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Capítulo 7

—¿Dónde estás, Aby?—murmuro mientras estiro mi cuello para buscar a mi mejor amiga entre las personas.

Acabo de llegar a Los Angeles después de tres días de estadía en Nueva York y de un largo viaje en avión.

Luego de que ayer Jayden haya comprado las aerolíneas y cancelado todos los viajes en dirección a California, tal y como dijo la mujer del mostrador, todos los boletos fueron recorridos a un día después a la misma hora a la que ya lo teníamos asignados, así que solo llegué, hice el chequeo y me subí al avión.

Fue una suerte que no nos hayan retenido otra vez, porque mi tía en todo el transcurso hacía el aeropuerto estuvo maldiciendo y dijo, citó palabras: «si hoy vuelven a cancelar el vuelo, voy a asesinar a quien sea que compró las aerolíneas». Obviamente al escuchar esas palabras me puse muy nerviosa porque, aunque no conocía lo suficiente a mi tía como para saber si era capaz de cometer un asesinato, estaba tan enojada que no dudaba que lo hiciera.

Entonces cuando llegué y vi que no había gente retenida, me permití soltar un suspiro de alivio al darme cuenta que entonces no me iba a quedar sin mi cantante favorito.

Que suerte.

Y luego de un abrazo incómodo, pero agradable con mi tía y de una seña de despedida hacía Erick, me marché hacía Los Ángeles, California, lugar donde, por cierto, me recogería Aby, quien se ofreció como chófer para llevarme a mi casa y así dejar que mamá descanse lo suficiente para irse más tarde al hospital.

Grave error.

Ahora me arrepentía de haber aceptado que Aby viniera por mi, porque se me olvidó que ella es una impuntual y llevo más de 20 minutos esperándola aquí; no verla me está poniendo ansiosa.

Suelto un suspiro exasperado y saco mi teléfono nuevamente de la bolsa de mi pants.

Aún no se cómo no se descompuso luego de mi pelea en la fuente con Jayden.

Ni yo.

Tecleo su teléfono una vez más y cuando voy a darle al botón de «llamar», un cuerpo chocando con fuerza contra el mío y unos brazos apretándose en mi cuello me hacen dar un par de pasos hacía atrás.

—¡Paris!—chilla en mi oído, emocionada.

Automáticamente paso mis brazos por la espalda de mi mejor amiga y al igual que ella, me pongo a chillar de felicidad.

Que maduras.

La alegría que recorre en mi cuerpo es infinita, porque verla luego de la sensación de soledad que sentí el día de la gala, tras observar a tanta gente que charlaba y reía mientras que yo estaba sola, hace que se me olvide que llegue a tener ese sentimiento.

Incluso ya hasta estoy olvidando que acaba de llegar 20 minutos tarde por mi.

—Te extrañé, Aby.

—Y yo a ti, Iris.

Se separa luego de unos segundos para mirarme con su radiante sonrisa y sus ojos castaños.

—Ven, vamos —entrelaza mi brazo con el suyo—. Quiero que me lo cuentes todo.

—¿Y? ¿Por qué no dices nada?

—Dame un segundo, estoy procesando la información. —pide mi mejor amiga sin quitar su vista del frente.

Asiento con la cabeza sin quitar la vista de Aby. Hasta acá puedo oír los engranajes de su cabeza moverse a toda velocidad mientras analiza toda la información que acabo de soltar sobre la gala y de Jayden.

—Wow...

Frunzo el ceño.

«¿Wow?» ¿Eso es todo lo que tienes que decir?—la observo esperando algo más.

Aby siempre tiene algo que decir.

—No puedes juzgarme, Iris, tú anécdota me ha dejado sin palabras.

La miro con mala cara.

—En mi interior hay una mini Aby que está gritando y llorando de emoción por tu anécdota, pero también está muy celosa porque a mí también me hubiera gustado compartir tiempo con Jayden, aka el amor de mi vida.

Una sonrisita se escapa de mis labios.

—Un momento, solo para confirmar que si escuché bien —se vuelve hacía mí—. ¿Estás diciéndome que Jayden Blackwood, el amor de nuestra vida y cantante favorito de todo el mundo, compró un aeropuerto...

—Aerolíneas. —la corrijo.

—Eso, aerolíneas, solo para que no te fueras de Nueva York y así poderte llevar al planetario Aiden...

—Hayden.

—Hayden—repite tras mi corrección—, que por cierto es el planetario que siempre has querido visitar y por si fuera poco, robó una de las llaves del lugar para que pudieran pasar solo ustedes en la noche?

Bueno, dicho así suena irreal, pero por suerte no lo es, así que me limito a asentir con la cabeza.

Imita mi movimiento de cabeza y lleva nuevamente su mirada hacía enfrente, en donde se extiende una fila de carros que, al igual que nosotras, esperan sin Starbucks. Mantiene su mirada ahí un par de segundos antes de cerrar los ojos y hacer de sus labios una firme línea.

Está reteniendo un grito. Eso siempre hace cada que no quiere gritar.

Que suerte que se está guardando su grito. ¿Te imaginas que se ponga a gritar aquí? ¿En medio de la fila de ca...?

Un fuerte chillido resonando a mi lado me hace pegar tan brinco que siento rozar mi cabeza contra el techo del auto.

Asustada llevo mi vista hacía ella y la encuentro con una sonrisa más grande que la del gato en Alicia en el país de las maravillas y sus ojos chispeando de felicidad.

—Aby...

