Capítulo 25
—¿Entonces cómo te vas a arreglar?—pregunta Khloe a través del teléfono.
—Pues creo que usare algo sencillo, pero bonito.
—¿Y ya tienes ideas?
—Un par, pero no se que será adecuado usar porque no tengo idea a dónde me llevarán.
—Oh, es verdad, olvide ese detalle. —dice mi prima.
Ruedo los ojos inevitablemente.
Lo primero que les dije cuando les llamé fue que, muy posiblemente, tendría una cita, pero que no tenía idea a donde es que iban a llevarme y es lo primero que olvidan.
Ellas siempre tan atentas.
—Espera, dijiste que Clarise te había contactado para mandarte el mensaje con la información, ¿no?—cuestiona Aby, acercándose a la pantalla.
—Si.
—¿Entonces porque no le preguntas a ella a dónde es que van a llevarte? Tal vez te diga algo.
—Lo hice, pero no me contestó.
Escucho un suspiro.
—A ver, dinos el mensaje, tal vez haya dejado una pista que tú no has logrado ver por tu ceguera.
Ruedo los ojos.
—Ja, ja. Graciosa.
Me salgo de la videollamada que mantengo con las dos, para entrar a mis mensajes. Específicamente, a los de Clarise.
—«Hola, Paris. Espero que estés teniendo un buen día. El motivo de mi mensaje es para pedirte que a las 8 PM estés lista. Pasará una camioneta a recogerte en punto. Por tú atención, gracias.»
—Vaya, qué formalidad. —suelta mi prima.
—Luego de eso le mandé un mensaje preguntándole de qué se trataba todo esto y lo único que me respondió fue: «No tengo autorizado decirte nada más».
—Ah.
—Continúe mandándole algunos mensajes para que me dijera al menos una pequeña pista de a dónde me iban a llevar para saber cómo arreglarme, pero no me contestó.
Suspiro.
—Bueno, una cosa sí es obvia —se hace notar la voz de mi mejor amiga—. Esto tiene que ver con Jayden.
—Si, eso es bastante obvio. —afirma Khloe.
—Lo que no sabemos es porque se está haciendo el misterioso mandando a Clarise en lugar de él invitarte a salir directamente.
—Efectivamente. ¿Él no te ha mandado mensaje hoy, Iris?
—Si —vuelvo a meterme a la videollamada—. Hablamos un rato en la mañana, pero después de las 2 de la tarde dejó de contestar.
—Que extraño.
—Si, ese hombre es bastante misterioso.
—Lo sé, por eso me enamoré de él. —responde Aby con una sonrisa y Khloe la mira incrédula.
Suspira y mueve su cabeza.
—Volviendo al tema, ¿cuáles son tus ideas para vestirte?
—Pensaba en el vestido negro, holgado, que...
—No —interrumpe Aby—. Descarta ese vestido de inmediato.
—¿Qué? ¿Por qué?
—¿Qué tal y te lleva a dar una vuelta por un bosque? ¿Qué harás ahí con ese vestido? No estarás cómoda.
—¿Qué?—Khloe parpadea con incredulidad—. Es obvio que no la llevará a un bosque.
—¿Y tú cómo sabes?
—No necesito saber nada para confirmarte que no la llevará a un bosque.
—Esa no es una buena respuesta, Khloe.
—Es bastante obvio que no la llevará a un bosque, Abigail—dice mi prima, exasperada—. Incluso el pensamiento es ridículo.
Rueda los ojos.
—¿Tú qué dices, Iris?
Llevo mi mano a mi barbilla, acariciándola.
No sé si me lleve a un bosque o no, pero lo mejor es no descartar nada.
—Creo que tiene razón Aby, Khlo.
—¿Ya ves, Aby? Te lo... ¡¿Qué?!
—Solo piénsalo, Khlo. No tenemos ni una pista de a dónde va a llevarme; es más, ni siquiera sé si voy a ir con Jayden...
—Oh, eso sí que es más que seguro. —interrumpe Aby
—Así que no podemos dejar de lado la idea del bosque. —concluyo.
