
Capítulo 26
Mini maratón 1/2
A lo largo de mis 18 años de vida, solamente unas cuantas veces me he despertado con una sonrisa en la cara y sin maldecir al sol y, este día, ha sido uno de esos.
Cuando el sol se coló por mi ventana en la mañana, iluminando todo a su estancia, abrí mis ojos con una enorme sonrisa porque, ¿quién no se despertaría radiante luego de convertirse en pareja de su cantante favorito?
Si la mayoría de las personas tuvieran el privilegio que yo tengo en este momento, estoy segura de que todos se despertarían con una gran sonrisa.
Confirmo
Ayer después de que Jayden pidiera mi mano...
Exagerada, solo te pidió ser su novia.
Es casi lo mismo.
Si, claro...
Nos quedamos un rato más conversando en teatro, en dónde le pedí que me cantara un par de veces más aquella bonita canción —lo cual hizo sin rechistar—, antes de llevarme a mi casa, y a pesar de que llegue temprano, me bajé del coche de Jayden media hora más tarde de la hora en la que llegue, ya que estuvimos bastante entretenidos dándonos de besitos.
Luego de que me llevara a la entrada de mi casa, en donde nos dimos más besitos, me prometió que hoy vendría en la mañana para estar conmigo todo el día, por eso es que hoy estoy esperando ansiosamente, dando vueltas en la sala, con mi mejor vestido rosa a Jayden, quien, por cierto, hace un par de minutos me mandó mensaje diciéndome que ya estaba a punto de llegar.
—Paris, hija.
—¿Si, mamá?
Detengo mis vueltas y me vuelvo a ver a mi mamá, que descansa en el taburete de la barra de la cocina con una taza de café entre sus manos.
—Deja de dar tantas vueltas, estás poniéndome nerviosa.
—Oh, lo siento.
—Gracias.
Me da una radiante sonrisa y vuelve a enfocar su vista en el teléfono mientras le da sorbos a su café.
Me quedo parada en el medio de la sala con mis manos entrelazadas enfrente mio y antes de poder evitarlo, la punta de mi zapato comienza a repiquetear contra el suelo, haciendo que mi mamá detenga su taza de café a unos centímetros de sus labios y vuelva a verme con una ceja enarcada.
—Muy bien, alto —pide mi mamá para luego dejar su café y teléfono a lado y poder enfocar toda su atención en mí—. ¿Qué está pasando? ¿Por qué estás tan ansiosa?
—Mamá, debo confesarte algo.
—Te escucho.
—Ayer ya no te conté esto porque llegaste cansada del hospital y porque se que Jayden no es de tu completo agrado después de lo que pasó, pero te lo voy a decir porque eres mi madre y mejor amiga y porque nunca te he ocultando nada. Igual, tenía planeado decírtelo más adelante porque es una noticia que me hace muy feliz y no me gustaría guardarla porque...
—Iris, al grano. —interrumpe mi mamá cuando empiezo a balbucear.
—Si, lo siento —carraspeo—. Lo que pasa es que ayer en la cita que tuve con Jayden...
—Ajá.
—Él me cantó una muy bonita canción que la hizo solamente para mí porque quería...
—¿Quería...?—me incita mi mamá a continuar.
—Quería pedirme que fuera su pareja.
Se hace silencio.
Los ojos de mi mamá se abren de par en par con y sus cejas se alzando en una clara muestra de impresión por la noticia que acabo de soltarle.
—¿Y? ¿Qué opinas?—presiono.
Parpadea un par de veces, como si tratara de espabilar, y luego de unos segundos de hacer esa acción, carraspea.
—Vaya... —murmura y toma su taza de café para darle un sorbito.
La miro confundida.
—¿Vaya de «que mal que estés con él» o de «me alegro que estés con él»?
—Vaya de «no me puedo creer que luego de que estuvieras diciéndome, tres años consecutivos, que ibas a estar de pareja con Jayden Blackwood, realmente lo hayas conseguido».
Hago una mueca.
—Eso fue cruel, mamá.
