Capítulo 48
Siento unas enormes ganas de llorar y de darme de baja de la universidad cuando escucho la alarma de mi teléfono sonar, anunciando que es momento de levantarme para irme a la escuela, cosa que, claramente, no deseo hacer.
Suelto un resoplido lleno de fastidio y le doy la espalda a la mesita de noche en donde se encuentra mi teléfono y me acurruco en el pecho de mi novio, quien se encuentra acostado a mi lado.
Jayden ríe y la mano que estaba en mi cintura, la desliza a mi espalda y empieza a acariciar mi columna con los dedos.
—Ya es hora de levantarte, Paris
—No quiero.
Vuelve a reír y besa mi cabeza.
—Te dije ayer que te durmieras temprano y no me hiciste caso, Paris, en lugar de eso preferiste preguntar como me había ido en mis últimos meses de gira.
—Pues si —alzo mi cabeza para verlo—, siempre voy a preferir escuchar a mi novio sobre la escuela.
Sonríe y me empuja levemente, de modo en el que yo quedo totalmente acostada y él queda sobre mí, con sus piernas entre las mías y los brazos a los lados de mi cabeza, cuidando de no aplastarme.
—Por eso mismo, hoy no tienes ganas de levantarte, rubia.
Cierro los ojos y hago un puchero y, casi a los segundos, lo siento empezar a besar mi cara.
Sonrío y paso mis brazos alrededor de su cuello.
—Eso no está haciendo que tenga menos ganas de levantarme, Jayden —digo, recibiendo gustosa sus besos—. Ahora tengo más ganas de quedarme acostada a tu lado.
Abro mis ojos al sentir que detiene sus muestras de afecto y lo encuentro mirándome con una ceja enarcada.
—¿Ah sí?
Asiento con una sonrisa.
—Mhm.
—Bueno, pues ahora te van a dar menos ganas de irte.
Lleva su boca a la mía, uniéndolos en un beso. Sus labios se mueven con suavidad y tranquilidad sobre los míos, arrancándome suspiros cada que succiona de mi labio superior.
—Jayden, aún no me lavo los dientes. —digo cuando me separo de él para tomar aire.
Ríe.
—Eso no es algo que me importe en este momento, amor.
Vuelve a abalanzarse sobre mi boca, besándome está vez con más fuerza que antes, y lleva su mano debajo de mi cintura.
Suelto un chillido de sorpresa entre el beso cuando lo siento alzarme de tal manera que su abdomen queda pegado al mío, por lo que enredo mis piernas alrededor de su cintura y, en respuesta, recibo un gruñido de satisfacción que eriza mi piel.
Sin dejar de besarlo, tiro de su nunca, queriendo desaparecer cualquier tipo de espacio que esté entre nosotros; deseando tenerlo lo más cerca posible, y en un impulso por querer cumplir aquel deseo, alzo mis caderas.
Un jadeo me abandona y escucho a Jayden soltar una maldición por lo bajo cuando, al hacer ese movimiento, mi parte íntima roza con una parte de la anatomía de Jayden que prefiero no mencionar.
Me quedo unos segundos sin moverme y con la respiración agitada, antes de volver a repetir aquel movimiento cuando siento un peculiar burbujeo recorrerme del vientre hacía abajo.
—Paris...
Antes de que pueda decir algo más, jalo de su cuello hacia abajo, y empiezo a besarlo con fuerza, dejando de lado toda la gentileza con la que había empezado nuestro beso.
Mi respiración se acelera y las manos de Jayden aprietan con fuerza la delicada piel de mi cadera, cuando aumento mis movimientos, buscando saciar el doloroso nudo que se ha formado en mi centro, sin embargo, mis intentos por calmar aquel dolor son detenidos por Jayden cuando, sujetando mi cadera, me pega a la cama y me aprisiona con su cuerpo, de tal modo que no me deja moverme.
—Jayden, por favor. —suplico mirando sus ojos, ahora completamente negros.
Su pecho sube y baja velozmente.
—Amor...
—Por favor, Jay —clavo mis uñas en su nuca—, me duele.
Aquello último hace que sus ojos, si es que es posible, se tornen aún más oscuros y que su respiración se frene.
Baja su mirada lentamente y lleva una de las manos, con las que estaba sujetando mi cintura, a mi pierna. Empieza a subirla lentamente por mi pierna hasta que se pierde en el interior del short de mi pijama.
Ansiosa por sentir su toque, hago el intento de mover las caderas hacia abajo pero, la otra mano de Jayden se pone encima de mi vientre para que no logre moverme.
—Quieta, rubia —ordena con la voz ronca—, y déjame ayudarte con tu... dolor.
