Capítulo 46
Maratón 2/2
Paso mis manos ansiosa por mi pantalón mientras camino por los pasillos de la universidad y pienso a toda velocidad sobre que voy a decirles a mis amigos de mi comportamiento ayer porque, claramente, debo de darles una explicación luego de haber salido corriendo de esa manera de la cafetería y de saltarme todas las clases del Lunes por irme a mi casa, a causa del pequeño desbalance emocional que tuve por un hombre.
Pequeño definitivamente no fue.
Hago una mueca ante las dichas palabras de mi consciencia y luego me detengo en la entrada de mi salón. Tomo un fuerte respiración y tras eso, empujo la puerta para luego adentrarme al interior de mi aula.
Mi mirada choca con la de Lili y Carla, quienes son las únicas de mi grupo de amigos que han llegado y, con una sonrisa tímida, me acerco a los pupitres donde se encuentran.
—Hola, ¿me perdí de mucho ayer?
Tomo asiento justo en medio de ellas.
—Paris, ¿todo bien contigo? —pregunta Carla, angustiada, cambiando de tema.
—Si, ¿por qué lo dices?—respondo haciéndome la loca mientras saco la libreta de mi mochila.
—Porque ayer te fuiste corriendo sin explicaciones y hoy en la mañana apenas y respondiste nuestros mensajes con un: «estoy bien».
Se cruza de brazos indignada.
—Lo siento, es que desde que regresé de Malibú no la he pasado bien y ayer no me sentía bien. Solo quería irme a casa. —digo, omitiendo que la causa de que me sintiera mal fue un hombre.
—Oh, Paris —los brazos de Carla me envuelven—, se que no somos amigas desde hace mucho, pero puedes contar con nosotras para lo que sea.
Sonrío.
—Gracias, Carla.
Siento la mano de Lili tomar mi mano y darle un suave apretón, por lo que llevo mi vista hacia ella.
—Todo estará bien, Paris. —dice con una sonrisa, mientras pasa su examinadora mirada por mi rostro.
—Gracias a ti también, Lili.
Asiente con la cabeza y luego de pasar su mirada examinadora por toda mi cara, vuelve su vista hacia la puerta de entrada, justo en el momento en el que entra el profesor de nuestra primera clase, al aula.
—Buenos días, jóvenes.
—Buenos días. —vociferamos al unísono todos los que nos encontramos en el salón.
Carla resopla y se aleja de mí para sentarse correctamente en su asiento.
—André viene de nuevo tarde.
—Primer semestre en la Universidad y ya notamos que es algo típico de él. —responde Lili con tranquilidad.
—Si. Supongo que lo veremos otra vez suplicar por su asistencia al profesor. —menciona Carla con burla.
Aquel comentario me hace sonreír divertida, pero el sentimiento me dura poco al escuchar mi teléfono sonar con el timbre de llamada que tengo para el número de Jayden.
Mi corazón palpita con una rapidez dolorosa y tengo que poner todo de mi para no contestar su llamada.
—¿No vas a atender?—escucho preguntar a Lili.
Niego con la cabeza de inmediato.
—No, es mi tía. Más al rato le regreso la llamada. —miento descaradamente con un tono de voz chillón en mi voz.
Entrecierra los ojos en mi dirección y, desde mi posición, puedo ver los engranajes de su cabeza girando a toda velocidad, pero no dice nada, simplemente se voltea hacia enfrente cuando el profesor empieza a introducir la clase y yo hago lo mismo.
€
Miércoles.
Tercer día de la semana, tercer día de depresión por culpa de Jayden y primer día de mi terapia.
Suelto un suspiro y cierro mi computadora luego de terminar mi primera sesión la cual, que en realidad, siento que no fue una sesión, ya que no tocamos ningún tema de mis traumas o algo por el estilo, si no que nos concentramos en hablar sobre mí y las cosas que me gustan.
La verdad fue mejor de lo que esperaba, ya que pensé que, en la primera sesión, nos pondríamos a hablar en el primer momento de mis problemas, pero no fue así y eso me agradó.
Hago mi computadora a un lado y tomo mi teléfono para mandarle un mensaje a mi mamá y hacerle saber que ya he tomado mi primera sesión, pero al entrar a mis mensajes, lo primero que veo es el chat de Jayden con muchos más mensajes de los que tenía hoy en la mañana.