—Lo siento, hija, pero la verdad jamás pensé que fueras a lograrlo.
—¿Y por qué no?—me cruzo de brazos, indignada.
—Iris, ¿sabes que las posibilidades de estar amorosamente con tú artista favorito son casi nulas? Por eso no lo vi posible, pero tu lo lograste, hija, y estoy muy feliz por ti. —me sonríe y se levanta de su asiento con su taza de café.
Parpadeo.
—¿Eso es todo lo que dirás?—cuestiono, siguiéndola, un poco confundida.
—Si —deja su taza en el fregadero y voltea a verme—. ¿Esperabas algo más?
—Siendo sinceras, si. Pensé que me dirás algo acerca de no mantener una relación con él o así.
Alza una ceja.
—¿Cuándo te he dicho que no mantengas relación con alguien?—se cruza de brazos.
—Cuando estaba con Alex —ignoro el pequeño dolor que me causa pronunciar su nombre al recordar que no he vuelto a hablar con el desde que vino a reclamarme— siempre me decías que él no te agradaba.
—Pero jamás te dije que no mantuvieras una relación romántica con él o que lo terminaras.
—Es casi lo mismo. —me defiendo.
—No, hija, no lo es —suspira—. No voy a opinar nada acerca de tu relación con él, porque aunque el chico no sea de mi agrado, si tú eres feliz con él, solo eso debe importar. No mi opinión, ni la de veinte personas más —se acerca a tomar mis manos—. Solo que si vuelves a sentirte como Alex te hacía sentir, creo que ya sabes cuál sería la mejor opción a tomar.
Las ganas de decirle a mi madre que Jayden no cometerá los errores de Alex y que esté último no es tan mala persona llega a mi mente, pero tan pronto como escucho el timbre, anunciando la llegada de aquella persona que me hace suspirar, olvido totalmente todo lo que iba a decir.
—¡Es él!—menciono con emoción y corro hacía la puerta.
Creo que escucho a mi madre suspirar, pero no estoy segura porque cuando lo hace ya estoy abriendo la puerta.
Mi corazón se acelera y las mariposas de mi estómago se mueven con violencia, cuando sus preciosos ojos grises chocan con los míos.
Una sonrisa aparece en mi rostro.
—Hola, Jay.
Me sonríe y se inclina hacía adelante para dejar un casto beso en mi boca.
—Hola, novia bonita. —murmura sobre mis labios.
Siento mis mejillas tornarse rojas y la necesidad de reírme con una histeria poco femenina, se hacen presentes al escuchar la forma en como Jayden me llamó pero, me contengo presionando mis labios en una línea.
Doy un paso hacia, poniendo un poco de distancia entre nosotros antes de que se me escape un sonido vergonzoso de mi garganta y hago una suave seña con mi mano hacia el interior de mi casa.
—¿Te gustaría pasar?
Su sonrisa se hace más grande y me observa con diversión.
—Seria un placer —se acerca a mi oído—, tomatito. —susurra antes de pasar por mi lado y mi sonrojo se hace más grande.
Él sabe las cosas que provoca en mí...
Cuando cierro la puerta y me doy media vuelta, me encuentro a mi mamá mirándonos desde la cocina con sus ojos llenos de calidez.
—Mamá.
Entrelazo la mano de mi novio con la mía y tiro de él hacía donde está mi madre.
—Déjame presentarte a Jayden, mi novio.
Mi mamá le regala una pequeña sonrisa y estira su mano hacia él.
—Un placer conocerte, Jayden.
Jay acepta la mano de mi madre, devolviéndole la sonrisa.
—El placer es todo mío, señora...
—Gia.
—Señora Gia.
Mi madre asiente a modo de respuesta y dejan caer sus manos.
—Me da gusto por fin verte en algo que no sean las revistas o el fondo de pantalla de mi hija.
Mis ojos se abren en par en par, atónita por lo que acaba de decir y siento el calor subir por mi cuello.
—Mamá. —suelto entre dientes.
Por el rabillo del ojo veo como una sonrisa ladea se forma en la boca de Jay, antes de darme una ojeada, divertido.
