Capítulo 16
—Wow, que excelente comida —suelta JK masajeando su estómago—. Le pondré 5 estrellas al hotel.
—Si y bien merecidas. —habla Sarah, dándole un último trago a su jugo.
El mesero llega a retirar nuestros platos y nos mira con una sonrisa.
—¿Necesitan algo más?—pregunta en nuestro idioma.
—No, gracias. —responde Clarise.
Asiente.
—Espero que todo haya sido de su agrado.
—Si, todo delicioso —le dice Sarah con una sonrisa—. Se merecen 10 estrellas.
Sonríe con diversión el mesero.
—Gracias —coloca todo en su charola y se vuelve hacía nosotros—. Si no tienen nada que hacer en la noche, los invito a la fiesta que hace el hotel en el bar de la playa.
—Alto. ¿Una fiesta?—se incorpora la actriz, mirándolo con un brillo en sus ojos.
—Efectivamente, señorita y en la playa. —con su mano derecha apunta hacía un punto en la arena y todos nos volteamos hacía allá.
A unos metros del hotel, a una distancia considerable como para no molestar a los huéspedes, se observan a una gran variedad de personas y luces moverse, al igual que se escucha una tenue canción en español.
—¡Vamos, Paris!—me pide tomándome del brazo y mirándome como cachorrito, antes de volverse hacía Jayden y hacer lo mismo—. ¡Vamos, Jay!
—No iré a ningún lado, Sarah. —rueda los ojos y le quita su brazo.
—Eres un amargado. Pero no importa, no te necesito, seguro que Paris si va conmigo —voltea hacía a mí y moviendo sus pestañas—. ¿Verdad?
—Si, por supuesto. —afirmo en seguida.
Bien lo dije, muy rara vez me niego a una fiesta y mucho menos lo haría si la fiesta es en otro lugar; en otro país.
—Excelente —se levanta—. ¡Andando!
Emocionada, me levanto con ella.
—Esperen...
Ambas volteamos hacía la voz masculina que nos habla y trato de no mostrar mi emoción cuando veo a Jayden levantarse.
—Yo voy con ustedes.
—¿Tú? ¿Qué no querías?—interroga Sarah con excesiva sorpresa.
—Pues ya quiero.
—Oh, Jayden. ¿Quién te habrá hecho cambiar de opinión?—lo observa maliciosa, antes de pasar su brazo por el mío, entrelazándolos.
La observa con mala cara.
—Evita tomar, Jayden —pide Clarise—, que mañana tienes concierto.
Asiente con la cabeza.
—Con cuidado, chicos. —pide JK.
—Si, no se angustien. Nos vemos en un rato.
Con una sonrisita en labios, empieza a caminar conmigo hacía las escaleras de la terraza del restaurante, emprendiendo nuestro camino hacia el lugar por la arena.
—Gracias por aceptar mi propuesta, Paris, y no ser una amargada como otros. —grita girando un poco la cabeza sobre su hombro.
Escucho a Jayden resoplar.
—Veras que nos divertiremos muchísimo.
—Estoy segura de que sí, Sarah.
—Además conoceremos muuuchos extranjeros —menciona con diversión—. Seguro podremos ligarnos a alguno de ellos.
Sonrío y niego con la cabeza.
Estoy segura que eso no ocurrirá con Jayden cerca de mí, porque mis ojos solo estarán puestos en él.
Ni con él cerca ligarías con alguien.
Bueno, eso es verdad.
—Uy, se ve que el ambiente esta buenísimo. —dice sin esconder su emoción cuando nos vamos acercando.
El lugar es una enorme terraza de madera que está compuesto por varias mesas, luces de colores alrededor del rectángulo y una barra que se extiende de lado a lado con tres barman en el, desplazándose de lado a lado. La música en español resuena con fuerzas en el lugar y en los alrededores, haciendo que las personas que están dentro y fuera del lugar se balanceen al ritmo de la melodía.
Ambas, aún con nuestros brazos entrelazados, entramos a la zona con las pisadas de Jayden siguiéndonos y nos dirigimos inmediatamente hacia el bar, abriéndonos un pequeño espacio entre las personas.