—Paris, es obvio que no te llevará a un bosque. Sería algo estúpido. Y más en las noches.
—No hay que descartar nada.
Escucho a mi prima resoplar y luego dice algo entre murmullos que no logro entender, así que lo dejo pasar.
—Bien, entonces que me puedo poner. —cuestiono con las manos en la cintura.
—¿No dijiste que tenías «un par» de ideas?—me mira mi prima confundida.
—Bueno, en realidad solo tenía una y era esa.
—No puede ser.
La miro apenada.
—¡Yo tengo una idea!—exclama mi mejor amiga.
—¿Cuál?
—Puedes ponerte esa top que tiene un nudo por delante y que tiene unas mangas gigantescas...
—«¿Mangas gigantescas?»—la interrumpo.
Frunzo el ceño y rebusco entre mi ropa.
—Si, esas que están holgadas.
Mi ceño se hunde aún más.
—No se de que hables, Aby.
Suelta un gruñido de exasperación.
—¡Es color blanco y sus mangas están muy holgadas!—suelta, entrando en desesperación.
—¿Mangas muy...? ¡Ah! Ya sé de qué hablas.
Saco mi top blanco del armario y lo muestro a la cámara.
—¿Hablas de esté?
—¡Si! ¡Demonios sí!
Rio al ver su alivio.
—Para que lo sepas, tonta, sus mangas se llaman «mangas de farol», no mangas holgadas.
Rueda los ojos.
—Es casi lo mismo.
Sonrío.
—¿Desde cuándo eres una experta en los nombres de las mangas? Antes también las llamabas «mangas holgadas».
—Desde que convivo más con mi tía Louisa.
Me mira divertida.
—En fin, como te decía. Ese top con tu bonita falda beige que está medio fruncida...
—¿Hablas de la falda que me queda corta?—interrumpo.
—¡Si! Esa misma.
—Esa mejor no.
—¿Por qué no si se te ve fabulosa?
—Porque si me agacho se me verá el trasero.
Hago una mueca.
—Por eso no te agaches.
Mordisqueo mi labio, pensativa.
Omitiendo el detalle del trasero, si es una buena idea.
—Está bien, lo usaré.
—Yo creo que no es una buena idea. —se hace notar la voz de mi prima.
Aby la mira por la pantalla con la ceja alzada.
—¿Por qué no?
—Aunque ese top es lindo, creo que esa falda se vería mejor con el top blanco de hombros descubiertos. —habla mi prima, interrumpiéndome.
Aby se queda en silencio, analizando, hasta asiente lentamente con la cabeza.
—Si, tiene razón. Eso quedaría mejor.
Khlo sonríe orgullosa.
—¿Desde cuándo tú también eres tan modista?
—Por si lo olvidaste, Paris y yo compartimos tía, así que básicamente lo llevo en la sangre. —alza la barbilla.
—Vaya, también quisiera tener una tía modista —suspira—. O tal vez una cantante, así tendría un poco de su magnífica voz y no cantaría igual de feo que Paris cuando lo hace.
—¡Oye!
La observo, ofendida.
—Perdón, amiga, pero es la verdad.
Blanqueo los ojos y mientras ellas continúan hablando, yo aprovecho para tomar las cosas de mi ropero e ir al baño para cambiarme.
Una vez entro al cubículo y retiro la sudadera de mi pants, noto a través del espejo como varias zonas de mi cuerpo están más oscuras que otras, un claro recuerdo del grandioso día que pasé ayer a lado de Jayden.
El recuerdo de sus labios sobre los míos, sus brazos en mi cintura y sus hermosos ojos grises sobre los míos, ponen mi piel de gallina y a mi corazón a palpitar con fuerza. Pero así como también provocan gratas sensaciones, también me causa un poco de tristeza y miedo cuando el pensamiento se ve opacado con el recuerdo de Jayden poniéndose tenso cuando aquella fanática me notó.
Aquella situación comienza a hacer que mi mente traicionera cree diferentes escenarios en donde él termina apartándose de mí o herido.
