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Capítulo 5

Mordisqueo mi labio inferior y tamborileo los dedos sobre una de mis piernas, mientras espero pacientemente a que el elevador llegue al piso en donde se estará llevando acabo el evento.

—¿Erick?

—¿Si, señorita Smith?—lo escucho responder al instante detrás mío.

—¿Estarás conmigo todo el evento?

—Esa es la idea, señorita Smith.

—Y...¿Mi tía? ¿Estaré con ella durante el evento?—juego con mis dedos, nerviosa por la respuesta.

Me gustaría convivir más con mi tía, la verdad, pero de alguna manera se que eso no será muy posible y menos hoy, en un evento en donde ella es la protagonista.

—Eso no será posible hasta que concluya la noche, señorita. La señora Smith tiene cosas y gente importante que atender durante el evento.

Cómo lo supuse.

—¿Entonces estaré sola en un evento con gente que no conozco?

—Estará conmigo, señorita.

Suelto un resoplido.

Básicamente eso era como estar sola, porque durante las 24 horas de estadía que llevo aquí, Erick se ha mantenido cuidándome, pero solo eso. Siempre está a tres pasos detrás mí y no me habla más que para lo estrictamente necesario o para responderme cuando yo tengo alguna duda que, por supuesto, no involucre mucho la vida privada de mi tía, si no me ignora.

Así que sí, básicamente eso es como estar sola.

—Bien, entonces vamos a divertirnos los dos. —murmuro.

Cuando las puertas se abren, salgo del elevador con los nervios a flor de piel y apenas he dado unos cuantos pasos dentro de la sala cuando escucho el sonido de un teléfono detrás mío, por lo que me detengo para mirar sobre mi hombro.

—Señorita Smith, debo de dejarla un segundo—dice checando su teléfono—. Ya vuelvo.

Sin esperar a mi respuesta, Erick se marcha a grandes zancadas en dirección a no sé dónde, dejándome con las miradas curiosas de las personas que voltean a verme sin ningún tipo de disimulo.

Sintiéndome un poco intimidada por aquellos ojos sobre mi, doy un pequeño paso hacia atrás.

—Bueno, tal parece que deberé divertirme yo sola.

Suelto un suspiro.

Luego de que Erick me abandono a mi suerte, trate de alejarme lo más que pude de aquellas miradas juzgonas y curiosas, por lo que fui a encerrarme al baño un rato y mientras estuve ahí, hice pipi, desabroché un rato mi ajustado vestido rojo —el cual no me dejaba respirar bien—, aplaste con agua aquellos cabellitos rebeldes que empezaron a salirse de mi coleta alta y acomodé mis pendientes y mi collar.

Sí, todo muy divertido.

Pero por desgracia la diversión acabó, cuando una chica que ya había entrado al baño, volvió a entrar unos 20 minutos después con otra chica y me vio todavía en el baño.

La sonrisa amigable que me había regalado la primera vez que nos topamos, se sustituyó por una mueca de confusión y extrañeza cuando me volvió a ver ahí, por lo que tuve que salir del baño al instante.

Que vergüenza, seguro pensó que tenías algún problema estomacal.

Seguramente.

Así que cuando me salí, me fui a refugiar cerca de una pared.

Y aquí sigo, con una copa de champán mirando a todas las personas que hablan y conviven entre ellas.

Hago una mueca cuando siento un rastro de tristeza al ver a un par de chicas reírse y charlar muy animadamente.

—Ojalá me hubiera quedado en mi casa. —murmuro para mí misma, clavando la mirada en mi copa.

¿En qué momento acepté en venir?

Lo mejor es que me vaya al hotel, porque la sensación de soledad que estoy sintiendo en ese momento no me está gustando nadita.

Saco mi teléfono de mi sostén y estoy a punto de buscar algún número de taxi en el internet, cuando mi mirada capta un revoltijo de hebras de cabello oscuro a la lejanía.

Curiosa, llevo mi vista hacía enfrente y entonces lo veo.

Mi cuerpo reacciona al instante, erizándose ante la vista de Jayden del otro lado de la habitación, recargado en una columna hablando con quién parece ser...

—No puede ser. —murmuro y achicó mis ojos más solo para comprobar que efectivamente estoy en lo correcto.