—¿Qué vas a querer?—pregunta mi acompañante.
—Un refresco, el que sea.
Arruga su nariz.
—¿Un refresco? ¿Segura?
—Si.
—Bueno —me lanza una mirada de rareza antes de llevar su vista hacía atrás mío—. ¿Y tú Jayden?
—Una cerveza. —dice con simpleza y mi piel se eriza al sentir su voz tan cerca mio.
Se vuelve hacia el barman, quien ahora está atendiendo nuestro lado y con una enorme sonrisa comienza a gritarle sobre la música que es lo que quiere. Él joven asiente con la cabeza cuando escucha los pedidos de Sarah y se desplaza hacia la parte de atrás.
—Iré a buscar un baño —anuncia Sarah en nuestra dirección—. Esperen las bebidas.
Afirmo con un sutil movimiento y tras darle una mirada extraña al cantante, que sigue atrás mío, se marcha de ahí con velocidad.
Me doy la vuelta, mirando hacia la parte en donde se encuentran las botellas y un montón de vasos de vidrio, recargando mis brazos sobre la barra, esperando con paciencia nuestras bebidas.
Con uno de mis dedos comienzo a marcar el compás de la canción que está sonando sintiéndome incómoda ante el silencio que nos envuelve a Jayden y a mi.
En ningún punto de mi miserable vida pensé llegar a esta situación, la cual involucra a mi artista favorito enojado conmigo... ¡Y ni siquiera sé por qué! Yo si tengo justificación, puesto tras lo que escuche es totalmente valido que me sienta triste y molesta como lo hago ahora, bueno, más bien como lo hacía hace algunas horas, porque dejé de sentirme furiosa con él cuando el tema de mi ex salió a la conversación, cambiando toda mi furia por desesperación al sentirme incomprendida con respecto a mi amistad con Alex. Tal vez ya no siga enojada, un poco triste sí, pero enojada ya no, ¿pero él? Ni siquiera sé por qué se enojó. Simplemente se que su molestia tiene que ver con Alex, pero sigo comprender cuál es la causa. Si ya le dije que él es mi súper amigo, no Alex.
—Te ves preciosa.
Llevo mi cabeza en su dirección de latigazo, luego de que lo escucho decir aquellas palabras.
—¿Cómo?
Entrecierro mis ojos, sin dejarlo de mirar a los ojos, pensando que acabo de imaginar lo que me dijo y que simplemente fue un invento de mi mente para hacerme sentir mejor, luego de que Jayden se la pasara ignorándome todo el día. Pero creo que después de todo no es un invento cuando lo veo sonreírme de lado.
—Dije que te ves preciosa, Paris.
Mi corazón comienza a golpear mi pecho con fuerza, feliz y emocionado al ver que de nuevo me ha hablado, pero decido esconder aquella emoción lo más que puedo y miro nuevamente hacia enfrente.
—Gracias.
Abro y cierro mis manos tratando de que el sudor acumulado en estas desaparezca y tomo fuertes respiraciones a la par para calmar los golpeteos en mi caja torácica.
Lo siento moverse a mi lado y observo como recarga su antebrazo derecho en la barra. Su mano izquierda sube con lentitud hacia mi rostro, ocasionando que a mi corazón le de un corto circuito y que un suspiro salga de mi boca cuando sus dedos tocan mi cabello, haciéndolo detrás de mi hombro con suavidad, dejando mi rostro al descubierto.
—¿Ya no estás enojado conmigo?—la pregunta sale de mi boca antes de que yo pueda hacer algo y lo hago en un tono tan suave, que incluso dudo que me haya escuchado.
Suspira y su aliento choca contra mi sien.
—No estaba enojado, Paris.
—¿Entonces por qué no querías hablarme?—pregunto, llevando mi vista hacia él.
Reláme sus labios y bajo mi vista hacia ellos.
—Es complicado, rubia.
Grito internamente de emoción al escucharlo decirme «rubia» de nuevo.
Esbozo una mueca, llevando mi vista hacia mis manos.
—Lamento si dije o hice algo que pudieron molestarte, Jayden, lo último que quiero es que te enojes.
