Capítulo 2
Han pasado al menos 2 horas del concierto y yo sigo aquí, en el mismo sofá en el que me dejo Jayden y con el trasero adolorido.
Los paramédicos se fueron 30 minutos después de que entraron al camerino a revisarme, y aunque tardaron al menos 8 minutos en verificar que estoy bien, a excepción por la hinchazón que se está empezando a formar en mi frente, Clarise los hizo revisarme otras dos veces más y esas dos veces llegaron a la misma conclusión. Aunque me recomendaron no dormir por un rato y aplicarme una pomada —con un nombre que ya no recuerdo— una vez llegue a casa.
Después de ese chequeo no pude volver al concierto, porque Clarise quería vigilarme en caso de que ocurriera alguna anomalía, como que me saliera un ojo en mi chichón o algo así, pero se encargó de hacer estas dos horas lo más agradables... O algo así.
Primero, me compartió pizza hawaiana, la cual decliné porque no es de mi agrado, y también me regalo un chocolate, que volví a declinar porque solamente me gusta el chocolate blanco. Luego me ofreció jugar una partida de Uno, eso por supuesto sí que lo acepte, pero cuando iba a empezar nuestra primera partida, recibió una llamada que en el momento que atendió se puso a gritarle a la persona del otro lado de la línea. Después de que terminó esa llamada, logramos jugar 7 partidas sin interrupciones de las cuales yo salí ganadora en 4, antes de que volvieran a llamarle y volviera a despotricar miles de cosas al teléfono.
Sin duda no me gustaría ser la persona del otro lado.
En algún momento del concierto se vio obligada a salir del camerino al ver que sus gritos me estaban poniendo un tanto nerviosa, pero antes de salir me dio una pequeña sonrisa a modo de disculpa y una vez cerró la puerta, los gritos comenzaron de nuevo. Incluso logré escucharla a pesar de todo el ruido de afuera.
Apenas han pasado unos cuantos minutos, cuando el ruido de la puerta abriéndose me hace levantar la vista, encontrándome con esos ojos grises dueños de todos mis suspiros.
Tal vez eso fue un poco exagerado, pero es la verdad.
Jayden entra con la respiración acelerada, el cabello empapado de sudor y con algunas gotitas de este mismo recorriendo su cara y cuerpo.
Con la toalla que tiene alrededor del cuello, se encarga de pasarla por su cabello y cara antes de botarla a algún lugar del camerino y acercarse a mi. Y, una vez delante mío, se pone de rodillas y con una delicadeza impresionante, con su mano derecha toma mi barbilla entre sus dedos.
—¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? —pregunta moviendo mi cara con cuidado para inspeccionar mi golpe.
Me quedo totalmente quieta cuando siento sus dedos en mi cara e ignorando la muy bonita sensación que esto me causa, le respondo.
—Estoy bien. —hablo lo más normal que puedo.
Con su mano libre sube hasta la altura de mi golpe y con una suavidad impresionante, como si temiera romperme, pasa su dedo pulgar por ahí.
—¿Segura?—su voz cargada de arrepentimiento y preocupación, me comprime el corazón.
—Sí.
La verdad es que aun duele un poco, pero prefiero no decirle, ya se ve bastante culpable.
Asiente no muy convencido de mi respuesta.
—¿Qué te dijeron los médicos?
—Que estoy bien —respondo, sorprendida por la serenidad de mi voz—. Solo tengo la zona un poco inflamada.
—¿Te recomendaron algo para la inflamación?
—Una pomada y unas pastillas para los dolores.
Vuelve a asentir, aún con el arrepentimiento en sus facciones.
—Lo siento mucho, jamás quise herirte.
—Está bien, no te preocupes —respondo con la voz más tranquilizante que puedo usar—. Se que tu intención no fue lastimarme.
Me regala una sonrisita de boca cerrada y se queda unos momentos en silencio antes de abrir la boca para hablar.
—¿Cuál es tu nombre?
—Paris. Me llamo Paris.
