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Capítulo 9

—Tranquila, Bonnie, está bien. —murmuro mientras limpio las comisuras de sus labios.

Vuelve a soltar un balbuceo entre lágrimas que no comprendo, sin embargo, asiento con la cabeza dándole razón a lo que sea que esté diciendo.

—Si, Bonnie.

Tiro en papel de baño en el bote de la basura sin dejar de prestarle atención.

—Si, si, Bonnie.

Paso mis dedos por su cabello, guardando sus mechones sueltos detrás de su oreja y vuelvo a mover la cabeza, dándole la razón a sus chillidos.

De casi universitaria a niñera.

Sin dejar de prestarle atención, pego un brinco cuando escucho la puerta del baño pegar contra la pared con fuerza y seguido de eso una cabecita pelinegra asomarse en el cubículo.

Mi corazón empieza con su usual taquicardia.

—Hola, Jayden. —sonrío apenada desde el piso.

Una sonrisa de lado aparece en su rostro.

—Hola, Paris.

La muy bonita cara de felicidad desaparece, contorsionándose en una de coraje cuando ve a su hermana en el suelo con las lágrimas deslizándose por sus ojos y soltando cosas que, al parecer, él tampoco entiende.

Alguien está enojado...

Sin quitar su cara de pocos amigos, se inclina hacía enfrente para tomar a su hermana, así que me hago un poco para tras para cederle espacio, pero me sorprendo cuando sus manos se desvían a mi cuerpo, tomándome por la cintura y alzándome.

Cómo reflejo, llevo mis manos a su cuello y pongo mis pies adormecidos sobre el piso.

—¿Estás bien?—pregunta inspeccionándome con la mirada.

—Si, si. Todo en orden.

Asiente con la cabeza y lleva sus manos al borde de mi vestido. Siento mi cuerpo tensarse, de una buena manera, cuando la punta de sus dedos rozan mis piernas desnudas. Tiran de mi vestido hacía abajo con suavidad y luego se incorpora, por lo que tengo que subir mi cabeza para verlo a los ojos.

—Tu vestido estaba mal acomodado. —dice con tranquilidad mientras que a mi me va a dar un paro cardíaco.

Incapaz de decir algo simplemente muevo la cabeza.

Una sonrisa burlona brota de sus labios y parece que va a decir algo, pero los murmullos de su hermana en el piso interrumpen nuestro mini momento.

Jayden suelta una bocanada de aire, antes de inclinarse por su hermana y cargarla como si fuera una pluma entre sus brazos.

Que fuerte.

Cuando se incorpora abre la boca para hablar, pero apenas un sonidito se escapa de su garganta porque su hermana vuelve con sus raras habladurías.

—No, no. La rubia, la rubia. Quiero a la rubia. —suelta Bonnie en voz baja y agita su brazo como si estuviera buscando algo.

Vaya, otro Blackwood que me llama así.

Tú nombre ya no será Paris, sino «rubia».

—Bonnie...

—No, la rubia. La rubia.

Jayden hace una mueca e intenta sujetar con más fuerza cuando su hermana comienza a removerse en sus brazos. La cara de Jayden se contorsiona en una de fastidio y antes de que diga algo, me adelanto.

—Aquí estoy, Bonnie. —tomo su mano.

Eso parece tranquilizarla, porque deja de moverse como gusano en sal en los brazos de Jayden.

Cuando la veo ya tranquila, intento quitar mi mano de la suya, pero con las pocas fuerzas que tiene, la aprieta sujeta.

—Joder, Bonnie —suelta exasperado y lleva su vista hacía mi con vergüenza—. Dios, Paris, lo siento tanto por molestarte pero, ¿podrás acompañarme a dejar a mi hermana al carro?

—Sí, por supuesto.

Suspira aliviado y tras hacerme una seña hacía la salida, ambos nos encaminamos hacia la salida del baño. Él con su hermana en sus brazos y ella inconsciente, sujetando mi mano.

Empujo la puerta y dejo que primero salga Jayden antes de salir yo.

Ambos nos encaminamos hacia la entrada del lugar, apartando gente a nuestro paso. Y como era de suponerse, varias personas reconocen a Jayden, acercándose a él a pedirle fotos las cuales acepta de inmediato; cubriéndole la cara a su hermana con su pecho y yo alejándome de ellos, sin soltar a su hermana por supuesto, volteando a otro lado para permitirles sus fotos.

Durante el trayecto a la entrada, me gané algunas miradas recelosas de algunas personas que le pidieron foto a Jay y no las juzgo, yo también hacía esas miradas hacía mi teléfono cada que veía en Instagram a Jayden compartir el mismo espacio con alguna chica.