—Lamentablemente, debo irme a trabajar, pero espero verte pronto. —continua mi madre, ignorándome.
—Por supuesto, señora Gia.
Mi madre voltea a verme con una cálida sonrisa.
—Paris, hija, ¿puedes subir por mi bolso?
Asiento.
—Si —miro a Jayden—. Vuelvo enseguida.
Corro escaleras arriba, dirigiéndome al cuarto de mi mamá y apenas entro me encamino a la silla de su escritorio, lugar en donde siempre deja su bolso.
Frunzo el ceño al ver que la silla está vacía y pongo mis manos en jarra.
Si siempre lo pone ahí, ¿por qué no hay nada?
Mordisqueo mi labio, mientras recorro la habitación con mis ojos en busca del bolso, pensando que tal vez lo dejó en otro lugar, pero cuando termino mi inspección, veo que aquí no hay rastro de el.
—Seguro lo dejó en la sala. —me digo a mi misma y me vuelvo sobre mis pies para bajar.
Cuando llego a la planta baja, escucho la voz de mi mamá en la cocina, mismo lugar donde la dejé con Jayden, pero está hablando tan bajito que no puedo entender lo que le dice, por lo que me acerco para ver qué está pasando.
Cuando entro en la cocina mis ojos se abren de par en par y me quedo totalmente helada ante la vista de mi madre agarrando a Jayden por su playera con la mano izquierda, mientras que con la otra, sujeta un cuchillo el cual mantiene muy cerca del rostro de mi novio.
No se que es lo que está diciéndole exactamente mi mamá a Jayden, en voz extremadamente baja, pero por su rostro pálido y sus manos alzadas, supongo que no es nada bueno.
—¡Mamá! ¡¿Qué demonios le haces a mi novio?!—exclamo, molesta.
En el momento en que mi mamá escucha mi voz, se aleja de él aún con el cuchillo levantado.
—Oh, nada, hija —se vuelve hacía a mí con una sonrisa, no sin antes lanzarle una última mala mirada—. Solamente le estaba pidiendo amablemente que trate como lo mereces; no queremos que vuelvas a pasar malas experiencias, ¿verdad?
—¡Pero no debías tratarlo así, madre!—exclamo y me acerco a ellos para tomar a Jayden de la mano y ponerlo detrás mío.
—A veces es necesario tomar medidas... drásticas.
Abro la boca, atónita ante sus palabras y antes de poder responderle, el sonido de mi madre dejando el cuchillo sobre la barra hace que mis palabras se corten.
—En fin, debo irme. —se acerca a una de las sillas de la mesa y cuando la desliza hacia atrás, veo que toma su bolso.
Mis ojos se abren y mis cejas salen disparadas hacia arriba.
Ella sabía que su bolsa estaba aquí, por lo que todo esto fue un plan para amenazar a Jayden.
Que astuta madre tengo.
En efecto.
—Cuídense y no hagan cosas que no deberían.
Una vez mi mamá se cuelga su bolso, se acerca hacia mí, plasmando un beso en mi frente y luego mira a Jayden para lanzarle una última y amenazadora mirada.
—Nos vemos.
Con una radiante sonrisa, mi mamá sale de la casa, dejándonos a los dos solos, sumidos en un tenso silencio.
—Bueno, creo que le caigo excelente a mi suegra. —murmura mi novio entre dientes, con sarcasmo, rompiendo el silencio.
De inmediato me doy vuelta hacía él, mirándolo avergonzada.
—Lo siento tanto, Jay —tomo su cara entre mis manos inspeccionando lo con mis ojos—. Mi madre jamás se había comportado así con mis exs parejas.
Hago una mueca.
—En realidad, con el único ex que he tenido. —me corrijo en voz baja.
—Esta bien, Paris bonita.
Se inclina hasta dejar un corto beso en mis labios.
—Yo también me comportaría como lo hizo tú madre si tuviera una hija; con la diferencia de que yo sí hubiera apuñalado a su novio. —suelta con diversión, tratando de aligerar el ambiente.