—Paris. —pronuncia mi nombre con lentitud, como si estuviera saboreando cada letra de él.
Mi nombre saliendo de sus labios pone mi cuerpo a temblar.
—¿Cómo Paris Hilton?
—Sí, exacto, como ella. Pero sin lo bonita. —suelto en un intento de bromear, pero sobra decir que me sale fatal.
Ladea la cabeza ligeramente con la ceja enarcada.
—Pero si eres más bonita que ella.
Siento mi corazón detenerse por un segundo, antes de que comience a bombear a toda velocidad y las mariposas de mi estómago, despiertan para revolotear con fuerza.
¿Los médicos siguen cerca? Por qué siento que me dará un paro cardíaco.
Nuestro pequeño momento se ve interrumpido cuando la puerta del camerino se abre. Ambos miramos en esa dirección y puedo vislumbrar a mi mejor amiga entrando apresuradamente a lado de Clarise.
Me levanto seguida por Jayden, y en segundos ya tengo a Aby rodeándome con fuerza en un abrazo que, obviamente, correspondo.
—Iris —suspira con preocupación y se aleja para inspeccionarme con la mirada—. ¿Estás bien?
Voy a responder, pero Clarise se me adelanta.
—Esta señorita, hizo un gran escándalo para poder entrar a los camerinos. Incluso golpeó a uno de nuestros guardias. —informa con voz neutra.
La miro con los ojos abiertos y ella se encoge, apenada.
—Lo siento, es que no me dejaban pasar y quería comprobar que estuvieras bien.
—Aby...
—Cuando el soporte se callo y Jayden bajo de la tarima para llevarte, los seguí pero el guardia no me dejo pasar. Estuve insistiendo las dos horas del maldito concierto. Tuve que tomar medidas extremas. —se cruza de brazos muy indignada.
Sonrío y la estrecho nuevamente contra mí.
—Eres todo un caso, Abigail.
—Lo sé.
Nos separamos cuando escuchamos que se aclaran la garganta y ambas volteamos en búsqueda de quien produjo ese sonido.
—No quiero interrumpir este bonito momento, pero necesitamos que la señorita Abigail abandone el lugar para poder llevarte al hospital. —ordena Clarise.
—¡¿Al hospital?!—ambas exclamamos al tiempo.
—¿No estás bien?—me mira mi amiga con preocupación.
—Si lo estoy. Me lo dijeron los médicos.
—Lo sabemos, solamente es por precaución, para estar seguros al 100% que todo está bien.—esta vez habla Jayden y ambas volteamos a su dirección.
Veo a Aby quedar como estatua cuando se da cuenta de que está en la misma habitación que él. Incluso veo como el color se extiende en sus mejillas.
No puedo juzgarla, yo tuve esa misma reacción.
—Jayden... —suspira Aby.
—Un gusto conocerte, Aby —habla regalándole una sonrisa ladeada que nos pone a ambas a suspirar como idiotas, pero por mi parte, lo disimulo un poco más—. Lamento toda esta deplorable situación.
—No hay problema —responde de inmediato—. Iris ya dijo que está bien —entrelaza su brazo con el mío— y solo eso importa.
Asiente lentamente con la cabeza, dándole la razón.
—Bien. Muchachitas ya tengo su transporte para cada una. —dice Clarise acercándose a nosotras guardando se su teléfono en su bolsillo trasero.
—¿Cómo que para cada una? ¿No nos iremos juntas?—pregunta Aby, confundida.
Niega con la cabeza.
—No. Tú señorita noquea guardias —señala a Aby haciendo que se sonroje, apenada—, te irás a casar. Y tú señorita Francia...
—Paris. —corrijo en voz baja.
—... Irás al hospital conmigo. Luego te llevaremos a casa.
—¿O sea no iré con Paris al hospital?
—No.
—¿Porque?—pregunta angustiada.
—Porque no. No necesitamos más personas de las necesarias ahí, es mejor que te vayas a casa.
—Pero...
—Sin peros, señorita.
