
Capitulo 10: La fiesta
Todo ha vuelto a la normalidad, excepto Levitt quien no me dirige la palabra después de lo sucedido con Samuel. Y Sofía, pues ella es otro caso aparte. Ella y yo estamos distanciadas ya que Bruno la rechazó luego de que se le declarara en medio del campus de la universidad. Aún no puedo olvidar sus palabras aquella tarde luego de lo sucedido.
—Siempre estas acaparando la atención de todos, Maximiliano, Julio, tu jefe y ahora Bruno, ¿Acaso los quieres a todos a tus pies Raquel?
Sus acusaciones me hicieron sentir muy mal. Yo no tenía la culpa de que se enamoraran de mí de esa manera. Mi vida estaba cuesta arribas. Me dolía no ser una buena novia, una buena amiga. Me dolía sentirme así aun cuando sé que no tengo la culpa de ciertos errores.
Arrugué la hoja de papel que tenía en mi mano y la lancé al zafacón sin éxito de que esta callera en este mismo. Hice una mueca y me levanté a recogerla. Odio esta patética vida que estoy llevando últimamente, creo que, si mi madre regresara a casa, desahogarme con ella sería mucho mejor.
Solo mi madre puede entender a esta loca que resguardo en mi interior, pero quien más puede hacerlo si ella fue la que me limpió el culo y aguantó todos mis llantos de niña.
La puerta se abrió dejando ver a Julieta con una carga de papeles sobre sus manos mientras hablaba por teléfono. Inmediatamente la vi, salí de la oficina porque últimamente evitaba pasar palabras con ella igual. Siento que estoy aislando a todos de mi vida.
Me paré sobre la puerta llevando una a mi corazón por el susto que me llevé al encontrarme a Levitt saliendo igual de su oficina.
Madre mía hoy está más apuestos de lo normal. Su cabello está perfectamente peinado hacía atrás y trae su característico traje negro que lo hace ver más sexy de lo que ya es. Él se me quedó mirando como si esperaba que yo de él primer paso de hablarle. Pero algo que tengo es que me sobra orgullo y yo no seré quien se arrastre por un poquito de placer. El empezó este juego así que él lo termina.
Ignorándolo caminé a la azotea en busca de aire. Ese hombre acabó con el poco aliento que me quedaba. Pero, para el nada es suficiente. Me siguió y ahora estaba cerquita de mí.
—Estás huyendo Raquel.
—No, tú estás huyendo.
—No tengo porque hacerlo. —Se aleja mientras dice tranquilamente.
—Yo tampoco —Respondo de la misma manera.
—Tengo mucho trabajo, por eso no he tenido tiempo para ti. —Explica alejado de mi piel, pero sin dejar de mirarme.
Espera que. ¿Tiempo para mí? Pero desde cuando es permitido hablar de la vida personal del otro o quizás desde cuando él tiene que dedicarme tiempo.
—No tiene por qué darme explicaciones. —Susurro fríamente volviendo a la formalidad en mis palabras.
—¿Segura? —Cuestiona.
Sus facciones no muestran enojo, ni frialdad, simplemente está actuando normal.
—Si.
—¿Y si me acerco?
—Yo me alejo. —Dije sin pensar.
—No estoy seguro de eso.
—¿Por q.... —Me interrumpe plantando un beso sobre mis labios. Cuando fue que se acercó de esa manera a mí.
Yo intento alejarlo, pero el vuelve a tomar mis labios con fuerza. Dios, cuando fue la última vez que tuve sexo, creo que ha pasado una eternidad. Y sentir sus labios moverse con tanta pasión sobre los míos intensificaron las pequeñas chispas en mi interior. Y luego de batallar para que me dejara finalmente accedí a su beso.
—No que te alejabas. —Dice apartándose de mi cuerpo.
— Imbécil. —Escupo enojada. No por sus palabras sino por sus acciones que desequilibran mis sentidos.
—Está noche pasaré por tu oficina a buscarte, quiero que me acompañes a una fiesta. —Responde ignorándome.
Cruce los brazos molesta. —¿Qué fiesta?
—No preguntes, solo obedece.
—Estoy en todo mi derecho, ¿No crees? —Gruñí, hoy estaba de mal genio y Levitt estaba jugando conmigo.
—Tengo que trabajar, recuerda pasaré está noche por tu oficina. —Vuelve a repetir ignorándome.
Se dio la vuelta y se fue como si nada. Si íbamos a ir a esa dichosa fiestecita porque no me dio el día libre para por lo menos irme a arreglar el cabello, pero no, el señor quiere tenerme de sumisa en su empresa.