Su mano toma con firmeza mi barbilla, subiendo mi mirada hacia la suya.
—No tienes porqué disculparte, rubia, tú no hiciste nada malo. Al contrario, el que debería disculparse contigo soy yo por haberte tratado de esa forma —sus ojos se llenan de arrepentimiento y culpa—. No debí dejar que mis emociones tomaran el control de mi, debí haberlas controlado para no herirte —desplaza su mano hasta mi mejilla—. En verdad lo siento mucho, rubia. ¿Podrás perdonarme?
Mi corazón y mi mente, satisfechos con su sincera disculpa, me provocan una enorme sonrisa y asiento con la cabeza.
—Te perdono.
Sonríe, aliviado.
—Gracias, rubia, por disculparme —lleva su otra mano a mi rostro—. Prometo no volverlo a hacer.
Lo miro, complacida por su promesa y llevo mis manos hacia su cintura, pegándome a él en un fuerte abrazo, recargando mi cabeza en su pecho. De inmediato él corresponde, pasando sus brazos por mis hombros y recargando su barbilla en su pecho.
—Lo siento, lo siento. —repite pegándome más a él.
—Está bien, Jay. —lo tranquilizo y pego mi oreja a su pecho, sintiendo su intenso corazón golpear y, entre su corazón y el mío, no se cual es el que va más rápido.
Escucho una fuerte voz hacerse presente en nuestro momento, por lo que me tengo que separar de él un poco para ver de quién se trata. Mis ojos captan a un chico rubio, un poco más bajito que Jayden, mirando a mi super estrella con devoción. Él le dice algo que no logro comprender del todo por la fuerte música, pero Jayden si lo hace y termina asintiendo con la cabeza, con una sonrisita.
Sin ser rudo, lleva las manos a mi cintura y me aleja un poco de él y entonces comprendo lo que ocurre: él chico es un admirador y quiere una foto. Me alejo de ellos un poco más para darles su espacio, pero no llego a dar más de cinco pasos, porque Jayden inmediatamente vuelve su mano con la mía, impidiendo que me aleje más.
Con ese gesto, el chico parece notar mi presencia, porque voltea a verme y creo ver un poco de sorpresa cuando sus ojos chocan con los míos, sin embargo no dice nada y se encarga de sacarse una rápida foto con Jayden, para luego intercambiar unas cortas palabras con él y marcharse.
—Creo que es hora de movernos de lugar. —murmura, acercándose a mí.
—¿Por qué?
Hace un leve gesto hacía las personas que bailan a nuestro alrededor y volteo a verlas, entonces me doy cuenta que la mayor parte de ellas, en especial los jóvenes, están mirando con sorpresa a Jayden, mientras murmuran cosas entre ellos.
—Si, creo que tienes razón.
Giro nuevamente hacía él cuando lo siento quitar su mano de la mía y veo como saca un billete del bolsillo de su pantalón. Lo deja en la mesa y toma su cerveza y mi refresco que, por cierto, no me había dado cuenta que ya estaban ahí.
—Vamos.
Da un paso en dirección a la salida, pero en seguida tomo su brazo, deteniéndolo.
Voltea a verme con una ceja enarcada.
—No podemos dejar a Sarah.
—Paris, creo que ella nos dejo desde hace mucho antes. —suelta, llevando su vista hacia un punto detrás mío.
Imito su acción y me sorprendo cuando veo a la susodicha coquetear abiertamente con un chico castaño. Ambos parecen muy metidos en su burbuja que crearon.
—Tienes razón. Vámonos.
Me sonríe divertido y pasa nuestras bebidas a una de sus manos, tomándome con su mano libre una de las mías y tirando de mí fuera del lugar, siendo seguidos por varios pares de ojos.
Sin liberar mi mano, camina conmigo por la arena, hacia el lado contrario del hotel y de aquella pequeña fiesta.
—Creo que aquí estaremos bien. —dice, deteniéndose a una distancia prudente de ambos complejos.
—Creo que sí.