No sé cuál de ambos escenarios me aterran más.
Mis manos comienzan a sudar y cierro mis ojos con fuerza tratando de ahuyentar aquellos escenarios que no dejan de aparecer en mi mente.
—Tranquila, Paris. Él lo prometió. Él lo prometió.
Tomo largas, fuertes y rápidas respiraciones buscando tranquilizarme, pero no lo consigo, de alguna extraña manera, solo logro que el miedo se expanda con más rapidez por todo mi cuerpo.
No va a abandonarte.
No va a dejarte.
No le harán daño.
Relájate. Respira.
No pasará nada.
Repito varias veces aquellas frases en mi mente, acompañándolas con los recuerdos positivos que hemos tenido y alejando a los negativos, hasta que poco a poco, mi respiración se va acompasando.
—Todo estará bien, Iris.
Inhalo y exhalo.
—Tranquila.
Repito la acción un par de veces más y cuando ya me siento mejor, abro los ojos lentamente.
—Todo estará bien.
—¡¿Paris?! ¡¿Ya vas a salir?!
La voz tenue, pero exigente, de Aby se escucha a través de la bocina de mi teléfono y me acerco a la puerta para responder.
—¡Salgo en un momento!—exclamo y carraspeo cuando noto que mi voz sale ligeramente rota.
—¡No entendí nada, pero apresúrate!
Me alejo de la puerta y me encamino hacia mi ropa.
Tomo aire.
—Todo estará bien.
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—Tu eres la causa de que a veces dude de mi sexualidad.
Sonrío y niego con la cabeza.
—Cállate.
—¡Es la verdad, Paris!—Aby ríe—. ¡Te ves preciosa, amiga!
—Es verdad, Iris. Te ves muy bonita.
Mi sonrisa se extiende más por los halagos de mi prima y mejor amiga.
—Gracias.
Llevo mis ojos nuevamente hacia el espejo, mirando nuevamente mi bonito conjunto al cual le agregué unos pequeños aretes de estrellas, el collar de la «J» que tanto le gusta a Jayden y unos tenis blancos. Bueno, casi blancos porque las agujetas están un poco sucias.
Cositas sin importancia.
—Faltan 3 minutos para las 8. —dice Aby y la emoción es palpable en su voz.
Los nervios me recorren.
—Lo sé.
—¿No estás nerviosa?
—Como no tienes idea. Incluso me sudan las manos. —suelto con una risita nerviosa, mostrando mis manos a la cámara.
Khlo hace una mueca de disgusto mientras que Aby sonríe con ternura.
—Awww, Paris está nerviosa.
—Muchísimo.
Me inclino, aún con mis manos sudorosas, hacía enfrente y retoco una vez más mi boca con mi brillo labial.
—Oh mira —habla mi prima acercándose a la cámara—, ya son las o...
El sonido del timbre llena la estancia, haciendo que tanto como Khloe y Aby se callen, para mirarme con los ojos muy abiertos.
—Ocho. —completa.
El chillido de Aby hace que mis nervios se activen, haciendo que me recorran la columna vertebral, erizándome la piel, provocando que tenga que mover mis hombros para alejar aquella sensación.
—¡Ya llegó! ¡Ya llegó!
A través de la cámara veo a Aby levantarse de su cama para comenzar a brincar en la alfombra de su casa con una felicidad tan grande que me hace sonreír.
—Mucha suerte, prima. —dice Khloe con una sonrisa igual que la mía.
—Gracias, Khlo.
—¡Ve a por nuestro hombre, Paris!—exclama Aby lanzándose a su cama para quedar nuevamente con su cara frente a la cámara.
Una suave risa se me escapa y asiento con la cabeza repetidas veces.
—Eso haré —tomo mi teléfono en manos—. Las quiero.
—¡Y nosotras a ti, Paris!—grita mi amiga.
—Nos vemos luego.
—Adiós prima.
—¡Con toda, Paris!—se despide con euforia mi amiga antes de colgar la llamada.