Una pequeña sonrisa se adueña de mis labios la cuál se desvanece casi al instante.
Suspiro.
—En verdad lo siento.
—Está bien, rubia, deja de pensar en eso; ya pasó.
Vuelve a darme un pequeño beso.
—Mejor dime —toma un mechón de mi cabello entre sus dedos—, ¿qué te gustaría hacer?
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Trazo con delicadeza el contorno de mi estrella, cuidando que no toque el amarillo que la cubre, y una vez todas las líneas están trazadas con negro, dejo el color en la mesita y me dejó caer hacia atrás con suavidad, recargándome así en el pecho de Jayden.
—Considero que está vez me quedó mejor mi dibujo —escucho decir a Jayden encima de mi cabeza—. ¿Qué dices?
Me enseña mi libro de colorear en la página en la cuál está si dibujo y sonrió, divertida, cuando veo que en lo que transformo al planeta.
—¿Qué se supone que es esto, Jayden?—cuestiono con diversión.
—Eres tú, por supuesto.
Una suave risa se escapa de mis labios.
—No se cómo sentirme al respecto la verdad.
—Halagada, claramente.
—¿Halagada por dibujar un tomate y luego decirme que me dibujaste a mi?
Miro con fijeza el planeta Júpiter, el cual fue totalmente coloreado con rojo, dejando sus hojitas verdes en la parte superior y a cada lado de ella dos mechones amarillos, dando alusión a mi cabello rubio.
—Por supuesto. Esta es una prueba de que nunca sales de mi cabeza.
Sonrío y siento mis mejillas calentarse.
Haciéndole honor a tu dibujo.
—Gracias por este extraño, pero tierno dibujo.
Giro mi cabeza y dejo un beso en su mandíbula.
—Es lindo saber que siempre estoy en tu cabeza; aún así sea en forma de tomate. —digo, volviendo mi vista al dibujo.
Suelta una suave risa en mi oído que me eriza la piel y deja un pequeño beso en mi cuello que me hace erizar.
—Ahora enséñame tú tus dibujos.
Acatando la orden de mi novio, le pasó mi libro en la página en donde está mi dibujo, la cuál está compuesta de un niño —que yo transformé en niña— que está mirando a una estrella gigante y brillante con corazoncitos flotando a su al rededor.
—Mi dibujo también tiene un significado. —menciono cuando toma mi libro.
—¿Ah sí?
Asiento repetidas veces.
—¿Y cuál es?—cuestiona acariciando con las yemas de sus dedos mi brazo izquierdo, sin dejar de mirar mi dibujo.
—Que yo estoy tan enamorada de ti como la niña lo está de la estrella.
Sus caricias en mi brazo se detienen y cuando me vuelvo a verlo, en busca de que me diga porque se detuvo, noto que me mira con los labios entre abiertos, el ceño ligeramente fruncido y con sus ojos llenos de tantas emociones que van desde la felicidad hasta la tristeza.
Se queda en silencio, mirándome un par de segundos más, hasta que estira su brazo derecho para tocar mi mejilla con su mano. Se inclina hacía mi hasta que toca sus labios con los míos, fundiéndolos en un suave y tierno beso.
—Tu mi piaci molto. —murmura entre el beso.
Frunzo el ceño y me separo de sus labios tras escucharlo decir aquellas palabras.
—¿Qué?
—Tu mi piaci molto, Paris.
Ladeo mi cabeza y me hinco entre sus piernas, para quedar cara a cara a él.
—¿Qué significa eso?—lo observo, curiosa.
—Significa que me gustas mucho, Paris. —dice sonriendo y toma un mechón de mi cabello entre sus dedos.
El corazón me comienza a palpitar con fuerza y mi piel se eriza ante lo dicho en un idioma diferente.
—Pensé que lo habías olvidado. —murmuro.
—¿Olvidar qué?—su entrecejo se arruga—. ¿Qué me gustas? Es imposible olvidarlo cuando tu carita roja está en mi cabeza todo el día.
—No hablo de eso. —ruedo los ojos, sonriente.