Ambos nos sentamos al mismo tiempo sobre la arena y cuando ya estamos completamente acomodados, me pasa la lata de mi refresco, el cual abro enseguida.
—¿Estás nervioso por el concierto de mañana?—pregunto, luego de unos segundos en silencio.
—Si —admite en seguida, mirando su cerveza—. No tanto como lo estaba ayer, pero si.
—Lo harás excelente, Jayden. Así de increíble como lo hiciste ayer.
—Eso espero. No quiero decepcionar a mis fanáticas.
—No lo harás —lo animo—. Es imposible que tú llegues a decepcionarnos.
—Eso lo dices para complacerme.
Niego y lo miro con diversión.
—Claro que no, lo digo porque es verdad.
—No se si creerte. —le da un sorbo a su bebida.
—¿Por qué?—lo miro, ofendida.
—Porque eres mi fan, Paris, obviamente aunque hayan momentos en los que te decepcione no lo vas a admitir por eso mismo.
—Claro que no.
—Claro que si. Seguro que puedo asesinar a alguien y todas ustedes me defenderán a capa y espada.
—Claro que no. —me cruzo de brazos a la defensiva.
Alza una ceja en mi dirección como si dijera: «¿En serio?»
—Bueno si —admito—, pero eso no es el punto.
Me mira divertido.
—¿Y cuál es entonces?
—Que no vas a decepcionar jamás a tus fans.
Me mira con una sonrisita.
—Esta bien, voy a creerte.
Asiento, satisfecha con su respuesta y llevo mi vista hacía enfrente, dando un trago a mi refresco.
—Tengo una pregunta. —me vuelvo hacía él, nuevamente.
—Dime, rubia.
—¿Por qué comprar las aerolíneas y no el aeropuerto?—hago la misma pregunta que hice en el planetario y me observa con diversión.
—¿En verdad sigues con esa duda?
—¡Sí! Quiero saber por qué, ¿No era más fácil el aeropuerto?
—Si compraba todo el aeropuerto, corría el riesgo de qué tú tía te llevara a otro aeropuerto, entonces mi plan habría fracasado, sin embargo si compraba las aerolíneas podría cancelar los vuelos de cada una de ellas en todos los aeropuertos, sin correr peligro de que te fueras si tú tía te llevara a cualquier otro.
Abro los ojos, sorprendida.
—Vaya, lo tenías todo pensado.
—Así es. —me mira con orgullo.
—¿Cómo los convenciste de que te las dieran?
—Con mucha paciencia y mucho, mucho dinero.
—Debiste ser muy convincente para que te las cedieran.
—Así es. Me llevó toda la noche, pero valió la pena, ¿No lo crees?—me mira con complicidad.
Sonrío.
—Sí, si lo creo.
Me devuelve la sonrisa con sus ojos brillas y vuelve a darle un trago a su bebida.
—¿Y qué harás con ellas?
—¿Con las aerolíneas?—afirmo con mi cabeza—. Pensaba revendérselas hace un par de días al doble de precio, pero... No me mires así, rubia, debo de sacarle algo ganancia —se justifica ante mi mirada de sorpresa e incredulidad—. Pero por alguna razón no lo hice —continua con el tema— y me alegra no haberlo hecho, porque así pude evitar que cierta personita se fuera. —menciona con una sonrisita y siento el rojo subir por mi cuello.
Carraspeo ruidosamente.
—¿Entonces las devolverás?—pregunto, continuando con el tema.
—Tal vez. —pasa si mano por su barbilla.
—«¿Tal vez?»
—Si, es que la verdad son de buena ayuda en caso de emergencias —dice lanzándome una mirada— y la verdad es que están dejándome buenas ganancias.
Ladeó la cabeza.
—¿Las estás administrando?
—Aja. Bueno, yo no, Clarise si.
—Ah.
Aprovecha el momento en que he dejado de preguntar, para llevar la botella a sus labios, dándole un trago. Y la verdad, es que quedo viendo sus labios por más tiempo del que debería.
—¿Quieres?—cuestiona estrechándome la cerveza, al darse cuenta que lo estaba mirando, pero lo que él no sabe es que yo veía sus labios, no el envase de vidrio.