Una pequeña sonrisa tira de mis labios y dejo mi teléfono encima del lavamanos un segundo para poder secar mis manos sudadas contra mi falda. Cuando retiro todo el sudor de ellas, vuelvo a tomar mi teléfono y salgo de mi habitación en dirección a la puerta de entrada.
Mientras bajo las escaleras, con precaución, aprovecho para escribirle un mensaje a mi mamá diciéndole que ya me voy y recordándole en el lo mucho que la quiero. Para cuando llego a la puerta, ya he enviado el mensaje, así que la abro con una enorme sonrisa, esperando ver a Jayden, pero en lugar de encontrármelo a él, veo a un sujeto alto y trajeado esperando con paciencia fuera de mi hogar.
—¿Señorita Smith?—cuestiona con voz grave.
Entrecierro los ojos en su dirección.
—Si...
—Un gusto. Me presento, soy Jordan. He sido enviado por la señorita Clarise con el objetivo de llevarla a su destino está noche.
La emoción me recorre.
—Oh, un gusto.
Se hace un silencio extraño entre ambos el cual se llena por el canto de los grillos, hasta que él hace decide romperlo haciendo una seña a la camioneta.
—¿Nos vamos?
—Si, claro.
Aún un poco anonadada, cierro la puerta de mi casa y me dedico a seguirlo en dirección a la camioneta, subiéndome a ella cuando me abre la puerta y abrochándome el cinturón una vez cierra esta misma.
Cuando Jordan se sube al vehículo, prendiéndolo para comenzar a andar, la euforia recorre cada parte mi cuerpo e inevitablemente una sonrisa se escapa de mi boca.
Ya quiero ver a Jayden.
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—Hemos llegado, señorita. —anuncia Jordan deteniendo el vehículo.
Me deslizo sobre el asiento trasero hasta quedar en el extremo izquierdo, para observar a través de la ventana donde es que estamos.
Mi ceño se hunde al ver qué estamos en «Lisa Smith Wengler» un teatro de Malibú. El cual, según yo y las tenues luces que están en lo alto del complejo, está cerrado. Aunque, conociendo a Jayden, es muy probable que lo haya rentado solo para que nosotros lo pudiéramos usar.
Algo que claramente haría.
Sin embargo, eso aún no responde mi pregunta: ¿Por qué me citó aquí?
—Gracias, Jordan.
—A sus órdenes, señorita.
Me bajo de la camioneta con cuidado y tras cerrar la puerta trasera, me encamino a la entrada del lugar.
Con cada paso que doy siento mi corazón retumbar en mis oídos y mis manos sudar de tal manera que debo limpiarme en mi falda a cada dos pasos.
Deja de sudar de esa manera. Arruinaras la falda.
Eso es lo que trato de hacer, conciencia.
Continuo caminado hasta la entrada del lugar y cuando ya voy a llegar, las puertas se abren por si solas, haciéndome dar un pequeño brinco del susto y que me detenga abruptamente.
¿Pero cómo...?
Con varias dudas en mi cabeza y un poco asustada, me acerco con pequeños pasos hacía la entrada, mirando a los lados en busca de alguien que me haya abierto las puertas, pero entre tanta oscuridad no logro ver nada.
Un escalofrío me recorre.
—Si la idea de Jayden era asustarme, tiene que saber que lo está logrando. —murmuro para mí sola y llevo mi vista hacía enfrente.
Sin saber muy bien que hacer o a dónde dirigirse exactamente, doy pequeños pasos en línea recta, achicando mis ojos, tratando de mirar entre la oscuridad algo.
Me mantengo así un par de segundos hasta que un ruido de una puerta abriéndose hace que vuelva a frenarme.
Un suspiro tembloroso sale de mis labios.
—Si es un fantasma, por favor no me hagas daño. —suplico.
Y como si mis palabras hubieran activado al «fantasma», un camino de pequeñas lucecitas comienza a abrirse paso enfrente de mi, deteniéndose hasta el par de puertas, ahora abiertas, que están a la izquierda, las cuales conducen al interior del recinto.