Suspira derrotada y voltea a verme.
—Cualquier cosa, dime por favor, Paris —me toma de las manos—. Estaré al pendiente del teléfono.
Asiento con la cabeza y tiro de ella para envolverla en un abrazo.
—Si, amiga. No te preocupes.
Se separa un tanto insegura y voltea a ver a Clarise quien la espera a lado de la puerta del camerino.
—Vamos, andando.
Suspira.
—Nos vemos mañana, Paris.
—Adiós, Aby.
Veo a mi mejor amiga salir del camerino y con ella, Clarise.
—¿Iris?
Escucho la voz grave de Jayden detrás mío, así que me volteo para encararlo, pero al hacerlo, me encuentro con su cuerpo bastante pegado al mío, por lo que tengo que dar unos pasos hacía atrás para verlo al rostro.
—¿Perdón?—pregunto en un hilo de voz.
Una sonrisa de lado aparece en sus labio
—Ella te llamó Iris, ¿por qué?—cuestiona, intrigado dando un paso hacia mí.
Trago saliva, con los nervios a flor de piel por su cercanía.
—Oh —mi voz sale más chillona de lo que pretendo, por lo que me encuentro carraspeando ruidosamente tratando de encontrar una voz menos chillona—. Es un apodo. Aby siempre me ha llamado desde que somos niñas.
Asiente con la cabeza, con tranquilidad.
—Iris —pronuncia con lentitud sin borrar sonrisa—. Me gusta.
Siento mi corazón detenerse un milisegundo al escuchar eso último, antes de ponerse a palpitar a toda velocidad.
Abro y cierro la boca repetidas veces tratando de decir algo, pero no puedo porque así como no encuentro nada que decir mi voz es incapaz de salir de mi garganta.
Eso parece causarle gracia, porque su sonrisa crece iluminándose con un brillo de burla.
—Ven, rubia —habla cortando el silencio que se había formado entre nosotros—. Te llevaré a la camioneta.
Y sin más, me pasa por a lado encaminándose fuera del camerino.
Me quedo un par de segundos pasmada en mi lugar, tratando de procesar todo lo que acaba de pasar en tan solo un par de minutos, pero al final se me hace imposible, porque mi mente está lo bastante shockeada como para procesar algo que no sean los brazos de Jayden alrededor de mí o su voz diciendo que le gusta mi nombre.
Así que, despabilando rápidamente, pongo a mis piernas a trabajar y me apresuro a seguirlo hacía afuera.
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—¿Entonces todo está bien?—vuelve a preguntar Jayden, haciendo suspirar con cansancio al doctor.
—Si, joven Blackwood. Todo se encuentra bien con la señorita Smith.
—¿Entonces no tiene alguna contusión o así?
—No. La señorita Smith se encuentra bien. Lo único que tiene es un chichón y muy probablemente le salga un moretón, pero fuera de eso está bien. No corre ningún peligro.
Jayden suelta un suspiro de alivio, mientras que Clarise, detrás de él, rueda los ojos.
Desde que llegamos al hospital —cosa que me pareció una exageración—, el doctor se la ha pasado repitiéndole a Jayden hasta el cansancio que estoy bien y que solo tengo un chichón. Cosa que al parecer no tiene muy convencido a Jayden, ya que hizo que me revisaran siete veces más solo para confirmar que en serio estuviera bien. Y, durante ese tiempo Clarise no ha parado de rodar los ojos, harta de la situación y el doctor de resoplar cansado por estar repitiendo lo mismo.
—¿No podría checarla una vez más? ¿Solo para saber que esté...?
—¡Jayden Blackwood ya basta!—el grito que pega Clarise interrumpe a Jayden y nos hace pegar un respingo a todos.
Él voltea a verla confundido y comienza a mirar a todos lados, buscando la amenaza.
—¿Qué pasa?—pregunta, frunciendo el ceño.
—Ya te dijo el doctor más de siete veces que Francia...
—Paris. —corrijo nuevamente en voz baja.