—¿Entonces de que?
—De cuando me dijiste que me ibas a decir «me gustas» en un idioma diferente cada día; pensé que lo habías olvidado.
—No lo olvidé, rubia —enreda mi mechón en su dedo—. Solo que es un poco difícil aprender a pronunciar correctamente algunas frases en otro idioma.
Suelta mi cabello para volver a tomar mi mejilla y comenzar a trazar con su pulgar caricias en mi mejilla.
—Iba a decírtelo en francés, pero me fue bastante difícil pronunciarlo a la perfección, así que hace dos días le pedí a mi traductora que me diera algo más... sencillo de pronunciar.
—Ya veo. —suelto vagamente mirando sus labios cuando se inclina hacía mí.
Una sonrisa me atraviesa cuando se inclina a darme un pequeño beso.
—¿Y? ¿Qué tal? ¿Cómo lo pronuncié?
—Excelente.
Vuelve a besarme y las mariposas de mi interior aletean con fuerza.
—Prometo practicar mi francés para que sea el próximo idioma en el que te diga que me gustas.
Mi sonrisa crece y quito algunos mechones de su frente con mis dedos.
—Esperaré. Soy paciente.
—Prometo no hacerte esperar mucho, rubia.
Pasa su mano a mi nuca y tira de mi para pegar su boca contra la mía, pero antes de que llegar a sus labios, escucho mi teléfono sonar.
Siento como mi novio se aleja de mí y cuando abro los ojos, lo veo mirando mi celular que descansa en la mesita de al lado el cual, aún sigue sonando.
—¿Ese... soy yo?—cuestiona ante el tono de mi teléfono que, claramente, es una canción de él.
Muerdo mi labio, apenada, y asiento suavemente.
Gira hacía mí y con una enorme sonrisa en sus labios.
—Alguien está muy obsesionada conmigo. —dice con diversión.
Le lanzo una mala mirada sintiendo como mis mejillas se sonrojan de vergüenza.
—Cállate, Jayden.
Se ríe entre dientes.
—Esta bien, rubia, no te sientas avergonzada por estar obsesionada conmigo, al final, si yo fuera tú, también estaría obsesionado conmigo.
Le doy un golpe en el brazo sintiendo el calor recorrer todo mi cuerpo.
—Ya cállate.
Aún avergonzada, tomo mi teléfono y me levanto del piso llevándomelo a la oreja al instante en que contesto.
—¿Si?
—¡¿Por qué no atiendes mis mensajes, mujer?!—exclama Aby con fuerza, por lo que debo alejarme un poco del teléfono.
—Lo siento, Aby, estuve un poco... ocupada. —murmuro, lanzándole una mirada a Jay quien ahora ve fijamente mi dibujo.
—¿Ah sí?
—Si.
—¿Y qué es eso tan importante como para no contestarle a tu mejor amiga?
Me alejo un par de pasos de mi novio.
—Vino Jayden a verme. —susurro por lo bajo.
—¡¿Nuestro marido está contigo?!
—Si. —suelto con una risita.
Aby no responde, en cambio se escucha como suelta un enorme y agudo grito de emoción que me hace reír.
—Lo siento, amiga. No quería interrumpirlos —se disculpa, apenada y emocionada—. Ya mañana me contarás todo lo que pasó ayer y lo que pasé hoy.
Mi sonrisa se borra y frunzo el ceño confundida.
—¿Mañana?
—Si, mañana.
Mi ceño se hunde más.
—¿Qué día hicimos planes para mañana?—cuestiono, tratando de recordar que tenemos que hacer mañana.
—Hace casi un mes, Paris. ¿No lo recuerdas?
—No...
Suelta un suspiro exasperado.
—Voy a perdonar tú falta de memoria solo porque estoy segura a que has estado tan concentrada en Jayden que no hay espacio en tu mente para otra cosa que no sea tu futuro novio.
—En realidad, ya es mi novio. —la corrijo con una sonrisa.
—¡¿Ya es tú novio?!
Hago un sonido de afirmación.
—Oh, vaya —carraspea—. Espérame aquí un segundo.