Está hablando, o más bien ella está hablando, con Sarah Williams, una muy reconocida y guapísima actriz de Hollywood quién por cierto, también es su ex.

Dato importante.

Ella se encuentra parloteando sobre algo a lo que Jayden no parece importarle mucho, ya que se encuentra pasando su mirada por todo el salón, como si estuviera buscando algo...

O a alguien.

Por lo cual no le presta mucha atención.

Dejo mis ojos clavados en él y siento las piernas cosquillearme con las ganas de ir a hacia él, sin embargo, haciendo caso omiso a lo que mis piernas y pensamientos desean, me quedo parada en mi lugar, esperando pacientemente a que Sarah Williams se vaya de ahí, porque lo último que quiero es interrumpir una conversación entre dos ex novios.

Chica lista.

Y como si el universo conspirara a mi favor, veo como llega un señor alto con mucha barba a entablar una conversación con ella y en menos de tres minutos, ya se están alejando de Jayden, dejándolo totalmente solo.

¡Está es mi oportunidad!

Me despego de la pared y comienzo a caminar en su dirección sin despegar la mirada de encima suyo.

No vaya a ser que se te vaya a escapar.

Y cuando estoy cruzando por la mitad del salón, siento mi teléfono vibrar sobre mi mano, por lo que me veo atendiéndolo sin ni siquiera mirar quien es.

—¿Sí?

—Paris...—la voz de Alex inunda mis oídos.

—Oh, Hola, Alex. Oye, ¿te puedo marcar en un rato? Es que ahorita estoy un poco ocu...

—¿Dónde estás?

Frunzo el ceño confundida ante su repentina pregunta.

—¿Qué?

—¿Dónde estás?—vuelve a cuestionarme, bajando la voz.

—No entiendo, ¿por qué la pregunta?—murmuro sintiéndome un poco nerviosa.

—Porque acabo de venir a tu casa y tu madre me dijo que no estás. Así que te lo voy a preguntar una vez más, ¿Dónde mierda estás, Paris?

Me quedo totalmente estática, sintiéndome repentinamente temerosa ante su agresivo tono de voz.

—¡Responde!

Doy un respingo en mi lugar al escuchar su grito, ganándome la mirada de un amor de persona a mí alrededor.

—Vine a una gala de mi tía en Nueva York. —hablo en voz baja, sintiéndome acorralada con la situación.

—¿Y cuando planeabas decírmelo?

—Yo lo olvidé, Alex. Lo siento.

Una risa sarcástica inunda la línea.

—No, Paris, no te preocupes.

—Alex...

—Disfruta tú maldito viaje de estrella. —escupe con desen antes de colgar.

Me quedo un par de segundos ahí, sintiendo un sabor amargo en la boca del estómago, y cuando por fin logro salir de mi pequeño trance, llevo mi vista hacia enfrente, pero todas mis ilusiones caen al notar algo.

Jayden ya no está ahí.

—Genial. —digo para mí misma soltando un resoplido.

Con los ánimos por el suelo, me encamino hacía el otro lado del lugar, justo por dónde estaba Jayden, al divisar unas puertas de vidrio que al parecer dirigen a un pequeño balcón al fondo. Así que cuando llego a la otra pared, empujo con fuerza aquellas puertas y doy un paso fuera.

El aire choca con fuerza contra mi cara y me permito cerrar los ojos mientras que mis fosas nasales dejan que entre un poco de la brisa nocturna a mis pulmones, buscando de esa forma, tal vez, tranquilizarme ante la escena que acabo de vivir hace algunos segundos.

Creo que una de las razones por las que terminé con Alex fue por el explosivo carácter que tiene. Nunca fue de las personas que si tenían un problema o una situación con alguna otra persona, tratara de resolverla con calma y tranquilidad, no. Él siempre explotaba; gritaba y exigía respuestas así como lo hizo hace rato.

Por esa razón y algunas más, fue que decidí poner fin a nuestra relación, pero no a nuestra amistad, porque de alguna manera extraña —y sin importar que me juzguen—, en el fondo yo sigo queriendo a Alex.

No románticamente, esos sentimientos desaparecieron hace mucho tiempo, si no como un amigo. Por eso es que, a pesar de todo, yo sigo hablando y conviviendo con él, porque es mi amigo y no desearía perder su amistad.

