiempos más escépticos he dicho «Qué ridiculez» y luego, me he dado cuenta que no hay consciencia cuando se cae en un sentimiento tan profundo.

—Liz—me llama—. No es un no, es un tal vez. Bueno, en realidad, no sé lo que es porque aún tengo que pensarlo.

—Un «tal vez»—me mofo mientras me cruzo de brazos.

Intenta entrar en mi campo de visión pero cuando nota que lo esquivo, toma mi mentón y me obliga a mirarlo.

—Amor, ¿Qué es lo que quieres que te diga?—aclara—. Me encantas, y ayer fue la noche más encantadora que tuve en mi vida. Es un placer verte con ropa, y más aún sin. Siempre has sido mi persona favorita en el mundo. Por Dios, siempre he estado obsesionado con la idea de nosotros—Sus palabras me impactan como una bola de cañón—. Pero, son muchos años de historia que cambian en una noche, mi mente ahora está hecha un lío, no diré cosas sin pensar que puedan llegar a herirte.

Estoy confundida, si siente todo eso, ¿Por qué necesita pensarlo? Es lo que no cabe en mi cabeza. Será que le gusta Celina, será que el plan sigue en pie y lo único que está haciendo es aprovecharse de mi pobre alma. Y sé que las inseguridades me ganan cuando le digo:

—James, ella te gusta también— Ni siquiera es una pregunta, es como si lo confirmara.

Comienza a negar con la cabeza, como si quisiera intentar encontrarle una explicación.

—No lo sé, tengo que pensarlo—Desvía la mirada—. Y además, es diferente.

—¿Diferente?

De su boca no sale ni un sonido, y me da un margen para reflexionar sobre lo que sucede.

Si sigue sintiendo cosas por esa mujer su mente debe ser un agujero negro. Sé que no lograré nada presionando para que me dé una respuesta, es probable que eso lo aleje aún más. Porque sí, está poniendo una pared entre nosotros al pedirme un tiempo. Está tratando de despegarse para pensar con claridad. Está alejándose, al menos por un rato.

—Bien, respetaré tus tiempos—es lo que digo.

—Tú también deberías pensar—sugiere.

Es cierto, debo admitir que estoy un poco asustada de lo que puede llegar a suceder entre nosotros si es recíproco. Cómo serían nuestras reuniones, nuestros encuentros y nuestras peleas. Todo cambiaría.

Y tiene razón, porque que una parte de mí—la que siempre lo amó— quiere saltar al agua así, sin mirar si la piscina está llena. En cambio, la otra parte, la sensata o la insegura —pues ya no sé distinguir una de la otra— está creando millones de escenarios en mi mente, todos revueltos y desordenados que me obligan a retroceder no dos, sino diez pasos. Y lo peor es que esa dualidad siempre ha habitado en mi ser, en cualquier área de mi vida.

Aquellas cosas que dijo me tienen segura pero a la vez, confusa y extraña. Creo que acaba de abrirse una puerta para la que ninguno de los dos, ni yo que lo he anhelado, estábamos preparados.

Tantas incógnitas e interrogantes luchando por un espacio en nuestras mentes...sí, definitivamente necesito pensar.

Aplasto los labios.

—Sí, eso creo.

Asiente.

Un silencio se instala por unos minutos, en el que solo se oye a la naturaleza hablar.

—¿Vas a seguir con el plan?—vuelvo a interrogarlo.

Alza una ceja como si su postura de «no decir nada hasta estar seguro» fuera firme, lo que provoca que haga un puchero.

—Comprendo...—suspiro, decepcionada.

Sonríe como si le causara ternura.

—¿Por qué mejor no hablamos de otra cosa?—apunta él.

Charlamos de cosas banales para matar el tiempo, le pregunto cosas sobre la empresa. Y aunque la realidad es que no comprendo nada de lo que dice, me agrada ver cómo se explaya de un tema que conoce muy bien y sobre todo, que le gusta.

Él también se muestra interesado en mis diseños, me pregunta cosas sobre moda que no creo que le importen pero noto que me presta atención, al igual que lo hice con él.