Siento mi pecho apretujarse al ver tantos mensajes de la persona que quiero y mordisqueo mi labio, ansiosa.
Creo que ya es suficiente de ignorarlo.
Él también está sufriendo, aunque de diferente manera, así que ya es momento de contestarle.
Con las manos temblando, me salgo de mis mensajes y me dirijo a la aplicación de llamadas. No tengo que hacer mucho para encontrar el número de Jayden, ya que es el primero que sale en mi lista de llamadas, luego de ser la persona que más me ha llamado.
No me detengo a pensar tanto sobre mi decisión final, ya que no quiero arrepentirme, por lo que simplemente le doy al botón de llamar.
Un chillido de nerviosismo sale de mis labios al ver como la llamada entra y, por reflejo, lanzo me teléfono lejos de mi y me levanto de la cama con rapidez.
¿Por qué hice eso?
Mejor no le hubiera marcado.
Fue una mala idea.
Estoy a punto de lanzarme a la cama nuevamente para colgar el teléfono antes de que el conteste, pero no lo logro, ya que al tercer timbrazo, escucho como deja de sonar el teléfono.
—¿Paris?
Me quedo estática y en silencio.
—Rubia, ¿estás ahí?
Me mantengo callada, con el corazón retumbándome con fuerza.
—Si no quieres hablar está bien, solo hazme saber que estás ahí.
Paso la lengua por mis labios y con el corazón en un puño, me acerco lentamente a mi cama y tomo mi teléfono entre mis manos.
—Aquí estoy. —respondo en un susurro apenas audible.
Escucho el fuerte y tembloroso suspiro de Jayden del otro lado de la línea.
—Extrañe tanto el sonido de tu voz, rubia.
Un nudo se forma en mi garganta.
Yo también extrañe su voz...
—Supongo que, para el día de hoy, ya viste las fotos, Paris, y en verdad lo siento mucho, amor —suelta con arrepentimiento—. No sabes como desearía que nuestra relación permaneciera sin tanto dolor e inconvenientes, rubia. Y también desearía poder tener el valor para decirle que no a Billy.
Su timbre de voz se quiebra con eso último, provocando que el nudo en mi garganta se tense y que mi corazón se encoja de una dolorosa manera.
—Esta bien, Jay. No es tu culpa.
Mordisqueo el interior de mi mejilla, ansiosa y me dejó caer en mi cama.
—Lamento mucho haberte ignorado tanto, Jay, es solo que... hablar contigo me dolía.
Se hace un silencio en la línea.
—¿Y ahora? ¿Te sigue doliendo?—pregunta con inseguridad.
Dejo mi mirada fija en un punto de la y empiezo a formular la respuesta en mi cabeza, buscando las palabras correctas como para no herir sus sentimientos.
—No, ahora solo duele cuando te pienso con ella.
—Si sabes que ella no significa nada, ¿verdad?
—Lo sé —respondo con sinceridad—, pero eso no quita el hecho de que me duela cuando la imagen de ambos llega a mi cabeza.
Se vuelve a silenciar la línea.
—Lo siento mucho, rubia —dice con evidente arrepentimiento—. No sabes lo mucho que me duele ser la causa de tu dolor.
—Está bien, Jay. No es tu culpa.
—En parte si lo es porque...
—Ya no hablemos más de eso. —lo interrumpo.
Carraspeo y me acomodo mejor en mi cama.
—¿Sabías que hoy me tocó mi primera terapia?—digo, dando por concluido el otro tema y abriéndole paso a otro.
—Oh, ¿en serio?
Su genuina sorpresa en su tono de voz me hace sonreír.
—Si.
—¿Y qué tal?
—Me gustó. Fue divertida y diferente a lo que me imaginaba.
—Que gusto escuchar eso, rubia bonita.
A pesar de no verlo, se que en este momento está sonriendo y eso calienta mi corazón.
—¿Y la universidad que tal? Cuéntame.
€
¡Por fin es Viernes!
¡Es día de irme a casa!
Celebro internamente mientras recorro los pasillos de la universidad, hacía la salida, con una sonrisa tan grande que, estoy segura, asusta, pero no pueden culparme por estar feliz de regresar a mi casa nuevamente.
Sentimientos de foráneas.
—Cada que es Viernes irradias una felicidad que no irradias toda la semana. —suelta Carla con burla.
