Capítulo 20 - La tragedia de Halley
Halley abre los ojos lentamente y se da cuenta de que está en la enfermería.Se sienta rápidamente en la camilla. Su pecho se mueve agitadamente. La enfermera entray se le acerca al verla en tal estado.
—Tranquila, ya pasó. Unos compañeros te trajeron, ya que e desmayaste.
Mientras tanto, esos dos compañeros, discutían.
—¿En serio no crees que debería alguien avisarle a su novio? —dice una chica.
—¿Estás loca? —le responde un chico- Tú estabas allí ese día que ese tipo dijo que si alguien le hacía algo malo a ella sería peor que si se lo hicieran a él mismo. Ahora imagínate cómo se pondría si sabe que llevé a su novia en brazos a la enfermería. No quiero una golpiza, así que ya olvídalo.
—No seas tonto. Si sabe que ayudaste a la novia, tal vez no te haga nunca nada malo. Y a mí tampoco, que también participé.
Los dos van con Hunter, quien estaba sentado en las gradas del cuadro de fútbol esperando a que Halley saliera de su práctica, lo cual debió ser hace una hora. Ambos se le acercan con cuidado. Él los mira de reojo
—¿Qué quieren? —les interroga con su característico tono atemorizante.
—Es que tenemos algo que decirte —dice la chica metiéndole un codazo en las costillas al chico, quien responde temblando
—Bueno, es sobre tu novia.
Hunter lo mira seriamente. Luego empieza a bajar las gradas paso a paso de forma intimidante.
—¿Qué pasa con ella? —los chicos retroceden- Pregunté que qué pasa con ella —el chico se queda congelado. Hunter lo toma del suéter—. ¡Habla!
La chica interfiere.
—Es que ella se desmayó frente a nosotros y la llevamos a la enfermería. Está allí.
Hunter suelta al chico. Después, sin decir nada más, se va hacia la enfermería.
Halley salía de la misma, cuando él llega tras de ella. Le pone una mano en el hombro, a lo que ella se espanta.
—Halley, ¿qué ocurrió? —ella se pone una mano en el pecho mientras lo mira— ¿Qué tienes?
Ella se contiene una lágrima.
—Nada, no era nada importante.
Empieza a caminar. Hunter la mira y luego la sigue.
—Te desmayaste.
—Solo era agotamiento, quizás por el fútbol. Lo único que necesito es irme a mi habitación.
—Te llevo.
Ella no dice nada, solo asiente. El camino hacia los dormitorios es callado. Cuando llegan a la puerta Hunter le entrega la mochila, la cual le habia llevado.
—¿Segura que estás bien? -le pregunta sintiéndose con dudas.
—Ya te dije que solo es cansancio.
—Ahora debo irme.
Entra a la habitación. Ve a Jade, quien le habla.
—Oye, estaba esperándote para compartir estas galletas Oreo. ¿Quieres?
Halley niega con la cabeza.
—Voy a tomar un baño.
Se mete al baño. Una vez allí se mira al espejo. Sus ojos se cristalizan. Empieza a quitarse lentamente la ropa, cerrando los ojos con dolor. Abre la llave de la regadera. Mira el jabón y lo toma. Lentamente, lo dirige a su cuerpo para enjabonarse, pero una vez comienza a hacer eso los recuerdos le llegan como ráfagas. Recuerda las manos de aquel tipo tocándole, por más que ella tratara de resistirse. Siente asco, y más de saber que él le tocó su zona privada.
Una cosa es tener eso con alguien con quien lo desearas, como cuando ella tenía eso con Hunter, pero otra era que un desconocido a la fuerza te lo hiciera. Por ello, se sentía sucia. Lanza el jabón hacia un lado mientras se arrecuesta a la pared. Poco a poco, se desliza hasta quedar sentada, mientras el agua cae sobre ella. El sonido que hace la regadera silencia el llanto que empieza a surgir de ella. Siente que se ahoga, y no por el agua, sino por sus propias lágrimas.
Momentos después, sale del baño envuelta en una bata.
—Creí que te quedarías allí todo lo que resta del día —le comenta Jade.
Halley no dice nada, solo se acuesta en su cama.
—Quiero dormir.
—¿Tan temprano?
Halley le da la espalda. Jade la mira confundida.
Más tarde Jade duerme, pero Halley no. No podía conseguir cerrar los ojos sin que la imagen de lo que había ocurrido se le viniera a la mente.
Al día siguiente, no fue a clases. Por ese motivo Hunter va a verla a la habitación.
—¿Por qué no fuiste a clases?
—No me sentía bien.
—Me dijiste que no era nada malo lo de ayer, pero si no fuiste a clases, significa que es algo más -se acerca a ella-. ¿Estás embarazada y no me quieres decir?
—No lo estoy —se sienta en la cama.
Hunter se acerca a ella.
—Dime la verdad.
Halley quiere llorar, pero se controla. Para ella aquello que había pasado era algo que no podía ni contar, ya que, erróneamente, le avergonzaba.
—Te dije que no.
Él se acuclilla frente a ella.
—¿Entonces qué tienes?
Ella niega con la cabeza.
—Nada, solo estoy cansada.
Él la mira con dudas, pero optando por ni insistirle.
—En ese caso, no debo molestarte —se va.
Al quedarse sola, Halley llora
Al día siguiente, ella sale de la habitación con temor. Tenía tanto miedo de que esa persona apareciera de nuevo.
No tenía idea de quién era, por lo cual podía ser cualquiera. No sabía qué hacer, si vivir con temor el resto de su vida en el internado o simplemente irse, y esta vez definitivamente.
Al ir caminando hacia el salón de clases, ve a Hunter. Sabía que había sido dura con él la última vez que se vieron. Por ello, se le acerca.
—Lamento lo de ayer. Sé que fui grosera.
Él mira hacia otro lado.
—Me desconcierta un poco tu actitud. Dices que no te pasa nada, pero actúas como si sí te pasara algo.
Ella agacha la mirada. Hunter la toma de la mano y se la lleva a un salón vacío para hablar.
—¿Qué ocurre, Halley?
—No pasa nada.
—¿Lo prometes?
Ella se queda en silencio, pensando en la situación. Hunter ya tenía suficiente con lo de su hermana como para ahora lidiar con eso que a ella le pasaba.
Era mejor no decírselo.
—Sí, lo prometo —trata de sonreír.
Al día siguiente se encuentra con él en el viejo salón tras el cuadro de béisbol.
—Mis abuelos dicen que Sarah está mejorando, pero yo la vi igual —le comenta él—. Tengo miedo de que recaiga en las drogas.
—Esperemos que no sea así.
—Sí —le toma la mano—. ¿Quieres hacer algo este fin de semana?
—¿Algo como qué?
Hunter se acerca a ella y le aparta un mechón de cabello.
—No lo sé. Podemos salir a cualquier lugar —toma su rostro y se acerca a este para darle un beso.
Halley se queda quieta sin responderle. Él la besa con intensidad. Luego procede a bajar una mano por su espalda hasta llegar a su cintura. La pega a su cuerpo.
Ella se aparta de su beso, a lo que él aprovecha para besarle el cuello. Por primera vez, ella se siente realmente incómoda ante eso. Cierra los ojos, tratando de que sus malos pensamientos no le ataquen, pero es inútil. Comienza a recordar aquel momento que no salía de su cabeza. Las memorias de ese momento en que casi fue violada llegan en ese instante. Por ello, empieza a llorar, sintiendo que vive ese momento.
—¡No! —aparta a Hunter con brusquedad— ¡No me toques! —él la mira en shock, sin entender nada. Ella retrocede— ¡Déjame! —se agarra la cabeza.
Luego se pone de pie y le da la espalda.
Hunter, aún confundido, se acerca a ella.
—Halley...
Ella lo mira. Sin poder decir más, sale corriendo.
Al llegar a la habitación se acuesta en la cama y llora. Se sentía en un laberinto. Se cuestionaba a sí misma cómo podía seguir con Hunter, si no resistía ahora a que nadie la tocara. ¿Cómo saldría de esa, si ni siquiera quería que alguien supiera lo que le había pasado?
Más tarde Jade llega, pero al ver a Halley acostada cara hacia la pared cree que está dormida, así que no le habla.
Poco después Hunter toca la puerta.
—¿En dónde está Halley? —le pregunta a Jade— Tengo que hablar con ella.
—Duerme.
Hunter se acerca a la cama, en donde Halley pretende estar dormida.
—Halley.
—Creo que está enferma. Lleva días así, sin ánimos. Será mejor que la dejemos dormir.
—Necesito hablar con ella.
—Déjala dormir. Mejor mañana hablas con ella.
Hunter mira a Halley por un instante, pero luego se va. Ella deja salir algunas lágrimas.
Esa noche ella tampoco duerme, solo pudo llorar y llorar. Sabía que aquello que había pasado ese día debió ser feo para Hunter, pero no podía decirle lo que pasaba. Así como tampoco podía seguir de ese modo con él, por lo cual toma una decisión.
Por esto, La mañana siguiente lo va a buscar a su habitación.
—Hunter, ¿Podemos hablar? —él la mira sin decir nada, aún desconcertado por su actitud de los últimos días— Es sobre tú y yo —se controla las lágrimas con dificultad— Creo que lo mejor es que ya no sigamos juntos. Lo mejor es terminar nuestra relación.
Él sigue sin decir nada. Ella evita mirarlo, y sin poder decir más, se marcha.
Saliendo del edificio del dormitorio de los hombres, se va bajo un árbol para limpiarse las lágrimas que salieron mientras corría,
luego de haberle dicho a Hunter que terminaba con él.
Ella no quería eso, pero pensaba que era lo mejor. Hunter ya tenía mucho con lo de su hermana, como para cargar con las cosas que le pasaban a ella también, porque sabíaque si élse enteraba de lo que habíapasado, se indignaría y querríavergarse de aquella persona que quiso hacerle daño.
Por eso, aunque le doliera, debía alejarse de él. Además de que ya no quería estar allí en el internado, porque no tenía paz. Vivía con miedo de que esa persona fuera a atacarla de nuevo. No podía estar tranquila. Se sentía en un mar de nervios.
Llora. Poco después, oye pasos acercarse a ella, así que se limpia las lágrimas. Hunter aparece tras de ella.
—¿Qué fue todo eso? —le pregunta este— ¿Qué es lo que acabas de decir?
—Es lo mejor.
—¿Lo mejor para quién?
—Para los dos.
—¿Es por tu padre? ¿Se trata de él?
Halley odiaba mentir, pero esta vez tendría que hacerlo.
—Sí, por él —Hunter se queda callado—. Yo no quiero pelear más con mi padre.
Él mira hacia otro lado, como si sintiera que debía resignarse, porque no podía obligarla a nada.
—Supongo que era de esperar que tarde o temprano tomaras esta
decisión. Todo era muy bueno para ser cierto.
Ella le da la espalda para que él no vea sus lágrimas. Le causaba dolor hacerle lo que le estaba haciendo.
—Perdón —dice con su viz a punto de quebrarse.
—Si es lo que quieres, no te puedo obligar a que cambies de parecer, por mucho que quiera que lo hagas —se va.
Cuando ella siente que está sola, llora más. Quería ir tras de él y decirle que no era por lo de su padre, que era por algo más fuerte, pero al mismo tiempo no quería, porque no deseaba hablar de eso.
Muchas veces algunas mujeres sienten que al ser víctimas de desgracias como esa es una vergüenza, un pensamiento erróneo que
ahora Halley tenía. Pensaba que si a ella le producía asco tocar su cuerpo tocado por otro hombre, ¿cómo lo sentiría Hunter?
Además, la idea de tener intimidad en este instante era algo que le aterraba, aunque se tratara del chico que quería, y no sabía si
algún día eso se le podía pasar, ni si Hunter aguantaría eso.
Por eso pensaba que lo mejor era dejarlo ir.
Los días siguientes fueron para Halley como estar en el limbo. No se podía concentrar en nada, ni tenía ánimos de nada.
El viernes en el laboratorio de biología Hunter se ausentó. Saliendo de este, ella camina hacia el aula para clases de matemáticas. Cada que alguien le pasaba cerca ella se apartaba con temor. Ahora tenía pánico de todo, y sentía que ya no quería estar en
ese lugar.
Al entrar a la clase de matemáticas, ve a Hunter, quien la mira.
Jade y Alexa se acercan a ella.
—No es por ser metiches, pero ¿acaso tú y él terminaron? —cuestiona Alexa— Digo, es que veo que hace días no andan juntos.
—Quería preguntar lo mismo, pero no em atrevía —dice Jade.
—No quiero hablar de eso ahora. Perdón.
—¿Él te hizo algo malo? —pregunta Alexa sin pelos en la lengua.
—No, no se trata de eso. Hunter no me ha hecho nada malo.
—Es que en estos últimos días has estado extraña. Casi no hablas y luces diferente a como eras últimamente.
—No pasa nada. Por favor, dejen de hacerme tantas preguntas.
Sale del salón, dirigiéndose a tomar a agua a una fuente. Luego regresa a la clase. Durante esta se encuentra distraída, tanto que no presta atención.
—Y bien, ¿alguien conoce la respuesta? —pregunta a la clase la profesora, pero todos los alumnos se quedan callados— ¿Señorita Roosevelt? ¿Qué hay de usted?
Halley agacha la mirada y niega con la cabeza. En el receso se sienta sola en una mesa, mirando hacia una
ventana. Está por irse, cuando James llega.
—Halley.
Ella se asusta un poco cuando él se pone frente suyo.
—Perdón. Me tomaste por sorpresa.
—Ya veo.
Halley se pone de pie.
—Perdona. Me voy ya.
Ese día también decide dejar el equipo de fútbol, por lo cual Jade la cuestiona.
—¿Por qué vas a hacer eso? Eres buena. No puede irte del equipo, Halley.
—Ya no quiero estar más en eso. No quiero entrenamientos, ni nada.
Ni siquiera deseaba ir hacia el área del cuadro de fútbol, porque eso le recordaba a que día de su tragedia.
Al día siguiente, sábado, Jade se ha ido por todo el fin de semana, dejándola sola, lo cual le aterraba. Estaba sentada en su escritorio, cuando alguien toca la puerta. Su corazón se acelera y el pánico se apodera de ella. Solo se puede imaginar a esa persona yendo por ella.
Retrocede y se sienta en el rincón más alejado de la habitación, negando con la cabeza.
En ese momento quiere que alguien esté con ella, pero no cualquier alguien. Quería a Hunter, pero él no estaba, así que llora por ello.
De pronto escucha una voz conocida.
—Halley, ¿Estás allí?
Siente que su vida se ilumina al escuchar la voz de su amado, así que se levanta rápidamente y abre la puerta.
Al ver a Hunter lo abraza. No puede evitar detener su llanto, así que inevitablemente él la ve
y sabe que ella lloraba, por lo cual la mira confundido.
—Hunter.
—¿Qué ocurre?
Ella se aparta lentamente y esconde la mirada.
—Lo siento. Yo... no debí abrazarte —entra a la habitación. Hunter también lo hace—. ¿Qué haces aquí?
—Vine porque ya no lo puedes seguir negando. Sé que algo más ocurre, algo más que simplemente el problema con tu padre.
—No sé por qué dices eso.
—Mírate. Estabas llorando, y no creo que se deba simplementea nuestra ruptura.
Ella le da la espalda.
—Estás imaginándote cosas.
—No quieras engañarme, porque te conozco. No llorabas por tonterías. Algo más grave te pasa. Has actuado raro últimamente, incluso renunciaste a algo que te gusta tanto, como el fútbol —se acerca a ella—. Dime qué es lo que tienes.
Halley siente que quiere llorar otra vez, por tantas cosas, pero sobre todo al ver que Hunter se había tragado su orgullo y estaba allí preocupado por ella, pero ella no podía ni quería decirle lo que le ocurría.
—Yo... me voy a ir del colegio. Es todo.
—¿Otra vez problemas económicos de tu padre? ¿No son excusas de él para sacarte de aquí solo para que no estés junto a mí? ¿No le dijiste que terminaste conmigo?
Ella camina lejos de él, pero sin mirarlo.
—Ya no me preguntes más.
—¿Por qué? ¿Qué es lo que no quieres que sepa? —se le acerca— Dime.
—Por favor, vete.
—No —se coloca frente a ella para mirarla—. ¿Por qué no puedes confiar en mí? ¿Por qué no puedes decirme qué pasa realmente? —ella agacha la mirada, negándole una respuesta—. ¡Maldita sea! Te he contado cosas de mí que pocos saben. Me he abierto contigo como nunca lo había hecho con nadie, pero tú simplemente no puedes hacerlo conmigo. No puedes nunca contarme nada de lo que te ocurre. Primero te fuiste esa vez del internado sin decírmelo, y ahora no me cuentas qué es lo que realmente sucede.
En ese momento ella no resiste más y deja salir lo que la consumía por dentro con un grito.
—¡Alguien intentó violarme! —deja salir sus lágrimas nuevamente y cierra los ojos con dolor—. Una persona por poco me viola —llora más.
Hunter se queda impactado.
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