Sintiéndome más nerviosa que antes, comienzo a trazar mi camino entre la hilera de lucecitas y no me detengo hasta que atravieso las puertas de madera.
Recorro con mis ojos todo el lugar, tratando de enfocar algo con mis ojos, porque al igual que allá afuera, todo está sumergido en la oscuridad a excepción del escenario, el cual está siendo alumbrado con suaves luces.
—Bien. No sé qué está pasando, pero supongo que debo bajar las escaleras. —digo para mí misma en voz extremadamente baja, queriendo que, si hay alguien aquí, no me escuche.
Si alguien está aquí, seguro que ya escuchó que hablas sola.
Déjame tranquila, conciencia.
Con precaución y cuidando de no caerme y arruinar mi look, comienzo a bajar de una en una las escaleras que se encuentran frente mío y que llevan directamente al escenario. Mientras voy bajando, voy mirando hacía los lados, mirando los taburetes vacíos con curiosidad y mientras más me acerco al escenario, solamente puedo caer más en cuenta que este lugar está vacío.
Frunzo el ceño.
¿Por qué Jayden me citaría en un lugar vacío?
Faltan, tal vez, siete escalones para llegar al final y las luces del escenario, al estar más cerca de él, me iluminan de mejor manera las escaleras, lo cual me permite bajar con mayor facilidad y sin riesgo a cae...
Estando en el tercer escalón, las luces se apagan de repente, haciendo que me detenga de golpe y que mi corazón comience a acelerarse preso del pánico.
Doy un pequeño paso para atrás y llevo mi mano a mi pecho nerviosa, mientras trato de acompasar mi respiración que se ha acelerado a causa del miedo.
¿Qué está pasando?
Estoy a dos segundos de empezar a correr hacía la salida, cuando las luces que alumbraban el escenario, junto con algunas que cuelgan del techo, vuelven a prenderse, solo que está vez agarran un color azulado.
—¿Pero qué...?
Mi pregunta se ve interrumpida cuando una suave melodía de guitarra comienza a resonar en el lugar.
Inmediatamente llevo mi mirada hacía el escenario, justo al tiempo en que veo como un chico de ojos grises y cabello negro, sale tras bambalinas vestido con una camisa blanca con las mangas hasta los codos, un pantalón negro, un pequeño micrófono de diadema y una guitarra acústica en sus brazos, de la cual pasa con delicadeza sus dedos sobre las cuerdas.
—Jayden...
Mi corazón comienza a acelerarse.
Ella está,
En mi mente cada día que pasa
Solo puedo pensar,
En sus ojos azules al despertar.
En esta canción,
Te pido mi amor
Que me dejes entrar y adueñarme de tu corazón.
Sin dejar de tocar la guitarra y con una pequeña sonrisa en labios, camina en línea recta hacía mí, sin quitarme los ojos de encima.
Mi corazón va,
A mil por hora cuando tú estás
En las noches estás,
dentro de mis sueños hasta el despertar
Con esta canción,
Te suplico mi amor
Que me dejes entrar y adueñarme tú corazón.
Con la piel erizada y el corazón latiéndome al mil, llevo mi vista hacía arriba, justo en el momento en el que noto que varios planetas y estrellas, que no había notado, comienzan a descender lentamente, de tal manera en que quedan encima de nosotros, y en el techo se aparece una proyección de la vía láctea.
Ruego ser yo él que te tenga a su lado
Ser yo él que te haga feliz cada día
Adueñarme de tu cuerpo y de tus besos
Y que seas solamente mía.
Mi corazón da un vuelco cuando de un salto, baja del escenario, quedando a solo unos pasos lejos de mi.
En mi mente estás,
Cada noche y cada día que pasa.
Y mi corazón va,
A mil por hora cuando tú estás
Empieza a subir los escalones uno por uno.
Con esta canción
Te pido a ti
Mis manos tiemblan frenéticamente cuando se para enfrente mío; justo en el mismo escalón.
Que me dejes ser tu novio,
Por favor di que sí.