Me quedo en silencio escuchando como los pasos de mi amiga se alejan del teléfono y seguido de eso un grito, más fuerte que los anteriores, se hace presente, rompiendo el aire y haciendo que mi sonrisa se haga más grande.
—Ya estoy de vuelta —la escucho decir después de unos segundos—. No quiero que me cuentes nada ahorita, lo harás mañana en persona y con lujo de detalles.
—Por supuesto, siempre y cuando me recuerdes a dónde debo ir mañana.
—Oh, es verdad. Con esa gran noticia hasta yo olvidé que tenía que recordarte de la fiesta de mañana. —ríe.
Tan pronto como la palabra «fiesta» sale de la boca de mi mejor amiga, quitó el teléfono de mi oreja y me voy a mi calendario. Mi estómago cae en picada cuando veo que mañana es Viernes 16 de Julio, día de la última fiesta con mis compañeros de clase.
Fiesta a la que, por cierto, iba a asistir con Alex, antes de que nuestra amistad se convirtiera en lo que es ahora.
—Deberías llevar a Jayden, Paris.
—¿A Jayden?
Parpadeo saliendo de mis pensamientos.
—Si, ahora es tú novio, ¿por qué no le dices que vaya?
Mordisqueo mi labio, dudosa, y llevo mis ojos a mi novio quien ahora recorta con mucha precaución el contorno de la niña y la estrella.
—No creo que sea buena idea.
—¿Por qué no?—cuestiona, confusa.
—Porque no le he dicho a Alex que ya tengo pareja y no sé cómo vaya a reaccionar cuando me vea con novio —suspiro—. Lo último que quiero es que se enojé más conmigo y termine por dejarme de hablar, ahora sí, definitivamente.
Toma una fuerte respiración tratando de apaciguar la ansiedad que siento que se asoma por mi cuerpo, cuando la palabra «dejarme» hace eco en mi cabeza.
La escucho resoplar.
—Paris, no deberías dejar que Alex siga influyendo en tus decisiones de esa manera. Está mal.
Me mantengo en silencio, sintiéndome regañada.
—Solo piensa esto: ¿A ti te gustaría que tú novio no te invité a alguna fiesta o lugar solo porque no quiere perder a su... ex?
—Jayden no me haría eso. Menos Sarah; a ella le caigo bien. —murmuro.
—Solo responde. ¿Te gustaría o no?
Por mucho que se que Jayden ni Sarah harían algo para lastimarte, si ese fuera el caso, me sentiría fatal.
Dejo escapar aire.
—Pues no. —digo a regañadientes.
—Que bueno que no, porque estoy segura que a Jayden tampoco le gustaría que hicieras eso.
Me quedo mirando a Jay un par de segundos, hasta que suelto un enorme suspiro y desvío la mirada a otro lado.
—Tienes razón, le diré.
—¡Bien! ¡Sabía que recapacitaras!—exclama con emoción.
Ruedo los ojos.
—¡Entonces nos vemos mañana, Iris!
Cuelga sin darme tiempo a decirle nada más y me quedo mirando a mi novio pensando si invitarlo a la fiesta de mañana será buena idea. Y, no es el hecho de que invitar a Jayden a una fiesta con mis compañeros se me haga desagradable o una mala idea, lo que se me hace mala idea es que él y mi ex novio compartan el mismo aire. Y no lo digo por Jayden, si no por Alex, ya que tiene una actitud un tanto... explosiva y sumado a que en las últimas semanas él y yo hemos tenido varios desacuerdos, no le pude comentar que ahora tengo nueva pareja y no se como va a reaccionar al verme llegar con mi nueva novio.
Sin embargo, muy a pesar de todo eso, me gustaría mucho que Jayden estuviera conmigo. Así que, decidida, doy unos cuantos pasos a mi novio.
—¿Jay?
—Dime, rubia. —responde sin dejar de recortar.
—¿Tienes planes mañana?
€
¡Aquí el final!
Nos vemos mañana.
Los quiere, Hanna.
ig:hannasvelez
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