Cuánto lo odio y a la vez lo deseo.
___
Ya era de noche, bueno no, era casi de noche. Julieta y yo estamos sentadas cada una en su puesto bajo una ley del hielo indescriptible. Eric entró a la oficina sin ni siquiera tocar la puerta algo típico en los hermanos Rojas.
—Buenas tardes, Raquel. —Saluda seriamente.
—Buenas señor Rojas.
Veo como se dirige al escritorio de Julieta y sin meditar palabras le hace una seña para que lo acompañe. Su rostro se ve disgustado. Ahí entendí que al parecer le molestaba que yo hablara con Eric. A mí me da igual. Ella debe de aprender a tener confianza y no siempre andar dudando sin razón alguna. Y eso es algo que aprendí con Maximiliano a tenerle confianza sin importar que y luego cuando llegan las sospechas poner las cartas sobre la mesa y acabar con todo.
Luego de un rato en lo que ambos no se inmutaban a moverse, por fin Julieta cedió y se fue con él.
Levitt justamente ellos saliendo, entró a la oficina. —¿Estas listas?
Alzo una ceja incrédula. Como cree que voy a estar lista si aún estoy trabajando desde las 8 de la mañana y ni siquiera he tenido tiempo para mí misma.
—Tengo mucho trabajo que hacer. —Le digo molesta.
—El trabajo puede esperar.
—Mañana hay una presentación importante y no creo que te guste un trabajo incompleto. —Le explico.
—Ya me encargué de eso, mi pequeño hermano hará el trabajo. —Como, escuché bien o estoy alucinando. ¿Su pequeño hermano? Pero si Eric se acaba de ir. —Se lo que piensas y no, no es Eric. —Dice respondiendo a mis dudas.
Ahora que recuerdo Levitt tienes 3 hermanos más parte de Eric. Como es que ese dato se me escapó.
—Mmm... Ok.
Me levantó arreglando mi arrugada camisa Azul y soltando mi cola que estaba agarrada con un bolígrafo, finalmente tomo mi bolso y mi abrigo y salimos de la empresa en su lujoso auto deportivo que creo que he visto uno igual antes.
El silencio en el auto era inminente. Él no hablaba y yo tampoco, no quiero hacer el ridículo. Recosté no cabeza sobre la ventana del auto viendo todo tipo de árbol pasar.
—Raquel.
—¿Sí? —Digo aun mirando el hermoso paisaje.
—Quiero que te comportes de manera correcta esta noche. —Mi cara se descompuso y mis hombros se tensaron.
—Me estás diciendo que no tengo modales. —Le reclamo enojada.
—No solo que t....
Ni siquiera lo dejo terminar y le digo: —Que yo que.
—Ves a eso me refiero. Eres impulsiva Raquel y tienes que aprender a controlarte.
—Y cómo quieres que actúes en situaciones como estás.
—Normal.
—Ósea que soy anormal. —Gruño perpleja.
—Lo estás malinterpretando.
—Sabes que, detente, quiero bajar.
—Raquel.
—Levitt.
—No haré eso.
—Bien como digas. —Cruzo los brazos y vuelvo a poner la cabeza rescotada sobre la ventana.
Después de horas manejando y bajo un silencio fulminante llegamos a la supuesta fiesta que ni siquiera parecía una. Era un club y estaba repleto de personas. En la entrada se podía ver el enorme letrero con luces led rojas y azules y justo al lado la silueta de una mujer y un hombre. Lo que más captó mi atención era el peculiar nombre "Lujuria". Tratándose de eso creo que este igual pertenecía a la familia Rojas, son muy raros en cuánto a los nombres.
Levitt baja del auto sin ni siquiera mirarme y yo no espero que el me abra la puerta, lo hago yo misma y salgo detrás de él. Él está enojado. Yo estoy enojada. Y somos dos bombas que le falta poco por explotar.
El guardia de seguridad lo deja pasar sin pedirle entradas. Con eso pude comprobar que mis suposiciones eran ciertas.
Al entrar, alucinada por el lujo que me rodea me olvido por completo de lo que pasó en el auto. ¡Increíble! El espacioso lugar estaba muy bien adornado, dentro tenía un pequeño bar y un largo pasillo con habitaciones en cada rincón. Esto me recuerda al club clímax y al "pasillo de la traición" como suelo llamarle luego de lo sucedido con Maximiliano.