—Y entonces, me decidí por un vestido de flores—concluyo.

Cuando volteo hacia él, lo encuentro mirándome los labios y de pronto, me remuevo inquieta.

Intenta evadir la situación carraspeando.

—Así que vas a hacerle el vestido a Celina—Cambia de tema.

Frunzo los labios, preocupada. No tengo idea de cómo se enteró, pero ahora debo explicarle que no fue mi intención.

—Bueno, no es lo que quería pero ella vino desesperada a pedirme un diseño y cedí—Cierro los ojos—. Por favor, no te enojes.

Comienza a reír y al instante, entorno los ojos con recelo.

—¿No estás furioso?—inquiero.

—¿Cómo puedo enojarme por algo que yo mismo planeé?

Me quedo quieta.

—¿Qué tú hiciste qué?—Parpadeo confundida.

—Sabía que al romper el vestido, se abría una posibilidad de que tú fueras quién diseñará el nuevo—me explica y a medida que las palabras abandonan su boca, más me sorprendo—. Era una gran oportunidad para ti.

Me deja sin aliento.

—Además, me enteré que la boda será televisada—agrega—. Felicidades Liz, tu diseño estará en todas las pantallas del mundo.

—Ah, yo no sé que decir...—vacilo—. Honestamente, estoy impresionada.

Sonríe con superioridad.

—Soy una mente maestra—me guiña el ojo. Se apresura en aclarar:—. Bueno todo esto teniendo en cuenta que la boda se haga.

No digo nada.

—Y de no hacerse, igual recibirás el pago—agrega—. Realmente estaba tratando de que tú ganarás sea cuál fuese el final.

—¿Por qué?—Frunzo el ceño.

Él abre los ojos, impactado.

—¿Por qué?—repite y rasca su nuca, vacilante—. Bueno, porque sé que te estoy arrastrando a algo muy grande, entonces...de alguna forma, quería que recibieras un beneficio.

— ¿Y Raven qué recibe?

Él desvía la mirada al suelo, confuso.

—Él...—Carraspea y al instante, señala con la cabeza la camioneta que acaba de estacionar frente al edificio—. Mira, ya llegó.

Nos dirigimos hacia el vehículo mientras baja la ventanilla. Raven se quita las gafas de sol para darnos una mirada de arriba a abajo y luego se las vuelve a colocar.

—¿Qué les pasó?—dice con repugnancia—. Están demacrados.

—Yo casi muero—le digo.

—Ah, sí es cierto—Abre la boca, sorprendido—. Pues te ves bien para ser un cadáver viviente.

Le doy una mirada asesina. Él esboza una sonrisa de inocencia.

—A nosotros también nos alegra verte—comenta James con sarcasmo—. ¿Trajiste la billetera o no?

Él alza su mano, la cual encierra el objeto solicitado. Sin mucha vuelta, James se la arrebata de las manos.

—Voy a pagar la estadía—avisa.

—Bien, esperaré—dice Raven y acto seguido, vuelve a subir la ventanilla.

Cuando estoy a punto de abrir la puerta trasera, James atina a tratar de hacerlo por mí pero entonces tomo su mano para detenerlo porque aún tengo una pregunta rondando por mi mente.

Coloco mi espalda contra la puerta y alzo la cabeza para verlo. Otra vez, su mirada hacia mis labios es rápida, pero notoria. Comienzo a respirar con fuerza.

—James, ayer...—susurro, echo una mirada rápida hacia Raven para notar a través del vidrio polarizado que se encuentra mensajeando con alguien más y prosigo:—. ¿Pensabas en Celina cuando estabas conmigo?

Él alza una ceja y suelta una diminuta risa que significa «No entiendes nada».

—Te tenía delante desnuda, no podía pensar—Y su respuesta me paraliza. Al instante, la sangre corre a mis mejillas—. Ahora, sube al auto, amor.

Cierra los ojos por un momento como si se estuviera castigando internamente.

—Liz—se corrige—. Sube al auto, Liz.

Asiento, aún conmocionada y me meto rápido al auto como si no pudiera soportar la tensión entre nosotros. El deseo que el crea en mí y la situación que genera entre ambos es, con sinceridad, asfixiante.