Niego de inmediato con la cabeza.
—No, gracias. Yo no tomo.
Alza una ceja.
—¿No?
Hago un sonido de negación.
—Pero si Bonnie me contó que le dijiste que tú también habías bebido alcohol a su edad.
—Oh, no, no, no. Esa fue una pequeña mentirita para que no se sintiera mal por lo que pasó en Los Ángeles—digo, apenada—, pero en realidad yo no tomo.
—Ya veo... —aleja su cerveza de mi y se le queda mirando unos instantes—. ¿Puedo preguntarte por qué no lo haces?
Hago una mueca con los pensamientos que abordan mi mente y con el sentimiento que atraen estos. Ese tema es bastante sensible para mí familia y para mí. No lo sabe nadie más allá de Aby, ni siquiera Alex, sin embargo, siento que puedo confiar algo como esto en Jayden. Me siento segura al quererle contar esto.
—Hace varios años atrás, mi abuelo, el padre de mi mamá, engañó a mi abuela con una mujer mucho menor que ella y las abandonó, a ella, a mi mamá y a mis dos tías. Y el dolor de mi abuela fue tan grande por haber perdido a su marido, al amor de su vida, que cayó en el vicio. Bebía todos los días sin falta, perdió su trabajo, dejó de cuidar a sus hijas quienes, por cierto, no sobrepasaban los 17, dejando que ellas sobrevivieran como pudieran.
Agito mi cabeza, tratando de ahuyentar los pensamientos de mi madre y de mis tías pasando hambre, frío, viviendo con miedo y con la falta de una madre...
—Cuando estuve lo bastante grande para comprender las cosas, mi mamá me contó esa historia, y yo en ese momento me prometí a mí misma que nunca probaría una gota de alcohol.
—Lo siento mucho, Paris —se disculpa Jayden en seguida, afligido—. No debí preguntar...
—No, está bien —le sonrío, tratando de tranquilizarlo—. No te preocupes.
Muerde su arito sin dejar de verse arrepentido y deja su botella de alcohol a un lado.
—Creo que dejaré esto por ahí.
—¡No, no! Tranquilo —me alarmo—. Tú puedes seguir tomando, yo no tengo problemas con la gente que consume.
—No, igual ya no quería.
—Jayden...
—Es en serio, Paris, ya no tengo muchas ganas de darle otro trago —insiste—. Que sepas que yo ya casi no consumo, ¿Eh? Solo lo hago de vez en cuando.
—Está bien, Jayden, tranquilo. —sonrío ante su nerviosismo.
Asiente, un poco más calmado y lleva su ojos hacia enfrente, clavándolos en la luna.
Un agradable silencio nos envuelve y aprovecho para clavar mi lata de refresco en la arena y pasar mis manos por mi falda, acomodándolo correctamente para que cubra completamente mis piernas.
—No te lo dije, porque estaba en mi momento de comportarme como un imbécil, pero la ropa se te ve perfecta —halaga y detengo mis manos para verlo—. Más bien, tú haces que se vea perfecta.
El color llega a mis mejillas.
—¿Tú crees?—mi voz sale más aguda de lo que pretendo.
Asiente.
—Gracias—sonrío y bajo la vista a mi vestuario—. Al principio tuve mis dudas sobre si llevarme este. —confieso tocando mi barbilla.
—¿Por qué?
—Sentí que el color no era muy bonito; que no iba a favorecerme.
—Pero si te queda precioso, Paris.
Sonrío con timidez.
—Podrías ponerte el color que sea y se te vería precioso. Tú los harías lucir preciosos.
—Que mentiroso eres. —murmuro sin borrar mi sonrisa.
—Hablo en serio, rubia —me dice con seriedad—. Incluso podrías vestirte de vaca o con amarillo pollito y seguirías viéndote perfecta.
Me permito soltar una risa, sintiéndome halagada y divertida con su comentario, y llevo mi vista hacía él, clavando mis ojos en los suyos.
—Aunque he de admitir que mi color favorito sigue siendo el rojo.
Mis mejillas se sonrojan y asiento.
—También el mío.