—... Está perfectamente bien. Así que por favor deja ya el tema por la paz y vámonos, porque debemos llevar a esta jovencita a su casa y después de ahí debemos tomar un vuelo.
—Solo quiero saber si está bien.
—Ella está bien, así que por favor vámonos ahora.
Jayden suelta un bufido, inconforme y sin decir palabra, me ayuda a bajar de la camilla.
—Muchas gracias, doctor y disculpe las molestias. —habla Clarise.
—No se preocupe. Espero que se recupere, señorita Smith. —dice el doctor sonriendo con amabilidad.
—Gracias, doctor.
Y sin más, Jayden pone su mano en la parte baja de mi espalda y comienza a empujarme hacía la salida con suavidad.
—¿Estás segura de que te sientes bien?—me pregunta, en voz baja.
Asiento con la cabeza de inmediato.
—Si, no te preocupes. Ya casi ni duele.
Se me queda viendo unos nos segundos antes de dar un movimiento de asentimiento con la cabeza.
Salimos del hospital por la misma puerta trasera por la que entramos y al salir, me encuentro con que no solo hay una camioneta, si no que hay dos.
—Bien, aquí nos despedimos —habla y yo me volteo para verlo—. Tu te irás en la camioneta en la que llegamos y yo me iré en la otra.
—¿Porque?—cuestiono tratando de ocultar la desilusión que eso me provoca.
—Porque tú debes irte a tú casa y yo debo ir a tomar un vuelo, rubia —sonríe de lado—. Me gustaría acompañarte a tu casa, pero no me atrevo a retar a Clarise; es un demonio cuando se enoja.
Una sonrisa divertida se aparece en mis labios y volvemos a quedar ambos en silencio. Y, durante ese lapso, Jayden abre la puerta trasera de una de las camionetas y hace un ademán con su mano para que me suba.
Haciendo caso a su indicación, me subo a la camioneta acomodándose en el asiento a lado de la ventana. Me volteo hacía él para agradecerle por haberme traído al hospital, cuando de repente lo veo inclinarse hacia mí peligrosamente, provocando que me olvidé de cualquier cosa que estaba por decirle y que mi respiración se corte.
Siento su mano rozar mi cadera con las yemas de sus dedos, provocándome soltar un suspiro que va a impactar contra su rostro, el cuál se ha detenido a unos centímetros de mis labios.
Levanta su vista hacía a mí y siento mis manos comenzar a temblar de nervios y a mí corazón comenzar a bombear tan fuerte que incluso lo escucho en mis oídos.
—Listo. —murmura en voz baja.
—¿Eh?—pregunto en un hilo de voz, un tanto anonada.
—Te puse tu cinturón de seguridad. —dice, separándose de mi.
Frunzo el ceño y bajo la vista. Y si, ahí está. El cinturón de seguridad bien puesto.
Parpadeo un par de veces un tanto confundida y vuelvo a mirarlo.
¿En qué momento lo ha puesto?
Seguramente en el momento en que estabas toda hipnotizada.
Ese pensamiento hace que mi cara empiece a calentarse, por lo que tengo que apartar la vista de Jayden para que no me vea toda roja como un tomate.
Carraspeo ruidosamente.
—Gracias.
—No hay de qué. Tú seguridad es muy importante. —responde y por el rabillo del ojo veo que tiene una sonrisita burlona.
—Bueno —la voz de Clarise nos hace llevar a ambos la vista hacía la puerta—. Es hora de irnos Jayden.
Asiente con la cabeza antes de voltear a verme.
—Fue un gusto conocerte, Paris. —murmura mirándome con sus bonitos ojos.
—Igualmente, Jayden.
Sonríe y sin esperar más, cierra la puerta con cuidado.
Bueno, fue bonito mientras duró.
€
¡Aquí el final!
¡Llegamos ya a 1k! Muchas gracias por leer.
Los quiere mucho, Hanna.
ig:hannasvelez
Psdt: Les dejo un bonito dibujo de Jayden y Paris, hecho por gristel_art <3.
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