Observo desde mi lugar, a través del vidrio, como le otorga un fajo de billetes a Mildred, quién lo recibe emocionada mientras da saltitos y a él, disimuladamente, una pequeña sonrisa se le planta en el rostro.

Ese es él. No aquella versión malvada que hace planes.

Exhalo con fuerza.

—Hay algo extraño aquí—De pronto, quito mi atención de James y la desvío hacia Raven.

—¿E—Extraño?—susurro, conmocionada.

Me mira con fijeza por el espejo retrovisor. Entorna sus ojos, como si sospechara lo que sucede entre nosotros. Sé que está analizándome y mi nivel de estrés va en aumento.

De pronto, James ingresa al vehículo y se posiciona en el asiento del acompañante. No tarda mucho en notar el silencio entre ambos. Nos da una mirada rápida.

—¿Sucede algo?—tantea, desconcertado.

—Eso es lo que quiero saber—se la devuelve Raven.

Él no se inmuta.

—¿Me preguntas a mí?—refuta.

—No sé, ¿Tú me preguntas a mí?—devuelve Rav.

¿Qué?

James alza ambas cejas, confundido.

—Yo no te pregunté nada—suelta y lo mira, preguntándose internamente si su amigo está bien.

—Ah—es lo único que sale de su boca y luego le da una advertencia:—. Te salvas por ahora.

Luego, el motor ruge como una bestia hambrienta y el vehículo comienza a andar a una velocidad promedio. Aprovecho el sonido abrumador del mecanismo del auto para soltar el aire que contuve por esos momentos.

—Tu madre está desesperada—le avisa.

—No me extraña—James mira el lugar del otro lado de la ventana.

—Casi le da un ataque cuando se enteró que me llamaste—informa mientras mira la carretera. Luego, voltea por unos segundos hacia su sitio con sugerencia—. Celina también estaba preocupada por ti—al instante se corrige—. Digo, por los dos.

Espero la reacción eufórica de James, pero no llega. Más bien, parece que no le importara mucho y tratara de fingir alguna clase de emoción.

—Pues que bueno.

—¿Qué te pasa? Te estoy diciendo que Celina estaba desesperada por ti—lo alienta.

Él carraspea, serio, y con disimulo me otorga una mirada a través del espejo retrovisor.

Me quedo petrificada, pegada al asiento como si tuviera pegamento. Y al instante, agacho la cabeza, apenada. Supongo que ya sabe lo que me afecta esta conversación, así que no soy capaz de ni siquiera verlo o de participar en ella.

—Al que no veo muy acongojado es a ti—James, desvía la atención hacia Raven.

Alzo la vista para encontrarlo mirándolo con una ceja alzada y una sonrisa socarrona.

—Por favor, ¿Creen que yo estaba preocupado?—Hace un gesto de despreocupación—. Para nada, no es como que fueran las únicas personas en mi vida o algo así. Además, sabía que estarían bien.

—Claro, seguro—dice James, asintiendo.

Durante el resto del viaje, los muchachos hablan de cosas triviales hasta que nos estacionamos en la entrada del hotel. Cuando ingresamos al edificio, encontramos a los familiares de James sentados en el vestíbulo.

Todos saltan emocionados en cuanto nos ven y la primera en venir a saludarnos es Mandy. Nos da un abrazo a los dos que por poco nos disloca la costilla.

—¡Ay mis niños!—exclama con los ojos aguados.

—Bueno, justamente niños no—le responde James con una ceja alzada.

Al rato, tengo los musculos cansados de abrazar a todos; desde Meghan hasta Matt. También Sebastian se acerca a sacudir a mi amigo. Y debo admitir que la sangre me hierve un poco cuando la veo a Celina aproximarse hacia James con los brazos abiertos.

—¡No saben lo preocupada que estaba!—informa la pelirroja sobre el hombro de su cuñado.

Jake solo se queda parado allí, no hace mucho más que ver todo con cara de nada. Ni emoción ni tranquilidad, simplemente él.