Sus dedos dejan de moverse en las cuerdas de la guitarra para bajar su mano y quedarse viéndome fijamente, con los ojos chispeantes y la respiración un poco entrecortada.
Mis manos sudan, mi corazón va a mil por hora y siento que en cualquier momento, por el ligero temblor en mis piernas, voy a caerme.
Esa canción...
Él la hizo para mí; para pedirme ser su...
—¿Entonces?—se retira el micrófono de los labios— ¿Qué dices, rubia bonita?
Jayden estira su mano hacia mí, pasando su dedo pulgar por debajo de uno de mis ojos, retirando una lágrima que se deslizó fuera de mi.
Ni siquiera noté que había empezado a llorar.
—¿Le ofreces el privilegio a este humilde cantante de convertirte en su pareja?
Mi piel se eriza y mi corazón da un vuelco cuando termina de pronunciar aquellas palabras.
Esto debe ser un sueño. Un sueño muy bueno.
¿Cómo puede ser posible que aquella persona de la que soy fanática esté aquí pidiéndome ser su pareja?
Deslizo mi mano con lentitud hacía mi brazo derecho y me doy un pellizco en ese lugar para comprobar que estoy despierta y que esto no es una mala pasada de un sueño mío, así que cuando el escozor se queda en esa zona, me doy cuenta que esto es real; él de verdad está pidiéndome ser su pareja.
Tan pronto como mi mente procesa esa información, una enorme sonrisa comienza a abrirse paso en mi rostro y siento como mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas.
—Sí quiero, Jayden.
Apenas la respuesta sale de mis labios, los ojos de Jay se abren de par en par, emocionados y se quita la guitarra junto el micrófono, dejándola caer a un lado, para tomarme entre sus brazos con un fuerte abrazo que correspondo al instante, tomándolo del cuello.
Recargo mi frente en esa zona, sin dejar de sonreír, y dejo que las lágrimas de felicidad desciendan con libertad por mi cara.
—Por un momento pensé que me dirías que no o qué me dirías algo como «los mejores amigos no pueden ser pareja». —suelta a modo de broma, tras un suspiro de alivio y no puedo evitar reír entre lágrimas.
—No iba a decirte que no, Jayden.
—Es que viniendo de ti, y tú falta de comprensión en indirectas muy directas, }puedo esperarme cualquier cosa.
—Esta vez sí entendí el mensaje.
—Un milagro, la verdad.
Vuelvo a reír y le doy una suave palmada en su hombro.
—Tonto.
Su preciosa risa hace eco en mi oído, erizándome la piel, y se separa lentamente para mirarme.
—¿Te gustó la canción?—pregunta, pasando nuevamente sus pulgares debajo de mis ojos.
Lo miro como si su pregunta hubiera sido de lo más tonta.
—¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Por supuesto que me encantó! ¡Incluso llore por ella!
Sonríe.
—Bueno, es que yo pensé que esas bonitas lágrimas eran porque en realidad no te había gustado la canción y llorabas por lo horrible que era.
Ruedo los ojos, divertida, y vuelvo a golpear su hombro, con suavidad.
—Sabes que no fue eso —llevo mi mano a su mejilla—. En verdad me gustó muchísimo. Demasiado.
Veo como un peso desaparece de encima de sus hombros y toma una respiración, aliviado.
—Me alegro —toma un mechón de mi cabello—, porque la escribí en dos días y no sabía si te iba a gustar o, mejor dicho, no sabía si iba estar lo suficientemente perfecta como para que me dieras tu «si».
Mi pecho se llena de calidez ante sus palabras.
Él se sentía inseguro por no saber si la canción iba a estar perfecta para que se mereciera mi «si» y lo que él no sabe es que aunque me lo hubiera pedido por mensaje, mi respuesta iba a ser la misma.
—Esa canción ha sido la cosa más preciosa que alguien ha hecho por mí. Nunca nadie se había tomado el tiempo como para hacerme un detalle tan bonito, hasta que llegaste tú y empezaste a darme los mejores regalos y momentos.