Sus ojos adquieren un brillo raro y esboza una sonrisa de lado.
—Veo que sigues con la cadena. —murmura, acercándose a mí.
—Si.
Asiente con suavidad sin quitarme los ojos de encima.
—Ya veo.
Pasa su lengua por sus labios y me quedo embobada ante ese gesto.
—Cuando regreses a California —baja sus ojos al collar—, ¿Seguirás poniéndote esto?
Abro la boca para responder, pero me quedo sin habla cuando pasa su mano por debajo de la cadena para levantarla. Apenas sus dedos y rozan mi piel, pero solo es necesario de ese pequeño momento para que una corriente eléctrica pase por mi columna vertebral.
—¿Si?—me observa con insistencia, aclamando una respuesta.
—¿Qué?—susurro con mi mente nublada
Una sonrisita maliciosa aparece en sus labios.
—Te pregunté, que si seguirás poniéndote esto —agita mi collar— cuando regreses a California.
Muevo la cabeza en afirmación, lentamente, incapaz de decirle que no con sus intensos ojos grises mirándome y un brillo aparece en sus ojos ante mi gesto, y expulsa aire con fuerza por su nariz.
—Las cosas que me provocaste cuando te vi en el restaurante con esta cosa —tira de mi cadena suavemente, haciendo que me incline hacia enfrente— y con tus labios rojos no fueron nada normales, rubia. —murmura en voz extremadamente baja, sin quitar sus ojos grises de los míos.
Llevo mi mirada hacía la cadena, cuando noto como desliza sus dedos hasta la «J», el pulgar por toda la letra y me quedo totalmente quieta, con mi respiración enloquecida y mi corazón hecho un martirio en mi interior cuando veo que su mano queda levitando justo arriba de mis pechos.
—¿Qué pensaste?—cuestiono en voz baja, sintiéndome valiente.
Sus ojos suben a los míos de latigazo y la respiración me falla cuando los veo oscurecerse.
—¿Estás segura de que quieres saber?
Asiento con la cabeza firmemente, con mis latidos incrementando con cada segundo que pasa.
Recorre mi rostro con su penetrante mirada, deteniéndose unos segundos más en mi boca entreabierta, antes de volver a mis ojos.
—Estaba pensando en las intensas ganas que tengo de tomarte de la cadena y tirar de ella hasta que estampes tus preciosos labios contra los míos y así poder arruinar ese precioso rojo que hay en ellos con mi lengua.
Siento mis ojos abrirse con sorpresa y un jadeo sale de mi ante la intensidad de sus palabras. Entierro mis manos en la arena, tratando de aferrarme de algo mientras que un delicioso deseo se acumula en la parte baja de mi estómago y el color rojo sube a mis mejillas.
Trago saliva con dificultad, incapaz de mirar a otra cosa que no sean sus ojos.
—¿Sigues pensando en eso?—mi voz sale temblorosa y parece que eso le satisface, porque el brillo en sus ojos aumenta, al igual que su sonrisa.
—No he podido quitarme ese pensamiento de la jodida cabeza, Paris.
Mi respiración sale de mi cada vez más entrecortado y con cada segundo que pasa, me cuesta más mantener mi atención en otra cosa que no sea su boca.
—Pídeme que te besé, Paris —suplica a centímetros de mis labios—. Pídemelo, pídemelo...
Mi mente está tan nublada de deseo, mis labios aclaman por atención y las gana que recorren mi cuerpo son tan intensas que no debo de pensar más de dos veces en su petición.
—Bésame, Jayden.
Sus dedos tira de mi collar y estampa su boca contra los míos con fuerza.
Y entonces, comienza a besarme. Él, Jayden, mi super estrella comienza realmente a besarme.
Sus labios comienzan a moverse encima de los míos con desesperación, frustración y anhelo, aclamando cada parte de mis labios como si llevara bastante tiempo esperando por este precioso momento.
Las famosas mariposas aparecen en mi estomago revoloteando con fuerza y llevo mano izquierda a su cuello, clavando mis uñas en él provocándome un quejido que termina desapareciendo en mi boca al tiempo en el que intento acompasar nuestros movimientos que son torpes, desesperados y llenos de deseo retenido.
Con cada segundo que pasa, el movimiento de nuestro labios empieza a fusionarse hasta que encuentran el compás y comienzan a moverse al tiempo.
Desesperada por obtener más de Jayden, tiro más de su cuerpo al mío, tratando de cerrar cualquier espacio que hay entre nosotros y él parece notar mi impaciencia, porque pasa uno de sus brazos por mi cintura y tira de él hasta que estoy sentada en sus piernas. Un jadeo de sorpresa sale de mis labios por la repentina acción, el cual es acallado por la lengua de mi acompañante cuando la pasa por mis labios, pidiéndome el acceso a mi boca.
No pasan más de dos segundos cuando le permito la entrada y expulso un sonidito de placer. Su lengua comienza a explorar mi cavidad bucal, jugando con mi lengua, contaminándome del exquisito sabor del alcohol, haciéndome ver estrellitas y sacándome pequeños soniditos de satisfacción.
Sus fuertes manos se aprietan en mi cintura, clavándome con más fuerza sus dedos cada que un sonido me abandona.
Frunzo el ceño y suelto un sonido protesta cuando sale de mi boca para tirar con una fuerza dolorosa pero deliciosa de mi labio inferior.
Se aleja un poco de mí, con su respiración igual de desastrosa que la mía y a pesar de que mis pulmones aclaman por aire, la necesidad de volver a probar sus labios se hace presente, por lo que esta vez, soy yo la que da el primer paso y vuelvo a besarlo con la misma intensidad con la que él lo hizo.
Jayden corresponde al instante, pasando uno de sus brazos por mi cintura y poniendo su otra manos sobre mi espalda para pegarme más a él.
Lo beso con fiereza, llevando una de mis manos a su cuello y no me detengo hasta que siento que mis pulmones arden por falta de oxígeno. Y antes de tomar distancia de él para poder respirar, sintiéndome empujada por el deseo, paso mi lengua a lo largo de su labio inferior, deteniéndome en la parte de su arito. Lo tomo con mis dientes y tiro de él con fuerza, pero con la precaución de no hacerle daño.
Un gruñido sale del fondo de su garganta, sustituido por un fuerte lamento que me abandona cuando su mano derecha tira mi cabello, dejando mi cuello al descubierto para los labios de Jayden. Incapaz los ojos y muerdo mi labio inferior, dejando salir aire por mis fosas nasales cuando Jayden comienza a besar, lamer y succionar la piel sensible de mi cuello.
Subo mis manos a la hebras negras de su cuello, pegándolo más a mí y permitiéndole que se prenda de el. Un jadeo tembloroso sale de mis labios cuando lo siento deslizar su lengua por lo largo de mi cuello hasta detenerse en mi barbilla y depositar una pequeña mordida ahí.
Sube con lentitud su rostro hacia el mío y cuando sus ojos chocan con los míos, me es inevitable no esbozar una sonrisa divertida al ver como sus labios y los al rededores de ellos, están batidos con el color rojo de mi boca.
—¿Qué?—pregunta, agitado.
Niego con la cabeza y sin dejar de mostrar mi diversión, llevo mis pulgares a su rostro comenzando a quitar los residuos del rojo de él.
Siento sus ojos clavados en mí y su mano trazar suaves caricias que erizan mi piel por mi espalda desnuda, pero no le presto tanta atención porque yo continuo concentrada en mi tarea.
—Al menos si pude quitar el rojo se tu boca. —suelta de repente ocasionando que una risa salga de mi garganta y tenga que tapar mis labios.
Sus ojos me miran con diversión y otro sentimiento que no identifico y toma la mano que cubre mis labios. Se inclina hasta plantar un pequeño beso en ellos que pone mi corazón a mil, porque a comparación de los otros que nos dimos, este parece más sentimental.
El color sube a mis mejillas y las mariposas en mi estómago revolotean con felicidad en mi y me encuentro incapaz de quitar mis ojos de él, pero a comparación mía, los ojos de Jayden, que antes estaban cubiertos de buenos sentimientos ahora se llenan de aflicción. La preocupación me recorre cuando lleva su vista hacía otro lado, quitándola de la mía y suspira.