No me deja seguir porque otro chillido sale de su boca y por el rabillo del ojo veo como el joven que da las bebidas se asoma por la ventanilla para voltear a nuestro carro.

Que chismoso.

—¡Amiga estuviste con él! ¡Con Jayden! ¡Con el amor de nuestra vida!—me zangolotea por los hombros—. ¡¿Por qué no estás emocionada?!

—¡Claro que estoy emocionada! Todavía me acuerdo y me dan ganas de gritar.

Ambas nos quedamos viendo fijamente y al mismo tiempo soltamos un fuerte grito sin importarnos que los carros de que están atrás y enfrente nos escuchen. Incluso escucho el pitido de uno de ellos.

—¿Y no tomaste fotos?—cuestiona soltándome para avanzar un poco con el auto.

—No.

Hace una mueca de decepción.

—Pero, ayer que estaba revisando las fotos del planetario, en una de ellas sale su mano.

Vuelve su cabeza hacia mí como latigazo.

—¡Enséñamela! ¡Enséñamela!

Hago caso a su petición y saco mi teléfono para buscar en el esa foto.

—¡Aquí está!

Le doy mi teléfono y ella no duda en agarrarlo para inspeccionar la foto.

Suelta un jadeo.

—Es su mano. —dice, sin quitar sus ojos de la foto en donde Jayden estaba manipulando con una de sus manos una de las pantallas del planetario.

Mhm.

—Amiga que afortunada eres. Tantas ganas que queremos estar en tú lugar y tú lo lograste —sonríe—. ¡Qué envidia!—me da un suave golpecito en el hombro—. Y todo por un golpe en tu cabeza rubia.— menciona con emoción sin quitar sus ojos de la pantalla.

Se queda así un par de segundos, hasta que de pronto abre sus ojos con sorpresa, como si una idea reveladora hubiera llegado a su cabeza.

—¡Tengo una idea! De ahora en adelante voy a tratar de ir a las premier de las películas de Tom Holland, a lo mejor también se me cae algo en la cabeza y se enamora de mí.

Una carcajada sale de mis boca.

—También podría ir a las de Brat Pitt o a las de Chris Evans o a las de...—suelta un suspiro de amor— Kevin Fletcher.

Sin perder mi sonrisa divertida ruedo los ojos.

Kevin Fletcher, el actor favorito de Aby. Él hace unas películas fabulosas, impresionantes, en especial las que son +18 y es uno de los actores más cotizados de Hollywood, pero a pesar de su gran trabajo, la fama que tiene es muy mala. Muchas revistas lo tachan de mujeriego, egocéntrico y grosero, pero a pesar de esas críticas Aby lo adora.

A mí no me gusta mucho, la verdad. Creo que es el único gusto —omitiendo nuestras preferencias en chicos— que Aby y yo no compartimos.

—Aunque, hay algo que aún no me queda muy claro. —la escucho decir mientras recibe nuestros cafés y da su tarjeta de crédito.

—¿Qué?—tomo mi envase.

—Cómo es que teniéndolo tan cerca en la fuente, ¿No lo besaste?

Me sonrojo.

Tomatito está de vuelta.

—¿Sabes cuántas mataríamos por estar en tu lugar y ni un besito le dices?—cuestiona indignada.

—¡Me puse nerviosa, Aby! ¡Ni siquiera pasó por mi mente darle un beso!

Mentirosa.

Y como si mi mente estuviera en mi contra, me lanza uno de mis pensamientos a mi cabeza, más exactamente cuando le toque el arito de su boca: «¿Cómo se sentirá un beso con esa cosa?»

Aby me saca de mis pensamientos gracias a su sonido de indignación.

—¡Mentirosa!

—¡No miento!

—¡Pero si te estás poniendo roja!

Y como si fuera posible, siento mis mejillas más calientes.

—¡Bueno, si lo pensé!

—¡¿Y por qué no lo hiciste?!

—¡No lo sé, Aby! ¡Mi mente no estaba carburando bien!

—Eso ya lo noté. —recibe su tarjeta de crédito y le da una mini sonrisa al cajero antes de volver a avanzar.

—No puedes juzgarme, porque estoy segura que si tú lo tuvieras enfrente tampoco lo harías.

—Oh, claro que lo haría.

Alzo una ceja como si le estuviera diciendo: ¿En serio?

—Pues claro que lo haría —habla tras darme una rápida mirada—. Oportunidades así no se presentan dos veces en la vida y a ti se te presentó una y la desperdiciaste. —suelta con indignación.

Sonrío y me recuesto en el sillón.

—Bueno, fue lindo mientras duró.

«¿Bueno?» ¿Dices que fue bueno? Amiga eso fue espectacular, maravilloso, fabuloso.

Vuelvo a soltar una risa.

—Tienes razón. Si que lo fue.

—Ahora vamos a rogar que, si vuelves a ir a otra gala de tú tía, te lo encuentres, tú cerebro despierte y le des un besote.

Ruedo los ojos sin borrar la diversión y siento mi piel erizarse ante tal comentario.

—Esperemos.

—Si, esperemos...


¡Aquí el final!

Espero que les haya gustado mucho el capítulo de hoy, y he decidido que si para el siguiente Jueves llagamos a 20k les traeré un... ¡Maratón! Así que anden a releer u obliguen a sus amigos a leerlo;).

Hasta el Lunes.

Los quiere, Hanna.

ig: hannasvelez

Psdt: No olviden que el grupo de lectoras esta abierto para todas. Únanse si quieren saber algunos spoilers del libro. Link en mi descripción.

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