Lo que más llamó mi atención es que las habitaciones tenían puertas de cristales, la cuales son un tanto trasparentes y otras opacas. Ambos íbamos caminando por aquel pasillo y pude ver a varias parejas teniendo sexo tras las puertas. Se veía como disfrutaban su sexualidad.
Todo era morbosidad en su esplendor.
¡Madre mía! Donde estoy metida.
—Espero que esto no te asuste. —Dice con un tono molesto.
—¿Por qué debería de hacerlo? —Alego nerviosa poniéndome a su lado.
Él toma una de mis manos entrelazándola a la suya y la lleva a sus labios plantando un beso sobre ella.
—Calma fiera. —Dice con una pequeña sonrisa sobre su comisura.
No contesto. No puedo hacerlo. Estoy tan bloqueada que no sé si aún sigo viva después de presenciar esa acción de ese pedazo de hielo. Como es que cambia de humor tan rápido.
Él me dirige a la última puerta del pasillo y la abre dejando ver en su interior la pequeña fiesta que se estaban montando sus amigos, que ni siquiera sé si lo son. Bueno. Eso creo.
En el pequeño grupo solo pude reconocer a Samuel, a los demás jamás lo he visto en mi vida o eso creo.
—El rey de los retos ya ha llegado. —Uno de los hombres dijo mientras se acercaba a nosotros.
Levitt me haló más a su cuerpo de una manera posesiva sin dejar de sostener mi mano.
—Omar, vaya bienvenida que me das. —Levitt le dice en tono juguetón.
—Y esta bella dama. —El hombre cuyo nombre es Omar toma mi mano que está suelta y la besa frente a Levitt.
De repente siento como aprieta mi otra mano y entre dientes dice. —Ella es Raquel, mi mujer.
Espera, que acaba de pasar. Aun sigo tratando de asimilar todo. Tengo a un hombre a mi lado, que igual es mi jefe y el causante de la ruptura de mi relación anterior que dice que yo soy su "mujer", aun sabiendo que ambos estamos bajo un acuerdo concertado cuyas normas no dicen que yo sería una clase de "novia" para él.
—Es un gusto Raquel. —No digo nada y veo como suelta mi mano rápidamente y se aleja lo más pronto posible de nosotros.
Yo suelto la mano de Levitt. Siento que esa furia que resguardo en mi interior está a punto de salir al ver a la rubia desubicada que me golpeó fuertemente en el gimnasio de Henry.
Su rostro muestra sorpresa. Me da una sonrisa de oreja a oreja y veo como se voltea y le susurra algo al oído de Samuel que está sentado a su lado.
¡Oh no! Ahí vienen. Mi respiración se agita y mis manos empiezan a temblar. Siento como Levitt me susurra "si estoy bien", pero no respondo. No puedo hacerlo. La mujer estaba irreconocible, no se parecía en nada a aquella arrogante luchadora. Su vestimenta, su cabello y su apariencia sobria no eran la misma.
—Raquel.
—¿Qué? —Logró reaccionar luego de algunos minutos.
—Te hemos estado hablando durante un buen rato y es como si no nos prestarás atención. —Dice señalando a Samuel y a la tipeja que se encontraban frente a nosotros.
—Lo siento. —Digo apenada y sobre todo nerviosa.
—Ella es Samira, la esposa de Samuel.
¿Qué? ¿Su esposa? Pero si días atrás me estaba tirando el rollo dentro del ascensor. O eso es lo creo.
Hago una mueca simulando una sonrisa y la saludo. —Mucho gusto mi nombre es Raquel.
—El gusto es mío Raquel. —Dice de la misma manera.
Al pasar los minutos, intentamos establecer una conversación, pero los hombres sólo estaban sumergidos en temas de negocios y todo se tornó un poco aburrido. Típico en las fiestecitas de millonarios. Yo me alejé en busca de una bebida para poder aguantar durante toda la noche.
—Vaya, que casualidad encontrarnos por aquí. —Samira susurra sobre mis odios. Sentí una enorme corriente estremecedora en mi cuerpo por su cercanía.
—No creas que me he olvidado de lo que pasó en el gimnasio. —Intento ignorarla sacando a relucir lo sucedido.
—Lástima, porque yo sí.
—Tipa arrogante. —Mis pensamientos salen por mi boca sin ni siquiera darme cuenta. Llevó una de mis manos a mi boca por error que cometí.
—Supéralo. —Me regala una sonrisa y se aleja de mí lentamente. Era como si intentaba sacarme de mis casillas.
:
:
:
:
¿Que les pareció el capítulo? Espero les esté gustando.
El próximo capítulo viene picante🙈
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro