Capítulo 19 - Contratiempo
Era el veintitrés de diciembre. Los alumnos del internado se preparaban para partir a sus casas a celebrar la navidad con sus familiares.
—La navidad en mi casa no es tan buena, no con el grinch que es mi papá —expresa Jade.
—En la mía será diferente —comenta Alexa—. Este año no estará mi papá, aunque siendo realista, hace mucho tiempo él estaba ausente, desde antes de irse con otra y abandonarnos —mira a Halley—. ¿Y tú? ¿Irás a Ohio?
—Sí —responde la dulce nerd—. Siempre he compartido esa fecha con mi padre.
—Creí que ahora que tienes novio irías con él —expresa jade.
Halley no dice nada. Poco después, Jade y ella acompañan a Alexa a la salida, quien esperaba ser recogida para irse a su casa.
Ven a Thomas allí también. Este estaba en silencio mirando hacia lo lejos.
—Oye —le dice Alexa, haciendo que él volteé a verlal— ¿Qué pasa? Creí que ya mi tía estaría aquí.
—No —responde élde forma simple. Mira a Halley brevemente. Luego aparta otra vez la mirada— Pero creo que ya no debe demorar.
En ese instante un lujoso auto llega. De él se baja Paulina Stone.
—Hola a todos —dice con una cálidasonrisa pintada en su hermoso rostro digno de una glamourosa actriz.
—Tía —dice Alexa abrazándola.
Luego Paulina mira a Halley.
—Hola. ¿Cómo estás? —le dice sonriendo.
Halley le sonríe tímidamente.
—Hola, señora Paulina. Estoy bien.
—Por favor, dime Paulina —mira a Jade y la saluda también—. Me tomé el atrevimiento de traerte esto —le dice a Halley, mostrándole un regalo.
—¿Para mí? —pregunta Halley desconcertada.
—Sí. Espero que te guste.
Halley sonríe y toma el obsequio.
—Gracias, pero no debió.
—Por favor, solo acéptalo —la mira detenidamente—. ¿Te puedo dar un abrazo?
Halley se siente un poco confundida, pero asiente. Paulina le da un abrazo. Luego Thomas se aclara la garganta.
—¿Nos vamos, mamá?
—Oh, sí. Vamos.
Los tres se suben al auto. Jade y Halley los ven irse.
—No sabía que tenías tanta cercanía con la madrastra de Thomas —le pregunta la primera a la segunda.
—La verdad, apenas y la conozco, por lo cual me sorprende su actitud. Pero supongo que es muy gentil.
Después de aquello, antes de irse, pasa a ver a Hunter.
—Hola. Solo quería despedirme. Supongo que irás a casa con tus abuelos —le dice a este.
—Todavía no lo sé. Ni siquiera celebro esa fecha, no desde hace mucho.
—Pero Hunter, es una fecha especial que se comparte con la familia. Debes ir —se acerca a él— Toma —le da un regalo—. Ojalá te guste —le da un beso en una mejilla—. Nos vemos en un par de días —se da la vuelta y se va.
Hunter observa el obsequio. Luego lo abre, encontrándose con un suéter navideño de color azul con bordados de pingüinos, lo cual le resulta genuinamente curioso.
Horas después, Halley está en Ohio. Se encontraba sola en casa adornando un árbol de navidad en la sala, cuando tocan el timbre. Al abrir la puerta se sorprende al ver a su novio allí.
—¿Qué haces aquí? —le pregunta absorta en el asombro.
—Supongo que debí darte algo —muestra una bolsa de regalo.
Halley la toma y sonríe.
—¿Viniste a Ohio solo para eso?
—No exactamente —se quita su chaqueta negra de cuero, revelando bajo esta el suéter que Halley le había regalado.
—Pero dijiste que no celebras la navidad.
—No, pero tú sí —sonríe—. Así que, ¿por qué no me enseñas un poco?
Un rato después, los dos caminan por la ciudad.
—¿Sabes patinar? —Le pregunta ella al ver una pista de patinaje a unos cuantos metros de donde estaban.
—Sí, pero...
—Genial —lo toma de la mano y se lo lleva a la pista de patinaje que estaba cerca.
Los dos se ponen a patinar. Saliendo de allí, van a comprar cafés. Caminan hasta llegar a un puente sobre un pequeño lago congelado. Se colocan en un puente sobre el mismo a observar el paisaje.
—No puedo creer que no te guste esto —le dice ella—. Es la mejor época del año. —estornuda.
Hunter la observa.
—Sí, resfriados por doquier —se quita su chaqueta y se la coloca a Halley. Luego le ajusta el gorro de la cabeza y la bufanda.
Ella sonríe. Él se coloca tras de ella y la abraza mientras siguen mirando el paisaje.
Al volver a casa, ella nota que su padre no ha regresado. Mira a Hunter.
—¿Quieres pasar?
Él entra. Camina hacia la sala. Al llegar al marco de la puerta de esta ve un muérdago colgado en este.
—¿Qué es eso? —pregunta curioso.
—Muérdago. Hay una tradición navideña que dice que los enamorados deben darse un beso bajo este —dice quitándose su bufanda y gorro.
Hunter la mira.
—¿Qué pasa? —Pregunta 3lla confusa.
—En ese caso... —la toma de la cintura, sorprendiéndola un poco—. Cualquier cosa es una buena excusa para besarte —la besa bajo el muérdago.
En medio del beso, ella sonríe. Luego le enreda los brazos en el cuello.
Son interrumpidos cuando la puerta se abre y el padre de Halley aparece. Este los mira a los dos.
Halley se aparta de Hunter.
—Papá —dice un poco apenada.
—Halley, ¿qué significa esto? ¿Quién es este muchacho y qué hace aquí?
—Él es Hunter—lo mira— Él es mi novio.
El padre de Halley mira a Hunter seriamente.
—¿Con que novio de Halley?
—Hunter Hayes —dice el mencionado, ofreciéndole la mano al padrede Halley para presentarse.
El hombre mira la mano de su "yerno". Luego de un momento de tensión palpable, la estrecha
Un rato después, los tres están sentados en la sala. Hay un silencio que se hace un poco incómodo.
—¿De dónde eres? —dice la persona de mayor edad al joven.
—Oklahoma —responde Hunter.
—¿No deberías estar con tu familia?
—No pensé que tendría nada de malo pasar primero a ver a Halley, mi novia.
—¿Qué edad tienes?
—Dieciséis.
—¿Vicios?
Halley interfiere.
—¡Papá!
—Debo saberlo quién es este muchacho con el que te relacionas, el cual, con mucho sentido de pertenencia, reafirma ser tu novio.
Hunter se limita a responder su última pregunta.
—A veces me gusta fumar.
El padre de Halley lo mira sin ninguna gracia.
—¿Y a qué se dedican tus padres?
En ese momento se crea una tensión mayor, toda cayendo sobre Hunter.
Halley lo mira. Sabía que la conversación había tocado algo semsible para él.
—Mi madre murió —dice élen respuesta.
—Entonces he de suponer que vives con tu padre.
—Papá, ya mejor detente —dice Halley interrumpiendo.
—Creo que es mejor que lo sepa —dice Hunter—. Tarde o temprano lo sabrá.
—¿Saber qué? —pregunta Frank.
—Que mi padre también está muerto, porque era un asesino en serie y fue condenado a morir en la silla eléctrica hace muchos años.
El padre de Halley lo mira, luciendo completamente impactado.
—¿Qué?
Hunter se pone de pie.
—Mi padre mató no solo a una, sino a muchas personas. Y con base a eso, supongo que usted ya podrá tener un concepto de mí.
El padre de Halley se pone de pie también.
—Tal vez sí.
Halley se levanta y se coloca en medio de ambos.
—Papá, tienes que escucharme.
—Ya oí suficiente —dice su progenitor con severidad—. Es mejor que este joven se retire, y de preferencia que se mantenga lejos de ti.
—Papá, no.
—Lo siento, pero eso último lo debe decidir ella, no usted —le dice Hunter a el padre de Halley, añadiéndole más leña al fuego. Luego le da una última mirada a Halley, para después irse.
Ella mira a su padre. Luego va tras Hunter.
—Hunter, espera —lo alcanza.
—Descuida —le dice él—. Ya estoy acostumbrado a esto.
—Yo no quería que las cosas fueran así.
Él mira hacia otro lado.
—Supongo que era de esperarse —se va.
Los ojos de Halley se cristalizan. Después entra nuevamente a su casa.
—Papá, no debiste decirle todo eso. No lo conoces.
—Me basta con lo que oí para saber que ese muchacho no es bueno para ti. ¿Qué es lo que pasa contigo? ¿No puedes ver eso?
—Tú no lo conoces como yo.
—Sé bien cómo son esos chicos. Son malos, pero hacen que niñas como tú crean que son buenos.
—Él no es así.
—Hazme caso. No te conviene ese muchacho —se va a la cocina.
Halley se queda allí parada mirando con tristeza hacia la puerta.
Momentos después, estaba en su habitación, todavía triste por lo que había pasado. No había hablado más ni con su padre, ni con Hunter.
Es interrumpida cuando Frank toca la puerta. Ella no contesta, pero él entra.
—Linda, tenemos que hablar sobre lo que pasó —mira a Halley, quien estaba acostada mirando hacia la pared y
abrazando una almohada—. Sé que no lo entiendes ahora, porque eres muy joven e inocente —e sienta en la cama—. En el mundo existe tanto el bien como el mal, y hay personas que no
se tientan el corazón para lastimar a los demás. No quiero que sufras, por eso siempre trato de protegerte, porque quiero lo mejor para ti.
Ella se sienta en la cama.
—No soy una tonta, papá. Tienes que confiar en mí y en mi criterio.
—Cariño, ¿Sabes a cuántas chicas que viven su primer amor les ha ido fatal por meterse con quien no les conviene?
En ese momento ella recuerda a la hermana ade Hunter, pero sabía que su caso era distinto.
—Papá, tú no conoces a Hunter como yo. Él es muy noble en su interior.
—Puede que solo sea así ahora, pero después podría sacar su lado malo —suspira—. Escucha, ese chico tal vez no fue criado del mejor modo. ¿Qué podría recibir de bueno alguien siendo hijo de un asesino? —Halley no dice nada—. Lo único que quiero es tu bienestar. Me muero si algo malo te pasara —le besa la cabeza y sale de habitación.
Un rato Halley después, decide abrir el regalo de Hunter. Lo primero que saca es una cajita de Pandora. Dentro de esta halla un
hermoso brazalete en color plata, decorado con colgantes de corazones y flores en tonos rosa.
Mira con fascinación aquello.
Luego encuentra un vestido color rojo de falda acampanada hasta la rodilla.
Se para en frente de un espejo y se mira con el vestido puesto delante de ella. Trata de llamar a Hunter, pero no obtiene respuesta suya.
Aquella navidad no fue tan buena para ella.
No podía evitar estar triste, ya que no había obtenido respuesta de Hunter ni sabía nada de él. El último mensaje se lo había enviado la mañana del veinticinco,
pero a él ni siquiera le había llegado este.
Ya estaba anocheciendo, cuando recibe una llamada.
Era Hunter.
—Estoy en el internado —dice él con voz débil—. Siento no haberte respondido antes. Quise estar solo de todas las maneras.
—Hunter, yo lo siento. Nunca quise que eso pasara.
Él demora un poco en responder.
—Tú no hiciste nada.
—Yo...
—Sé que se trata de tu padre, y que sientes respeto por él y no lo desobedecerías —suspira—. Descuida —cuelga.
Halley mira su maleta. En ese instante, por primera vez cometiendo un acto rebelde contra su padre, toma una loca decisión. Agarra sus cosas y se viste rápidamente.
Baja las escaleras con su maleta, no sin antes dejar una nota para su padre.
Nota: me fui al internado. Perdóname por no avisarte, pero si te
decía no me dejarías hacerlo.
Y se va.
Hunter estaba sentado lado de la ventana de su habitación del internado mirando al cielo. Era casi media noche. No había sabido nada más de Halley desde que hablaron por
teléfono.
Camina hacia la cama, pero antes de ello escucha un toque en la puerta. Un poco extrañado va a abrir, y al hacerlo se lleva la sorpresa de encontrarse a su cometa allí parada luciendo el vestido que él le había regalado. La mira de arriba a abajo.
—Sí, ya sé qué vas a decir —dice ella con su melodiosa voz angelical.
—¿Qué haces aquí, Halley?
—Pues tuve suerte de encontrar un vuelo hacia acá en un día como hoy —entra a la habitación—. ¿Y aún así no crees en la magia de la navidad?
Él sonríe.
—Ok, me has callado la boca-
—la toma de la mano y observa el brazalete que le había regalado.
—¿Me quedan bien?
Él asiente.
—Luces bonita, como siempre.
Ella sonríe. Luego mira el reloj.
—Sé que no celebras la navidad, pero antes de que sean las doce y se acabe el día, yo...
Hunter la silencia con un beso. Al finalizar este, la mira con una sonrisa radiante.
—Feliz navidad, cometa.
Al día siguiente de irse de su casa, Halley recibe una llamada de su padre.
—No puedo creerlo. Halley, tú nunca habías hecho algo así.
—Siemore hay una primera vez para todo, y ya te pedí perdón y te dije mis motivos en la nota que te dejé.
—Te pusiste en un gran riesgo al irte así. ¿Qué no te das cuenta de las cosas que ese muchacho te hace hacer?
Pareciera que fueras otra persona.
—Estás siendo injusto, papá. Solo date la oportunidad de conocerlo.
—Lo siento, pero no me vas a convencer. No apruebo esa relación, y punto.
Los días siguientes, Halley no hablaba con su padre. Aquello la tenía muy distraída. Mientras estaban en la cafetería, Hunter la observaba.
—¿Siguen las cosas mal con tu padre?
Ella suspira.
—Siempre supe que mi padre era sobreprotector conmigo, pero no pensé que
tanto.
—Todo es por mí. Tal vez si se tratara de otra persona no armaría tanto lío —ella guarda silencio—. ¿No te arrepientes?
—¿De qué?
—De estar conmigo.
Ella niega con la cabeza.
—No.
Aunque dijo eso, ella sabía que ella no se encontraba bien con esa
situación.
Un rato después, ella caminaba saliendo del entrenamiento. Iba muy
distraída perdida en sus pensamientos, tanto que no notó que alguien iba tras de ella.
Esa persona la tapó de la boca y la tomó de la cintura. En un principio ella no se alarmó mucho, ya que pensó que se trataba de Hunter, quien a veces llegaba tras de ella asustándola, pero poco
después se da cuenta de que no era él quien la tenía así.
Se da cuenta de que era una persona con un pasamontañas. Trata de apartarlo, pero la persona la sujeta con fuerza y se la
lleva hacia el bosque.
Ella empieza a llorar.
La persona la acuesta en la hierba y se pone sobre ella, aún tapándole la boca.
(*Autora: lo que voy a narrar a continuación tal vez resulte un poco incómodo para alguien que pueda tener cierta sensibilidad por este tema. Si eres ese alguien, te pido una disculpa).
Desesperada, ella le muerde la mano.
—¡Déjame! ¡Ayuda! —grita desesperada.
La persona le mete una bofetadada. A medida que la situación avanzaba, se volvía más desesperante. El desconocido le empezaba a besar el cuello.
—No, por favor —dice ella con lágrimas—. Déjame.
El tipo le vuelve a tapar la boca con la mano. Luego comienza a tocarle la pierna, para después tocarle su zona
íntima.
Aquello se sentía horrible, ya que una cosa era tener ese tipo de intimidad con alguien bajo tu consentimiento, pero otra totalmente distinta era tenerla siendo a la fuerza.
Ella sigue llorando cada vez más al verse sin salida. De pronto el sujeto le empieza a bajar las bragas. Ella niega con la cabeza, sin poder ni siquiera hablar. El tipo le levanta la falda y después se baja los pantalones.
Halley mira al cielo mientras siente que se ahoga en su llanto, pero como si fuera una señal de este, toca a su izquierda, encontrándose entre la hierba un trozo de vidrio de alguna botella
rota u otro objeto.
El desconocido estaba a punto de cometer lo peor, cuando Halley, con fuerza y coraje que nunca antes había poseído, le clava el vidrio en
la pierna. La persona grita de dolor y se aparta.
Ella, aún aterrada y en shock, se levanta rápidamente. Empieza a correr con las pocas fuerzas que tenía. Al llegar a donde habían más personas, estas la miran. Siente que su corazón bombea con fuerza, así que si resistir más se desmaya.
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