Con mucho esfuerzo, logramos llegar hasta la entrada y apenas salimos, un señor alto con cabello negro y canoso, nos aborda.

En seguida lo reconozco.

Es el papá de Jay.

—¿Está borracha?—menciona como si no pudiera creérselo.

—Eso parece. —murmura Jayden entre dientes.

Su padre se apura en abrir la puerta del carro, mientras que yo suelto la mano de Bonnie con precaución y apenas lo hago, comienza gimotear.

—Ella. La rubia. —repite abriendo un poco sus ojos.

—La rubia viene en un momento, Bon. Duérmete.

Bonnie asiente con la cabeza, conforme con la respuesta y vuelve a cerrar los ojos. Cuando Jayden la recuesta en los asientos de atrás, escucho como empieza a decir algo en voz baja que no escucho muy bien, pero que al parecer tensa a Jayden.

Seguramente está aclamando por ti de nuevo.

Jayden se incorpora y voltea a verme.

—¿Vino con alguien más?

Frunzo el ceño sin entender bien de qué habla.

—Mi hermana, ¿Vino con alguien más?

Estoy a punto de decirle que no, pero el recuerdo de dos chicas más con antifaces, iguales al que traía Bonnie, en la mesa de a lado viene a mi mente.

—Creo que sí. —murmuro mirando a Jayden.

—¿Crees?—la voz ronca del papá de Jayden se hace presente y de inmediato me siento un poco intimidada al oírla.

—Si, es que cuando encontré a Bonnie llevaba un antifaz en la cara y a lado de la mesa en la que estoy, estaban dos chicas más con antifaces iguales al de ella.

Su papá y él intercambian una mirada.

—Rubia —el papá frunce el ceño en su dirección al escuchar esa palabra salir de sus labios—, ¿Puedes llevarme a la mesa, por favor?—continúa ignorando la mirada de curiosidad de su padre.

—Sí, claro.

Jayden asiente con la cabeza y envuelve su mano izquierda en la mía, tirando de ella hacía dentro del complejo.

Nos movemos entre el mar de gente conmigo liderando la marcha y cuando llegamos a mi mesa, siento como todo el color se me baja.

Uno de mis compañeros, el de 19 para ser exactos, está succionándose con una de las chicas de menor edad.

Suelto la mano de Jayden y me dirijo hacia ellos con rapidez y cuando llego, agarro a Luca de la parte trasera de su camisa y tiro de él con fuerza, provocando que se tambalee peligrosamente hacía atrás y que la otra chica se caiga de pompis a una de las sillas acolchonadas.

—¡¿Qué demonios, Paris?!—me grita con molestia con toda la boca manchada de rojo.

—¡Es una menor, imbécil!—digo en el mismo tono que él.

Palidece.

—¿Qué?

—Como escuchaste, tarado.

Intercambia una mirada entre la chica, que ahora parece aguantar el sueño en el sofá, y yo.

Lo veo pasar saliva con dificultad.

—Yo... Voy por algo de tomar.

Y sin más, desaparece.

Ruedo los ojos y me acerco hasta la chica.

—Hola —le sonrío amistosamente antes de tomar su brazo y pararla—. Te voy a llevar con Bonnie, ¿Si?

Asiente con la cabeza y me deja envolver mi brazo en su cintura mientras que ella envuelve el suyo en mi cuello.

¿Cómo te dijo que «si» tan fácilmente? ¿Sus padres no le han enseñado que no se debe ir con desconocidos?

Al parecer no.

—Déjame te ayudo, Paris. —dice Jayden acercándose a mí con la otra chica sujetándola por la cintura.

Ella parece la más cuerda de las tres.

—No, tranquilo, yo puedo.

Me da una sonrisa de agradecimiento y me cede el paso.

Comienzo a caminar con la chica que, por suerte, aún puede caminar, así que no se me dificulta mucho llegar a la salida.

—Permítame le ayudo. —habla su papá cuando llego a la entrada y toma a la chica con cuidado, metiéndola al carro.

Jayden hace lo mismo cuando llega con la tercera y cierra la puerta con precaución, antes de dirigirse a mí otra vez, pero cuando llega enfrente mío le da una breve mirada a su padre que lo hace reaccionar, luego de quedarse viéndonos a ambos con curiosidad.

—Te espero en el auto. —dice tras dedicarme una breve mirada y se mete al copiloto.

Mordisqueo mi labio ansiosa y llevo mi vista a Jayden, quién mira mi labio con atención.

—Lo siento, Paris, creo que arruiné tu noche. —murmura apenado, llevando su dedo a mi barbilla, tirando de ella con suavidad para que saque mi labio de mis dientes.

Igual que como lo hizo en la boutique...

—No te preocupes, Jayden, no arruinaste nada. —digo tras soltar mi labio.