Al momento en el que esas palabras abandonan sus labios, siento como dos de sus dedos rozan mi intimidad, sobre mi braga, haciéndome soltar un suspiro.
Hace eso por un par de veces más y, cada que lo hace, el dolor se hace más grande, por lo que en una súplica silenciosa, vuelvo a enterrar mis uñas en su nuca, haciendo que su mirada que estaba clavada abajo, suba a la mía.
—Jay, por favor.
Una sonrisa surca su cara.
—¿Por favor qué, Paris?
—Tócame, por favor. —suplico, desesperada.
Su sonrisa se hace más grande.
—Que bonita te ves suplicando.
Un jadeo lleno de sorpresa y alivio se escapa de mi boca cuando introduce lentamente uno de sus dedos en mi interior y empieza a moverlo.
Al principio se me hace una sensación extraña, ya que ha pasado bastante tiempo desde la última vez que alguien me tocó, sin embargo, ese sentimiento de extrañeza es reemplazado rápidamente por un inmenso placer que crece cuando Jayden agrega otro dedo y empieza a moverlos con más rapidez.
—Dime algo, Paris, ¿él llegó a tocarte?
La pregunta de Jayden me toma tan desprevenida que cuando mi cabeza, que ha dejado de funcionar, es capaz de procesarla, no puedo emitir nada más que un sonido.
—¿Mm?
—Tu ex novio, amor —acerca su cara a la mía—, ¿llegó a tocarte?
La rabia con la que me cuestiona, en lugar de asustarme, solo hace que la humedad y el deseo crezcan más.
—Si no me respondes, Paris, voy a tener que detenerme, así que dime —me toma de la barbilla con su mano libre—, ¿él llegó a tocarte?
Incapaz de hablar y nublada por el deseo, solo me veo capaz de asentir dos veces con la cabeza.
Jayden, al ver mi respuesta golpea su lengua contra su mejilla, con evidente molestia, y luego se inclina hasta que sus labios rozan mi oreja.
—Voy a encargarme de borrar cada marca que él haya dejado en tu cuerpo y voy a tocarte de tal manera que se te olvide que el alguna vez puso un dedo en tu piel, Paris.
Sus palabras hacen que el hormigueo en mi vientre crezca y, como si quisiera probar lo que me ha dicho, agrega un tercer dedo a mi interior, haciéndome jadear, antes de empezar a moverlos con más fuerza y rapidez que antes.
Un gemido tras otro abandonan mis labios, resonando en las cuatro paredes de la habitación de Jayden y, mientras él se encarga de llenarme de alivianarme, yo solo puedo deshacerme y retorcerme de placer debajo de él.
Su nombre abandona varias veces mi boca. Mis uñas se clavan con más fuerza en su espalda y cuello. Los gemidos se hacen más fuertes cuando empieza a pasear sus labios y lengua por mi cuello. Y sus gruñidos empiezan a mezclarse con mis sonidos cuando siente mis paredes apretarse alrededor de sus dedos.
—Jayden.
Su nombre sale como un susurro de mi y cierro los ojos con fuerza, a la vez que hago mi cabeza para atrás, al sentir como estoy a punto de llegar a mi punto final.
—Vamos, amor —pasea sus labios por mi oreja—. Dame lo que quiero
Aquellas palabras son todo lo que necesito para culminar. El gemido que sale de mi boca, es callado por la boca de Jayden que se encarga de besarme y tragarse aquel sonido.
Para cuando se aleja de mí, los estragos del orgasmo siguen en mi cuerpo, por lo que me mantengo con los ojos cerrados en lo que vuelvo a retomar el control de mi cuerpo y de mi agitada respiración.
—¿Estás bien, cielo?—la angustiada voz de Jayden llega a mis oídos seguida por pequeños besitos que reparte por toda mi cara.
Asiento con la cabeza.
—Solo necesito un par de segundos más para recuperarme.
Su preciosa risa inunda la habitación.
—Está bien, amor.
Jayden espera, pacientemente, encima mío, mientras me acaricia el cabello a que me recupere de aquel momento, que no me toma más de dos minutos para hacerlo, y cuando lo hago, una enorme sonrisa, involuntaria, aparece en mi rostro.
Abro mis ojos lentamente, sin dejar de sonreír, y cuando lo hago completamente, me encuentro los preciosos ojos de mi super estrella, mirándome con amor, preocupación y adoración, aquello hace que mi sonrisa crezca aún más.
—Hola. —saludo con toda la felicidad pintada en mi voz.
—Hola —saluda con la misma emoción que yo—. ¿Cómo estás?
Suelto un enorme suspiro soñador y llevo mis brazos a su cuello.
—Jamás había estado tan bien.
