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Capítulo 54

—Me hubiera gustado que me informaras de esta fiesta hace unos días, Paris. —dice mi novio desde el marco de la puerta de mi habitación.

—Lo siento, amor —digo con una mueca mientras rebusco en mi clóset mi blusa rosa con brillitos—. Quería decirte el sábado, pero te di la guitarra y luego te pusiste a decirme cosas bonitas y se me olvidó.

Se acerca a mi y recarga su hombro a un lado de las puertas de mi armario.

—¿O sea es mi culpa?

—Si, por ser tan lindo.

Me vuelvo hacía él con una enorme sonrisa angélica, pero cuando mis ojos chocan con su torso descubierto, mi sonrisa empieza a borrarse.

Recorro, lentamente, con mi mirada desde el botón de su pantalón hasta su clavícula, permitiéndome detenerme, durante mi recorrido, unos segundos más en su marcado abdomen.

Atrapo mi labio entre mis dientes y siento como un suave suspiro sale de mi.

No importa cuántas veces lo vea así. Siempre voy a quedar igual de fascinada.

Me imagino.

Unos cálidos dedos me toman de la barbilla, subiendo con delicadeza mi cabeza, hasta que mis ojos colisionan con los de Jay.

—Recuerda que mis ojos están aquí, amor. —suelta con burla.

Sintiendo mi cara ponerse roja, le doy un manotazo y giro, otra vez, mi cara en dirección a mi armario.

—Si quieres que te mire a los ojos, entonces no me pongas tu escultural cuerpo frente a mi carita, porque haces que me distraiga. —replico y saco mi blusita de entre la ropa.

Me doy media vuelta y camino en dirección a mi cama, sacándome mi blusa en el camino, quedando solamente con mi sostén.

Jayden suelta una carcajada y siento su pecho pegarse a mi espalda.

—Yo podría decirte lo mismo, rubia. —pasa sus brazos por mi cintura.

—¿Lo mismo?

Mhm.

—¿Por qué?

—Porque eso de pasearte solo en sostén frente a mi —murmura cerca de mi oído, erizándome la piel, mientras juguetea con mi tirante—, solo hace que me distraiga, amor.

Me doy la vuelta y me cruzo de brazos, encarándolo.

—Es para que sientas lo que yo siento cuando te paseas enfrente de mi así. —digo y le clavo con suavidad mi dedo en el pecho.

Esboza una sonrisa ladeada, llena de malicia, y lleva su mano a mi espalda, pegándome a su cuerpo y haciendo que lleve mis manos a su pecho.

—Amor, lo que tú sientes no es ni mínimamente comparable con lo que yo siento cuando te veo así. —suelta en voz extremadamente baja.

Pasa descaradamente sus ojos por mis senos, haciendo mi piel erizar, y provocándome un agradable burbujeo en mi vientre.

No creo que alguien se moleste si llegamos tarde a la fiesta.

Es más, seguro que si no vamos, nadie notará nuestra ausen...

—Oye, Paris, ¿tu tienes mis...?

Al escuchar una tercera voz, el hilo de mis pensamientos se cortan, al igual que la oración de la otra persona, por lo que llevo mi cabeza como latigazo en dirección a la puerta, encontrándome a mi mejor amiga parada en el marco con los labios entre abiertos y los ojos llenos de asombro.

—¡Oh, Dios! ¡Lo siento! ¡Lo siento! —exclama, apenada, y se tapa los ojos, para luego darse la vuelta.

Inmediatamente, sintiendo mi cara tornarse roja, le doy un empujón a Jayden, alejándolo de mi, y lanzo una de mis almohadas a su cuerpo, tratando de cubrir lo que se pueda con ese objeto.

—¿Qué estás haciendo aquí, Aby?—cuestiono, avergonzada—. ¿No estabas en casa de Liam?

—Si, si, yo estaba con él, pero no me llevé mis tacones, entonces recordé que los tenías tu porque te los preste hace una semana y tuve que venir hasta acá por ellos. —habla tan rápido que apenas y logro entenderle.

Eso es algo que hace cuando está nerviosa.

—Ay, es verdad.

Sintiendo mi cara aún hirviendo, me lanzó a mi armario por sus tacones y luego camino hacia la puerta de mi cuarto, donde se los paso por encima de su hombro.

—Lo siento, Aby. —murmuro, apenada, desde atrás suyo.

—No, perdóname tu a mi, Iris —dice en el mismo tono de voz—. Y te juro que no vi nada, ¿eh?

Su comentario me hace sonreír con diversión y asiento con la cabeza.

—Si, tranquila, Abs.

Mueve la cabeza en afirmación y sin decir nada, ni dirigir su mirada hacia nosotros, empieza a caminar con velocidad hacia la puerta de entrada.

—¡Los veo en un rato!—grita y, tras eso, se escucha la puerta ser cerrada.

Me quedo ahí, parada, con las mejillas hirviendo y la vergüenza burbujeando con fuerza en mi interior.

Dios, ¿ahora cómo miraré a mi mejor amiga a la cara?

—Oww, tus senos también se ponen rojitos cuando estás apenada.

La voz de Jayden me hace dar un brinco y cuando mi mente procesa sus palabra, siento mis mejillas ponerse aún más rojas.

Me volteo con rapidez y, con mi ceño fruncido, le arrebato la almohada que tiene entre los brazos y le doy un fuerte golpe en el rostro con ella.

Suelta una enorme carcajada.

—Cállate y vístete. —digo pasando a lado de él.

—Si, capitana.

Ruedo los ojos y reprimo la sonrisa divertida que amenaza con escaparse de mi boca y empiezo a vestirme.

—Escucho música. —suelta Jayden con la mirada clavada en el frente.

—Si, yo también.

—Eso significa que ya estamos cerca.

Mueve sus hombros en un pequeño baile que se coordina con la música que se escucha en la parte de afuera del vehículo y esbozo una sonrisa divertida.

Tan tierno.

Luego de que Aby llegara a nuestro departamento a interrumpir nuestro pequeño momento, ambos volvimos a enfocarnos en arreglarnos y, entre algunos besos y caricias, acabamos en menos de una hora en alistarnos y salir del departamento para ir al lugar en donde la fiesta se estaba llevando a cabo.

Una suerte que el lugar no estuviera a más que a 10 minutos de distancia de nuestro edificio y que se estuviera realizando en una casa lo suficientemente grande para que pudiéramos respirar entre la multitud.

—Pero qué casita. —murmura mi novio, estacionándose y mirando la fachada de la casa.

—Ya lo creo —coincido y recorro con mi vista el enorme patio delantero y los tres pisos de la casa—. ¿Quién habrá prestado su mansión para una fiesta?

—Supongo que alguien muy idiota como para no importarle los destrozos que pueden hacer en su casa.

Asiento con la cabeza.

—Si, creo que sí.

—Andando, rubia.

Luego de que se baja de su carro,, le da la vuelta para abrir la puerta de mi lado y ayudarme a bajar.

—Gracias, Jay.

—De nada, rubia.

Me guiña un ojo antes de ponerse sus gafas de sol. Me quedo mirándolo con ternura al ver su acción.

—¿Qué?

Ladea su cabeza, confundido.

—Nada —entrelazo su mano con la mía y empiezo a caminar—. Es solo que me da ternura cuando sacas tu disfraz de super estrella encubierto.

Su entrecejo se arruga.

—¿Mi disfraz de super estrella encubierto?

—Si. Es cuando te pones una gorra, un pants o tus gafas de sol, justo como lo estás haciendo ahora. Es tierno como te lo pones y es aún más tierno que pienses que con eso no van a reconocerte.

—Si funciona —refunfuña—. Con esto puesto he logrado pasar, la mayoría de veces, desapercibido entre las personas.

—Para los ojos de un fanático jamás pasarás desapercibido, cielo.

—¿Estás tratando de decirme que mi disfraz es inútil?

Suelto una risa.

—Yo jamás dije eso.

—Pero lo pensaste.

Vuelvo a reír.

—Tampoco. Lo único que he pensado es que te ves muy, muy tierno, Jay.

Lo miro por el rabillo del ojo y veo sus orejas tornarse rojas y una pequeña sonrisa aparecer en sus labios.

—Entonces, si no quisiste decir que mi disfraz es inútil —tira de mi mano, deteniendome, y pasa sus manos por mi cintura para voltearme en su dirección—, ¿Trataste de decirme que, para tus ojos de fanática, jamás pasaré desapercibido?

Mis mejillas se tornan rojas y siento mi estómago burbujear con nerviosismo, sin embargo, asiento lentamente con la cabeza.

—Si, pero no porque te vea con mis ojitos de fanática.

—¿Entonces?

—Porque te veo con ojos de enamorada, Jay —acaricio su pómulo con mis nudillos y le retiro sus gafas, llevándolas a su cabeza, para poder ver sus ojos—. Y, a través de mis ojos, jamás pasarás desapercibido. Ni siquiera en una habitación llena de personas.

Sus preciosos ojos grises han desaparecido casi por completo gracias a sus pupilas, las cuales se han expandido lo suficiente como para que se vean negros. Su respiración se ha frenado y, puedo jurar, que su corazón se ha detenido un momento.

Lo he dejado sin palabras.

Otra vez.

Si, otra vez.

Suelto una pequeña risa y le doy un pellizco en el brazo.

—¿Qué? ¿Volví a dejar sin palabras al gran cantante Jayden Blackwood?

Lo veo pasar saliva con dificultad, antes de esbozar una sonrisa.

—Si, pero no te acostumbres —alza una de sus manos y enreda su dedo índice en un mechón de cabello—, porque tan pronto como dejes de hacer que mi cerebro haga cortocircuito con tus palabras, yo volveré a ser el que te deje sin palabras.

—Pues apúrate que si no te opacare yo.

—Ya veremos.

Vuelvo a reír y me paro de puntitas para alcanzar sus labios y dejarle un corto beso.

—Te quiero mucho, Jayden.

—Te quiero mucho más, Paris.

Mi novio se inclina hacía abajo para poder alcanzar mis labios, con una sonrisa coqueta en su boca.

—¡Ustedes dos!

Ambos nos detenemos antes de poder besarnos y volteamos hacia un costado, encontrándonos con una Aby con sus manos en jarras, mirándonos fijamente.

—No pueden besarse así como si nada —comienza a caminar hacia nosotros—, hay gente alrededor. —hace un ademán con su mano para que miremos a nuestro alrededor.

—Pero era solo un besito.

—No, Blackwood, no pueden haber besitos con luz y gente a nuestro alrededor. Mejor entremos a la fiesta —se pone en medio de nosotros y entrelaza sus brazos con los nuestros—, ahí pueden darse los besos que quieran.

—Pero ahí también hay gente.

—Si, pero no luz —responde y empieza a caminar con nosotros—. Piensa, Percival, piensa.

Jay suelta un suspiro lastimero.

—Que horrible es ese nombre, no me llames más así.

—A mí me gusta. —intervengo.

—A ti te gusta todo de él, Paris.

Mis mejillas se sonrojan.

—Ow, ¿eso es verdad, cielo?

—Puede ser...

—Eso es un rotundo sí. —responde mi amiga.

—¡Aby!

Siento como el calor se acumula con mucha más fuerza en mis pómulos.

—¿Qué? Es verdad, Paris. Incluso te gusta hasta su feo segundo nombre —le lanza una mirada de disculpa al cantante—. Sin ofender.

—Si, si me ofendes. —refunfuña.

—Lo siento.

—Pero no es feo, es un bonito nombre. —hablo.

Niega con la cabeza y arruga su nariz.

—Ves, de eso hablo.

Ruedo los ojos, divertida, y junto con mi mejor amiga y mi novio, me adentro a la enorme casa.

—¿Por qué tardaron tanto?—cuestiona Yun, acercándose a nosotros, en voz lo suficientemente alta para poder escucharla.

—¡Es que se estaban besando!—responde Aby, en el mismo tono, y me pongo aún más roja.

—¿En la calle? ¿Con personas y la luz de los faros?

Asiente Aby con la cabeza.

—Que niños tan irresponsables. —responde Yun, negando con la cabeza.

—¿Verdad?

—Totalmente.

Ruedo los ojos.

—¡Jayden! ¡Hermano!

La voz de Luca se hace presente y saluda a Jayden muy alegremente.

—¡Luca!

Mi super estrella, lo saluda con la misma efusividad y una sonrisa.

Desde que lo rescataron de los fanáticos, mis amigos también se han convertido en buenos amigos de Jay. En especial Luca y Liam.

Puedo notarlo.

—¿Por qué tardaste tanto?

—Mi novia me distrae.

La mirada que me da Jayden hace que la piel se me erice y tenga un rápido flashback de lo que pasó antes de venir para acá.

—¿Por qué distraes a mi amigo, Paris?

Luca me mira con desaprobación y niega con la cabeza, mientras que yo siento como mis mejillas van a explotar.

Dios, ayúdala.

Llevo mi vista hacia mi mejor amiga, ignorando a mi amigo y a mi novio, para preguntarle por el otro integrante de nuestro grupo de amigos.

—¿Y Liam?

—En la cocina consiguiendo las cervezas.

—Oh.

—Será mejor que lo alcancemos para embriagarnos lo más rápido que se pueda. —comenta Luca.

—Apoyo la idea. —dice Yun.

—¡Andando, equipo dinamita!

Rio al escuchar la efusividad de mi amigo y me dejo guiar por Aby hacia la cocina.

Muevo mi cuerpo al ritmo de una pegajosa canción en español que suena por los altavoces del lugar y miro con diversión a mi amiga Carla, quien sigue bailando con mucha efusividad como si no lleváramos más de dos horas bailando aquí.

—Parece que no se cansa. —me grita Lili, mirando a nuestra amiga.

Suelto una risa y asiento con la cabeza.

—Coincido.

Sin dejar de mover mi cuerpo, busco con mi mirada a mis amigas por el lugar, puesto que a pesar de que entramos juntos, luego de un rato nos separamos para convivir un rato con nuestros amigos de la Universidad, pero ya es hora de volver a estar con ellas. Sin embargo, para mí mala suerte, solo las perdí a ellas de vista, porque Liam, Luca y Jayden están muy conversadores en la cocina.

¿Dónde estarán?

—¿Buscas a alguien, Iris?—cuestiona Lili.

—Si, a mi amigas —respondo sin dejar de mirar en todas las direcciones—. No sé dónde se metieron.

Hace una mueca y, al igual que yo, empieza a mirar en todas las direcciones.

—Será difícil encontrarlas entre tanta gente.

—Si, lo sé.

Suelto un bufido.

—¡Paris! ¡Paris!

Una voz masculina vociferando mi nombre me hace voltear hacia mi derecha, encontrándome con un André con los ojos abiertos de par en par.

—¿Qué pasó, André? —lo miro con angustia cuando se detiene a lado mío—. ¿Estás bien?

Su reacción incluso ha hecho que Carla deje de bailar para mirarlo con atención.

—Si. No. Bueno, si. Es solo que... —agita su cabeza como si tratara de ordenar sus ideas—. Acabo de conocer a tu novio.

Mi cuerpo se tensa y siento un los novios recorrerme la espina dorsal.

—¿Ah sí?

—¡Si! Luego de ir al baño pase a la cocina por otra cerveza —alza su botella para darle validez a sus palabras—, y ahí me encontré a tus amigos, esos con los que te vimos hace un rato, ¡pero estaban con tu novio!

—¿De qué te sorprendes? —pregunta Carla, confusa—. Si Paris ya nos había dicho que venía con él.

—Si, si. Lo sé, pero cuando la vimos no estaba su novio con ella porque él estaba en el baño o algo así, no entendí muy bien que dijo Iris en ese momento por la música.

Cuando mis amigos de la Universidad me encontraron en la cocina junto al «equipo dinamita», como nos llamó Luca, empuje a Jayden hacia atrás para que no pudieran verlo y él fue lo suficientemente inteligente para captar de inmediato la señal, puesto que fue a esconder su bonito rostro a una de las esquinas de la cocina mientras que yo les decía a mis amigos universitarios que mi novio estaba en el baño, pero que pronto se uniría a nosotros.

Nunca se unió, ya que se quedó con Luca y Liam en la cocina. Mientras menos gente lo viera mejor, así no habrían problemas de nada.

Que difícil es salir con una super estrella.

Ni que lo digas.

—¡Pero ahora sí lo vi!

—¿Y luego?—interroga Lili, igual de confundida que Carla—. ¿Qué pasa con eso?

—Pues no sé si fue todo el alcohol que he consumido, pero él es igualito al cantante que te gusta, Paris. ¡Es igualito a Jayden Blackwood!

Mis manos empiezan a sudar y mi corazón a palpitar con fuerza.

—¿Qué dices, André?—cuestiona Carla, confundida.

—¡Que es igualito a Jayden, Carla! ¡Eso digo! —suelta una risa llena de asombro, antes de voltear a verme—. ¡Que suerte amiga! ¡Te conseguiste un novio igualito a tu cantante favorito!

No es igualito, porque en realidad es él. Mi novio es Jayden Blackwood.

Efectivamente.

Pero eso él no lo puede saber.

Efectivamente x2.

—Lo es —suelto una risa entre tensa y nerviosa, y muevo mi cabeza en afirmación—. Mi fanatismo me llevó a buscar un novio igualito a él. Que locura, ¿no?

—¡Si, es una maldita locura!

Vuelve a reír y le da un trago a su cerveza.

—¡Que increíble, Paris! —exclama Carla y da pequeños aplausos—. ¡Ahora yo también lo quiero conocer!

—Si, claro —respondo, nerviosa—. Iré por él para presentárselos formalmente.

Mientes.

—¡Yupi!

Tras ese corto sonido de victoria, Carla vuelve a moverse al ritmo de la música.

—Iré por él.

Y, bajo la mirada entrecerrada de Lili, me encamino hacia el otro lado de la casa, esperando que en el tiempo en el que me desaparezca se les quite las ganas de querer conocer a mi novio, puesto que aunque confío en ellos para que mantengan el secreto de que Jayden es mi pareja, entre menos gente lo sepa mejor.

Me abro paso entre la gente soltando disculpas y pidiendo permiso, buscando llegar a la cocina dónde, al parecer, siguen mis amigos y mi novio.

Cuando llegue a la cocina le pediré a Jayden mi teléfono para poder mandarle mensaje a mis amigas y decirles que es hora de convivir noso...

Mis pensamientos se ven interrumpidos, bruscamente, cuando siento una mano masculina tomarme del brazo y jalar de el sin delicadeza alguna.

—¡Oye! —exclamo, molesta por esa repentina acción, buscando entre la oscuridad la cara del sujeto que me agarró así—. ¡¿Qué es lo que pasa conti...?!

Mis palabras se ven interrumpidas, otra vez, cuando luego de empujarme a un pasillo, me pega, sin delicadeza, a una de las paredes.

Hago una mueca al sentir un latigazo de dolor en mi espalda.

—¿Qué demonios te ocu...?

—¿Se te descompuso el maldito teléfono o porque mierda no has atendido mis mensajes, bonita?

Siento mi sangre helarse tan pronto como identifico la voz de quien pronuncia aquellas palabras e intento pegarme más contra la pared, buscando alejarme lo más que se pueda de ese cruel y manipulador hombre: Alex.

—¡Respóndeme, mierda!

Cierro los ojos con fuerza, presa del miedo, cuando vuelve a golpear mi espalda contra la pared, esta vez haciéndolo con más fuerza.

Mis manos empiezan a temblar.

Jamás me había gritado ni empujado de esta manera...

—Mi teléfono funciona bien. —murmuro.

—¡Y si funciona bien, ¿por qué mierda no puedes contestarme un maldito mensaje?!

Instintivamente muevo la cabeza hacía a un lado.

—Porque no quiero. —respondo con la voz en un hilo.

Se hace un silencio tan sepulcral alrededor de nosotros, que si no fuera por sus manos que están en forma de grilletes en mis brazos, bien podría haber pensado que se ha ido.

—¿Qué has dicho?—cuestiona, amenazadoramente, en voz baja.

Paso saliva con dificultad, aún mirado hacía un costado, incapaz de verlo.

—Que no quiero —repito, tensa—. No quiero seguir hablando contigo, Alex.

Vuelve a formarse un tenso silencio entre nosotros y el aire a nuestro alrededor se hace tan pesado que me siento asfixiada.

—Espero que no estés diciendo eso en serio, Paris.

Nerviosa, giro la cabeza en su dirección, animándome a mirarlo.

La forma tan llena de odio con la que me mira, eriza mi piel y hacen que las ganas de salir corriendo sean más grandes.

—Lo digo en serio, Alex, ya no quiero seguir hablando contigo ni que sigamos siendo amigos o como sea que se llame el vínculo que tenemos —paso saliva con dificultad, ansiosa—. No quiero. De verdad ya no quiero.

Se queda en silencio un par de segundos antes de soltar una ronca risa que no tiene ni un poco de gracia.

—Oh, Paris —pone su palma en mi mejilla—. Tu y yo sabemos que eso no va a pasar, bonita.

Incapaz de pronunciar alguna palabra, muevo mi cara para quitar su mano de mi, pero él es más rápido y lleva sus dedos a mis mejillas de modo en el que impide que mueva mi cara.

—Estas tan llena de miedo por quedarte sola que, ambos sabemos que, no podrás alejarte de mi.

Suelto un quejido cuando ejerce presión en mi cara y, como reflejo, llevo mi mano a su muñeca.

—Es cuestión de tiempo para que se te pase la ilusión con ese estúpido cantante y vuelvas a mi, Paris.

La molestia burbujea por encima del miedo cuando lo escucho expresarse así de mi novio.

—No le digas así, Alex.

Sus ojos flamean por el enojo.

—Yo voy a decirle como se me pegue la maldita gana —me presiona con más fuerza, arrancándome otro quejido—, estúpida enferma menta...

Sus palabras son interrumpidas cuando sale disparado al suelo, cayendo sobre su espalda.

—¡Te vuelvo a ver agarrando de esa manera a mi novia y te voy a matar!

La fuerte y furiosa voz de Jayden llega a mis oídos, por lo que vuelvo la vista hacia enfrente, encontrándome a mi novio mirando a Alex con la amenaza plasmada en su cara y la furia saliendo de cada poro de su cuerpo.

Por el rabillo del ojo, veo como Alex, quien se ha incorporado y recargado sobre sus codos, mira a Jayden molesto. Sin embargo, la manera en la que mira a mi novio no se compara ni un poco con la forma asesina con la que Jayden lo mira a él.

Jamás lo había visto tan enojado...

Jay le sostiene la mirada a mi ex novio un par de segundos más, antes de voltear en mi dirección. Cuando sus ojos chocan con los míos, su helada mirada, de inmediato, pasa a ser una más cálida y preocupada.

De una grande zancada llega enfrente mío y con sus cálidas manos toma mis adoloridas mejillas.

—¿Estás bien, amor?—cuestiona con la voz cargada de angustia, inspeccionándome de arriba a abajo.

Sin poder emitir algún sonido, por culpa del miedo que me ha invadido hasta la última célula, me limito a asentir dos veces con la cabeza.

—Oh, cielo.

Me envuelve con delicadeza entre sus brazos y deja un corto beso en mi frente.

Dejo salir un fuerte suspiro y me permito cerrar mis ojos unos momentos antes de alejarme un poco de él para mirarlo a los ojos.

—Quiero irme a casa. —digo en voz baja, solo para que él me escuche.

Asiente con la cabeza y pasa su mano por mi cabello.

—Vámonos, amor.

No espera más y, con la misma delicadeza con la que tomó mi rostro hace unos instantes, toma mi mano.

Empieza a tirar de mí, con suavidad, a la salida de la casa, no sin antes hacer una breve parada por la cocina.

Liam y Aby, quienes se encuentran muy risueños en la cocina, se vuelven hacía nosotros apenas llegamos a la barra y, no se que es lo que ve mi mejor amiga en mi, pero su sonrisa se borra y su mirada se llena de angustia tan pronto como sus ojos chocan con los míos.

Se aleja de Liam y en tres pasos ya está enfrente mío inspeccionandome de arriba a abajo.

—¿Qué le pasó?

—Alex fue lo que le pasó.

Sus ojos flamean con molestía y lleva sus ojos hacia Jayden.

—¿Qué le hizo?

—El imbécil la tenía acorralada.

Un escalofrío, nada agradable, me recorre al recordar la manera en la que me agarró y lastimó.

—Hijo de puta. —suelta con molestia, mi amiga.

—La llevaré a casa.

—Voy con ustedes. —dice inmediatamente.

—No es necesario.

—Claro que lo es —responde y empieza a colocarse su chaqueta—. Es mi mejor amiga y no voy a dejarla, así que vámonos.

Tan pronto como Aby dice eso, Liam se posición a su lado y saca el teléfono de sus bolsillos.

—Le avisaré a los demás que nos vamos a casa.

—Si.

Al ver la firmeza las palabras de Aby, mi novio ya no dice otra palabra, simplemente asiente una vez con la cabeza y con una de sus manos entrelazando la mía, empieza a caminar hacia la salida.

Al salir de la casa, Jayden pasa su mano a mi espalda baja, guiándome en dirección a su carro.

Que horrible noche.

Si.

Nada podría hacerla peor...

—¡¿A dónde mierda es que vas, Paris?!

Tan pronto como escucho la voz de Alex detrás de nosotros, nos detenemos de golpe y me arrepiento de haber pensado aquellas palabras.

Tonta Paris.

—¡No hemos terminado de hablar!

Sintiendo mi sangre helarse y el cuerpo de Jayden tensarse a mi lado. Miro sobre mi hombro y me encuentro no solo con Alex cruzando el patio hacia nosotros, si no que también con las miradas chismosas de varias personas a nuestro alrededor.

—Tú y ella ya no tienen nada que hablar. —responde Jayden antes de que yo pueda hacerlo.

—Creo que ella puede hablar por sí sola —replica al segundo—. No necesita ningún vocero.

Veo a Jayden con la intención de volver a responder pero, antes de que pueda hacerlo, llevo una mano a su pecho y me adelanto.

—Ya no tenemos nada de que hablar, Alex. Nuestra conversación terminó allá adentro.

—¿Ah sí?

—Si.

—Pues yo no recuerdo haber terminado de hablar contigo. Lo único que recuerdo es a ese imbécil —hace una rápida seña hacia Jay— interrumpiendo nuestra conversación cuando me lanzó al piso.

Los susurros de las personas empiezan a hacerse presentes y siento cuerpo tensarse de pies a cabeza.

—¿Y vas a decirme que no te lo merecías?

Jayden da un paso hacia enfrente, luego de pronunciar aquellas palabras y, de inmediato, yo hago presión en su pecho con mi mano, tratando de evitar que de otro paso hacia Alex.

—¡¿Vas a decirme que no te lo merecías luego de como tenías a mi novia, maldito imbécil?!

Alex se queda callado, mientras que Jay vuelve a dar dos zancadas en su dirección, haciendo que la tensión aumente en mis hombros ya que, está vez, mi mano no es lo suficiente como para detenerlo. Por suerte, antes de que pueda avanzar más, Liam interpone medio cuerpo delante de él.

—Amigo, cálmate. —murmura con los dientes apretados.

—No voy a calmarme luego de que esté imbécil haya estado acosando y lastimando a mi novia.

Sus palabras salen llenas de tanta rabia que me pone los pelos de punta y, al parecer, no solo a mí, ya que por el rabillo del ojo veo como mi ex novio pasa saliva con dificultad.

—Sé que estás molesto, pero poniéndote así no solucionarás nada.

—¿Ah no? Porque yo estoy seguro de que si le tumbó los putos dientes si voy a solucionar algo.

Cuando veo que hace el ademán de dar otro paso en su dirección, clavo mis uñas, no tan fuerte, en su brazo.

—Jayden, por favor —suplico y tiro de él—. Ya quiero irme a casa.

Eso parece llamar su atención, porque de inmediato deja de mirar a Alex, para dirigir su mirada a mí.

—Por favor, Jay —entrelazo su mano con la mía—. Vámonos.

Suelta un tembloroso suspiro y pasa saliva con dificultad, antes de cerrar los ojos con fuerza y asentir suavemente con la cabeza.

Cuando abre sus ojos para volver a mirarme, siento la tensión desvanecerse de mis hombros al notar que se ve un poco más tranquilo y me veo la necesidad de soltar un suspiro lleno de alivio cuando, sin soltar mi mano, se da la vuelta para empezar a caminar conmigo hacia el carro.

—¡Blackwood!

Jayden se detiene en seco.

—¡No te sorprendas cuando tú zorra con problemas mentales vuelva arrastrándose a mi!

La mano de Jayden se suelta de la mía luego de que aquellas palabras salieron de la boca de Alex y, en un rápido movimiento, me doy la vuelta para detenerlo, pero ya es tarde.

Un jadeo sale de mi boca cuando al momento de darme la vuelta veo a Jayden soltarle un puñetazo a Alex que lo tira al suelo de inmediato.

—¡Jayden!

El nombre de mi novio abandona mis labios en una exhalación cargada de tensión e, inconscientemente, doy un par de pasos en su dirección, pero antes de poder dar el quinto, siento una mano rodear mi brazo y tirarme hacia atrás con fuerza.

—¡No, Paris!

La exclamación de Aby llega a mis oídos al mismo tiempo que el jalón e, incapaz de volver a moverme, me quedo con los pies clavados a su lado y mis ojos puestos en la pelea que se está desatando enfrente de mí.

Siento como la boca se me seca y el cuerpo se me entumece más con cada golpe que Jayden asienta en Alex, quien solo puede cubrirse el rostro con los brazos.

La escena me llena de tanta ansiedad, angustia y nervios que siento como mis oídos empiezan a pitar, impidiéndome escuchar más allá de los fuertes latidos de mi corazón y mi acelerada respiración.

Un fuerte, pero rápido destello de luz, me saca del pequeño shock en el que me encuentro, por lo que lentamente llevo mi vista hacia esa dirección. El cuerpo se me paraliza por completo y el terror cae como una piedra en mi estómago, cuando veo que, la causa de ese destello de luz, fue la cámara de un teléfono.

Paso mi vista por nuestro alrededor, cayendo en cuenta que las personas que estaban afuera se han multiplicado y que ahora hay mucho más que antes mirando todo el espectáculo con sorpresa y con los teléfonos grabando y tomando foto de lo que pasa.

Aquello solo hace que el miedo y la angustia que sentí en un principio crezca de tal modo que la cabeza empieza a dolerme.

Esos videos mañana estarán por todas las redes sociales y Billy se enterará.

Si Jayden no se detiene todo esto acabará mal.

Lo lastimará.

Billy lo lastimará.

Jayden necesita parar.

Debe parar.

Todos esos pensamientos acumulándose en mi cabeza hace que salga del trance en el que estaba y, en un rápido movimiento, tomo el brazo de Aby.

—Los videos —suelto en un hilo de voz, volteándola a ver, alarmada—. Están grabando, Aby. No pueden seguir grabando.

Eso parece activar a mi amiga quién, al igual que yo, estaba shockeada y en menos de cinco segundos ya está caminando hacía las personas que tienen su teléfono afuera.

Mientras Aby se aleja, yo me acerco a Liam con las piernas temblorosas, quién mira la pelea con evidente tensión en los hombros y los ojos llenos de sorpresa. Lo tomo del brazo y tan pronto como siente mi tacto, voltea a verme.

—Sepáralos, Liam. —mi voz sale en una petición desesperada.

Al igual que a mi mejor amiga, mis palabras parecen activar algo en él, ya que de inmediato agita la cabeza y con grandes zancadas acerca de ellos.

Sintiendo mi corazón golpear con una dolorosa fuerza mi pecho, me quedo mirando con atención como Liam trata quitar a Jayden de encima de Alex, tirando de él por su abdomen y hombros, pero falla y Jayden continúa, sin piedad alguna, golpeando a mi ex novio.

Falla una, dos, tres veces hasta que alguien que identifico al instante como André, mi amigo de la Universidad, se mete para tomar a mi novio de su otro brazo y entre ambos tiran de él. Solo así, pueden quitarlo de encima de Alex.

—¡Suéltenme, carajo!

—¡Jayden, basta!—escucho a Liam exclamar.

Veo a Jayden luchar para quitarse de encima a mis amigos, pero ellos, a pesar de que el cantante logra quitárselos un par de veces, siguen tirando de él hacia atrás.

Cuando está a una distancia considerable, una tercera y cuarta persona entran para levantar a Alex.

Un suspiro sale de mi boca al ver la cantidad de sangre y manchas rojizas que tiene su cara.

Suelta un jadeo adolorido y, manteniéndose de pie con notoria dificultad, lleva su mano hacía su nariz, limpiando un poco de la sangre que le sigue brotando antes de escupir al suelo.

—Hijo... de puta. —suelta entrecortadamente en dirección a Jayden.

—A la próxima que, tan siquiera, respires cerca de mi novia no volveré a amenazarte con matarte porque será lo primero que haré.

La manera en la que dice eso, la forma en la que lo mira con sus ojos inyectados de sangre y como si pecho sube y baja con rapidez me erizan la piel.

—Si ustedes cuatro no bajan su teléfono y borran esos videos quedarán peor de lo que quedó él.

La voz de Yun me hace voltear a la derecha y, al hacerlo, me encuentro con mi amiga señalando con su dedo a un grupo de amigas, quienes después de recibir tal amenaza se ponen pálidas, y bajan su teléfono para luego empezar a teclear algo con rapidez en sus pantallas.

—Bien.

Yun continúa caminando, exigiéndoles a todos los que se encuentran del lado derecho que borre los videos y no se mueve de ahí hasta que ve que realmente lo han eliminado mientras que, por el lado izquierdo, Aby hace lo mismo que ella.

—Es hora de irnos, hermano.

Cuando la voz de Luca llega a mis oídos, regreso mi vista hacia enfrente, y veo como Luca, quien ha decidido aparecer, tiene una mano en el pecho de mi novio y lo empuja hacía atrás con suavidad.

Mi novio no réplica a lo que le dice mi amigo y, en un rápido movimiento, se suelta de mis amigos de un jalón y se da media vuelta.

Cuando sus ojos colisionan con los míos, se queda quieto un par de segundos antes de que su frívola mirada cambie su expresión se suavice.

Lo veo tomar una fuerte respiración, antes de caminar hacia mí y no detenerse hasta que llega enfrente mío y, con una delicadeza impresionante, pone sus cálidas manos en mis mejillas.

—¿Estás bien?—me cuestiona en voz baja.

Asiento con la cabeza solamente una vez y paso saliva con dificultad.

—¿Tú estás bien?

Pasa su lengua por sus labios.

—Si, pero estaría mejor si nos vamos a casa.

—Si, coincido.

Tomo, con la misma delicadeza con la que el tomo mi cara, su mano y entrelazo sus dedos con los míos.

—Vámonos.

Empiezo a tirar de él, con suavidad, y juntos caminamos en dirección a su carro.

¡Aquí el final!

Espero que les haya gustado mucho el capítulo de hoy y no se olviden de seguirme en mis redes sociales para ver algunos adelantos de los últimos capítulos.

Nos vemos en el siguiente capítulo.

Los quiere, Hanna.

-4 capitulos para el final.

ig:hannasvelez

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