—No pueden culparme. Me hace muy feliz regresar a mi casa.
—Se ve a kilómetros.
Suelto una pequeña risa.
Salimos los cuatro de la Universidad y a unos cuantos pasos lejos de la entrada, logro divisar a mi mejor amiga, como cada Viernes, esperándome con su mochila colgada al hombro y la mirada puesta en la pantalla de su celular.
—Debo irme. Los veo el Lunes. —les digo a todos.
—¡Adiós, Paris!
—Con cuidado. —habla Lili.
Asiento con la cabeza y les regalo una sonrisa a los tres antes de empezar a caminar en dirección a mi mejor amiga.
—Hola.
Saludo al llegar enfrente de ella y Aby despega la vista de su teléfono para mirarme sonriente.
—Hola, Iris —guarda su teléfono—. ¿Lista para irnos?
—Más que lista.
Su sonrisa se agranda y ambas empezamos a caminar hacia su auto a la par.
—Oye, Iris.
—¿Sí?
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Si, claro, ¿qué ocurre?
—¿Qué ha pasado?
Llevo mi vista hacia ella, confundida.
—¿Pasado con qué?
—Con Jayden, Paris.
Siento el color subir a mis mejillas y un cosquilleo recorre mi estómago ante la mención de su nombre.
Lo que hace la simple mención de su nombre...
—Se que han estado hablando desde el Miércoles, por eso te pregunto.
—Oh, pues... —llevo mi vista hacia enfrente—, el Miércoles decidí que lo mejor era dejar de ignorarlo porque él también la está pasando, aunque por diferentes circunstancias.
—Ya veo —mueve la cabeza lentamente en asentimiento y alza una ceja—. ¿Entonces ya todo está bien?
—Eso supongo —jugueteo con mis dedos—. Se disculpó por hacer de nuestra relación algo dolorosa y por no tener el valor para decirle que no a Billy.
Mi estómago se retuerce al recordar como la voz de Jayden se rompió al decirme eso último.
Odio verlo sufrir.
—Oh, ¿y lo perdonaste?
—Si —digo al instante y volteo a mirarla—. Como no voy a perdonarlo cuando lo quiero tanto, Aby.
Su mirada se suaviza y toma mi mano para darle un suave apretón.
—Entonces me da gusto que ya todo esté mejor entre ustedes, Iris.
—Si, a mi también.
Una repentina duda llega a mi cabeza y ladeo mi cabeza.
—¿Cómo te diste cuenta que había vuelto a hablar con él?
—Se te olvida que soy tu mejor amiga y que no puedes mentirme, Iris —dice con una sonrisa ladina—. Además, solo hay una persona que te hace reír como ayer estabas riéndote en la noche.
Una sonrisa se escapa de mi boca y mis mejillas se calientan al recordar la llamada que tuve con Jayden ayer por la noche.
Sin duda fueron muchas risas.
—Oye y cambiando de tema —su voz me saca de mis pensamientos y la miro—. ¿Qué crees que descubrí?
—¿Qué?—lo miro curiosa.
—Alguien se está mudando enfrente de nuestro departamento.
Frunzo el ceño.
—¿Ah sí?
Asiente efusivamente con la cabeza.
—Que raro. Si no ha habido algún indicio de que estuvieran mostrando el departamento o algo por el estilo.
—Igual se me hizo raro, pero hace un rato que fui al departamento, porque se me olvidaron un par de cosas, vi que estaban metiendo muebles al departamento.
—Vaya. ¿Y no viste al inquilino?
Niega.
—Trate de asomarme a ver si veía algo, pero no logré ver nada.
—Oh.
Llegamos al coche de mi amiga y ambas, sin musitar otra palabra, nos adentramos a el.
—¿Será guapo?
La miro confundida.
—¿Quién?
—El nuevo inquilino, ¿será guapo?
Suelto una suave risa.
—No lo sé, Aby.
Suspira, derrotada.
—Supongo que tendremos que averiguarlo la siguiente semana.
—Si, supongo que sí.
Con una sonrisa me pongo el cinturón de seguridad y me recuesto en mi asiento, lista para la hora de viaje que se avecina.
€
¡Aquí el final!
¡Nos vemos el Domingo!
Los quiere, Hanna.
ig:hannasvelez
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