Deja salir una risa llena de alivio y alegría, y tras eso se inclina para dejar un pequeño beso en mis labios.
Nuestra burbuja se rompe cuando mi teléfono, nuevamente, vuelve a sonar, pero está vez no con el timbre de la alarma, si no con el que anuncia una llamada.
Estiro mi brazo para alcanzar mi teléfono y una vez lo tengo en mano, respondo la llamada al ver que de Aby se trata.
—¡Buenos días, Paris!
—¡Buenos días, Aby!—respondo con la misma efusividad.
—No quiero interrumpir tu momento de noviazgo con Jayden, pero quería saber si voy a llevarte hoy a la escuela, si no para ya irme, porque recuerda que hoy yo entro una hora antes que tú.
Jayden, muy atento a la conversación, niega con la cabeza y apunta con su dedo índice su pecho, dándome a entender que él me llevará.
—No, amiga, hoy me llevará Jayden.
—Está bien, Iris, entonces te veo al rato, ¿si?
—Sip, sip.
—Te quiero. Saluda a Jayden de mi parte.
—Lo haré.
Ambas damos por finalizada la llamada y vuelvo a dejar mi teléfono celular en la mesita de centro, para luego volver a pasar mis brazos por el cuello de Jayden.
—¿Y si no voy a la Universidad y me quedo todo el día contigo?
Ríe.
—No, amor, tienes que ir —deja un casto beso en mi boca—. Así que empieza a alistarte en lo que yo voy a prepararte el desayuno.
Suelto un suspiro lleno de exagerada sorpresa y lo suelto.
—Está bien.
—Así me gusta.
Vuelve a dejar un corto beso en mi boca antes de levantarse y salir por la puerta de habitación.
Tomo una gran bocanada de aire cuando abandona el cuarto y paso mis manos por mi cara.
Que agradable forma de despertar.
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—Llegamos. —anuncia Jayden, apagando el motor de su carro en el estacionamiento de mi universidad.
Sonrío y me volteo a verlo.
—Gracias, Jay.
—No hay de que, rubia.
Me guiña un ojo y me hace una seña con la cabeza para bajar del auto.
—Vamos, voy a llevarte a la entrada.
Mis ojos se abren con sorpresa y antes de que pueda bajar del carro, lo tomo de la muñeca, deteniéndolo.
—¿Estás seguro de eso? Pueden reconocerte y no quiero que tengas problemas con Billy —menciono, afligida—. Puedo ir yo solita a la entrada, no va a pasar nada.
—No te preocupes por eso, rubia, para eso traigo mi disfraz.
Saca unas gafas de sol negras de la guantera y luego se estira a la parte trasera para alcanzar una gorra que tiene plasmado las letras «LA» en el frente.
—¿Y? ¿Qué tal?—cuestiona una vez se pone las gafas y la gorra—. ¿Si paso desapercibido?
Lo miro divertida y niego con la cabeza.
—Seguro que si, superestrella.
Me mira victorioso y tras bajar de su carro, me abre la puerta y me tiende la mano para ayudarme a bajar.
—Gracias.
—De nada, rubia.
Entrelazamos nuestros dedos y empezamos a caminar hacia la entrada de la Universidad.
—Oye, Paris.
—¿Si?
—Hoy tienes que regresar a Malibú, ¿verdad?
Hago una mueca.
Es verdad, hoy es Viernes, por lo que debo regresar a mi casa.
Lo había olvidado.
—Si.
Resoplo.
—¿Crees que, solo por esta vez, puedas quedarte hoy? —voltea a verme—. Y mañana en la mañana yo te llevo a Malibú, ¿si?
Asiento con la cabeza sin pensarlo dos veces.
—Si, por supuesto pero —ladeo mi cabeza—, ¿por qué?
—Es una sorpresa, rubia.
Ambos nos detenemos a unos metros de la entrada y nos volteamos a ver.
—Vendré por ti al finalizar tus clases y te llevaré a tu departamento para que te arregles, ¿si?
Asiento.
—¿Y qué debo ponerme? ¿Algo casual o formal?
—Mmm, semi formal.
—¿Cómo un vestido?
—Si, y mejor si es rojo.
Toma la visera de su gorra y se la quita para colocársela hacia atrás y luego me toma de las mejillas para dejar un beso en mis labios.
—Ten un bonito día, rubia.
Sonrío y me pongo de puntitas para dejar otro beso en su boca.
—Tu también, Jay.
Me alejo de él con una sonrisa boba y me despido de él con la mano.
—Adiós.
—Adiós, rubia.
Me doy la media vuelta y me encamino hacia la entrada.
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—¿Entonces hoy no vienes?—vuelve a hacer la misma pregunta mi mamá a través del teléfono.
—No, mami —repito mi respuesta, mientras paso el cepillo por las hebras mojadas de mi cabello—, pero mañana por la mañana estaré ahí, ¿si?
—Bueno, está bien.
Por el tono de voz de mi mamá, se que le entristece que no vaya y eso hace que mi corazón se rompa.
—Solo será este viernes, mami. Los demás volverán a marchar con normalidad, ¿si? Te lo prometo.
—Está bien —suspira—. Entonces, ¿mañana llegas temprano?
—Si. Jayden se encargará de llevarme temprano.
—Bien, entonces los esperaré aquí mañana.
—Si, mami.
—Salúdame a Jayden y diviértete.
—Si, mami. Gracias.
—Cualquier cosa me avisas.
—Si, mamá. No te preocupes.
—Bueno. Te amo, nos vemos mañana.
—Yo también te amo, mami. Nos vemos mañana.
Ambas damos por finalizada la llamada y dejo mi teléfono a un lado para poder empezar a secar mi cabello.
El día en la escuela transcurrió con tranquilidad y he de decir, que asistí a clases más feliz de lo normal. No sé si se deba a qué Jayden esté aquí o al pequeño encuentro que tuvimos hoy en la mañana.
O puede ser que sea por ambas cosas.
El recuerdo de lo que pasó en la mañana con Jayden llega a mi cabeza como un flashazo y siento una deliciosa corriente eléctrica recorrer mi columna vertebral.
Hace mucho que no me tocaban y mucho menos que lo hicieran de la forma en la que Jayden lo hizo. Hasta antes de él, no sabía que el que te tocaran con dos simples dedos podría causarte tanto placer, ni mucho menos que fuera posible correrse de la forma en la que lo hice en la mañana.
El sonido de una notificación llegando a mi teléfono me hace salir de mis pensamientos y, al hacerlo, me doy cuenta que mi cara está sumamente roja.
Carraspeo, sintiéndome repentinamente acalorada y bajo la secadora, para tomar con esa mano mi teléfono celular y con la otra abanico mi cara.
Aby: Es la primera vez que viajo de regreso a Malibú sin ti y ya te extraño.
Una sonrisa aparece en mi cara cuando seguido del mensaje, mi amiga me manda una foto de ella haciendo un puchero.
Paris: Primera y última.
Paris: Lo prometo.
Aby: Bueno:(.
Paris: ¿Qué haces con el teléfono en la mano?
Paris: ¿No se supone que está conduciendo?
Aby: En este momento no.
Aby: Estoy atorada en el tráfico.
Seguido de eso, me manda una foto de la enorme fila de carros que se extiende frente a ella.
Paris: Uy.
Aby: Lo sé, pero eso no importa.
Aby: Cuéntame que te vas a poner hoy :D.
Paris: No lo sé, Jayden dijo que un vestido, y mejor aún si es uno rojo, pero el único vestido rojo él ya lo vio.
Paris: Y no pienso repetirlo.
Aby: Mmm.
Aby: No estoy segura, pero creo que en mi habitación deje un vestido rojo.
Aby: Está un poco corto, pero seguro se te verá espectacular.
Aby: Úsalo.
Paris: Está bien. Iré a echar un vistazo y si está ahí, me lo pondré.
Aby: Bien.
Aby: Te dejo, amiga, ya está avanzando la fila.
Aby: Te quiero. Cuéntame como te va.
Paris: Yo también.
Paris: Avísame cuando estés allá.
Luego de recibir el emoji del pulgar arriba por parte de mi amiga, dejo mi teléfono en mi tocador y me dirijo a la habitación de Aby para buscar ese vestido.
Abro su clóset sin precaución alguna y me pongo a buscar la prenda. No me es difícil encontrarlo, ya que no tenemos mucha ropa aquí a Los Ángeles, por lo que cuando lo veo lo saco del armario.
Es un vestido corto, estoy segura que me llegará un poco más arriba de las rodillas y no solo eso, si no que la espalda está casi totalmente descubierta, ya que tiene un listón que se amarra en la parte trasera.
Sonrío al imaginarme con esto puesto.
Seguro que a Jayden le gustará bastante.
€
¡Aquí el final!
Espero que les haya gustado el capitulo y hayan disfrutado de la pequeñita escena que les escribí.
Es mi primera vez escribiendo ese tipo de escenas, entonces espero que lo haya hecho bien y, sobre todo, que lo hayan disfrutado <3.
Y, ahora si, ¡que empiece la cuenta regresiva!
-10 capítulos para el final.
Nos vemos el siguiente Domingo
Los quiere, Hanna.
ig:hannasvelez
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