—Yo pienso diferente —me mira con arrepentimiento—. En verdad lo siento, muchísimo.

Abro la boca para volver a recitar palabras tranquilizadoras pero, se me adelanta.

—Bueno, en realidad, no lo siento del todo. —da palmaditas con su dedo índice en su barbilla, como si estuviera pensando.

Ladeó la cabeza, confundida.

—¿Por qué?

—Porque está travesía me permitió volver a verte, Paris —da un paso cerca mio—. Mi fanática favorita.

Sonrío con el corazón retumbando en mis oídos.

Soy su fanática favorita.

—Tu vestido está lindo —pasea sus ojos sobre mi cuerpo—. Y veo que es rojo.

—Si —carraspeo, nerviosa—. Mi amiga Aby me lo prestó.

—Me alegro mucho que te lo prestara.

Da un paso cerca de mi.

—Sigo pensando que es tú color y... —lleva uno de sus dedos al tirante de mi vestido enrollándolo en el— que se ve exquisito en ti.

Muerdo mi labio de nuevo, reprimiendo mis gritos internos.

—Gracias. —digo cuando estoy lo suficientemente calmada como para no ponerme a chillar de emoción.

Me guiña un ojo y la pequeña yo que descansa dentro de mí, comienza a saltar de emoción ante ese pequeño gesto.

—Estás muy lejos de casa, Paris. ¿Tienes como regresar?

—Si, yo regresaré mañana por la mañana a California.

—¿Donde pasaras la noche hoy?—cuestiona con un tinte de preocupación en sus ojos?

—En un hotel.

—¿En cual?

—Hollywood Hotel.

Mueve la cabeza en afirmación.

—¿En que vienen?

—En una van.

—¿Y quién de tus amigos va a conducir? Porque por lo que vi, todos ya estaban bastante mal.

—Yo.

—¿Tú?—la sorpresa en su rostro y tono de voz me ofende.

—Si. ¿Se puede saber por qué la sorpresa?

—Pensé que no sabias conducir...

—Pensaste mal. Sí sé, aunque solo un poco.

—¿Un poco?—alza la ceja inseguro.

—Si, aún estoy aprendiendo.

—Bien, entonces mandaré a alguien para que venga por ustedes.

—¡¿Qué?! No es necesario, yo puedo...

—Se que puedes, rubia —me interrumpe—, pero prefiero que no te expongas, así que mandaré a alguien para que los lleve a su hotel.

—Pero...

—¿A las 2 de la mañana te parece bien?

—Ammm, creo que sí...

—Bien, entonces el chofer estará a esa hora aquí afuera.

—Pero...

—Sin peros, rubia —sube la mano a mi mejilla—, quiero que llegues bien...

Quiero decirle algo, agradecerle por su gesto, pero las palabras se quedan atoradas en mi garganta.

—Jayden, ya debemos irnos. —la voz de su padre nos interrumpe, justo cuando Jayden hace el gesto de decirme algo..

Jayden cierra los ojos antes de soltar aire por sus labios con fuerza.

—Debo irme, rubia. —con una de sus manos toma una de las mías y la otra la sube hasta que agarra un mechón de mi cabello.

Tira de mi mano con suavidad al tiempo en que lleva mi mano a sus boca, rozando mis nudillos con sus labios.

—Siempre es un gusto coincidir contigo, rubia.

Planta un besito en mi dorso tan pequeño que incluso creo que no me lo dio de verdad, pero ni siquiera puedo ponerme a procesar eso porque cuando baja nuestras manos tira de mi mechón para plantar un beso en mi mejilla.

—¿Tienes algo que hacer mañana?

Niego con la cabeza.

—Bien, te mandaré un mensaje mañana por la mañana para que salgamos. —dice como si nada, alejándose de mí y dejándome anonadada.

Parpadeo un par de veces y vuelvo a verlo cuando pasa a lado de mí.

—¿Pero cómo? Si no tienes mi número.

—Lo tendré.

—¿Cómo?

Se detiene antes de abrir el piloto.

—Rubia, compré más de 8 aerolíneas para que no te fueras de Nueva York, ¿y piensas que conseguir tu número de teléfono es un reto para mí?

Me mira con una sonrisita divertida y yo me quedo mirándolo sin saber que decir.

—Y-yo...

Su sonrisa crece.

—Te veré mañana, rubia. Cuídate.

Se sube al carro y luego de un par de segundos, se marcha. Dejándome atónita, nerviosa y sin comprender muy bien lo que acaba de pasar.


¡Aquí el final!

¡Hoy es el ultimo día! Si a las 11:59 (horma México) llegamos a 20k ¡Empezamos con el maratón! Así que tic tac, el tiempo corre.

Los quiere, Hanna.

ig:hannasvelez

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