—Deberíamos irnos. —murmura y agarrándome de la cadera y quitándome con suavidad de sus piernas para dejarme sentada a un lado.
Se levanta de su lugar en la arena, limpiando los residuos de esta misma de su pantalón. Imitó su acción, viendo claramente confundida ante su extraña actitud.
—¿Jayden, está todo en orden?
—Si, solo que ya es tarde y es mejor volver al hotel. —dice vagamente y se da media vuelta, caminando en dirección a nuestro hospedaje.
Mi corazón retumba alarmado y el miedo de que esté de nuevo enojado se asienta de nuevo en mí.
—¿Estás molesto?—pregunto, temerosa, haciendo que se detenga de golpe.
—No, Paris —se vuelve en mi dirección—. Todo está bien, ¿por qué lo preguntas?
—Porque hace unos segundos estábamos... besándonos y ahora te comportas así conmigo —voltea su rostro hacía el mar—. ¿Qué pasó? ¿Hice algo que no te gusto o...?
—No, Paris, no hiciste nada malo. Fue un buen beso, pero fue solamente eso, un par de besos y ya, fin.
Esas palabras se clavan en mi, doliéndome más de lo que debería.
—¿O qué? ¿Pensaste que después de besarnos íbamos a tomarnos de las manos e irnos felices y juntitos?
Me quedo callada, sintiendo como cada palabra que suelta se clava en mi corazón como una estaca y acompañado de ello un enorme nudo empieza a formarse en mi garganta, apretándose hasta el punto de lastimarme.
—¿En verdad pensaste eso?—me ve con incredulidad—. Eso jamás va a pasar, Paris, porque yo soy una super estrella y tú...
—«Una simple fanática.»—murmuro con la voz rota, haciendo copia de sus palabras.
Se tensa.
—¿Cómo...?
—Te escuché decir eso en tu habitación. —me adelanto, bajando mi mirada.
Se queda en silencio.
—Todo lo que dije fue verdad —habla luego de unos segundos—. Jamás estaría con alguien que no esté a mi nivel.
Muerdo mi labio con fuerza, haciendo acopio de toda mi voluntad para no derramar ni una lágrima, mientras siento a las mariposas de mi estómago agonizar de dolor.
No lo veo, pero escucho sus pies deslizarse por la arena y como latigazo, llevo mi vista hacia él, al escucharlo marcharse.
Las ganas de pedirle que se quede, de disculparme por haberlo besado, por haberme confundido, se hacen presentes y me veo a mi misma queriéndole gritar por que no se vaya, por que no me abandone, pero el nudo en mi garganta es tan grande que no me permite pronunciar palabra.
El miedo de que me abandone y no vuelva a hablarme me hace temblar como una hoja y un sonido adolorido sale de mi, junto con lágrimas calientes que empiezan a desbordar mi ojos.
Y a pesar de mis deseos de seguirlo y tratar de hablarlo, me quedo ahí, a la luz de la luna viendo como Jayden, mi super estrella, se aleja de mí.
€
¡Aquí el fina!
Espero que le haya gustado mucho el capitulo y... pueden dejar por aquí las lagrimas que les ocasionó el capítulo (hate a Jayden).
Bueno, con este capítulo también les traigo una pequeña noticia un tanto triste y es que las actualizaciones dobles se suspenden por un tiempo, únicamente estaré haciendo una actualización por semana y serán los días Lunes, esto debido a que el estrés de varias cosas me han pasado a fractura ocasionándome un pequeño malestar en cuello (en otras palabras, me salió una bola en mi cuello y me duele) y estar frente a la computadora, escribiendo, editando, etc., hace que el dolor incremente, por eso tendré que ponerles pausa por un tiempo:(.
Dicho esto, gracias por seguir leyendo y nos vemos en siguiente capítulo.
Los quiere, Hanna.
ig:hannasvelez
PSDT: No olviden que el link del chat de lectoras esta en mi perfil, por ahí ando pasando varios spoilers de los próximos capítulos <3.
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