Suelto un suspiro y me acerco al barandal de piedra, clavando mi mirada en la luna mientras repiqueteo ansiosamente sobre mi teléfono celular.

¿Será prudente mandarle mensaje o...?

—Sabía que eras tú a quien había visto.

La voz masculina que se hace presente detrás mío, me hace pegar un brinquito del susto, por lo que me veo obligada a voltear con rapidez en busca de aquel que casi me ocasiona un paro cardíaco.

Mi corazón comienza a palpitar con rapidez.

—Jayden...

Sonríe de lado.

—Hola, rubia.

«Rubia»

Nunca he sido muy fan de los apodos, sin embargo, podría acostumbrarme al suyo.

—¿Qué te trae por aquí?—pregunto con torpeza.

—Tú.

Parpadeo varias veces sin poder creerme que en serio acaba de decir eso.

—¿Yo?

Uh-hm —toma dos pasos más cerca míos—. Estuve buscándote toda la noche.

Paso saliva con dificultad y me quedo callada con el corazón latiéndome al mil, al no saber muy bien que responder.

Vaya, se quedó muda.

Jayden parece divertido y de alguna manera satisfecho ante mi falta de palabras, pero de repente, aquella mueca de diversión se va, quedándose serio.

—¿Todo bien?

—Sí, claro —respondo con rapidez la pregunta—. ¿Por qué la pregunta?—cuestiono con confusión.

—No miento cuando te digo que estuve buscándote, Paris —dice en voz baja dando otro paso más cerca de mí—, y cuando por fin te encontré, parecías triste; desanimada. Por eso te pregunto.

—Ah, sí, sí. Solo tuve una pequeña discusión.

La idea de decirle que el problema fue con mi ex viene a mi cabeza, pero enseguida desisto.

Ladea la cabeza y achica sus ojos en mi dirección.

—¿Tú novio?

Frunzo el ceño.

—¿Perdón?

—La persona del «problema», ¿era tu novio?—pregunta con cierto interés

—¿Qué? No, no, no. Era solo un amigo.

Asiente y creo ver pasar por sus ojos una pizca de alivio. Repito: «creo», porque fue tan rápido que no pude ver con mucha claridad si en verdad se trató de eso.

Ambos nos quedamos silencio y mientras yo estoy jugueteando ansiosamente con mi teléfono y totalmente muerta de nervios, Jayden está con una tranquilidad envidiable, con los ojos clavados en otro lado y sumergido en sus pensamientos.

—¿Quieres ir a otro lado?

Mi ceño se vuelve a hundir ante su proposición, la cual creo que escuche mal.

—¿Qué?

Paris, espabila y para bien la oreja, que va a pensar que estas sorda.

Lo siento, es que creo que escuché mal y no acaba de decirme que si quiero ir a...

—¿Quieres ir a otro lado?—vuelve a preguntar.

No, yo creo que si escuchaste bien.

Ya vi...

—¿A dónde?—interrogo, sintiéndome más nerviosa aún.

—Podemos ir a dar una vuelta por ahí y regresar.

—Pero, ¿y la gala?

—Solo será un rato, regresaremos antes de que Louisa anuncié su nueva colección de ropa. ¿Qué dices?

Bueno, ¿cuando volveré a tener la oportunidad de dar un paseo con mi amor platónico y cantante favorito? Muy probablemente nunca, así que no me la pienso dos veces antes de asentir con la cabeza.

Después de que acepte la propuesta de Jayden, salimos de inmediato del lugar en donde se está llevando a cabo el evento, cuidando de ser lo suficientemente discretos, para así poder pasar desapercibidos entre la gente.

Bueno, al menos él, porque a mí nadie me conoce.

Y la verdad es que fue bastante salir de ahí, y tan pronto como pusimos un pie fuera del edificio, comenzamos a caminar por una de las calles sin rumbo en específico.

Ahora solo espero que él no vaya a perdernos, porque no tengo idea de como regresar.

Bueno, te perderás con él, mírale el lado positivo.

Mordisqueando mi labio, continuo mi andar a lado de Jayden, dándole varias miradas por el rabillo del ojo sin saber muy bien que hacer.

Creo que lo mejor sería iniciar una conversación.

Sí... pero, ¿Cómo lo hago?

Sin dejar de jugar con mi labio inferior, comienzo a maquinar diversas preguntas para hacerle y así poder entablar una conversación.

¿Qué se le pregunta a alguien de quién ya sabes todo?

—No te lo había dicho antes, pero te ves preciosa, rubia. Ese color te queda exquisito.

Su repentino comentario hace que mi mente se nuble, dejando de maquinar que decirle y disparando mis pulsaciones hasta el cielo.

—¿De verdad?—me escucho decir con un hilo de voz, emocionada.

—De verdad —afirma regalándome una pequeña sonrisa—. Me atrevo a decir que ese es tú color.

Una sonrisa aparece en mi rostro y miro hacía abajo dándole un vistazo a mi vestido rojo.

—Gracias. —murmuro pasando mis manos sobre la tela.

—No, agradezca, rubia. Es más, debería yo agradecerte a ti.

Lo volteo a ver enarcando una ceja.

—¿Por qué?

—Por ayudarme a encontrar mi nuevo color favorito.

Siento como de inmediato el calor comienza ascender con rapidez a mi cara, haciéndome sentir como un tomate y miro hacía enfrente de nuevo.

—Tu también te ves bien. —digo luego de un rato.

—¿Solo «bien»?—me mira casi ofendido.

—O sea atractivo, guapo, bonito. —me corrijo de prisa, sintiendo mis nervios regresar.

Una sonrisa divertida sale de sus labios.

—Jamás nadie me habían dicho «atractivo, guapo, bonito» en una oración —dice con sorna—, pero me gusta. Gracias.

Le regaló una pequeña sonrisa a modo de respuesta.

—Eres de California, ¿No?

Asiento con la cabeza.

—¿Cuándo regresas?

—Mañana por la mañana.

—¿Tan pronto? ¿Por qué?

—Porque la idea era ir a la gala y regresar a casa.

—Ya veo... —se queda pensando un momento—. ¿Entonces eso significa que no has visto nada de New York?

Niego.

—No, solo he ido del hotel a la boutique y de la boutique a la gala.

—Es imposible que aún no hayas visto nada; estás en una de las mejores ciudades del mundo.

—Lo sé, pero tampoco he tenido muchas oportunidades para hacerlo. El guardaespaldas que me asignó mi tía tampoco me ha dejado hacer mucho.

—No lo puedo creer.

Sonrío al escuchar su tono de voz de indignación.

—¿Entonces de verdad aún no vez nada?

—De verdad.

—Bueno —toma mi mano entre la suya entrelazando nuestros dedos, causando que le dé un corto circuito a mi sistema—, eso está a punto de cambiar.

—¿A dónde vamos?—pregunto dejándome jalar por él.

—A Central Park, ese es el primer lugar que visitaremos. Por suerte estamos cerca.

Sonrío y continuo siguiéndolo.

Seguramente te puede llevar a qué te asesinen y tú te dejas.

Pues claro, es él, Jayden.

Sí, ya vi.

—Llegamos.

—¿Ya?—lo miro sorprendida—Eso fue rápido.

—Te dije que estábamos cerca.

Me guiña un ojo y sin soltarme, cruzamos una avenida, para adentrarnos al enorme parque que está enfrente.

—Una suerte que hayamos venido de noche, así no hay tanta gente y podemos pasear tranquilamente.

—Sí, aunque se ve un poco tenebroso de noche. —murmuro.

—Tranquila, rubia, yo te cuido.

Suelta mi mano y pasa uno de sus brazos por mi cuello pegándome más a él.

Mi corazón comienza a palpitar con fuerza de nuevo que estoy segura que él puede sentirlo.

Debes ir al doctor porque todo el tiempo tú corazón se acelera mucho.

Es el efecto Jayden Blackwood.

O es un infarto.

—Entonces, Paris, alias «Iris», alias «rubia». ¿Qué otro lugar te gustaría visitar?

—Quería ir al planetario Hayden.—no me lo pienso demasiado a la hora de responder.

—¿Planetario Hayden?—me observa con su ceño fruncido.

—Sí, cheque en internet que está cerca de aquí, del Central Park. Es uno de los planetarios más grandes y bonitos del mundo.

—Vaya, jamás había oído de el —se queda mirando a la nada, pensando, antes de volver su cabeza hacia mí—. ¿Te gustan los planetas?