La pelirroja se me acerca para tomarme de los brazos.

—Que bueno que están bien—suspira y me da una sonrisa sincera.

Solo hay dos personas que no se han acercado a saludar.

—Ya está, aparecieron, a dormir—corta Hill con amargura.

Acto seguido, comienza a subir las escaleras con su marido siguiéndole el paso. Sebastian duda por un momento antes de perderse con ellos en sentido a las habitaciones.

—Yo también la quiero mucho—murmura un sonriente James con tono irónico.

Mandy menea la cabeza. Russell solo se limita a suspirar, exhausto.

—Que bueno que aparecieron, Ravennos estaba volviendo locos—comenta indignada Jessica mientras se cruza de brazos.

Ambos le damos una mirada de sugerencia al nombrado. Él hace un gesto de despreocupación.

—Eres una exagerada, Jessica—Raven pone los ojos en blanco.

Ella le da una mirada como de «¿Estás hablando en serio?».

—¿Exagerada? Hermano, no dejabas de dar vueltas creando escenarios imaginarios, casi llorando—Ahora es Gulliver quién habla—. Fue un martirio para todos.

—Gritabas «Nunca le dije a Liz cuanto la quería» y «Espero que James esté vivo porque es el único que me entiende»—aviva el fuego Keyle—. También dijiste que eras «huerfano».

Acto seguido, todo el grupo comienza a asentir y coincidir con el último comentario.

—Debo admitir que quise cerrarte la boca de un puñetazo varias veces—agrega Matt.

—Yo lo detuve—habla Dove con cierto orgullo por si m

Al final, él desiste.

—Está bien, entré en crisis, ¿Correcto?—cede y nos da una mirada a ambos—. No se ilusionen, estaba muy sensible ayer.

Me acerco a estrecharlo fuerte entre mis brazos.

—Ay, que lindo—expreso con ternura.

—Me asfixias, mujer—me obliga a soltarlo y cuando lo hago, acomoda su ropa. Lo mira a James—. Ni te atrevas a abrazarme.

—No se me pasaría por la cabeza—sonríe con la boca cerrada.

Mandy decide intervenir antes de que se cree una guerra y me parece lo más lógico.

—Me imagino que están cansados, ¿Comieron algo en ese motel?—pregunta y enreda su brazo entre los dos—. Vamos, cuentenmelo todo de camino al buffet.

¿Todo? Mejor no.

Mientras caminamos hacia el buffet, una sensación extraña se instala en mi pecho mientras veo la presencia de alguien muy conocido caminando en mi dirección.

—Liz—me llama una voz que reconozco al instante como la de Alan, quién sonríe genuinamente.

Me da un abrazo corto que no correspondo por el simple hecho de que me toma desprevenida.

—Me alegra que estés bien—me inspecciona con la mirada de arriba hacia abajo.

—No gracias a ti—Oigo que sale de la boca de James.

Abro mucho los ojos y Mandy le da un codazo que lo hace recapacitar. Él cierra los ojos por un momento, reprimiéndose.

—Lo siento, Alan, estoy un poco irritable por todo lo que pasó—Carraspea—. Si me disculpan, tengo hambre.

Sigue su camino hacia el buffet y los demás hacen lo mismo. Cel me da una mirada extraña mientras camina de la mano de su prometido.

Alan llama mi atención.

—Quería decirte que estuve pensando en lo que me dijiste.

Parpadeo.

—Lo de la cita—Me recuerda.

—Ah, sí claro, lo siento, es que aún estoy un poco entumecida—intento tomar mi casi como muerte como excusa.

Río para apagar la incomodidad.

—Bueno, creo que es una buena idea juntarnos a charlar—propone—. ¿Qué dices?

------------------------------------------------------------------

¿Qué tal people? Aquí un nuevo capítulo. En otras noticias, me abrí un tik tok, aún tengo que agarrarle la mano a el tema de la publicidad porque no logro que a la gente le guste mucho mis anuncios pero...ya se logrará. No se debe perder la fé.

Espero que disfruten el capítulo, cuando termine la novela, seguro la edite entera pero ya veremos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro