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Capítulo 6

Con mi cabeza puesta en el vidrio de la camioneta, veo los edificios pasar ante mis ojos mientras espero pacientemente que lleguemos al aeropuerto.

Ayer luego de que Jayden se fuera , tras llegar en las peores condiciones a la gala, Erick me encontró y a pesar de que se veía que tenía tantas preguntas por mi deplorable estado, solamente se limitó a preguntarme: «¿Está bien, señorita Smith?», por supuesto que yo le respondí un simple «sí», y sin entrar más en detalles, me fui al baño a intentar solucionar mi problemita.

Después de que salí del tocador, Erick me llevo a una sala contigua que estaba al aire libre, en donde se encontraban varias filas de sillas y una pasarela con el nombre «Smith» pegado a una pared que estaba puesto en el comienzo del pequeño escenario —según yo, atrás es donde los modelos se cambian— y me senté en la segunda fila en una sillita que estaba puesta exclusivamente para mí.

Toda una celebridad.

Lo mejor de todo, es que Jayden estuvo sentado enfrente mío del otro lado de la pasarela, con Sarah Williams de un lado y Clarise del otro, y eso no es lo mejor, si no que cuando me vio estuvo sonriéndome y lanzándome varias miraditas, miraditas que Sarah, no pasó desapercibidas.

Me sentí lo que le sigue de intimidada cuando la vi mirándome con fijeza, por suerte, no duró mucho porque Jayden le dijo algo que hizo que se sonrojara y dejo de mirarme.

Una suerte.

Luego de que mi tía anunciará su nueva línea de ropa y de que toda la gente famosilla comenzara a irse, emprendí mi trayecto al hotel junto con Erick.

Caí dormidísima apenas me acosté y no abrí los ojos hasta hoy en la mañana, cuando mi tía Louisa vino a buscarme para decirme que mi avión despegaba en un rato.

Y de Jayden, no he vuelto a saber.

—Me dio gusto volver a verte, Paris. —menciona mi tía sin quitarme los ojos de encima.

—Igual a mí, tía. —sonrío amistosamente.

Asiente con la cabeza y no me deja pensar demasiado antes de que se acerque y me envuelva en un cálido abrazo, igual al que me dio cuando me vio, que correspondo al instante.

—Espero verte pronto. —dice tomando distancia entre nosotros y recuperando su correcta compostura.

—Yo igual.

Por un momento parece que quiere decirme algo más, pero en lugar de eso, simplemente hace un gesto con su cabeza hacia la puerta de la sala de esperas.

—Adiós, Erick.

—Que tenga un buen vuelo, señorita Smith.

Le regalo una sonrisita y me marcho hacia la puerta de salida arrastrando mi maleta.

Él señor que se encuentra ahí, recibe mi boleto cuando se lo doy, pero en seguida de que lo ve, me lo devuelve.

—Disculpe, señorita, pero su vuelo hacia California fue cancelado.

Parpadeo incrédula.

—¿Perdón?

—Sí, su vuelo con dirección a Los Ángeles California con la hora 10:35 am fue cancelado.

—¿Por qué?

—¿Qué ocurre?—pregunta mi tía apareciéndose a lado mío, interrumpiendo al señor, quien al parecer iba a responder.

—Mi vuelo, lo cancelaron. —respondo.

—¿Por qué?—cuestiona llevando sus ojos hacia el oficial.

—No tengo conocimiento de eso, señora, solo se que todos los vuelos hacia California han sido cancelados.

Mi tía se queda viéndolo un par de segundos, antes de salir disparada hacía otro lugar.

—Gracias. —murmuro tomando mi maleta y comienzo a seguir a mi tía.

—¡¿Cómo que no hay ningún vuelo?!—grita mi tía furiosa enfrente de la señorita de la caja.

—No, señora, lo siento. Se han cancelado todos los vuelos a California. —dice mientras intenta calmar, junto con un par de compañeros más, a todos los pasajeros furiosos que están ahí reclamando.

—¡¿Por qué?!

—No tenemos gran conocimiento, señora. Solo sabemos que alguien adquirió todas aerolíneas que contaban con vuelos hacia California y los canceló.

Mi tía parpadea incrédula ante eso.

—Todos los vuelos fueron recorridos para el día de mañana, pero si quiere el reembolso es en la fila de allá. —señala a un fila larguísima de gente.

—Debe ser una broma. —murmura molesta.

Mientras que mi tía comienza a lanzar insultos al aire, me llega un flashback de mi conversación de ayer con Jayden.

«—Está bien, me lo merezco —suspira y toma un paso cerca mío—. Nos vemos mañana, Paris.

—¿Mañana? Pero te dije que me voy mañana, Jayden

—Eso se puede solucionar con facilidad.»

No sería capaz...

¿O sí?

—Vámonos, Paris.

Me doy la vuelta para seguir a mi tía quien camina hacia la salida del aeropuerto, muy furiosa, con Erick siguiéndola. Apenas doy un par de pasos hacia la salida, cuando siento una delicada mano tocar mi brazo.

—Señorita. —me volteo hacía ella.

Una chica castaña con ojos marrones y saltones me mira con una sonrisita.

—¿Si?

—¿Es usted Paris Smith?

Mi ceño se frunce.

—Sí.

Una sonrisa aliviada cruza su rostro y saca un pequeño papel reciclado de su bolso.

—Dejaron un recado para usted está mañana.

La confusión me recorre y un poco desconfiada tomo el papelito.

—¿Quién se lo dejó?

—Un chico alto con cabello negro. Respondió al nombre de Percival, si no mal recuerdo.

Mi corazón comienza a palpitar con fuerzas.

—Oh, muchas gracias.

La señorita me regala una sonrisa, antes de dar la vuelta e irse.

En seguida de que se va, desdoblo el papel.

«Nos vemos está noche a las 10.

Jayden»

Siento mi mente nublarse y mi corazón palpitar con fuerza al leer esas cortas pero significativas palabras.

Entonces todo este desastre si lo hizo él...

Sí, al parecer sí.

Continuo dando vueltas ansiosamente por mi habitación de hotel mientras muerdo mis ahora inexistentes uñas.

Desde que llegamos al hotel, luego de comer y de que escuché maldecir a mi tía a los, cito, «inútiles del aeropuerto», me vine a encerrar a mi cuarto custodiado por Erick y desde ese entonces lo único que he hecho es dar vueltas en círculos como tonta tratando de ahuyentar mis nervios.

Spoiler: no ha funcionado.

Solo me he detenido para hacer pipi, cambiarme a unos jeans, con una blusa blanca y un suéter rosa, checar la hora compulsivamente, mandarle mensaje a mi mamá para informarle lo que había pasado, volver a checar la hora, revisar si ya tenía un mensaje de Alex en donde me dijera que ya no está enojado y para abrir la puerta luego de que Erick tocara para saber si todo estaba en orden.

Luego de eso, volví a girar sobre el piso del hotel como imbécil, pero está vez me quite mis zapatos para no hacer tanto ruido.

Tomo mi teléfono que descansa en la cama para checar la hora una vez más.

9:58

¡Solo ha pasado un minuto!

Y seguirá así si sigues de despertada.

Suelto un suspiro y me tiro a la cama.

Esto de esperar no me está gustando mucho.

Ya lo noté.

Vuelvo a incorporarme en la cama, con la intención de volver a dar vueltas por el piso, cuando tres toques a la puerta se interponen en mis planes.

Seguramente es Erick.

Con un resoplido me encamino a la puerta y cuando estoy a un metro de distancia, un papelito doblado por la mitad cerca de la puerta, llama mi atención.

Con el ceño fruncido me acerco hasta el, tomándolo en mi mano y en seguida lo desdoblo.

«Te veo en las escaleras de emergencia. Date prisa.

Jayden.»

Siento mi corazón detenerse por un momento y antes de siquiera procesar toda la información, me lanzo hacia mi cama por mi teléfono, verifico mi apariencia una vez más en el espejo y tras tomar mi tarjeta de la entrada, camino hacia la puerta con rapidez.

Cuando la abro con apenas unos centímetros, me doy cuenta que mi guardaespaldas ya no está en la puerta, así que sin perder más tiempo y antes de que regrese, salgo de la habitación y me encamino hacia las escaleras de emergencia, obedeciendo el papelito.

Cuando llego a ellas empujo con cuidado la puerta y a los segundos, unas manos me sujetan por detrás. Siento el miedo recorrerme al sentir un brazo rodeando mi cintura y el otro cubriendo mis labios. Y por inercia, le suelto una mordida a la mano con fuerza.

Un jadeo se escucha detrás y siento algo recargarse en la parte trasera de mi cabeza.

—Eso me dolió mucho, rubia. —murmura Jayden cerca de mi oreja.

Su agarre se afloja y me doy la vuelta, avergonzada.

—Jayden, lo siento mucho. —me disculpo sintiendo el remordimiento en la boca de mi estómago.

—Esta bien, rubia —dice masajeando su mano—. Eso me pasa por intentar hacer el factor sorpresa.

Sonrío y niego con la cabeza.

—Lo siento, en verdad. —vuelvo a decir y sujeto su mano entre las mías.

Está roja.

Se le va a caer.

Con un acto de valentía, que no sé de dónde ha salido, dejo un beso en la palma de su mano.

Vaya, acabas de besar a tú cantante favorito en la mano.

Sí.

Tantas queriendo besarlo en la boca y tú lo besas en la mano.

Cállate.

Cuando llevo mis ojos hacía su rostro, está igual que yo y mi conciencia, asombrado por mi acción.

—Gracias, ya me siento mejor. —murmura en voz baja y yo asiento con mi cabeza, sintiendo el calor subir por mi cuello.

Aquí viene el «tomatito».

Una pequeña sonrisa se asoma por los labios de Jayden y desde ya se que se está burlando internamente.

—Ven, vámonos antes de que regrese tu guardaespaldas. —dice sin borrar su sonrisa divertida y luego entrelaza su mano izquierda, que por cierto sigue roja, con la mía.

—¿Y a dónde vamos?—cuestiono cuando empieza a tirar de mí por las escaleras.

—A continuar tu recorrido por Nueva York.

—¿Qué hacemos aquí? ¿Que no íbamos a continuar con mi recorrido por Nueva York?

—Eso estamos haciendo.

—¿Y qué hacemos en Central Park otra vez?—pregunto confundida al ver de nuevo al enorme parque a mi lado.

—No es a Central Park a donde venimos. —dice deteniéndome. 

Toma mis mejillas con una mano, girando mi cabeza a la dirección contraria de donde estaba mirando.

Siento el aire abandonar mis pulmones al ver la preciosa edificación que se abre paso ante mis ojos.

—¿Y? ¿Qué tal? ¿Te gusta la segunda parte de nuestro recorrido?

Abro la boca intentando decir algo pero las palabras no son capaces de salir de mi garganta.

—Si no hablas, Paris, me voy a empezar a preocupar. —insiste Jayden a mi lado.

—Sí me gusta. —digo en apenas un susurro cuando encuentro mis cuerdas vocales.

Suelta un suspiro de alivio.

—Bien, entonces vamos. Entremos.

Jayden se encamina hacia la entrada de la construcción, mientras que yo me quedo ahí unos instantes más, contemplando la entrada del planetario Hayden.

Aquella preciosa estructura está blindado totalmente de vidrio, permitiéndonos contemplar desde afuera el enorme círculo blanco que sostiene a cada uno de los planetas, los cuales contrastan con algunas luces que provienen desde adentro de la instalación.

Desde mi posición, logro ver al planeta Saturno con sus enormes anillos a su alrededor, causándome un aleteo en mi pecho de emoción.

Sin duda es lo más precioso que alguna vez han visto mis ojos

Eso es exagerado hasta para ti.

Bueno, me corrijo, lo más «precioso que mis ojos han visto» es a Jayden y luego de eso, el planetario.

Sigue siendo exagerado.

Sin esperar más, me encamino hacia Jayden quién parece querer abrir las puertas de vidrio.

Mi ceño se frunce.

—Oye, ¿acaso no está ya cerrado?

—Sí.

—¿Y quieres entrar?

—Sí.

Parpadeo confusa.

—¿Y cómo es que vamos a...?

Las palabras mueren en mi boca al ver qué Jayden abre la puerta después de un tirón.

—¿Decías?—replica divertido, abriendo la puerta para mí.

Ruedo los ojos y entro al interior del lugar, ignorando aquella sensación que me dice que esto está mal y que estamos rompiendo las reglas.

¿Cuándo volveré a tener está oportunidad con él? ¿Con mi cantante favorito?

Nunca.

Exacto, por eso es mejor aprovechar ahora que se puede sin importar que estemos rompiendo un par de reglas.

Un suspiro de amor —si, de amor— sale de mis labios cuando veo más de cerca todos los planetas que están colgando de aquella pelota blanca.

—Jamás había escuchado un suspiro de amor tan sincero como el tuyo. —pronuncia a lado de mí.

Le doy una sonrisa apenada.

—Lo siento, es solo que esto es... maravilloso. Pensé que me iría a mi casa sin poder venir aquí.

—No iba a permitirlo, Paris. —murmura en voz baja.

Mi sonrisa apenada, se agranda, convirtiéndose así en una felicidad genuina.

—Gracias, Jayden.

Media sonrisa aparece en sus labios sin separarlos y me da un asentimiento de cabeza a modo de respuesta.

—Bien —da un aplauso con sus manos que hace que resuene en todo el lugar—. ¿A qué zona vamos primero?

—¿Entonces te gustan los planetas, pero te da miedo viajar al espacio?

—Sip.

—¿Pero... cómo es eso posible?

—Me encanta el universo, si, pero la idea de viajar al espacio es un poco aterradora.

—Sigo pensando que es un poco raro... teniendo en cuenta de que te gusta la astronomía.

Sonrío.

No es la primera vez que me hacen esa pregunta.

—Lo sé, pero me da un poco de miedo pensar que, si llegara a viajar al espacio, cosa que no va a pasar porque me da miedo y porque para hacerlo necesito una licenciatura en específico, mi nave se quede varada en medio de la nada, que explote o que me pierda por ahí; es tan inmenso el espacio que, estoy segura que perderme sería lo más obvio que podría pasarme, por eso mejor, lo investigo y me deleitó de todo eso desde aquí abajo; en el planeta Tierra.

—Vaya... Pues poniéndolo así, a mi también me daría un poco de miedo. —murmura a mi lado.

—Lo sé. —pronuncio sin quitar la vista del planeta que cuelga encima de nosotros.

Luego de que llegamos a este precioso y espectacular lugar, y de que Jayden preguntara qué área quería visitar primero, estuvimos apenas unos minutos vagando por las distintas áreas del lugar, sin prestarle mucha importancia a los esqueletos de dinosaurios o a las figuras de tamaño real de animales, porque la verdad es que yo estaba ansiosa por ver más planetas que los de la entrada. Así que cuando encontramos este lugar, que refleja los planetas en unas enormes pantallas, así como el plano del planeta Tierra enseñando todos sus continentes junto con sus países y ciudades, decidimos o bueno más bien yo decidí quedarnos aquí, y claro, Jayden no replico.

Estuvimos un buen rato presionando las pantallas y conversando, hasta que decidimos tomarnos un descanso y acostarnos debajo de un círculo grande que tiene la proyección de la Tierra.

—¿Puedo hacerte otra pregunta?—dice Jayden, rompiendo nuestro corto silencio.

—Sí, claro.

—¿Cómo es que mi nombre «Percival» se volvió un rumor? Si me encargue de esconderlo bien.

Una sonrisa divertida aparece en mi rostro y me incorporo hasta quedar sentada de chinito..

—Por un tweet.

—¿Por un tweet?—pregunta como si no pudiera creérselo.

Hago un sonidito de afirmación.

—¿Y cómo fue eso posible?

—Una cuenta anónima público tú acta de nacimiento —me vuelvo a verlo sin borrar mi sonrisa—. Apenas estuvo unos minutos en la aplicación y para cuando la cuenta borró la foto, ya estaba viajando por todo Twitter.

Parpadea varias veces claramente atónito.

—Pensamos que era una mentira, porque la foto estaba borrosa y no se veía bien el nombre, así que descartamos la idea y quedó solo en eso, un rumor. Hasta que ayer Clarise aclaro que «Percival», no es un rumor y si es tu nombre.

Suelta un bufido.

—Voy a pedir que le bajen el sueldo por eso.

Una pequeña risa abandona mis labios.

—¿Por qué no te gusta tu nombre? Es lindo.

—Lindo es un perro, ese nombre no lo es.

—¿Pero por qué no te gusta?—insisto.

—Porque mi mamá me lo puso por el personaje de «Perceval», el caballero de la «Mesa Redonda del Rey Arturo» y se me hace algo tonto que me haya puesto así por un personaje —rueda los ojos—. El nombre es feo; me hubiera puesto mejor «Lancelot» o «Gareth», pero «¿Percival?» —hace una mueca—. A parte lo escribió mal, era con «e» no con «i».

La diversión inunda mi cuerpo al ver su indignación.

—Pues a mí me gusta y además no puedo juzgar a tú mamá, y menos cuando hay un montón de fans tuyas que planean ponerle a sus hijos «Jayden» solo porque así te llamas tú.

Frunce el ceño.

—Wow, hasta donde puede llegar el fanatismo... —se queda en silencio algunos segundos y luego voltea su vista hacía mí, con toda la pregunta plasmada en el rostro—. ¿Tú eras de esas fans?

—Sí. —respondo sin inmutarme.

Abre sus ojos sorprendido.

—Pero ahora he cambiado de opinión.

—¿Ah si?—no me pasa desapercibido su tono de decepción.

—Sí. Ahora me gusta más «Percival», con «i», no con «e».

Mi cara se distorsiona en una mueca maliciosa, al tiempo en que él rueda los ojos.

—Debí suponerlo.

—El nombre es lindo, no puedes juzgarme por quererle poner así a mi futuro hijo.

—Pensé que tú hijo se llamaría «Venus».

—Eso es caso de que sea una niña, en el caso de un niño sería «Percival».

—Pobre niño entonces, va a sufrir mucho bullying con ese feo nombre.

—¡Claro que no!—me incorporo sobre mi brazo para defender a mi inexistente hijo—. Tendrá el mejor nombre de su escuela.

—La verdad es que lo dudo mucho.

Blanqueo mis ojos.

—¿Y cuando te pregunten el «porqué» de ese nombre? ¿Qué vas a decir?

—Pues la verdad, que me base en el nombre de uno de los caballeros de la Mesa Redonda del Rey Arturo.

Una preciosa carcajada brota de su garganta, erizándome la piel al instante.

Había escuchado su risa en videos, sin embargo escucharla a solo centímetros de mi es algo encantador.

—Que creatividad la tuya.—dice una vez su risa cesa.

—Lo sé —agito mi pelo para hacerme compañía a esas palabras—. ¿O qué? ¿Creías que ibas a tomar el protagonismo del nombre de mi futuro hijo?

—Sí, tenía una pequeña ilusión.

Agito la cabeza, divertida y el silencio vuelve a rodearnos. Comienzo a mordisquear mi labio y a juguetear con mis dedos.

—Tengo una pregunta.

—Dime, rubia. —lleva sus brazos hacía detrás de su cabeza, haciendo que sus músculos se flexionen ante la acción.

Por favor, no babees.

Trago saliva, sintiéndome repentinamente más nerviosa y me incorporo, sentándome de chinito.

—Tú... ¿Tú fuiste el que compro las aerolíneas?

—Si. —dice sin ni siquiera pensarlo dos veces.

Mi boca se abre de la impresión y siento mis ojos abrirse al grado en el que siento que pueden salirse de mis cuencas.

—¿En verdad?—susurro sin creerlo aún.

—Sí, pensé que había sido claro después de la notita que te entregó la azafata.

—O sea, si pensé que habías sido tú, pero solo quería confirmarlo contigo.

—Ah, entonces si fui yo.

Siento que el corazón se me va a salir.

—Pero... ¿Por qué? ¿Por qué hacer todo eso para que yo pudiera venir aquí?

—Supongo que fue porque te vi hablando con tanta... pasión de los planetas, el universo y todo eso, que me vi en la necesidad de cumplir te ese pequeño deseo —se incorpora sobre sus codos y niego con la cabeza—. Tú querías venir aquí y yo no quería que te fueras sin que antes visitaras este lugar.

Siento mis manos sudorosas ante su comentario y mi corazón sigue al mismo ritmo.

—Gracias, Jayden, es... lo más bonito que han hecho por mi —me sincero—. Y lo más loco también.

Una sonrisa divertida surca su cara antes de volverse a acostar en el piso.

—Es lo menos que te mereces, rubia.

Siento el calor subir por mi cuello hasta detenerse en mis mejillas y su sonrisa se hace más grande.

—Ya regresó mi tomatito.

—Ya vas a empezar. —digo entre dientes y bajo la mirada.

Una suave y delicada risa sale de sus labios.

—Ojos arriba, rubia —dice y pone su dedo en mi barbilla, subiéndola—. Quiero ver tu carita rojita.

Tengo la necesidad de volver a bajar la vista y de soltarle algún comentario muy impropio, sin embargo no lo hago y me quedo así; mirándolo mientras el observa con fijeza mi rostro. Y bueno, creo que no hace falta decir que eso, hace que mi cara de tomate se torne más roja que antes.

—Tengo otra pregunta. —menciono, intentando desviar el tema sobre mis mejillas.

—Dispara.

—¿Cómo conseguiste este lugar?

—Las ventajas de ser guapo, famoso y rico.

Ruedo lo ojos con diversión.

—Hablo en serio, Jayden.

—Yo también —sonríe—. Solamente vine en la tarde hablé con uno de los de seguridad y lo persuadí para que me dijera donde están las llaves para entrar aquí y fin.

Parpadeo un par de veces.

—¿Así? ¿Tan fácil?

—Si. Funcionó más para la persuasión que a una de sus hijas le gustará el guapo y apuesto Jayden Blackwood —sonríe victorioso mientras señala su cuerpo con una mano—. Solo me costó una llamada y mandarle un boleto para mí próximo concierto en primera fila para que estuviéramos aquí.

Vuelvo a parpadear.

—Vaya... Entonces si que fue fácil.

—Una de las ventajas que tiene ser yo. —me guiña un ojos y sonrío con diversión sintiendo mis mejillas volverse a poner color tomate.

—Gracias, Jayden.

—No hay de que, rubia. Siempre lo mejor para mis fans.

Mi sonrisa crece.

«Siempre lo mejor para mis fans»

Lo mejor sería un beso, pero bueno...

—También velo como una disculpa, por lo que pasó en California. —sus mejillas se tornan de un color rosita y yo hundo el ceño.

¿Qué pasó en...?

—Oh, cuando casi me rompes la cabeza con el micrófono.

—No fue con el micrófono...fue con el soporte. —se corrige, apenado.

Me permito soltar una risa al ver su cara contraída en vergüenza.

—Está bien, Percival, eso ya está olvidado.

Asiente no muy convencido.

—Además, no fue del todo malo.

—¿Ah no?—me mira como si estuviera loca en pensar que el que algo me lastimara la cabeza no fuera «malo».

Hago un sonidito de negación.

—Cuando entre a la universidad, podré contarle a mis compañeros que, el famoso, guapo e increíble Jayden Percival Blackwood...

—Por favor ya no uses ese nombre.

—Me golpeó en la cabeza en uno de sus conciertos—continúo ignorándolo—. Seguramente me hago un montón de amigos.

Otra carcajada sale de él y siento mis entrañas moverse.

Podría acostumbrarme a ese sonido.

Podríamos.

—Seguramente que si, rubia, pero ya hablando en serio —se incorpora hasta quedar sentado, dejando la diversión a lado y poniéndose serio—, ¿Cómo va tú cabeza? ¿No has tenido malestares?

Niego.

—No, todo bien. Al principio solo me dolía si me tocaban mi chichón, pero empezó a desaparecer el dolor y por supuesto, el chichón.

Suelta un suspiro de alivio.

—Que bueno, no podría vivir con el remordimiento de haber matado a alguien y mucho menos a una fanática.

Sonrío.

—Entonces que bueno que no me mataste.

—Si, lo bueno. —sus ojos adquieren una brillo que no logro distinguir de que se trata, pero tan pronto como aparece, se va.

—¿Puedo hacerte una última pregunta?—cuestiono, cambiando de tema.

—Tú pregúntame lo que quieras, rubia —se hace hacía atrás y se recarga en las palmas de sus manos.

—¿Por qué comprar las aerolíneas? ¿No era más fácil comprar el aeropuerto? —hago aquella pregunta que, por más tonto que suene, ha venido carcomiéndome la cabeza.

Eso parece divertirlo, porque en su rostro aparece una chispa de juguetona.

—Pues...

—¡Oigan! ¡Ustedes no pueden estar aquí!

Doy un respingo y ambos volteamos a ver a la persona dueña de esa voz. Cuando mis ojos captan a un oficial mirándonos con el ceño fruncido, siento los nervios recorrerme.

Ambos nos paramos de un brinco y por inercia tomo la mano de Jayden.

—¿Por qué se ve tan enojado? ¿Qué no te dijo donde estaban las llaves?—murmuro.

—Sí, pero no me dejó tomarlas, tuve que hacerlo si que nadie se diera cuenta. —habla en mi mismo tono de voz.

—Jayden...—dejo salir su nombre entre mis dientes en forma de regaño.

—Era eso o nada, rubia.

Estoy a punto de replicar, pero cuando veo que él policía se lanza a nosotros a una velocidad alarmante, me paralizo.

—¡Corre!

Sin esperar respuesta, Jayden tira de mi mano y comienza a correr. Con dificultad, me apresuro a seguir su paso, y digo con dificultad, porque él al ser más alto que yo, un paso suyo equivalen a dos míos y más a eso se le suma la velocidad con la que corre.

Todo un reto.

Sin dejar de mover mis piernas, vuelvo mi cabeza hacia atrás para darme cuenta de que el señor sigue corriendo detrás de nosotros con una mueca de furia total. Y no se si sean los nervios o que estoy quedando loca...

¿Apenas lo notas?

Que me suelto a reír. Literal una carcajada sale de mis labios sin restricciones y aumenta cuando veo al oficial tropezar con algo. Llevo mi vista hacía enfrente de nuevo y por el rabillo del ojos veo como Jayden me observa sin entender el porqué de mi carcajada, sin embargo no dice nada y se limita a seguir corriendo hacia la salida, la cuál por suerte ya logro vislumbrar a unos metros de distancia.

Sin perder más tiempo, ambos aumentamos la velocidad de nuestras piernas, y cuando cruzamos las puertas giratorias, no nos detenemos hasta que estamos a un buen y seguro tramo de distancia del planetario.

Ambos volteamos al mismo tiempo hacía el complejo de dónde salimos y vemos como el guardia de seguridad llega a la entrada igual de jadeante que nosotros y con su ceño fruncido y sin quitarnos los ojos de encima, entra de nuevo por la puertas giratorias.

—Eso estuvo cerca. —murmura con su respiración agitada.

Asiento sin poder articular palabra a falta de aire y cuando menos me lo espero, Jayden está riéndose. No tardó en unirme a sus risas luego de pasar tal situación.

Y luego de unos segundos, Jayden me envuelve en uno de sus brazos por mi cuello y comienza a caminar conmigo por Central Park.

—Bien, ahora espera un segundo. —dice Jay en voz baja mientras ambos observamos con atención a Erick que está frente a mi puerta.

Saca su teléfono de su bolsillo y tras desbloquearlo, teclea algo rápido en el antes de volverlo a guardar.

Y mientras esperamos no sé qué, me siento en el piso tratando de recuperar un poco de fuerzas.

A pesar de que la caminata del planetario hacia el hotel fue menos y lo hicimos con calma, aún no me había recuperado al cien de los estragos que nuestra carrera me ocasionó, por lo que aún sigo bastante cansada.

—Listo. —lo escucho decir a mi lado y me incorporo para asomarme por la puerta de emergencia en donde tiene Jayden su cara.

Mis ojos se enfocan con Erick al momento en que veo como saca su teléfono y tras poner su vista en la pantalla algunos segundos, su ceño se hunde y sale hacía el lado contrario del pasillo de dónde nos encontramos

—Vamos, Paris, no tardará mucho en volver. —entrelaza su mano con la mía y me lleva a paso veloz hacía mi cuarto.

Sin perder más tiempo, saco la llave de mi habitación y tras pasarla por el sensor, abro la puerta.

Antes de entrar, me volteo a ver a Jayden.

—Muchas gracias, Jayden, fue sin duda el mejor día de todos.

Sonríe y toma un mechón de mi cabello.

—No hay de que, rubia —tira de mi cabello haciendo que de un paso cerca de él—. Espero que nos volvamos a ver.

Una sonrisita nerviosa tira de mis labios.

—Espero que sí. —respondo nerviosa.

Vuelve a tirar de mi mechón y al tiempo en que me hago hacía enfrente, pega sus labios en mi mejilla en un casto beso que pone mi corazón al millón.

—Adiós, Paris.

—Adiós Jayden.

Tras darme una rápida ojeada, se marcha dejándome con mi corazón alborotado.


¡Aquí el final!

Espero que le haya gustado mucho este capítulo y... ¡Voy a estar actualizando dos veces por semana!

El Lunes y el Jueves estaré actualizando, ¡así que espérenlo!

Los quiero mucho, Hanna.

ig:hannasvelez

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