Siento la emoción recorrerme.

—¡Me encantan! Estoy fascinada con todo lo que tenga que ver con el espacio exterior, sus planetas, galaxias, secretos... Es simplemente asombroso saber que nosotros apenas somos un diminuto punto en el espacio rodeado de planetas, estrellas y galaxias que están llenos de secretos. Es simplemente... wow. —digo al no encontrar la palabra perfecta para expresarme y sin molestarme en ocultar la emoción en mi voz.

Él se queda mirando me con un brillo en sus ojos y con una sonrisita.

—Ya veo que te encantan.

—Muchísimo. Estoy tan enamorada de todo eso que estoy contemplando la idea de ponerle Venus a mi hija. —suelto en medio broma.

—¿Sí? Porqué a mi también me gusta mucho ese nombre.

—¿Desde cuándo?

—Desde ahorita. —me sonríe con coquetería.

Vuelvo a sentir como mis mejillas se ponen rosas como cada que Jayden respira o dice algo, y le doy un pequeño empujón con mi hombro.

—Deja de hacer eso Jayden, me pones nerviosa. —admito.

—¿De verdad? No me había dado cuenta.

Por su tono de voz y las palabras que acaba de usar, se que ya se había dado cuenta.

—Eres cruel, Jayden. —niego, divertida.

—No puedes culparme, Paris, me gusta ver tus mejillas rojitas. Es lo más lindo y tierno que he visto.

Agito mi cabeza, escondiendo mi sonrisa.

—Que exagerado.

—Es verdad, Paris, te ves preciosa toda rojita. Cómo un tomatito.

Y como si mi cuerpo estuviera en mi contra, mis malditas mejillas vuelven a ponerse calientes. Jayden esboza una sonrisa tan grande y sus ojos se iluminan con tanta intensidad que siento que le dará algo.

—¿Ves? Pero que preciosa te ves, tomatito.

—Calla. —pido intentando calmar mi sonrojo, dándome aire con la mano y mirando a otro lado.

—Tomatito. —repite, poniéndose enfrente mío, caminando hacía atrás.

—Cállate.

—Tomatito.

—Ya basta. —digo entre dientes.

—Tomatito.

—Ya, Jayden.

—Tomati...

Jayden se ve obligado a callarse abruptamente cuando sus piernas chocan contra una fuente, haciendo que se tambalee hacía atrás. Y a pesar de que trata de retener el equilibrio, al final termina cayéndose de pompis, mojándose al instante y salpicándome.

Justicia divina.

—¡Jayden! —me acerco velozmente hacia la fuente y pongo mis manos en el cerco. ¿Estás bien?

—No —dice con los ojos cerrados con fuerza—. Creo que me rompí algo.

Mis ojos se abren con preocupación.

—Déjame ayudarte. —digo y estrecho mi mano hacía él.

En seguida toma mi mano y cuando estoy a punto de jalarlo hacia afuera, él tira de mí con fuerza, haciendo que me caiga en el agua junto con el.

Jayden comienza a reír con fuerzas, mientras que yo suelto un chillido al sentir mis piernas mojarse con el agua helada.

—¡Está helada!

—Es para refrescarte, tomati...

Se interrumpe la frase cuando un chorro de agua fría le cae de lleno en la cara.

Lo veo abrir los ojos con clara confusión y empiezo a reírme abiertamente mientras me cubro los labios con mi manos.

—¿Pero que...?

No lo dejo terminar lo que sea que iba a decir porque mi risa se escapa de mis labios, saliendo el doble de fuerte que antes, pero me callo cuando siento algo helado caer en mi cara y recorrerme hasta el escote. Un jadeo sale de mí.

Ni si quiera dejo que Jayden vuelva a reír cuando noto que tiene la intención, porque vuelvo a echarle agua. Y de repente, ambos nos vemos enredados en una pelea de agua proveniente de la fuente con seguramente miles de bacterias, pero eso es lo menos que me importa mientras continuo lanzándole agua a Jayaden.

—¡Ya! Pausa, pausa —pide con la respiración entre cortada—. Tú ganas.

Sonrío victoriosa por ganar algo tan tonto como una guerra de agua.

—¡Toma eso, Jay-jay!

Frunce el seño.

«¿Jay-jay?» ¿Qué clase de apodo es ese?