Una sonrisa abarca sus labios junto con un brillo en sus ojos y abre la boca para decir algo, pero se ve obligado a cerrarla cuando el sonido de un montón de aplausos comienza a hacerse presente.
Confundida, llevo mi vista hacía las butacas, justo en el momento en que las luces del lugar empiezan a encenderse y veo como, solo en las tres primeras filas, hay varios muñequitos de cartón sentados.
Frunzo el ceño.
¿Esas cosas estuvieron ahí todo el tiempo?
Al parecer si.
Aún confundida, llevo mi vista hacía uno de los parlantes que está en el escenario, que es donde proviene el ruido de los aplausos.
¿Pero qué...?
Jayden suelta un resoplido.
—¡Bonnie, apaga eso!
En seguida, la bocina se apaga.
Llevo mi vista hacía él con rapidez y mi ceño se hunde más.
—¿Bonnie está aquí?
Va a responderme pero, nuevamente, es interrumpido cuando un sonido de un golpe, seguido de una maldición, proveniente de la segunda planta del lugar llega a nosotros. Llevo mi vista hacía allá y veo a Bonnie, con las mejillas rojas, mirándonos desde arriba con una mano en su cabeza.
—¡Lo siento! ¿Llegué tarde?
—Muy tarde. Ya me dijo que si.
Los ojos de su hermana chispean de alegría.
—¡Oh, excelente! ¡Que bien por ustedes! —dice sonriendo—. Yo lo siento, es que desde afuera no escuchaba nada y no sabía cuándo poner los aplausos. Sigan en lo suyo; los dejo solos —comienza a caminar hacia atrás sin dejar su sonrisa—. ¡Adiós cuñada!
No me deja devolverle la despedida, porque enseguida desaparece y dirijo mi vista hacía mi novio.
Novio. Que lindo suena eso.
Confirmo.
—¿Qué fue eso?
Cuando Jay vuelve a verme parece un poco avergonzado.
—No sabía como pedirte que fueras mi pareja, así que le pedí a Bonnie ideas y me dijo que la mejor idea sería hacerlo en un concierto, porque qué fan no se moriría porque su artista favorito le pidiera ser su pareja en un concierto.
Confirmo. Fantasía de cualquier fanática.
—Así que lo quise hacer, pero teniendo en cuenta que yo por el tema de mi empresa, y por las cosas que te conté, no podría hacerlo —cuando dice eso parece un poco triste—, pensé en hacer un concierto falso, y se supone que el «público» —señala con su mano izquierda hacia los asientos en donde descansan los muñecos de cartón—, aplaudiría cuando me dijeras que sí, pero Bonnie llegó un poco tarde y el público falso ya no aplaudió.
Las mariposas revolotean en mi interior y mi corazón canta de felicidad al ver que él en verdad planeo pedirme ser su novia teniendo en cuenta las expectativas de una fanática. Expectativas mías. Y aunque no se pudieron cumplir por las diversas... situaciones, el buscó otra manera para cumplir aquella expectativas.
Con mi corazón irradiando de alegría y una sonrisa en el rostro, me pongo de puntitas y planto un corto beso en sus labios.
—Fue perfecto, Jayden. En verdad muchas gracias por esto.
Mi novio me regala una sonrisa y se acerca para darme un tierno beso.
—Entonces supongo que ahora no te llamaré más «rubia». —dice al separarse de mí.
Frunzo el ceño.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque ahora voy a llamarte «mi novia».
Las mariposas de mi estómago revolotean, emocionadas y antes de poder impedirlo, un suave chillido de felicidad se escapa de mis labios, haciendo que los ojos de Jayden chispeen con diversión.
—Parece que a alguien le gusta su nuevo apodo.
—Muchísimo.
—Me alegro, porque de ahora en adelante no pienso llamarte de ninguna forma que no sea esa.
€
¡Aquí el final!
Espero les haya gustado mucho el capítulo; nos vemos en el siguiente.
Los quiere, Hanna.
ig:hannasvelez
tw:hannasofiarv
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