Sin borrar mi sonrisa hago el ademán de responderle, pero las palabras y la sonrisa mueren en mi boca al ver en la posición poco decente en la que nos encontramos.

Él está sentado en el piso de la fuente, conmigo encima suyo con una pierna en cada uno de sus lados. Mi vestido está enrollado en mi cintura, unos centímetros abajo de mi ropa interior. Mis brazos descansan en sus hombros, mientras que su mano derecha está en mi cintura, la otra está sobre mi muslo.

Jayden también parece empezar a darse cuenta de la posición en la que estamos, porque noto como sus ojos se abren ligeramente con sorpresa y su respiración, al igual que la mía, comienza a acelerarse.

Los golpes en mi caja torácica se hacen más fuertes a cada segundo en que sigo en su regazo, así que por el bien mío y de mi corazón, hago el ademán de levantarme, pero no lo logro, ya que Jayden aprieta su agarre en mi cintura.

—Espera... Solo espera. —ruega en voz extremadamente baja sin dejar de mirarme.

Haciendo caso a sus palabras, me quedo en mi lugar y apenada, clavo mi mirada en sus ojos.

Jayden comienza a recorrer mi rostro con sus preciosos y peculiares ojos grises, y mientras parece estar sumergido en sus pensamientos, sube una de sus manos a mi mejilla, acariciándola con su dedo pulgar.

El aire se atora en mis pulmones y permito que me toque mientras continúa recorriendo mi rostro con su mirada. Por mientras, yo me encargo de hacer lo mismo con el suyo y a pesar de que yo ya conozco cada parte de él a la perfección, mientras más lo veo, más me encuentro con cosas nuevas que no captan las fotos. Por ejemplo, tiene un pequeño lunar dentro su oreja izquierda, otro más grande en el centro de su cuello y debajo del piercing de su labio, tiene una pequeña cicatriz tan chiquita que casi no se ve.

Sintiéndome tentada por tocar esa área, alzo mi mano derecha hacia su rostro y paso mi dedo pulgar por encima de su cicatriz, permitiéndome también juguetear y tocar el arito negro de su labio.

¿Cómo se sentirá un beso con esa cosa?

Jayden suelta un suspiro cuando hago contacto con su piel, sin embargo, no dice nada, pero ahora la mano que descansaba en mi mejilla, se transporta hasta mi nuca y tira de ella con suavidad.

Llevo mis ojos hacia los suyos y una corriente eléctrica me recorre con intensidad el cuerpo al ver lo cerca que estamos, casi puedo rozar su nariz.

Sus ojos bajan con lentitud hasta mis labios y por inercia los abro un poco, dejando entrar un poco de aire que es justo lo que necesito ahorita.

Lo siento acercarse a mí pausadamente, intercalando su mirada entre mi boca y mis ojos, como si estuviera midiendo mi reacción, pero yo no hago nada, simplemente me quedo estática en su regazo con el corazón a mil por hora y...

El sonido de alguna canción de los Arctic Monkeys que no logro saber con claridad cuál es, interrumpe nuestro momento. Jayden parece volver a la tierra con ese sonido y tras parpadear un par de veces se aleja de mí.

—¿Por qué no te descompusiste, maldita chatarra?—lo escucho decir entre dientes, antes de sacar su teléfono empapado del bolsillo de su pantalón—. ¿Qué?—responde con un gruñido cuando atiende el teléfono.

Que agradable sujeto.

—Salí un momento, Clarise. —resopla.

La verdad es que no puedo escuchar muy bien lo que dice, lo único que sé es que se escucha enojada. Muy enojada diría yo.

—Estoy ahí en cinco minutos. —responde y sin esperar a que Clarise responda, le cuelga.

Vuelve a guardar su teléfono, está vez en el bolsillo de su saco, antes de voltear me a ver.

—Dice Clarise que Louisa, está a punto de anunciar su nueva colección de ropa.

Abro mis ojos, sintiendo una pequeña presión por llegar lo antes posible.

—Debemos irnos. —digo mientras me levanto con rapidez de su regazo.

Vengo a conocer a mi tía y a ver su nueva línea de ropa, ¿y que hago en lugar de eso? Irme a tirar a una fuente llena de microbios con el amor de mi vida.

Un deseo para muchas, una realidad para ti.

—Déjame ayudarte. —dice Jayden parándose detrás mío y saliéndose antes para darme su mano.

Acepto sin oponerme a su ayuda, saliendo de inmediato de ahí.

—Espera —se acerca a mí y tira de mi vestido que sigue en mi cintura hacía abajo, cubriéndome—. Listo.

Siento mi cara de tomatito, regresar.

—Gracias. —digo, apenada.

—No hay de que, rubia —me guiña un ojo, pasando una mano por mi cabello para acomodarlo—. Ahora, vámonos.

Cuando el elevador se abre, los dos somos un auténtico retrato. Ambos empapados, despeinados y tomados de la mano.

Dignos de una fotografía.

Jayden con una sonrisita divertida y yo sintiéndome un poco avergonzada con mi apariencia, nos introducimos al salón sin soltarnos.

—¡Jayden Percival Blackwood!

Frunzo el ceño mientras volteo a ver a Jayden que tiene los ojos cerrados con fuerza.

—¿En verdad te llamas Percival? Pensé que eran solo rumores.

—Por desgracia no son rumores, rubia. —dice en voz baja, antes de abrir sus ojos para mirar a Clarise.

—¿A dónde es que te... se fueron a meter?—se corrige al verme.

—Relájate, Clarise —rueda los ojos—. Solo fuimos a dar una vuelta.

—¿Una vuelta a dónde? ¿Al balneario? ¿O por qué vienen mojados?

—No, al zoológico.

—No es gracioso, Jayden. —habla entre dientes.

—Si que lo es —resopla divertido—. Tranquilízate ya, mujer, solamente fuimos a dar una vuelta, Paris se cayó en una fuente...

—¿Me caí?—alzo una ceja en su dirección.

—Y me lance a rescatarla. —continua.

—¿En una fuente?—pregunta incrédula—¿En verdad quieres que te crea eso?

—Es lo que paso, si no quieres creerme allá tú.

Clarise parece que está a punto de soltarle una grosería, pero se contiene al ver qué sigo ahí.

—Tienen dos minutos para despedirse y después Jayden, te quiero en el baño.

No deja que él le responda porque se da media vuelta y se marcha.

Jayden voltea a verme con una sonrisita.

—¿Así que Percival?—sonrío, divertida.

Cierra los ojos como si estuviera pidiendo paciencia.

—Maldigo que no se haya quedado ese estúpido nombre como un rumor.

Suelto una risita.

—A mí me gusta, es lindo.

Suelta un sonidito fastidiado antes de abrir los ojos.

—Pues a mí no me lo parece.

Niego con la cabeza sin esconder mi diversión.

—Fue un gusto volver a compartir un rato contigo, rubia.

Sonrío.

—Digo lo mismo, Percival.

Veo sus mejillas sonrojarse y mi sonrisa se extiende.

—¿Ahora quién es el «tomatito»?—me burlo.

Una mueca de diversión aparece en su rostro y agita la cabeza.

—Está bien, me lo merezco —suspira y toma un paso cerca mío—. Nos vemos mañana, Paris.

Mis cejas se juntan.

—¿Mañana? Pero te dije que me voy mañana, Jayden

—Eso se puede solucionar con facilidad.

—¿Cómo?

—Ya lo verás.

Me guiña un ojo y empieza a caminar hacia atrás, alejándose.

—Pero tengo seguridad, no me dejarán ir a ningún lado.

—Eso también se puede solucionar.

—Tampoco sabes dónde me hospedo. —alzo un poco la voz para que me escuche.

—¿Quién dice que no?

Y dejándome con la intriga y la palabra en la boca, se marcha.


¡Aquí el final!

Espero le haya gustado mucho el capítulo y me complace decirles que... ¡Empezamos con las actualizaciones semanales!

Todos los Lunes estaré actualizando, así que esperen los capítulos <3.

Mientras tanto, si quieren para no aburrirse en lo que llegan las actualizaciones, pueden darse una vuelta por mi obra Para siempre (momento de promoción) que esta terminada y en mi perfil.

Y paso a decirles que tengo u n grupo de lectoras, en donde estaré mandando spoilers y enviando los capítulos antes por allá antes que subirlos a Wattpad; el link esta en mi perfil.

Los quiere, Hanna.

ig:hannasvelez


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